¡Buenas tardes! No sé desde cuándo desaparecí, pero... Lo importante es que he regresado —momentáneamente—. Así que disfruten de este capítulo que quedó un poquito largo. Y recuerden usar cubrebocas y gelecito para que no se enfermen.
Cascade
Su primera escala fue el comedor. Allí se encontraban sus padres cocinando presurosamente. Hasta la mesa que recibiría a los invitados esa noche estaba llena de trastos sucios que la volvían poco presentable.
—¿Quieren que vaya a comprar algo? ¿Necesitan que lave los trastes? —Estaba deseosa de que le dijeran que no.
—Quiero que termines la limpieza del ático —contestó su madre sin voltear a verla. Estaba concentrada metiendo unos suflés al horno.
—Y lleva unos cuatro futones —pidió su padre mientras decoraba un pastel casero con crema batida y fresas.
—Entendido.
—Y otra cosa, Sora. —La llamó su progenitora antes de que abandonara la cocina—. Espero no te moleste, pero tendrás que compartir tu habitación con Hiriko-chan esta noche.
—¿Hiriko?
A veces no podía ocultar el disgusto que ciertos temas o determinadas personas le causaban hasta el punto en que sus gestos faciales hablaban por ella. Y aunque sabía que a su madre le disgustaba esa mala actitud no iba a minimizar su reacción.
—Que se quede en el sillón cama de la sala.
—Yūki Sora, trátala bien. Si te veo siendo maleducada con ella tendré que castigarte. —Las amenazas de su progenitora no podían ser pasadas por alto; por eso haría lo que ella le pedía—. Es tu prima. Llévense bien.
—Dormirá en mi habitación, en el piso —sentenció con una actitud que rozaba lo intransigente.
Era obvio que no estaba en negociación su decisión.
—Sora, eso es muy descortés de tu parte.
—Vamos, tranquilas las dos. —El padre intervino para calmar las aguas. Incluso llevó su mano hasta el hombro de su esposa—. Sora, ve a hacer lo que tu madre te ha dicho.
—Sí, seguro. —Se retiró dejando a su mamá con muchas cosas por decirle.
—Es tu culpa que ella sea así de caprichosa. Y lo sabes.
Su regaño resbalaba en quien sonreía tan despreocupadamente; no había manera de negar que él había sido quien engendró a tan rebelde semilla.
—Me alegra tanto que ni Tetsu ni Masa sean como tú y mi padre.
Usualmente las tareas de limpieza no representaban mayor problema porque era una actividad que adoraba. No obstante, estaba fatigada por toda la faena del club de béisbol y la desvelada que cargaba sobre sus hombros.
Para cuando terminó de trapear se recargó contra la pared, deslizándose hasta el suelo.
—Empiezo a agarrarle odio a la Navidad.
—¿Por qué? Si siempre te ha encantado.
La voz de su viejo amigo la hizo voltear hacia el umbral. Allí se encontraba Kishō usando un llamativo gorro de Santa Claus con cuernos de reno.
—Ya empezó...—Se le cruzó la idea de quedarse botada y fingir demencia con respecto a la fiesta navideña que tendría su familia—. ¿Por qué no compramos pollo frito como el resto de las familias japonesas?
—Jamás conocí a nadie con más espíritu navideño que tu padre —habló y se acercó hasta su amiga—. Te ha dejado tu gorro en tu habitación.
—Es cuando me alegro que Kazuya no haya venido o tendría material suficiente para burlarse de mí hasta el cansancio.
—Hubiera sido la ocasión perfecta para que lo conociera un poco más —expresó divertido.
—Lo que mis hermanos no tienen de celosos y protectores lo tienen tú y Rei-chan. Menos mal que Sae es neutral.
—Te quejas e igual no haces nada. —Se sentó a su lado. Ella suspiró—. Supongo que le diste un regalo por Navidad. Tus ojeras me lo dicen.
—Mi madre me obligó.
—Sora, te conozco desde los siete años. No vas a engañarme.
—Le tejí un par de cositas. Nada del otro mundo. ¿Contento? —expresó con tedio.
—¿Y recibiste algo a cambio? —Ella mostró el colgante de gatito que tanto le había fascinado—. Ha sabido explotar tu debilidad por las cosas adorables.
—No es que él lo supiera. Ha sido mera coincidencia.
—Sora, ¿puedo preguntarte algo sin que termines enfadándote?
—Tú preguntas sin pensar en que pueda molestarme o no.
—Eso es verdad. —Su cinismo jamás se hacía esperar—. ¿Todo está bien?
—Mis calificaciones son impecables. Mi desempeño en el equipo de béisbol es decente. Y estoy siendo una gran hija al ponerme a limpiar todo esto sin quejarme —mencionó para quien la observaba desde el rabillo del ojo.
—Sí, supongo que es demasiado pronto para preguntar. Únicamente han pasado unos cuantos meses desde aquello. —Él habló y ella se mantuvo en mutismo, sin moverse ni parpadear—. Y justo este día es...
—Su cumpleaños —concluyó absorta en la pantalla de su celular. Había abierto el calendario, encontrándose con aquella marca que indicaba un evento importante que no debía olvidar.
—Este año le darán carbón.
El comentario burlesco de Rokujō provocó que saliera de aquella nube de sentimientos contradictorios; era la forma en que él le recordaba que no debía dejarse tragar por ese capítulo de su pasado.
—Y a nosotros un par de suéteres muy feos que tendremos que usar durante toda la fiesta.
La puerta del ártico crujió al ser abierta nuevamente. Ese par de adolescentes se enfocaron en quienes habían subido, saludándolos con gran entusiasmo.
—¡Shiko-chan, Rei-chan! —exclamó el pelirrojo con gran emoción.
—Pensé que llegarían más noche. —Sora siguió con la mirada al par de jovencitas que se sentaron frente a ellos—. La casa todavía es un caos. Pueden estar en mi habitación en lo que terminamos todo.
El verde esmeralda de sus pupilas rebozaba de fervor. Y el blanco de su piel iba a tono con el rubio claro de sus onduladas cabelleras. Eran, a simple vista, como dos gotas de agua; sin embargo, las diferencias se hacían notorias entre más atención se les prestaba.
A una le agradan los tonos oscuros en sus prendas. La otra sentía una obvia devoción hacia el morado y sus diversos matices. Mas ambas coincidían en llevar el pelo suelto y usar brillo labial para resaltar sus pequeños y delgados labios.
Ambas poseían una beldad envidiable.
—Te ayudaremos —expresaron las gemelas.
—De ninguna manera. Terminarán ensuciándose. —Yūki no permitiría que ellas enmugrecieran sus ropajes; menos cuando venían tan arregladas para la fiesta—. Ki-chan y yo nos haremos cargo.
—Sí. Despreocúpense. Y vayan al cuarto de Sora.
Ellas se vieron y suspiraron con resignación.
—Reira, bajemos y acomodemos los regalos en la habitación de Sora —habló quien profesaba un amor hacia el púrpura y sus derivados.
—Estoy segura de que papá ya lo hizo. No obstante, echemos un vistazo o nuestra madre nos llamará la atención —añadió—. Nadeshiko, ¿me estás escuchando? —preguntó tras ver a su igual haciendo uso del teléfono móvil.
—Lo siento. Estaba escribiéndole a Souh... Ya ves que tiene que permanecer en los dormitorios.
—Y yo que creía que le estabas mandando mensaje a Tetsu-san —indicó con inocencia. Su hermana no podía ver el rojo de sus mejillas.
—¡Reira! —Le gritó. Y la otra rio—. Ey, ¡devuélveme mi celular!
—Mira este bonito historial que tienes con el hermano de Sora.
Ellas continuaron riñendo. Sus espectadores se limitaron a aceptar que les tomaría más tiempo el terminar con las tareas de limpieza.
—Primero el hermano mayor y ahora la hermana menor. —Kishō habló. Sora esperó—. Parece que los Tatsuhisa tienen algo con los Yūki. ¿O será al revés?
—A veces una cosa lleva a la otra. —Su respuesta fue escueta—. Si mi hermano y ella son felices no creo que importe otra cosa. —Del mismo modo que ella lo había sido al lado de Souh.
Recordaba haber atendido la puerta después de que tocaron con la suficiente insistencia y fuerza para sacarlo de su etapa más temprana de sueño. Lo último albergado en su memoria inmediata era haber sido llevado con fuerza, lejos de su lugar de confort.
Parado en medio de una habitación que le resultaba terriblemente familiar, notó que había varios beisbolistas reunidos, llenos de energía, platicando de cualquier tema nulamente trascendental.
—Buen trabajo, Sawamura, Furuya. —Fueron las palabras de recibimiento que salieron de la boca de Kuramochi.
—¡Fue duro de convencer, mas lo logramos! —gritó Eijun orgulloso.
—Le dijimos que nuestro capitán debe convivir con el resto del equipo. Así que aceptó sin más. —Satoru habló.
—Si eso fuera cierto, ¡no me tendrían de esta manera! —vociferó la víctima de esos dos pitchers.
Lo habían arrastrado hasta ahí en contra de sus deseos.
—Miyuki, deja de dramatizar y toma asiento —ordenaba Yōichi después de regresar su atención al televisor de la habitación.
—Oye, tú no tenías una tele como esa...—Kazuya no tenía tan mala memoria para no darse cuenta que el viejo televisor había sido sustituido por uno plano, de plasma—. ¿De dónde salió?
—El viejo televisor no posee entradas HDMI. Así no podemos conectar la consola —explicaba para quien seguía sin entender nada—. Por eso tuvimos que traer este.
—Tus años de delincuente juvenil te siguen persiguiendo hasta estos días. Mira que robarte un televisor. —El cácher amaba demasiado atormentar al corredor que poco le importaba el desenlace de su integridad física.
—¡Maldito seas, Miyuki! —Tomar a su capitán del cuello de su camisa ya era un clásico entre ambos—. ¡Yo no he robado nada! Es el televisor de Tatsuhisa.
—Ustedes siempre tan llenos de energía —expresó quien venía entrando en compañía de Maezono.
—¿La has traído? —cuestionó Kuramochi soltando a su capitán.
—Por supuesto que sí.
—También trajimos más botana. —Kenta usaba la enorme apertura de sus brazos para cobijar numerosas bolsas de frituras—. Espero que con esto alcance.
—Chicos, la mejor decisión sería irse a dormir y descansar para mañana...—Como siempre ocurría, la recomendación de Miyuki fue ignorada.
—Es tan pequeña, pero a la vez es capaz de darte una inmensa felicidad.
Yōichi sostenía entre sus manos uno de los objetos más preciados que el ser humano haya podido crear. Admiraba los colores de neón de sus joy-cons, su compacta y rectangular pantalla táctil y sus pequeñas y deseables crucetas.
—Eres tan perfecta como te soñé.
—¿Está hablándole a un aparato? —El de gafas observaba al obseso de los videojuegos, dedicándole palabras sin sentido a una consola; no sabía si echarse a reír o grabar ese momento tan patético. Al final hizo lo segundo.
—Ya está conectado el cable de corriente, así como el HDMI. —Norifumi estaba confiado de su instalación.
—¿Cuál jugaremos? Hay muchos títulos interesantes aquí. —Kanemaru tenía una caja de cartón sobre sus piernas; adentro había una gran cantidad de videojuegos que revisaba con mucha curiosidad.
—Tiene que ser uno que posea multijugador o nos aburriremos —propuso Shirasu para todos.
—¡Juguemos este! —El zurdo sacó el videojuego elegido y lo alzó hacía el techo para que todos lo apreciaran.
—Haz hecho una gran elección, Sawamura. —Lo felicitó Kuramochi con una patada en el trasero—. Super Smash Bross Ultimate. Es el más nuevo que ha salido hasta el momento.
—Sí, tiene una gran cantidad de personajes. Aunque eso de comprar su DLC no me hizo mucha gracia; pero oye, trae personajes interesantes para usar. —El francés liberó los joy-con y conectó un control directo al dock de la consola híbrida—. Las partidas serán de tres jugadores, ¿les parece bien?
—No tengo problema. Yo pido el mando pro. —Yōichi deseaba experimentar un juego de peleas con un controlador apropiado.
—Igual te derrotaré usando esto. —Señaló Tatsuhisa a su mando azul neón. Estaba muy seguro de sus habilidades.
—No se olviden de mí. O podrían terminar mordiendo el polvo. —Kanemaru se había apropiado del joy-con rojo neón.
—¡Nosotros tres queremos ser los siguientes! —La voz estruendosa de Sawamura nunca podía ser ignorada—. Furuya, Haruicchi y yo seremos el mejor equipo.
—¿Por qué no hacemos equipos de tres? Así cada miembro puede pasar a representar a su equipo y acumular victorias. —La propuesta de Kuramochi parecía agradar, parecía encender la llama de la competitividad de casi todos los allí reunidos.
—¿Y cuál será el premio? —Souh expuso la duda de muchos—. Debe haber algo más que el dulce sabor de la victoria.
—¿Que les parece si los perdedores hacen lo que el equipo ganador pida? —Kawakami sonreía ante su propuesta. Tal vez buscaba un poco de justicia.
—No parece mala idea. —Kenjirō se mostraba a favor.
—Nos jugaremos la dignidad en todo esto, eh. —Maezono no sabía si correr el riesgo o no.
—Sí —afirmó Watanabe.
—¿Y si hacemos algo diferente? —habló Kuramochi captando el interés de todos—. Ya saben, quien gane puede preguntar cualquier cosa a los perdedores y estos tendrán que responder con la verdad. —Su visión iba más allá de la de esos adolescentes; era un hombre que siempre iba dos pasos por delante—. ¿Aceptan o temen aceptar el reto?
Todos callaron. Todos asintieron.
—¿Cómo formaremos los equipos? —preguntaba Kominato—. ¿Elegimos nosotros mismos a los miembros o lo dejamos a la suerte?
—Hagamos un sorteo con papelitos y asunto arreglado. —Las soluciones simples de Kanemaru a veces eran la mejor elección.
El sorteo se realizó con rapidez y bastante transparencia, permitiendo que fuera la suerte la que dictaminara qué caminos se entrelazarían para formar equipo y competir por la anhelada victoria.
—Estás en el hoyo —comentario que emergió de Kuramochi cuando contempló a los miembros del equipo de Tatsuhisa. Él era su rival recurrente en los juegos de pelea; y, por ende, su mayor amenaza para salir vencedor.
—Pido ser ese personaje amarillo y redondo que usa botas rojas —expresó Satoru con un ligero tono de motivación en su timbre de voz.
—Debes referirte a Pac-Man —aclaraba Souh para quien era un miembro de su equipo.
—Yo ni siquiera estoy aquí por voluntad propia...—Miyuki, quien no pudo escapar, había acabado emparejado con el monstruoso pitcher y el francés.
—No van a dejar que escapes de aquí. Te aconsejo que seas participativo. —Remarcó Tatsuhisa. Y es que el enorme de Maezono estaba bloqueando la puerta—. Serán unas cuantas partidas y ya.
—Usa esa habilidad para comandar el equipo a la hora que juegues y todo será muy sencillo.
Kazuya no sabría decir si Furuya era muy inocente, muy positivo, le tenía demasiada fe o qué. Las cosas no funcionaban de esa manera.
—Descuida, hay personajes que son muy fáciles de usar y sus ataques especiales son inesperadamente buenos. —Souh se mostraba entusiasta con respecto al tema—. Si perdemos, Kuramochi va a humillarnos.
El cácher jamás podrá olvidar que meses atrás ese descarado oriundo de Chiba lo volvió su sirviente fiel. No podía permitirse experimentar otra humillación de semejante talla.
—Estoy dentro. —Porque incluso él poseía un orgullo que defender.
Los chicos se habían dividido en cuatro equipos con tres miembros. Cada uno de ellos se turnaría para celebrar una contienda y poder así, obtener un punto a favor.
—Son tan malos que resulta divertido. —Yōichi veía a Sawamura, Furuya, Maezono y Tojo enfrentándose; cada uno andaba atacando al escenario en vez de a su contrincante.
—Sawamura, tu teléfono está sonando. —Satoru tenía el electrónico en su mano derecha, mostrando una llamada entrante.
—Wakana...—Leyó Kanemaru.
Y en cuanto Kuramochi escuchó dicho nombre fue a hacerle una amistosa llave al escandaloso muchacho.
—¡Kuramochi-senpai, déjeme que voy ganando!
—¡Idiota, ya saliste volando dos veces por tus propias bombas! —Nada como apretarlo un poco más.
—Eijun-kun, sé que estás cansado y lo único que debes querer es descansar, pero espero que te hayas divertido en la cena navideña que hicieron en el club de béisbol... Acá hemos tenido una gran fiesta entre los chicos y nos fue imposible no acordarnos de ti. Especialmente porque esta es la primera Navidad que pasamos sin ti. —La voz del otro lado de la bocina sonaba entusiasmada, como si sus palabras estuvieran teñidas de un sentimiento cálido y sincero—. ¡Feliz Navidad!
—¡Responde, idiota! —Yōichi hizo más suave la llave que le aplicaba al menor para que hablara.
—Feliz Navidad para ti también, Wakana. —Sawamura pedía piedad.
—Se oye muy animado por allá. Debes estarte divirtiendo en grande, Eijun-kun. —Si pudiera ver lo que ocurría no se oiría tan contenta—. Me alegra que estés haciendo buenos amigos.
—¡Eso no es…! —El pitcher ya no podía hablar. Kuramochi ya lo había callado al meterle una pelota de béisbol en la boca.
—Descuida Wakana-chan, Sawamura se está divirtiendo mucho con todos nosotros. Aquí todos somos buenos amigos. —Yōichi se había adueñado del teléfono móvil—. Seidō te desea Feliz Navidad a ti también.
—¡Entréguemelo! —gritó en vano Eijun. La llamada había terminado.
—Pobre Sawamura, ya no pudo hablar con su novia. —Tōjō compadecía al joven que estaba luchando por recuperar su celular.
—Qué bien te lo tenías guardado, Sawamura —espetó Kanemaru con cierta molestia.
—Ya hasta tuvimos la oportunidad de conocerla —informaba Kominato para la comunidad.
—Deberías llamarla y charlar un rato con ella —aconsejaba Kawakami—. Después de todo, no se han visto en esta fecha tan especial.
—¡Que no es mi novia! Es únicamente una amiga de la infancia.
—Idiota, deja de mentirnos. —Y allí iba otra linda patada directo en su trasero.
—¡Kuramochi-senpai, usted ya tiene novia...! Lo he visto mandándose mensajes con alguien mientras pone una boba sonrisa. —Nada como desbancar a alguien en frente de todos.
Y los murmullos alrededor de Kuramochi no se hicieron esperar.
—¡No es mi novia! ¡Es mi rival!
—Muchas relaciones empiezan a raíz de la sana competencia —indicaba Tatsuhisa de lo más fresco mientras era su turno para tomar el mando.
—Y teniendo novia, andas coqueteándole a la de Sawamura. Muy mal de tu parte. —Norifumi era un chico recto de buena moral que no veía con buenos ojos ese comportamiento casi infiel.
—¡Que no es mi novia! —repitió el acusado ya con el ceño fruncido—. Es únicamente una chiquilla molesta que se jacta de ganarme cada vez que jugamos.
Todos se miraron, observaron el rostro de enfado del muchacho y se echaron a reír. Kuramochi los maldijo; sus mejillas se tiñeron levemente de rojo.
—¡Jueguen de una maldita vez!
¿Cuántas rondas habían disputado desde que el primer equipo inició aquella competencia que traería más momentos vergonzosos que glorias? ¿A dónde había quedado la cordialidad que tenían como compañeros de equipo? ¿Es que un juego de peleas lo había cambiado todo?
Era de obviarse que el mayor número de victorias recayera sobre Kuramochi y Tatsuhisa por ser los más afectos al mundo de los videojuegos. Sin embargo, el resto empezaba a dominar el personaje que habían elegido.
—Si estabas esperando que por ser de reflejos hábiles fuera capaz de reaccionar bien en un juego de peleas, estabas en un grave error. —Yōichi tuvo la fortuna de que Maezono y Kanemaru tuvieran un buen desempeño y se adueñaran de algunas victorias—. Miyuki sirve exclusivamente para el béisbol y para cocinar.
—Cloud es un personaje versátil. No es muy difícil de manejar... Supuse que sería pan comido para él. —Souh, gracias a las escasas habilidades para los videojuegos que sus compañeros de equipo poseían, estaba en cuarto lugar en el ranking.
—¡Haruicchi, derrótalo! ¡Demuéstrale a nuestro capitán quién es el que manda! —vociferaba Sawamura—. ¡Haz que Kirby lo devore y lo escupa!
—Otra vez —pidió Kazuya en cuanto se mostró la pantalla con el daño de cada personaje.
—Por mí no hay problema. Pero los chicos tal vez deseen jugar...—Kominato, era después de todo, cortés y considerado con sus compañeros.
—Jueguen todo lo que quieran. El ganador ya ha sido decidido. —Kanemaru emanaba júbilo. Él formaba parte del equipo vencedor y no tendría que pasar por preguntas bochornosas.
—¿Por quién comenzaré? —Yōichi miraba a todos con impaciencia—. Iniciaremos con una pregunta grupal...—Los chicos ya querían que se dejara de rodeos—. ¿Alguno de ustedes ha visto a Takashima-sensei como algo más que la asistente del entrenador?
Sus palabras fueron como una dura bofetada. Y la gran mayoría de ellos demoraron en procesar el significado real de aquel cuestionamiento.
—¡Por supuesto que no! —replicó Kenta inmediatamente.
—Zono, tú no debes responder —regañaba Kuramochi a quien se había alterado más de la cuenta.
—Hay que admitir que es una mujer atractiva. —Kanemaru, otro que no debía hablar—. Cualquier chico de nuestra edad podría sentirse atraído hacia ella.
—Miyuki, por ejemplo. —Semejante pedrada había venido de la mano de Yōichi—. Que por algo le habla tan confianzudamente...
—Eso es cierto. He escuchado cuando la llama «Rei-chan». —Kawakami era testigo de ello.
—A algunos chicos les gustan las mujeres maduras, que saben lo que quieren —expresó Watanabe—. Tal vez Miyuki sea de esa clase de chicos.
—¡Ey! —exclamó quien le había puesto pausa a su partida—. Rei-chan y yo nos conocemos de hace unos años atrás. Por eso me dirijo a ella de ese modo.
—Escuché de las mánager que Takashima-sensei parece tener un recuerdo traumático con Miyuki. Del día en que se conocieron. —Shirasu les contaba algo sumamente sustancial que no podía ser ignorado—. Hasta le advirtió a Sora-senpai de que no dudara en abofetear a Miyuki.
—¡Lo sabía! ¡Sabía que eras un pervertido, Miyuki Kazuya! —Eijun apuntaba a su capitán con el entrecejo corrugado—. ¡Iré a contarle al líder que engañas a su hermana con nuestra maestra de inglés!
—Lo mejor será que termines con Sora. Le evitarás el conocer otra faceta horrenda de tu persona. —Yōichi estaba disfrutándolo—. Descuida, ya habrá quien la consuele.
—¡Yo no he hecho nada malo!
Y nadie le creyó.
—¡Seguramente te le quedaste viendo donde no debías! —Eijun también se unió a la masacre del capitán.
—De modo que tienes un fetiche como ese, Miyuki. —Kuramochi continuó con el ataque—. ¿Qué pensará Tetsu-san cuando le diga que el novio de su hermanita miró de forma lasciva a Takashima-sensei?
—Lo más lógico, que se aleje de él. —Kawakami estaba sorprendido por los bajos instintos de su capitán—. Su hermana no merece andar con una escoria de hombre como él.
—Eso es muy fuerte, pero muy cierto —apoyaba Tōjō.
—¡¿Fetiche?! ¡¿Pervertido?! ¡Nada de eso es cierto! —Tenía que poner un alto a ese grado de difamación—. No fui yo de quien se quejó Rei-chan aquella vez que fue a Chiba a reclutar a cierto gamberro que la saludó con la mirada extraviada en donde no debía.
El acusado había cambiado. Ahora la atención se la estaba llevando Kuramochi.
—Ah, sí. También mencionó a un escandaloso pitcher zurdo que no lo escuchaba y únicamente la veía del cuello hacia abajo.
—¡¿Cómo te atreves a levantarme falsos?! ¡El único pervertido eres tú y Kuramochi-senpai! —Eijun se defendió.
—Bien, siguiente pregunta. —Ignoró a quien no dejaba de señalarlo. Había un tema más apremiante que retomar—. ¿Cuál es su mánager favorita?
Todos sabían que iba a ser vergonzoso el interrogatorio del corredor, mas no esperaban que tanto.
—¿En qué sentido? —Kanemaru quería que fuera claro.
—En el sentido de cuál les parece más atractiva. —La respuesta de Yōichi los condenaba aún más—. Hablen.
—A mí todas me parecen chicas agradables y bonitas. —Norifumi decepcionó a más de uno con su contestación—. Chicos, recuerden que lo que importa de una persona es su forma de ser.
—Ya nos queda claro por qué sigues soltero. —Kanemaru no estaba teniendo mucha piedad esa noche.
—Concuerdo totalmente con Nori. —Watanabe es otro buen chico que iba por la vida con una sonrisa y buena actitud—. Cada una de ellas es bonita a su manera.
—Lo siento chicos, no puedo ofertar una respuesta. —Tōjō captó el interés de los muchachos y ansiaban que continuara—. Sería como si estuviera cometiendo infidelidad.
Oficialmente todos estaban muy confundidos.
—¿Estás insinuando indirectamente que tienes novia? —Kuramochi no lo creía; o tal vez no deseaba aceptarlo.
—Sí. Tengo novia. —Tal realidad sacudió con dureza a quienes ese asunto les podía más de lo que debería—. Nos conocimos en secundaria y aunque ahora no asistimos a la misma preparatoria, decidimos tener algo.
—Es con ella con quien te veo mandándote mensajes antes y después de las prácticas de béisbol —dictaminó Kanemaru.
—¿Y ustedes? —Porque el corredor no había escuchado la respuesta de los tres de primero.
—Todas han sido amables y pacientes conmigo. Son buenas chicas. —Furuya, era sin objeción alguna, el sujeto más raro de todos. Tal vez el sexo femenino no provocaba reacción alguna en él.
—¡Sí! ¡Furuya está en toda la razón! —exclamaba Sawamura. Tal vez sí había algo malo en ese par.
—Cada una de ellas tiene lo suyo. —Haruichi tomó la palabra y todos se limitaron a escuchar—. Aunque considero que Takako-san sería mi elección.
—Le van las mayores...—susurraba Shinji con sorpresa—. ¿Jun-san no estaba saliendo con ella? —interrogaba Kenta.
—Hasta donde sé, no. —Shirasu estaba muy bien informado—. Por lo que la guerra no está pérdida aún.
—Tan callado y serio que te ves, y mira con qué nos has salido. —Yōichi sonreía divertido y el menor se sonrojaba con prontitud—. Solamente falta que nos digas que apuntabas hacia los intereses románticos de Ryō-san.
Haruichi no se pronunció. En su lugar deslizó sus manos cerradas por encima de sus rodillas. Desde esa postura se le veía tan cohibido; dejaba claro que había dado en el blanco.
—Es cuando agradezco no tener hermanos. —Kuramochi no fue el único que no daba crédito a que el menor de los Kominato pudiera tener una faceta como esa.
—Algunas de ellas eran muy amables y agradables conmigo. Guardo buenas memorias. —Su dulce sonrisilla y esa aura empapada de inocencia hacía todo muy sospechoso.
—Me suena a que él es quien le robaba los intereses románticos a su hermano mayor...—susurraba Shirasu para sus compañeros de equipo.
—Ya que Miyuki sale con Sora, no tiene sentido que le pregunte a él, porque es obvia su respuesta. Por lo que me quedas tú, Tatsuhisa. —Yōichi no se había olvidado del francés. Lo había dejado hasta el final por motivos que sólo él y el implicado conocían—. Bien, ¿cuál es tu favorita?
—Tendría que conocerlas un poco más para poder decantarme por alguna de ellas. Porque como dice Nori: no puedes basarte únicamente en el exterior. —Sus palabras expresaban absoluta seguridad y convicción; todos allí habían quedado satisfechos; con excepción de Kuramochi.
«Tendré que darle crédito por librarse de esta pregunta».
Intercambió miradas con Souh y sonrió con diversión; él no era tan fácil de molestar como el resto de sus compañeros.
—¿Qué es lo más vergonzoso que han hecho por una chica que les gustaba? Haya sido o no su novia.
—En la primera cita que tuve con la chica que me gustaba no sabía qué ponerme por lo que renté un traje y era tan feo y ridículo que todos se me quedaban viendo en la calle. —Kawakami pasó de mirarlos a agachar la mirada. Conmemorar lo ocurrido aquel sábado por la tarde le coloreó las mejillas—. ¡Dejen de mirarme!
—Ustedes no tienen por qué saberlo, ni yo tengo por qué aclararlo, pero mi primera cita terminó con una chica muriéndose de la risa mientras intentaba quitarme una botarga de conejo a la que se le atoró el cierre. —La anécdota de Shirasu los dejó patidifusos hasta el punto en que no comprendían cómo aquella salida romántica terminó tan mal—. Cada vez que ella me ve no puede evitar carcajearse.
—Algún día ambos lo olvidarán y podrán seguir con sus vidas. —Tōjō palmeó su espalda, infundiéndole ánimos para proseguir y olvidarse de ese evento tan vergonzoso—. Pudo haberte ido peor. Pudiste haber ingerido su comida y tener que fingir que estaba deliciosa cuando sabía horrible...y entonces terminar esa noche en urgencias por intoxicación alimenticia.
—Una vez me confundieron con una chica...—La revelación de Kominato llevó a los chicos a verlo fijamente y aguardar a que diera más detalles—. Estaba esperando a la chica fuera de la escuela y cuando salió en compañía de sus amigas, ellas le pidieron que les presentara a su amiga...
—Ustedes ni siquiera tienen cara de que se hayan interesado por una chica. Ni pierdan el tiempo inventando algo. —Kuramochi no quería lidiar con ese par de raritos, por lo que lo mejor era pasar de ellos—. Miyuki, Tatsuhisa, faltan ustedes dos.
—No, nada. Jamás he pasado por algo como eso —expresó Kazuya con naturalidad.
—Idiota, ¡deja de ser tan engreído! —Yōichi había sido muy ingenuo al pensar que ese receptor pudiera haber hecho algo por otro ser humano—. ¿Y tú, Tatsuhisa?
—Tuve una novia un poco...intensa. —hablaba el francés con una suave mueca de desagrado en sus labios—. Así que para nuestro primer mes de noviazgo me obsequió una camisa... con su rostro y un mensaje cursi impreso. Tuve que usarla toda esa tarde.
Todos entendieron lo horrible y escalofriante que fue aquel episodio de su vida. Sin embargo, no pudieron contenerse al imaginarse a Souh portando tan ridícula prenda. La habitación se llenó de risas que no cesaron hasta un par de minutos después.
—Hasta mis hermanas sintieron pena por mí. Aunque eso no las frenó de hacerme burla por un mes entero. —La fraternidad a veces no era tan maravillosa como la pintaban.
—Oh, tienes hermanas. —La gran mayoría se giró hacia Kanemaru, acusándolo de que era demasiado obvio lo que quería—. Digo, aquí la mayoría somos hijos únicos o tenemos hermanos. —Intentó corregir—. Algún día deberías invitarlas a Seidō para que vean a su hermano practicar arduamente.
—Y presentarles a tus geniales compañeros de equipo. —Yōichi podía ser tan cínico a veces.
—Chicos, eso no está bien —habló Maezono con seriedad—. No querrán romper una de las normas no escritas del béisbol.
—¿De qué reglas estás hablando? —interrogaba Kawakami con notoria curiosidad.
—Hay reglas no escritas en la disciplina del béisbol que todo jugador tiene que respetar. —Shirasu era otro conocedor del tema—. «No saldrás con la hermana de uno de tus compañeros de equipo».
Y repentinamente Miyuki sintió varios pares de ojos encima.
—Jamás oí de una norma como esa. —Kazuya no se estaba excusando. Jamás escuchó sobre ello.
—Bueno, de todos modos, ya rompiste esa regla. —Yōichi pasó de ver a su capitán al francés; allí había otro que iba contra el código beisbolista.
—¿Y hay más normas no escritas? —indagaba Watanabe.
—«Bajo ningún precepto cortejarás o saldrás de manera romántica con la ex pareja de alguno de tus compañeros de equipo». —parafraseó Kenta para aquellos que ignoraban tan vital información.
—Miyuki, has vuelto a romper otra norma —señalaba Yōichi con vileza.
—Según yo, solamente ha roto una. —Shinji empezó el debate.
—¿Por qué lo dice, Kuramochi-senpai? —Eijun estaba intrigado. Además, gustaba de tener cosas con las cuales molestar al cácher.
—Sora anteriormente fue pareja de otro miembro de Seidō. —La revelación de Kuramochi generó un súbito murmullo entre algunos de los presentes.
—De segundo año no podría ser, lo sabríamos. —Kawakami tenía cierto grado de verdad.
—Y tampoco es alguien de primero. —Se aventuró Kenjirō.
—Tiene que ser de tercero. —Shinji podía apostar por ello—. Después de todo, ella se relaciona con los de tercero gracias a su hermano.
—Pero ¿quién? —Cuestionamiento exteriorizado por Hideaki.
—Tal vez se trate de Ryō-san —contestó Kuramochi.
Todos, sin excepción, se giraron hacia él con una incredulidad imposible de disimular.
—Los he visto platicar en los pasillos de la escuela. Y ella lo llama por su nombre a secas. —Información valiosa que emergía de Yōichi—. Ryō-san se veía muy cómodo platicando con ella. Sin esa aura aterradora que lo caracteriza.
Y más de uno buscó respuestas en quien podría saber si eran reales tales sospechas.
—Desde un tiempo para acá mi hermano no suele hablarme sobre si una chica le gusta, o si anda saliendo con una. —Y a nadie le sorprendía; prácticamente le había arrebatado todas sus presas al mayor.
—Tatsuhisa, tú conoces a Sora desde antes que nosotros. Y como veo que son buenos amigos, supongo que sabes quién fue su víctima antes de Miyuki.
Yōichi sabía que el francés estaba al tanto de ese detalle de la vida de Sora; era el sujeto indicado a presionar. Además, ya poseía una sospecha al respecto y quería comprobarla.
—No son temas de los que ella hable abiertamente. —El corredor bufó—. Y, en cualquier caso, fue algo que ya ocurrió. E independientemente de quien fuese, lo importante es el presente.
Todos coincidieron con él. Todos, excepto el cácher que estaba enfrascado en una contienda de SSBU con Eijun.
—No sé si decir si es un completo idiota o un maldito presuntuoso. —Yōichi se acercó y lo miró desde arriba; estaba tan abstraído que podrían hablar mal de él y no se daría cuenta—. Por cierto, Miyuki, ¿ya pasaste de la primera base con Sora?
—Kuramochi-senpai, hasta donde sé, Sora-senpai no juega béisbol. Y tampoco es posible que dos personas lleguen simultáneamente a la misma base.
—¡Idiota, no hablo de eso! —Un agarre alrededor de su cuello lo ayudaría a pensar mejor; también lo llevaría a perder la partida contra Miyuki—. Sino de lo que una pareja de novios puede hacer.
—¡Oh, así que habla de eso! ¡Estoy seguro de que han ido a citas y se han tomado de la mano!
Tal vez lo estaba apretando demasiado fuerte.
—Son un caso perdido...—Liberó a Sawamura. Revolvió su cabellera y exhaló—. Tal parece que Tatsuhisa y yo somos los únicos que tenemos experiencia en el tema...Y tal vez ustedes dos también —pronunció, mirando tanto a Tōjō como a Haruichi.
Los chicos observaron estupefactos a quienes ya les llevaban ventaja en el mundo de las relaciones personales.
