Ladies and Gentlemen!
¿Saben lo que pasa cuando me emociono escribiendo sobre mis historias? Que normalmente los capítulos son un poco más largos de lo que pueden imaginar, incluso de lo que yo espero, siempre me pongo un límite, pero sé muy bien que lo voy a superar. Porque agrego cosas que me gustaría ver, cosas que se hablaron de las historias pasadas y sentimientos que muchos de ellos quieren expresar. Y eso es lo bonito de estas historias. Así como lo disfruto escribiendo, deseo que ustedes lo hagan.
It's time to read!
It's showtime!
Aclaración: Yu-Gi-Oh! VRAINS no me pertenece. Es propiedad de Kazuki Takahashi. Yo solamente pido prestado sus personajes para poder escribir mis historias que se podrán leer a continuación.
Aclaración: Con estas historias no estoy cobrando por ninguna ganancia o regalía. Solo escribo para el entretenimiento de todo público pidiendo permisos al autor. Cualquier aclaración, pueden escribir en los comentarios su opinión al respecto.
-¡Tío Sochi!
En el momento que la puerta se abrió y la campana sonó para dejar pasar a esa pequeña que gritaba su nombre con una gran alegría, Kusanagi Shoichi no pudo evitar sonreír y dar media vuelta para encontrarse con una pequeña de cabellos oscuros, flequillo blanco con mechones purpuras y ojos turquesa que parecían brillar cada día. Una pequeña y hermosa muñequita de porcelana era la que había entrado a su local de comida y había alegrado su día como cada tarde que la menor llega a comer sus tostadas de mermelada de fresa, las favoritas de la misma. Una gran sonrisa aparecía en aquel bonito rostro, alzando sus pequeñas manos para ser levantada por el que parecía ser, su persona favorita.
Soichi no pudo negarse ante aquella tierna petición, dejando a Jin pendiente de lo que había dejado en la estufa y limpiando sus manos en el camino. Se acerco a paso apresurado para tomar la menor entre sus brazos y dar vueltas con la misma mientras escucha aquellas tiernas risitas que ella es capaz de soltar.
En el momento que sucedió la "Gran Oscuridad" y toda la tecnología quedo obsoleta por algunos meses, tanto Kusanagi Jin como Kusanagi Shoichi no pudieron evitar mirarse y pensar, que mejor oportunidad de alejarse de todo aquel mundo virtual y poder hacer sus vidas como querían. Alejándose de todos, es que ambos hermanos decidieron empezar desde cero, decidieron que era momento de avanzar, de olvidar el pasado y continuar con sus planes a futuro. Con el puesto del carro de comida que siempre se encontraba en el centro de la ciudad, fue como llegaron tan lejos en el momento que su delicioso aroma y exquisito sabor empezó a llamar a todos los curiosos que llegaban con ellos. Se dieron cuenta que, al agregar más platillos a su menú, las mesas que ponían en la cercanía del camión, no serían suficientes para la cantidad de personas que siempre llegaban. Fue como se les ocurrió la gran idea que abrir su propio local. Ahorrando el dinero suficiente para ello, sacrificando esfuerzo y tiempo. Fue como pudieron hacer su sueño realidad después de tres años.
Pero la pregunta que realmente les interesaba a todos.
¿Por qué decidieron alejarse de todos?
De alguna manera, ambos hermanos se sentían culpables por no haber detenido a tiempo a Fujiki Yusaku. Jin, quien siempre estuvo al pendiente de ella y que a pesar de que siempre le preguntaba qué era lo que estaba pensando, se sentía tan culpable por haber aceptado aquella sonrisa falsa y esas mentiras. Si se hubiera acercado más, si hubiera escuchado sus instintos, si hubiera prestado atención a ese Link Sense, tal vez pudo haber hecho algo más y no se estuviera lamentando cada día por ella.
El que más se lamentaba de toda esa situación, era Shoichi. Siendo aquel confidente que siempre estuvo al lado de la misma, siendo el más cercano a ella hasta el punto en que es capaz de llamarla "mejor amiga", ¿Cómo es que no se dio cuenta de los planes que ella tenía? Todo ese tiempo que había pasado al lado de la duelista, siempre fue capaz de ver a través de aquellos ojos esmeraldas la verdad que solía esconder y las mentiras con las que siempre engañaba a los demás. Era el único que sabía cómo tratarla, como hacerla entrar en razón, como convencerla que no tenía por qué arriesgarse por conseguir lo que quería. Siempre estuvo ahí para decirle la verdad sin importar lo dura y dolorosa que fuera, siempre estuvo a su lado, excepto por ese día. Se lamentaba no haber estado a su lado en el momento que decidió sacrificarse para destruir el mundo virtual y llevarse consigo, todo lo que tenía que ver con los Ignis, todo con tal de evitar una guerra. Aunque aquello provoco, que ella desapareciera para siempre de su lado.
Tal vez, él hubiera sido el único capaz de hacerla entrar en razón y poder encontrar una mejor salida. Si se hubiera quedado a su lado, tal vez todos no se encontrarían enojados consigo mismos por no haber hecho algo más. Tal vez nadie se hubiera separado.
Era una desgracia que, en esta historia, él hubiera no existiera y tendrían que aprender a vivir con una vida llena de arrepentimientos.
Aunque, no todo era malo.
La pequeña niña que sonreía con los ojos. Aquella niña que Yusaku les dejo para que la cuidaran con mucho cariño y la protegieran con tanto amor. Kogami Aiko, una pequeña copia de la mejor duelista de todos los tiempos. Aunque muchos dirían que se parece a su padre, Kogami Ryoken, para Shoichi que convivio mucho tiempo con Yusa, la menor se parecía tanto a su madre que de alguna manera, su corazón brincaba emocionado cuando la escuchaba entrar a su local de comida que levanto en esos años.
Aquellos ojos turquesa llenos de vida, aquella alegría que se podía percibir en la gran sonrisa de su rostro. Las grandes carcajadas que es capaz de soltar, la suave y firme voz que se escucha de la misma cuando algo quiere o algo no le gusta, provocaba que todos soltaran pequeñas risitas, tal vez por lo difícil que será cuando se convierta en adulta o tal vez porque no podían dejar de imaginar lo linda que se verá cuando ponga sus pequeñas manitas en su cintura y empiece a regañar a todos. Aunque, aun no era momento de pensar en eso, solo querían seguir disfrutando de aquella pequeña niña que no paraba de hablar sobre lo que había hecho en la escuela y lo feliz que estaba, hasta el punto de cantar una cancioncita por sus tostadas de mermelada de fresa.
Una inocencia que aún no ha sido manchada o arruinada, realmente deseaba que así se quedara por siempre. En un mundo lleno de paz donde la madre de la misma se sacrificó por conseguirlo, realmente deseaba con todas sus fuerzas que continuara por un buen camino.
Aunque, siendo hija de Revolver y Playmaker, quizá daría un par de dolores de cabeza más adelante. Pero sin duda, como uno de sus tíos, se encargaría de protegerla o de encubrirla cuando se le ocurra hacer alguna travesura.
-¿Te divertiste? -Pregunto Shoichi al fin.
-Aiko se divirtió -Sonrió la menor.- Aiko dibujo mucho, ¿Verdad, Pandor?
Todos voltearon en el momento que una mujer asintió en el momento que la menor volteo a sus espaldas y pregunto. Era increíble como avanzaba la tecnología que aquella mujer podría parecer ser humana, pero en realidad, era un SOLtis. Aquel cabello azul con mechones amarillos, aquellos ojos rojos que miraban con cierta calidez. Una sonrisa perfecta adornando a la misma, un delgado cuerpo y una piel que parecía ser flexible como la de todo humano. Si no fuera por el pequeño rombo de su cuello, ella realmente se vería como una humana. Era curioso que a pesar de que Revolver odiaba a las IAs, sea Pandor la encargada de la crianza de Aiko.
-Así es -Sonrió la SOLtis mientras mostraba la pequeña mochila de la menor.- Puede mostrarle a todos sus dibujos después de comer
La pequeña Aiko soltó una pequeña risita mientras cubría su carita con sus manos.
Como lo pensó Shoichi. Pequeña, dulce e inocente.
-¡Pequeña Ai-chan!
La menor volteo a la cocina y una gran sonrisa apareció en el momento que se encontró con Kusanagi Jin.
-¡Tío Jin!
Si pudieran preguntar, ¿Quién se acercó primero a la menor? Ambos hermanos responderían que en realidad fue ella quien se acercó primero a ellos. Fue Aiko quien los encontró.
Cuando la pequeña trataba de esconderse de su padre y de su abuela porque la obligaban a ir al cuarto donde su madre dormía en el hospital. Nadie se percataba de aquella bolita que se escondía en uno de los jardines del mismo. Cuando la pequeña alzaba la mirada, siempre se encontraba con Jin que había ido de visita aquel día, de alguna manera, la menor siempre corría a sus brazos y trataba de acurrucarse en los mismos. No sabían porque lo hacía, quizá ella se sentía segura con él, quizá era algo que le decía que podía confiar en él. Aunque muy pocas veces se habían visto, era la persona que mejor recordaba y a quien le tenía más cariño.
Jin que muchas veces la había visto y la había llevado a donde el padre de la menor se encontraba, de alguna manera, ya no podía soportar verla triste y con algunas lágrimas en sus ojos mientras lo tomaba de la manga de su suéter para decirle que no la llevara con ellos.
-Aiko se aburre -Le dijo la menor en ese momento a Jin.- Aiko no quiere estar ahí -La pequeña subió sus pequeñas manitas a sus ojitos. Era imposible detener las lágrimas que bajaban en ese momento.- Papá nunca tiene tiempo de jugar, papá nunca esta, Aiko siempre está sola
La incomodidad en el rostro de la menor provoco que Jin la abrazara con un poquito más de fuerza. Sintiendo como la menor temblaba entre sus brazos, como si pidiera ayuda en ese momento. El corazón de Jin dolía al verla llorar. Podía comprenderla, era una pequeña niña que no tenía idea de lo que estaba haciendo en ese lugar, era una pequeña que quería jugar con su padre, no estar encerrada en ese lugar todo el tiempo. Era una niña que quería salir a explorar el mundo, hacer amigos y jugar hasta cansarse.
-Pero, tu mamá se sentirá triste si no vas a visitarla -Trato de convencerla.- Si no vas, ella no será la princesa que despertó gracias al beso de su caballero
-¿En serio es mamá de Aiko?
Una pregunta que dejo anonadado a Jin. Abrió los ojos con sorpresa y miro con cierto pesar a esa pequeña que se encogía entre sus brazos. Con voz suave y con una tierna caricia a esos cabellos oscuros, Jin le sonrió con seguridad.
-Ella es la mamá de Aiko, lo sé muy bien, fue ella quien me presento contigo cuando aún eras muy pequeña -Dijo en ese momento con una sonrisa en su rostro. Recordando aquel momento donde a pesar de su miedo al contacto, fue capaz de cargar a esa pequeña.- ¿Sabes? Tu mamá siempre te amo y estoy más que seguro que te sigue amando -Soltó un pequeño suspiro.- Solo que ahora se encuentra durmiendo no sabemos cuándo abrirá los ojos, pero cuando ella despierte, podrás sentir ese gran amor que siempre ha tenido por ti, solo debes darle tiempo
-¿Por qué Aiko no la recuerda? -Pregunto con tristeza la menor.- Dicen que es la mamá de Aiko, pero -La pequeña subió sus manos a su pequeña cabecita. Jin podía sentir un gran vacío dentro de ella.- Pero, no esta
¿Cómo poder explicarle que se tomaron malas decisiones en el pasado y ahí estaba las consecuencias de las mismas?
Jin suspiro con tristeza, con ira, con rabia. Abrazando a la pequeña con mucha fuerza, sintiendo como temblaba mientras tomaba su ropa con fuerza. Le encantaba ver a la pequeña sonreír, le encantaba ver a esa pequeña que se esconde para hacer alguna travesura. Realmente le dolía ver a la misma llorar de esa forma.
Fue en ese momento cuando el menor de los Kusagani ya no pudo soportarlo más.
-Ryoken
Cuando regreso a la habitación donde se encontraba Yusa, Jin vio a un cansado Kogami Ryoken que trataba de quitarse aquella blanca bata mientras dejaba su tableta a un lado de él. El hombre de cabellos blancos arrugo un poco el ceño y después suspiro al ver a su pequeña escondiendo su carita en el hombro del de cabellos oscuros.
-No me di cuenta en qué momento se me escapo -Suspiro Ryoken. Alzo las manos pero de algún modo, la pequeña niña no iba con él.- ¿Qué sucede Aiko? ¿Papá hizo algo malo?
Pero la pequeña no le contesto, siguió escondiéndose mientras su pequeño cuerpo temblaba. En ese momento, Aiko no pudo evitar sentirse aún más nerviosa por la mirada intensa de su padre.
-Debemos hablar Revolver -Dijo Jin de manera seria que el otro se sorprendió. Taki, que en ese momento había llegado, se quedó en silencio ante la mirada peligrosa de Jin.- Doctora Taki, ¿Puede cuidar a Ai-chan por unos momentos?
Sin negarse, tomo a la pequeña que miraba con cierta tristeza y con pequeñas lágrimas en sus ojos. Una vez que ambas se alejaron de la vista de ambos hombres, una pelea de miradas entre Jin y Ryoken empezó.
-¿Qué es lo que me quieres decir, Kusanagi Jin?
Jin, tomo un poco de aire.
-No puedes obligar a un niño pequeño a estar aquí cuando el mismo no quiere y lo sabes muy bien -Ryoken desvió la mirada.- ¿Sabes cuantas veces me he encontrado a Aiko sola cuando vengo al hospital? ¡Más de las que pueda contar con una mano!
-Ella tiene que estar al lado de su madre, sé que si Yusa la escucha o la siente, podría despertar, estoy seguro -El de cabellos blancos suspiro, tal pareciera que ni el mismo era capaz de creer en ello.- No la estoy obligando, todo el tiempo estoy al pendiente de ella
-¿Sabes lo que la pequeña me dice? -Jin parecía más desesperado y enojado cada vez. El de cabellos oscuros señalo por donde se fue aquella pequeña.- Aiko me dice que se aburre, me dice que no quiere estar aquí porque tú nunca juegas con ella, ¡Por dios, Revolver! ¡Me dice que no siempre estas con ella! -Tomo un poco más de aire o sentía que la bomba iba a explotar.- ¿Sabías que ella no está segura de que Yusa sea su madre? Ella es una niña inteligente Ryoken, es una niña que sabe muy bien, no la creas tonta
-Yo no creo eso de ella, ¡Por dios, Jin! ¡Ella es mi hija, lo sé muy bien! -Fue momento de Ryoken de alzar un poco la voz.- Sabes que hago lo que puedo, tengo que estar al pendiente de Aiko pero también tengo que estar en el momento que ella despierte, tengo que hacer todo lo posible porque ella regrese a nuestro lado, sé qué puedo hacer algo -El de cabellos blancos golpeo su pecho en repetidas ocasiones.- Lo siento aquí, yo sé que estoy a punto de descubrir la manera en que me la traigan de vuelta
-Puedo entender que tu principal prioridad sea Yusa pero -Jin negó con suavidad.- Es Aiko quien más te necesita, es una pequeña que necesita del amor de su padre para sentirse segura, para sentirse querida, es lo único que te pide ella porque sabe muy bien que siempre estas ocupado, quiere que estes a su lado jugando con ella o haciendo travesuras juntos, ¿Y qué es lo que haces? La dejas sola todo el tiempo, la obligas a estar aquí, eso no es justo para ella -Se acerco a Ryoken para posar su mano en el hombro del mismo.- ¿Qué crees que diría Yusaku si te viera haciéndole eso a su pequeña niña? Estoy seguro que ella se enojaría tanto que sería difícil perdonarte, pero ella aun así lo haría, porque eso es lo que significa ser padres, porque ella siempre te ha amado demasiado que solo te diría que hay que hacer el máximo para disfrutar de esos momentos -El usuario de Revolver agacho la mirada, se encontraba tan cansado que simplemente dejo de pelear.- Aiko está sufriendo las consecuencias de tus actos al hacerla olvidar que siempre tuvo una madre a su lado cuando tu ni siquiera estuviste al lado de Yusa cuando Aiko nació -Aquello era un recordatorio que Kogami Ryoken nunca se perdonara. Un arrepentimiento tan grande que al final, ya no tenía más cosas por las que discutir.- No hagas que esa niña te empiece a odiar por lo que estás haciendo, te pido que no corrompas esa inocencia, esa dulzura y ese amor que ella quiere darte porque eres lo único que ella tiene -Jin cerro los ojos con un poco de fuerza, soltó todo el aire que había estado guardando y lo miro.- No hagas que esa niña se convierta en una peor versión de ti, ella tiene que ser mejor que todos nosotros, una mejor versión del mundo que le espera
Escuchar aquellas palabras, provoco por primera vez que Ryoken no tuviera palabras con las que poder discutir. De algún modo, dentro de él, sabía que había estado haciendo las cosas mal por su pequeña niña, le dolía tanto ver aquella carita triste o la manera en la que se acurrucaba cuando se quedaba dormida por lo aburrida que se encontraba. Muchas veces la había visto mirar por la ventana y quedarse un buen rato apreciando la vista. Quizá, necesitaba que alguien más se lo dijera para poder entrar en razón.
-¿Cómo podría cuidar a Aiko cuando también tengo que estar en SOL y estar aquí? -Fue lo primero que pregunto el líder de Hanoi al dejarse caer en el asiento que se encontraba a sus espaldas.- Siempre le dedico algo de tiempo pero de alguna manera, siento que no es suficiente, siento que siempre terminare por decepcionarla
-Shoichi y yo podríamos cuidarla en nuestro restaurante mientras tú te concentras en el trabajo de aquí -Dijo Jin ya un poco más calmado.- En todo este tiempo, no hemos podido dejar de pensar en ella, estábamos preocupados porque no sabíamos cómo acercarnos primero a ella pero sabes -Soltó una risita.- Ai-chan es demasiado inteligente y siempre es ella quien me encuentra primero, en todo este tiempo, es ella quien siempre corre a mis brazos cuando no se siente bien o quiere seguir escondida de ti -Golpeo de forma amigable la espalda de Ryoken.- Yo creo que Yusaku nos presentó entre todos por algún motivo y ahora creo saber por qué -Sonrió.- Si en algún momento te encuentras perdido o no encuentras tiempo para hacer algo, puedes confiar en nosotros, somos amigos, ¿No es así? Encontraremos la forma de ayudarte, hazlo por Aiko, es lo mejor para ella y para ti
Fue la primera vez que Jin hablo seriamente con Ryoken que todos se sorprendieron por aquella valentía que tuvo, incluso, nunca llegaron a imaginarse que Jin, siendo el más calmado de todos, sea capaz de ganarle al líder de Hanoi en una discusión. Aunque de alguna manera, podía comprender al menor de los Kusanagi. Un espectador que se había cansado de serlo, dio un paso adelante para que fuera tomado en cuenta. Dio dos pasos más para hacerlo entrar en razón. Y al final, logro salir victorioso.
Fue más que suficiente para que a partir de ese día, todas las tardes la pequeña Aiko entra al local con una gran sonrisa en su rostro mientras es rodeada por personas que la quieren demasiado. Y cuando ya se hace un poco más tarde, sea Ryoken o Spectre quien se encarga de recoger a la pequeña para irse a casa.
-¿Tostadas de mermelada de fresa? -Pregunto Jin con una sonrisa.
-¡Si! -La pequeña Aiko asentía felizmente.
-Primero debe lavarse las manos -Recordó Pandor.
-¡Cierto! -Soltó una pequeña risita. Alzo la vista para encontrarse con Shoichi.- ¿Me puedes bajar? Aiko tiene que lavarse las manos
Shoichi asintió. Tal dulce, tan pequeña e inocente que hacía doler tanto el corazón porque era imposible soportar un ataque tan lindo como ese.
Una vez que la pequeña corrió con Pandor para tomar la mano de la SOLtis y dirigirse al baño a lavarse las manos, Kusanagi Shoichi regreso detrás del mostrador para empezar a preparar la comida preferida de la pequeña Aiko.
Ambos hermanos alzaron la vista cuando ella salió con Pandor, la pequeña saludaba a los amables señores que se encontraban comiendo en ese lugar y los mismos no podían evitar soltar risitas por lo linda que era en el momento que le preguntaron cómo le iba con los demás niños y que era lo que había dibujado. Aiko se sonrojo ante aquellos halagos que le decían que no podía evitar balancearse de un lado a otro. Escucharla hablar, escucharla soltar alguna que otra carcajada. En el momento que la pequeña se volteo para encontrarse con sus queridos tíos, la pequeña sonrió mientras los saludaba desde lejos.
Encontrarse con aquellos ojos turquesa, provocaba que Shoichi viera aquellos ojos esmeraldas que siempre le miraban.
Extrañaba tanto a Yusaku.
Y estaba más que seguro que no era el único que se sentía de esa manera cuando veían a esa pequeña. Porque justo como Yusa le había prometido a Jin cuando le presento a una recién nacida Aiko, ambos se convertirían en mejores amigos. Porque así de grande era el cariño de la duelista por Jin al considerarlo como un hermano menor. Así de grande sería el cariño que Aiko le tendría incondicionalmente. Y así fue como se cumplió. Una pequeña que en el momento que volteo a sus espaldas, una gran y bella sonrisa apareció en su rostro.
.o.
-¡Gracias por la comida!
Dijo la pequeña niña que al momento de que le trajeron sus tostadas de mermelada de fresa, un vaso de leche y otro de jugo, unas rebanadas de manzana cortadas en forma de conejitos y una gelatina. Aiko sonreía en cada mordida que les daba a sus tostadas, miraba con cierta alegría aquellos conejitos porque se veían demasiado lindos que no dejaba de jugar con los mismos, escucharla armar sus tiernas historias con los mismos, aunque termino por comerse a los conejitos con un poco de tristeza. Tomaba un sorbo de su vaso de leche, dejando el jugo al final. Pues la menor sabía que siempre sus tíos le llevaban alguna botana que podía disfrutar.
Soltaba algún que otro quejido al momento que Pandor limpiaba sus mejillas llenas de mermelada, pero no le costaba volver a ensuciarse y soltar una gran carcajada mientras le mostraba sus pequeñas manos sucias.
Los adultos a su alrededor no podían dejar de sonreír ante aquella ternura.
Era un alivio que fuera una hora floja, donde no había muchas personas en el restaurante. Así Shoichi y Jin podía descansar un poco con Aiko mientras la escuchaban hablar sobre lo que hizo en la mañana. Ver con atención aquellos dibujos que la misma se encargaba de explicar y quejarse por decima vez con Pandor por limpiarle las mejillas.
Shoichi y Jin no podían creer que fuera hija de Playmaker y Revolver. Era realmente imposible que saliera de las dos personas más serias y menos habladoras. Ver a esa pequeña que no deja de hablar, que se divierte a su modo y que es capaz de crear increíbles historias mientras está dibujando. Era demasiado inquieta, como cualquier niño de su edad. Aunque también era tranquila y sabía cómo comportarse.
Al final, esa pequeña era toda una cajita de sorpresas.
Una vez que termino de comer y sus pequeñas manitas volvieron a ser lavadas, Aiko saco uno de sus cuadernos de la mochila y empezó a dibujar mientras tarareaba una cancioncita y movía sus piecitos debajo de la mesa. Realmente se podía decir que la pequeña disfrutaba mucho estar fuera de las cuatro paredes de ese oscuro cuarto de hospital. Cada que la ven entrar al restaurante, siempre es una gran sonrisa la que se puede apreciar en su bonita carita.
-¿No haces travesuras en la escuela, querida Ai-chan? -Pregunto Jin curioso.- Estoy seguro que mi Ai-chan le da muchos dolores de cabeza a sus maestras
-Aiko siempre se porta bien -Se cruzo de brazos ofendida.- Aiko no hace travesuras
-Es que Aiko es una niña bien -Sonrió Shoichi mientras revolvía los cabellos oscuros de la menor.- Es imposible que nuestra pequeña niña sea traviesa
-¡Si! -Respondió la menor mientras reía.- Las maestras felicitan a Aiko
-¿Y Aiko tiene muchos amigos? -Volvió a preguntar Jin.
Ante aquella pregunta, la menor dejó de dibujar mientras hacia un pequeño puchero, miro en silencio y por varios minutos las hojas esparcidas por la mesa. Pego el lápiz de color morado a su boquita y alzo su carita.
-Aiko no tiene amigos -Se quejo mientras alzaba los hombros despreocupada y volvía enfocarse en su dibujo.- Dicen que soy rara
-¿Por qué dicen cosas crueles? -Pregunto molesto Shoichi.- ¿Tus maestras lo saben?
La menor iba hablar, pero en ese momento, alguien más había entrado por aquella puerta y la campana había sonado. Al momento que todos se asomaron, Dojun Kengo y Dojun Chiaki habían entrado.
Una sonrisa aún más grande apareció en la menor que no pudo evitar subirse al asiento acolchado y alzar su pequeña manita para saludar a los dos que habían llegado. Claro, Pandor le regaño levemente por aquello, que incluso tuvo que tomarla de la pequeña cintura para evitar que quisiera pararse en la mesa misma, pero a Aiko poco le importaba. Solo quería llamar la atención de los mismos.
-¡Tío Ken-go! -La menor hizo una pequeña pausa entre el nombre del hacker para que sus mejillas se sonrojaran un poquito más y que sus ojos brillaran con cierta intensidad que no podían evitar sentirse celosos por ello.- ¡Hermano Chiaki! ¡Aiko está aquí!
Chiaki no pudo evitar sonrojarse ante aquella bonita niña que trataba de hacer de todo para llamar su atención, claro, aun no se acostumbraba a que lo llamara hermano y mucho menos que gritara tan fuerte como para provocar que todos voltearan a su dirección. Kengo no pudo evitar soltar una risita ante aquella bonita vista, darle unas cuantas palmadas al hombro de su hijo para que se resignara o sería peor después y empezar a caminar hacia donde la pequeña trataba de recoger algunos de sus dibujos para que se pudieran sentar en su mesa.
Cinco años era la diferencia que se llevaban Aiko y Chiaki. Ambos niños, en el momento que se vieron en el hospital, de alguna manera fue imposible que quisieran separar sus ojos del otro. Se podía decir que tenían curiosidad por ver a otro niño, algunos más opinaban que era el destino que los había conectado. Tal vez era mucho decir que fueron las chicas quienes pensaron en "Romeo y Julieta", claro, no hay que decir que se arrepintieron en el segundo después por lo trágico que termina aquella historia.
A pesar de que pocas veces Chiaki iba al hospital, era Aiko quien siempre lo miraba con cierta curiosidad. La menor tenía miedo de acercarse al mismo así que solo lo miraba de lejos. Cada que sus miradas se encontraban, era la niña de ojos turquesa quien siempre huía porque la habían atrapado, aunque era imposible olvidar aquellas suaves risitas que la menor soltaba en su camino. Dejando atrás a un sorprendido niño que solo se quedaba viendo por donde ella se había ido, aunque poco después sonreía con cierta ternura de la que después se arrepentía, pues su padre y su abuela, a quien acompañaba en ese entonces, le estarían molestando en todo el día.
Chiaki era todo lo contrario a Aiko.
Un niño de 10 años completamente serio y muy tranquilo. La mayoría del tiempo se mantenía quieto en su lugar y muy pocas veces hacia ruido. Prestaba atención a cada una de sus clases, llevaba buenas notas, siendo bueno en los deportes y teniendo muchos amigos. Casi no se metía en travesuras, porque tener a Emma como su tía, de vez en cuando provocaba que se metiera en alguno que otro regaño del que después se convertiría en una historia divertida porque querían saber cómo es que se les ocurrió hacer eso. Se sorprendían demasiado por el ingenio de ese pequeño que al final, solo quedaba como una advertencia.
Claro, esa solo era la fachada con las personas fuera de su familia, porque cuando se trata de su padre, de su tía y sus abuelas, era un niño bastante cariñoso que le encantaba ayudar y estar con los mismos para aprender un poco más, para ser un niño que se deja mimar con un par de galletas o una dulce caricia a sus cabellos. Sonreía demasiado, pero también podía molestarse, también podía enojarse. Era un niño normal del que no tenía por qué esconder sus emociones o sus sentimientos. Para eso tenía a su familia a su lado, que sabía escuchar y que lo amaban como era.
Al final del día, era feliz con la familia que tenía.
Con la familia que llego del cielo como un regalo para él después de todo lo que le sucedió cuando era un niño más pequeño.
Con ese amor y ese cariño, el dolor y las cicatrices del pasado se iban olvidando.
Se podía notar que lo amaban demasiado.
Cuando Kengo y Chiaki se acercaron a la mesa. El mayor sonrió con cierta burla, provocando que la pequeña lo mirara de mala manera, aunque al mismo tiempo, una sonrisita aparecía en su rostro. Decir que así era la manera en que ambos jugaban, realmente sorprendía a todos. Pues a pesar de que Dojun Kengo molestaba a la pequeña Kogami Aiko, era la misma niña quien también podía jugar el mismo juego.
-Me alegra verte pequeña niña -Sonrió Kengo mientras posaba su mano en la cabecita de Aiko. La menor trataba de quitar esa mano. De alguna manera, el hacker le agradaba tanto molestarla. No entendía porque, pero sentía que era divertido.- ¿Alguna travesura?
-¡No soy pequeña niña! ¡Soy Aiko! -Grito la menor molesta ante el peso de aquella gran mano. Inflo sus mejillas.- ¡Aiko no hace travesuras! ¡Aiko no es una niña mala!
-¿En serio? -Dijo el hacker burlón.- No olvidare la bella pieza de arte que hiciste en mi chaqueta la vez pasada
-Eso fue por molestar a Aiko -La pequeña le enseño la lengua. Aunque poco duro su molestia por las cosquillas que le hizo Kengo.- ¡No!
-Ríndete pequeña Aiko
-¡Aiko no se rendirá!
Pero al final, fue Kengo quien gano. Las grandes carcajadas que soltaba la pequeña, las lágrimas bajando de sus ojos y la respiración acelerada mientras se encogía en su lugar para evitar que le siguieran causando cosquillas. Chiaki que se mantuvo en silencio en todo momento, decidió sentarse al lado de Aiko que intentaba recuperar el aliento.
-¿Te encuentras bien? -Pregunto Chiaki a la pequeña Aiko después de que Kengo se alejara para pedirle a Shoichi su comida. Con suavidad, poso su mano en la espalda de la menor mientras le daba suaves palmadas y le acercaba el vaso de jugo.- Papá puede ser un poco cruel pero no es una mala persona -Sonrió el de cabellos negros, sus ojos dorados miraban con ternura aquella pequeña.- Puedo ver que a papá le importas mucho, le gusta verte reír
-¿Al hermano Chiaki también le importo? -Pregunto Aiko con inocencia. Aquellos ojos turquesa de la menor, brillaban de alegría. Soltó una risita en el momento que el niño frente a ella se sonrojo.- Los ojos de Chiaki brillan, son bonitos, son como bonitas piedras -La menor alzo su manita para acariciar las mejillas del niño. Aunque quisiera quitar esas suaves manitas de su rostro, sabía que eso haría sentir a la menor, así que solo la dejo.- El Tío Kengo es un tramposo, pero aun así lo quiero mucho -Dijo la menor en un suave susurro mientras sonreía al decir aquellas palabras. Después de mirar tanto a ese bonito color de ojos dorado, logro encontrar lo que tanto quería. Ahí estaba el brillo que tanto le gustaba ver Aiko, una sonrisa mucho más grande apareció en ese bonito rostro.- Me alegra que Chiaki sea un buen niño con Aiko, me alegra ser amiga de Chiaki
¿Olvidamos mencionar qué con Aiko, Chiaki es capaz de mostrar ese lado tierno que solo le muestra a su familia?
De alguna manera, la pequeña fue capaz de atravesar todas sus barreras sin esfuerzo alguno. Tal vez fue esa gran sonrisa, tal vez fueron esos bonitos ojos que lo cautivaron. Tal vez había algo más que le llamaba, algo desconocido y misterioso.
Un tanto sonrojado ante la cercanía de la menor y de sus preguntas, prefirió desviar su mirada. Provocando que la pequeña se levantara un poco de su asiento un tanto confundida y tocara con suavidad aquellas mejillas mientras le preguntaba si se sentía mal.
Los adultos que miraban alejados aquella escena, solo sonrieron.
Quizá, el destino ya estaba escrito en esos dos pequeños niños.
-Mientras no te vea Ryoken, todo está bien -Murmuro Shoichi a Kengo.- Es demasiado sobreprotector con Aiko y no le gustaría saber que se hizo amiga de su enemigo
-No me gustaría ver la cara de ese idiota -Maldijo el hacker.- Pero solo si así podemos ver a la pequeña Aiko, entonces tengo que soportarlo
El problema de los padres. Shoichi realmente agradecía que aún no conociera ese sentimiento, aun no le gustaría meterse en tantos problemas. Alzo los hombros despreocupado mientras se dirigía a la cocina para darle una mano a Jin que se estaba apurando con la orden del hacker.
Una vez que tomaron su orden, Kengo se dirigió a donde se encontraba la pequeña niña de ojos turquesa y su hijo. Sonrió en el momento que los vio sentados juntos, escuchar como Aiko hablaba sobre muchas cosas y como Chiaki solo prestaba atención a la misma, de vez en cuando la regañaba con suavidad y otras veces soltaban una bella risita juntos. Al sentarse frente a ellos, solo los miro con curiosidad.
Que tan misterioso era el destino mismo.
Hija de Playmaker y Revolver, hijo de Tetsuya Kaiou. Dos rivales que se odiaban a morir en el pasado, un peso que sus hijos ni siquiera tienen porque cargar. Dos seres inocentes en un mundo cruel de adultos. Los pecados del padre, no tenían por qué ser del hijo, sería de esa manera en la que todos aprenderían a vivir. Fujiki Yusaku se esforzó tanto para que ambos niños pudieran vivir juntos con la tranquilidad de que el futuro será aún más brillante del que una vez los mayores soñaron.
Realmente deseaba que Kogami Ryoken siguiera con los sueños de Yusaku. No se encargue de pisotearlos junto con la pequeña Aiko.
Soltó un pequeño suspiro. Recargo su brazo en la mesa, después recargo su mentón en su mano y sonrió en el momento que esos dos niños frente a él empezaron a jugar haciendo pequeñas figuritas de papel. Aiko abría sus ojitos emocionada al ver la figurita de grulla que había hecho Chiaki. Carcajeo un poco para desviar sus ojos en el momento que se encontró con los dibujos de la pequeña regados en toda la mesa. Tomo uno por uno para poder entender aquellos tiernos garabatos hasta que uno en específico le llamo la atención.
Se quedo congelado en su lugar en el momento que reconoció las pequeñas figuras.
-Aiko -Hablo Kengo con suavidad.- ¿Me puedes decir quiénes son estos muñecos?
La menor desvió su mirada de Chiaki para mirar con atención a lo que le habían preguntado, bajo su carita a su dibujo. Había siete figuras ahí, la menor, inmediatamente señalo al pequeño monigote de color oscuro y líneas moradas.
-Este es mi muñeco Ai, es muy divertido, me hace reír mucho -Sonrió la menor con cierta ternura, después su vista se dirigió a un monigote de color amarillo.- Este es luz, es un poco cruel y parece que siempre está enojado, pero en realidad está triste, siempre nos está mirando jugar -Señalo a un monigote de color azul.- Esta es agua, tiene una voz bonita, le gusta cantar antes de dormir -Señalo a un monigote de color rojo.- Este es fuego, siempre regaña a Ai pero en el fondo, lo quiere mucho, es divertido -Soltó una risita la pequeña niña. Después, señalo a uno café.- Este es tierra, es un poco tímido pero siempre me ayuda a cuidar las plantas de la escuela -Tomo un poco de aire para señalar al monigote de color verde, inmediatamente hizo un gesto triste.- Este es viento, es travieso igual que Ai, pero siempre está triste, no me dice porque
-¿Cómo los conoces? -Volvió a preguntar Kengo con un poco más de curiosidad.
-Los niños groseros le dicen a Aiko que son mis amigos imaginarios, pero no es así -Se cruzo de brazos enojada. Miro de un lado a otro, se levantó en su asiento y Kengo se acercó inmediatamente para escucharla hablar en voz baja.- Aiko sabe que son reales, siempre están ahí cuando Aiko está sola, siempre juegan conmigo -Soltó una suave risita. Al momento que se separaron, la pequeña rasco su mejilla nerviosa.- Pero no le digas a papá o ya no podre jugar con ellos
Aquellos tiernos ojitos que le hizo, provoco que Kengo volviera a mirar el dibujo y una vez más a la pequeña Aiko. El hacker sonrió para poder tranquilizarla.
-No le diré nada -Kengo subió su mano a su boca, simulando como si estuviera cerrando un cierre.- Yo sí creo que tus amigos existen, hace tiempo tuve la oportunidad de ver algunos también
-¡Fue lo que me dijo ella! -Aiko tomo su dibujo y señalo a un séptimo monigote. A este en especial, Kengo lo miro con cierta sorpresa. No puede recordar a un monigote como ese. Guardo silencio y mejor presto atención a lo que la pequeña decía.- Ella le dijo a Aiko que el tío Kengo me iba a creer
-¿Quién es ella?
La sonrisa de Aiko creció un poco más, sus pequeños ojitos brillaron. Se podía notar que estaba realmente emocionada de poder hablar con alguien más de eso.
Pero en el momento que iba a decir su nombre. La puerta del restaurante se abrió. La menor desvió su mirada con la esperanza de que sea él, pero todo cayo en picada en el momento que vio a Spectre. Un gesto triste apareció en su pequeña carita.
-Es hora de ir a casa mi pequeña dama -Aso Ethan, alias Spectre, quien hizo una pequeña reverencia a todo el mundo, solo le dirigió una mirada tranquila a la pequeña que inmediatamente bajo la mirada.
-¿Y papá? -Pregunto con cierta tristeza.- ¿Papá está esperando?
-Lo lamento -Spectre se acercó a la pequeña mientras acariciaba sus cabellos oscuros.- Pero su padre llegara a casa cuando ya estes dormida
-Otra vez
Aiko suspiro totalmente cansada. Spectre iba a decir algo más, pero quizá sería en vano.
Espero a que Aiko recogiera todas sus cosas y las metiera en su mochila. Pandor tomo las cosas de su pequeña niña y camino hacia el carro que los esperaba afuera del local. La pequeña ojos turquesa miro con cierta tristeza a todos. Spectre la esperaba en la puerta del local.
-¿Puedo venir mañana? -Pregunto Aiko.
-No tienes por qué preguntar querida Ai-chan -Jin se agacho para acariciar los cabellos oscuros de la menor.- Siempre serás bienvenida, te esperaremos con tostadas de mermelada de fresa
-¡Vendré mañana tío Jin, tío Sochi! -Soltó una suave risita. Antes de caminar, se acordó de lo que le iba a decir a su tío Kengo. Se acerco corriendo al mismo para que se agachara un poco. Una vez que dijo el nombre de aquel ultimo monigote. La menor soltó una risita mientras posaba su dedo en sus labios. En señal de que debía guardar todo como un secreto.- ¡Hasta mañana hermano Chiaki!
Comento feliz mientras se alejaba en pequeños saltos, tomaba la mano de Ethan y una vez más se volteará para despedirse de todos para darse la vuelta y subir al carro.
Jin y Shoichi siguieron con lo suyo en la cocina. Se podía sentir la ausencia de la menor así que solo soltaban algún que otro suspiro mientras soltaban alguna risita por lo que les había dicho Aiko.
Chiaki que había mirado por donde la pequeña Aiko se había ido, miro con atención a su padre. Se había quedado congelado en su lugar con el dibujo que pudo esconder de la menor. No pudo decir nada al respecto por la seña que le había hecho su padre, así que solo intento mirar a otro lado. Tratando de ayudarle a Aiko a guardar sus cosas en su mochila.
Al momento de desdoblar la hoja, sus ojos volvieron a enfocarse en ese otro monigote.
Uno que estaba pintado de color blanco y negro. La mitad del cuerpo del mismo era blanco con detalles negros, de la otra mitad era negro con detalles blancos. Los ojos del monigote eran de color dorado.
Si sus instintos no le fallaban. Podía sentir que ahí había algo más.
-¿Todo bien, papá? -Pregunto Chiaki curioso.
Kengo solo negó mientras volvía a doblar en cuatro el dibujo y lo guardaba con mucho cuidado en su gabardina. Sonrió a su hijo y acaricio sus cabellos negros para poder tranquilizarlo.
-Solo me quede pensando, tranquilo
Fue lo único que dijo. Guardo silencio en el momento que le trajeron su comida y empezó a comer en silencio. Prestaba atención a lo que Chiaki le comentaba sobre la escuela, sobre sus compañeros y sobre sus maestros, ver aquella gran sonrisa en su hijo, era la mejor de las sensaciones. Tal vez al principio fue un poco difícil, pero conforme pasaba el tiempo y se iban conociendo mejor, fueron acostumbrándose hasta el punto que estar solos se sentía bien. Podían reír, podían golpearse con suavidad mientras decían alguna que otra pequeña broma. Podía sentir esa alegría al ser llamado "Papá" y poder llamar a Chiaki "Su hijo".
Siendo sincero, nunca tuvo en mente la idea de convertirse en padre. Para él, era un sueño tonto, pues no quería ser igual al padre que lo abandono. A pesar de los años, aún no ha sido capaz de perdonarlo, a pesar de las palabras de Emma, era difícil por todo ese odio que le guardo. Lo supo desde el momento que tuvo aquel accidente, sería difícil para él poder formar una familia, así que simplemente dejo a un lado aquella idea para poder enfocarse en el trabajo. Sin embargo, en el momento que conoció a ese pequeño niño que se había visto envuelto en una guerra, pudo sentir como su corazón se encogía al ver como esos ojitos dorados pedían que lo rescataran, pedía una segunda oportunidad. Pudo sentir como su destino se había enlazado con el de ese niño.
Y si no fuera por Yusaku, él no hubiera sido capaz de brindarle una segunda oportunidad. No hubiera sido capaz de tomar aquella pequeña mano y sacarlo del lugar de donde se encontraba. Claro, fue difícil que de la noche a la mañana ya tuviera un hijo a quien cuidar, ahora no se arrepentía. Realmente lo disfrutaba, su familia lo disfrutaba al verlo reír y hacer travesuras como todo niño de su edad.
Ese era el deber de un padre. Disfrutar de aquellas travesuras, disfrutar de esos momentos. Ahora podía comprenderlo. Nunca seria como su padre, nunca seria como Tetsuya Kaiou con Chiaki, sería una mejor versión de ellos.
Siendo sinceros, aquel también debería ser el pensamiento de Kogami Ryoken, últimamente no sabe que es lo que está pensando al dejar a Aiko tanto tiempo sola sin ningún amigo a su lado, sin siquiera su presencia por la que tanto deseaba la pequeña. No sabía que estaba planeando hacer, desde aquel momento, el líder de Hanoi rompió contacto con todos, excepto con Akira Zaizen que le ayudaba a cometer una locura.
Una vez más, sus pensamientos se dirigieron a Aiko. En el momento que metió su mano a su bolsa, pudo sentir el papel doblado.
Puede que él se encontraba ahí, pero sus pensamientos se encontraban en otro lado.
"El nombre de ella, es Zero"
Fue lo que dijo la pequeña Aiko antes de marcharse.
Había tantas preguntas sin ninguna respuesta.
Lo más importante.
¿Cómo es que Aiko conocía a los Ignis?
¿Cómo es que conocía el nombre de Zero?
Ella nunca fue capaz de conocerlos, era prácticamente imposible sin una red que los conectara al mundo real, ella siendo una bebé, era imposible que supiera que sean esas cosas. Se supone que para eso fue destruido Link Vrains, para proteger a los mismos y todos los secretos que eran capaces de esconder.
A menos que hubiera otra forma.
Soltó un pesado suspiro.
Solo esperaba que no se hiciera realidad ninguna de las teorías que empezaban a rondar por su cabeza. Tenía que investigar bien antes de ir con Ryoken. Aunque tuviera que ver la cara de ese idiota otra vez, no tenía de otra.
.o.
En el momento que apago el motor del carro. Soltó un pesado suspiro mientras dejaba caer su frente en el volante. Estaba tan cansado que únicamente quería llegar a su cama a dormir.
Al mirar a su lado, se encontró con aquel cabello azul, con unos cuantos mechones blancos, la última vez no se veía así. Miraba desinteresado por la ventana del carro, así le permitía ver aquellos aretes de sus orejas.
-¿No me vas agradecer por haberte sacado de ese lugar Jun? -Pregunto en un tono serio Ryoken.
-¿Debo hacerlo?
Resoplo molesto el joven mientras intentaba abrir la puerta de su lado, pero ante el seguro que aún no quitaba el de cabellos blancos, el joven solo atino por mirarlo. Aquellos ojos oscuros se encontraron con los ojos celestes de Ryoken. Una pelea de miradas y al final, es que joven dejo caerse en el respaldo del asiento del carro, se cruzaba de brazos y pronunciaba un par de maldiciones.
Fujiki Jun ya no era aquel niño de 12 años que tanto le gustaba sonreír, que disfrutaba estar al lado de su hermana y que una vez le dijo que lo admiraba. El joven a su lado era un tipo amargado, que le encantaba meterse en problemas y que la mayor parte del tiempo, tenía que ir por él para sacarlo de ahí antes de que sea descubierto por algún tipo de seguridad, lo que menos quería, es que el menor cayera en manos de Vladimir Hinosuke. Solo causaba que sus padres, Haruka y Kazuo Fujiki sacaran más canas verdes por culpa de su rebelde hijo de 17 años que solo se escapaba de casa buscando pelea alguna, provocando que sus padres se preocuparan y llamaran a Ryoken para que pudiera ir por él.
Claro, él lo hacía sin problema alguno, al final en cuenta, eran familia. Yusa le encargo tanto que protegiera y ayudara a su familia por si se encontraban en algún peligro. Aun si eso significaba que tenía que ser niñero del hermano menor de la misma. Pero dentro de él, decía que lo hacía más que nada porque se sentía responsable de ellos.
Era imposible olvidar el hecho de que fue por su culpa que no pudo ayudar a la mujer que tanto ama, un recordatorio que el hijo menor siempre le mantiene presente. A la hija mayor de Haruka y Kazuo, a la hermana mayor que tanto quería Jun. Fujiki Yusaku, perderla y no haber hecho algo más por ella, fue el error más grande de su vida.
-Solo estoy tratando de ser amable contigo -Dijo Ryoken bastante cansado.- Sabes que tus padres se preocupan por ti
-Si dejaron a mi hermana vivir por su cuenta por varios años, ¿Por qué debo ser más complaciente con ellos? -Pregunto molesto el joven.- Mi hermana huyo de casa cuando era más joven, ¿Por qué no me pueden dejar en paz?
-Porque, aunque no quieras, eres su hijo, quieren protegerte porque no quieren perderte -Hablo el de cabellos blancos con voz dura mientras tomaba un poco de aire y se recordaba que no debía golpear al tipo que se encontraba a su lado.- Aunque no lo quieras, aun eres menor de edad, Yusa…
-Ni se te ocurra mencionar su nombre Revolver -Interrumpió bastante molesto Jun.- Perdiste ese derecho cuando no pudiste hacer algo más por ella
-Ella sabía muy bien lo que hacía, sabía muy bien cuál era su propósito -Se recargo Ryoken en su asiento, estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba por aquella actitud.- Sabía muy bien como moverse en este mundo donde solo le importa el dinero, sabía hacer tratos y escapar cuando era necesario para protegerse -Subió sus manos a sus cabellos blancos, los revolvió un tanto desesperado.- Se metía en problemas pero sabía cómo salirse de los mismos sin revelar su identidad, no como Auxes que solo va a desquitar su furia con todo aquel que se meta en su camino -El joven Jun desvió su mirada una última vez y se cruzó de brazos.- Prefiero que sigas enojado conmigo antes de descargar tu furia contra el mundo o contra tus padres que lo único que quieren, es que regreses con bien a casa, deberías agradecer que aun tienes padres que se alegraran por ti -Fue turno de Ryoken de desviar la mirada.- Se que no soy nadie al decirte estas cosas, incluso sé muy bien los problemas en los que nos metimos Yusaku y yo en su momento, pero no hagas preocupar más a las personas que te quieren, solo te pido que regreses con bien
Un silencio incomodo y pesado se formó en ese momento.
Ninguno de los dos iba a dar su brazo a torcer. Había cosas en las que Ryoken tenía razón, había motivos por los que Jun tenía razón. Su orgullo era demasiado grande como para aceptar las palabras del otro.
-Para la próxima les avisare a mis padres -Respondió al fin Jun.
-Avísame con antelación lo que vas hacer -Suspiro Ryoken.- Tenía que recoger a Aiko y ambos estamos seguros que ella es como su madre -Sonrió un poco el de cabellos blancos.- Sera difícil que me perdone por no ir por ella
-¿Aiko se encuentra bien? -Pregunto un tanto curioso el joven.- Se por mis padres que Aiko últimamente se la pasa en otro lado
-Ella está bien, todas las tardes se la pasa en el restaurante de Shoichi hasta que llega la hora de ir a recogerla, todos están al pendiente de ella, así que puedo confiar un poco en ellos, así me puedo enfocar en mi trabajo -Soltó una risita el de cabellos blancos.- No puedo decirle que tuve que ir por su tío Jun que decidió meterse en problemas, esta vez te tocara disculparte con ella, no quiero meterme en más problemas
-Mañana lo hare -Suspiro el joven.- Ahora ella debe encontrarse dormida -Miro de reojo al de cabellos blancos.- Supongo que deberé pedirte alojo, no creo ser capaz de ver a mis padres a la cara esta noche
-Sabes que puedes quedarte, no tienes por qué pedirme permiso -Ryoken miro de reojo a Jun con una sonrisa.- Les avise de antemano que te ibas a quedar, así que es tu decisión quedarte o irte, no voy a detenerte -Las puertas se desbloquearon en ese momento donde ambos se encontraban un poco más tranquilos. Jun no dudo en abrir la puerta de su lado, pero antes de que se bajara, fue el mayor quien lo detuvo.- Solo te pido que no heches a la basura lo que Yusa hizo por ti, de entre todos, tú eres su tesoro más preciado -Una sonrisa triste se pudo apreciar en el usuario de Revolver. Provoco que Jun agachara un poco la cabeza.- A ella no le gustaría ver en lo que se convirtió su querido hermano menor, estaría triste si te viera de esa manera, aunque también estaría orgullosa de que fuiste capaz de noquear a esa persona
Jun no respondió en ese momento. Solo cerró la puerta detrás de sí mientras agradecía con la cabeza.
Ryoken se quedo quieto adentro del auto, conteniendo la respiración a las acciones de Jun, observando como el chico se detuvo por unos momentos, lo veía mirar el camino que lo alejaba y el camino a la entrada de la casa. Alzando la mirada al cielo y dejando caer sus hombros, el joven de cabellos azules se había dado por vencido. Al final, camino hacia la casa y adentrarse a la misma.
El de cabellos blancos, había soltado todo el aire que había estado guardando. Volvió a dejar caer su frente en el volante.
-Supongo que no solo estaría triste por ti -Susurro, cerro los ojos por un momento.- Estaría triste por las decisiones que nos llevaron alejarnos los unos de los otros -Una pequeña sonrisa triste apareció en su rostro.- Estaría enojada conmigo por haberle hecho daño a Aiko -Dejo caer en el respaldo de su asiento para mirar hacia su casa.- Cosecho lo que siembro, ¿No es así, Yusa?
Decidió salir del auto con su mochila en el hombro. Todas sus energías se habían agotado, ahora solo quería llegar a su cama y descansar por un momento. Mirando el cielo nocturno que se encontraba despejado en aquella noche, observando con curiosidad aquellas pequeñas estrellas que se alzaban en lo más alto. Aspirando ese aroma cálido del mar, sintiendo la ventisca de la noche revolver sus cabellos blancos. En el instante que su mirada se desvió hacia el mar, en aquel camino de estrellas que se formaba en el mismo. No pudo evitar pensar que el cumpleaños numero 5 de su pequeña ya se encontraba más cerca. Pensar que Yusaku traía a su pequeña recién nacida a ver aquel espectáculo, le hacia sacar una sonrisa en su rostro, era curioso que aquel fenómeno estaría en su máximo esplendor en el cumpleaños de la pequeña Aiko.
Como si fuera un regalo únicamente para ella.
Así como lo sintió de su padre Kiyoshi en su momento. Quería que Aiko pudiera sonreír en ese día. No solo a su lado como de sus abuelos y de sus tíos, si no también al lado suyo y el de su madre. Quería que, en ese día, todos estuvieran juntos.
Por eso se estaba esforzando en aquel proyecto. Aún era demasiado pronto como para darse por vencido.
Un poco más decidido y a paso cansado, se adentro a su casa. Fue recibido por Pandor quien le ponía al corriente de las actividades de Aiko como lo que hacían en el restaurante. Sonrió un poco al escuchar que todos se encontraban bien. Al estar satisfecho con lo que le dijo le permitió irse. Se detuvo por unos segundo frente al cuarto de invitados, creía en que Jun se encontraba descansando en ese lugar. Prefirió dar media vuelta y entrar a su cuarto. Estaba tan cansado como para darse una ducha que simplemente se cambio a ropa de dormir y se sentó por unos minutos en su cama mientras organizaba algunas cosas para mañana.
-¿Papi?
Volteo a sus espaldas en el momento que escucho como su puerta era abierta y una dulce vocecita se escuchaba.
Sonrió en el momento de ver a su pequeña Aiko parada de puntitas mientras tomaba el pomo de la puerta. En sus pequeños bracitos se podía apreciar que cargaba su peluche de Ai. Aunque se encontraba un poco desgastado, seguía siendo el muñeco preferido de la pequeña niña.
-¿Qué sucede cariño? -Pregunto Ryoken con suavidad mientras se levantaba de la cama y se dirige a donde su pequeña le miraba con vergüenza.- ¿Tuviste otra pesadilla? -Aiko asintió. Ryoken sonrió mientras la tomaba entre brazos y la sentía acurrucarse con él.- ¿Te gustaría dormir conmigo?
Una vez más, Aiko asintió mientras soltaba un pequeño bostezo y rascaba sus pequeños ojitos. Aunque no lo dijera la menor, pero el usuario de Revolver sabía que su pequeña niña se encontraba enojada con él. Por eso, decidió apachurrarla un poquito más a él para sentir como Aiko se removía entre sus brazos con una pequeña risita mientras le pedía que la soltara. Daba un par de vueltas con la pequeña y al final, caían sobre la cama.
Los ojos turquesa de Aiko se encontraron con los ojos celestes de Ryoken. Padre e hija se sonrieron en ese momento.
-¿Papá tuvo mucho trabajo? -Pregunto la pequeña curiosa.
-En realidad -Carcajeo un poco Ryoken.- Papá tuvo que ir por el tío Jun, por eso no pude ir por Aiko al restaurante de Shoichi -Aiko abrió sus ojitos de alegría.- Pero no debemos molestarlo hoy, esta durmiendo, mañana pasaras todo el día con él, ¿De acuerdo?
-¡De acuerdo!
Ryoken volvió a tomar a su pequeña niña entre sus brazos. Con mucho cuidado, la acomodo del otro lado de la cama. Mirando el desorden que había dejado, decidió que sería mejor arreglarlo el día de mañana. Se metió a las sábanas, sintiendo como la menor se acercaba un poco más a él para poder esconderse entre los brazos seguros de papá. Apago la luz de la mesa de noche y abrazo con un poquito más de fuerza ese pequeño cuerpo.
Besando la frente de su pequeña hija, sintiendo a la misma soltar pequeñas risitas.
-Buenas noches, Aiko
-Buenas noches, papá
Acurrucándose entre ellos dos. Antes de que Ryoken cerrara sus ojos y se adentrara al mundo de los sueños. Soltó un pequeño suspiro, miro hacia el techo y sonrió.
-Buenas noches, Yusaku
Y así, había cerrado sus ojos para quedarse profundamente dormido.
En un sueño donde sabía que ahí podía verla.
¡Muchas gracias por leer!
Les juro que con cada palabra que escribo, estoy llorando. Estoy segura que seré un mar de lágrimas con cada capítulo. Pero es que así tiene que ser esta historia, se que les gustara, sé que les emocionara, así como a mi me emociona cada que me pongo a pensar sobre la continuación. ¡Y como les dije anteriormente! Estos capítulos serán muy largos, porque habrá muchas cosas que quiero escribir, habrá muchos momentos donde serán necesarios ser largos.
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¡Nos vemos a la próxima!
Atte.: AnZuZu Dragneel
Fecha: Domingo 25 de Agosto de 2024
