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Capítulo 3
Roca del Cuervo – Tirdas 25 de Ultima Semilla del 202 de la Cuarta era
Asia se encontraba cocinando el almuerzo del día. Ya habían pasado seis días desde que ella había comenzado a vivir con Edzard. Mentiría si dijera que no habían sido los seis días más felices y pacíficos que había tenido desde hace mucho tiempo.
Ella había aprendido mucho sobre Edzard en estos días. Lo primero era que ambos tenían catorce años. Lo segundo era que la tenía los caninos ligeramente más grandes que un humano normal. Lo tercero era que él era un herrero a tiempo parcial. Lo cuarto era que él era muy bueno cocinando, pero su verdadera especialidad eran los productos hornera dos como pasteles y panes. Lo quinto era que él era un bibliófilo, es decir le encantaban los libros.
"Oh, ya esta el guiso." Dijo Asia mientras se acercaba a la cocina. Ya que no quería sentir que vivía a costa de Edzard, había decidido ayudar en los quehaceres de la casa. Así que ella había decidido encargarse de las comidas y de limpiar, aunque Edzard también ayudaba a limpiar.
Ella había estado en un verdadero predicamento. Esto se debe a que ella sabía cocinar en cocinas modernas, pero en este mundo no hay termómetros ni hornos a gas. Todo aquí se cocinaba con leña en ollas de hierro. Había quemado la comida varias veces, pero no se había rendido. Luego de tres días, al fin pudo cocinar como se debía en una cocina de leña.
Viendo que la comida ya estaba hecha, la sirvió en dos platos. Luego de eso, los puso en la mesa. Quitándose el delantal, salió de la cocina y se dirigió hacia la armería. Mientras se acercaba el sonido de acero golpeando acero se escuchaba.
"Edzard, el almuerzo ya esta listo." Dijo Asia mientras abría la puerta.
Edzard estaba que terminaba de martillear la hoja de una espada cuando escuchó que Asia le decía que la comida ya estaba lista.
"Esta bien, ya voy. Espera a que temple esta espada." Dijo Edzard mientras se acercaba a un barril lleno de una sustancia de aspecto similar al alquitrán.
Asia observó como Edzard sumergía la hoja que se encontraba al rojo vivo en el barril. Unos segundos después Edzard sacaba la hoja y le daba una mirada rápida.
"Bien, el templado esta perfecto." Dijo Edzard con una sonrisa mientras dejaba la hoja sobre una mesa. En dicha mesa había varias hojas más. Habría un total de siete hojas.
Edzard comenzó a sacarse el delantal de herrero. Cuando lo hizo, se quedó solo con su camisa. Cuando estaba por salir de la habitación, fue detenido por un brazo.
"¿Asia?"
"¿De verdad vas a ir a comer con esas fachas?" preguntó Asia mientras hacia un puchero.
"Por supuesto. Estoy hambriento." Respondió Edzard.
"No. Primero lávate. Apestas." Dijo Asia mientras fruncía la nariz.
Edzard puso los ojos en blanco. No entendía por qué debía de hacer eso. Asia siempre decía cosas como esas. Ella hacía que él se lavara las manos antes de comer, también no dejaba que coma hasta que estuviese correctamente aseado. Suspirando, se dirigió hacia un barril con agua. Quitándose la camisa, comenzó a lavarse el torso, los brazos y la cara.
Asia miraba el cuerpo semidesnudo de Edzard. Ella ya sabía que Edzard tenía un cuerpo tonificado, lo que realmente le llamaba la atención eran las cicatrices que tenía tanto en la espalda como en el pecho. Estas cicatrices iban desde marcas de garras a lo que parecían pequeños puntos y cortes de diversos tamaños. Ella había jadeado de sorpresa cuando las vio por primera vez.
Luego de terminar de lavarse, Edzard estaba por ponerse la misma camisa que tenía puesta antes, pero antes de que lo haga una camisa apareció frente a él. Mirando, vio que Asia era quien le estaba dando la camisa.
"Gracias." Dijo Edzard mientras tomaba la camisa y comenzaba a ponérsela.
Asia solo sonrió en respuesta.
Ya cambiando y aseado, Edzard siguió a Asia hasta la cocina. Ya estando ahí, vio que el almuerzo era guiso de jabalí con puerros a la parrilla y patatas. Sentándose, comenzaron a conversar mientras comían.
"Entonces, ¿Qué planes tienes para hoy?" preguntó Edzard.
"Umm. Cindiri me ha invitado a beber té con ella." Respondió Asia.
Asia había pasado bastante tiempo con Cindiri. Literalmente casi todos los días habían tenido charlas mientras bebían té.
"Y tú, ¿Qué harás el resto del día?"
"Primero, terminar esas espadas. Luego iré a entrenar un rato con los guardias. Ya en la noche puede que vaya a beber a la taberna." Respondió Edzard.
"¿Quién te ha encargado esas espadas?" preguntó Asia.
"Nadie, son un encargo que le han hecho a Glover Mallory. Me ha pedido que lo ayude porque tiene mucha carga de trabajo."
Asia asintió y continúo comiendo su almuerzo.
Cuando terminaron de comer, Edzard decidió lavar los platos mientras Asia se iba al baño a prepararse para su salida con Cindiri. Cuando Edzard terminó de lavar los platos, se fue a la armería para terminar las espadas.
Cuando terminó de hacer las espadas, las colocó a todas en sus fundas y las ató juntas. Luego se fue a su habitación y se puso una armadura de cuero. Tomando el paquete se dirigió a la entrada principal donde Asia lo estaba esperando.
Ambos salieron de la casa y se dirigieron al mercado. Ya estando en el mercado, Edzard le entregó el paquete de armas a Glover. Luego escoltó a Asia hasta la mansión Morvayn. Allí se despidieron.
"Asia, no te olvides de hacer tus maletas, ya que mañana viajamos a Skyrim." Dijo Edzard.
Asia asintió y comenzó a caminar hacia la entrada de la mansión. Cuando estuvo por entrar, se giró y hablo. "Buena suerte en tu entrenamiento."
Edzard asintió y se dirigió hacia los barracones. Era hora de estirar los músculos y buscar al menos no aburrirse de golpear a los guardias.
El interior de la posada el Netch de las Arcadas estaba repleto de humo y sonidos de diferentes conversaciones. En medio de este salón en una mesa se encontraban dos personas charlando. El primero era Edzard y el otro era un anciano de raza imperial, el cual iba vestido con una túnica de color verde, con una camisa blanca debajo de esta. La túnica tenía el pecho descubierto, con unos cuantos cordones en patrón de X para mantenerla cerrada. Vestía pantalones blancos, tenía un cinturón marrón el cual llevaba sobre la túnica, además de tener botas de color marrón. El anciano tenía la cabeza casi calva con unos cuantos mechones plateados, además de tener un gran bigote.
"Entonces Edzard, ¿te vas mañana?" preguntó Crescio Cerelio.
"Si, he dejado desatendido muchas de mis obligaciones." Respondió Edzard mientras miraba su botella de hidromiel.
"¿Qué planeas hacer con la chica que vive contigo?"
"Asia, va a venir conmigo a Skyrim."
"Ya veo. Sabes, en un principio no me creía eso de que la habías salvado." Dijo Crescio para luego beber un trago de sujamma.
"En serio. ¿Qué pensaste que había hecho? ¿Qué la había secuestrado?" preguntó en broma Edzard.
Crescio no respondió y solo bebió otro trago más de su bebida.
"¿En serio pensaste que había hecho eso?"
"La verdad es que lo pensé. Pero luego recordé que no eres ese tipo de persona."
Edzard puso los ojos en blanco. Pero antes de que pudiese decir algo más, su bebida fue arrojada por una persona que se había acercado a él.
"Haaa… ¿Qué quieres Mogrul?" suspiró Edzard.
Mogrul es un Orco de piel verde con cabello castaño. Sus ojos son de color dorado y tiene los colmillos inferiores grandes, tanto así que sobresalen de su boca. Viste una túnica manga larga de color verde con detalles en oro. Sobre la túnica lleva un chaleco de color marrón con borde dorados. Además, viste pantalones blancos y botas marrones.
"Ya sabes lo que quiero. ¿Cuándo pagaras tu deuda?" exigió Mogrul.
Edzard volvió a suspirar. Esto había estado pasando desde hace unas semanas. Todo inició cuando Neloth le había pedido que buscara un nuevo mayordomo. El único que había aceptado la oferta había sido Drovas Relvi. El Dunmer había aceptado la oferta para ya no pagarle el dinero que le debía a Mogrul. Desde ese día el Orco lo había estado molestando para que le pagara la deuda de Drovas.
"Ya te lo dije. No te voy a pagar ningún Septim, ve y cóbrale la deuda a Drovas." Respondió Edzard.
Mogrul gruñó. "Sabes que ese elfo ya esta fuera de los limites gracias a ti. Así que paga su deuda o si no.…"
"Ah… En serio Mogrul. Este juego ya me cansó." Dijo Edzard mientras se levantaba.
Edzard miro a Mogrul a los ojos. Mientras estaba en eso, vio como el mercenario de Mogrul estaba que llevaba lentamente su mano a su mandoble.
"Dile a tu mascota que no haga nada estúpido." Dijo Edzard.
Mogrul levantó la mano, eso hizo que el Dunmer alejara la mano de su mandoble.
"Dejemos las cosas claras Mogrul. Tu deuda con Drovas no me interesa. Si quieres cobrarle a alguien, cóbrale a Neloth. O, ¿eres un cobarde que solo les cobra a los débiles?" dijo Edzard con una sonrisa de burla en su rostro.
Mogrul gruñó. "Ya veremos cuanto te dura esa sonrisa."
Edzard llevó su mano a su bolsillo y sacó varias cartas. Extendiendo su mano le entrego las cartas a Mogrul. Acercándose a su oído le susurró. "Deberías de mandar a mejores matones, esos no sirvieron ni como calentamiento."
Edzard llevó su mano a su bolsillo y sacó varias cartas. Extendiendo su mano, le entrego las cartas a Mogrul. Acercándose a su oído, le susurró. "Deberías de mandar a mejores matones, esos no sirvieron ni como calentamiento."
"Por cierto una cosa más. El Edil me ha dado carta blanca para matarte si sigues molestando."
Cuando escuchó eso, Mogrul se puso tan blanco como la tiza. Su cuerpo comenzó a temblar de miedo. Balbuceando, se alejó de Edzard.
Cuando Edzard vio que Mogrul y su perro faldero habían dejado la taberna, volvió a sentarse.
"Ja, ja, ja. Por los ocho. La cara de ese Orco era genial. Parecía que se iba a cagar en cualquier momento."
Edzard solo miró a Crescio y suspiró, no le gustaba hacer hacer amenazas, pero Mogrul se había ganado a pulso esa amenaza. Luego llamó a la camarera y le pidió que le traiga otra botella de aguamiel.
"¿No te preocupa que vaya tras Asia?" preguntó Crescio.
Edzard negó con la cabeza.
"¿Por qué?"
"El idiota es un cobarde. Además de que casi ya no tiene matones. Sabe que si los manda contra Asia, terminaré por matarlo." Dijo Edzard, para luego recibir la botella de aguamiel de las manos de la camarera.
Crescio Asintió. "Sabes, te has vuelto muy sobre protector con ella. Eso es muy bueno."
Edzard alzó una ceja en confusión. "¿Por qué es bueno?"
"Esa chica necesitara toda la protección que puedas darle. Ya que se nota a leguas que no sabe luchar."
Edzard no sabía por qué Crescio mencionaba eso. Pero luego se acordó. Era posible que Asia estuviera en peligro gracias a sus enemigos. Después de todo, los Thalmor lo querían muerto, además de que algún rival en las cortes de los Jarl podría intentar socavarlo.
"Veo que te has dado cuenta."
Edzard asintió en respuesta.
"Y ¿Qué planeas hacer?" preguntó Crescio para luego tomar un trago de su bebida.
"La protegeré. Y si alguien quiere dañarla, tendrá que pasar primero sobre mí." La voz de Edzard se había vuelto tan fría que toda la taberna estaba en completo silencio.
Crescio simplemente se quedó ahí sentado, luego comenzó a sentir lastima de la pobre alma que haga que el dragón del norte se enfurezca.
Ambos continuaron charlando hasta bien entrada la noche. Luego de eso cada uno se retiro a su respectiva casa.
Mar de los Fantasmas – Middas 26 de Ultima Semilla del 202 de la Cuarta era
Secunda y Masser se encontraban en todo lo alto del cielo mientras la Doncella del Norte surcaba las aguas del mar de los fantasmas en dirección hacia el puerto de la ciudad de Ventalia en Skyrim. La Doncella del Norte era una embarcación con una sola vela, mide veinte metros de largo, siete metros de ancho y estaba llena de mercadería que era transportada de Solstheim a Ventalia, más exactamente a la oficina de la compañía del imperio oriental. El capitán de la embarcación era el Nórdico Gjalund Sabio de la Sal. El barco había zarpado ese mismo día del puerto de Roca del Cuervo llevando mercadería, y como únicos pasajeros llevaba a Edzard y Asia.
En el interior del barco, en una habitación estaban Edzard y Asia. Edzard estaba que leía uno de los libros de los Falmer que había obtenido del valle olvidado.
"Edzard. ¿Cuánto tiempo hasta que lleguemos a Skyrim?"
"Umm. Llegaremos mañana por la mañana." Respondió Edzard dejando de leer su libro. "¿Estas aburrida?"
"No. Solo que es la primera vez que viajo en un barco como este."
Edzard alzo una ceja. "¿Cómo son los barcos de tu mundo?"
Asia se quedo pensativa unos segundos y luego comenzó a contarle lo poco que sabia sobre los barcos que había en la tierra.
"Espera. ¿Tienen barcos tan grandes que literalmente pueden tener a mil personas dentro?" preguntó Edzard totalmente asombrado.
"Si, se llaman portaaviones. Tienen ese nombre porque llevan aviones ahí"
"¿Aviones? ¿Qué es eso?"
"Son vehículos que se usan para surcar los cielos." Respondió Asia.
"Ah. Son aeronaves." Dijo Edzard.
"Espera. ¿tienen aeronaves aquí?"
Edzard asintió.
"Enserio. ¿Cómo son?" preguntó Asia emocionada. Ya que era la primera cosa que ambos mundos parecían tener en común.
Edzard tomó un pedazo de papel y con la ayuda de un carbón comenzó a dibujar la forma que tenían las aeronaves. Cuando terminó de dibujar le dio el papel a Asia.
"Se parecen a los dirigibles." Dijo Asia mirando el dibujo.
"¿Dirigible?" preguntó Edzard.
Asia asintió y comenzó a contarle a Edzard lo poco que sabia sobre los aviones. Estuvieron hasta muy entrada la noche charlando. Finalmente, ambos se echaron a dormir.
Ventalia – Turdas 27 de ultima semilla del 202 de la Cuarta era
La doncella del norte había atracado en el puerto de Ventalia esa misma mañana.
Asia miraba con asombro el puerto y la ciudad de Ventalia. Los muelles eran amplios, pero pocos en cantidad. La ciudad poseía murallas altas y gruesas y todas eran de color gris.
Ella vestía un vestido azul oscuro, un par de guantes y botas de piel. En sus hombros había una gruesa capa de piel de lobo. Esta capa había sido un regalo de Edzard. La capa era larga y traía una capucha, la cual ella llevaba puesta.
Mientras Asia miraba los muelles, Edzard se acercó a ella.
Él había decidido usar una camisa negra manga larga con pantalones y botas del mismo color; sin embargo, sobre esto estaba usando una armadura hecha de cuero, además de usar guanteletes de cuero reforzados. Una espada colgaba en el lado izquierdo de su cinturón y un cuchillo en el lado derecho del mismo. Y, por último, traía puesta una capa negra con capucha.
"Asia. ¿Está todo listo?" Dijo Edzard.
Asia asintió.
Ambos comenzaron a caminar hacia la ciudad. No habían dados muchos pasos cuando fueron abordados por un Argoniano. Los Argonianos son una raza de reptiles humanoides bípedos.
Asia miraba asombrada al Argoniano. Edzard ya le había contado sobre las razas de hombres-bestia, pero nunca esperó encontrar a una tan pronto.
Este Argoniano vestía una camisa manga larga de color verde, sobre la cual llevaba un chaleco negro, pantalones y botines de cuero, ambos de color marrón, además llevaba una daga y un bolso en su cinturón.
"Ed, mi amigo. Es bueno verte." saludó el Argoniano mientras se acercaba a Edzard y le extendía una mano.
"También es bueno verte, Explorador de Ciénagas." Edzard respondió el saludo con una sonrisa mientras tomaba la mano del Argoniano.
El Argoniano se había percatado de la joven humana que viajaba con Edzard. Era a primera vez que la veía. Así que decidió hablar con ella.
"Hola jovencita, me gustaría saber el nombre de quien viaja con mi amigo." habló Explorador de Ciénagas con una sonrisa y un tono de voz alegre.
"Hola, me llamo Asia Argento. Es un gusto conocer a un amigo de Edzard." respondió Asia tímidamente. Y es que hablar con un reptil bípedo era algo nuevo para ella y tenía miedo de insultarlo de manera involuntaria.
Explorador de Ciénagas miró a Asia y sonrió. La chica parecía que ser muy amable. Girando su cabeza, vio a Edzard y comenzó a hablar con él.
"Entonces, Ed. ¿Qué novedades traes?"
"Nada importante. Solo que acabo de detener a otro loco que quería conquistar Tamriel." Respondió Edzard.
Explorador de Ciénagas se quedó en silencio. Eso no era nada nuevo, Edzard parecía que tenia que salvar al mundo casi dos veces al año.
"Bueno cambiando de tema. ¿Tu y los otros Argonianos tienen tiempo libre?"
El Argoniano asintió en respuesta, mientras lo hacía, sus ojos comenzaron a brillar. A él le gustaba cuando su amigo venía a Ventalia. Ya que eso significaba que había un trabajo extra para él y los otros Argonianos. Trabajo por el que recibirían el equivalente al triple de la paga de dos meses de sus sueldos en el muelle.
"Bien, necesito lleven algunos paquetes a Hjerim."
El Argoniano asintió, pero antes de irse recordó algo.
"Ed, Revyn Sadri quiere hablar contigo."
Edzard parpadeo. No había hablado con el Dunmer en mucho tiempo.
'¿Qué querrá?' pensó Edzard.
"¿Sabes lo que quiere?" preguntó Edzard.
"No, pero dijo que si te veía llegar te dijera que te reúnas con él en su tienda."
Edzard asintió. Luego se despidió del Argoniano. Tomando la mano de Asia, comenzó a caminar hacia la ciudad.
"¿Edzard, ¿Por qué el Argoniano te llamo Ed?" preguntó Asia.
"Bueno, es mi apodo. Todos mis amigos me llaman Ed." Respondió Edzard mientras se rascaba la cabeza.
"Edzard, ¿Yo también puedo llamarte Ed?" preguntó Asia mientras miraba al piso.
Edzard se quedó pensativo unos segundos, pero luego sonrió. "Claro, no hay ningún problema."
Asia sonrió cuando Edzard le dijo eso. "Gracias, Ed."
Ambos se sonrieron y luego continuaron caminando. Caminando por unas escaleras, ingresaron a la ciudad. Desde la entrada caminaron hacia la derecha.
"Ed, ¿Hacia dónde nos dirigimos?" preguntó Asia con curiosidad. Ya que le barrio por el que estaban caminando era muy diferente al resto. Este barrio tenia casa apiladas las unas sobre las otras.
"Nos dirigimos hacia la tienda de Artículos Usados de Sadri. Al parecer, el dueño me ha estado buscando."
Ambos caminaron un buen rato. Al llegar a la tienda, Asia se dio cuenta de que era un edificio que había visto días mejores. El techo parecía estar cayéndose y las paredes estaban ligeramente rajadas.
Entraron a la tienda y se quitaron las capas, pues dentro del establecimiento estaba más cálido que en el exterior. Asia pudo ver que la tienda era espaciosa y que tenía un mostrador, en donde se podían observar diversas mercancías desde armaduras hasta escudos y armas.
"Hola, Sadri." saludó Edzard al Dunmer.
"Ed." respondió Sadri.
Revyn Sadri es un Dunmer que, al igual que sus compatriotas, tiene la piel color gris, ojos rojos y su cabello es de color negro, el cual estaba peinado hacia arriba. Llevaba una túnica morada, con un chaleco negro. También llevaba un pantalón negro y botas marrones con tres botones dorados en un lado de cada bota. Tenía un cinturón, el cual poseía dos bolsos pequeños al frente.
Sadri vio a Edzard, pero luego poso su mirada en Asia. Edzard al ver esto, decidió presentarlos.
"Sadri, te presento a Asia Argento." Asia asintió hacia el Dunmer.
"Bueno, después de esta gran presentación. Dime porque querías hablar conmigo."
"Esta bien. Pero sígueme, esto hay que hablarlo en privado."
Edzard entendió que esto era muy peligroso. Girando vio a Asia.
"Asia, puedes esperar aquí. Aunque si quieres puedes salir y caminar por las cercanías, pero no te alejes mucho."
Asia asintió y vio como Edzard se adentraba en la tienda con el elfo. Cuando los perdió de vista, decidió salir a ver las cercanías. Tomando su capa y volviendo a ponérsela, salió de la tienda.
Edzard estaba sentado frente a Sadri. El Dunmer le había dado una carta que había sido enviada por Malborn.
En la carta decía:
Edzard,
Mi amigo, debemos de reunirnos lo mas pronto posible. Hay muchas cosas que debo de decirte, pero no puedo decirlas por carta. Así que te veré en la posada El hogar helado el 17 de Fuego Hogar. Procede con cautela, los Thalmor están vigilándote.
M.
Edzard suspiró mientras se levantaba de la silla. Caminando se acercó a una pared y puso la carta sobre una de las antorchas.
"¿Sabes lo que decía la carta?" preguntó Edzard mientras veía como la carta se volvía cenizas.
"No. Cuando Ambarys me trajo la carta, la guardé en un compartimiento secreto. No puedo tener nada que me relacione con Malborn."
"¿Tan mala está la situación?" preguntó Edzard.
"Si. Los Thalmor han puesto precio por la cabeza de Malborn, además de que tienen espías por aquí." Respondió Sadri. "Están buscando cualquier pista que les diga donde esta Malborn."
"Ya veo. Bueno entonces haremos como que esta charla nunca existió."
Sadri asintió.
Ambos se levantaron y volvieron al mostrador de la tienda.
Cuando Edzard llegó pudo ver que la capa de Asia no estaba. 'Así que salió a ver los alrededores.'
Luego de pensar eso, Edzard tomó su capa y estaba por salir cuando la puerta de la tienda fue abierta.
"¡Ed! ¡hay problemas!" gritó Explorador de Ciénagas casi sin aliento.
"Explorador de Ciénagas, ¿Qué ha pasado?" preguntó Edzard mientras ayudaba al Argoniano a sentarse en una silla.
"Es Asia, Rolff y Angrenor la están lastimando."
"¿Qué quieres decir?"
El Argoniano comenzó a contar que estaba que volvían de Hjirim cuando vio a Rolf discutir con Asia. Estaba por intervenir cuando vio como Rolf levantó a Asia, pero decidió pedir ayuda a Edzard cuando vio a Angrenor llegar.
Edzard no terminó de escuchar lo que decía el Argoniano. Sin siquiera preocuparse por su capa, salió raudo como el viento. Mientras corría, usaba el hechizo de clarividencia para saber a dónde ir.
Asia sentía que su mente se apagaba. Esto se debía que la estaban asfixiando.
Ella había salido de la tienda y había estado caminando por los alrededores Hasta que vio a unos niños Dunmer jugar. Acercándose, los niños la miraron y comenzaron acorrer en círculos alrededor de ella. Al final, los niños le habían pedido que juegue con ellos. Y ella había aceptado.
Todo fue risas y diversión hasta que un niño tropezó con un Nórdico vestido con una túnica manga larga de color beige claro, sobre la cual había una túnica manga corta de color beige oscuro. La túnica le llegaba hasta sus rodillas. Sus pantalones eran del mismo color que su túnica, además estos pantalones tenían correas en un patrón de X en las pantorrillas. También llevaba botines de color marrón y un cinturón con una daga. Tenía un gorro de piel marrón en su cabeza.
El Nórdico había comenzado a asfixiar al niño Dunmer, y ella había decidido intervenir. Y ese fue un error fatal. El Nórdico había dejado al niño, pero este y su amigo no pudieron ir lejos, ya que otro Nórdico los tenía retenidos. Este otro Nórdico estaba vestido con harapos. Y tenía la cabeza rapada, tampoco tenía barba, sus ojos marrones.
Ella había empezado a discutir con el hombre, pero él la había insultado y luego la había levantado por el cuello de su vestido, el otro Nórdico le había dicho que debían de interrogarla con un tono lascivo. Eso hizo que el Nórdico que la sujetaba comenzara a tocar sus labios. Ella respondió mordiendo el dedo de su agresor. Esto hizo que él comenzara a asfixiarla.
La inconciencia estaba por reclamar a Asia, cuando de la nada sintió que ya no la asfixiaban. Así que abrió los ojos y lo que vio la sorprendió. Edzard estaba que agarraba la muñeca de su agresor.
"Te recomiendo que dejes a la chica, Rolf." Dijo Edzard apretando su agarre en el brazo de Rolf.
Rolf comenzó a gruñir de dolor. Pero se detuvo cuando Edzard le dio un rodillazo en el estómago. El golpe hizo que Rolf soltara a Asia.
Asia no cayó al suelo, ya que fue atrapada por Edzard, quien de un salto se alejó de Rolf.
Edzard dejó a Asia en el suelo y luego comenzó a caminar hacia Rolf. Mirando más de cerca, vio como Angrenor sostenía a unos niños Dunmer. Extendiendo su mano, Edzard lanzó un hechizo de rayo sobre Angrenor. El hechizo hizo que Angrenor saliese volando y terminara chocando contra una pared, lo que hizo que quedara inconsciente. Los niños Dunmer no perdieron tiempo y corrieron hacia donde estaba Asia.
"Parece que no aprendes Rolff." Dijo Edzard ya estando frente a Rolf. "Te advertí que dejaras de molestar a lo Dunmer, pero parece que no entendiste."
"¡Vete a la mierda, maldito mocoso!" gruñó Rolff mientras se levantaba. Cuando lo hizo, rápidamente desenfundo un cuchillo e intentó apuñalar a Edzard.
"¡Ed!" fue el grito de Asia cuando vio como atacaban a su amigo.
Edzard vio como el cuchillo se acercaba a su cuerpo. Así que de un rápido movimiento esquivó la puñalada. Cuando vio a Rolf pasar por su lado, extendió la mano y lo agarró de la cabeza y luego procedió a estamparlo contra una pared. Esto hizo que Rolf quedara inconsciente.
Edzard suspiró cuando vio los dos cuerpos inconscientes. Acercándose a Asia, le dio una palmadita en la cabeza.
"Eres muy valiente, Asia." dijo Edzard con una sonrisa.
"¿Por qué dices eso?" preguntó Asia sonrojada.
"Decidiste proteger a los niños incluso sabiendo de que no podrías hacer mucho."
Asia desvió la mirada, pues estaba muy avergonzada.
Edzard giró y vio a los niños. "Esperen un rato, luego iremos a buscar a sus padres."
Los niños asintieron.
Antes de que alguien se moviese, llegaron varios guardias.
"Legado, ¿podría explicarme que pasa aquí?" preguntó el capitán que estaba a cargo de la patrulla mientras a los dos idiotas en el piso inconscientes.
"Me encontraba comprando en la tienda de Sadri cuándo un Argoniano llegó y nos mencionó que esos dos idiotas estaban causando problemas de nuevo." respondió Edzard mientras señalaba a los dos Nórdicos en el piso. "Mi plan era arreglar el asunto pacíficamente; sin embargo, ellos amenazaron a una amiga."
Edzard sabia que era delito mentir a un guardia, pero no es que pudiese decir que estaba leyendo la carta de un criminal buscado por los Thalmor.
El capitán hizo señas a sus hombres, quienes comenzaron a llevarse a los dos Nórdicos. El capitán hizo un saludo y se fue de la calle.
Ya estando solos, Edzard y Asia llevaron a los niños a tienda de Sadri donde esperaron a que este llamase a los padres de los niños. Cuando las familias se reunieron, Edzard y Asia caminaron de regreso a Hjerim.
La noche había caído sobre Ventalia, y Edzard se encontraba tendido sobre su cama. El viaje de regreso desde el barrio gris había sido tranquilo.
Cuando llegaron a la mansión, Asia le había preguntado por qué Rolf había actuado como lo había hecho. Suspirando le contó sobre la xenofobia que había en la ciudad. Incluso llego a mostrarle los informes de las victimas de esta violencia. Cabe mencionar que la pobre Asia había vomitado cuando leyó los informes.
A parte de eso, también le contó sobre las tensiones que había entre el Imperio y el Dominio de Aldmer.
Luego de eso, él se había puesto a hacer la cena, pero fue interrumpido. La persona que lo había interrumpido había sido el edecán del Jarl. Quien le entregó una carta. Carta que se encontraba abierta sobre la mesa. En esa carta decía:
Edzard,
Lamento tener que pedirte esto, pero la situación ya es muy preocupante. Lo de hoy es solo la gota que colmó el vaso, esto no puede seguir mas tiempo. La misión que te asignare debe de llevarse de la manera mas sigilosa posible. Lamentablemente gracias a sus contactos, tanto Rolf como Angrenor han salido libres. La misión que te encargare es muy simple. Elimina a esos dos.
Edzard suspiró y de un salto se levantó de la cama. Rápidamente se cambió de ropa. Ahora vestía un conjunto de ropa completamente negra. Caminando se acercó a la ventana de su habitación y luego la abrió. Rápidamente salió por ahí y ya una vez fuera de la casa, se tomó una poción de invisibilidad.
Saltando del techo, cayo en un callejón. Poniéndose su capucha, comenzó a caminar hacia la plaza de la ciudad.
Caminó por alrededor de una hora, hasta que encontró al primero de sus objetivos. Angrenor se encontraba calentándose con el fuego de una de las antorchas que había cerca de la posada el Calor de la Vela.
Caminando sigilosamente, Edzard se acercó a Angrenor. Y con un rápido movimiento le cortó la garganta. Sin prestar demasiada atención se fue del lugar dejando a Angrenor ahogarse en su propia sangre.
Desde la plaza caminó por varios callejones, esto lo hizo para perder a algún posible guardia que lo siguiese. Si bien no parecía no haber habido gente cerca cuando había asesinado a Angrenor, aún había alguna posibilidad de que se equivocase. Mas valía prevenir que lamentar. Después de todo, era más fácil escapar por callejones que escapar de la prisión de Ventalia.
Caminó otro rato y finalmente llegó hasta una casa. Acercándose lo más discretamente posible, forzó la cerradura y logró ingresar a la residencia.
La residencia había visto mejores días. Esto era, porque había muchas telas de arañas y polvo por varias partes. Sin prestarle atención a la suciedad, se dirigió al dormitorio principal de la manera más sigilosa posible. Una vez que llegó a la habitación, tomó su arma y se acercó a la cama. Alzando su brazo, apuñaló a Rolf en el pecho. Esta acción hizo que el Nórdico abriera los ojos, pero cuando intentó gritar, Edzard le cortó la garganta.
Una vez hecho eso, Edzard salió de la casa, pero no antes de colocar muchas runas de fuego en varias partes de la casa. Cuando estuvo a una distancia prudente, hizo explotar las runas. La explosión despertó a gran parte de la ciudad. Edzard vio que guardias iban de un lugar a otro tratando de apagar el fuego, pero demorarían mucho tiempo en hacerlo.
Edzard salió de la ciudad y debajo del puente quemó la ropa que había usado en el asesinato. Abriendo un cofre oculto, sacó de ahí una túnica, un pantalón y un par de botas. Rápidamente se vistió e ingresó lo más sigiloso que pudo a la ciudad.
Ya estando de nuevo en su habitación, Edzard procedió a escribir una carta a Malborn. En la carta había decidido cambiar el lugar de su encuentro a la tumba de Ysgramor. Había sido un poco difícil, pero había visto a varios espías Thalmor seguirle lo más sigilosamente que podían. Algo estaba pasando y si su instinto no fallaba, no era algo bueno.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer. La verdad es que este no es el capítulo original, ya que lo he reescrito casi por completo. Espero que este me haya ido mejor y que no tenga tantos errores como el original.
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
