N-A: Hola a todos. Aquí traigo otra loca historia salida de mi inquieta imaginación, no muy seria y para divertirme. Un crossover entre HP y TLB con mucho humor para alegrar al corazón en esta temporada de fiestas. Espero que lo disfruten. Si quieren dar ideas o lo que quisieran ver aquí y va con la historia, soy todo oídos. Posiblemente llegue hasta los sucesos de la película, aún lo estoy decidiendo. En fin, buena lectura y ¡FELICES FIESTAS PARA TODOS!

Fin de N-A.

Título: Desatando el Caos con un Toque de Magia.

Emparejamientos Principales: (Willow Potter "Fem! Harry" / David) (Dwaine / Hermione) (Marko / Luna) (Paul / Giny Weasley).

Género: Amistad / Fantasía / Humor / Romance.

Mundo de TLB:

Resumen.

UA: Siglos de ser la Ama de la Muerte, así como las Segadoras de la Ama de la Muerte y hacer un poco de todo, sobre todo desatar el caos a donde el aburrimiento las llevara podían ser algo agotadores para Willow Potter, Hermione Granger, Luna Lovegood y Giny Weasley, es por eso que hacer algo simple como poner una cafetería en otra dimensión parecía algo insignificante, un descanso realizando algo normal como servir mesas mientras administraban su propio negocio. Las chicas realmente no se esperaban atraer la atención de cuatro sexis vampiros, pero al final tampoco es que se quejaran mucho por ello, ni tampoco éstos...

Disclaimer: La saga de libros de Harry Potter y la película The Lost Boys (1987) no me pertenecen, todo crédito a sus respectivos creadores. Yo solo juego con sus personajes para mi entretenimiento y el de mis lectores.

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Capítulo 1: The Enchanted Tea House.

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Era una noche fresca de noviembre en Santa Carla, la brisa algo gélida del mar debido a ya ser otoño, soplaba con suavidad entre las calles del Paseo Marítimo arrastrando las hojas secas que yacían en el frío asfalto, y las luces de neón iluminaban la ciudad como si estuvieran tratando de hacerle competencia a las estrellas por lo brillantes y numerosas que eran.

Por la amplia carretera, una motocicleta avanzaba a toda velocidad. Su dueño, Paul de los infames Lost Boys, los cuatro jóvenes vampiros (aunque esto era desconocido para la población) que integraban una de las bandas locales que rondaban el Paseo Marítimo se había alejado por un rato de sus hermanos. Su cabello rubio y salvaje se asotaba con el viento, sus ojos azules brillaban con diversión y una leve sonrisa se dibujaba en su rostro.

El vampiro rubio con aspecto de estrella de rock estaba emocionado, más que nada porque finalmente iba a comprobar si los rumores sobre el nuevo establecimiento que habían abierto cerca del Paseo Marítimo eran ciertos.

Estos últimos días, ellos habían estado escuchando hablar a la gente sobre el nuevo establecimiento en la ciudad, una pequeña cafetería, lo cual no era tan llamativo para ellos como una tienda de música, un bar o una sala de juegos, pero bueno... Lo que realmente había picado su curiosidad eran los comentarios sobre las chicas que trabajaban allí. Se decía que eran hermosas, de una belleza casi sobrenatural. Un verdadero deleite para la vista, más que los deliciosos postres que servían. Eso, pensó Paul, era algo que tenía que ver por sí mismo.

Un par de minutos después, llegó a su destino y aparcó su motocicleta en el estacionamiento con el que contaba el sitio.

La cafetería estaba situada en una esquina tranquila, con un rótulo de madera pintado en letras elegantes en color dorado que decía "The Enchanted Tea House". De fuera, el lugar parecía sacado de un cuento inglés. Era un edificio de dos plantas, con una fachada de ladrillos rojos adornada con enredaderas de jazmín y glicinas, así como un par de ventanales enmarcados por cortinas de encaje blanco, que dejaban entrever la cálida luz interior. La entrada tenía una pequeña puerta de madera oscura, con un cristal esmerilado en la parte superior, y una campanilla que emitió un suave tintineo cuando Paul la empujó.

Al entrar, la calidez del lugar lo envolvió al instante. Un suave aroma a té recién hecho y pasteles horneados se mezclaba con la fragancia de flores frescas. El interior tenía un aire encantador y acogedor, con muebles de madera envejecida y sillas tapizadas en tonos pastel. Las paredes revestidas con papel tapiz floral en tonos suaves de lavanda y verde estaban decoradas con algunas estanterías flotantes de madera oscura repletas de libros, un reloj antiguo y fotografías en sepia de paisajes británicos. En una esquina, una pequeña chimenea crepitaba suavemente, dando al lugar una atmósfera hogareña y tranquila y una serie de lámparas terminaba de iluminar el interior del establecimiento.

La música suave de una melodía con un piano de fondo se mezclaba con el murmullo de los clientes que disfrutaban de sus bebidas y postres. La cafetería estaba sorprendentemente llena a pesar de la hora y, de vez en cuando, algunas personas, (sobre todo chicos) miraban hacia el mostrador con expresiones soñadoras, y cuando Paul hizo lo mismo, entendió el por qué.

En dicho lugar, una chica de cabello rubio platinado sujeto en un elegante moño y ojos tan brillantes como la plata líquida atendía a una señora con una angelical sonrisa en los labios. Su figura era delicada, pero elegante, y su uniforme no hacía más que resaltar su belleza. Ella vestía una blusa lavanda de manga larga, ligeramente acampanada, con un delicado cuello de encaje y un pequeño broche plateado en el centro del cuello en forma de rosa. Una falda azul marino de cuadros, y sobre ella, un delantal rojo burdeos con rosas de lavanda estampadas en las esquinas completaba su atuendo. De sus orejas colgaban unos curiosos pendientes, en forma de tazas de té, y en su muñeca derecha brillaba una pulsera de cuentas de cristal multicolores. Paul quedó momentáneamente paralizado, admirando cada detalle. La chica se le asemejaba a esas delicadas hadas de los cuentos de fantasía.

—Vaya, parece que los rumores son ciertos... —murmuró para sí mismo, esbozando una sonrisa y acercándose al mostrador, ya libre de otros clientes.

—Buenas noches. ¿Qué puedo ofrecerte? —preguntó ella, su semblante tranquilo y sereno.

El joven vampiro ojiazul se aclaró la garganta antes de hacer su pedido.

—Bueno cariño, me gustaría... —comenzó con voz seductora, mostrando su mejor sonrisa, esa que hacía que las mujeres cayeran a sus pies—. Cuatro brownies de chocolate y un par de esas mini tartas de manzana que tienen muy buena pinta. Todo para llevar.

El chico se recostó ligeramente sobre el mostrador, buscando captar su atención con una mirada juguetona.

—Por supuesto —dijo ésta, su voz suave, sin inmutarse colocando su mejor sonrisa de servicio al cliente—. ¿Eso es todo? —le preguntó de forma educada.

—Sí, sí, eso es todo —respondió el vampiro, sin perder su seductora sonrisa—. Oye, ¿cómo te llamas? Si no te importa... me gustaría invitarte a una cita, nena.

—Me llamo Luna –respondió, divertida—. Y te lo agradezco, pero no soy tu tipo —le dijo, con una sonrisa tirando de la comisura de sus labios.

—Oh, vamos, cariño, ¿dame una oportunidad! —se quejó éste—. ¡Eres totalmente mi tipo y te aseguro que nos divertiríamos mucho!

La chica profirió una risita negando con la cabeza e Ignorando sus coqueteos con toda calma, anotó su pedido y se dirigió hacia la cocina.

Paul se quedó mirando su espalda mientras se alejaba haciendo un leve puchero por no haber logrado atraer a la bella rubia.

—Tu pedido estará listo en unos momentos —le informó Luna a paul, en cuanto la ojigrís regresó al mostrador.

El chico asintió sin hacer más intentos con la rubia, pues se notaba que no lograría nada, así que esperó tarareando la canción que sonaba por la cafetería, "I Was Made for Lovin' You" de "Kiss" y las que siguieron, todas de rock, para su deleite. Diez minutos después, la puerta de la cocina se abrió, y por un momento, Paul pensó que la mandíbula se le caería al suelo. Había salido otra chica y era... una pelirroja. No cualquier pelirroja, sino una de esas que podrían estar en una portada de revista. El cabello rojo fuego caía en cascada por su delicada espalda, sus ojos, de un profundo color café, brillaban con picardía. Era imposible no notarla. Poseía una figura de reloj de arena perfectamente definida que acentuaba mucho más su atractiva silueta. Ella llevaba el mismo uniforme que la rubia, pero con un top en lugar de la blusa, y su falda era corta y ajustada sin el patrón de cuadros, lo que la hacía ver aún más sexi.

"Ella es absolutamente impresionante", pensó. Si su corazón todavía pudiera latir, lo estaría haciendo como loco.

La pelirroja se acercó al mostrador con paso seguro, sus tacones resonando en el piso de mármol. Cuando vio a Paul, le lanzó un guiño coqueto, acompañando el gesto con una sonrisa que por poco lo hizo gemir de deseo, por suerte para todos, pudo reprimir (apenas) sus más bajos instintos que le exigían tumbar a la ardiente pelirroja sobre el mostrador y tomarla ahí mismo.

—Aquí tienes, Luna —dijo ella, con una sonrisa traviesa, entregándole una bandeja con los postres a la rubia.

—Gracias —respondió ésta última tomando la bandeja.

Paul, completamente hipnotizado por la chica pelirroja, con movimientos automáticos recibió los brownies y las tartas empaquetadas de manos de la rubia, pero aduras penas lo registró. Su atención estaba fija en la pelirroja, que había regresado a la cocina caminando con un hipnótico balanceo de caderas. "Demonios", pensó, "esa chica es igual o aún más preciosa que la rubia".

—¿Todo bien? —preguntó Luna, su voz ahora cargada de diversión.

Paul la miró, un poco aturdido, pero aún concentrado en la visión de la sexi pelirroja.

—Sí, claro, todo perfecto... —dijo, sin mucha convicción. Le pagó con un par de billetes a la ojigrís y se encaminó rápidamente a la salida de la cafetería con una sonrisa boba en el rostro, de la que sus hermanos se hubiesen burlado sin piedad de haber estado ahí para verla.

Al pasar por la puerta, el tintineo de la campanita lo hizo volver a la realidad.

Reflexivo, se subió a su motocicleta sin dejar de pensar en ella, en el guiño, en esa sonrisa seductora que le había hecho sentir cosas en su interior, cosas que nunca había sentido por ninguna chica. La moto rugió bajo él al arrancar y ponerla en marcha.

"Definitivamente", pensó el vampiro rubio, a la vez que aseguraba mejor su pedido en su agarre y aceleraba, "voy a tener que volver aquí más a menudo, y esta vez, para obtener la atención de una sexi nena pelirroja".

Con una sonrisa traviesa en el rostro, desapareció por la carretera. Mientras tanto, en el interior de la cafetería, la rubia observaba a través de uno de los ventanales cómo se alejaba. Su sonrisa se amplió ligeramente, y de repente, se escuchó una risa suave desde la cocina.

—Parece que Giny hoy se ganó otro enamorado, ¿eh? —dijo la voz de una tercera chica, esta de cabello de un intenso negro azabache hasta las caderas sujeto en una coleta baja, tes clara y fascinantes ojos verde esmeralda, vestida también con el uniforme aunque cambiando la falda por un pantalón, acercándose a su amiga.

La rubia asintió de acuerdo. —Y de un vampiro, ni más ni menos —susurró.

—Sí —dijo la joven de cabello azabache—. Esto será divertido... —murmuró, mirando hacia la puerta con una enigmática sonrisa.

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Fin del Capítulo.