Disclaimer: El universo y los personajes que reconozcáis le pertenecen a JK Rowling. Solo la trama es mía.
Yo no obtengo beneficios económicos ni lucrativos al escribir este fic.
Aviso: Este fic participa en el Reto #77: "Que tengas felices fiestas" del foro Hogwarts a través de los años.
Prompt 1. Decorar la casa o poner el árbol de Navidad.
Echas a mano con amor.
-¡Hacia Belén va un hipogriiiifo! ¡Con sus plumas brillaaaantes y su limpio piiico!
Regulus siguió los berridos con una caja en los brazos hasta la habitación que Sirius ocupaba en la casa de los Potter.
Se alegraba de pasar sus vacaciones allí. Después de que su madre enloqueciera porque se negó a tomar la marca de ese mestizo hipócrita, su abuelo se había enterado y la exilió en Grymmauld, enviando a Regulus a casa de su hermana Dorea y su cuñado Charlus.
Regulus había estado deseando irse, así que no fue un problema para él. No opuso resistencia.
Y era por ello que quería agradecerles a los Potter el acogerle y por eso había hecho varias cosas con cerámica y estaba buscando a Sirius para que les pusiera las runas para que nunca se rompieran.
Las figuras podían hacerse irrompibles con un hechizo, pero había que perfundirlo con el tiempo, cosa que no ocurriría con las runas. Ellas permanecerían siempre, y Sirius era el mejor en tallarlas.
-Sirius, deja de atemorizar a los animales con tus graznidos. O pon un hechizo silenciador a tu alrededor.
-¡Es navidad, Reggie! ¡Hay que cantar!
Cuando su hermano abrió la boca para continuar destrozando la canción, Regulus puso la caja que llevaba sobre el escritorio.
-Tienes que tallar runas en estas decoraciones. Una para que no se rompan, otra para que no se erosionen, otra para que se mantengan brillantes...
-¿Y qué obtengo a cambio?
-Nada. Eres mi hermano y me vas a ayudar. Ahora empieza. Quiero mostrárselas a los Potter hoy.
-Vale. Pero pienso cantar mientras lo hago. Y si no me dejas hacerlo, entonces no habrá runas.
-¿Cuándo puedo volver con madre? -El menor gimió.
Sirius le tiró un tintero vacío a la cabeza.
Por la tarde, mientras disfrutaban de una taza de chocolate caliente, Regulus les mostró las piezas a Charlus y Dorea.
-Sirius puso las runas. -Dijo.
-Son preciosas, Regulus. Me encantan. Van a darle una apariencia especial a la casa.
-No hace falta ser tan agradable. -El joven se ruborizó.
-Ay, Regulus. -Charlus le abrazó por los hombros. -Vas a aprender muy pronto que nosotros no decimos las cosas por decir.
-Vamos a colgar estas bellezas. -Dorea se levantó. -James, Sirius. A ayudar. Estas piezas no se quedarán guardadas en una caja.
Suspirando, los chicos obedecieron. No iban a contrariar a Dorea. Ella podría dejarles sin galletas o ponche a pesar de que eran adultos.
Charlus puso música navideña en la radio mientras todos escogían los mejores lugares para colocar las piezas.
Había renos, muñecos de nieve, campanas, gorros, estrellas... Regulus tenía mucho talento.
Dorea les puso a todos diademas con astas de reno. Así es cómo tenía que ser una navidad.
