DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: No soy dueño ni me hago mérito de la franquicia de Fate ni de sus personajes. Solo los uso para fines de entretenimiento y los derechos y créditos les pertenecen a sus respectivos dueños y creadores.

Leer las notas del primer capitulo porque son muy importantes.

Espero que lo disfrutes.


Capítulo III: Donde Todo Comienza

La semana que faltaba para la Guerra del Santo Grial pasó en un abrir y cerrar de ojos. En ese tiempo, Haruka había visto y explorado todo lo posible sobre las habilidad de Caster. Aun con su clase, su Servant solo podía realizar un tipo de magia que, simplificando, era destruir objetos sólidos en pedazos, como si los hiciera estallar o desequilibrara su estructura para que se destruyeran. Aparte de eso, el otro talento de su Servant era que podía generar electricidad y usarla como ataque e impulso para moverse más rápido, y su dominio de la espada que, para Haruka, era imposible saber si era bueno o malo.

Un Caster que no es un hechicero. Debió tocarle el Servant más raro de la guerra.

El resto de días fueron para que Sieg conozca el mundo moderno. Haruka le mostró la ciudad a Sieg, quien veía todo a su alrededor con la sorpresa de un niño que visitaba un lugar en el que nunca había estado y por eso la hacía increíble. La mayoría de las veces la acompañó en su forma física, aunque en algunas salidas lo hizo en su forma espiritual, más que por necesidad, era para que se acostumbraran a eso, ya que esa sería la forma en la que Caster la acompañaría por la ciudad.

Haruka creía que su Servant era raro. Entendería su forma de actuar si hubiera sido un héroe del pasado que descubre el mundo moderno, pero era claro que había vivido en una época igual, o similar a la que estaban. No le molestaba que fuera raro, de hecho, se entretenía al ver sus expresiones y no tenía problemas en responderle cualquier duda que le surgiera por algo que le llamara su atención, solo que era algo diferente a lo que esperaba.

Hoy era uno de esos momentos en que Caster la acompañaba físicamente. Ambos iban a las afueras de Tokio, ya que la joven necesitaba hacer algo antes de irse y esta podría ser la última oportunidad que tenía. Tenía un ticket de bus con dirección a Fuyuki a la tarde y ya había empacado sus cosas. Era su única oportunidad.

Ambos habían estado en silencio durante el viaje. Caster miraba por la ventana los edificios que eran muy diferente a los que había visto en Trufas, todo era tan diferente que le fascinaba. Aunque sabía que no era una obligación, casi sentía pena por no haber explorado más la ciudad.

"Master, creo que olvidamos algo importante", dijo Sieg de repente, girándose en el asiento hacía Haruka.

Ella lo miró parpadeando. "¿Eh? ¿Algo importante?" Repitió.

Caster asintió. "No es algo vital para el pacto, y se me había olvidado hasta ahora y está bien si no quieres decírmelo, pero creo que es necesario".

"¿Qué cosa, Caster?"

"¿Cuál es tu deseo?" Pregunto Caster, sin sonar intimidante, sino más bien curioso. "Debe ser algo realmente valioso si te involucras en un conflicto como este".

Sieg había aprendido que por sus deseos, los humanos estaban dispuestos a luchar. No solo los Servants convocados, sino los magos que los invocaban. Todos tenían diferentes motivos y deseos por el que participaban, algunos ni tenían que ver con el Grial, como fue el caso de la Master de Rider anterior a él, pero todos eran lo suficientemente importantes como para participar en una Guerra del Santo Grial.

A pesar de sus mejores esfuerzos, Haruka no se atrevió a mirarlo a los ojos. Sin embargo, su Servant no la apresuró y optó por esperar tranquilamente en silencio y permitirle reflexionar sobre sus pensamientos durante el tiempo que necesitara. La chica le agradeció en su interior por este gesto.

Al final, después de lo que pareció una eternidad, finalmente encontró la fuerza para hablar de nuevo.

"Mi deseo… tiene relación con el lugar al que nos estamos dirigiendo. ¿Podrías esperar un poco más, solo hasta que lleguemos, para que te lo cuente?"

Su deseo realmente debe ser importante para pedir eso, lo que sirvió para intrigar más al homúnculo transformado en dragón, pero podía respetar sus deseos y esperar un poco más.

"Claro, Master", aceptó sin problemas.

Los siguientes minutos de viaje la pasaron en silencio, siendo los únicos sonidos el ruido de las llantas, los vehículos pasar y las voces de los otros pasajeros en el bus.

Tras veinte minutos, el bus se detuvo en una central de buses. Los dos se bajaron con el resto de pasajeros y salieron de la central. Haruka le hizo señales a Caster que lo siguiera y caminaron diez minutos a pie a las afueras de Tokio, hasta llegar a un edificio viejo, pero que a pesar de su apariencia, se veía bien cuidado.

Haruka tocó la puerta con su puño un par de veces y, después de oír un: ´pase´, los dos entraron. El edificio parecía ser una casa y, a la vez, un consultorio.

"Oji-san, ¿dónde estás?" Pregunto Haruka.

"Ya voy, mis huesos ya no son lo que fueron, sabes…"

Un viejo hombre con espesa barba y bata blanca llegó a la sala de estar. Él usaba un bastón y se veía en sus últimos años. Al parecer su cabello y barba habían sido castaños, pero por los años se habían vuelto blancos.

El anciano detuvo cualquier saludo que hubiera salido de sus labios al ver a Caster. Sus ojos se abrieron como platos por un momento antes de entrecerrarlos y mirar a Haruka.

"...Así que realmente lo lograste. Invocaste a un Servant".

"Te dije que lo haría", respondió Haruka con calma.

Los ojos del hombre mayor brillaron en algo que Caster no pudo descifrar, pero si tuviera que adivinar, brillaron por… ¿pena?

"Esperaba que escucharas las advertencias que te di y te retractaras, pero veo que eres demasiado terca para eso".

Sieg, que se había mantenido callado hasta ahora, vio el intercambio y le quedó claro que Haruka y el hombre se conocían y que, el hombre no era un humano cualquiera, ya que se había dado cuenta con solo verlo que era un Servant.

"Master, él es…"

Sabiendo lo que intentaba preguntar, Haruka se giró hacía Sieg. "Él es el doctor Katou Nozomu, un doctor que trabajaba con quien dirigía este lugar y que me enseñó sobre la magia. Él me explicó como realizar el ritual para la invocación de un Servant".

"Solo amplíe un poco más de lo que te dijo Pieceman, nada más", restó valor el doctor Nozomu, acercándose con ayuda de su bastón. "Encantado de conocerte. Nunca pensé que viviría para ver a un Servant", se presentó el autónomo.

"Encantado también", devolvió Caster el saludo. "Soy el Servant de clase Caster".

"Caster, ¿eh? No pareces un mago, si me permites decirlo", comentó Nozomu sin intención de ofender, siendo solo una observación.

"Soy… bastante irregular en lo que se refiere a mi clase", fue lo único que pudo responder Sieg.

"Tal parece que si", río el hombre, para luego mirar a Haruka. "Supongo que viniste a verlo antes de irte".

Haruka asintió. "Si".

"Entonces no te distraigo más. Ya conoces el camino".

"Caster, acompáñame. Ahora te voy a decir mi razón por lo cual entre a esta guerra", dijo Haruka, y sin esperar respuesta de su Servant, paso de lado del doctor y entró en la puerta por la que Nozomu había entrado, pero mientras Nozomu había bajado de un piso superior, Haruka doblo y empezó a bajar unas escaleras hacía un piso más abajo.

Caster se disponía a seguirla, pero Nozomu lo detuvo al tomar su muñeca. El agarre no era fuerte, era de hecho débil, tanto que él podría librarse fácilmente aun cuando era solo un homúnculo, pero no lo hizo. En cambio, miró al anciano.

"¿Qué pasa?"

"Se que no tengo ningún derecho a pedírtelo y eres libre de ignorarme si quieres, pero quería pedirte algo", dijo con tono tranquilo. Sin embargo, sus ojos no vacilaron mientras seguía mirándolo fijamente. "Se que ella no cambiará de opinión. No lo hizo antes y menos ahora. Solo quiero estar seguro. Te pido que hagas todo y más para protegerla. Puede que sea joven, pero ella ha perdido más de lo que puedes imaginar y no quiero que muera intentando cumplir su deseo. Aun si no gana la guerra, te pido, te suplico, que la traigas de vuelta con vida. Ya he visto morir a varias personas cercanas a mi y no deseo que a ella le pase lo mismo".

Caster asintió sin siquiera pensarlo. No sabía qué vida había llevado su Master antes de conocerlo, y seguramente eso tenía algo que ver con su deseo, pero había sido invocado precisamente para evitar muertes que se pueden evitar. También, podía ver claramente la sincera preocupación de este hombre anciano por su Master. Y habiendo sido una persona que tuvo a muchos que se preocuparon por él en el pasado, Sieg podía entender ese sentimiento.

"Pase lo que pase, la protegeré con mi vida. Tienes mi palabra", juro con tono decidido.

Nozomu resopló y asintió con la cabeza, soltando la muñeca de Sieg para que siguiera a Haruka hacía abajo.

Caster bajó por las escaleras que había bajado Haruka y al bajar el último escalón, camino por un pasillo con paredes cubiertas de placas de acero hasta llegar a una bifurcación con dos caminos, cada uno dirigiéndose hacía una puerta. Sieg fue por el de la derecha, ya que era el que tenía la puerta abierta.

Al ingresar por ahí, Caster se encontró en una habitación similar a un salón quirúrgico algo deteriorado y, en medio de este, había una especie de cápsula. A Sieg le recordó las cápsulas en las que eran incubados los homúnculos, pero esta estaba acostada en el suelo y tenía una cubierta metálica gris que ocultaba el interior, salvo una tapa cristalina. La capsula tenía varios cables conectados a una máquina en la pared cuya función, a Caster le era imposible saber.

Haruka estaba a un lado de la cápsula, arrodillada y con una mano en la tapa mientras una sonrisa triste estaba en sus labios.

"Acércate, Sieg", le pidió ella una vez que lo escuchó entrar. "Quiero que lo veas".

Caster escuchó y obedientemente se acercó. Se arrodilló al lado de su Master y vio el interior de la cápsula. En su interior, contenía a un chico de cabello marrón que parecía estar dormido.

Pero lo que más llamó la atención fueron los rasgos muy parecidos que tenía el joven con Haruka.

"Este es mi hermano mayor: Kishinami Hakuno", presentó Haruka el joven a Sieg.

"¿Tu hermano mayor?" Repitió sorprendido.

Ella asintió. "Hace dos años, mi hermano y mis padres se vieron afectados en un ataque bioterrorista. Yo no estaba con ellos porque estuve en una salida con unas amigas en ese momento", comenzó a explicar. "Mis padres fallecieron, pero mi hermano sobrevivió, aunque, como daño del ataque, sufrió el síndrome de amnesia, un virus que viola los nervios del cerebro y hace que las personas pierdan gradualmente la conciencia mientras pierden sus recuerdos hasta que mueren".

Sieg escucho atentamente.

"Los doctores dijeron que no existía cura y se dieron por vencidos, todos salvo uno, un doctor que vino del extranjero al escuchar el caso de mi hermano: Twice H. Pieceman se llamaba", continuó explicando Haruka, manteniendo su mirada fija en el rostro de Hakuno. "Como mis padres murieron y no tenía ningún otro familiar, el doctor Pieceman me acogió. Tal vez por pena, no lo sé, nunca le pregunté. Unos meses después de que empecé a vivir con él, descubrí que era un mago, me explico lo que era y sobre el Mundo Iluminado de la Luna. También descubrimos que yo tenía Circuitos Mágicos y las aptitudes para ser un mago. Tal vez uno de mis abuelos era un mago que renunció a esa vida, pero era imposible saberlo".

Al darse cuenta que había empezado a divagar, Haruka agitó suavemente la cabeza. "Divago, perdón. El doctor Pieceman era quien llevaba la investigación para curar a mi hermano. Esta cápsula mantiene a mi hermano congelado, impidiendo que el síndrome se expanda. Durante los últimos dos años, el doctor Twice y el doctor Nozomu, que era su asistente, trabajaron para desarrollar una cura y al mismo tiempo me enseñaron sobre la magia. Estaban cerca de hallar una cura, hasta que hace dos meses, los Sellos de Comando aparecieron en mi mando. El doctor me explicó lo que eran y me habló sobre la Guerra del Santo Grial. Estaba insegura de participar, pero luego…"

Sieg se quedaba en silencio, esperando pacientemente a que su Master terminara de hablar. Hasta ahora, todo lo que había escuchado era horrible, ahora entendía las palabras de Nozomu hace un momento. Su Master había perdido a su familia y su hermano era lo único que le quedaba, pero estaba en un estado que era como si estuviera muerto.

Después de lo que pareció una eternidad, Haruka finalmente encontró la fuerza para hablar de nuevo.

"El doctor Twice murió una semana antes de que te invocara. Tuvo que viajar para atender a un paciente en el Lejano Oriente, pero fue asesinado en un ataque terrorista y con él, se perdió toda la información para completar la cura y salvar a mi hermano. Cuando me enteré de esto, sentí que mi mundo se derrumbaba. Qué cualquier esperanza para recuperar a mi hermano había muerto con el doctor. Sentí… que mi mundo se había acabado. Me sentí perdida, Caster".

Sieg la miró en silencio.

"Pero entonces, recordé lo que me dijeron sobre el Grial, sobre que puede cumplir cualquier deseo", dijo, levantando su mano derecha y mirando las marcas rojas que brillaban sobre ella. "Tal vez mi deseo de recuperar a mi hermano fue la razón por la que el Grial me eligió. Yo… sabía que no solo era mi oportunidad, sino que era mi única oportunidad para salvar a Hakuno. El doctor Nozomu estaba en contra y entiendo porque, pero sin el doctor Twice, la cura no podría completarse y yo… no podía quedarme sin hacer nada y yo…"

"Decidiste realizar el ritual", terminó Sieg por ella. No había juicio en su voz. Solo estaba afirmando un hecho.

Ella asintió, bajando la mirada con expresión triste. "Tenía que hacerlo. No podía soportar que mi hermano permaneciera congelado en esta capsula para siempre y tampoco que muera por un virus. Yo... yo solo… es la única familia que me queda y yo… lo quiero de vuelta. Eso es todo", dijo, con su voz tranquila y baja, extremadamente baja, en comparación con el comportamiento directo que solía mostrar antes.

Sieg asintió en silencio críptico. Ahora entendía su decepción cuando explicó su peculiar situación. La chica estaba desesperada y su única esperanza para salvar a su hermano era ganar una guerra entre magos, y ella, como una maga novata, esperaba que la suerte le sonriera e invocar algún héroe para que pudiera tener la victoria. No la culpaba por sentirse decepcionado, cualquier humano en su situación estaría igual. Él nunca fue lo que la gente esperaba, en más de un sentido.

Sieg podía simpatizar con el deseo de Haruka, ya que era similar al deseo que había tenido de proteger y salvar al resto de los homúnculos Yggdmillenia, que ellos tuvieran la misma oportunidad de vivir libremente como él la tuvo, que, aun si no tenían una esperanza de vida larga, en el tiempo que vivieran pudieran elegir vivir como quisieran. Tal vez ese deseo era la razón por la que fue invocado por ella.

O por ese anciano. La única explicación por la que él siquiera está aquí, en este mundo, como un Servant, es porque el tal Zelretch, de alguna manera que desconocía, hizo posible que él fuera invocado con su verdadero cuerpo como un Servant. Por las palabras finales del anciano, hasta para Sieg era fácil notar que él había arreglado todo de tal forma que fuera el Servant de Haruka. Claramente, Zelretch veía algo especial en Haruka, tal vez relacionado a esos otros mundos que menciono.

"No hay necesidad de disculparse", dijo Caster después de un rato de silencio, desechando sus pensamientos y sacudiendo la cabeza con una expresión estoica que había tenido en el pasado, y que aún poseía, mientras su Maestro lo miraba con visible vergüenza. "Aun si solo soy un simple homúnculo y un Servant fuera de lo común, haré todo lo que pueda para ganar la guerra".

Sobre todo porque había una oscuridad sin nombre que amenaza con destruir este y los otros mundos.

Ese era el gato en el salón: en la semana que había pasado, Caster no había mencionado ese tema con su Master. No sabía cómo hacerlo. Si se lo decía directo, podría abrumarla de información o no creerle y él no tenía forma de probar sus palabras. Habría pensado más formas de como decir ese dato, pero se había distraído tanto con la ciudad de Tokio y las diversas cosas que tenía que se le había olvidado. Algo que le avergonzaba.

En su defensa, nunca había pasado por este tipo de cosas en su vida. Durante la Gran Guerra el enemigo siempre fue claro, así como el objetivo y los oponentes. Esto era algo totalmente nuevo para Sieg. En momentos como este, deseaba la guía y apoyo de Ruler y Archer de Negro.

Haruka, ignorante de los pensamientos de su Servant, le dio una sonrisa que era forzada en el mejor de los casos. "No te preocupes, por favor. Agradezco mucho la ayuda que brindas, Caster", volvió a mirar el rostro dormido de su hermano. "Bueno... esa es la razón por la que quiero el Grial".

"Es un buen sueño, uno que puedo entender y apoyar", respondió Caster.

Haruka sonrió visiblemente aliviada. Sus hombros se relajaron un poco. Luego, parpadeó y lo miró.

"¿Y tú, Caster?" Le preguntó en ese momento. "¿Por qué quieres el Grial?"

Caster se dio cuenta que era el momento perfecto. Podía decirle la verdadera razón por la que fue invocado, el peligro que era esta guerra en realidad y que era el deber de los dos detenerlo. Las palabras listas en su mente y apunto de ser formuladas en la punta de su lengua.

"Yo..." pero al ver a su Master a los ojos, al haber escuchado su sincero deseo y que si decía todo lo que sabía, podría derrumbarse en la desesperación o hacerla abandonar la guerra, algo que podría arruinar el futuro de más de un mundo, Sieg se dio cuenta... de que no podía decirlo. "No tengo interés en el Grial".

"¿No tienes ningún interés?" Repitió Haruka, luciendo aturdida por la declaración. "¿Pero los Servants no luchan en la guerra para que se les cumpla un deseo que no pudieron cumplir en vida? Eso es lo que el doctor Twice me dijo".

"No puedo hablar por el resto de Servants, porque sé que habrán algunos que quieran pedir un deseo al Grial... pero yo no tengo ninguno. Yo solo... fui invocado", Caster no encontró una mejor cosa que decir que eso.

Haruka parpadeó incrédula una vez, luego dos y por último tres veces, antes de suspirar y sus labios formen una suave sonrisa.

"Menudo Servant eres, Caster".

"Lo siento".

"No lo dije como algo malo, sino como una característica buena. Es como si mi destino fuera el que tuviera un Servant como tu", explicó Haruka. "No me molesta. De hecho, me alegra, ya que parece que somos similares, o así lo creo yo", bajo la mirada para enfocarse en la capsula. "Como ves, nii-san, a tu hermana le tocó un Servant de lo más raro, pero estaré bien. Caster me cuidara y cuando regrese, te dejaré sorprendido al ver cuánto he crecido mientras me regañas, igual que antes. Así que espera un poco más y espera mi regreso con el señor Nozomu".

En ese momento, Caster se dio cuenta de lo increíble que era su Master: puede que sea joven en estándares humanos, pero claramente posee una gran determinación y un corazón fuerte. Tuvo la fuerza para sobreponerse a sí misma de la muerte de quien salvaría a su hermano, de la desesperación en la que casi cae y tuvo la voluntad de luchar por algo diferente, por una oportunidad que se le presentó, por más mínima que sea el exito y los riesgos sean enormes, no se acobardó.

Sieg no pudo evitar admirarla y respetarla. De una forma similar al que lo hacía con Astolfo o Quirón, quienes a pesar de sus deseos y leyendas, creían en el bien de la humanidad aun después de morir y lucharon por el bien de las personas, dejando de lado sus deseos.

Haruka era su Master ideal.

No puedo decirle, pensó con culpa. A pesar de la amenaza y lo bueno que sería que ella estuviera ya informada, él no pudo decirle la verdad del Grial, no pudo romper esa esperanza que tenía. Una esperanza que inevitablemente se quebrara, igual que la ilusión que él tuvo de que todos los humanos eran seres buenos y amables antes de enfrentar a Jack el Destripador. Lo siento.

Pero aun si el Grial no podía cumplir el deseo de Haruka, eso no significaba que su deseo no podría cumplirse. Zelretch habló de buscar aliados, así que uno de ellos debía ser capaz de cumplir el deseo de Haruka. Tal vez un Espíritu Heroico tenga los conocimientos para completar la cura que buscaba.

Era una esperanza pequeña y muy vaga, pero una posible.

Mientras Haruka le decía unas palabras más a su hermano como despedida y se ponía de pie, Sieg, recordando algo que le dijo Astolfo sobre ser un caballero y su rey, se mantuvo arrodillado, esta vez frente a Haruka, aunque acomodo un poco los pies para que su postura se pareciera un poco a la de Ruler al rezar, pero no tanto.

Y mientras la chica lo miraba con los ojos muy abiertos, el Amable Dragón Maligno Sieg hizo su juramento con una resolución férrea.

"Solo soy un simple homúnculo sin ninguna leyenda que lo respalde, pero... si me lo permites, creo que esto debe hacerse correctamente", recordando la postura de Astolfo cuando hicieron su pacto, colocó una rodilla en el suelo frío y mirando a la joven con toda la atención del mundo, dijo: "Yo, como, Caster, aceptó nuestro pacto. Tu eres mi Master y yo tu Servant".

El rostro de Haruka se puso de un rojo brillante.

"Juro que a partir de ahora, mi espada enfrentará a todos tus enemigos y mi magia servirá para abrirte camino", juró nuevamente Caster, ofreciéndole una pequeña sonrisa con una mano colocada sobre su corazón. "¿Aceptarás a este simple homúnculo como Servant muy extraño, Master?"

Aun sonrojada, pareció entender la importancia de todo esto. Tosió en su mano, tratando de recuperarse y permanecer tranquila, tomando algunas bocanadas de aire hasta que se recuperó lo suficiente para mostrar una cálida sonrisa confiada.

"Por supuesto. Mientras tú no tengas problemas en una Master inexperta como yo, entonces será un placer, Caster".

"No tengo ninguno. Por el contrario, me siento satisfecho", respondió Caster. ¿Rider se habrá sentido así cuando hicieron su pacto? Esperaba que si.

Con el sonrojo reemplazado por una actitud más confiada, Haruka extendió su brazo derecho adelante, por encima de la cabeza de Caster.

"Yo, Kishinami Haruka, Master de esta Guerra por el Santo Grial, acepto tus palabras. ¿Estás dispuesto a ser mi Servant y enfrentar a cualquier enemigo que se ponga en nuestro camino?"

"Si".

No hubo dudas ni vacilación. Esta ya no era solo una batalla para salvar el mundo con la recompensa de reencontrarse pronto con Ruler, sino que ahora lo motivaba el deseo genuino de ayudar a Haruka, igual que Astolfo lo ayudo por el simple hecho de que era lo correcto.

Aun si había cosas que tenían que decirse, Sieg creía que se resolverán con el tiempo.

los ojos de Haruka se suavizaron y sus labios se curvaron en una sonrisa más esperanzadora y radiante que el sol.

"Entonces, incluso si tuvimos un comienzo complicado... hagamos lo mejor que podamos a partir de ahora, Caster".

Sus ojos se encontraron con los de ella, e incluso ahora estaba sorprendido por la claridad de sus profundos ojos marrón.

"Por supuesto", asintió con convicción. "Nuestro contrato ya está cerrado".

Así, el contrato quedó sellado entre ambos. Una nueva lucha. Una nueva guerra. Una nueva promesa.

Un nuevo juramento.

Caster y su Master compartieron una sonrisa confiada, sus cuerpos envueltos por la luz que se desvanecía. El único testigo de todo eso el joven dormido por el cual la chica se arriesgaba.

Con todos los asuntos terminados, ambos dejaron la habitación y caminaron por los pasillos hasta subir las escaleras y llegar a la sala de estar. Sentado en una de las sillas, estaba el doctor Katou Nozomu. Caster noto que había un paquete envuelto en la mesa.

"...Así que te decidiste", dijo Nozomu, viendo los ojos de la joven y notando lo diferente que eran cuando entró. Eran más brillantes y tenían mucha más fuerza de la que él había visto en los dos años que la conocía. "Te viniste a despedir".

"No es una despedida, sino un hasta luego. Volveré victoriosa, te lo aseguro, Oji-san", respondió Haruka determinada. "Cuida a Hakuno hasta entonces".

El viejo doctor y el Servant intercambiaron una breve mirada, en donde Caster asintió sutilmente en señal de que mantendría la promesa que le hizo antes.

Con un suspiro de resignación, Nozomu se puso de pie y tomó el paquete que había en la mesa y se lo entregaba a Haruka.

Ella lo recibió con una mirada intrigada. "¿Un regalo de despedida?"

"Algo así. Es un Código Místico que Pieceman creó para ti antes de salir de viaje", respondió Nozomu. Haruka abrió los ojos de total sorpresa. "Creo que él sabía antes que nadie que terminarías participando en la guerra. Este Código Místico tiene la capacidad de soportar golpes que matarían a un humano normal o un mago, además de tener equipado una serie de habilidades que podrían ayudarte a sobrevivir, como un hechizo de curación para ti o tu Servant, un hechizo de defensa que crea un campo delimitado a tu alrededor como escudo y permite recolectar un poco de Mana en el aire y almacenarlo para que no abuses de tus reservas de Mana, que no son la gran cosa", explicó. "Pieceman era un genio en el campo de la medicina, pero también era un experto en crear Códigos Místicos que tuvieran relación con el cuerpo humano. Estoy seguro que puso mucho empeño para crear eso".

"Doctor..." Haruka abrazó el paquete contra su pecho mientras unas pequeñas lágrimas caían por su mejilla. No tenía palabras para agradecer al hombre que buscaba crear una cura para su hermano, la acogió cuando no tenía a nadie y le enseñó a ser una maga. "Muchas gracias, doctor Twice. A usted también, doctor Nozomu. Prometo que volveré".

"Más te vale mantener esa promesa, niña. Y no te preocupes por los ahorros, te daré acceso a la cuenta de Pieceman que cayó bajo mi mando cuando murió para que la uses. Solo... sobrevive".

Haruka asintió firmemente. No solo iba a sobrevivir, sino que iba a ganar.


Ciudad de Fuyuki: Distrito Kurokizawa.

Como dijo Zelretch, sería en Fuyuki donde se desarrollaría la Guerra por el Santo Grial.

Esta ciudad, incluso en su mundo, era un lugar importante. Aquí se habían desarrollado las primeras tres guerras antes que Darnic robara el Gran Grial y lo llevará a Rumania para configurarlo durante sesenta años hasta iniciar la Gran Guerra del Santo Grial.

Se podría decir que es en Fuyuki donde nació el concepto de la Guerra del Santo Grial.

Una situación similar iba a ocurrir en esta ciudad. 14 Servants se enfrentarían, pero a diferencia de aquella vez, esto sería un todos contra todos. No existía la Facción Negra y Roja.

Aun así, la ciudad tenía una gran belleza diferente de Tokio. Es por eso que desde que habían bajado en la parada de autobuses dos horas antes, Caster no pudo ignorar la ciudad y observó con gran interés todo lo que veía, aunque sin olvidar la tarea en cuestión: llegar al lugar donde él y su Master se suponía que permanecerán durante la duración de la Guerra: un alto edificio conocido como Apartamentos Semina.

Gracias a la cuenta del doctor Twice que el doctor Nozomu puso a total disposición de Haruka, el costo por el apartamento y comida no sería un problema. La cuenta no era tan grande como la que tenían los Yggdmillenia, que podían arrendar un aeropuerto y todos sus aviones por completo, pero lo suficiente para establecerse.

Se trataba de un edificio de apartamentos situado en el lado norte de Shinto, en el bloque cuatro del distrito de Kurokizaka. Un edificio en forma de L que contenía dos apartamentos por piso, ocupando toda la parte horizontal de la L y toda la parte vertical de la L respectivamente. La entrada al edificio se encontraba en el centro del mismo, conteniendo una puerta que conducía a un ascensor y a la escalera de emergencia del edificio. El pasillo de cada apartamento tenía luces. El apartamento que habían alquilado ayer estaba en el piso cinco, siendo el número 7, y era una residencia de cuatro habitaciones que había sido recientemente renovada.

No había mucho que destacar, salvo que era una suite bonita con dos habitaciones con camas de tamaño King, un balcón con vista a la ciudad, una pequeña sala de estar, un baño cerca de la entrada, un televisor y una lámpara de noche en cada lado de la cama encima de una mesita. El tamaño era lo suficiente para que cupieran al menos cinco personas sin problemas, siendo más que suficiente para ellos dos.

"Este alojamiento servirá", comentó la chica castaña, colocando su equipaje dentro de uno de los dormitorios. "Pero sin duda será más útil después de que haya establecido un Campo Delimitado para protegerlo. ¿Me ayudarás con eso, Caster?"

"Claro, aunque no se mucho de Campos Delimitados", respondió Caster.

"Yo tampoco, descuida. Crearé un campo que me permitirá saber si un intruso entra a la habitación y nos avise. Es lo mejor que sé hacer, pero servirá", explicó Haruka. No era la mejor defensa, pero era mejor que nada.

Una vez que terminaron de marcar las paredes y erigir una barrera de detección en todo el perímetro de la suite, Haruka tomó una de las habitaciones para cambiarse a la ropa de civil que tenía por el Código Místico que habían preparado para ella. Le había echado un vistazo anoche y sorprendió por el diseño, pero no iba a cuestionar. Aunque sí se preguntó brevemente cómo Twice consiguió sus medidas.

Al final, no importaba.

Tras unos minutos de cambiarse, Caster la vio salir, portando ahora un tipo de uniforme café con falda corta del mismo color, medias negras que le cubren las piernas. Debajo del uniforme usa una blusa de cuello de tortuga negro.

"Siento como si estuviera usando una variante de mi uniforme escolar", murmuró Haruka, viéndose en el espejo del baño. "Sabía que el doctor tenía sus fetiches, pero no creí que haría... esto".

"Creo que se ve bien, Master", dijo Caster su sincera opinión. "¿Qué haremos ahora?"

"Oji-san me dijo que la Santa Iglesia tiene el deber de supervisar la guerra y ocultar todo lo relacionado a ella al mundo, por lo que debemos registrarnos", explicó Haruka. "Hice una pequeña investigación de esta ciudad y se donde queda la iglesia del lugar. Después, podemos explorar la ciudad para que la conozcamos mejor. Es importante conocer el lugar donde vamos a luchar".

"¿Pero los otros Masters no podrían atacarnos?" Pregunto Caster preocupado.

"El doctor me dijo que las guerras se libran en la noche, así que no creo que nadie nos ataque en pleno día. Debemos aprovechar eso", respondió Haruka. "¡Así que vamos a la iglesia!"


Sin que el dúo lo supiera, estaban siendo observados por una figura de pie en lo alto de cierto puente rojo que conectabas las partes de la ciudad. Por la distancia en la que estaban, es que Caster no pudo detectarlo.

Master, tengo a quien sentiste en la mira hablando con su Servant, dijo la figura cubierta por una capucha roja, pero por su físico, era un hombre.

¿Sabes lo que están planeando? Preguntó su Master a través de su conexión.

Es imposible para mí escucharlos a esta distancia, pero se leer los labios: al parecer, irán a registrarse a la Iglesia y a explorar la ciudad, respondió. ¿Debería aprovechar para eliminarlos ahora?

No. La guerra no empieza hasta esta noche y si peleamos en el día, enojaríamos a los supervisores y podrían ordenarle al resto de participantes atacarnos. No quiero tenerlos a todos encima tan pronto.

El Servant asintió ante la lógica. Eliminar a un participante no valía la pena si ocasionaba que el resto fuera en contra suya. Aunque eso podría pasar, lo mejor sería cuando los enemigos se hubieran reducido.

¿Qué quiere que haga?

Vuelve por ahora. Luego de que vieras donde residen el Primer Saber y su Master, que el Segundo Archer se diera cuenta de que las observabas y que el Primer Rider te descubriera, te has expuesto demasiado. Esperaremos nuestro momento. La guerra recién va a comenzar, así que no hay necesidad de apurarnos.

De acuerdo.

Sus ojos fríos como dos témpanos de hielo se mantuvieron unos segundos más de lo necesario en el dúo de Master y Servant que abandonan el edificio, siendo la chica la única físicamente visible, ya que su Servant había adoptado su forma espiritual.

Una cosa que no le había dicho a su Master es que al ver al Servant de la chica, se le hizo algo... familiar. Algo dentro de él le dijo que ya conocía a ese Servant, pero en sus recuerdos no existía nadie con la imagen de ese joven. Eso no quería decir que el sentimiento fuera falso. Simplemente... no lo recordaba.

Ese Servant le daba curiosidad. Tal vez... debería mantenerlo observado cuando pudiera. Eso no iría en contra de las órdenes de su Master. Aún estaría vigilando al resto de participantes, solo que con este Servant lo vigilaría un poco más.

Y así, desapareció en una cortina de polvo azul, como si nunca hubiera estado en primer lugar.


Ciudad de Fuyuki: Cima de la Colina - Iglesia de Fuyuki.

Haruka caminaba por las calles de la ciudad de Fuyuki a paso lento, mirando a su alrededor con ojos curiosos y ansiosos mientras comenzaban a abandonar lentamente el Distrito Shinto y se dirigían hacia la colina distante donde estaba su destino final. Su sonrisa nunca abandonó su rostro mientras observaba el lugar que la rodeaba. Un lugar que parecía tan similar y, sin embargo, tan diferente con Tokio o incluso Londres, donde había estado en algunas ocasiones cuando tuvo que acompañar al doctor Twice bajo la excusa de ser su ayudante que cargaba y cuidaba su equipo médico.

La cantidad de edificios era menor en comparación a Tokio y la arquitectura distaba un poco de la ciudad, en parte debido a la influencia extranjera que es fuerte en esta ciudad, aunque sin perder sus costumbres japonesas. Podía sentir que Caster estaba tan o más asombrado por la ciudad que ella.

después de veinte minutos llegaron a su destino: una iglesia modestamente construida no muy lejos del sintoísmo, en el lado este del llamado río Mion, sobre una colina cerca de la ciudad. Por lo que Haruka averiguó del lugar, había sido construida poco antes de la Segunda Guerra Mundial como una forma de aceptar la cultura de los extranjeros y mostrar los cambios que se hacían en la ciudad en esa época.

La muchacha observaba la iglesia con ojos cautelosos. "...No sé por qué, pero este lugar me da escalofríos", susurró, observando el edificio con el ceño fruncido y los puños apretados. "Caster, ¿me acompañas adentro? Tengo un mal presentimiento sobre esto".

Por supuesto. No te dejaré, respondió Caster, quien no se fiaba de la iglesias o los sacerdotes debido a cierto Master de la Facción Roja.

Con un silencioso asentimiento, Haruka dio un paso adelante y abrió las grandes y chirriantes puertas de la iglesia. La joven Master y su Servant invisible entraron en el edificio sagrado y miraron alrededor de la iglesia vacía. Los oídos de ambos captaron un sútil sonido y su atención se dirigió a una puerta más atrás en la iglesia. Allí, bajo la luz del sol que provenía de una ventana de vidrio de colores, apareció una figura con un paso silencioso.

Era un hombre bastante alto, midiendo alrededor de 190cm, cabello negro y ojos del mismo color pero vacíos de cualquier brillo combinados con un rostro estoico. Usa vestimentas simples de sacerdote de color negro y una cruz dorada alrededor de su cuello, junto con una gran chaqueta que le llega hasta arriba de las rodillas de un azul oscuro y botas marrones. Tenía tez musculosa e imponente para un sacerdote.

Haruka miró con ojos entrecerrados al hombre acercarse. Twice le advirtió muchas veces con tener cuidado con las personas, sobre todo con los magos y que nunca debía bajar la guardia cuando tenía a uno de ellos al frente. Ese mismo consejo se podría aplicar con alguien de la iglesia.

"Sean bienvenidos a la Casa de Dios. Soy el que está a cargo de esta iglesia. Mi nombre es Kotomine Kirei", se presentó el cura. Sus ojos negros se fijaron en Haruka. "¿Cuál es tu nombre, decimocuarta Master?"

"Kishinami Haruka", respondió Haruka, presentándose. No quito la mirada de los ojos de Kirei. "¿Dijiste que soy la decimocuarta Master? Eso quiere decir…"

"Si. El resto de Masters ya están reunidos y dispersos en Fuyuki, tu eres la última en llegar", respondió Kirei, interrumpiéndola en el proceso. "Todos están a la espera de que caiga la noche para que comience la guerra".

Caster se mantenía en silencio en su forma espiritual, observando fijamente al hombre, sin perderse ningún movimiento que hacía. No podía bajar la guardia. Aun si era un humano, este hombre usaba el mismo apellido que Amasuka Shirou uso para esconder su verdadera identidad. No podía ser una coincidencia.

"Debo suponer que tú eres el supervisor de la guerra, ¿no?" Pregunto Haruka.

"Uno de ellos. Debido a que la escala y el número de participantes es mayor a todo lo visto, se han asignado a otros dos representantes de la iglesia que trabajaran conmigo para supervisar el conflicto", respondió Kirei, con los brazos detrás de la espalda y mirándola con una mirada sin emociones. "Ellos fueron elegidos por sus habilidades y conocimientos, mientras que yo fui elegido por que mi padre supervisó las dos guerras anteriores, aquella que ocurrió hace diez años y la anterior a esa que sucedió hace setenta años" explicó fríamente. "Y como eres la última, he de suponer que eres la Master de Caster II, ¿correcto?"

Haruka asintió. "Así es", fue su única y sencilla respuesta. "Vine porque me explicaron lo importante que es registrarme como participante para la guerra".

El sacerdote de cabello negro asintió. "Y te dijeron bien. Con tu registro, puedo declararlo oficial", les dio la espalda para mirar la cruz en la capilla. "Sin lugar a dudas... que la Quinta Guerra del Santo Grial ha comenzado. Desde ahora, y hasta que solo quede un Master, permito la batalla entre magos. Todos los magos deberán seguir su orgullo y luchar hasta el final".

La voz del sacerdote resonó pesadamente por la iglesia. Hubiera sido una proclamación genial, sino fuera porque Haruka y Caster II son los únicos que escucharon esas palabras.

La Quinta. Esta es otra diferencia a comparación de mi mundo, analizó Caster.

De lo poco que sabía, solo habían transcurrido tres Guerras del Santo Grial antes que estallara la Gran Guerra por el Santo Grial. Hasta donde sabía, una guerra normal invoca solo a 7 Servants, la suya fue diferente por todos los ajustes que Darnic le hizo al Gran Grial, así que eso le dejaba la duda de porqué hay 14 Servants invocados en esta ocasión.

Oculto en su forma espiritual, Caster II se volvió hacía su Master y le habló a través del vínculo mental: Master. ¿Puedes preguntarle sobre la guerra anterior?

Haruka entrecerró sus ojos y miró a la figura invisible. ¿Por qué quieres saber eso?

Por la información del Grial, una Guerra del Santo Grial normal habría invocado a 7 Servants, pero aquí hay el doble. Me gustaría saber el motivo de eso, ya que el Grial no dio esa información.

Puede que estuviera relacionado a esa maldad que quería despertar usando la guerra, pero era difícil de saberlo. Sieg estaba trabajando con todo lo que sabía y podía entender. Una suerte de haber pasado incontables años en el Reverso del Mundo es que su mente maduro y creció lo suficiente para desarrollar y entender pensamientos complejos.

La muchacha no tuvo problemas. Ella misma tenía esa duda cuando le hablaron del ritual y como se realizaría en esta ocasión, así que no perdía nada con preguntar. Se enderezó y se armó de valor con una respiración silenciosa.

"Antes de irme, hay algo que quiero preguntar, si no fuera mucha molestia", dijo con la voz más amable y cordial posible, no queriendo hostigar al sacerdote o hacerlo enfadar de ninguna manera.

Kirei se volvió hacia ella una vez más, mirándola sobre su hombro, luciendo tan desinteresado y frío como antes. "Por supuesto, pregunta lo que quieras".

Haruka miró a su Servant invisible y luego centró su mirada en el adulto. "La anterior Guerra del Santo Grial... dijiste que tuvo lugar aquí hace diez años, ¿verdad?"

"Si".

"Entonces, por favor, ¿podrías hablarme de ella? Me gustaría saber todo lo posible".

Por unos segundos, Kotomine Kirei pareció desconcertado por su pregunta. Sin embargo, sus labios pronto se curvaron en una sonrisa mientras se giraba para verla de frente. "Bueno, bueno, esa sí que es una pregunta interesante", reflexionó mientras daba unos pasos hacia la izquierda, sonando ligeramente divertido por alguna razón. "¿Es algo que quieres saber por tu propia voluntad? ¿O es por tu "peculiar" compañero?" Preguntó, mirando el cuerpo invisible de Sieg con una sonrisa sarcástica.

Una sonrisa que le recordó al otro sacerdote con el que peleó al final de su guerra. Solo por eso, a Sieg le dieron ganas de golpear a Kirei, pero se contuvo. No iba a perder la paciencia por esas cosas.

Haruka se mantuvo en su lugar, sin vacilar. "Solo quiero saber, ya que escuche que normalmente en la guerra se invocan 7 Servants, pero esta vez hay 14. Es de suponer que algo pasó en la guerra anterior para que el número se duplicará", explicó, sin responder a la pregunta de Kirei.

El sacerdote caminó mientras se reía. Un sonido que no coincidía del todo con su rostro sin emociones. "Tienes razón en tu suposición, Kishinami Haruka. Puede que seas más astuta de lo que pareces", se rió, sus ojos vacíos nunca dejaron el rostro de la joven Master incluso mientras seguía caminando por el lado opuesto de la iglesia.

Haruka se erizó visiblemente, pero guardó silencio.

"Muy bien, ya que es mi deber informar sobre todo lo relacionado a la guerra, supongo que tendré que complacerte. Tampoco es que sea un secreto".

Se detuvo frente a la puerta principal y se giró para mirar completamente a Haruka.

"¿Qué es lo que quieres saber? Pregunta lo que quieras", dijo el sacerdote, mirándola con ojos que antes eran desinteresados, pero que ahora la miraban con intriga.

¿Quieres que pregunte algo en específico, Caster? Pregunto Haruka a su Servant a través del vínculo mental.

Sieg pensó unos segundos antes de decidirse por una pregunta. Era un tema cuya respuesta podría responder todas las otras dudas.

Preguntale quien gano la guerra anterior, dijo Caster

"¿Quién ganó la guerra anterior hace diez años?" Haruka transmitió la pregunta de forma verbal. "Si esta es la quinta guerra, eso quiere decir que al menos alguien obtuvo el Grial alguna vez".

El sacerdote sonríe. Es la sonrisa de mal augurio de alguien intoxicado por el deleite.

"Por supuesto. Hace diez años, el Grial se manifestó, aunque de forma incompleta. Fue un hombre quien se convirtió en el ganador de la anterior Guerra del Santo Grial, técnicamente. Aunque fue un hombre estúpido que termino siendo engañado y traicionado, ahogándose en sus propios ideales".

"¿A qué te refieres con "técnicamente"? ¿No gano de forma legitima?" Cuestiono Haruka, sintiendo el interés de su Servant por la historia.

"Durante la segunda mitad de la guerra, se descubrió que quien iba a ganar el Santo Grial estaba coludido con uno de los participantes de la guerra. Claro, eso no es extraño en este tipo de conflictos; pero al final de la guerra, esa alianza se rompió cuando ambos descubrieron que tenían propósitos diferentes para el Grial. El hombre que ganó al final quería el Grial para cumplir un sueño infantil e imposible, un deseo que ningún ser humano podía hacer realidad, y su aliada era una chica que tenía todo el poder del mundo, pero estaba tan vacía y rota que no sabía qué hacer con él".

"Quieres decir que terminaron luchando, ¿no?" Pregunto Haruka.

"Algo así. Mientras la lucha final por el Grial ocurría, esa chica intentó obtener el Grial para sí misma y manipularlo, pero el Master y Servant con quien antes tuvo una alianza la descubrieron y terminaron asesinándola", continuó explicando Kirei. "Sin más enemigos, ese hombre logró tocar el Grial, coronándose con la victoria; pero las consecuencias de su contacto fueron algo que nadie esperaba".

Haruka podía sentir la curiosidad en su Servant más que nunca, pero mientras antes era una curiosidad casi infantil por todo, esta era una más seria. Si la tuviera que comparar, sería como cuando ella tenía que escuchar atentamente cada palabra de un profesor unos días antes de una prueba.

"¿Y qué le pasó? ¿Su deseo se cumplió?" Pregunto la castaña.

"Él murió".

Haruka se estremeció físicamente después de escuchar esa respuesta, abriendo mucho los ojos.

"¿Esperabas que hubiera ocurrido un incendio que devastó la ciudad? Lamento decepcionarte", dijo el sacerdote con humor negro, y siguió con el relato. "Ese hombre murió justo después de tocar el artefacto. Nadie sabe por qué, pero se cree que la razón detrás de ese evento fue que el Grial no logró completarse", explicó, con los ojos distantes. "Hacer que el Grial aparezca es fácil. Una vez que los Masters estén reunidos, el Grial aparecerá con el tiempo. Pero a menos que todos los Servants estén muertos, nunca estará realmente completo. Será solo una copa vacía. Es por eso que solo elige al Master y al Servant que logran prevalecer contra los demás. Porque solo uno puede ser digno de su poder. Entonces, si el Master que logró prevalecer ante todos murió después de hacer contacto con el Grial... tal vez no era digno de él".

Haruka frunció el ceño. "En otras palabras… ¿no tiene sentido obtener el Grial sin derrotar a los otros Servants primero?" Cuestiono.

"Aprendes bastante rápido", dijo Kirei con falsa cortesía. "En la última guerra, el Master que fue el primero en poner sus manos en el Grial era débil. Su Servant no logró matar a los demás. Por lo tanto, el Grial no llegó a completarse y lo mató. Si fue por la contradicción de su propio deseo, o que la Master que lo traicionó hizo algo en el Grial que lo mató antes de que ella misma fuera asesinada, es algo que desconozco, ya que yo no estaba ahí cuando eso sucedió. Y si ese hombre murió antes o después de pedir su deseo, es algo que también desconozco".

"¿Y qué pasó con el Grial? Sólo… ¿desapareció?" Pregunto Haruka.

"Si. Ya no tenía más propósito. La Cuarta Guerra terminó sin generar nada y solo dos Masters sobrevivieron al conflicto. La energía mágica sin uso que el Grial almacena se traspasa a la próxima guerra. Es por eso que esta Quinta Guerra comenzó diez años después de la anterior, y también es la razón de porque hay el doble de participantes que en las anteriores".

Sieg permaneció en un silencio críptico. Podía ver a Haruka mirándolo de reojo, pero por una vez no le prestó atención. Su mente repasaba cada pedazo de información que el sacerdote dio con su explicación, comparándolo con la información que tenía de la guerra de su mundo, con cada escenario que pudiera pensar. Porque lo que acababa de escuchar en ese momento era diferente en comparación con su línea de tiempo. Muy, muy diferente. Demasiado diferente. Ya se lo esperaba para cuando Zelretch dijo que iba a pelear en Fuyuki, pero no pensó que las cosas serían tan diferentes. Un pensamiento ingenuo, ahora que se daba cuenta.

Lo único que podía rescatar es que, lo que sea que mató al ganador de la anterior guerra, tiene que ver con la amenaza que destruirá este mundo. Puede que sea lo mismo. Es lo único que puede saber. Era un poco frustrante no saber más o tener más pistas. Antes, había estado al lado de gente que podía ocuparse de pensar y planear cosas; pero ahora estaba solo. Aun si tenía la intención de hacer alianzas en el futuro próximo, por ahora estaba por su cuenta.

¿Qué podía hacer en este caso? Zelretch dijo que debía esperar hasta el final de la guerra y le dijo las opciones que podía tomar para evitar el despertar de ese ser, pero ¿sería suficiente? ¿Qué pasa si no puede llegar a la final? Por primera vez, Sieg no está tan seguro de que hacer.

¿Caster?

La voz de su Master lo sacó de su confusión anterior.

Sieg parpadeó una vez. Dos veces. Parpadeó tres veces y luego se volvió hacia la joven. Haruka estaba mirando en su dirección con una mirada preocupada.

¿Estás bien? Preguntó, con sus ojos marrones abiertos y preocupados mientras buscaba su cuerpo invisible. Sentí que te perdiste por un momento, como si estuvieras… confundido. ¿Pasa algo?

El Caster sacudió la cabeza y obligó a su mente a endurecerse y concentrarse en el ahora.

Perdón, Master. Me dejé llevar por la información que el sacerdote dio. No era nada lo que esperaba, respondió, intentando sonar convincente. Técnicamente, no estaba mintiendo.

Ya… aunque aún tenía su preocupación, Caster agradeció que su Master lo dejara pasar. ¿Quieres que le pregunte algo más?

No. Ya no creo que haga falta. Gracias por cumplir mi capricho.

"¿Hay algo más que quieran saber?" Pregunto Kirei tras unos segundos en que sus visitas estuvieron en silencio.

Haruka sacudió la cabeza. "Nada más. Gracias por el tiempo y las respuestas, señor Kotomine" agradeció sinceramente, comenzando a caminar hacía las puertas que estaban detrás del hombre. "Con su permiso, me retiro".

Kirei se hizo a un lado y cordialmente le abrió las puertas de la iglesia. La luz del sol inmediatamente entró al estar abiertas, como si fuera una señal para un camino mejor.

Y Haruka la iba a tomar. No era exactamente religiosa, aunque tampoco era atea. Solo que esta iglesia le daba un mal presentimiento desde que la vio y el interior no hizo mucho por aplacarlo.

Cuando la joven pasó al lado del sacerdote y dio los primeros pasos afuera de la iglesia, sintió su presencia más fuerte que antes. Ella lo ignora mientras sigue caminando.

"Alégrense todos… porque la Guerra del Santo Grial está a punto de comenzar, y apuesto a que será un evento que ninguno de los involucrados olvidará jamás".


"Caster… ¿qué fue eso de la iglesia?"

Caster II suspiro. Su Master le había hecho esa pregunta tan pronto como se alejaron de la colina de la iglesia, volviéndose hacia él con sus ojos brillando de preocupación y una expresión hambrienta de respuestas. Sieg sabía que tenía que responder o parecería sospechoso, aunque el sentimiento de encogerse de hombros y quedarse callado como siempre era tentador.

Su Master era una persona muy comprensible que le creyó cuando le explico su historia y porque era tan peculiar, pero ni ella dejaría ir el asunto sin respuestas, y Caster aún no estaba listo para decirle el verdadero propósito de su invocación. El problema no era ella, sino él, que no estaba preparado para abordar el tema sin dañarla. Sabía que tendría problemas al ser invocado, pero no espero que los tuviera siquiera antes de comenzar la lucha.

Por eso, después de un silencio incómodo mientras se detenían frente a una banca vacía, decidió responder.

"Solo… necesitaba información", admitió, materializándose frente a ella y mirándola fijamente a los ojos con una expresión que le era ilegible a la chica de cabello castaño. "Esta guerra… no es lo que esperaba y al escuchar que no era el primer conflicto que ocurría, quise informarme de uno anterior".

No era mentira, pero tampoco era exactamente una verdad. Sieg nunca había mentido en toda su corta vida, en parte porque no tenía la capacidad mental para hacerlo y en parte porque nunca fue necesario. Por una vez, fue una suerte el que no supiera expresar bien las emociones como sí podían hacer los humanos. Ayudaba a mantener su fachada, aunque el Servant Caster sabía que no duraría mucho tiempo si volvía actuar de la misma forma.

Haruka lo miró con ojos entrecerrados. "¿Pero porque necesitabas saber sobre la guerra anterior?" Insistió.

"Pues…" no sabiendo cómo responder, quedó un par de segundos suspendido mientras su cerebro trabajaba en procesar una respuesta a una velocidad que el cerebro de un humano no podía, hasta que encontró una posible salida de su situación. "Quería saber sobre el ganador para entender cómo funciona el sistema del Grial y como era posible que pudiera cumplirse los deseos, aunque la respuesta del sacerdote no fue lo que esperaba".

Aún no convencida por la respuesta, Haruka reflexiono: "Sí, y el hombre que lo obtuvo, murió al hacer contacto con él. ¿Qué crees que signifique eso?"

Esta vez, Sieg tenía una respuesta más firme que dar.

"Puede que el problema no fuera el ganador, sino el Grial", respondió Caster.

"¿Cómo es eso?"

Caster sabía que la respuesta que daría no sería del agrado de su Master, pero a la larga, podría ayudarlo con su verdadero objetivo. A Sieg no le gustaba ocultarle cosas a su Master, era parecido a lo que hizo Shirou Amakusa con su Facción. Intento dejar esa horrible comparativa a un lado para no enojarse y pensar calmadamente. A diferencia de ese hombre, él lo hacía porque ayudaría a salvar el mundo, no de la forma que ese sacerdote quería, sino una verdadera.

"Si el Grial no logró completarse, es porque algo anduvo mal con él", dijo, volviéndose para mirar a su joven Master directamente a los ojos. "Quizás algo salió mal durante la guerra anterior, y de alguna manera ese hecho terminó teniendo algún tipo de consecuencia en el propio Grial. Puede que la maga con quien el Master ganador hizo alianza y lo traicionó haya hecho algo para provocarlo. ¿Por qué el ganador murió al hacer contacto con él, de lo contrario? A menos que deseara su propia muerte, eso no es algo que se suponía que sucediera. Yo no le veo sentido".

La chica abrió mucho los ojos. Se quedó sin aliento cuando la comprensión comenzó a aparecer en sus rasgos. Kishinami Haruka siempre había sido un poco ingenua y crédula, en parte debido a su falta de experiencia en el Mundo Iluminado de la Luna, pero no era estúpida.

"¿Crees... crees que el Grial estaba corrompido?"

"Puede ser".

Sieg recordó la reunión de los miembros sobrevivientes de los Yggdmillenia con el Master de Saber de Rojo después de que la Facción Roja robara el Gran Grial y derrotaran al golem de Caster de Negro, eliminándolo en el proceso. Ahí hablaron de las motivaciones de su enemigo, incluyendo la posibilidad de su deseo y los efectos que tendría la salvación que buscaba Shirou.

Si un hombre deseara ser el mago más grande de todos los tiempos, cualquier otro mago superior morirá, porque en su mente piensa que ningún mago mejor que él debería vivir.

Esa fue la explicación sobre cómo funcionaría el sistema de cumplir deseos del Grial en su mundo que dio el Master de Mordred. Aunque Sieg no creía que el mismo caso podría aplicarse al Grial de este mundo, no parece estar tan alejado.

Además y lo más importante: él sabía que el Grial estaba contaminado por una extraña criatura que quería usarlo para revivir. Eso sin duda debió influir para que el ganador de la anterior guerra pereciera. Debió haber sido más listo y haberle hecho más preguntas a Zelretch.

"¡¿Pe-Pero entonces qué pasa con mi deseo?!" Exclamó nerviosa Haruka al procesar las palabras y las implicaciones. "Seguramente el Grial aún puede…"

"No sabría decirle, ya que solo estoy suponiendo con lo que nos dijo el sacerdote. No digo que sea imposible curar a tu hermano, solo… estoy tratando de tener un panorama de la situación", dijo Sieg, intentando que sus palabras calmaran a su Master antes que entrara en angustia. "Tal vez si les preguntamos a otro de los supervisores podríamos saber más, pero no sabemos qué tanto saben, ya que Kirei dijo que nadie sabía lo que había pasado, él solo tenía los hechos que sucedieron porque su padre supervisó la guerra anterior".

Los labios de Haruka temblaron. …¿De verdad crees que mi deseo se podrá cumplir? Pregunto.

Sonaba tan pequeña, tan frágil, que Caster no pudo evitar sentirse culpable y como basura por dentro ante su tono herido. Ojalá tuviera a Astolfo a su lado, seguramente él sabría que decir para subirle el ánimo a Haruka.

"Yo… no lo sé, Master", admitió después de una pequeña pausa. "Solo sé que, independiente del Grial, yo lucharé para que estés a salvo y seas feliz. Le prometí al doctor Nozomu que te traería de vuelta y pienso cumplir esa promesa. Es lo único que puedo hacer por ti".

"E-Está bien", concedió después de una larga pausa, asintiendo con la cabeza con una expresión conflictiva. Sieg podía ver claramente que todavía estaba molesta y asustada por ese posible resultado, pero sabía que necesitaría aceptar esa posibilidad, por mínima que fuera. Además. no quería decir que las esperanzas estuvieran acabadas. Aún existía la posibilidad de que el Grial pudiera cumplir el deseo y lo que pasó en la anterior guerra haya sido algo desfavorable de solo una vez. "Puede que la posibilidad sea más baja de la que me gustaría, pero… pero no significa que me rendiré", sus ojos comenzaron a ganar determinación. "¡Voy a ganar la Guerra del Santo Grial y curar a mi hermano, no importa los riesgos!" Declaró con mucha más ganas.

Los labios de Sieg se estiraron en una pequeña e imperceptible sonrisa, alegrándose de que su Master haya recuperado las energías de siempre.

"¿Ahora que sabemos? Casi es de noche y la guerra ha comenzado oficialmente", preguntó Caster.

Caster no sabía qué hacer en una guerra normal. En la que participó no había sido una guerra normal incluso antes de que lo crearan, ya que se trataba de un conflicto de facciones enfrentándose y no un todos contra todos.

"Creo que deberíamos tomar la iniciativa y buscar a Servants enemigos", dijo Haruka con sus ánimos recuperados. "Y mientras lo hacemos, conocemos la ciudad para familiarizarnos con ella".

Parecía un buen plan y no tenían nada mejor que hacer.

Sin más preámbulos, Sieg volvió a su forma espiritual y los dos se movieron y terminaron su lento descenso de la colina, dejando atrás la iglesia y dirigiéndose nuevamente hacia el Distrito Shinto. El Master y el Servant patrullaban la ciudad en silencio, buscando a otros Servants que pudieran estar deambulando por los alrededores, y como Sieg era de la clase Caster, podía sentir un poco mejor que otros Servants cuando los demás estaban cerca de su posición.

En realidad, la ciudad de Fuyuki podría considerarse como dos ciudades: la ciudad de Miyama, donde se encontraban las casas más antiguas y los edificios más tradicionales, y la ciudad de Shinto, donde se estaba produciendo un desarrollo más moderno y donde su apartamento actual se encontraba en el lado norte. Ambas ciudades estaban separadas por el río Mión que atravesaba el centro de la ciudad y se conectaban a través de un enorme puente rojo.

La zona central del centro de Shinto, que era en donde patrullaban ahora, era un gran vecindario residencial con casas modernas y algunos pequeños jardines a lo largo de las calles que se erguían orgullosamente en su lugar, junto con unas pocas calles pequeñas repletas de tiendas de comestibles y objetos para el hogar o accesorios de recuerdo.

Estuvieron explorando por horas, conociendo el lugar y familiarizándose lo más que podían. Haruka compraba comestibles y otras cosas de paso. Cualquiera que la viera, creerían que era una estudiante de otra ciudad que vino de excursión y estaba haciendo turismo.

"Si seguimos este camino, podemos ir a una colina con casas occidentales, y más arriba hay un templo budista llamado Templo Ryudou", mencionó Haruka, con un panfleto que le entregó un guia de turismo cuando noto que ella no era de la ciudad por la forma en que veía la zona.

De repente, Haruka se detiene. Un súbito escalofrío recorre su espalda.

Estaban en medio de una calle amplia y vacía en medio de un vecindario aislado, sin ningún alma a la vista cuando sucedió. Escucharon el grito de una persona, una mujer, si escucharon bien.

"Caster, esto es…"

Sieg se materializó, habiéndolo sentido mejor que ella.

Una ola de energía mágica había ocurrido de repente, una fuerte. Una de las primeras cosas que Haruka aprendió por Twice era a reconocer cuando la magia era usada y tratar de descubrir su punto de origen lo antes posible.

"Está cerca", dijo Caster con el ceño fruncido. "Parece que le están robando la energía mágica a una persona, de ahí el grito", miro a Haruka con una mirada casi suplicante en los ojos. "Si no hacemos algo pronto, la víctima morirá".

Eso elimina cualquier duda.

Haruka fue la asistente y aprendiz de dos doctores magos. Aunque le dijeron que el camino de los magos va hacía la muerte y que la mayoría eran seres desalmados que no dudaban en hacer atrocidades por sus objetivos, ella tuvo la suerte de conocer y entrenar bajo la tutela de dos personas que apreciaban y cuidaban la vida de las personas más que nada, no solo porque era su trabajo, sino porque lo veían como un deber, como su razón de vivir.

Y Haruka había heredado parte de esos sentimientos.

Estaría condenada si dejara que alguien muera si puede evitarlo. Hacer eso sería lo mismo que escupirle al doctor Nozomu y al doctor Twice.

"¡Vamos, Caster!" Grita Haruka, empezando a correr. "¡¿En dónde está?!"

"A dos cuadras de aquí", responde Caster, siguiendo a su Master.

"¡Ve tú! Yo te seguiré y llegaré pronto".

Asintiendo, Sieg dio un salto lejos del lugar con una poderosa carrera. Otra ventaja de su cuerpo de Servant y dragón es que sus capacidades físicas superan a las de cualquier humano y homúnculo, haciéndole hacer este tipo de acciones sin recurrir al Refuerzo o alguna otra magia.

Viendo a su Servant desaparecer solo corriendo, Haruka aceleró el paso. Pensó en usar Refuerzo en sus piernas para correr más rápido, pero se abstuvo de no gastar Mana innecesariamente. Aunque quería salvar a la persona, con Caster llegando se lograría y si gastaba mucho ella quedaría desprotegida, algo que no podría permitirse aun con el Código Místico.

Sieg detiene sus pasos en la fuente de origen de la ola de energía mágica, habiendo acortado la distancia desde el lugar donde saltó hasta el origen en menos de tres segundos. El origen proviene de un callejón sin salida en medio de dos departamentos que están al frente de un enorme parque. No había ninguna persona alrededor.

La energía mágica emitida es fuerte y desagradable. Es como petróleo contaminado un limpio arroyo.

Al final del callejón hay una figura: la de una mujer. La mujer era indudablemente un Servant por la energía mágica que liberaba su presencia. Ella tiene su boca en el cuello de una mujer inconsciente. La sangre que gotea está excesivamente fresca.

Este Servant está comiendo a un ser humano. De manera similar a Jack el Destripador le arrancaba los corazones de los magos de los Yggdmillenia para consumir su Mana. Solo que en lugar de corazón, absorbe la sangre como si de un vampiro se tratase.

"...Creo que me deje llevar. A mi Master no le gustara eso".

Al escuchar esa voz sin emociones, Caster entrecerró los ojos en el Servant, que dejó caer el cuerpo de su víctima en el suelo sin cuidado y se puso de pie, permitiéndole verla correctamente. Era una mujer alta, más alta que cualquier mujer que haya conocido, con un cuerpo que podría ser considerado sensual, un largo cabello púrpura que caía por su espalda, casi tocando el suelo y dos largos mechones cayendo a los lados de su rostro. Su piel era muy pálida y su ropa era un vestido de una pieza de color negro que le cubría desde el torso hasta las rodillas con aberturas a los lados de las piernas que estaban cubiertas con medias blancas hasta los muslos, y tenía puesta una capucha negra con un agujero detrás que dejaba caer su cabello. Sus ojos no se podían ver porque estaban cubiertos por una venda púrpura y tenía un tatuaje de un símbolo que desconocía de color rojo sangre en su frente.

En ese momento, Haruka llegó, respirando un poco cansada, agradeciendo que nunca descuidó los ejercicios físicos. Sus ojos se posaron en el Servant desconocido, reconociéndolo por lo que era.

La expresión de Haruka se agrió al ver a la mujer en el suelo. Por el vestido que dejaba poco a la imaginación y enfatiza su figura acentuando sus pechos, debía ser alguna prostituta. Sus ojos se enfocaron como taladros en el Servant.

"...Supongo que tú debes ser la responsable. Estaba buscando enemigos, pero no espere encontrarlos así".

La mujer no respondió, solo se limitó a 'mirarlos'

Haruka aprieta los puños, pero mantiene la calma al hacer la pregunta: "¿Por qué atacaste a esa mujer? Ella no es un Master, así que no tiene sentido que la atacaras".

"Necesitaba alimento", responde la mujer con naturalidad, como si dijera de qué color es el cielo.

"Ya no está viva", dice Sieg a su Master, con los ojos fijos en el cuerpo de la víctima. "Acaba de morir por drenamiento de Mana y sangre", aunque su tono seguía igual, Haruka pudo sentir la ira provenir de su Servant por no haber podido salvar a la pobre mujer.

Haruka aprieta sus puños con más fuerza al punto de que sus manos tiemblan.

"No parece que tengan intenciones de dejarme ir", dijo la mujer de cabello púrpura, notando la hostilidad y desagrado de ellos dos por sus acciones y notando, a través de sus otros sentidos, como Caster materializar su espada en la cintura y la desenfundaba. "¿Un Saber?"

Haruka no la corrigió. Dejaría que creyera lo que quisiera. Una de las estrategias que pensó para la guerra fue engañar a sus oponentes sobre la clase de su Servant, confundiéndolos de que era un Saber y no un Caster. El misterio era una ventaja que podía usar.

"Mi Master me dio órdenes de volver una vez que terminara de alimentarme, pero como no me dejarán ir tan fácil, y derrotarlos sería una ventaja para ella, no voy a desaprovechar esta oportunidad", dijo la Servant. Caster y Haruka sintieron el Mana flotar, dando forma a algo.

En las manos de la mujer se materializó un arma: una guadaña que era la mitad de largo que la mujer que lo invocó y que apenas cabía en el callejón en el que estaban. El mango y el largo eran de color negro, al igual que la parte superior de la hoja, pero el filo inferior y partes de la zona del cuello del arma eran púrpuras. En la parte trasera del arma estaba una cadena morada que estaba envuelta alrededor del brazo derecho de la Servant y terminaba en una punta afilada de color negro. La mujer lo sujetaba de forma vertical en el estrecho callejón.

Esa guadaña, aunque un objeto llamativo y sin duda era un Tesoro Heroico, un Noble Fantasma, no le dio una pista a Haruka de cuál sería la clase de su enemiga. Con un Servant como el que tenía, no podía suponer la clase de un Servant por su arma o apariencia.

Caster, hablo con él a través de su enlace.

¿Si? Respondió Caster, sin apartar sus ojos de su enemiga.

Concédeme la victoria.

No fue un pedido, sino la orden de un Master a su Servant.

Entendido.

Caster fue el primero en lanzarse hacía su enemigo de un salto, seguido poco después de la misteriosa mujer. Ambos chocaron sus armas en el aire, generando una onda de choque que agrietó y destrozó el callejón y las paredes de los dos edificios.

La primera pelea en esta Guerra por el Santo Grial había comenzado, siendo el verdadero punto inicial del conflicto.


"Parece que hablar con esa Mestiza te dio buen humor, Kirei".

Kirei detuvo su lectura de la biblia. Su rostro no reflejo sorpresa o alegría al escuchar la voz familiar resonar en la iglesia.

A través de un polvo dorado, apareció un hombre de apariencia digna, con cabello dorado erguido como una llama ardiente. Tenía un rostro bien perfilado y sus ojos eran de un rojo carmesíes que no eran humanos al emitir un resplandor misterioso. Vestía una chaqueta blanca con cuello de piel, una camisa negra y pantalones del mismo color. El hombre emitía un aura de poder, majestuosidad y dignidad. Él apareció sentado en el banco de más adelante del lado izquierdo.

"No te queda bien", dijo el hombre rubio, sonriendo un poco y con una expresión fría.

"¿Te dio esa impresión?" Preguntó Kirei, cerrando el libro y dejándolo en la mesa que usaba cuando estaba en sus funciones de sacerdote normal.

"En efecto. Es una sonrisa desvergonzada. Aunque es una sonrisa propia de alguien como tu", confirmó el hombre de apariencia digna, burlándose un poco de su tono divertido. "Parece que fue un encuentro agradable".

Kirei sonrió ampliamente. Era una sonrisa fría y hasta perturbante en su rostro. "Perdóname por estar un poco emocionado. La Guerra del Santo Grial finalmente ha comenzado, y es diferente a lo esperado. Creí que tu estarías más emocionado que yo".

"Un Rey no necesita perder el tiempo con ese tipo de emociones, sobre todo con cosas que valen tan poco en este momento", fue la respuesta contundente del rubio, dicha en un tono tan calmado como si hablara del clima. "Veremos si alguno de esos Mestizos prueban que son dignos de mi tiempo".

"Creo que ambos veremos cosas interesantes en esta guerra".

"Oh…" un brillo de interés en los ojos que podían verlo todo cuando deseara surgió al escuchar esas palabras. "¿Dices que eres capaz de ver algo que el Rey no puede, Kirei?"

"Nunca me atrevería a decir esas cosas. Es más… un presentimiento".

El hombre que se hace llamar Rey bajó la cabeza con una sonrisa burlona. "Veo que a pesar del tiempo, aun sigues en búsqueda de las respuestas que ansías, ¿eh?", reflexionó para sí mismo, sonando claramente divertido por su respuesta. "Recuerda que estamos unidos por un pacto, Kirei".

Kirei giró hacia él por completo.

"Por supuesto. Dije que usaría el resto de mi vida para buscar y entender la respuesta a mi vida. Esa es la conclusión a la que llegué cuando el barro de aquel ser que la Master de Caster quería invocar nos cubrió".

El hombre se quedó mirando su sonrisa torcida.

Luego él también sonrió y cerró los ojos.

"Nunca me aburres. Por nuestro pacto y por nuestros objetivos en común, yo, Gilgamesh, te veré encontrar esas respuestas".

El sacerdote de la Iglesia de Fuyuki miró la luna afuera con una sonrisa que no era nada tranquilizadora.

"Pero primero... debemos esperar", le dijo al Rey de los Héroes reencarnado con una sonrisa maliciosa. Sus ojos negros como el abismo miraban hacia la ventana con un brillo de emoción. "Nuestra meta llegará por sí sola. Hay un momento para todo. Hasta que llegue, debemos pasar desapercibidos, incluyendo de los otros supervisores".

"Nadie le da órdenes al Rey, pero como tu argumento es correcto, lo dejaré pasar", Gilgamesh miro la luna por la ventana que daba al balcón en donde estaba sentado. "Veamos cuánto pueden entretenerme estos Mestizos, y si alguno de ellos podrá darme las respuesta que busco a mis propias preguntas".


Hasta aquí el capítulo.

Como ven, pasaron muchas cosas. Kirei sigue vivo y por lo que dijo, algunas cosas de la Cuarta Guerra han cambiado en comparación de Fate/Zero. Pero lo que se mantiene es su dinámica con Gilgamesh. Pero aviso que no serán los jefes finales como lo son en las rutas de Rin y Saber, serán oponentes muy difíciles, si, pero no el jefe final.

También se dejo claro un punto importante: Emiya Shirou NO va aparecer en la historia. La historia se hizo para que Sieg y Haruka sean los protagonistas, por lo que no tiene sentido que Shirou aparezca, aún como personaje secundario. También es para evitar los problemas y comentarios que soltaran los Shiroutard sobre que Shirou debe ganar o hacer tal cosa. Por esa misma regla, EMIYA tampoco estará en la guerra. Espero que lo entiendan y no sea algo que los haga dejar la historia, pero si es así, entonces lo aceptaré.

Y otra cosa que debo aclarar es que Sieg no será un experto estratega mago místico guarda secretos prota eroge. Él no tiene la experiencia y habilidad de EMIYA, así que será normal verlo perdido o no saber lidiar con ciertas situaciones. Aunque Sieg este super roto en poder, apenas vivió algunas semanas en Apocrhypha a lo mucho, no tiene la experiencia de vida que EMIYA tiene. Incluso Haruka tiene más que Sieg. Él literalmente esta trabajando a base de lo que puede y de lo que ha visto de otros como Quirón y Ruler. Le será difícil mantener las cosas en silencio y en muchas cosas fuera de las batallas.

Tengo que aclarar estos puntos porque puede que no falten los que comparen a Sieg con EMIYA, Shirou o Ritsuka. Entiendan que cada uno es un personaje que ha vivido diferentes cosas y de todos los protas, Sieg es el que menos experiencia tiene en cosas como planeación e idear planes, ya que en su caso, había gente que se encargaba de eso mientras él solo tenía que pelear.

Dejando eso de lado, ¿qué les pareció? Ya se presentó la razón de porque a Hakuno femenino, o Hakunon, la llamo Haruka, así como su razón para luchar.

¿Alguna idea del primer Servant enemigo? Les aseguro que es fácil.

Nos vemos la próxima.