Capítulo 6:
Amigos y Enemigos
Las cartas continuaban regadas, las miradas de los estudiantes mayores eran insidiosas.
Y aunque los pequeños niños intentaron apoyar a Yuya a recoger las cartas que comenzaban a ser llevadas por el viento, fue Yuzu misma quien los detuvo.
Las caras de los estudiantes mayores parecían ser peligrosas, y si los niños y ella metían sus manos donde no les llamaban, quién sabe quién mas saldría lastimado.
"Lo siento."
Yuzu se disculpó desde el fondo de su corazón.
"Tu entiendes, ¿verdad?"
Era difícil ver esta situación, en donde su amigo era cruelmente intimidado.
Pero ella no podía hacer mas, que cuidar a los niños.
"Ellos son mas grandes y fuertes."
"Si ven que te ayudamos, ellos probablemente también se desquiten con nosotros. Que somos débiles."
—Ugh... —
Un sonido de queja salió desde lo mas profundo de su amigo, pero Yuzu no se movió.
"Tal vez si estuviera sola y no con los niños, entonces yo..."
Sus pensamientos fueron interrumpidos ante el grito que dio uno de los niños.
—¡Hermano Yuya! —
Al subir su vista, Yuzu tuvo la enorme necesidad de tapar los ojos a los niños.
Era sumamente doloroso observar como es que su amigo se había postrado de rodillas solo para recoger sus propias cartas.
—Yuya... —
Decir que la escena frente a ella era nauseabunda, era decir poco.
Yuzu sintió como es que escocia la esquina de sus ojos, y su estómago comenzaba a revolverse.
"¿Esto solo es por las cartas péndulo? ¿Así es realmente el hijo del candidato a alcalde?"
El mareo que inundaban sus pensamientos bajo a su cabeza, y cuando pensó que todo termino, la voz de Sawatari le hizo saber que no.
—¿No pensarás quedarte con esa basura cierto? —
Sus cómplices se burlaron, como si les gustará el espectáculo.
Lucían acostumbrados.
Pero Yuya, que ahora dejaba ver una mueca de dolor ante la mano que le era aplastada junto a su carta preferida decía una historia completamente distinta.
El pie de Sawatari que pisaba cruelmente la mano ajena, aplico mas presión.
Y dejando ver una mezquina sonrisa en su dueño, Yuya hizo por no mostrar algún signo de dolor.
—Eres una pequeña rata que debo eliminar antes de que se haga un problema. Así que hagamos algo, te dejo ir junto a tus amigos, pero tus cartas péndulo se quedan. ¿Qué dices? ¿No crees que es un buen trato? —
Yuya mordió sus labios hasta casi romper su piel.
Su mano, que estaba siendo magullada intento alejarla, pero por mas que jalaba, esta misma no cedía.
"Duele..."
Sus dedos estaban atrapados, y la carta que era su insignia, su representación aun estaba debajo del pie de ese monstruo de Sawatari.
"Me duele mucho..."
Su mente se sentía que estaba llegando a un limite, y aunque intento retener con todas sus fuerzas esa sensación de ahogo.
No pudo hacer mucho cuando el otro siguió empujando.
—¡...! —
—Ay, perdón. ¿Te estoy molestando? Creí ver solo un poco de basura, así que la pise. —
Las palabras calaban en su alma, invadían su cuerpo.
No obstante Yuya era por si mismo obstinado, así que no dejo ninguna lágrima fluir con libertad, por mas que sus ojos se nublaran o sus ojos escocieran.
Este era un reto que debía superar.
Por lo que tragando el nudo en su garganta, la amarga sensación en su boca.
Escondiendo el temblor de su cuerpo y la debilidad de las piernas, miro a Sawatari.
Tan fijamente, que por un instante Sawatari se alejo sorprendido.
"¿Qué es...? ¿Qué paso...?"
Sawatari se cuestionó, y sintiendo un temblor provenir desde el fondo de su corazón miro doble vez a la persona a la que intimidó.
Cabello de dos colores, goggles desgastados, ropas sucias, cartas derramadas, rostro pálido.
Yuya Sakaki no tenía porque darle miedo, pero...
Por un segundo, algo le hizo reaccionar y alejarse.
"¿Habrá sido mi imaginación?"
Se preguntó una vez mas.
—¡Ey, Sawatari! ¿Todo bien? —
La voz repentina de uno de sus cómplices lo asusto, mas girando para darle un vistazo rápido, volvió a su forma habitual.
"Que se pudra, debió ser mi imaginación."
Se dijo a si mismo, por lo que dando un nuevo paso al frente, quiso volver a pisar la mano magullada que aun recogía sus cartas.
No obstante.
—Presentare una queja formal al LDS por maltrato a uno de mis patrocinados. —
—¡...! —
Todos respingaron en su lugar al escuchar la repentina voz varonil.
Los pasos firmes, el porte, la elegancia.
Fue difícil para los niños quitarle la mirada, sin embargo, fue el mismo adulto que se apresuró para agacharse junto al niño que recogía sus cartas.
—¿Señor Tsukumo? —
—¡¿Señor Tsukumo...?! —Alguien grito por ahí, con voz ahogada.
Yuya, que no esperaba que esto sucediera, prendo sus ojos en la mirada contraria y encontrándose con un tumulto complicado de emociones, hizo el intento de explicar lo que estaba sucediendo.
Como si le avergonzara que lo encontraran en un estado tan precario.
—Esto... —
El Señor Tsukumo debía tener sus estándares, y que le haya encontrado en el suelo recogiendo sus cartas como si fuesen una cosa sucia, realmente le aturdió.
"Me duele la cabeza. Siento que me falta el aire."
"El Señor Tsukumo debe estar totalmente decepcionado."
Fueron sus pensamientos, mas contrario a lo que creía iba a ser una mala reacción del Señor Tsukumo, la cuestión siguiente lo enmudeció.
—¿Estas bien? —
"¿Uh...? ¿Qué era esa pregunta?"
¿Había escuchado mal?
Yuya sintió que su corazón martillaba sobre su pecho lleno de un oscuro abismo, pero observar como es que Hoshiyomi levantaba sus cartas como si fuesen cosas preciadas, lo hizo soltar palabras entrecortadas.
—¿Porqué...? Usted...—
Debió parecer patético...
El pobre niño realmente no esperaba que Hoshiyomi le tendiera la mano.
Por lo que sintiendo después como es que el mayor le daba sus cartas y las pegaba a su pecho, no pudo evitar que las lágrimas antes detenidas salieran como una fina cascada.
La situación fue demasiado.
Así que no fue extraño que Hoshiyomi actuara en consecuencia.
"Fue duro, ¿verdad?"
"Perdón por llegar tan tarde."
Se disculpó silenciosamente, antes de que retirara su abrigo y lo colocara encima de la cabeza de su niño.
Hoshiyomi sabía cuanto es que Yuya odiaba llorar, así que le pareció correcto protegerlo de las miradas morbosas que aun les eran dirigidas.
"Debió haber sido todo un maldito espectáculo solo para conseguir un par de cartas."
Se dijo, mientras su corazón se agitaba furioso al contemplar las pequeñas heridas en la piel de Yuya combinadas con sus lágrimas amargas.
Un recuerdo entonces pareció asaltarlo, y causando mas su enojo, determino que algo como esto.
No debía volver a pasar.
Y entonces...
Volteó su mirada al niño responsable de haber hecho a Yuya llorar, y convirtiéndose en el frío hombre de hielo que era, musito.
En un tono de advertencia.
—Espero tengan una buena explicación, impondré una queja al LDS y si no obtengo respuesta, estoy dispuesto a llegar al juzgado. Humillar a una persona no es un juego de niños, mucho menos motivo de espectáculos. Así que espero puedan realmente responder de forma adecuada a este incidente. —
—¡E-Espere...! —
—¡Lo hice porque me obligaron! —
—¡No es nuestra culpa! —
—¡Ugh...! —
Hubo un grito ahogado, y aunque los estudiantes del LDS trataron de deslindarse, fue Hoshiyomi el que los miro fijamente.
Uno a uno fueron cayendo como moscas ante su mortal mirada.
Como si sus piernas estuvieran hechas de gelatina.
Y cuando llego hasta Sawatari, soltó con un tono burlesco.
—Esperaba mas del hijo de quién podría ser el alcalde. Imaginarme que es un vulgar matón, hace que mi corazón se entristezca. —
—¡...! —
Sawatari se sintió ofendido, sin embargo cuando noto como es que Hoshiyomi llevaba a Yuya y acompañantes fuera del estadio, le escucho decir.
—Dile a tu padre que retirare mis inversiones, no apoyare su campaña. —
Y como si ese hubiese sido un golpe crítico, Sawatari cayó de rodillas sobre el estadio.
Su padre había tardado bastante en ser reconocido y en pertenecer a un alto estatus para ser alcalde.
Pero ahora, perder a un valioso patrocinador...
Le hacía escocer la sangre.
—¡Maldición! ¡Sakaki Yuya! —
Había sido un error, meterse con el bastardo de los Sakaki.
El ambiente en el auto nunca fue bueno.
Hoshiyomi pudo entenderlo.
Esos niños habían pasado por una situación traumática, por lo que era natural que el viaje se mantuviera en silencio hasta llegar a la escuela de duelos, donde el apasionado director les dio una calurosa bienvenida.
—¡Yuzu! ¡Yuya! ¡Niños! ¿Dónde estaban? ¿Porqué no llegaron antes? Estaba tan preocupado... —
Se quejó el adulto con ojos dramáticos, mas al percibir como es que el ambiente no era el de siempre, se detuvo.
Especialmente una vez observo a Hoshiyomi.
"¿Había pasado algo?"
Un instinto protector brotó de sus entrañas, así que inspeccionando que cada recién llegado perteneciente a su escuela estuviera bien comenzó con el interrogatorio.
—¿Todos están bien? ¿Porqué esas caras largas? —
—Maestro, ¡paso algo horrible! —
Grito uno de los niños, para luego soltarse en llanto.
El director que no espero que el niño de recién ingreso llorara, apenas supo que hacer, pero tratando de apaciguarlo intento saber el porqué de un estado tan lamentable.
—¿Sucedió algo? ¿No les paso nada? —
Shuzo se imaginaba algún percance e incluso que sus niños se vieran envueltos en un accidente de camino a la escuela pero, lo que dijo el niño delante de él lo dejo sin palabras.
—Le hicieron cosas malas al hermano Yuya. —
"¿Cosas malas?"
Shuzo sintió que una alarma sonó dentro de su cabeza, y buscando al nombrado inmediatamente preguntó.
—¿Te hicieron cosas malas? ¡Yuya! ¿Qué sucedió? ¿Estas bien? ¡Dime que paso y encontraremos una solución! —
Su preocupación paternal fue reconfortante de ver, pero Hoshiyomi percatándose de como es que Yuya se escondía con su abrigo, contesto por él.
—No necesita preocuparse de mas, las Industrias Arckumo apelaran a la situación. —
—¿Las industrias Arckumo? —
Shuzo no estaba seguro que hacer enfrentar a una industria poderosa como lo era las Industrias Arckumo realmente pudiera traer una solución.
No obstante, cuando miro como es que Yuya buscaba la protección de ese poderoso hombre se tranquilizó.
"Tal vez esta fuera de mis manos."
Se dijo.
Sin embargo, aun tenía algo que decir así que fue breve.
—Yuya, no importa que haya sucedido. Recuerda que yo siempre estaré a tu lado; sé que soy un poco tonto e impulsivo, pero puedo enfrentar cualquier problema si es que hace falta. ¿Esta bien? —
Yuya pareció removerse por un momento, pero luego de lo que fue una eternidad, asintió.
Shuzo no quería que Yuya se sintiera solo, y lo mínimo que podía hacer era expresarle su apoyo.
"Tal vez volvieron a molestarlo..."
A Shuzo le molestaba que la sociedad donde vivían fuese tan repugnante, pero no tenia de otra.
Cada cabeza era un mundo, y cada mundo a veces pensaba diferente.
Y no necesariamente simpatizaban con otros.
—Yuya, si necesitas quedarte. Puedo ofrecerte un cuarto de invitados. —
Dijo Shuzo con el fin de que ese mal trago que hayan pasado los niños se convirtiera justo en eso, un mal trago.
No obstante, Hoshiyomi tenía sus propios planes.
—Me temo que deberemos declinar la oferta. Su madre me pidió llevarlo sano y salvo a casa, así que... —
La implicación de una despedida estaba presente, y aunque Shuzo se sentía renuente, aceptó que Hoshiyomi se llevara a Yuya ante la mención de Yoko.
Pues si Yoko ya había dado el visto bueno, él aquí no tendría voz ni voto.
—Comprendo. Por favor cuídelo como si fuese su propio hijo. —
Las palabras fueron suficientes, pero Hoshiyomi aun se sintió incómodo al recibirlas.
¿Ver a Yuya como a su hijo?
Por favor.
—Lo cuidaré debidamente. —
Fue su propia despedida, y llevándose a Yuya una vez mas al auto, pronto se vieron sobre la cálida carretera.
Las luces de los autos a esa hora tardía comenzaban a visualizarse, y los anuncios antes enérgicos cambiaron a unos menos llamativos.
Hoshiyomi vio esto como una oportunidad de oro.
Y no dudo en aprovecharla.
—Debes pensar que me siento decepcionado. —
Yuya salto en su asiento ante la repentina y calmada voz, pero en lugar de contestar se encogió de hombros.
Aun había un gran nudo en su garganta, así que no le apetecía hablar.
Hoshiyomi entendió profundamente este sentir.
—No te culpo por lo que sucedió. Fuiste engatusado por un tipo con la sonrisa del gato Cheshire—
—… —
—Así que te pido una disculpa por llegar demasiado tarde. —
¿Pero que esta diciendo este tipo en este momento...?
Yuya se sentía renuente a contestar, cuestión por la que solo le miro de reojo.
Había confiado ciegamente, y eso le gano una humillación.
¿Qué tal si el Señor Tsukumo le hacía lo mismo?
—Tal vez estés lleno de desconfianza y dolor luego de lo que hizo ese niño. —
"¿Se refiere a Sawatari?"
—Pero por favor no me niegues la oportunidad de hablarte y ser tu amigo. —
"¡Se dio cuenta!"
Yuya de pronto se sintió avergonzado, mas aun así, no le dirigió la palabra.
Aunque si le observo, con esos ojos rubí mas brillantes que las estrellas sobre el firmamento.
—Sé que soy un extraño que intenta entrar en tu vida, en tu rutina. —
Hoshiyomi negó, moviendo su cabeza.
—Pero quiero hacer las cosas bien. Deseo darte mi patrocinio porque creo que tienes un gran potencial; esa es la verdad. No obstante, también quiero ser tu amigo, ¿sabes porque? —
—… —
—Cuando vi tu duelo en televisión, con esa valentía que tenias para arrojarte a tus contrincantes, a tus enemigos. Sentí por un momento que yo estaba contigo; que yo también podía volar, convocar monstruos e incluso hacer reír a los demás. Y... —
Hoshiyomi rio, lleno de un profundo sentimiento de pena.
—Podrías pensar que es tonto, pero realmente me sentí vivo cuando te vi. —
—¡...! —
—Así que por eso, quiero ser mas que un solo patrocinador. También quiero ser tu amigo. Tengo la punzada de que siendo tu amigo, ambos podemos alcanzar grandes cosas, ¿no sientes lo mismo? —
—Señor Tsukumo... —
—Puedes burlarte si lo deseas, no voy a ofenderme. Pero quería que lo supieras. —
—Oh... —
La revelación fue tan dulce, que Yuya realmente no supo como responder.
¿Qué se supone que debía decirle ahora a un adulto poderoso como lo era Tsukumo Hoshiyomi?
¿Qué el también tenia la misma corazonada? ¿Qué con su ayuda él podría lograr grandes cosas? ¿Que podría llevarlo de la mano para hacer sonreír a las personas?
Sus pensamientos comenzaron a enredarse, mas si quiera antes de que pudiera dar una buena respuesta a tan buenos deseos, Hoshiyomi dijo algo mas.
Con una cara que, se alejaba mucho de la orgullosa y fría que siempre portaba.
—Creo que hable de mas, espero no haberte hecho sentir incomodo. ¿Te parece que en compensación te invite un te helado? —
¿Un té helado?
Yuya giro su rostro hacia Hoshiyomi, y notando como es que algo rojo adornaba las puntas de sus orejas, sonrió.
Ahora...
Un té helado sonaba bien.
—…Quiero uno con mentas. —
Susurró, para luego escudarse con el pesado abrigo que aun parecía querer protegerle del crudo frío.
