Como nunca me olvidarás…
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nadaoriginal. Bueno, el arco de Manigoldo llegó a su fin se fue como el hombre que es, realmente un Caballero Dorado que deja en total ridículo a Máscara de Muerte, él no le llega ni a los pelos del pie a Manigoldo. ¡Saludos!
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camilo navas. Las mías también, esas partes son mis favoritas y que lo hacen llorar a uno y sí, hubiera sido genial que él y Tenma hubieran hablado más, se hubieran llevado muy bien. ¡Saludos!
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Samsalvatore Hey. ¡Hola, que lindo verte aquí también! Bueno, espero que disfrutes la historia. ¡Saludos!
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Sin más, comencemos…
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El dios de la muerte Thanatos finalmente fue sellado, pero a costa de esto, el Caballero de Cáncer, Manigoldo y el Patriarca Sage cayeron en batalla sacrificando sus vidas para lograr esta hazaña.
Aunque se perdió mucho en lo que va de la guerra, aun así, se miraba con buenos ojos que la victoria era segura, aunque apenas iniciaban la batalla, así que no se sabía cuál sería el resultado final.
En estos momentos, se miraba como Sasha llegaba a un cuarto en el Templo de Sagitario en el que, al abrir la puerta, solo miró a cierta persona postrada en posición de sentado.
El Caballero de Sagitario, Sísifo, estaba con la expresión baja, aunque no se miraba con vida, parecía un cadáver sentado como si nada, pero su cosmos aún seguía latente, aunque débilmente, dando a conocer que estaba vivo aún.
Aunque no era el único en la habitación.
Había un hombre de cabello negro y piel blanca, aunque también vestía una Armadura Dorada, teniendo una careta con cuernos en la frente.
La diosa se acercó al Caballero el que seguía en posición de estar inclinado.
- ¿Cuánto tiempo llevas aquí Cid? - preguntó con voz baja la diosa a lo que el Caballero Dorado se levantó.
- No importa el tiempo, siempre estoy al lado de Sísifo.
- Ya veo – la diosa sonrió sabiendo la gran amistad que tenían ambos Caballeros - ¿siguen sin dar respuesta de querer despertar?
- … - sin repuesta que dar, Sasha comprendió lo que el Caballero Dorado quería decir.
- Las heridas causadas por Hades, se dice que son tan poderosas que dañen incluso tu alma. Quizás sea lo que impide que nuestro querido Sísifo.
- Aunque lo haya herido el mismísimo Hades, Sísifo despertará y se unirá a la batalla.
- Así es, debemos derrotar a Hypnos, pero para hacerlo, necesitamos la fuerza de Sísifo y todos los del ejército para lograrlo.
- Sí – en eso, escucharon un sonido bien raro que provenía de la estantería de libros, eso alertó algo a Cid.
- Huelo una herida causada por mi señor Hades.
- ¡¿Quién eres?! – exclamó el Caballero poniéndose frente a la diosa para protegerla.
- Yo soy Ikelos, uno de los 4 dioses que sirven al señor Hypnos – el dios se presentó a través de un portal.
- ¿Dioses?
- ¿Este es el Caballero Sísifo de Sagitario? – Ikelos envuelto en un aura maléfica miró de reojo al castaño – entonces me llevaré su alma.
- ¿Qué cosa?
- Hm – sin más, el dios se acercó al invalido Sísifo y como si de algo fantástico fuera, se miró como mordió el cuello del Caballero, pero este sacaba una figura luminiscente, indicando que era el alma de Sísifo.
- ¡Maldito, no lo permitiré! – sin más, el Cid usó su técnica para dañar al dios, pero este solo abrió una especie de puerta e hizo que el ataque se desviara - ¿Qué?
- Nos vemos – sin más, Ikelos se fue llevándose el alma de Sísifo y sin nada que hacer para Cid.
Tanto Sasha como Cid estaban contrariados y sorprendidos porque el dios Ikelos haya llevado el alma de Sísifo con mucha facilidad.
- Aunque su capacidad de dios lo permita, aparecer así en el Santuario es algo imperdonable – se decía algo molesto el Caballero, pero luego se arrodilló ante Sasha – diosa Athena, por favor, déjeme ir a salvar a Sísifo por mi cuenta.
- Pero Cid…
- Diosa Athena, tal vez no lo sepa, pero hace unos años Sísifo y yo buscábamos a Hypnos por todas partes. Mientras los buscábamos, Sísifo aprendió todo sobre los dioses del sueño.
- Los 4 dioses de los que se dice que son como sus hermanos e hijos a la vez.
- Ikelos era uno de ellos y Sísifo aprendió todo sobre ellos, sobre el mundo de los sueños que gobiernan los 4.
- Entonces esa debe ser la razón por la que el dios Hypnos está tras el alma de Sísifo. Esa debe ser la razón por la que mandó a los 4 dioses que él gobierna.
- Su objetivo no es otro que encerrar el alma de Sísifo en el mundo de los sueños – decía el Cid – si el Inframundo existe para castigar las almas, el mundo sueños es una especie de jaula en la que nadie puede salir y entrar. Es un sitio en el que nunca se despertará o será capaz de reencarnar.
- No podemos permitir que eso pase, necesitamos a Sísifo, su poder es indispensable en la Guerra Santa. Sin embargo, el mundo de los sueños es un sitio en el que solo los 4 dioses pueden entrar, enfrentarás una dura batalla si vas allá.
- Le juro que saldrá victorioso de esa batalla y traeré a Sísifo de vuelta.
- Confío en ti par esta misión, por favor Cid, trae de vuelta a Sísifo.
Sin más, el Caballero Cid de Capricornio salió de la casa de Sagitario llevando en mente solo una cosa y era que debía salvar a su amigo de Sagitario.
Aunque el oponente sea un dios, no puedo fallar, no puedo perder. Mi espada… está por debajo del nivel de un Caballero.
El Cid de Capricornio era uno de los Caballeros más letales que había en el ejercito de Athena, pero de igual manera, era muy respetado por todo el mundo.
Aunque él fuera alguien de actitud fría, aun así, era justo y luchaba a favor del bien y más cuando estaba con su inseparable amigo Sísifo.
Ellos eran más que amigos y mejor amigos, eran como hermanos, a pesar de algunas diferencias que llegaran a tener, nunca hubo una pelea entre ellos y siempre el Caballero de Sagitario era la voz de la razón.
Sin más, el peli negro seguía en su búsqueda del dios que se llevó el alma de Sísifo, lo buscaba incansablemente, saltando de aquí a allá.
Ikelos de la Visión Bestial, juro que te encontraré y te hará pagar por llevarte el alma de Sísifo.
Justo en el momento de pisar un sitio, de la Tierra salieron varios espectros a la caza del Caballero.
- ¡Una rata del Santuario rondando por aquí!
- Eres un idiota como para venir cerca del castillo de nuestro señor Hades.
- Lo haremos pedazos y se los daremos de comer al perro – los 5 espectros rodearon al Caballero Dorado el cual parecía no estar para nada impresionado.
- Antes que nada, me voy a presentar, soy el Cid de Capricornio.
- Que bien, un Caballero Dorado para jugar – reía uno de los espectros - ¡pues defiéndete!
En menos de un segundo, todo el lugar se iluminó de muchas ráfagas doradas en las que se veían también a los espectros partidos a la mitad y con el resto de sus Sapuris regadas.
- ¡He oído hablar de ti! El Caballero que entrena su puño al más alto nivel posible, con un filo que iguala a de los dioses – una voz provino de detrás del Cid y de la nada, apareció un gigante espectro – pero ese filo no servirá para Gregor de la Estrella Celestial del abandono, mi Sapuri es tan dura como el diamante mismo. ¡Intenta cortarme si puedes!
- ¿Eso quieres? – sin más, el espectro se dirigía hacia Cid, pero este solo levantó su brazo y sin más, lo dejó caer causando la ráfaga de viento hacia el espectro.
- ¡Lo ves! No funcio… - sin más, el cuerpo del espectro fue dividido en dos para sorpresa de este mismo mientras su cuerpo sentía el cosmos de la espada del Dorado mientras su cuerpo se desintegraba - ¿entonces… esto es la Espada Excalibur?
- Aun no puedo llamar Excalibur a esta espada – dijo el Caballero – todavía debo afilarla, tanto como mi corazón y mi alma me lo permitan.
Cuando se disponía a irse, de la nada se abrió un portal el cual lo puso en alarma ya que sabía quién era el causante de eso.
- ¿Has estado buscándome? – río Ikelos ahí presente - ¿Qué has estado haciendo?
- ¿Tu qué crees? Vine a llevarme a Sísifo de vuelta.
- No me digas, pues creo que llegaste tarde. El alma de tu amigo fue llevada al mundo de los sueños, encerrado en Morfía.
- Entonces entraré a la fuerza allá.
- ¿Qué has dicho? – dijo Ikelos impresionado – estás totalmente locos, los humanos no pueden entrar allí.
- Haré que tú me lleves.
- ¿Cómo te atreves? – aunque el Cid mirara al dios, este se puso algo tenso cuando sintió varios cosmos junto a él.
- Veo que te siguieron – habló uno de los dioses del sueño apareciendo al lado del Cid – fue un gran error Ikelos.
- Sí que sí – una mano tomó la mano derecha del Cid alertándolo – que hombre tan hermoso… quizás decida conservarlo.
- Basta ya Fantaso, no juegues.
- No seas así Oneiros, sería una pena matar a este hombre tan sexy ¿no lo crees?
El Cid solo analizaba la situación en la que estaba.
Los 4 Dioses del Sueño.
Oneiros, el dios del sueño.
Ikelos, de la visión bestial.
Fantaso, de las apariencias.
Y Morfeo el escultor.
- ¿Quieres pelear con los dioses del sueño, Caballero Dorado? – preguntó Oneiros.
- Así es, por eso estoy aquí.
- Maldito insolente – decía molesto Ikelos – yo me encargaré de él. ¡Apártate Fantaso!
- Que grosero eres – la diosa solo se pegó un poco más al Cid, pero sin más se despegó – bueno, pero yo me quedaré con su cuerpo.
- Te dejé con vida la última vez, pero esta vez será tu tumba este sitio.
- No perderé mi vida hasta que logre salvar a Sísifo – el Cid lanzó su espada hacia el dios que no se inmutó y solo abrió un portal que envió la ráfaga hacia otro lado.
- ¿Cómo hizo eso? – el Dorado estaba impresionado.
- Puede que seas un Caballero Dorado, pero sigues siendo un simple humano y tu débil espada no servirá ante mí, Ikelos de la Visión Bestial.
Sin dar más respuesta, el Caballero volvió a hacer lo mismo, pero igual resultado, la espada aparecía en otro lado.
- ¿Por qué no entiendes? Hay una gran diferencia entre humanos y dioses.
- Que dulce, aunque Ikelos está solamente jugando con él.
- Recuerda que tenemos una misión Ikelos, mátalo ya.
- Parece que huele a muerte en este sitio, es hora de acabar contigo – el dios preparaba su jugada, lo mismo que el Cid.
Capricornio lanzó su ráfaga más potente, pero con tal mala suerte que el dios Ikelos logró reflejarla y el portal apareció detrás de él.
¿Qué? Mi ataque regresó en mi contra.
El ataque de Cid logró darle justo en la mano y logró cortársela.
¡¿Mi propio ataque me cortó el brazo?!
El Cid se tomó la zona herida por el corte realizado y los dioses solo lo miraban como si nada, aunque Ikelos estaba muy satisfecho.
- ¡Guau! Este brazo está tan fuerte y lindo, que lo me lo quedaré para mí – Fantaso tomó el brazo cercenado del Cid.
Ahora solo quedaba un Caballero Dorado sin su espada ante el dios del sueño.
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Continuará...
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Y hasta aquí el capítulo de hoy.
Bueno, se viene un gran enfrentamiento.
¡Aquí está mi Caballero Dorado favorito de todas las franquicias de Saint Seiya!
¡El Cid de Capricornio! Y eso que soy Aries XD.
Sin más, este ninja se despide.
Bye.
