Nota de la autora 25 de febrero 2021: ¡HOLAAAA QUE TAAAL TODOS AQUÍ GENTE! ¡Yo aquí súper contenta de poder por fin traerles un nuevo capítulo de esta dulzura de historia mía! Si no recuerdan lo que pasó les recomiendo darle clic al capítulo anterior ;)
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Capítulo 5
El nombre del hospital estaba grabado con letra elegante en una placa de latón en la parte superior de la entrada: Hospital Blakewood. Era un edificio amplio que abarcaba casi toda una manzana y era de tres pisos. Al estar ubicado fuera de la ciudad, no se veía mucha gente caminando por alrededor y, desde el puesto de Hermione, en la acera del frente de este, tampoco se alcanzaba a notar mucha gente dentro, y tampoco se veían muchos carros parqueados en la zona. Los pocos árboles que había estaban sin hojas y el viento que corría era frío. Ajustándose más el saco beige que se trajo, cruza la calle peatonal y respira profundamente antes de entrar al edificio.
—Buenas tardes señorita… —Hermione lee el nombre del carné de la mujer que está mirando la computadora en la recepción—. Callahan. Busco al Doctor Malfoy.
—¿Tiene cita? —responde la señorita sin levantar la mirada de la pantalla.
—Eh… no. —Hermione piensa rápidamente decir algo para que le deje entrar sin problemas—. Sé que el es médico auxiliar aquí. Vine a traerle algo, ¿me puede decir en qué piso está?
—¿Es familiar del doctor?
—No, pero…
—El doctor está ocupado. Agende una cita y la atenderá. —dice la chica finalmente alzando la mirada.
—Es la hora del almuerzo. —replica Hermione, tratando de mantenerse calmada. Aparte de los nervios que tenía por su encuentro con Draco, esta señorita poniéndole pegas estaba desesperándola—. Los doctores almuerzan, ¿no?
—Lo siento pero no puedo dejarla pasar sin autori—
—Hermione.
Todo el aire se esfuma de los pulmones de Hermione de un tirón.
Ahí estaba Draco Malfoy, sí, con una bata blanca que le llegaba hasta las rodillas, un estetoscopio alrededor de su cuello y aunque suene descabellado, usando una corbata de bolitas de diferentes colores.
—Draco. —carraspea Hermione—. Digo… Doctor Malfoy —dice Hermione tropezándose con sus palabras.
—Bienvenida, Hermione —dice él, sin quitarle la mirada por un segundo. De repente se siente desnuda bajo su mirada, y no puede estar más abrigada. Siente sus mejillas calientes—. Y solo Draco para ti. —él parece salir de su trance y se dirige hacia la mujer de recepción, que había estado observando el intercambio con interés—. Es una invitada, Carmen. Solo viene a hablar conmigo.
—Sí. Disculpe Doctor. Justo lo iba a llamar. —dice Hellen, con cara de inocencia.
—Ven, Hermione. —dice Draco, señalando el puesto junto a él y dirigiendo sus pasos al pasillo contiguo. Cuando Hermione devuelve la mirada hacia atrás es se da cuenta de que, aunque antes pareciera vacío, la verdad era que había una cantidad importante gente.
Mientras caminaban, ella lo observaba moverse con facilidad, saludando a las personas que pasaban con una sonrisa cordial. Cada tanto él le mostraba una sección y otra del hospital, indicándole para qué era cada una, pero la verdad era que si le preguntaran después cuáles fueron las que le señaló, Hermione no sabría responder. En todo lo que se podía concentrar era en Draco mismo. Un Draco que nunca pensó conocer. En el pasado estaban los insultos y los gestos groseros, palabras de rabia solo con hablar de muggles. Y ahora ¡trabajaba con ellos!
El olor a comida la saca de su retrospección y con sorpresa se da cuenta que están en una cafetería. Sigue a Draco hacia un asiento en la parte trasera donde hay más mesas vacías y menos gente y se dispone a sacar la silla para ella.
—Gracias.
—No hay de qué. —responde él sentándose en la silla frente a ella.
Con las manos en su regazo, Hermione contempla las mesas de alrededor, viendo las múltiples personas conversando y comiendo, entre doctores, enfermeros y asistentes.
—¿Hice algo? —pregunta Draco con voz dudosa mirándola con atención.
—¿Qué? ¿A qué te refieres?
—Has estado un poco distraída todo el camino. Siempre tienes una pregunta para algo y hoy has estado muy callada… no sé si hice algo que te—
—¡Oh, no! Draco ¡para nada! No has hecho nada —responde ella casi en un susurro, sacando sus manos de su regazo y metiéndose un mechón de pelo tras la oreja—. Es solo que… que… —Hermione se arma de valor y lo mira a los ojos—. Esto es maravilloso, Draco. Estoy muy contenta por ti. Tú—
—¡Doctor Malfoy! —una aguda voz interrumpe lo que Hermione estaba por decir. Hermione mira con sorpresa a la niña de cabello negro y grandes ojos cafés que pone sus manitos en la mesa y mira con una sonrisa a Draco.
—¡Hola, Emma! ¿no deberías estar comiendo ahora? —dice Draco sonriéndole a la niña.
—Lo estaba, pero eran vegetales, y no me gustan —con eso arrugó la cara y sacó de su pequeño bolsillo una paletita.
—Eso no está bien, Emma. Ya sabes que solo puedes comer dulces una vez hayas terminado tu almuerzo. —responde Malfoy con una voz de regaño fingida. Emma pone una cara triste y se guarda la paleta nuevamente en su bolsillo. De repente parece notar a Hermione, que había estado mirando entretenida todo el encuentro.
—Hola, soy Emma, el Doctor Malfoy es mi doctor —comenta la niña haciendo especial énfasis en el «mi». Hermione sonríe.
—Yo soy Hermione, gusto en conocerte, Emma.
Entrecerrando los ojos, Emma dice en voz baja. —¿Estás enferma? El Doctor Malfoy puede curarte. ¡Él curó a mi hermanito! —termina la niña con voz emocionada.
—¿Es así? —cuestiona Hermione a Draco ahora, que sonríe modestamente.
—Solo ayudé un poco.
—¡Qué mentira! —dice la niña alzando mucho la voz—. Ayudó mucho, señorita Herminy. El otro Doctor no sabía qué hacer y fue el Doctor Malfoy que sí pudió. —dice ella asintiendo con vehemencia.
—Sí pudo —la corrige Draco.
—¡Como sea! Yo sé que, si usted está enferma, ¡él la puede ayudar!
Hermione enfoca su mirada en Draco, que ha bajado un poco la mirada.
—Estoy segura de que sí. —dice Hermione, con voz clara para que él la escuche. No entiende por qué lo ve tan vergonzoso y callado cuando debería sonriendo abiertamente con todo lo que ha logrado en su vida y en tan corto tiempo. Es ella y su propio corazón estaba saltando como loco, su mano temblando levemente con las ganas que tiene de abrazarle o, aunque sea, tocarlo un poco.
—¡Emma! ¿Por qué te pierdes así? —una mujer de tez clara y pelo corto rubio se acerca a la pequeña y la alza en brazos, sonriéndole con disculpa a Draco—. Qué pena con usted Doctor y con su esposa, ya sabe cómo es la niña.
—Oh, no, Cecilia, tranquila —dice Draco lanzándole una mirada rápida a Hermione— Pero…
—Mucho gusto señorita —dice la mujer dirigiéndose ahora a Hermione—. Tiene usted como marido a un excelente doctor, no sabe lo afortunados que somos por haber dado con él en este hospital —continúa la señora con voz baja, no parece querer dejar de hablar—. Salvó a mi hijo de un horrible final y por eso estoy muy agradecida.
—Cecilia, Hermione no e—
—Me alegro mucho —interrumpe Hermione a Draco sin mirarlo—. Draco es un doctor maravilloso y estoy segura de que seguirá ayudando a muchos niños más —carraspeando para deshacerse del nudo de emociones que la recorren en ese momento, Hermione continúa: —Tiene a usted a una hija muy hermosa.
—Es usted muy amable. Usted también es muy hermosa. Hacen una pareja muy atractiva —dice ella ahora mirándolos a los dos ahora—. Bueno, debemos irnos. Doctor Malfoy, nos veremos en una próxima consulta.
—Los estaré esperando —dice Draco con una amplia sonrisa—. Te veré pronto, Emma.
—¡Hasta luego, Doctor!
Las dos los dejan solos finalmente, Draco con una sonrisa llena de vergüenza.
—Deb—
—Dis—
Hablan ambos al mismo tiempo, deteniéndose al mismo tiempo.
—Dale tú —dice Draco.
Hermione respira profundamente.
—No tengo palabras para expresar cuán… sorprendida, gratamente sorprendida, es decir… Draco, me hace feliz verte en este ambiente, tan desenvuelto, tratando dulcemente con niños y sus madres, y solo puedo imaginarme que así eres con tus demás pacientes —Hermione lo mira ahora con admiración— Eres una gran persona, Draco. Y estoy segura de que vas a lograr grandes cosas.
Draco la mira estupefacto, luego se aclara la garganta.
—Jamás pensé escucharte decir eso. —comenta Draco en voz baja—. Hermione yo… no merezco que me digas todas esas palabras tan agradables… —ella se desinfla cuando ve que él le rehúye la mirada, de repente inseguro—. No merezco que hayas venido hasta aquí a verme, ni que seas tan buena conmigo. Yo, que fui tan cruel contigo en—
Hermione comprende ahora.
—Eso está ahora en el pasado.
—Lo sé, pero no puedes simplemente—
—¿No puedo? Soy una mujer adulta. Puedo tomar mis propias decisiones. —olvidándose de todo, valientemente toma la mano de él que está entre ellos y entrelaza sus dedos con los de él—. Tomé la decisión de ir verte ese día en Hyde Park y no me arrepiento. Tomé la decisión de venir aquí y no puedo estar más feliz de haberlo hecho. Draco, ¿no lo ves? Mereces todo eso y mucho más.
La mirada de Draco es indescifrable.
—¿Qué tengo que hacer para que me creas?
Draco suspira y baja la mirada hacia sus manos entrelazadas. Murmura algo pero ella no lo alcanza a escuchar.
—¿Qué cosa?
—¿Puedes… puedes perdonarme?
Hermione se lo queda mirando con los ojos abiertos.
—Por favor, perdóname. Fui un imbécil contigo casi desde que te conocí. Esas creencias sin sentido que me metieron en la cabeza desde que era un niño tienen en parte la culpa, pero también es mía, porque al final era mi decisión el cómo actuar y qué decir. Me hubiera gustado poder entender antes que todo eso de sangrepura o nacido de muggles no importa para nada. Nada. —Draco suspira—. Porque a la final todos somos personas de carne y hueso. Unos con diferentes habilidades que otros, es cierto, pero nadie superior a nadie. —la mirada de Draco es tan penetrante que Hermione siente que no puede mirar nada más—. Tú siempre fuiste tan inteligente, tan buena con todos y buena amiga… —Draco interrumpe la conexión bajando la mirada—. Me hubiera gustado haberte tenido como amiga al menos, pero mi prejuicio no me permitió ver más allá.
Draco alza la mirada sorprendido cuando la otra mano de Hermione se posa en su mejilla que no tarda en ponerse colorada.
—Estás perdonado hace mucho tiempo, Draco. No había pensado que fuera necesario decirlo en voz alta ya que, bueno… —Hermione se sonroja—. Estoy aquí, contigo, ¿no? Creo que eso significa más que mil palabras.
Con eso una esquina de su boca se alza.
—Lo sé. Solo que… tenía que decirlo —él toma la mano que está en su mejilla y la baja hasta encerrar ambas en las suyas—. Ahora que estás aquí, ahora que vamos a…
—¿Sí? —Hermione espera con el corazón en la mano lo que va a decir.
En ese momento el localizador de él suena dentro de su bata, interrumpiendo el momento. Respirando profundamente, Draco extrae una de sus manos y saca el aparato.
—Mierda. —dice Draco después de un segundo, mirándola con disculpa—. Pensé que podríamos tener un poco más de—
—Está bien —dice Hermione con rapidez, extrayendo las manos de su agarre. Draco arruga la frente un poco.
—Quizá podrías esperarme y—
—Draco, tranquilo. Es importante que vayas. Estoy bien.
—No quiero dejarte sola.
Y yo no quiero que te vayas, pero no puedo ser egoísta, piensa Hermione para sí.
—Está bien. Me alegró mucho verte —dice Hermione con sinceridad.
—Siento que no pudimos hablar nada —Draco suspira y luego la repara de arriba a abajo sin ocultarlo—. Estás preciosa, no te lo había dicho antes.
Hermione bufa con nervios. —Solo me puse lo primero que vi. —en realidad había pasado una hora frente al closet pensando qué ponerse, pero no le piensa decir eso.
El localizador de él suena otra vez.
—¿Nos vemos luego? —dice ahora él con un poco de urgencia.
—Sí —responde Hermione, asintiendo levemente. Sabía que esto no era una cita, pero no puede evitar sentirse un poco decepcionada. Quería pasar más tiempo con él.
—Te acompañaría a la salida pero—
—Draco, yo sé donde es. Ahora ve y atiende tu llamado. —dice Hermione poniéndose de pie y ajustándose la bufanda. Draco se pone de pie también.
Actuando con rapidez y aprovechando que continúa arreglando su saco, Draco se acerca y la besa en la mejilla. Hermione se detiene en sus movimientos y espera que Draco se retire de su espacio personal, pero este no lo hace. Moviendo un poco la cabeza y esperando no chocar con la nariz de él, Hermione acerca los labios a la esquina de su boca, depositando un beso justo ahí.
Alejándose un segundo después y musitando un bajo adiós, Hermione se da vuelta y se retira, sintiendo tornados haciendo estragos en su interior.
Cuando atraviesa las puertas de la entrada, en todo lo que puede pensar es: Merlín, ¿por qué no giré la cabeza un poco más?
—¡Harry!
—¡Herms! —su amigo se acerca con pasos agigantados hacia su lugar en la mesa que había apartado previamente en el Caldero Chorreante y la envuelve en un abrazo cálido. Hermione hunde la cabeza en su hombro, tenía muchos días sin verlo. Y eso que ambos trabajaban en el Ministerio.
—Qué bueno verte. —sonríe Hermione.
—Igual, Herms —Harry la mira detenidamente—. Estás diferente. ¿Esa es ropa nueva?
Hermione se sonroja. —Es un chaleco que tenía guardado hace mucho y no lo había usado. —ella busca un tema diferente para distraerlo
—Te queda lindo. —Harry toma el menú y empieza a ojearlo. No dice nada más.
Mmm.
—¿Y Ron?
—Oh, ya llegará pronto, tenía una cita o algo así—
—¿Ron? ¿una cita? —inquiere Hermione con los ojos abiertos. Que supiera su amigo se la pasaba refunfuñando que las citas eran una pérdida de tiempo y que prefería salir con sus amigos—. Pero si él se negaba rotundamente a salir con nadie.
—Bueno, ya sabes, uno no decide en estas cosas —dice él en voz baja.
Inmediatamente su mente vuela a una figura alta y rubia de tez pálida. —No. Tienes razón.
—Y cuéntame Herms, ¿cómo va todo? —continúa Harry una vez una cerveza de mantequilla está entre sus dedos—. Tenemos días sin vernos —termina con una sonrisa.
Hermione se vuelca en el relato de lo que le ha pasado la última semana en el trabajo, exceptuando la historia con cierta persona. No es que no quisiera contarle a Harry, después de todo era su mejor amigo, pero no era el momento. Draco y ella no habían hablado nada aún.
No puede evitar sentirse ansiosa cuando piensa en él. Hoy había sido surreal. Y maravilloso. El único inconveniente que veía era que no había llegado a nada con Draco. Y se supone que tendrían que haber llegado, ¿no?
Dar ese paso más… es lo que pasa cuando dos personas se gustan, ¿no?
Sus inseguridades toman lo mejor de ella y suelta un pequeño suspiro, mientras escucha a Harry contarle algo sobre el trabajo. En algún punto del relato llega Ron y juntos los tres se cuentan las historias y se ríen, como siempre hacen cuando están juntos, y ella está contenta con la distracción.
—Entonces, Ron ¿con quién saliste? —inquiere Hermione curiosa antes de tomar un sorbo de su cerveza.
—¿Yo? —dice esto rascándose la cabeza y mirando a Harry.
—Ajá. Harry me lo dijo. ¿Quién es?
Ron le envía una mirada malhumorada a Harry y ella se ríe.
—Está bien si no me quieres contar, si están empezando apenas y—
—Salí con Luna.
—Esa sí que no me la esperaba —Hermione lo mira con sorpresa en su rostro—. ¿Cuándo pasó esto? ¿desde cuándo te gusta Luna? Digo, es una hermosa mujer, pero no pensé—
—Dímelo a mí —Ron se pone rojo hasta las orejas—. Pero no sé, un día nos quedamos atascados en el ascensor del Ministerio y así—
—¿Se quedaron atascados en el ascensor? —con esto Hermione no puede evitar soltar una carcajada. Harry tampoco aguanta la suya—. Eso solo pasa en las películas, Ron.
Él la mira con disgusto ahora. —Sí. Bien. Así pasó.
—Me parece adorable —Hermione coloca la mano sobre la de Ron—. Me alegra que conectaras con alguien.
—¿En serio?
—¡En serio! —Hermione dice con vehemencia— ¿Por qué no lo estaría?
—Es que bueno…después de lo que pasó entre nosotros…
—Ron, eso fue hace mucho tiempo —ella frunce el ceño—. Y no es que haya sido… duradero.
Solo se había besado con él una vez en la cámara de los secretos, pero pensaba que ambos habían tomado la decisión de estar mejor como amigos.
—Sí lo sé, no me malinterpretes. Supongo que está bien. Solo quería saber que estuviera bien contigo.
Hermione le sonríe. Harry se ha mantenido silencioso durante casi todo el intercambio. —Obvio que está bien. No necesitas mi aprobación.
—Fiuu. Bueno de todos modos no sé de que me preocupaba —suelta una sonrisa fácil—. No es como si hubiera salido con un Slytherin —con esto se echa a reír.
Ni ella ni Harry se ríen.
Harry se aclara la garganta. —Bueno, Ron, creo que ya tenemos que devolvernos. Hoy tenemos la capacitación de seguridad.
—Carajo, cierto —Ron se levanta con rapidez, cadi tumbando su silla en el proceso—. Fue bueno verte, Mione.
—Igual, Ron —él se inclina un poco y la besa en la mejilla.
—Gracias por venir, Herms —sonríe Harry también de pie—. Nos vemos pronto.
—Espera Harry. —ella se pone de pie y se acerca un poco más a él—. ¿Seguro que estás bien? —susurra ella—. Te noto raro.
—No es nada, Herms —Harry sonríe pero la verdad es que no la convence—. Solo cosas del trabajo.
—Sabes que puedes decirme cualquier cosa. —ella lo toma del brazo.
Con una última sonrisa un tanto nerviosa, Harry asiente y después de un corto abrazo, se va con Ron.
Mordiéndose el labio, decide tomarse otra cerveza ella sola. Está segura de que Harry esconde algo, pero no tiene idea de qué. Y no es como si tuviera derecho de escudriñar. Después de todo ella también tenía algo guardado para sí.
25febrero2021: ¿Será que Hermione podrá tener la paciencia suficiente mientras espera esa llamada de Draco? y ¿qué es lo que le pasa a Harry? No me pregunten porque yo no sé.
Ja. Obvio sí sé. ¿Alguna teoría? jiji
Graciaaaaaaas por leer, besitos.
