¡Hola! Aquí tienen un capítulo nuevo para alegrarse la noche.
Dreamer
Los jugadores de Seidō improvisaron una cancha de béisbol en la parte trasera del hostal aprovechando el terreno plano que poseía.
—¿Es buena idea que hagamos esto? Los chicos deberían estar descansando tal como lo indicó el entrenador. —comentaba Kazuyoshi en cuanto se instalaron los jugadores.
—Ha sido el deseo de los chicos el querer jugar. No podemos frenar su motivación —alegó la directora asistente del equipo de béisbol—. No pasará nada si dejamos que se diviertan un poco.
—¿No se les hará raro que ese chico se les una? —Outa sonaba tan preocupado como cuando Sawamura empezaba a fallar y pedía que lo cambiaran por Kawakami.
—No hay nada de qué angustiarse. —Rei ajustó sus lentes y sonrió confiada—. Él estará en el equipo de los de primero junto con Sawamura.
—Tal parece que el equipo de Sawamura será el primero en lanzar. —Sachiko ya tenía su libreta y lapicero en mano para hacer las anotaciones correspondientes.
—Y han dejado a Tatsuhisa-kun como jardinero izquierdo —mencionaba Yui al ver al joven desplazarse hacia ese punto—. Resalta bastante por no usar el uniforme del equipo.
—Realmente estoy sorprendida de que todos hayan traído su uniforme cuando se supone que no iban a jugar nada de béisbol durante el fin de semana. —Sora observaba al joven Eijun gritando, disculpándose de antemano por las posibles bolas que saldrían volando.
Aun cuando habían visto los lanzamientos de Sawamura un centenar de veces, jamás se cansaban de apreciarlos en directo; especialmente cuando ponchaba a cada bateador que se paraba frente a él. Y un evento como ese siempre motivaba al resto a hacerlo mucho mejor.
Los lanzamientos de Furuya producían un hermoso sonido cuando se estampaban de lleno contra el guante de Miyuki; eran bolas pesadas, rápidas y aterradores.
«No tengo suficiente información sobre sus hábitos de bateo, pero por lo poco que vi, lo último que debo de hacer es darle un lanzamiento fácil o lo mandará lejos».
Kazuya sonrió ante lo que planeaba para el concentrado rubio.
El slider de Satoru había sido perfecto, entrando sin dificultad a la zona de strike sin que el bateador abanicara ni una sola vez.
«Diría que no está acostumbrado a los lanzamientos rápidos como los de Furuya. Sin embargo, el que no abanicara me hace pensar que está esperando algo más fácil de manejar».
Algo que claramente él no iba a darle.
El split-finger era uno de los lanzamientos más característicos del oriundo de Hokkaido, y simultáneamente, uno de los mayores dolores de cabeza para muchos a la hora de conectar. No obstante, alguien estaba esperando por ello.
Y entonces sucedió. La pelota salió disparada con la suficiente potencia para llegar hasta lo más profundo del jardín central.
«Ey, no me digan que él estaba aguardando por ese lanzamiento en especial. ¿Es que acaso no ha reaccionado al primero a propósito?»
Su sonrisa se ensanchó más. Usualmente los bateadores buscaban lanzamientos sencillos, no los complicados. Pero allí estaba el primer espécimen que conocía que buscaba eso.
«No sé si decir que lo ha hecho por mera presunción o para ver el alcance de sus habilidades aprovechando que está en un juego real. Lo que fuera lo puede conducir a mejorar enormemente o a autodestruirse».
—Es bueno bateando las rectas. —Outa sabía reconocer a un buen jugador cuando se hacía presente.
—Parece que a Furuya-kun no le gustó aquello —soltó con diversión la profesora—. Con lo que acaba de pasar realmente querrá ponchar a Souh-kun en el siguiente turno.
Sawamura volvió a lanzar, esta vez con mayor ímpetu que en la primera entrada. Tal vez el ver la molestia de su gran rival le motivó un poco más. Mas eso no evitó que algunas bolas salieran proyectadas hacia los jardines externos; menos mal que los jardineros eran de confianza y lograron conectar sin mayor problema con quienes protegían las bases.
—El jardinero izquierdo debe tener un brazo fuerte que le permita ejecutar lanzamientos de larga distancia. Sin mencionar que debe reaccionar rápido y ser bueno en el fildeo. —Takashima lucía complacida con lo que acababa de ver—. Necesita pulirse, pero podría funcionar en esa posición.
—Aun con la mala racha que está teniendo Sawamura se están divirtiendo enormemente —comentaba Umemoto al ver a los jóvenes haciendo pequeñas bromas sobre él mientras se preparaban para batear.
El resto del partido se llevó amenamente, demostrándose una vez más que las agallas y el espíritu competitivo de ambos equipos ardía con vehemencia. Todos mostraron lo mejor de sí mismos como jugadores.
Hubo alguien que sin duda fue el interés principal durante todo el partido.
—Odio admitirlo, pero es bastante bueno con las bolas rápidas —comentaba Kuramochi desprendiéndose de sus guantes.
—Furuya terminó bastante frustrado por lo que disfrutó en grande cuando lo ponchaba al dirigirse a alguna base. —Miyuki había terminado de secar todo el sudor que tenía a los lados de la sien—. Es algo de lo que puede aprender y sacar provecho. Mejorará.
—Siempre y cuando no se meta en problemas antes. —Maezono señaló al introvertido pitcher que estaba frente al rubio sin decirle nada, con un aura intimidante.
—Chicos, lo han hecho bastante bien, así que, ¿por qué no comen unos bocadillos mientras descansan?
Takashima había llegado. Justo detrás venían las mánager con charolas colmadas con bolas de arroz.
—¡Qué bien!
—Los que están rellenos de salmón son los mejores. —Eijun podía tanto hablar como comer.
—Pues este que está relleno de camarón no está nada mal. —Souh parecía disfrutar bastante de su bola de arroz.
—Lo hiciste bien. Aunque no te creas demasiado por ello. —Nadie se escapaba de sus típicas patadas; ni siquiera ese chico que ni siquiera pertenecía a Seidō—. Más te vale que te prepares porque nuestro pitcher no tendrá piedad para la próxima después de lo que le has hecho. —Allí estaba su tenebrosa sonrisa—. También pienso destrozarte en ese juego de lucha.
—Eres tal cual te describió Eijun. —Se había descolocado un poco tras aquella muestra de salvajismo, pero se reincorporó pronto.
—¡Ey, Sawamura, ¿qué demonios le andas contando de mí al cara bonita?! —Hora de educar a golpes a su compañero de cuarto.
—¿Me acaba de decir «cara bonita»? —Tatsuhisa parpadeó ante tal apodo—. Ese es un sobrenombre muy extraño.
—Parece que te especializas en batear bolas rápidas. Y debo reconocer que tienes buena técnica y poder ofensivo. —Kenta era uno de los cañoneros del equipo y toparse con alguien que podía rivalizar contra él le despertaba sentimientos encontrados.
—Sí, bueno. Eso se debe más que nada a que nuestro pitcher se especializa en dichos lanzamientos —relató para el grandote.
—Querías probar algo nuevo con Sawamura —decía Kazuya colocando su atención en el rubio—. Enfrentarte a alguien como él te aportará una buena experiencia. Aunque puede que te mire feo por un rato.
—Todos aquí pensamos que te tiñes el cabello —agregaba Yōichi con diversión.
—Siento decirlo, mas es mi tono natural —estableció.
—Tal parece que todos se llevan muy bien. —Haruno veía una sana convivencia entre chicos.
El resto de las chicas notaba a un montón de chicos de preparatoria intentando divertirse con el rubio sin demasiado éxito.
Sora dio un primer paso y recordó su introspección nocturna. Si él tenía un comportamiento tan relajado y accesible, ella de mínimo debería comportarse al mismo nivel.
—¿Y qué tal? ¿Te has divertido? —preguntó al hallarse enfrente de Souh.
Le extendió una toalla para secarse el sudor. Y él agradeció con una pequeña sonrisa.
No había pasado el suficiente tiempo para que borraran sus memorias conjuntas. Sin embargo, el trato que pactaron debía ser cumplido a rajatabla por el bien de ambos.
—Bastante. —Limpió su rostro y colocó la toalla sobre su hombro derecho—. Ha sido sumamente divertido —expresó complaciente—. Estos chicos dan todo desde que pisan la cancha y esa es una manera de jugar que no todos poseen. Y que admiro… No es algo que se aprenda a través de los entrenamientos. Por lo que tener la oportunidad de enfrentarme a ellos ha sido bastante genial —pronunció con una sinceridad palpable.
Los chicos que habían logrado escuchar, intercambiaron miradas y sonrieron satisfechos; habían sido elogiados.
—Gracias por mostrarme cómo debe jugarse al béisbol —expresó, haciendo una referencia hacia esos chicos en agradecimiento.
—Me alegra saber eso —expresó con alegría, sonriendo tenuemente.
—Vamos, no seas tan formal —hablaba Kuramochi antes de obsequiarle otra patada en la espalda baja.
Tal vez para el resto la pequeña interacción entre Souh y Sora pasó desapercibida, mas no para él. Tenía una ligera sospecha y probablemente indagaría hasta hallar la respuesta.
«Oh, ¿qué es lo que tenemos aquí? Alguien está siendo bastante amable con un mero conocido de años atrás… ¡Esto podría ser de lo más interesante!».
—¡Kuramochi-senpai, no sea irrespetuoso! —Sawamura había salido en defensa del rubio.
—¿Qué has dicho Bakamura? ¡Te haré respetar a tus superiores!
Una magnífica llave y todos se reían de la desgracia del pobre pitcher.
—Creí que habías dicho que era un chiquillo engreído y sin modales. Sin embargo, sabe comportarse.
Todo el bullicio se terminó cuando Kataoka llegó. Y traía de compañía a alguien que emanaba la misma aura intimidante que su temible entrenador.
—¡Buenas tardes, entrenador! —aullaron los chicos.
—Padre —pronunció—, no esperaba que continuaras aquí.
Aquel alto y bien vestido hombre se ubicaba al lado del entrenador de Seidō. Era imposible negar el lazo sanguíneo que los unía; aunque a diferencia del adolescente, el padre llevaba su rubia cabellera peinada hacia atrás.
—No pensaba marcharme de la ciudad sin arreglar tu situación —indicó para Souh sin apartar su pesada atención de él—. Veremos si realmente deseas dedicarte al béisbol o es un mero capricho que surgió repentinamente porque estabas aburrido.
Su hijo aguardó firme, sosteniéndole la mirada.
—Y es por ese motivo que a partir de este lunes empezarás a estudiar en Seidō.
—¿Eh? —Lo había escuchado y no lo asimilaba—. Eso significa que...
—Formarás parte del equipo de béisbol —sentenció—. Sin embargo, el que seas elegido o no para jugar será determinado completamente por tu desempeño. Por lo que no necesito decirte lo que es obvio.
Era cuando los chicos de Seidō se daban cuenta de que tener a un entrenador como Kataoka de dirigente no era tan malo en comparación a lo que debía vivir el rubio con un padre como él.
—Lo sé perfectamente. No necesitas repetírmelo.
—Tesshin, sé que es mi hijo, mas no tengas compasión con él. Y si lo consideras necesario, ponlo a entrenar el doble que al resto.
Sawamura y asociados ya sentían mucha pena por el oscuro futuro de su nuevo compañero de equipo.
—Si quiere jugar al mismo nivel que sus compañeros de equipo tendrá que sudar y esforzarse el doble —dijo pasivamente como una sentencia de muerte—. Espero que estés listo, mocoso.
—¡Lo estoy! —expresó sin vacilación.
—Disfruten del resto del día que mañana partiremos a primera hora para seguir con el entrenamiento. ¿Entendido?
—¡Sí, entrenador!
Tras su entusiasta exclamación el par de adultos se retiraron, restándole tensión al ambiente.
—Maldición, tu viejo es bastante intimidante. Y no parece estar muy feliz o confiado de que juegues béisbol. —Kuramochi tenía una lengua bastante suelta y franca.
—No puedo culparlo. No obstante, eso no significa que claudicaré y volveré con la cola entre las patas —certificó—. No pienso desaprovechar la oportunidad que el entrenador Kataoka me ha dado.
—¿Por qué sonríes tan sospechosamente? —cuestionó Sora al pelmazo de Miyuki.
—Me lo he estado preguntando desde hace un tiempo. ¿Por qué tienes esa loca idea de que estoy pensando en algo malo cada vez que sonrío? —preguntaba.
—Porque cada vez que lo haces, Eijun-kun y Furuya terminan mosqueados o peleándose entre ellos. Y estoy segura de que has pensado en algo justamente ahora.
—Vamos, no seas tan desconfiada.
Que le diera un par de palmadas en la espalda no ayudaba a fomentar la confianza mutua.
—Solamente estaba pensando en que las cosas se pondrán muy interesantes de ahora en adelante.
—Deja de disfrutar de la desgracia ajena.
—Piensa en lo mucho que mejorarán los bateadores al sentirse amenazados de que el nuevo les quite su puesto en el equipo principal. —Se reiría abiertamente. No le importaba ser escuchado por otros—. Tal parece que el entrenador desea que nuestros chicos crezcan tanto como les sea posible y se ha valido de un buen método para ello.
—Tal vez deberían aprovechar y meter a un nuevo cácher para que el que ya tenemos sienta la presión y se ponga a trabajar como debe —comentó casual.
—¿Dónde encontrarán a otro receptor tan carismático y genial como yo? Claramente en ninguna parte. Es imposible.
Yūki exhaló, buscando hallar la paciencia que se le extraviaba cada que Kazuya abría la boca.
—No me quejaría de que nuestro catcher fuera alguien serio, responsable y confiable como Harada-san.
—Tiene un semblante de que está sufriendo —comentaba burlonamente—. Aunque no puedo culparlo, tiene que lidiar con Mei todo el tiempo ¡Espera! ¿Cómo que no soy confiable? —Ella desvió su mirada hacia otro lado—. Furuya te ha pegado sus malos hábitos.
—Incluso si tuviéramos a Masu-kun no me quejaría. Se le ve carismático y dispuesto a trabajar en armonía con su pitcher sin importar qué tan difícil sea este.
—Te recuerdo que fue su lanzador el que se me echó encima como un animal salvaje.
Porque haber pasado tres semanas sin practicar ni participar en partidos oficiales no le hizo ninguna gracia.
—Además es muy bajito y simplón para el equipo.
—Trece centímetros no son la gran cosa. Y si a esas vamos, Harada-san es más alto que tú.
—¿Cómo es que sabes datos tan irrelevantes como esos?
Una cosa era que conociera a esos receptores y otra muy diferente que supiera sus estaturas.
—Soy buena memorizando información numérica.
—Eres cada día más rara.
—Y tú cada día más insoportable, pero igualmente debo tolerarte por el bien del equipo —sentenció, frunciendo el ceño.
¿Por qué tenía que lidiar con gente como esa cuando no gozaba del don de la paciencia?
—No veo qué tiene que ver una cosa con la otra.
—Por tu integridad física, es mejor que sea de esa forma —estipuló Sora con una pequeña sonrisa.
—¿Por qué tengo esa sensación de que me has amenazado pasivamente? —Miyuki se sentía intranquilo.
—Ya debes estar muy cansado de descansar tanto porque hasta alucinas cosas —indicó, dándole un golpecito en su espalda.
—¿Cómo demonios se puede estar cansado de descansar? —No obtuvo respuesta—. ¡Ey, deja de fingir que revisas tu celular cuando te estoy hablando!
—¿Sucede algo, líder en entrenamiento? —interrogó inocente tras despegar sus ojos del electrónico.
—Deja de relacionarte con Sawamura y Furuya.
—Sora —llamó Souh antes de acercarse a ambos—, ¿crees que tengas un momento?
—Por supuesto —expresó cordial—. No me digas que estás preocupado por unirte a Seidō.
—De hecho, estoy emocionado por empezar a practicar. —Y esa exaltación saltaba en sus celestes pupilas—. Y ya me advirtieron de los entrenamientos infernales del entrenador.
—¿Entonces?
Tatsuhisa exhaló como si no quisiera decir lo que tenía que comunicarle.
—Quiero entregarte algo que te mandó mi madre, pero no había tenido la oportunidad de dártelo antes porque había estado entretenido con Eijun. —Se excusó.
—¿Algo que te dio tu mamá? ¿Cómo es que...?
Él no tuvo que responderle verbalmente porque le había dado su celular con la aplicación de Line abierta; allí se leía un largo mensaje enviado por una persona sumamente familiar para ella.
—¡Mi propio hermano me ha traicionado!
—Mi hermana tampoco es mejor —habló con molestia—. Ella leyó el mensaje y se lo contó a mi madre. Y por eso acabé con muchas cajas de galletas en mi equipaje.
—¿Has dicho galletas? —Aquella palabra era capaz de otorgarle más brillo y vida a sus apacibles ojos—. ¿De esas de mantequilla que tan deliciosas le quedan a tu madre? —Desbordaba en felicidad.
—No imaginé que fuera capaz de tener expresiones faciales como esas y menos por algo tan simple como unas galletas.
Kuramochi sabía aprovechar muy bien su velocidad cuando del cotilleo se trataba.
«Con que se lleva muy bien con la mamá, ¿eh? Bueno, eso podría significar algo. Aunque…».
—Con lo glotona que es no es para menos —decía Kazuya con guasa—. Lo que sí me sorprende es que no esté rodando a este punto.
—Se desplazaría mucho más rápido por el campo de béisbol y podría recolectar las pelotas en menos tiempo.
Ese par se carcajeaban estruendosamente, despertando la cólera de Sora.
—Siempre tan cómicos, ¿no?
Era la primera vez que la veían sonreír tan fresca y encantadoramente. Y eso los alertó sobre el inminente peligro.
—Muchas gracias, Eijun-kun —gratificó al notar la cubeta amarilla a su costado llena de blancos esféricos.
—¡Espero que con estas sean suficientes! —La traición poseía nombre, apellido y una posición en el primer equipo de Seidō—. ¡Diviértase, Sora-senpai!
—Y no olvide usar esto para mayor comodidad. —Ahí estaba el otro traidor, entregándole un guantelete—. Recuerde, la piedad es para los débiles.
—¡Y yo que creía que nos golpearía o algo! —Kuramochi la encaró con una mirada desafiante—. No podemos esperar que una niña como ella sepa siquiera lanzar.
—De seguro su puntería apesta. Justo como los horribles lanzamientos que tenía Sawamura cuando entró al equipo.
Pareciera que sólo se compenetraban bien cuando de joderle la vida se trataba.
—Será mejor que corran. —Les aconsejó Souh.
—¡Jamás huiremos de una mujer como ella! Y mucho menos si planea intimidarnos con unas pelotas de béisbol. —Yōichi no escaparía contra algo que controlaba tan eficientemente.
Y antes de que pudieran regalarle el siguiente comentario burlesco, callaron abruptamente. No porque se sintieran mal por meterse tan injustamente con ella, sino porque algo cruzó a toda velocidad entre ambos hasta estrellarse contra la primera superficie sólida que halló.
—¡E-espera...! ¡Eso acaba de ser...! —Kuramochi giró su cabeza hacia atrás, hacia el trayecto que había recorrido la pelota.
—Una bola rápida...—concluía el experto en lanzamientos.
Ya tendrían otro día para admirar lo que casi se estampa contra sus rostros. Por ahora debían huir, correr tanto como sus piernas se lo permitieran porque solamente así evitarían que uno de esos veloces lanzamientos se estrellara contra alguna zona blanda de su cuerpo.
