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Capítulo 2

Solstheim – Middas 19 de Ultima Semilla del 202 de la Cuarta era

Los ojos de Edzard comenzaron a abrirse. Parpadeando comenzó a mirar a su alrededor. Su cabeza palpitaba como si hubiera ido a beber con Jon Batallador y la mitad de los Compañeros. Mirando a su alrededor se dio cuenta de que estaba en su tienda.

'¿Qué paso anoche?' pensó Edzard mientras se llevaba una mano a la sien para tratar de aplacar el dolor de cabeza que tenía.

Aún desorientado por la jaqueca, decidió sentarse. Al hacerlo, pudo ver que Asia se encontraba tirada a su lado.

"Ahh, ya recuerdo. Usé el pergamino de Neloth." Dijo Edzard, ya recordando porque estaba tirado en el suelo.

Levantándose, decidió salir de la tienda. Cuando estuvo fuera, pudo ver que no habían sido saqueados por bandidos. Así que, aprovechó que estaban cerca de un lago para ir y reponer sus reservas de agua. Cuando terminó de llenar sus ores de agua, Edzard decidió preparar el desayuno.

Mientras regresaba del lago, Edzard pudo ver muy cerca un nido. Acercándose, vio que en el nido había unos cuantos huevos. Sonriendo por su suerte, los recogió. Luego de eso, decidió volver al campamento.

Ya en el campamento, volvió a encender una hoguera. Edzard puso una sartén con mantequilla sobre el fuego. Cuando la mantequilla se derritió, él echó los huevos a la sartén.

Mientras Edzard preparaba el desayuno, la nariz de Asia comenzó a moverse. Lentamente comenzó a abrir los ojos.

"Umm…" Asia bostezaba y se estiraba.

Aun somnolienta, se levantó y caminó hacia el exterior. Cuando salió, sus ojos fueron cegados temporalmente gracias al sol. Parpadeando, Asia esperó a que su visión volviese. Cuando lo hizo, pudo ver que Edzard estaba que preparaba el desayuno.

"Buenos días Edzard." Dijo Asia en latín mientras se acercaba a Edzard.

"Buenos días Asia." Respondió Edzard en italiano.

Asia se quedó quieta cuando escuchó que Edzard hablaba italiano.

"Espera, ¿desde cuándo hablas italiano?" preguntó Asia confundida. Ya que, si sabía ese idioma, porque no lo usó antes.

"Desde anoche." Respondió Edzard mientras sacaba los huevos de la sartén y los ponía en dos platos. Luego de servir los platos, Edzard se giró para poder ver a Asia a la cara.

Asia simplemente parpadeó, pues no entendía lo que Edzard decía.

Al ver su confusión, Edzard suspiró. "Recuerdas el pergamino de anoche."

Asia asintió, y ahí recordó todo. Lo primero que hizo, fue dar unos pasos hacia atrás. Aún recordaba el dolor que había sentido.

"Tranquila, no te he hecho nada." Dijo Edzard mientras se levantaba. "Yo quisiera disculparme."

Asia parpadeó. "¿Por qué quieres disculparte?"

"El hechizo de anoche te causó mucho dolor. Así que quería disculparme por eso."

"¿Tú sabias que dolería?"

"No. Es la primera vez que me veo forzado a usar ese hechizo." Respondió Edzard con toda sinceridad.

Y esa era la verdad. Él nunca había usado ese hechizo, de hecho, no conocía de su existencia.

"Ya veo." Dijo Asia mirando hacia otro lado.

Edzard se sentía un poco mal por lo que había pasado anoche, pero antes de que pudiese volver a disculparse, Asia habló.

"No hay nada que perdonar. Tú también sufriste anoche, ¿verdad?" pregunto Asia.

"Si. No quisiese volver a sentir ese dolor otra vez." Mintió Edzard. Si bien el hechizo le había causado dolor no era nada que no pudiese manejar. Lo que lo hizo desmayarse fue el estrés que mental que le causo ese hechizo.

"Entonces todo arreglado." Dijo Asia mientras sonreía.

Edzard simplemente parpadeó. Asia parecía ser una chica muy inocente.

"Asia, ¿tienes hambre?" preguntó Edzard.

Asia asintió, pues estaba hambrienta.

Sonriendo, Edzard caminó hasta la hoguera y tomó los platos que contenían el desayuno de ese día. Acercándose, le dio un plato a Asia.

Asia recibió el plato y dedicó unas oraciones. Luego de eso, comenzó a comer.

El desayuno fue un asunto muy tranquilo. Cuando Edzard terminó de comer, decidió levantar el campamento. Viendo esto, Asia decidió ayudar. Entre los dos rápidamente levantaron el campamento.


Edzard y Asia se encontraban caminando por el yermo de ceniza. Habían dejado las cercanías del lago no hace mucho. Mientras caminaban, iban charlando entre ambos.

"Entonces, Edzard. ¿Dónde me encuentro?" preguntó Asia.

Edzard parpadeó. "Te encuentras en la isla de Solstheim."

"¿Solstheim?" preguntó muy confundida Asia. Ya que no conocía ningún lugar llamado así. "¿En qué país estoy?"

"Esta isla pertenece a Morrowind." Respondió Edzard.

"¿Morrowind…?" preguntó Asia. Ella no conocía ningún país llamado así. Aunque este país podía ser uno pequeño, así que lo mejor seria conocer en que continente se encontraba. "¿En qué continente queda Morrowind?"

Edzard se detuvo en seco. Podía entender que Asia no conociese Solstheim, de hecho, él ni conocía esta isla, pero no conocer una de las grandes regiones de Tamriel, eso ya era algo muy raro.

"Asia, se que lo que voy a decir sonar muy raro" dijo Edzard girando para ver a Asia. "¿Dónde has vivido para no saber dónde queda Morrowind?"

Asia parpadeo e hizo un puchero porque sintió que Edzard se estaba burlando de ella. "Yo he vivido en Italia."

Edzard parpadeó. "¿Italia?"

Asia asintió y comenzó a sonreír cuando vio que Edzard estaba sin palabras.

"Disculpa mis palabras, pero, ¿Dónde queda ese lugar?"

Asia comenzó a mirar a Edzard. ¿Cómo es que Edzard no conociese donde quedaba Italia?

"Edzard, Italia está en el continente europeo." Dijo Asia mientras señalaba algo muy obvio.

"¿Continente Europeo? ¿Cómo llegaste a Tamriel desde allí?" preguntó Edzard.

"¿Tamriel? ¿Qué es eso?" preguntó Asia.

"Tamriel es el continente donde te encuentras." Respondió Edzard.

Asia parpadeó una y otra vez. Su mente estaba que trataba de entender lo que Edzard decía. Ella no conocía ningún continente llamado Tamriel.

Edzard, al ver la confusión de Asia, se dirigió hacia la bolsa que traía. De ella sacó un pergamino.

"Asia." Llamó Edzard.

Asia miró a Edzard y se asustó. Ella estaba asustada gracias al pergamino de traducción que había usado Edzard.

"Tranquila, no es un pergamino mágico. Es un mapa de todas las regiones de Tamriel."

Asia se tranquilizó cuando escuchó eso. No quería otra jaqueca tan dolorosa. Así que se acercó a Edzard. Cuando llegó a su lado, pudo ver el mapa. Sus ojos se abrieron cuando vio el continente de Tamriel. No se parecía a nada que hubiese visto antes. Lentamente sus ojos comenzaron a humedecerse.

"Estamos en esta isla." Dijo Edzard mientras señalaba una pequeña isla en la parte norte del mapa. Cuando no recibió respuesta, giró y se asombró cuándo vio a Asia llorar.

"Asia, ¿Por qué lloras?" preguntó Edzard.

"No conozco este continente." Respondió Asia mientras se secaba las lagrimas con la manga de su vestido.

Edzard simplemente parpadeo. Entonces Asia era de un continente no descubierto.

"¿Qué quieres decir?" preguntó Edzard. El hizo la pregunta para tratar de obtener más información.

"Edzard. En.… la tierra…. todos los continentes ya han… sido mapeados. No hay ningún continente… como… como ese en los mapas." Respondió Asia.

Edzard parpadeó sorprendido.

"Espera, ¿Tierra? ¿Qué es eso?" preguntó Edzard.

"Es… es… el… el… planeta de dónde vengo." Respondió Asia

"Asia, este planeta se llama Nirm." Dijo Edzard.

Asia comenzó a retroceder. No podía creer lo que decía Edzard. "No... No… ¡No!"

Luego de gritar, Asia se dio vuelta y comenzó a correr.

Edzard miro atónito como Asia corría. Se quedo ahí parado un momento mientras pensaba. 'Asia, es de otro mundo.'

Edzard volvió en si y se dio cuenta hacia donde había corrido Asia.

"Mierda. En esa dirección hay un nido de arañas de fuego."

Luego de decir eso, Edzard se montó sobre su caballo y comenzó a galopar a toda velocidad. No podía dejar que Asia llegue ahí o podría morir.

Asia corría lo más veloz que podía. No sabia a donde iba, pero no le importaba.

'No es justo. ¿Por qué me pasa esto?' pensaba Asia mientras corría.

Iba tan sumida en esos pensamientos que no se dio cuenta de que se dirigía a un área quemada. En dicha área había unas arañas blancas que estaban rodeas de fuego.

"¡Asia!"

El grito de Edzard hizo que Asia apretase el paso.

Edzard, al ver que Asia aumentaba la velocidad, espoleó al acaballo para que vaya más rápido.

'Mierda. Ya casi.' Pensó Edzard.

Cuando el caballo se acercó lo suficiente, Edzard se inclinó hacia un lado. Cuando el caballo pasó cerca de Asia, Edzard usó su brazo derecho para tomar a Asia y con fuerza la levantó. Una vez que Asia estuvo en el aire, Edzard la hizo sentarse al frente suyo. Con Asia ya segura, Edzard tiró de las riendas del caballo y lo hizo girar a la izquierda.

El caballo obedeció y giró en esa dirección. Rápidamente, Edzard espoleo al caballo y se alejó del lugar.

"¡Suéltame!" gritó Asia mientras intentaba zafarse del agarre que Edzard tenía sobre ella.

Edzard comenzó a fruncir el ceño. Los movimientos de Asia podrían hacer que cayesen del caballo.

"¡Maldita sea! ¡Asia tranquilízate!" gritó Edzard mientras trataba de evitar que ambos cayesen al suelo.

Asia no le hizo caso y siguió moviéndose. Esto hizo que ambos cayeran del caballo. Por suerte para Asia, Edzard había girado en el aire y se había puesto debajo de ella. Así que él recibió el golpe, mientras que Asia solo recibió algunos raspones.

Asia seguía forcejeando, pero Edzard no cedía. No podía dejar que ella se fuera, ya que podría ser asesinada por alguna criatura del yermo.

"Asia, tranquilízate" susurró Edzard.

Asia seguía forcejeando, pero lentamente dejo de hacerlo. Pronto sus forcejeos pasaron a convertirse en un llanto.

Edzard sintió como unas cuantas lágrimas de Asia lograban pasar por su armadura. Así que comenzó a sobar la espalda de la chica mientras susurraba palabras tranquilizadoras. Estuvo haciéndolo por un buen rato, hasta que finalmente Asia se calmó.

"¿Ya estas más tranquila?" preguntó Edzard.

Asia asintió. Esto hizo que Edzard comenzara a soltar su agarre.

Ya libre, Asia vio a Edzard y se asombró cuando él la abrazo.

"¿Edzard?" preguntó Asia.

"Shuuu.." susurró Edzard. "Tranquila, ya todo está bien."

"¿Cómo esta todo bien?" pregunto Asia. "Ya no estoy en mi mundo."

Edzard la miró y suspiró. Se sentía extraño. Nunca había hecho algo como lo que acababa de hacer.

"Si, puede que ya no estés en tu mundo, pero esa no es razón para intentar matarte." Dijo Edzard mientras comenzaba a frotar la cabeza de Asia.

"¿Matarme?" preguntó confundida Asia. Ella no pensaba matarse, solo quería estar lejos y llorar sola.

Edzard parpadeó y luego suspiró. "Asia, el sitio hacia donde corriste era un nido de arañas de fuego."

"¿Arañas de fuego?"

"Si. Imagina arañas blancas del tamaño de un perro." Respondió Edzard.

Asia miró a Edzard. Este mundo era raro. ¿Cómo podía haber arañas tan grandes como un perro?

"Mientes. No hay arañas tan grandes."

"Si las hay. Lo peor es que estas arañas explotan cuando son molestadas."

Asia simplemente se quedo quieta. No sabía que decir.

Edzard también la miro, hasta que finalmente decidió separarse de ella. Lentamente se levantó y se vio a sí mismo. Al parecer, la armadura había absorbido gran parte del golpe y él solo tenía algunos raspones.

"Edzard. Lo siento." Dijo Asia agachando la mirada.

Edzard la miro extrañado. Ya que no entendía por qué se disculpaba. "¿Por qué te disculpas?"

"Perdiste a tu caballo por mi culpa."

Edzard la miró unos momentos y luego comenzó a reír.

"¡Ja, ja, ja!" la risa de Edzard resonaba por el yermo.

"Tranquila. No es necesario." Dijo Edzard ya un poco más calmado.

"¿Qué quieres decir?"

Edzard no respondió verbalmente, simplemente dio un fuerte silbido. El sonido del silbido pronto fue reemplazado por el sonido de cascos de un caballo galopando.

Asia parpadeo asombrada cuando vio al caballo volver.

"¿Asombrada?" preguntó Edzard.

"Si." Respondió Asia mientras se acercaba al caballo y comenzaba a acariciar su nariz.

El caballo resopló ante el gesto de Asia. Parecía que estaba molesto por lo que había hecho Asia.

"Tranquila, no le gustan los extraños." Dijo Edzard al ver como Asia se entristecía por lo que le había hecho el caballo.

Asia asintió y comenzó a mirar al horizonte. Por su mente pasaban miles de preguntas, pero las más importante era. ¿Qué hacer a partir de aquí?

Edzard miró a Asia y suspiró. Ahora que sabía que ella no era de este mundo, debía de andar con cuidado. Si alguien peligroso se enteraba de eso, ella estaría en peligro.

'¿Qué debo de hacer?' pensó Edzard. Mientras pensaba, a él llegó una idea. La idea era un poco loca y era muy probable que haga que Asia le dé una patada en las bolas, pero era lo único que se le había ocurrido.

"Asia." Dijo Edzard llamando la atención de Asia.

"Si." Respondió Asia.

"Tengo dos opciones para ti. Así que deberás de tomar una decisión."

"¿Opciones? ¿Decisión?" preguntó tímidamente Asia, pues no sabía que decisión debería tomar.

"Sí. La primera opción es que te quedes posada hasta que encuentres un trabajo con el que puedas mantenerte." dijo Edzard mirándola a los ojos. "Por supuesto, que la pensión de tu estadía y las comidas estarán pagadas por mí."

"Y ¿Cuál es la segunda opción?"

"Que comiences a vivir con alguien a quien acabas de conocer." Respondió Edzard mientras evitaba la mirada de Asia.

La respuesta de Edzard sorprendió a Asia, pues ella no se esperaba esto. Edzard se estaba ofreciendo a pagarle una posada hasta que encuentre una manera de subsistir en este lugar. Pero la segunda opción la dejó aún más sorprendida. Nunca esperó que alguien que acababa de conocer se preocupara por ella en tal medida como para ofrecerle vivir con él.

'Tal vez fui muy directo con esto.' pensó un preocupado Edzard al ver que los ojos de Asia comenzaron a lagrimear.

"Por… favor, por… por lo que más quieras, no llores." tartamudeó Edzard, esta escena estaba volviéndose muy incómoda.

"Lo siento, perdóname… es que no esperaba… que te preocuparas tanto… por mí." sollozó Asia, mientras se secaba las lágrimas y trataba de calmarse.

'Asia, acabo de evitar que te mates.' Pensó Edzard con una gran gota de sudor en su frente, pero luego comenzó a sonreír.

"Asia, no te conozco por mucho tiempo, es decir literalmente solo nos conocemos desde ayer." suspiró Edzard. "Pero en este corto tiempo me he percatado de que eres una persona muy amable e inocente."

'Tal vez demasiado amable e inocente para este mundo.'

Las palabras de Edzard hicieron que Asia se sonrojara. Sonriendo, ella lo abrazó. El abrazo tomó a Edzard por sorpresa, pero el comenzó a sonreír y también abrazó a Asia.

"Entonces, ¿ya decidiste?" preguntó Edzard cuando dejó de abrazar a Asia.

"Sí. Quiero vivir contigo." Respondió Asia con una sonrisa.

"Entonces, debemos de ir a mi casa en Roca del Cuervo. Por suerte no está muy lejos."

Asia asintió. Ella no sabia que era Roca del Cuervo, pero ya no importaba. Edzard le había ofrecido un hogar y ella no lo rechazaría.

Edzard tomó a Asia de la cintura y la ayudo a subir al caballo. Cuando Asia estuvo sentada, Edzard también subió. Ya con ambos montados sobre el caballo, Edzard movió las riendas y el caballo comenzó a galopar.


El atardecer había pintado el cielo de un hermoso tono naranja. Edzard y Asia continuaban cabalgando por el yermo de ceniza. Hace unas horas habían pasado la casa de Hrodulf. Lo que indicaban que estaban muy cerca de llegar a Roca del cuervo. Ambos habían aprovechado el viaje para conocerse mejor. Asia había contado su infancia en la iglesia y Edzard contó su infancia en Bruma. Ella contó sobre su sacred gear, él sobre la sangre del dragón. Habían hablado sobre mas temas, incluso sobre religión.

"Entonces, ¿estos diablos o demonios son como los daedras?" preguntó Edzard.

"Bueno, en teoría sí." Respondió Asia. Ella estaba que se movía ligeramente, ya que su trasero le dolía. Ella nunca había montado a caballo, así que su trasero había comenzado a irritarse por estar en la misma posición tanto tiempo.

"Ya veo. Bueno si te soy sincero tu dios realmente es un idiota." Dijo Edzard.

Asia se enojo por lo que había dicho Edzard. Así que, hizo un puchero y giró su rostro.

"Asia. Asia…. ¡Asia!" terminó por gritar Edzard al ver que Asia no le hacía caso.

Sin embargo, ella no volteaba a verlo.

Edzard suspiró. "Esta bien, lamento llamar idiota a tu dios."

Asia entonces giró su cabeza y le sacó la lengua a Edzard, para luego sonreír.

"Asia, tres. Edzard, cero" dijo Asia feliz. Habían tenido ligeras peleas sobre algunas tonterías, peleas que Asia había ganado y Edzard perdido.

"Sabes, me siento raro cuando habló en tu idioma. ¿Cómo es que se llamaba este idioma?"

"Italiano." Respondió Asia. "¿Por qué es raro?"

"Bueno, es que estas en Tamriel y deberías hablar el idioma local. Si no lo haces, entonces nadie te entendería y podrías causar problemas."

"Edzard. No se hablar tu idioma natal." Dijo Asia con los ojos en blanco.

Edzard simplemente sonrió. Aquí estaba su oportunidad para ganarle una pelea.

"Segura. Bueno yo creo que si puedes hablarlo." Dijo Edzard en Tamrielico.

Asia parpadeó, ya que se dio cuenta de algo. Ella ya podía entender el idioma natal de Edzard. "¿Cómo puedo entenderlo?"

"El pergamino de hechizo te permitió entender el idioma de Tamriel." Respondió Edzard con una sonrisa. "Oh sí. Asia, tres. Edzard, uno."

Asia hizo un puchero. Edzard había hecho trampa, pero cuando estuvo por reclamarle, vio como el llevaba su mano al mango de su espada.

"¿Edzard?" preguntó en un susurro Asia.

Edzard no le hizo caso y comenzó a ver hacia el frente.

Asia vio hacia donde Edzard miraba y comenzó a asustarse cuando vio varias figuras acercarse.

Edzard apretó el agarre en su espada. No sabia si las personas que llegaban eran enemigos o no. Comenzó a pensar en cómo matarlos rápidamente, pero descartó esos pensamientos cuando los vio bien.

Ese grupo llevaba una armadura de cuerpo completo hechas de molde de hueso, una armadura que algunos bandidos usaban; sin embargo, ellos iban montados en un guar cada uno. Los bandidos no tenían guar. Esto se debe a que mantenerlos es muy costoso. Así que el ver a los reptiles bípedos demostraba que estos soldados eran guardias Redoran.

"¡Alto en nombre de la casa Redoran!" gritó un guardia.

Edzard le obedeció y se detuvo. Cuando lo hizo, el guardia se acercó.

"¿Quiénes son y por qué usted usa una armadura del Morag Tong?" preguntó el guardia.

Edzard se quitó el casco como respuesta.

Los guardias lo reconocieron inmediatamente e hicieron una reverencia con sus cabezas.

"Disculpa las molestias, Serjo. Pero no podemos bajar la guardia." Dijo el guardia que había detenido a Edzard.

"Tranquilo, solo estas haciendo tu trabajo."

El guardia asintió. "Disculpe la imprudencia, pero, ¿Quién es la señorita que viaja con usted?"

"Se llama Asia y es una amiga que vivirá conmigo." Respondió Edzard.

"Ya veo."

Edzard sintió un deseo de golpear al guardia. El no era adivino, pero sabía que todos los guardias estaban con sonrisas sarcásticas en sus rostros.

Asia, por su parte, había comenzado a sonreír cuando Edzard la había presentado como una amiga. Estaba feliz, ya que por fin había hecho un amigo.

"¿A dónde se dirigen?" preguntó otro guardia acercándose.

"A Roca del Cuervo." Respondió Edzard.

"Ya veo. Entonces, ¿no le importaría si viajáramos juntos?"

"No, para nada. De hecho, es una muy buena idea."

Los guardias asintieron, ya que era una muy buena idea. El viajar en grupos ligeramente grandes solía espantar a la mayoría de bandidos.

El grupo comenzó a dirigirse a Roca del Cuervo en relativo silencio. Aunque el silencio fue roto gracias una conversación de Edzard con el líder del grupo.

"Por cierto, ¿Qué hacéis aquí?"

"Estábamos regresando a Roca del Cuervo desde el Fuerte Polilla Helada."

"Ya veo. Supongo que todo está tranquilo por ahí."

"Si, desde que detuviste a los engendros de ceniza, la cosa esta tranquila."

Edzard sonrió como respuesta. Había ayudado mucho a Roca del Cuervo. Había detenido los ataques de los Engendros de ceniza y había reabierto las minas de ébano.

El grupo continuó en silencio hasta que a la distancia se pudo divisar las murallas de Roca del Cuervo.

Asia miraba asombrada la gran muralla que estaba al frente suya. Esta era alta aproximadamente mediría unos diez metros. Después de atravesar un túnel, fueron llevados a los que deberían ser barracones de la guardia. Los guardias Redoran que los habían acompañado se despidieron y se alejaron en dirección a lo que parecían ser los establos de la guardia.

"Deberíamos de continuar." dijo Edzard mientras bajaba del caballo.

Una vez que él bajó, extendió su mano para que ella también pudiera bajar. Tomando la mano extendida, Asia también bajó del caballo. Edzard tomó con la otra mano las riendas y comenzó a caminar.

Mientras avanzaban por las calles, se les acercó un Elfo. Asia lo identificó como un Dunmer. Y según lo que le había dicho Edzard, esta raza de elfos tenía la piel gris y los ojos rojos, aunque sus cabellos solían ser de color negro o marrones, había casos excepcionales donde eran blancos e incluso rubio. El elfo frente a ella tenía el cabello completamente afeitado y una barba en forma de candado. Vestía la misma armadura de los guardias que los habían escoltado, pero sin el casco.

"Edzard, aún estas vivo." saludó el extraño elfo, el cual miró a Asia. La cual trataba de esconderse detrás de Edzard.

"Veo que has traído a alguien contigo." dijo el elfo. "¿Cuál es su nombre señorita?"

"A.…Asia Argento, señor." respondió tímidamente Asia presentándose al elfo.

"Modyn Veleth, Capitán de la guardia Redoran, a su servicio." se presentó el Capitán Veleth.

Edzard que miraba la interacción entre ambos decidió intervenir al ver que Asia estaba muy nerviosa por estar frente al capitán.

"Capitán Veleth, no esperaba verlo tan pronto." habló Edzard.

"Yo tampoco, pero el Edil Morvayn desea verte lo más pronto que te sea posible."

"¿A dicho de que se trata?"

"No, pero dijo que si te veía llegar te hiciese saber que desea hablar contigo lo más pronto posible."

"Está bien, me dirigiré ahí de inmediato." dijo Edzard. "Por cierto, ya llegó la patrulla que enviaste al fuerte Polilla Helada."

Al momento de escuchar eso, los ojos del capitán Veleth se abrieron ligeramente. Rápidamente se despidió de ellos y con paso apresurado se dirigió hacia donde se encontraban los barracones para recibir el informe de la patrulla.

"Bueno, debemos de dirigirnos a la Mansión Morvayn." dijo Edzard. "No puedo dejarte sola por aquí, no conoces el lugar y posiblemente te pierdas."

"No… deseo molestar." balbuceó tímidamente Asia.

"Tranquila, no es ninguna molestia." Dijo Edzard mientras tomaba la mano de Asia y comenzaba a caminar.

El dúo caminaba por la calle principal del bastión. Asia miraba maravillada las casas y edificios del lugar. Estos eran muy diferentes a los edificios que conocía en su pueblo natal, pues estos parecían estar hechos de caparazones de animales de gran tamaño. Los lugareños vestían ropas de color azules, rojas y amarillas. Todos eran elfos de piel oscura con los ojos de varios tonos de color rojo. Todos con los que se encontraban saludaban a Edzard respetuosamente y él respondía de la misma manera. Y algunos también la saludaban a ella.

Asia miró asombrada la mansión Morvayn. La mansión era una casa diferente a las demás, pues esta no parecía estar hecha de un caparazón gigante, sino que parecía un edificio normal. El edificio tenía dos torres, una a cada lado, las cuales eran más altas que la parte central, la cual era un rectángulo. Edzard había saludado a los dos guardias que estaban en las puertas, y luego habían entrado.

El interior de la mansión era más espacioso de lo que uno pensaría por la fachada externa de la misma, además de que se encontraba ricamente decorado con banderas donde se encontraba una imagen de un insecto similar a un escarabajo. En la entrada había una mesa con frutas y botellas de vino, además de que había una repisa con varios libros. El suelo estaba hecho de losas de piedra, y había cuernos de cabra que hacían de antorchas.

"Asia, puedes quedarte aquí mientras voy a hablar con el Edil." dijo Edzard señalando un banco que había por ahí.

Asia asintió con la cabeza, para luego dirigirse al banco y sentarse. Ella vio a Edzard caminar hacia la derecha y comenzar a hablar con un Dunmer que se encontraba sentado en una especie de trono hecho de madera.

Mientras esperaba a Edzard, Asia vio a una mujer que se acercaba a ella. La mujer era Dunmer de cabello color negro no muy largo, el cual llevaba suelto sobre su espalda. Lleva puesto un vestido de noble de color verde oscuro con toques rojos, que además posee bordados de color dorado, además de esto también tenía botas forradas de piel de color marrón claro.

"Hola, no te había visto por aquí. ¿eres nueva?" preguntó la Dunmer.

"Oh, Hola. Si soy nueva llegue recién hoy." Respondió Asia.

"Ya veo. Me llamo Cindiri. ¿Cómo te llamas tú?

"Un gusto. Yo me llamo Asia Argento."

"Ese es un bonito nombre. Por cierto, ¿Qué hace una joven bretona por aquí?" preguntó Cindiri.

"Yo… yo…" tartamudeaba Asia, ya que no sabía que responder.

"No tienes que forzarte a decirme si no quieres." Dijo Cindiri con una sonrisa.

Asia negó con la cabeza. Y decidió contar una versión un poco elaborada de su historia. "Yo aparecí en el yermo de ceniza y Edzard me salvo la vida de unos seres hechos de ceniza."

"¡Oh! ¡Pobre niña!" gritó Cindiri. "Eso explica por que tu ropa esta en tan mal estado."

"Si, ellos estuvieron a punto de matarme, pero entonces Edzard apareció y me salvó." Dijo Asia con una sonrisa.

Cindiri comenzó a mirar a Asia de pies a cabeza.

"Esto…, ¿Por qué me mira así?" pregunto Asia.

Cindiri no respondió de forma verbal, sino que tomó la mano de Asia y la llevo al ala derecha de a mansión.

"Espe... espera." Dijo Asia tratando de zafarse del agarre de Cindiri.

"Tranquila, no te voy a hacer daño. Solo ven conmigo."

Asia vio que Cindiri no iba a ceder, así que se resignó y siguió a la Dunmer. Subieron por unas escaleras y llegaron al segundo nivel. Una vez allí, Cindiri la llevó a un cuarto. Cuando ambas ingresaron al cuarto, Cindiri la dejó en un banco y se fue a buscar en un baúl.

Asia miró la habitación y se sorprendió. La habitación era amplia. Tenía una cama matrimonial y varios roperos, además de que había expositores con varias joyas.

"Asia, pruébate este vestido." Dijo Cindiri mientras le entregaba a Asia un vestido.

Asia miró el vestido y trató de rechazarlo, pero Cindiri le dijo que ese vestido ya no lo usaba. Así que, decidió regalárselo a Asia en ves de botarlo. Asia se resignó y comenzó a probarse el vestido.

"Entonces, ¿fuiste salvada por Ysmir?" preguntó Cindiri.

"¿Ysmir?" preguntó Asia confundida. Ella no conocía a ningún Ysmir.

"Ahh, parece que no sabes los títulos de Edzard."

"¿Edzard tiene títulos?" preguntó Asia.

"Si, varios de hecho. Aunque sería mejor si te los dice él." Respondió Cindiri. "¿Vas a vivir con él, ¿verdad?"

"Si. Edzard me ha dicho que viva con él." Contestó Asia, era extraño que pudiese hablar de estos temas con alguien apenas conoce.

"Ya veo. Te diré algo Asia. Ese chico es alguien muy raro." Dijo Cindiri viendo a Asia terminar de vestirse.

"Oh, te queda muy bien." Dijo Cindiri viendo a Asia. "Ahora, ven aquí."

Asia se acercó a Cindiri. Quien comenzó a peinarle el cabello ligeramente.

"¿Qué quiere decir con que Edzard es alguien muy raro?"

"El chico es una persona amable. De eso no tengas duda, pero también puede ser un verdadero monstruo."

Asia se quedó pensando unos momentos y trató de imaginar a Edzard como un monstruo, pero no pudo hacerlo.

"Entonces, Asia. ¿Dónde está tu bolsa con tus posesiones?" preguntó Cindiri, ya que no había visto ninguna bolsa con Asia, tampoco en el caballo de Edzard.

Asia bajó la mirada cuando recordó su maleta. "Ya no tengo una, la perdí cuando llegué aquí."

Cindiri se llevó las manos a la boca. Comenzó a sentir pena por Asia, así que se levantó y comenzó a buscar en su ropero. Cuando terminó de buscar, tenía varios vestidos en su haber.

"Asia, ten estos vestidos." Dijo Cindiri mientras le entregaba a Asia los vestidos.

"Pero…"

"Tranquila. Son vestidos nuevos, incluso el que tienes es nuevo."

"¿Son nuevos?" preguntó Asia asombrada. "¿Por qué me los da si son nuevos?"

"Fácil. No son de mi talla." Respondió Cindiri.

Asia parpadeó confundida, no sabía cómo responder a eso.

"Los encargué hace unos meses, pero el sastre se equivocó y los hizo con una talla más pequeña."

Asia al fin pudo entender por qué se los estaba regalando. "Ya veo. Entonces, muchas gracias."

Cindiri sonrió y luego se acercó a Asia con una cinta.

"¿para que es esa cinta?" pregunto Asia.

"Bájate la parte superior del vestido y quítate la ropa interior."

Asia se sonrojó cuando escucho eso. Retrocediendo unos pasos, preguntó. "¿Por qué?"

"Tranquila, solo voy a medir tu talla para mandar a que te compren ropa interior."

Asia aun estaba asustada, pero accedió. Se bajó la parte superior del vestido y se quitó el brasier. Entonces, Cindiri tomó las medidas y las escribió en una hoja.

"Ya está. Enviare las prendas a la casa de Ysmir más tarde." Dijo Cindiri.

Asia asintió y se volvió a vestir.

"Bueno, creo que debemos de bajar. Ysmir ya debe de haber terminado de hablar con el Edil."

Asia asintió y juntas bajaron al primer piso. Cuando llegaron a la sala donde se habían conocido, Cindiri puso una mano sobre el hombro de Asia.

"¿Cindiri?"

"Escucha Asia. No importa lo que fuiste antes, ese es tu pasado. Tienes ante ti un nuevo futuro. Así que ve y no dejes que algún antiguo prejuicio te impida hacer lo que tu corazón desea hacer."

Antes de que Asia pudiese contestarle, fue interrumpida por Edzard.

"Asia, veo que has conocido a Cindiri…" la voz de Edzard se comenzó a ir mientras veía a Asia.

Edzard tenía la mandíbula descolocada. Por qué no sabía que había pasado. Cuando él se fue a hablar con el Edil, había dejado a Asia vistiendo su vestido roto. Él había planeado comprarle algunos vestidos en Skyrim, ya que en Roca del Cuervo eran un tanto difíciles de encontrar. De hecho, planeaba pagarlos con la pequeña cantidad de dinero que había ganado recientemente.

La cantidad era de treinta mil septims, dinero enviado por la casa Redoran. Este dinero fue enviado como pago por la derrota de Miraak y por ayudar a reabrir las minas de ébano.

"¿Qué pasa Ysmir? ¿Un cauro se comió tu lengua?" Bromeó Cindiri al ver la cara de Edzard.

"Yo… yo..." Edzard estaba que tartamudeaba.

"¿Venga, no tienes nada que decirle a Asia?"

"Asia, te vez muy bien con esa ropa." Dijo Edzard mientras desviaba la mirada.

Asia se sonrojó por el cumplido que le había dicho Edzard.

Y es que Asia ahora vestía un vestido de lino. El vestido era de color azul oscuro y llegaba hasta sus tobillos. El vestido tenia muchas decoraciones en hilo de plata. Además de que era un poco ajustado y por lo tanto acentuaba la figura de Asia.

Cindiri sonrió y decidió llevarse a Edzard un momento.

"Me debes cinco mil septims." Dijo Cindiri mientras le entregaba a Edzard una bolsa con los otros vestidos. No le diría a Edzard que se los había regalado a Asia.

Edzard asintió. No parecía mal trato. Esos vestidos costaban más. "Te mandare el dinero en estos días."

Cindiri asintió.

"Bueno Asia, creo que es hora de que nos retiremos." Dijo Edzard.

Asia asintió. Girándose se despidió de Cindiri.

Mientras Edzard y Asia se dirigían a la mansión Severin, Cindiri los miraba desde lejos y una sonrisa apareció en su rostro.

"Cindiri, ¿por qué sonríes?" preguntó su marido.

"Acabo de ver algo muy interesante. Tengo que pensar en un buen regalo."

"¿Qué regalo?" preguntó el Edil Morvayn uniéndose a la conversación.

"El regalo para la boda de esos dos." Respondió Cindiri.

Ambos ediles se quedaron ahí quietos sin entender que pensaba la Dunmer.


El viaje desde la mansión Morvayn hasta la mansión Severin transcurrió en un agradable silencio. Al llegar a la mansión, Asia se percató que al igual de que las demás casas de la zona, esta parecía estar hecha con el caparazón de insectos gigantes. En las afueras había plantas similares a unas sábilas gigantes de color rojo.

Edzard llevó a Asia a la entrada de la mansión y abrió la puerta. Luego ambos ingresaron al edificio.

Asia miró el interior de la mansión y se sorprendió, pues pensó que vería los restos del animal al que le pertenecía el caparazón; sin embargo, en el interior solo había una pequeña chimenea en la parte posterior, mientras que justo en el centro de la sala se encontraba una escalera que permitía bajar a la siguiente planta.

"Bueno, supongo que debería decir, bienvenida a mi humilde morada." bromeó Edzard, pues esta casa no tenía nada de humilde. Sí, la fachada parecía común, pero si uno ve los materiales de los objetos en ella, pues se les caería la mandíbula, la mayoría de estos eran no solo caros, sino que también eran importados de Morrowind.

'Qué bueno que la casa me salió gratis y totalmente amueblada.' celebró internamente Edzard. Aunque la verdad es que tuvo que detener un intento de asesinato en contra del Edil Morvayn para poder obtener esta casa.

Asia solo parpadeó confundida ante la broma de Edzard.

Luego de eso, Edzard la llevó a Asia a la planta baja, donde ella pudo observar un gran corredor donde había varias puertas. Edzard comenzó a decirle a donde llevaba cada puerta. La primera a la mano derecha era la cocina y el comedor. La primera a la mano izquierda era una pequeña biblioteca. La segunda a la mano derecha era un almacén. La segunda a la mano izquierda era una armería. La tercera a la mano derecha era el dormitorio que ahora sería de ella. La tercera a la mano izquierda era el baño y finalmente la habitación que daba al final del pasillo era el dormitorio de Edzard.

Edzard se dirigió a la que sería la habitación de Asia y dejo allí la bolsa con la ropa que Cindiri le había dado.

"Bueno, Asia. Entra tu primero al baño."

Asia asintió. Y vio como Edzard salía de la habitación. Asia miró su habitación. Era una habitación un poco pequeña, pero sin duda era mas grande que la habitación que había tenido en Italia. La habitación tenia una cama, una mesa, dos sillas y un ropero.

"Bueno será mejor que vea que ropa me pondré." Dijo Asia mientras se acercaba a la bolsa. Una vez que la abrió, sacó los vestidos de la bolsa. Estuvo indecisa unos momentos, pero decidió elegir uno de los mas simples. El vestido elegido era un vestido de una pieza, el cual era de color gris.

"Asia, acaba de llegar un paquete de Cindiri." Dijo Edzard entrando a la habitación.

Asia giró y vio a Edzard con una bolsa en su mano.

"Gracias." Dijo Asia mientras tomaba la bolsa. Girando, puso la bolsa junto a los vestidos.

"No es que me interese, pero, ¿Qué hay en esa bolsa?" preguntó Edzard.

"No hay nada importante." Respondía Asia rápidamente mientras se ponía roja.

Edzard levanto una ceja en confusión, pero decidió no presionarla más.

"Bueno, me voy a devolver el caballo." Dijo Edzard mientras salía de la habitación, pero antes de salir, giró y habló. "Asia, una vez que termines de bañarte, ¿puedes entrar al almacén y llevar algunas verduras y carne para preparar la cena?"

"Está bien"

Edzard asintió y salió de la habitación.

Asia escuchó como los pasos de Edzard se hacían lejanos. Suspirando, se acercó a la nueva bolsa y comenzó a hurgar en ella.

'¿Cómo será la ropa interior en este mundo?' Pensó Asia mientras tomaba una prenda de la bolsa. Se sintió aliviada cuando vio que era muy similar a la ropa interior que usaba. Tomando el vestido y su ropa interior, se fue al baño.

Al llegar al baño, vio que la habitación era espaciosa. Tenía el piso hecho de piedra y había una gran piscina en el centro de la misma, la cual estaba cubierta por piedra blanca pulida. La piscina poseía dos grifos de agua en la parte posterior. Uno tenía los ojos de color azul y el otro rojo. Asia abrió el grifo de ojos rojos y se sorprendió de que saliese agua caliente, entonces comprendió que el de ojos azules debería ser agua fría. Dejó que la piscina se llenara un poco y luego cerró el grifo de agua caliente. Luego abrió el otro grifo y dejó que la piscina se termine de llenar.

Asia se desvistió y se dirigió a la piscina. Ya estando dentro de la piscina, Asia se sentó y dejó que el agua caliente lavara sus problemas mientras reflexionaba.

'Ah…, esto se siente bien, la verdad tengo suerte de que Edzard me haya permitido quedarme con él. Talvez sea obra de Dios que encontrara a alguien como él justo después de que fui excomulgada de la iglesia.' pensaba Asia mientras seguía sumergida en la piscina de agua caliente.

Al recordar su excomunión, Asia se sintió triste, pues ella literalmente había dedicado gran parte de su vida a la iglesia, solo para ser expulsada por curar a un diablo. Sin embargo, ella nunca renegaría de su fe. Esto solo era una prueba más de Dios para ella.

Al terminar de reflexionar sobre su pasado, Asia decidió terminar su baño. Al salir de la piscina, se vistió, primero se puso la ropa interior y luego el vestido, el cual llevaba un cinturón. Cuando estuvo completamente vestida salió del baño y decidió avisarle a Edzard que el baño ya estaba disponible.

"¡Edzard! ¡ya terminé! ¡el baño esta libre!" gritó Asia al estar en el pasillo.

"¡De acuerdo, voy a entrar en un rato!" gritó Edzard desde la planta superior.

Luego de eso, Asia se dirigió al almacén. Al entrar se asombró al ver que los estantes en el interior estaban repletos de productos, había patatas, zanahorias, tomates. También había carnes que se mantenían conservadas en sal y lo que parecían ser alimentos ahumados. Pensando rápidamente, decidió tomar unas cuantas patatas, zanahorias y un poco de carne. Luego de eso, se dirigió hacia la cocina.

Al entrar se dio cuenta de que esta habitación también era grande, además de que tenía un fogón en el centro, que al lado derecho tenía una pequeña mesa para picar y cortar los alimentos a preparar. También había un horno en la esquina posterior izquierda y en el lado derecho se encontraba una mesa con seis sillas. Asia dejó las verduras y la carne en la mesa y de un cajón en la parte inferior de este sacó un cuchillo y comenzó a pelar las verduras, para luego comenzar a cortarlas junto a la carne, tan absorta estaba en su tarea que no escuchó que Edzard se acercaba.

"Asia, ya terminé." habló Edzard desde la puerta. "Déjame ayudarte."

Asia giró y vio a Edzard parado en la puerta. Él llevaba una camisa sin mangas de color negro ceñida al tórax, un par de pantalones negros de tela y unas botas negras de cuero con correas del mismo color en un patrón en forma de X. Debido a la camisa ceñida se podía ver que tiene un cuerpo delgado, pero tonificado. Además de que en una pequeña parte de sus brazos había cicatrices.

Asia sintió sus mejillas enrojecer al ver a Edzard sin su armadura.

Edzard sonrió un poco al ver a Asia sonrojarse, así que decidió tomar otro cuchillo de la mesa y comenzó a ayudar a preparar la comida. Debido a que ambos trabajaron juntos, la cena se preparó muy rápido. Cuando se terminó de cocinar el guiso, Asia tomó dos platos y los llevó a la mesa. Mientras tanto, Edzard tomó dos tazas y las llenó de té de lavanda que había preparado anteriormente.

Ambos se sentaron uno al lado del otro en la mesa. La cena transcurrió de manera silenciosa y al acabar de comer, ambos comenzaron a conversar.

Edzard comenzó a contarle sobre muchas cosas. Le contó sobre la reciente guerra civil en Skyrim. También le contó sobre sus títulos. Por su parte, Asia comenzó a contar la parte final de su historia. Fue ahí que Edzard aprendió que Asia había sido excomulgada por salvar a un diablo.

"Asia. ¿Aun quieres volver a la tierra?" preguntó Edzard.

Asia estuvo pensativa por unos momentos, pero al final asintió.

Edzard simplemente suspiró. "Esta bien. Te prometo que encontrare una manera de que puedas viajar a la tierra."

"Muchas gracias Edzard." la voz de Asia contenía mucha alegría.

Edzard asintió. Luego ambos comenzaron a conversar de cosas mas triviales. Estuvieron hasta muy entrada la noche. Luego de la charla, ambos se dirigieron a sus respectivas habitaciones.


Nota de autor:

A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer. La verdad es que este no es el capítulo original, ya que lo he reescrito casi por completo. Espero que este me haya ido mejor y que no tenga tantos errores como el original.

Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.