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Capítulo 23
—Nunca conocí a alguien tan curioso como tú. Si bien eso es algo bueno, también es malo. Te aconsejo que aprendas a controlar tu curiosidad, porque algún día podrías encontrarte con algo con lo que no sabrás que hacer —
Savos Aren a Edzard.
El sol ingresaba por la ventana de la cocina mientras Asia se movía de un lado a otro preparando el almuerzo.
"¡Ahhh! ¡Se quema la carne!" gritó Asia mientras dejaba de preparar el puré de papas y corría hacia la sartén.
El sonido chirriante de la carne siendo frita hizo que Marie caminara hacia la cocina. Cuando la pequeña llegó a la cocina, vio a su madre vestida con un sencillo vestido de manga larga color azul claro y un delantal de cocina blanco.
Poniendo una sonrisa en su rostro, comenzó a caminar lo más sigilosamente que pudo. Cuando llegó a la mesa, vio el plato que contenía los filetes de carne. Lentamente levantó su pequeño brazo y trató de alcanzar uno de los filetes. Lamentablemente, una fuerza invisible la alejó de su premio. Cuando giró su cabeza, vio a su madre con la mano izquierda brillando de color dorado.
"¿Qué planeabas hacer señorita?" dijo Asia tomando a su hija en sus brazos.
Al verse descubierta, Marie bajó la mirada para evitar tener contacto visual con su madre.
Al ver que su hija no la miraba, Asia suspiró.
"No deberías hacer eso. Si quieres algo, pídelo y no intentes tomarlo así. De acuerdo."
Marie asintió y sintió como su madre la bajaba. Levantando su mirada, vio como sonreía.
"Bien. Supongo que ya tienes hambre."
Marie asintió.
"Ya veo. Espera un momento. Ya casi termino de cocinar todo. Así que sube al desván y avísale a tu padre para que baje." Dijo Asia mientras fruncía el ceño al mencionar a Edzard.
Marie asintió y con una sonrisa comenzó a caminar hacia las escaleras.
Mientras veía a su hija partir, Asia volvió a suspirar, ya que estaba muy preocupada por su esposo, pues este no había salido del desván desde el día siguiente al rescate de Valerie. Pasaba mañana tarde y noche leyendo los pergaminos sobre la magia del alma que tenía. Y hablando de Valerie, la joven Dhampir se encontraba actualmente descansando en su habitación. A pesar de que no podía sufrir daño de los rayos del sol, ella aún se sentía incomoda por este. Por esa razón ella se encontraba refugiada en su habitación.
Apagando la cocina, se dirigió a servir los platos de comida. Sirvió cuatro platos de puré de papas con carne. Tomando el plato de Valerie, caminó hacia la habitación de la Dhampir. Tocando la puerta, la abrió cuando le dijeron que podía pasar.
La habitación estaba completamente oscura y la joven Dhampir se encontraba descansando en su cama.
"Valerie. Tu almuerzo." Dijo Asia mientras ponía el plato sobre el escritorio que había en la habitación.
La Dhampir miró a Asia y asintió. "Gracias."
Asia asintió y se retiró de la habitación.
'Ed tenía razón. La falta de uso de su sacred gear ha hecho que sus ojos vuelvan a tener brillo.' Pensó Asia con una sonrisa en su rostro.
Luego de volver a la cocina y tomar tres platos, se dirigió hacia el comedor. Luego de colocar los platos en sus respectivos lugares, estuvo por sentarse hasta vio que ni Edzard ni Marie habían bajado. Suspirando, se dirigió al desván. Cuando llegó a la puerta, la abrió y entró. La habitación que la recibió era una espaciosa, pero muy desordenada. Había varios libros y pergaminos por todos lados. Lentamente comenzó a caminar entre el desorden hasta llegar al escritorio.
Al llegar al escritorio, frunció el ceño, ya que Marie estaba sentada en el regazo de Edzard mirando y tratando de entender el libro que su padre leía.
"Oigan los dos. Ya es hora de almorzar. Así que bajen en este instante." Dijo Asia con las manos en la cadera.
Edzard levantó la vista de su libro y vio a su esposa con el ceño fruncido. Dejando el libro en el escritorio, tomó a Marie en sus brazos y la cargó.
"Tranquila. Ella intentó llevarme al comedor, pero al final su curiosidad por lo que yo estaba leyendo le ganó." Dijo Edzard al ver como Asia miraba a Marie.
"Ahhh. Ella se parece mucho a ti en ese aspecto." Dijo Asia con un suspiro, pero luego sonrió. "Aunque eso es muy bueno. Ya que si usa bien esa curiosidad es posible que pueda estudiar en un buen colegio."
Edzard frunció el ceño. No le gustaba la idea de tener que enviar a su hija a un colegio en la Tierra. Ese tema casi había terminado en una pelea entre él y Asia. Por fortuna, Marie había intervenido decidiendo tomar partido por su madre.
Negando con la cabeza, caminó junto a su esposa y con su hija en brazos hacia el comedor. Cuando estuvieron sentados, comieron en silencio, hasta que Asia habló.
"Ed. ¿Cómo va la investigación?" preguntó Asia limpiándole la cara a Marie, ya que la pequeña se había manchado con el puré.
"Muy bien. Si tenemos suerte, en tres días a más tardar tendré el hechizo para curar a Valerie." Respondió Edzard tomando un trago de jugo. Había tenido suerte, ya que había podido encontrar mucha información en los libros que había «recuperado» de la biblioteca secreta de los Thalmor y de las ruinas de la Torre de Cristal.
"Eso es bueno, Ed." Dijo Asia con una sonrisa en su rostro. Se sentía aliviada y contenta de que la Dhampir pudiese recuperar sus emociones y si Dios lo quería, pudiese tener una vida lo mas normal posible.
Edzard asintió y volvió a centrarse en su comida.
La lluvia arremetía con fuerza mientras los rayos resonaban con fuerza, iluminando de vez en cuando el cielo nocturno. Mientras la lluvia repiqueteaba en el techo, Edzard se encontraba junto con Asia y Valerie en el desván.
La joven Dhampir se encontraba acostada en una manta sobre el suelo. A su alrededor, estaban Edzard y Asia.
"Entonces. ¿Ya está todo listo?" preguntó Asia mirando a Edzard.
"Si. Usare un hechizo de magia del alma para poder exponer el alma de Valerie. En ese tiempo tú debes de curarla." Dijo Edzard mientras se arrodillaba junto a Valerie.
"Está bien." Dijo Asia mientras se arrodillaba junto a Edzard.
Edzard cerró los ojos y comenzó a juntar una enorme cantidad de magia. La cantidad de magia era tan grande que la casa comenzó a temblar. Por fortuna para ellos, Marie estaba durmiendo tranquila gracias a un hechizo de sueño muy potente.
Abriendo sus ojos, Edzard acercó sus manos al pecho de Valerie y liberó el hechizo. El hechizo formo un circulo con runas en el suelo. El circulo contenían una gran cantidad de escritos en lenguaje de Aetherius. Segundos después de iniciado el hechizo, del cuerpo de Valerie comenzó a aparecer una silueta color azul claro. Dicha silueta mostraba líneas en todas partes del cuerpo. Además., en el centro de su pecho, donde iría el corazón de Valerie, había tres copas doradas bellamente elaboradas.
'¿Ese es su sacred gear?' pensó Edzard viendo fijamente la silueta. Unos segundos después, la silueta comenzó a solidificarse.
"Asia. Ahora. Comienza a curarla."
Asia asintió y extendió sus manos. Su mano izquierda brillaba de un color dorado y la derecha de un profundo color azul. Juntando ambas manos, se creó una esfera de luz dorada con detalles de azul oscuro. Este orbe se acercó al cuerpo de Valerie y comenzó a fundirse con su alma, haciendo que las líneas comenzaran a desaparecer lentamente.
Asia estaba usando un hechizo de restauración junto con un hechizo de magia del alma generado gracias a un pergamino que Edzard le había dado. Él había pasado tres semanas de investigación constante para poder crear estos hechizos. Por fortuna, los documentos Thalmor le habían ayudado bastante y acortado la investigación en más de un ochenta por ciento de tiempo.
Edzard apretó los dientes mientras mantenía constante el flujo de magia que requería el hechizo que estaba usando. El hechizo era simple de explicar, se usaba magia del alma para separar temporalmente el alma de Valerie de su cuerpo. El único inconveniente de este hechizo era la cantidad de magia que se requería para que funcionara. Esa era la razón por la que había decidido que Asia le ayudase.
Ambos estuvieron concentrados en cumplir su parte para que el hechizo funcionase de manera correcta y sin inconvenientes. Luego de una hora de constante esfuerzo, por fin todo terminó. Al finalizar ese tiempo, el alma de Valerie se mostraba intacta y sin fisuras ni líneas. Dejando de usar magia, Edzard hizo regresar el alma de la Dhampir a su cuerpo.
"Ahh. Finalmente terminamos." Dijo Asia mientras se secaba el sudor de la frente.
"Si." dijo Edzard levantándose y tomando a la inconsciente Valerie en sus brazos. Luego comenzó a caminar haca la habitación de la Dhampir siendo seguido por Asia. Luego de entrar a la habitación, Edzard le dejó en la cama.
"Asia. sé que es mucho pedir. Pero, ¿puedes cuidarla un rato?"
Asia asintió y tomando una silla, se sentó al lado de la Dhampir.
Edzard se retiró de la habitación y volvió al desván. Ya estando allí, invocó su mesa de encantamientos y comenzó a hurgar en su bolso para obtener una gema de alma. Luego de unos segundos, al fin obtuvo la gema de alma que buscaba. Esta gema era especial, ya que dentro de ella estaba encarcelada el alma de Marius Tepes.
"Deberías de alegrarte, Marius. Al fin harás algo bueno por tu hermana." Dijo Edzard mientras sacaba un anillo de su bolsa mágica. Colocando el anillo sobre el encantador, comenzó a encantar el anillo con un encantamiento que había creado para Serana. Este encantamiento era uno de resistencia al sol. Con este encantamiento, Valerie podría caminar tranquilamente bajo el sol sin sentir ninguna molestia.
Edzard estuvo encantando el anillo durante una hora. Cuando finalmente terminó de colocarle el encantamiento al anillo, se sentó en el suelo y comenzó a mirarlo. Fue en ese momento que recordó que tenía otro anillo. Levantándose, caminó hacia su bolsa y buscó un momento y finalmente logró hallarlo. El anillo estaba hecho de oro y tenía como símbolo un murciélago de cuatro alas con cuernos en la cabeza.
'¿Qué encantamientos tendrá este anillo?' Pensó Edzard mirando el anillo unos segundos. Sacudiendo sus hombros, se levantó y se dirigió hacia el encantador. Luego de ponerlo en el centro de la mesa, Edzard procedió a examinarlo.
Luego de una hora entera intentando ver algún encantamiento, Edzard se rindió.
'Este anillo no tiene ningún encantamiento.' Pensó Edzard frotándose las cienes, ya que sentía que había pedido el tiempo examinándolo. Sin embargo, luego recordó algo importante. 'Ellos aún están vivos, por lo que este anillo me puede ayudar a saber qué es lo que planean.'
Luego de pensar eso, Edzard volvió a poner el anillo en el centro y colocando sus manos a los lados, comenzó a usar un hechizo de auramancia.
Edzard estaba sentado en la hierba mirando el lago que había en el bosque al cual se había teletransportado. Su mente estaba hecha un desastre, mientras sentía la fría briza del aire nocturno mecer su cabello. Se había teletransportado hace una hora aproximadamente después de terminar de ver los recuerdos que tenía el anillo.
'Savos tenía razón. Debí de controlar mi curiosidad. Ahora me he topado con un secreto que no debí conocer.' Pensó Edzard dejando de mirar el lago y levantando la vista para mirar el cielo. '¿Cómo le diré a Asia lo que he descubierto?'
Gracias al poder de la auramancia, Edzard se había topado con una horrible verdad. Una verdad que lastimaría profundamente a su esposa. La verdad que la iglesia había ocultado de todos sus seguidores.
'Siempre me pareció extraño que un objeto creado por un dios pudiese curar a sus enemigos.' Pensó Edzard apretando los dientes y los puños. 'La única razón para eso, es que dicho Dios este desaparecido o muerto.'
Así es, la verdad que Edzard había descubierto fue que el dios bíblico había muerto durante la gran guerra entre las tres facciones. Cuando descubrió ese secreto, por fin pudo entender muchas cosas. La razón de la excomunión de Asia, por qué ella podía curar demonios.
Él no era idiota, sabía cómo funcionaban las religiones y los poderes de los dioses. Si bien la muerte de un dios no era algo nuevo para él, ya que Alduin podría considerarse un dios de Nirm. El saber que el dios de la principal religión de la tierra había muerto era algo que le había causado una gran conmoción. Después de todo, un dios obtiene poderes de sus seguidores, y por lo que vio en los recuerdos del anillo, vio que el viejo estaba muy, pero muy agotado.
'¿Qué estuvo haciendo para quedar tan agotado como para morir de cansancio?' pensó Edzard antes de volver a negar con la cabeza. 'Sea lo que sea que estuvo haciendo, debió de ser algo muy peligroso. La única manera para saber sobre eso sería si lograra poner mis manos en un artefacto que Dios haya usado casi toda su vida.'
'¿Qué debo de hacer ahora? ¿Le digo a Asia? ¿Lo mantengo en secreto? ¿Investigo más sobre lo que causó la muerte de este dios?' esos eran los pensamientos que carcomían la mente de Edzard; sin embargo, en ese momento recordó algo muy importante. 'No. Prometí nunca volver a ocultarle secretos. Debo de contarle la verdad a ella, aunque esta verdad la destruya.'
Los pensamientos de Edzard se esfumaron cuando sintió una aterradora y poderosa aura acercarse. Girando la cabeza lentamente, vio cómo se abría un portal y de este salía una pequeña figura. La figura era una niña que no aparentaba tener más de trece años. Su cabello era de color negro y largo. Cuando giró su cabeza, Edzard pudo ver que ella tenía los ojos con pupilas de reptil. Además, pudo ver que ella tenía orejas puntiagudas.
'¿Un elfo?' pensó Edzard al ver las orejas puntiagudas de la chica. Sin embargo, ese pensamiento desapareció tan rápido como llegó, ya que él sabía que los elfos no podrían llegar a la Tierra. Además, su nariz captó que el olor de la chica, ella olía a dragón.
'Espera. ¿Viste es un traje de lolita gótica sin blusa y con tiras en sus pezones?' pensó Edzard mientras sentía su rostro enrojecer ligeramente al ver a rara forma de vestirse de la niña. El conocía de esas ropas gracias a que Issei le había mostrado varias de sus revistas. 'Maldito Issei. Me estas contagiando tu perversión.'
La chica comenzó a mirar a su alrededor con una mirada que no mostraba emociones. Cuando sus ojos se posaron en él, comenzó a acercarse flotando sobre el suelo. Cuando estuvo frente a él, habló.
"¿Qué hace un humano tan raro como tú en este lugar?" dijo la chica mirándolo a los ojos.
Las palabras de la chica hicieron que Edzard levantase la ceja en confusión, ya que no entendía a que se refería con la palabra «raro».
"¿Raro? ¿Por qué soy raro?" preguntó Edzard.
"Tienes un aroma raro. Huelo la sangre de muchos dragones en ti."
Los ojos de Edzard se abrieron con sorpresa por esas palabras. Él nunca se había percatado de ello.
"Ya veo. Supongo que es la sangre de los dragones a los que he matado." Dijo Edzard mirando a la chica.
"¿Tú matas dragones?"
"Sí. Soy un cazador de dragones." Respondió Edzard sin darle mucha importancia a su respuesta.
"¿Por qué los cazas?" preguntó la chica con un tono de voz que denotaba curiosidad.
Edzard levantó una ceja, ya que era la primera vez que la voz de la chica emitía alguna emoción. Aunque, también era la primera vez que alguien le preguntaba porque razón cazaba dragones.
Edzard miró al cielo mientras pensaba en su respuesta. Nunca fue por rencor, ni odio, tampoco fue por placer o deporte.
"Supongo que porque era mi deber." Respondió Edzard volviendo a posar su mirada en la chica.
"Ya veo. Por la cantidad de diferentes olores que tienes, significa que eres alguien fuerte. Así que quiero que te unas a mi organización y me ayudes a recuperar mi silencio."
"¿De qué Organización hablas? ¿Y a que te refieres con recuperar tu silencio?" preguntó Edzard confundido.
"Mi organización se llama Khaos Brigade. Una organización que me ayudara a matar al Gran rojo y hará que el silencio vuelva a la brecha dimensional."
Edzard miró a la niña unos momentos hasta que soltó un suspiro. La chica le había dicho algunas cosas raras.
"Gracias por la oferta. Pero estoy muy ocupado ahora." Dijo Edzard mientras se levantaba y veía el lago. Sin embargo, se detuvo cuando escuchó un sonido muy fuerte. Instintivamente extendió su mano y estuvo por convocar su espada shehai, pero no lo hiso, ya que logró descubrir de donde venia ese sonido.
'Enserio. ¿Qué tiene en su estómago?' pensó Edzard con una gota de sudor en su cabeza. Levantando la vista, vio que el cielo comenzaba a nublarse.
"Oye. Va a llover pronto. ¿Tienes donde pasar la tormenta?" dijo Edzard mirando a la chica que estaba sentada en el aire.
"Puedo teletransportarme a otro lugar. Y no me importa que la lluvia me moje, ya que nunca me he enfermado."
"Ya veo. Bueno, si ese es el caso, entonces me retiro." dijo Edzard mientras comenzaba a alejarse, pero antes de irse, metió la mano a su bolso y sacó un pequeño paquete. Girando su cuerpo, le lanzó a la chica el paquete.
La niña agarró el paquete y lo miro confundida.
"Son unas galletas que he horneado antes."
La niña miró el paquete y lo abrió. Lentamente tomó una galletea y se la comió. Una pequeña e imperceptible sonrisa apareció en su rostro. Levantado su rostro, habló. "¿Quién eres?"
Edzard sonrió y respondió. "Soy Edzard Rolandson. Aunque también puedes llamarme Ysmir."
"¿Ysmir?"
"Un nombre en lengua antigua de mi pueblo. Se traduce como «Dragon del Norte»."
Luego de decir eso, Edzard abrió un portal con su shadowkey y se fue del lugar dejando a la chica pensativa.
Edzard apareció en las afueras de su hogar temporal. La lluvia continuaba cayendo, por lo que se caminó rápidamente hacia la casa. Abriendo la puerta, ingresó y caminó hacia la escalera. Al llegar a la sala, pudo ver a Asia con su pijama durmiendo en la mesa.
'Parece que se percató que no estaba en la casa y se quedó esperándome.' Pensó Edzard mientras se acercaba a su esposa.
Cuando llegó, la cargó suavemente y comenzó a caminar hacia el dormitorio. Mientras caminaba, vio que ella comenzaba a despertar.
"¿Ed?" preguntó Asia mientras bostezaba.
"Sí. Ya regresé." Respondió Edzard con una sonrisa. "Se que tienes preguntas. Pero las responderé cuando estemos en el cuarto."
Asia asintió y se acomodó en sus brazos.
Cuando llegaron a la habitación, Edzard la dejó en la cama y se fue a la cocina. Cuando regresó, tenía dos tazas de té caliente con él.
"¿Por qué has traído té?" preguntó Asia confundida.
"Créeme, lo necesitaras."
Luego de hablar, Edzard se cambió de ropa y se puso un pijama sencillo. Después de eso, se acercó a la cama y se sentó frente a su esposa. Tomando sus manos entre las suyas, suspiró antes de hablar.
"Escúchame, Asia. Lo que estoy por contarte va a ser algo muy doloroso para ti." Dijo Edzard mientras miraba a Asia a los ojos. "Estuve analizando el anillo que llevaba Rizevim. Y gracias a la auramancia descubrí algo."
Asia miró preocupada a su esposo. El tono de voz que usaba era uno que muy pocas veces le había escuchado usar. Solo lo había usado cuando le contó acerca de su dragonificación.
"Ed. ¿Qué… que pasa?"
Edzard suspiró y luego de cerrar los ojos un momento, decidió hablar de la manera más franca que podía. "Asia. El Dios de la biblia. El Dios al que rindes culto… el… el… está muerto."
Los ojos de Asia se abrieron de shock y miedo. Lentamente, comenzó a separarse de Edzard.
"Ed, es una broma, ¿verdad?" dijo Asia mientras las lágrimas comenzaban a aparecer en sus ojos. "¡Dime que es una broma, por favor!"
Edzard sintió como su corazón se estrujaba al ver a su esposa comenzar a llorar; sin embargo, negó con la cabeza y habló. "No es ninguna broma. El murió en la gran guerra entre las tres facciones."
"Pero. ¿Cómo es posible? ¡¿si está muerto como por que puedo sentir su presencia?! ¡¿Cómo es que siguen existiendo los milagros?! ¡¿Cómo siguen existiendo los sacred gear?!" gritó Asia mientras sentía su corazón estrujarse.
"Los dioses pueden morir, pero sus obras perduran mucho más allá de eso. Porque crees que varias de las cosas que creo Lorkhan aún existe en Nirm."
Asia agachó la mirada mientras dejaba que las lágrimas fluyeran constantemente por sus mejillas. Su tristeza iba aumentando y su llanto comenzó a resonar en la habitación. Mientras tenía las manos cubriendo su rostro, sintió que la abrazaban. Levantando la vista, pudo ver que Edzard la estaba abrazando.
"Desahógate. Llora lo que necesites. Pero recuerda que estoy aquí contigo." Susurró Edzard al oído de Asia mientras aumentaba ligeramente la fuerza del abrazo.
Asia asintió y volvió a llorar, pero esta vez en el hombro de su esposo. Su llanto duro casi una hora y en todo ese tiempo Edzard siguió abrazándola y confortándola.
Cuando se calmó lo suficiente para hablar, vio una taza de té aparecer en su campo visual. Levantando sus manos, tomó la taza y bebió un trago. El líquido caliente ingresó a su sistema, tranquilizándola un poco. Su paladar pudo distinguir un peculiar sabor en el té.
"Usaste raíz de Nirm y raíz canina en polvo en el té, ¿verdad?" dijo Asia mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.
Edzard desvió su rostro mientras sus mejillas se ponían rojas. Él nunca había sido bueno preparando té, la receta que había usado era una que Asia había desarrollado mientras vivían en Skyrim.
"Te sientes mejor?" preguntó Edzard.
Asia asintió lentamente. Si bien el té le había ayudado a calmar bastante sus nervios, no pudo aliviar su pena y tristeza.
"Ed. ¿Cómo murió?" preguntó Asia mirando a Edzard.
Edzard suspiró y comenzó a contarle a su esposa todo lo que había prendido del anillo del lucifer original. Luego de media hora, finalmente había logrado de terminar de contarle todo.
La brisa otoñal levantaba las hojas caídas por los arboles mientras Edzard caminaba por uno de los parques de la ciudad de Londres. El, Asia, Marie y Valerie estaban en Inglaterra en su camino hacia Islandia. El viaje se había originado gracias a un e-mail que había recibido tres días después de su charla con Asia.
Su esposa no había estado bien anímicamente luego de enterarse de la muerte del Dios bíblico. Había puesto una máscara de falsa felicidad para evitar causarle preocupaciones a Marie. Luego del cuarto día de recibir la noticia, recién comenzó a hacer las paces con lo que había aprendido. Habían tenido una charla donde ambos habían teorizado sobre las razones de la muerte de Dios. Al final habían llegado a la conclusión de que él había perdido gran parte de su poder sellando o matando algo.
'Sea lo que sea esa cosa con la que haya luchado, debe de haber sido muy fuerte.' Pensó Edzard mientras se ajustaba el abrigo que llevaba puesto. Actualmente iba vestido con una camisa blanca, con un chaleco de vestir negro. También, pantalones de vestir y botines de cuero, ambos de color negro. Para finalizar, llevaba un abrigo largo de color negro con guantes de cuero de mismo color. También había cambiado su peinado, ya que había cortado la trenza que solía llevar.
"La lluvia de anoche sí que fue espantosa. Esos truenos asustaron mucho a Marie." Dijo Edzard mientras tenía cuidado de no pisar los charcos de Agua que había en la calzada.
'Espero que las chicas lo estén pasando bien.' Pensó Edzard, ya que actualmente Asia, Marie y Valerie estaban de compras en un centro comercial.
'Espero que no gasten demasiado.' Pensó Edzard; sin embargo, luego fue rodeado por un aura de depresión. 'A quien engaño. Van a gastar varios miles dólares de nuevo.'
Esto lo pensaba, porque Asia se había gastado diez mil dólares en comprar ropa para Valerie. Esto debido a que la Dhampir no había tenido ropa y había tenido que usar las mismas prendas durante los días que habían pasado desde su rescate hasta el día en que curaron su alma. Él se había quedado en shock cuando vio la gran cantidad de bolsas de ropa. Había pantalones, camisas, playeras, vestidos, ropa interior, zapatos, botas y abrigos.
'Hablando de Valerie. Es bueno verla sonreír, enojarse y hacer pucheros.' Pensó Edzard con una sonrisa.
Valerie había despertado dos días después de que él y Asia usaran el hechizo para sanar su alma. Lo primero que había hecho era agradecerles con una sonrisa. Luego se había puesto a jugar con Marie por toda la casa. Era como si fuera una niña de nuevo. Aunque no todo era felicidad, ya que ella se había puesto triste cuando le contaron de la muerte de su hermano.
'Puede que haya sido cruel y egoísta, pero era mi hermano.' Pensó Edzard en las palabras que había dicho Valerie.
Si bien la Dhampir ahora sonreía y mostraba sus emociones como una chica normal, también había casos en que ella se quedaba pensativa y miraba al cielo. Por fortuna, esos momentos estaban reduciéndose y ya casi no ocurrían.
'Ahh. Me pregunto por qué a veces ella actúa rara cuando yo estoy cerca.' Pensó Edzard soltando un suspiro. Y es que había ocasiones donde la Dhampir se quedaba mirándolo constantemente. Era casi como si estuviese tratando de descubrir sus secretos.
Edzard fue sacado de su pensamiento cuando un objeto volador apareció en su campo de visión. Con un rápido movimiento de su mano derecha, logró atraparlo.
"¿Un sombrero de bruja?" dijo Edzard al ver el estereotipado sombrero que usaban las brujas en todas las historias de fantasía. El sombrero era de color azul con estrellas y un lazo negro.
"Holaaa."
Edzard dejó de ver el sombrero cuando escuchó que lo saludaban. Girando la cabeza, vio a una linda chica de cabello rubio y ojos azules mirarlo con una gran sonrisa en el rostro. La chica usaba un vestido de hechicero, con una capa azul con flores rosadas estampadas en ella.
"Hola. Supongo que esto es tuyo, ¿verdad?" dijo Edzard mientras le entregaba el sombrero a la chica.
"Sí. Muchas gracias por atraparlo." Dijo la chica con una sonrisa mientras tomaba el sombrero y se lo colocaba en la cabeza.
"No hay de qué." Dijo Edzard con una sonrisa para luego comenzar a caminar. Sin embargo, se detuvo cuando escuchó el sonido de pisadas a su lado izquierdo. Girando en esa dirección, vio a la chica parada junto a él.
"No quiero sonar grosero. Pero, ¿Por qué me sigues?"
"Es que no nos hemos presentado."
Edzard comenzó a rascarse la nuca. "Tienes razón. Me olvide de mis modales por un momento. Me llamo Edzard Rolandson."
"Un gusto en conocerlo. Mi nombre es Le Fay Pendragon." Dijo Le Fay con una sonrisa en su rostro.
"Entonces, ¿Eres Británica?" preguntó Edzard al escuchar el acento que usaba la chica.
"Si. ¿Tú de dónde eres?"
"Yo soy de Islandia." Respondió Edzard mirando al horizonte.
"Guau. Eres de esa isla al norte de aquí. ¿Cómo es? ¿Hay nieve por todos lados?" preguntó Le Fay emocionada.
Edzard puso una sonrisa incomoda. "No lo sé. No recuerdo mucho, ya que estuve viviendo en Suiza desde que era un niño."
"Oh. ¿Y qué haces aquí en Inglaterra?"
"Estoy de paso. Mañana viajo a Islandia por unos asuntos personales." Dijo Edzard mientras recordaba el e-mail que había recibido. El e-mail era una citación para reunirse con una empresa que se dedicaba a la edición y comercialización de libros.
Luego de eso, Le Fay invitó a Edzard a un café como agradecimiento por atrapar su sombrero. Durante su tiempo en la cafetería charlaron de varios temas triviales. Cuando se percataron de la hora, vieron que el cielo ya estaba oscureciendo. Cuando estuvieron por salir de la cafetería pasó algo gracioso, y es que Le Fay se había olvidado su monedero y no tenía con que pagar lo que habían comido. Para evitar problemas, Edzard había pagado todo lo consumido.
Le Fay había comenzado a disculparse varias veces con Edzard por lo ocurrido, prometiendo que le devolvería el dinero. Sin embargo, Edzard le dijo que no era necesario. Al ver que ya había anochecido y sintiendo que estaría mal dejar a Le Fay caminara sola, Edzard decidió acompañarla hasta el lugar donde la recogería su familia.
Así que ambos comenzaron a caminar por varias calles hasta que llegaron a un parque. En dicho parque había una joven de veinte tantos años que vestía un traje de mucama. Al lado de dicha mucama había un sedán negro estacionado.
"Entonces. Supongo que es el adiós." Dijo Le Fay mirando a Edzard.
"Sí. Es muy probable que nunca volvamos a vernos. Así que supongo que es correcto decir que fue un gusto conocerte." Dijo Edzard con una sonrisa en el rostro.
"Supongo que tienes razón." Dijo Le Fay mirando el suelo. Ella estaba triste, ya que le había gustado pasar el tiempo con Edzard. Él no le hablaba con modales refinados, no hablaba con falsas cortesías como varios nobles que conocía. Las conversaciones que tuvieron fueron sinceras, sin ningún motivo oculto.
Edzard parpadeó al ver triste a Le Fay. Así que metió la mano en el bolsillo de su abrigo. Este bolsillo tenía una bolsa encantada en miniatura. Dicha bolsa solo podía almacenar trescientos kilos en peso. Cuando sacó su mano, tenía un libro.
"Ten, toma." Dijo Edzard mientras le entregaba el libro a Le Fay.
Le Fay tomó el libro y miró la tapa. El libro parecía un libro muy, pero muy viejo. Su tapa era dura y de color marrón con un símbolo que no reconocía en el centro de la tapa. Lentamente, abrió el libro y leyó el nombre.
"Kolb y el Dragón."
"Es un cuento infantil de mi pueblo natal." Dijo Edzard sonriendo. "Te estoy regalando esta copia como símbolo de amistad."
Le Fay miró el libro y a Edzard, luego sonrió y poniéndose de puntillas, le dio un beso a Edzard en la mejilla.
"Muchas gracias. Lo atesorare por siempre." Dijo Le Fay con un sonrojo, para luego comenzar a correr hacia la mucama.
Edzard se llevó la mano a la mejilla y luego sonrió mientras negaba con la cabeza. Comenzó a caminar hacia el hotel donde se quedaba, ya que mañana tendría un día muy ajetreado por el viaje.
Le Fay se encontraba en su habitación acostada sobe su cama. Ya habían pasado tres horas desde que había regresado y le haba contado a su hermano, a su padre y a Elaine sobre Edzard. Su padre la había visto con seriedad unos momentos y luego había sonreído cuando escuchó que el joven le había dado un regalo. Su hermano y Elaine habían sonreído mientras les contaba la historia.
"¿De qué tratara este libro?" dijo Le Fay mientras se levantaba y tomaba el libro de su tocador. Ya con el libro en mano, se sentó y comenzó a leerlo. La historia parecía un cuento medieval de un joven enviado a matar un dragón. La historia era bonita y simple de entender. Sin embargo, luego de leer algunas páginas, llegó a una parte muy extraña del texto, ya que este parecía pedirle que decidiese que haría Kolb. Intentó leer que había después y se asombró de ver que las siguientes hojas estaban en blanco.
'¿Qué pasa? ¿Por qué están en blanco?' pensó Le Fay mirando el libro detenidamente. Luego de pensar un rato, escogió una de las opciones y para su sorpresa, un texto comenzó a aparecer en las siguientes páginas.
'¿Este es un libro mágico? Tiene que serlo, porque de no serlo sería imposible que se auto rellene. Espera. Si este es un libro mágico, eso quiere decir que Edzard es un mago.'
Luego de pensar eso, Le Fay tomó el libro a medio leer y se levantó de su cama. Corriendo lo más rápido que pudo, salió a buscar a Elaine, ya que tenía preguntas y esperaba que su maestra tuviese algunas respuestas.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.
Ahora para iniciar.
¡Feliz Navidad!
Espero que lo estén o lo hayan pasado bien junto a sus seres queridos.
Ahora, empezare a disculparme, ya que quería publicar dos capítulos hoy, pero algo llamado trabajo no me lo permitió. Nunca espere que esta semana estuviese tan ajetreada con las compras de ultimo minuto de varios clientes. La cosa ha sido tan brutal que he tenido que hacer varias horas extras, las cuales seguramente no me van a pagar. Pero bueno, que se puede hacer. Trabajo es trabajo y hay que cumplirlo, porque si no, no hay para mis gastos personales ni para la universidad.
Bueno, luego de mis disculpas, comenzare a hablar sobre este capítulo. Como se puede ver, Edzard y Asia han curado a Valerie y ella ya puede expresar sus emociones como una persona normal. Además, Asia se ha enterado de que el Dios bíblico la ha palmado. Y aparecen con encuentros random Ophis y Le Fay.
Ahora sobre el harem de Edzard. He decido que el harem final sea este:
Asia, Lint, Aika, Rossweisse, Valerie Tepes, Yasaka, Ophis, Ingvild, Mittelt y Le Fay.
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
