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Capítulo 39
Yin 297 AC
El sol brillaba en lo alto, iluminando los bulliciosos puertos de la ciudad de Yin. El enorme puerto estaba repleto de barcos de todo el mundo, comandados por capitanes lo suficientemente audaces como para navegar hasta estos lejanos mares en busca de lucrativas oportunidades.
En uno de los muelles se encontraba el «StarWolf», que había atracado la noche anterior. El barco tenía dos objetivos en su visita: comprar mercancías y crear una pantalla para Jon y el resto de la tripulación, evitando que fueran reconocidos por los soldados que habían regresado de Trader Town.
La muerte del general Pol Qo había resonado con fuerza, sobre todo cuando se difundió que había sido asesinado por un sicario. La noticia se había propagado rápidamente, alcanzando todos los rincones de Yi Ti en un tiempo sorprendentemente corto, lo que tomó por sorpresa a Jon y a su grupo. No obstante, la política interna de Yi Ti se había vuelto más intensa, con facciones dentro de todas las ciudades atribuyéndose la muerte del general. Algunos querían ganar el favor de aquellos que odiaban a Pol Qo, mientras otros lanzaban falsas acusaciones para congraciarse con quienes lo apoyaban.
Debido a esta explosión política que había estallado como un barril de fuego valyrio en Yi Ti, todos los comerciantes que ingresaban a la ciudad por tierra eran exhaustivamente revisados. La situación se agravó cuando varios de los remanentes del ejército de Pol Qo, desintegrado tras la muerte del general, regresaron a Yin para jurar lealtad al emperador de la ciudad.
Ante el aumento de la seguridad, Jon decidió optar por la vía marítima, fingiendo ser comerciantes provenientes de Volantis. Así lograron entrar de nuevo a la ciudad sin levantar sospechas.
El grupo caminaba por el mercado, dirigiéndose a la tienda donde habían tropezado anteriormente. Mientras avanzaban, conversaban sobre los eventos en Trader Town, pero lo hacían en la lengua común de Westeros, para evitar ser entendidos por los residentes de Yin y sus guardias.
"Esto es problemático. La cantidad de redadas ha sido aterradora desde el regreso de los soldados que servían a Pol Qo." comentó Pyp, molesto por no haber podido disfrutar de una noche tranquila en ninguna taberna desde su llegada.
"Ni me lo digas. Anoche nos detuvieron siete veces para 'cerciorarse' de que no éramos asesinos enviados a matar a Bu Gai." añadió Grenn, también fastidiado.
El resto de la tripulación asintió, compartiendo el descontento. La situación era frustrante, ya que casi no podían moverse de noche sin toparse con una patrulla que los "verificaba." Estas "verificaciones" no eran más que intentos fútiles de coaccionarlos o asustarlos para que confesaran ser asesinos o criminales, con la esperanza de recibir algún soborno a cambio de su silencio.
Por eso, Jon y su tripulación habían decidido regresar a la posada para evitar ser víctimas de esos "amables" guardias.
Hablando del hijo bastardo de Eddard Stark, Jon llevaba una venda en su brazo herido. Las vendas, hechas de lino, no apretaban demasiado el brazo, pues querían evitar que las heridas se infectaran. El brazo de Jon había recibido un tratamiento básico con medicina mundana y algo de curación mágica, pero la herida no se había cerrado por completo. Por alguna razón, Jon no pudo sanarla del todo con magia, lo que sorprendió tanto a él como a los demás, ya que nadie conocía la causa.
"¿Cómo está tu brazo, Jon?" preguntó Sam al ver a su amigo moverlo un poco.
"Me está picando." respondió Jon, haciendo una mueca de molestia, pues la quemadura picaba intensamente. Lamentablemente, no podía rascarse, ya que podría empeorar la herida.
La respuesta de Jon sorprendió a Sam, quien se llevó una mano a la barbilla, pensativo.
'Le he aplicado varios ungüentos y cataplasmas para ayudar en su cicatrización... Aunque estos pueden causar escozor, no debería ser tan frecuente.' pensó Sam, observando cómo su amigo movía el brazo repetidamente. Decidió revisarlo más tarde, no queriendo dejar el asunto sin resolver.
Los ojos de Daenerys se centraron en Jon al escuchar que tenía molestias con su herida. La joven Targaryen se preocupó, pues sabía, por lo que había leído en libros, que una herida infectada podía ser mortal. Miró a Sam en busca de respuestas, pero al darse cuenta de que él tampoco sabía qué ocurría, se limitó a rezar en silencio para que la herida de Jon no se agravara.
"Aunque, no creo que esto sea duradero." dijo Jon, volviendo a llamar la atención de sus amigos. "Parece que solo es por la venda... cuando no la tengo, no hay picazón."
Las palabras de Jon hicieron que Sam suspirara aliviado, pues eso indicaba que la herida no se estaba complicando, lo que le quitó un peso de encima.
Tras esto, el grupo continuó su camino hasta llegar a la tienda.
Al entrar, se sorprendieron al ver al comerciante que los había atendido anteriormente discutiendo acaloradamente con algunos guardias.
El hombre hablaba en yitiense, por lo que ninguno de los presentes entendía lo que discutían. Aun así, el tono de voz del comerciante era elevado y mostraba molestia e ira, lo que indicaba que estaba enfadado por algo.
El mercader continuó gritándoles a los guardias por unos momentos más, hasta que finalmente dejó de hablar. Los guardias comenzaron a hacerle preguntas, las cuales el comerciante respondía de mala gana. Al final, el mercader terminó de responderlas y los guardias se marcharon de allí de manera abrupta y descuidada, golpeando a Grenn y a Edd con sus hombros al salir.
Esa acción molestó a la tripulación del «StarWolf», quienes estuvieron tentados a darles una lección. Sin embargo, se detuvieron al recordar que eso los metería en serios problemas. Así que, soltando suspiros, se acercaron al mostrador.
"Buenas." saludó Jon al mercader, quien al verlos llegar, esbozó una sonrisa.
"Buenas. Parece que vienen por sus prendas, ¿verdad?" preguntó el mercader, mientras observaba a todos los tripulantes del «StarWolf» con una sonrisa en su rostro.
La respuesta fue un asentimiento acompañado de sonrisas por parte de los jóvenes.
Al ver esto, el mercader les pidió que esperaran mientras él entraba al almacén. Pocos minutos después, salió acompañado de unos sirvientes, trayendo todas las prendas que habían solicitado.
Cuando Jon y sus amigos vieron las ropas, sonrieron, pues estaban hechas con las sedas que cada uno había elegido para la elaboración de sus prendas. Tras asegurarse de que todo estaba en orden, procedieron a pagar por el servicio.
Tras pagar, Jon y el resto se dirigieron hacia el mercado. Antes, sin embargo, pasaron por un callejón donde cada uno guardó sus nuevas prendas en sus bolsas encantadas. Con eso hecho, se encaminaron al mercado con el objetivo de comprar sedas y especias, buscando mercancía para vender en algún otro puerto.
Jon estaba en las aduanas de Yin y se encontraba de mal humor, la razón: el imbécil que tenía enfrente. El hijo bastardo de Ashara Dayne había ido a pagar por el tiempo de amarre de su barco en la ciudad, pero para su mala suerte, se topó con un trabajador que lo estaba exasperando hasta el punto de que su mano derecha picaba por tomar su espada y cortarle la cabeza de un solo tajo. Sin embargo, no lo hizo, consciente de las consecuencias que traería usar la violencia en un lugar público. Así que, resignado, se tragó su mal humor y aguantó al estúpido burócrata.
"Es por eso que se debe realizar un registro exhaustivo de su barco." dijo el yitiense con una mirada de suficiencia.
Aquella mirada, junto con un largo discurso sobre las nuevas medidas de seguridad que permitían examinar barcos en busca de sospechosos, le dejó claro a Jon que ese cabrón estaba buscando un soborno. Esto lo irritó aún más, no porque tuviese algo ilegal en su embarcación, sino porque no quería que desconocidos tuvieran la oportunidad de husmear en su barco y descubrir los artefactos mágicos que tenía a bordo.
"Entiendo la importancia de la seguridad en la ciudad, pero no veo por qué quiere volver a revisar mi barco... ya lo hicieron anoche." dijo Jon con dureza, comenzando a perder la paciencia.
El tono de Jon provocó que el yitiense frunciera el ceño y, moviendo la mano, llamara a algunos soldados. Estos llegaron haciendo bastante ruido, lo que llamó la atención de todos los presentes. Los guardias rodearon a Jon y miraron al yitiense tras el mostrador. Este sonrió al guardia de una manera que Jon reconoció al instante; esos dos se conocían. Sin sorprenderse, Jon notó cómo algunas lanzas comenzaban a apuntar a su garganta.
"Parece que no ha entendido." dijo el yitiense en la lengua común de Westeros. "Usted no tiene ni voz ni voto... su barco—"
Las palabras del yitiense se quedaron atrapadas en su garganta cuando el ambiente en la sala de aduanas de Yin cambió de repente. El aire, ya de por sí tenso, se volvió tan denso que todos los que observaban la escena decidieron volver a sus asuntos, tratando de ignorar la sensación asfixiante que llenaba el lugar.
El cuerpo de Jon emitía un aura roja, que afortunadamente no fue vista por los otros humanos dentro de la sala. La intensa luz natural del sol que iluminaba el lugar ayudó a difuminar el resplandor que envolvía al hijo de Ned Stark.
Los guardias que rodeaban a Jon comenzaron a asfixiarse lentamente, sus manos temblaron y sus brazos cayeron con lentitud. Al ver cómo los soldados se acobardaban, Jon dirigió su mirada hacia el trabajador de la aduana y esbozó una sonrisa siniestra.
"Entonces... ¿volverán a revisar mi barco?"
La pregunta de Jon fue acompañada por un toque sutil de instinto asesino, lo que hizo que el yitiense se orinara de miedo. A pesar de que el hedor llenó toda la sala, el hombre asintió con la cabeza y, tras eso, Jon le lanzó la bolsa con el dinero del impuesto de atraque.
El yitiense movió sus manos rápidamente, tomando el dinero y contando las monedas con nerviosismo. Cuando se aseguró de que todo estaba en orden, Jon se marchó del lugar. Apenas sintió que Jon se había ido, el yitiense soltó un suspiro y casi rompió a llorar. En todo momento, había sentido como si una espada estuviera apretada contra su cuello, una sensación compartida por los guardias que lo rodeaban.
Al salir de las aduanas, Jon supo que estaba en problemas.
'¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!' pensó con rabia hacia sí mismo. Había utilizado sus poderes para algo tan trivial como aquello, lo que le causaría problemas a corto plazo. "Debí encontrar otra salida para ese problema. Usar magia de esa manera me pondrá una diana en la cabeza. Lo mejor es largarnos de inmediato de esta maldita ciudad, y una vez estemos en mar abierto, usar el dispositivo del «StarWolf» para ganar distancia de los posibles barcos que nos sigan."
Con esos pensamientos, Jon apretó el paso y, sin perder tiempo, salió corriendo hacia su barco en los muelles. La razón de su prisa era simple: había utilizado magia, y aunque no había sido algo llamativo, era casi seguro que los afectados lo verían de esa manera, lo que no sería bueno. Algunos creían que el responsable de la muerte de Pol Qo era el Rey Brujo, el otro pretendiente al trono del Imperio Dorado de Yi Ti. Por lo tanto, su uso de magia podría hacer que lo relacionaran con él, lo que provocaría que enviaran guardias a su barco.
'No importa si tengo magia... sigo siendo humano, y mi pelea con Pol Qo me ha demostrado que debo volver a entrenar.' pensó Jon mientras miraba sutilmente su brazo derecho.
El joven bastardo sintió una mezcla de decepción al observarlo. Se suponía que era un mago de batalla, alguien que sabía usar magia, pero haber sido herido por alguien que no tenía ese conocimiento le dejó un mal sabor de boca. Por eso había decidido volver a entrenar. Lamentablemente, no podía entrenar muy fuerte en el barco, pero sí podía aprender más hechizos.
Por suerte, había varios grimorios en su barco, grimorios con hechizos que aún no conocía. Así que, deseando volverse más fuerte, porque si esta batalla le había costado tanto, lo de Valyria podría ser aún peor, decidió prepararse. Con esa determinación, siguió corriendo.
Pentos 297 AC
El sol de la mañana iluminaba la ciudad de Pentos, haciendo brillar las aguas de su bahía. En una de las zonas más privilegiadas de la ciudad, donde la vista de la bahía era espectacular, se erigía una mansión imponente. Protegida por un muro de unos cuatro metros de altura, coronado con púas de hierro fundido, la mansión contaba con tres puertas de acceso, incluida la entrada principal. Su interior albergaba múltiples habitaciones, y la residencia estaba custodiada por Inmaculados, guerreros eunucos de reconocida destreza. Sin embargo, estos no estaban en su mejor forma; la mayoría se había vuelto obesa y lenta.
En el patio de la mansión, seis cerezos desnudos vigilaban un estanque, en cuyo centro se erigía una estatua, una representación del dueño de la casa.
Ese hombre era Illyrio Mopatis, un magíster de la ciudad de Pentos. De aspecto corpulento, Illyrio era un hombre de obesidad mórbida, aunque sorprendentemente ágil para su tamaño. Llevaba un anillo con piedras preciosas en cada dedo y su barba, amarilla y aceitada, estaba dividida en dos partes. Sus dientes, amarillos y podridos, emanaban un desagradable olor cada vez que hablaba.
Illyrio observaba la estatua en su patio, rememorando cómo el tiempo podía ser cruel en ciertos aspectos. No obstante, no era un hombre dado a la nostalgia, y fue en ese momento cuando oyó pasos que se acercaban. Al volverse, vio a uno de sus invitados.
Quien había entrado en el patio era Jon Connington. El hombre de Poniente caminaba con tranquilidad, vistiendo las ropas que había usado en su viaje desde Volantis, ya que acababa de llegar junto a su grupo.
Los ojos del magíster se posaron en el antiguo amigo del príncipe Rhaegar, y una sonrisa de alegría se dibujó en su rostro al verlo vivo y bien.
"Griff, es bueno ver que has llegado." saludó el magíster con voz suave, alegre y ligeramente melosa. "¿Tus compañeros de viaje ya se han acomodado?"
"Igualmente, magíster... Es bueno verlo con buena salud." respondió Jon con calma, manteniendo una mirada seria e imperturbable. "Sí, mis compañeros ya se han acomodado."
"Bien, bien... ¿Y cómo está tu joven hijo? ¿Cómo va su educación?"
La pregunta del magíster dejó a Jon Connington momentáneamente desconcertado. Al recobrar la compostura, frunció el ceño. No le agradaba que Illyrio preguntara por Aegon, pero tuvo que tragarse las palabras que cruzaron por su mente. No podía permitirse el lujo de perder un aliado tan valioso.
"Va bien... Está aprendiendo todo lo que se le enseña. Las lecciones con el medio maestre progresan adecuadamente; está demostrando habilidad para aprender sobre la geografía de su tierra natal. Las lecciones con Lemore casi han concluido, ya que la septa cree que no hay mucho más que pueda enseñarle sobre la Fe de los Siete. Los entrenamientos con Rolly van bien; está mostrando una notable destreza con las armas." respondió el viejo Grifo.
"Eso es bueno... Necesita aprender todo eso para cuando llegue el momento indicado." señaló Illyrio con una sonrisa, mientras volvía a mirar la estatua de su juventud.
"Sí, lo sé... ¿Hay noticias de la princesa Daenerys?" preguntó Connington mientras miraba el estanque, observando el reflejo del cielo en las aguas tranquilas.
"Me temo que debemos suponer lo peor..."
Las palabras de Illyrio hicieron que Connington apretara los dientes, produciendo un leve rechinido.
"¿Qué quieres decir?" preguntó Connington, dejando de mirar el estanque para clavar sus ojos en los de Illyrio. "Pensé que tus espías habían descubierto que la princesa había escapado de los asesinos del Usurpador... ¿O nos mentiste?"
"No, no mentí... Mis informantes me aseguraron que la niña salió ilesa. Sin embargo, abordó un barco y desde entonces no he podido dar con su paradero. No importa en qué puerto busquen, ninguna de las naves con las que tengo negocios parece haber encontrado una embarcación que coincida con la descripción que me dieron... Aunque supongo que eso era de esperar. Vieron el barco a lo lejos, así que no pudieron distinguir bien sus características."
La respuesta de Illyrio hizo que Connington soltara un suspiro de frustración. La princesa a la que se referían era Daenerys Targaryen, hermana de Rhaegar y una de las dos Targaryen conocidas en el mundo... y la única que podía fortalecer el reclamo de Aegon.
El plan que él había urdido junto con el eunuco y su amigo comerciante de quesos era simple. Cuando el eunuco llegó con el hijo de Rhaegar, Jon aceptó cuidarlo, educarlo y prepararlo para que, llegado el momento, fuera un rey tan grande como el Viejo Rey. Sin embargo, aunque él sabía que Aegon era el hijo de Rhaegar, el mundo lo daba por muerto, y no sería fácil que lo reconocieran como tal. Por eso necesitaban a Daenerys; al ser una hija reconocida del rey Aerys, su matrimonio con Aegon le daría legitimidad completa a su reclamo, ya que su hijo sería un descendiente directo de Aegon el Conquistador, algo que nadie podría negar.
Tras soltar el suspiro, el viejo Grifo empezó a pensar en una forma de sortear este nuevo contratiempo. Lamentablemente, no se le ocurría ninguna, ya que no había otra manera de darle más legitimidad a Aegon.
"Pareces preocupado, Ser." comentó Illyrio con una sonrisa, mientras observaba a Connington.
"Claro que lo estoy, magíster... ¿Cómo se supone que daremos más legitimidad a Aegon sin la princesa Daenerys?" preguntó Connington, frustrado por no encontrar otra solución.
"Hay otras formas, Ser." exclamó el magíster con voz suave, sorprendiendo al caballero de la Casa Connington.
"¿A qué se refiere?" preguntó Jon, sorprendido, sin entender a qué se refería el magíster.
"No solo puede obtener legitimidad por parte de su familia paterna... Si su familia materna puede dar fe de su identidad, es más que seguro que todos aceptarán la verdad: Aegon VI Targaryen, hijo de Rhaegar Targaryen y Elia Martell de Dorne, está vivo."
Aquellas palabras resonaron en la mente del Stormlander, quien comprendió a qué se refería el viejo comerciante de quesos. Esto hizo que una sonrisa se dibujara en su rostro por un segundo, pero desapareció casi de inmediato.
'Los Martell...' pensó Connington con desagrado, recordando cómo siempre había creído que la princesa Elia no era lo suficientemente buena para su príncipe de plata. Sin embargo, no podía hacer nada al respecto ahora... Tendría que hablar con Doran y convencerlo de que su sobrino estaba vivo. 'Estoy seguro de que cuando escuche esto, se alegrará y comprometerá las lanzas de Dorne con la causa de Aegon.'
"Parece que estás pensando en algo interesante, Ser." habló Illyrio, sacando a Jon de sus pensamientos.
"Puede que así sea, magíster."
"Sí, estoy seguro de que deseas obtener una audiencia con el príncipe de Dorne para informarle que su sobrino está vivo, pero no es conveniente que lo hagas ahora."
"¿Qué...?" intentó decir Jon Connington, pero sus palabras murieron en su garganta cuando vio cómo el magíster colocaba una carta frente a él.
"Varys me envió esto."
Al escuchar quién había enviado la nota, el viejo caballero tomó la carta, y abriéndola con cierta molestia, comenzó a leer su contenido.
Illyrio, contacta rápidamente a Griff. Necesito que se le informe sobre algunos sucesos.
Cuando esté contigo, dile que, pase lo que pase, se mantenga alejado de las costas de Westeros hasta nuevo aviso. Robert se ha obsesionado un poco con el bastardo de Eddard Stark y lo tiene vigilado. Su última ubicación fue en Dorne, y me temo que si aparece, alguien podría reconocerlo. Si eso sucede... el plan estará en peligro. No solo mis espías están tras la pista del chico; parece que los leones también lo buscan, aunque no sé para qué. Es posible que ya hayan llegado algunos espías a Sunspear, así que por el momento debe evitar ese lugar.
Cuando el viejo caballero terminó de leer, apretó la carta y frunció el ceño.
'Otra vez un Stark…' pensó con ira Jon Connington al ver cómo esa casa volvía a interponerse en su misión de colocar en el Trono de Hierro a quien sabía que sería un gran rey.
"Parece que estás enojado, Ser." comentó Illyrio con tono casual, como si hablara del clima, al ver la expresión de Connington.
Al oír la melosa voz del magíster, Jon Connington se reprendió mentalmente por dejar que sus emociones se mostraran tan abiertamente frente a él. La razón por la que quería mantener sus sentimientos bajo control ante este individuo era simple: no confiaba del todo en él. Sí, había sido un aliado valioso para mantener con vida al hijo de su amado príncipe, pero había algo en él y en la Araña que le impedía confiar plenamente en ellos.
"No es nada, Magíster... solo recordé algo desagradable del pasado." respondió Connington mientras recuperaba su semblante solemne.
"Lo entiendo... el pasado solo nos trae pesares... imaginarnos cómo sería el presente si hubiésemos tomado otras decisiones... es una tortura con la que los dioses parecen divertirse. Pero bueno, no estamos aquí para tener este tipo de charlas. Ya te he transmitido las indicaciones de mi amigo Varys... ¿qué harás con ellas?"
"Seguiré su advertencia... Si es cierto que los Lannister están enviando espías a Dorne, eso es grave para nuestra causa. Debemos proceder con cautela." respondió Connington, causando que el magíster sonriera. "Ahora, tengo curiosidad por algo... ¿Por qué el bastardo de Stark parece ser el tema de conversación en Westeros? ¿No se suponía que estaba muerto… o me he equivocado?"
"Oh... je, je, je... esa es una historia más que fantástica... la verdad parece casi sacada de un cuento de hadas..." respondió Illyrio mientras acariciaba lentamente su barba. "El chico está vivo y ha hecho cosas increíbles a pesar de su juventud. Ha sido nombrado caballero por el heredero de Oldtown... ha luchado como mercenario en los Peldaños de Piedra durante la limpieza de Braavos... y, sobre todo, ganó el último gran torneo de Dorne, derrotando a todos los que lo retaron."
Los logros que mencionaba el magíster despertaron la curiosidad del exlord de Griffon's Roost. Si no recordaba mal, su príncipe le había dicho que Ashara había quedado embarazada durante la rebelión del Usurpador... Eso significaba que el chico no tendría más de catorce años...
"Parece que estás sorprendido por esto."
"Claro que lo estoy, el chico parece ser muy talentoso." dijo Jon Connington, mientras reflexionaba más sobre aquel bastardo.
"Sí, algunos dicen que será tan mortal como su tío Arthur Dayne, pero hay quienes creen que podría ser incluso más letal…"
Al escuchar eso, el caballero tuvo un flashback en el que recordó a la «Espada del Alba." Solo el recuerdo de las habilidades de aquel caballero hizo que Connington sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo.
'Si ese chico es como su tío, podría ser el caballero más letal de esta generación... lo que lo convertiría en un elemento muy codiciado.' pensó Jon Connington, mientras una idea surgía en su mente. 'Si ese chico es tan hábil como se dice, podría ser un excelente candidato para ser un caballero de la Guardia Real… Sí, es probable que ese fuese un buen uso para él... pero ahora, la pregunta es… ¿Cómo unirlo a nuestra causa?'
Tras esos pensamientos, el caballero miró al magíster, dándose cuenta de otra cosa. Aunque aún no sabía cómo reclutar a tal caballero para su bando, tampoco conocía su apariencia ni su personalidad.
"Magíster, ¿qué más sabe del chico?" preguntó Connington.
Al oír la pregunta, Illyrio comenzó a recordar lo que sabía del muchacho. Aunque era algo popular en Westeros, en Essos no era tan conocido. Todo lo que sabía, lo había obtenido de su amigo Varys, quien siempre mantenía un ojo sobre los individuos excepcionales. Tras unos momentos, finalmente recordó algo y le dio una respuesta a Jon Connington.
Cuando Jon Connington escuchó lo que sabía el magíster sobre el hijo bastardo de Eddard Stark, se quedó de piedra. No tanto por la personalidad del chico, pues no había mucha información al respecto, sino por su apariencia. En ese momento, recordó que había visto a alguien similar en Volantis.
Jon Connington quedó atónito al darse cuenta de que se había topado con el bastardo de Eddard Stark en Volantis. Cuando se dio cuenta de ello, estuvo a punto de reírse, pues no podía creer la suerte que había tenido. Había estado frente a uno de los caballeros más prometedores de la época y no se había dado cuenta.
'¡Maldición!' gritó en su mente Connington al percatarse de que había perdido una oportunidad única de reclutar a alguien excepcional para su causa. 'Estuvo frente a mí ese día y no pude verlo... ¡Maldición! Si hubiese sabido esto antes, habría aprovechado la oportunidad para unirlo a la causa de Aegon. Habría sido difícil, pues es el hijo del perro del usurpador, pero también es un bastardo... Estoy seguro de que si se le ofreciera Winterfell, aceptaría de inmediato, ya que todos los bastardos desean lo que sus hermanos legítimos tienen… Bueno, no se puede llorar sobre la leche derramada. Tendré que estar alerta por si me lo vuelvo a topar… aunque será difícil, pero no imposible.'
Tras esos pensamientos, el caballero decidió dejar de lado por el momento al hijo de Eddard Stark, ya que tendría tiempo para pensar en un plan de contingencia si la oferta de Winterfell no lo convencía. Soltando un suspiro, comenzó a hablar con el magíster sobre lo que harían en el futuro cercano para que Aegon siguiera mejorando sus habilidades.
Casterly Rock 297 AC
Las olas del mar se estrellaban contra la colosal roca sobre la cual se alzaba el castillo de la Casa Lannister. Este imponente bastión, conocido como Casterly Rock, había pertenecido en tiempos remotos a la Casa Casterly, pero en la Edad de los Héroes pasó a manos de los Lannister gracias a Lann el Astuto, un hombre que mediante artimañas arrebató la fortaleza a sus dueños originales.
Casterly Rock era un castillo monumental, que se extendía casi dos kilómetros de un extremo al otro, convirtiéndose en una de las construcciones más grandes de Westeros. A diferencia de otros castillos, estaba literalmente excavado en la roca, albergando en su interior barracones, dormitorios, estancias, mazmorras, y muchas otras estructuras. Además, contaba con torres en la parte superior de la roca. La entrada principal, llamada la «Puerta del León», era una enorme caverna natural de unos sesenta metros de altura, con una calzada tan ancha que permitía el paso simultáneo de veinte jinetes. Otro punto notable era el «Salón de los Héroes», donde se enterraban a los Lannister y sus parientes cercanos que habían muerto valientemente. Finalmente, estaba la famosa «Galería Dorada." el lugar donde se guardaban los tesoros de la casa.
Todo este esplendor era propio de la Casa Lannister, los gobernantes de Westerlands, uno de los Siete Reinos originales de Westeros. Esta región era rica en minerales preciosos, lo que convertía a muchos de sus señores en nobles inmensamente ricos.
Mientras los habitantes del castillo estaban ocupados en sus quehaceres, la luz del sol de la tarde se filtraba por una de las ventanas del estudio de Tywin Lannister, iluminando la estancia. El estudio estaba ricamente decorado con tapices y alfombras doradas, estanterías y otros muebles, incluyendo sillas y un escritorio.
En el centro de la sala estaba Tywin Lannister, el líder de la Casa Lannister. Conocido como el «Viejo León», Tywin era un hombre alto y fuerte, de ojos verdes con vetas doradas. Su otrora cabello rubio había sido rapado al cero, tras comenzar a quedarse calvo. Su rostro estaba libre de barba o bigote, manteniendo solo unas patillas doradas que cubrían sus mejillas.
En ese momento, Tywin revisaba los informes de sus espías, desplegados en varios lugares de todo Westeros, especialmente en las principales ciudades de los Siete Reinos. Aunque no obtenía la información tan rápido como la Araña, cuyos agentes parecían saberlo todo al instante, sus espías cumplían con su cometido.
Tywin había estado tranquilo hasta que, hace unos días, uno de sus espías, quien había enviado solo dos informes más después de ese día, le informó de algo increíble. Al parecer, Jon Snow, el hijo bastardo de Eddard Stark que había desaparecido hace años, había regresado… no físicamente, sino de otra manera.
El Viejo León había recibido la misma misiva que otras casas en todo Westeros, en la que el Rey Robert preguntaba si alguien tenía información sobre el paradero del niño. Al igual que muchos otros señores, Tywin había descartado la carta como insignificante, pues ese chico no tenía ninguna relevancia en el gran juego, y su muerte no importaba.
Sin embargo, el destino le dio una bofetada cuando aquel bastardo reapareció hace poco, salvando a un hijo de Leyton Hightower y luego viajando a los Peldaños de Piedra, donde consiguió algo que Tywin había anhelado para su casa: una espada Valyria. Y como si se tratara de una cruel broma, el chico la regaló sin más a su hermano, haciendo que la Casa Stark poseyera dos espadas de acero valyrio.
Al enterarse de esto, Tywin estalló en ira, incapaz de comprender cómo ese bastardo había encontrado algo tan valioso en un nido de piratas. Sin embargo, sabía que no podía hacer nada, por lo que dejó que la ira se disipara.
Desafortunadamente, parecía que los dioses se deleitaban en atormentarlo con el bastardo, pues su espía le informó que un banquero del infame y despiadado Banco de Hierro había llegado a White Harbour, escoltado por el capitán de la guardia de la ciudad. Aunque esto podía indicar que el banquero estaba allí para cobrar una deuda, la realidad era otra: Lord Manderly había partido de su ciudad pocos días después, en dirección a Winterfell.
Esto había sorprendido a Tywin, y por eso su sirviente se infiltró en el séquito de Lord Manderly para llegar a Winterfell. Una vez allí, logró escabullirse y escuchar algo sorprendente: el Banco de Hierro había traído una nota de crédito con la que el bastardo de Winterfell donaba a su casa un millón de dragones dorados.
'Esa cantidad de dinero no es muy grande, ya que Westerlands produce más oro que eso cada año… sin embargo, eso fue en el pasado, cuando las minas no se habían agotado.' pensó Tywin con molestia, apretando los puños.
La sequía de su última mina activa había sido un duro golpe para él, pues significaba que su casa ya no tenía los mismos recursos que antes para generar ingresos, lo que debilitaba su posición. Tampoco ayudaba que su amado rey y yerno pidiera préstamos constantemente y que su hija derrochara dinero de manera imprudente. Todo esto hacía que Tywin viera cómo el poder de su casa disminuía.
'Solo hay una razón para que el Banco de Hierro haga ese tipo de movimientos a favor del bastardo de Eddard Stark… lo están considerando un activo valioso para su entidad', reflexionó Tywin, dándose cuenta de que esa era la razón detrás de la generosidad del banco. Esto elevaba el valor del bastardo a sus ojos, pues era alguien que, sin un apellido noble, estaba logrando obtener poder, un poder que le vendría bien a su casa.
Lamentablemente, sabía que ese chico no podría ser fácilmente traído a su lado, pues era hijo de Ashara Dayne, y era posible que también lo culpase por la muerte de la princesa Elia Martell. Aunque Tywin había ordenado la muerte de los niños Targaryen al final de la Rebelión de Robert, su perro, Gregor Clegane, se había tomado ciertas libertades al matar a la princesa. A pesar de que Tywin hubiese querido castigarlo, Gregor tenía una utilidad que otros caballeros no podían ofrecer, por lo que lo mantenía con vida.
'Debe haber algo que pueda ofrecerle al chico… pero ¿qué podría ser?' pensó Tywin por unos momentos, hasta que se le ocurrió una idea.
'La Casa Lannister tiene una mancha similar a la suya, una bastarda… sí, es un poco menor que él, pero los matrimonios pueden esperar… puedo ofrecerle a Joy. Puede que sea una bastarda, pero es de una gran Casa. Sería incluso un insulto para él y para la Casa Stark desestimar un compromiso entre ellos dos. Si fuera un niño legítimo, no haría esto, pero como es un bastardo, podré deshacerme de la hija de mi estúpido hermano y atraer el comercio que impulsa el Banco de Hierro a Lannisport. Eso traerá nuevamente riquezas a Casterly Rock… si no hay otra opción…' pensó Tywin mientras se levantaba y se preparaba para enviar un mensaje a Winterfell con su oferta.
Mientras el Viejo León caminaba hacia su escritorio, una idea más se formó en su mente, una idea que podría hacer su oferta aún más atractiva. Y si los Stark no aceptaban, bueno, los caminos siempre eran peligrosos.
Unas pocas horas después, un cuervo partió hacia Winterfell con una oferta matrimonial para Jon Snow. Sin que el bastardo de Winterfell lo supiera, varias ofertas similares comenzarían a apilarse en Winterfell, esperando que el joven bastardo tomara una decisión.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.
Bien, el capitulo al fin salió XD.
Siento la demora, pero el dia a dia me tiene casi muerto.
Bueno, dejando eso de lado. Jon ya esta llamando mucho la atención de algunas personas en Westeros, pero sabíamos que eso ocurriría, no todos los días alguien regala una espada de acero valyrio como si nada. y sobre los espías de Tywin… venga, todos sabemos que el debe tener algunos en zonas importantes y las cinco ciudades mas importantes de Westeros son lugares estratégicos. Ahora, como reaccionara Ned ante esta "propuesta", bueno, ya se vera en el futuro.
Lamentablemente, me temo que la historia nos llevara mas al este que al oeste en los próximos capítulos, pero tratare de colocar más escenas de Westeros.
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Además, cualquier consejo constructivo es bienvenido. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
