Capítulo 2:
El CEO
Yuya una vez mas trato de controlar su expresión ante el espejo. Masajeo sutilmente su rostro, y jalo nuevamente las comisuras de sus labios en una amena sonrisa.
—No, esta no es la expresión correcta. —
Se dijo a sí mismo una vez mas, antes de repetir el proceso que ya llevaba haciendo desde que llego a casa por la noche.
Las palabras de Nico Smiley aun reverberaban en su pecho, así que era su deber atender adecuadamente a la próxima competición. Por lo que ignorando su mirada que parecía sumergida en un profundo conflicto, volvió a jalar un poco mas sus mejillas, antes de abofetearse levemente.
—¡Vamos! No puede ser tan complicado. ¡Sonríe! ¡Yuya, tu estas para sonreír! ¡Tu padre seguramente sabrá que no te esforzaste si no sonríes! —
Se regaño una vez mas, y regreso por todo el proceso.
Sus mejillas estaban rojas a este punto, pero eso no impidió que siguiera practicando hasta que dio con la sonrisa que mas le agrado.
Y como si un júbilo estallara dentro de su pecho, musito: —¡Ésta! ¡Es ésta! La sonrisa que hará a todos sonreír también. ¡Solo espera y verás! Papá, no te decepcionare. —
Se dijo con la ferocidad de un juramento, por lo que asintiendo a su arduo trabajo, labo rápidamente las marcas de lágrimas y salio del baño, directo a su habitación.
Debía descansar.
Había sido un largo día, así que Yuya sentía que merecía descansar. Mañana sería el día mas importante de su vida, así que necesitaba tanta energía como pudiera.
Yuya realmente había dicho que descansaría pero... Entre el decir y hacer había mucho trecho, por lo que era absolutamente normal conseguir ciertas ojeras oscuras bajo sus jóvenes ojos.
—Maldita sea... —Murmuró, con claro enfado en su rostro. —Preocupare en vano a los demás. —
Tal vez su mente estaba en el encuentro con el campeón, no obstante su corazón aun estaba junto a su familia y sus amigos. Por lo que no pudo evitar sentirse mal al tener mal aspecto justo en este día.
—¿Porqué no puedes hacer las cosas bien Sakaki Yuya? —Se regaño mas por costumbre e instinto, que porque en verdad quisiera hacerlo.
Era tan patético incluso en estas situaciones...
Yuya se sentía decepcionado de sí mismo, por lo que mediando que es lo que debía hacer a continuación, hizo lo primero que sonó realmente convincente.
"Tal vez den por sentado que ya estoy en el estadio. Me tomare unos minutos para deshacerme de esta apariencia."
Se asintió una vez mas, por lo que tomando lo que creía conveniente, vistiéndose con rapidez, salio de su hogar rumbo al centro comercial.
Por supuesto Yuya no se consideraba que tenía un talento innato para verse bonito o verse bien, pero sin duda en el centro comercial había muchas personas en el área de belleza que sabrían como deshacerse de un par de horribles ojeras.
—No quiero parecer un fantasma cuando haga brillar el nombre de mi padre. —
Se dijo mientras corría a la estación mas cercana, como una broma para animarse a sí mismo, pero... Por alguna extraña razón, no pudo evitar sentir que una amargura sobre su boca.
Realmente le era complicado sentirse bien en este día.
Había sido toda una travesía encontrar un lugar de belleza que abriera tan temprano, pero Yuya se sintió en paz cuando en medio del gran centro comercial, un par de estantes con un par de amables señoritas estaban listas para atenderle en su mas grande necesidad.
—...Así que deseas que esas ojeras desaparezcan. —
Menciono una de ellas mientras la otra le pedía amablemente que se sentara en la silla frente al estante que funcionaba como mostrador.
—Sí, es lo que quiero. —
—Bueno, esa es una tarea sencilla. —Dijo la amable señorita antes de regalar una bella sonrisa.
Era un alivio que ellas pudieran ayudarlo, aunque por supuesto. Esperaba que fuese con un precio accesible.
Había olvidado parte de su dinero en casa ante las prisas por atender su apariencia.
—Disculpe... ¿El costo...? —
La señorita que ya colocaba la crema sobre su piel lo medito un momento.
—No te preocupes, aceptamos transferencia y depósito, mientras no avance de tres días. Con tu nombre y datos será mas que suficiente para asegurar el eventual pago. —
—Ya veo... —
Yuya se sintió aliviado, sin embargo aun así se avergonzó por no prever mas sobre su propia situación.
"Sí no hubiera salido corriendo. No tendría que prometer un plazo de pago."
Pero las consecuencias ya estaban ahí, por lo que hizo lo que mejor sabía hacer. Burlarse de sí mismo.
—Con esta cara, es impresionante que puedan confiar en mi para la promesa de un pago. La última vez recuerdo me echaron a patadas cuando me vieron. —
Dijo en un tono divertido, pero las mujeres se miraron entre sí antes de sonreírle como sí jamas le hubieran prestado atención en primer lugar.
"¿Fue poco gracioso?" Se preguntó en silencio, y tratando de que esas sonrisas amables se convirtieran en sonrisas sinceras, Yuya cambio de táctica.
¿Porqué intentaba hacerlas reír? Quien sabe, tal vez era un hábito.
—Esta mañana salí corriendo, y por no fijarme, termine cayendo. ¿Pueden creer eso? ¿Me veo tonto? —
Yuya una vez mas espero a una reacción, pero lo que obtuvo...
Realmente le extraño.
—¡Vaya! ¿Te caíste en plena vereda? ¿Nadie te ayudo? ¿Cómo pudieron omitir una ayuda a un bonito joven como tú? —
—¿C-Cómo...? —
La compañera de la otra, como si estuviera en total acuerdo también le hablo, aunque de forma mas condescendiente.
—¿Tus manos no están lastimadas? Deberíamos aplicar una pomada en total caso, es malo que una piel que luce joven y perfecta se viese afectada por una fea cicatriz, ¿no es verdad? Vamos, muéstrame tus manos. —
La preocupación que era innatural para Yuya, se sintió como recibir de pronto unas frías olas en medio del mar, por lo que realmente no supo que hacer, mas que negar ante las miradas que no le dejaban ni a sol ni a sombra.
"¿En que me metí?"
—N-No hace falta, no fue un daño grande. Apenas toque el suelo. —
—Aun así deberíamos revisar la magnitud del daño. —
—No tendrá un costo extra si es lo que te preocupa. —
Yuya se sintió abrumado, y pensando en que era mejor revelar que esa caída jamas existió, se escuchó de pronto una nueva voz.
—Tal parece el joven se siente intimidado, señoritas. No deberían meterse en asuntos que no les conviene. —
El tono fue de advertencia, y aunque las féminas miraban al recién llegado de forma extraña, un segundo después ambas actuaron como si estuviesen apenadas ante su propia e insulsa insistencia.
Por lo que rápidamente sanjaron el tema.
—¿Lleva mucho tiempo esperando? Permítame traer el catálogo. —
Dijo una de ellas, antes de que la mas joven se quedara junto a Yuya, el cual agradeció en silencio ante aquel que le salvo.
Hubiese sido mas vergonzoso admitir que mentía a tener que dar falsas explicaciones. Cuestión por la que, reformando su sonrisa, intento saludar cortésmente a quien se sentó a su lado, sin imaginarse que con solo girar su cabeza, encontraría mas, de lo que hubo en un principio.
"Esta persona..."
El hombre que ya se había acomodado, le miro.
Como quién mira a una nueva persona, y Yuya, siendo quien era, no pudo hacer mas que bajar la cabeza.
"Él..."
Mm, el hombre a su lado no era cualquier hombre.
Había escuchado rumores, visto las noticias e incluso leído revistas, así que Yuya supo de inmediato quien era.
El hombre a su lado, era nada mas y nada menos que uno de los CEO más importantes de la Ciudad Maiami. ¡Del mundo entero! ¡Hoshiyomi Tsukumo! ¡Dueño de las Industrias Arckumo!
Ese hombre, como los rumores indicaban, parecía ser dueño del mundo entero, mas allá de lo que la Corporación Leo podía aspirar.
Y su porte altivo y orgulloso lo indicaba así.
Que su apariencia fuese tremendamente atractiva y varonil, no opacaba el hecho de que ese hombre era ridículamente poderoso.
Y aunque Yuya intento parecer una persona normal, sus pensamientos se secaron una vez el hombre le saludo, con el tono de voz de quién habla del clima.
—Me disculpo si llegue de pronto, pero no quería interrumpir de forma imprudente. —
¡Oh! Su voz era como escuchar un concierto sinfónico, las cuerdas de la garganta eran gruesas y el tono, lo era aun mas, pero no molestaba el escucharlo, de hecho...
Sentías como si fuese un privilegio.
Yuya tenia problemas para contestar, por lo que su pobre mente apenas le hizo soltar.
—Sí, gracias... —
¿Eso tuvo alguna coherencia?
Quién sabe, pero el hombre a su lado sonrió en un suave arco.
—Veo mi presencia es un poco incómoda. ¿Debería irme? —
—¡...! —
Yuya sintió que su mente se alarmaba, por lo que rápidamente intento arreglar lo que no sabía había hecho.
—¡N-No! No hace falta, quien debería irse soy yo. No usted, porque usted no tiene porqué irse. —
—¿...? —
Lo que Yuya decía sonaba a perorata, no obstante, el hombre de cuello fuerte y hombros anchos, pareció entender un poco de su situación, por lo que se apiado diciéndole.
—¿Entonces puedo sentarme a tu lado? —
Mm, faltaba más. Yuya se sentía terriblemente avergonzado, pero lo soporto.
Soportó esto porque lo merecía, era y había actuado como un tonto. Así que era propio que lo percibieran como uno.
Por lo que asintió, lleno de sí mismo.
—Soy Sakaki Yuya. Es un gusto conocerle. —
Se presentó más por educación, que porque en verdad quisiera hacerlo.
Su nombre era patético, y Yuya no quería que los demás supieran de donde venia, pero en esta ocasión no tuvo opción.
Rezo internamente para que la vergüenza no se convirtiera un humillación; y aunque se resignó a que el trato de los adultos cambiara a uno hostil, se sintió extraño cuando lo único que escucho, fue la presentación del otro.
—Veo, soy Tsukumo Hoshiyomi. Es un placer conocerte. —
—¿...? —
Yuya parpadeo, una y otra vez.
Y aunque intento verificar que esto no era un sueño con un ligero pellizco a su mejilla, un sentimiento cálido broto desde el fondo de su corazón.
¿Realmente ese hombre no había escuchado quien es que era él? ¿Tendría que repetirlo?
—Soy Sakaki Yuya. —Dijo como quién lanza un anzuelo, solo para verificar que esta cuerdo.
Pero una vez mas, el hombre de penetrante mirada azul cielo le contesto con el mismo tono de voz.
—Veo, me alegra conocerte. Soy Tsukumo Hoshiyomi. —
Y...
¿Qué era esto?
Se preguntó Yuya una y otra vez, y aunque intento encontrar un significado mas profundo, el toque a su rostro pudo regresarlo con plenitud a su propia realidad.
—La crema ya ha hecho efecto; retirare justo ahora el exceso. Sentirás un poco de frío. —
—¿Eh...? Sí. —
Yuya asintió, y agradeciendo a la amable señorita, una vez mas intento parecer una persona completamente normal.
¿Acaso esa poderosa persona no sabía quién era él? ¿No había escuchado sobre el apellido Sakaki?
No.
¿Pero qué estaba pensando?
Quizá estaba demasiado ensimismado.
¿Cómo una persona como él podría mirar a un don nadie como él?
Se hizo ilusiones por un segundo, así que guardando una vez el sentimiento cálido en su corazón, dejo que la amargura lo dominara.
Sí. Alguien como Hoshiyomi Tsukumo jamás iba a voltearlo a ver por pura voluntad, por lo que sonriendo una vez mas, intento tragar el
nudo que se formo en su garganta.
—Dejare mis datos y me iré corriendo, hay un evento al que tengo que asistir. —
Dijo mas para sí mismo que para la señorita, la cual ya terminaba de atenderle y le pasaba un formulario.
Esto era así, fue una suerte conocer a tan imponente figura, no obstante aun debía regresar a su propia realidad.
Dejo el formulario sobre el mostrador, y contrario a lo que imagino iba a pasar, algo mas lo movió.
Y una vez mas, fue que ese atractivo hombre, quién contesto a su razón.
—Escuché que Sakaki Yuya iba a enfrentarse al campeón, no esperaba conocerlo alguna vez. Pero no me molesta. —
Susurró, en un tono tan amable que Yuya detuvo su huida a medio camino.
—Te deseo buena fortuna para el combate; y quizá para un duelista de entretenimiento esto no sea nada pero... —
Hoshiyomi extendió su mano junto a un par de cartas.
—Espero puedas recibir mi sinceridad. —
Yuya sintió un vuelco en el estómago, y aunque estuvo tentado a despreciar al poderoso hombre lleno de desconfianza, sintió que hacerlo no era lo correcto. Por lo que tomo aquellas cartas, para luego asentir. Echándose a correr.
"Es sospechoso..."
Yuya pensó, pero cuando vio las cartas, una vez más lo medito.
"Cartas péndulo... No había escuchado de ellas."
Tal vez, aceptar una ayuda inesperada, no fuese malo del todo.
Después de todo, tiempos desesperados, responden a medidas desesperadas.
Y con eso en mente, Yuya fue a su primer y duro encuentro.
