Rook
Tras el combate, Rook encajó las dagas en su funda. Varric alzó las cejas, sorprendido.
— ¿Ni una pizca de magia, Rook?
—No hacía falta. Me valía con las dagas— comentó Rook, con simpleza.
Harding los miró, alternativamente.
—Tengo muchas dudas, pero las reservaré para después. Vamos.
Se pusieron en marcha. Rook, sin dudarlo, soltó por fin una de las preguntas que le llevaba comiendo la cabeza desde que comenzaron la misión.
—Hay algo que no entiendo. ¿Por qué Solas quiere destruir el Velo, si sabe que va a destruir el mundo simultáneamente?
Harding suspiró profundamente.
—Solas siempre hablaba de lo bello que era el Mundo Antiguo.
—Ese mundo existía antes del Velo y quiere recuperarlo a toda costa— continuó Varric —. Incluso si nos destruye en el proceso.
En un silencio sombrío, se dirigieron por donde Harding los guiaba. Unos minutos después, escucharon una voz por encima del estruendo.
— ¡Estáis incumpliendo la orden imperial! ¡Deténganse! — gritaron desde un amplificador.
El equipo miró hacia donde se dirigía la voz. Una cúpula enorme, hecha de magia, estaba defendiéndose de los disparos de magia que le dirigía. Harding emitió un respingo.
— ¡Oh, no! ¡Creo que esa es la plaza de Dumat!
Con presteza, se dirigieron a ella, abatiendo por el camino unos cuantos venatori.
Destruyeron un cristal venatori, que les cerraba el paso con una barrera y, en pocos pasos, estaban ya en la plaza. Unos venatori les cerraban el paso, pero antes que Rook desenfundase sus dagas, estaban los dos abatidos por unos proyectiles mágicos venidos de la nada. Rook saltó hacia atrás, confundida y mirando a todas partes. Varric frunció el ceño.
— ¿Habrá sido Neve?
La cúpula se quitó en ese momento. Neve Gallus, con todo su porte mágica, dio unos pasos hacia ellos. Su pelo negro brilló bajo la lluvia, mientras le daba una calada a la pipa.
— ¿Alguien me solicitaba?
Harding le sonrió ampliamente.
—¡Neve! ¡Estás bien! Pensábamos que los venatori te habrían capturado.
Neve, con soltura, recogió su bastón clavado en uno de los venatoris cercanos que había derrotado y se giró, caminando.
—Ellos pensaban lo mismo.
El equipo se dirigió a ella y continuaron el mismo camino.
—Sé que hay muchos venatori que no les importaría ajustar cuentas conmigo, así que aproveché eso, para ver quién era esta vez el responsable— comentó con ligereza Neve—. Entonces, empezaron a caer demonios del cielo. Así que, vuelta al trabajo.
—Perfecto. Rook, esta es Neve Gallus, nuestra experta local. Nos va a ayudar a encontrar a Solas—les presentó Varric.
Rook inclinó la cabeza hacia ella, en forma de respeto.
—Rook, de Los Cuervos Antivanos. Un placer.
—Oh, un Cuervo— ronroneó Neve—. Estás muy lejos de casa.
—Es…una historia larga de contar. Digamos que no les agradé a los jefes por una cosita de nada.
Neve la miró con curiosidad.
—Eso me lo tendrás que contar más adelante, Rook.
Rook asintió, sin darle importancia. Neve entonces se dirigió a los demás, cambiando de tema.
—No he visto a Solas directamente, pero he hallado trazas de magia antigua, parecida a la que se encuentra en las ruinas élficas. Sin duda, es él.
Señaló hacia una gran estatua del fondo.
—El rastro se dirige hacia un edificio debajo de Nuestra Señora de la Victoria. Ahí está nuestro hombre.
Varric apretó los puños.
—Entonces, vamos hacia allá antes de que empeore el ritual.
Neve soltó una risa de burla.
—¿Empeore? Este ritual ya tiene más poder que una docena de magos juntos, Varric. Me dijiste que trabajaba solo.
Él se encogió de hombros.
—Pero también te dije que era un antiguo dios élfico.
—Un dios élfico. Captado. Vamos, este dios ya ha causado demasiados estragos a mi ciudad.
Se encaminaron con rapidez hacia la estatua. Neve les dirigía en el frente, con premura.
—Vale, entonces, si pillamos a Solas…o al Lobo Terrible, como quiera que se llame, ¿cuál es el plan?
—Con suerte, estará lo suficientemente concentrado en el ritual como para fijarse en nosotros— contestó Harding—. Ahí podremos enfrentarlo sin problemas.
—Solo hay una persona en este mundo (y en cualquiera) que podría enfrentarlo y no está aquí— siguió Varric—. Un combate directo hará que nos mate.
— ¿Y quién es esa persona? — preguntó Rook, curiosa, sin poder saltar esa parte.
Varric y Harding cruzaron una mirada, tristes. Neve solo seguía la conversación de fondo, curiosa también.
—La Inquisidora Lavellan— le contestó Harding.
Varric gruñó.
—Pero ni ella le hará cambiar de opinión. Ya lo hemos visto demostrado.
Rook lo observó, pero decidió no seguir preguntando. En sus rostros, había un dolor compartido, antiguo, que parecían no querer reflotar y no iba a ser quien les obligase a hablar.
Deslizándose por una tirolina, llegaron rápidamente al edificio, custodiado por una barrera mágica.
—Me encargo yo.
Neve se dirigió a la barrea, dispuesta a desactivarla. En ese momento, Rook miró a su alrededor, desconfiada, fijando su mirada en la derecha.
— ¿Pasa algo, chavale? — le preguntó Varric, viendo su inquietud.
Rook frunció el ceño.
—Siento como si alguien nos siguiese. Es como…una picazón. Su magia es como una picazón constante.
Harding alzó las cejas, sorprendida.
— ¿Tú también puedes detectar la magia así de fácil?
Rook negó con la cabeza.
—No siempre y no tan fiablemente como lo hace Neve. Esta sensación es extraña. Es como si algo nos acechase, antiguo.
Varric miró también a su alrededor.
— ¿Deberíamos investigarlo?
Rook negó con la cabeza.
—Es curioso, pero no creo que sea malvado. No le hagamos caso.
—Listo— En ese momento, Neve desactivó la barrera. Entraron rápidamente, aunque Rook echó la mirada hacia atrás una última vez, antes de entrar.
