Capítulo 3: Villa Foosha en ruinas


En ese momento, Ace comenzó a hacer un retroceso de lo que su hermano le decía: Shanks esto, Shanks lo otro, Shanks aquello, y nunca se lo podía creer, que aquel pirata que tanto su hermano había mencionado y admirado estaba frente a él, salvándolos. Aun así, no se lo procesaba del todo.

El pelirrojo se acercó a Luffy, que estiró sus brazos de goma para que lo cargara.

—Así que tú eres Shanks —preguntó Ace al pelirrojo, quien lo veía un poco desconfiado, pero ya no tanto.

—Sí —respondió el pelirrojo mientras se acomodaba a Luffy en los hombros.

Mientras tanto, Luffy seguía insistiendo en querer regresar para encontrar su sombrero de paja, pero estaba tan enfermo que, al intentar caminar de vuelta por su sombrero, vomitó.

—Luffy, no vale la pena —dijo Ace respecto al sombrero—. Yo podría conseguir uno igual.

—No quiero otro sombrero —respondió intentando levantarse—. Es una promesa que le hice a Shanks.

—Ya veo —dijo Ace mirando a Shanks—. Iré por él, debe estar en nuestra casa. Cuando salí, salí sin darme cuenta del sombrero.

—No —respondió el pelirrojo—. Yo iré por él. Tú quédate aquí y cuida a Luffy. Él está seguro contigo.

Shanks dio media vuelta en dirección a la casa en donde Luffy y Ace estaban viviendo. Esperaba que no hubiera sido destruida. Una vez allí, Shanks se dio cuenta de varios cadáveres calcinados y derretidos, con la piel chamuscada y los ojos vacíos. El olor a carne quemada y sangre era insoportable, y Shanks se sintió mareado. Vomitó varias veces, intentando expulsar la bilis que subía por su garganta.

—¿Qué clase de monstruo podría hacer algo así? —pensó Shanks, horrorizado por la escena que se desplegaba ante él.

Sin embargo, la casa estaba completa, pero algo quemada. Las ventanas estaban rotas, y las puertas estaban chamuscadas. Shanks se sintió aliviado de que la casa no hubiera sido destruida por completo.

—Debe estar en el cuarto —pensó el pelirrojo—. Será mejor ir adentro y encontrar ese sombrero. El hedor es insoportable.

El pelirrojo entró al cuarto que compartían Luffy y Ace, y allí vio el sombrero de paja que le dio aquella vez, tirado en el piso. El cuarto estaba un poco quemado, con marcas de humo en las paredes y el techo. La cama de los niños estaba desordenada, y había ropa esparcida por todo el suelo. Shanks se sintió horrorizado al ver el estado del cuarto, y se dio cuenta de que Akainu había entrado allí.

Shanks se agachó para recoger el sombrero, y al hacerlo, se sintió horrorizado con ganas de llorar, cosa que tuvo que aguantarse. Aunque no lo pareciera, se sintió asustado al ver lo que había pasado allí. Se alegró de no haber mandado a ninguno de los niños allí.

—Ahí está —dijo tomando el sombrero y sosteniéndolo en sus manos—. Me alegra haberlo encontrado.

Shanks salió del cuarto y luego de la casa, sintiendo un gran alivio por haber podido recuperar el sombrero de paja y por que Luffy estuviera a salvo. Ahora debía regresar con Luffy y su hermano Ace.


El alcalde de Villa Foosha había convocado una reunión en el bar del pueblo, uno de los pocos edificios que habían sobrevivido al ataque. La gente que quedaba del pueblo se había reunido allí para discutir su futuro.

—Estamos de acuerdo en que debemos desligarnos del Gobierno Mundial —dijo un aldeano, quien era uno de los perjudicados por el ataque—. Esto no tiene justificación en nada.

—Pero el verdadero problema son los nobles del Reino de Goa —comentó un hombre de pelo negro, ojos grises, vestido con ropas harapientas y con el rostro quemado. También había sido perjudicado por el atentado—. Vamos a seguir bajo el régimen del Gobierno Mundial.

Los aldeanos de Villa Foosha se giraron al ver al hombre que les había hablado.

—¿A qué te refieres? —preguntó el alcalde de Villa Foosha.

—Muy simple —respondió el hombre de pelo negro, ojos grises, vestido con ropas harapientas y con el rostro quemado—. Si nos deshacemos de los nobles de Goa, seremos libres.

—Pero si nos desligamos del Gobierno Mundial —añadió otro aldeano—, seremos blanco de los piratas. Lo poco que nos queda será saqueado por ellos.

—Los piratas del pelirrojo nos podrían ayudar —sugirió Makino—. Ellos nos protegerán y trataremos de ser autosuficientes desde ahora. No dependamos más del Gobierno Mundial.

—¿Crees que accederá el capitán? —preguntó el alcalde, un poco intrigado y asustado por lo siguiente—. Además, lo que hacemos es un paso muy importante y definitivo al dejar al Gobierno Mundial.

—Lo hará —respondió Makino en voz alta—. Por Luffy lo hará y nosotros pondremos de nuestra parte. Shanks aceptará poner a la isla bajo su protección. Solo por Luffy. Lo haría por qué Luffy nació y creció ahí.

Los aldeanos se miraron entre sí, sorprendidos por la confianza de Makino en Shanks.

—Jamás imaginamos que ese niño de 7 años llegaría al corazón del Yonkou —dijeron los aldeanos en coro.


En ese momento, Ace comenzó a recordar de lo que su hermano le decía: Shanks esto, Shanks lo otro, Shanks aquello, y nunca se lo podía creer, que aquel pirata que tanto su hermano había mencionado y admirado estaba frente a él, salvándolos.

Aun así, no se lo procesaba del todo.

El pelirrojo se acercó a Luffy, que estiró sus brazos de goma para que lo cargara.

—Así que tú eres Shanks— preguntó Ace al pelirrojo, quien lo veía un poco desconfiado, pero ya no tanto.

—Sí— respondió el pelirrojo mientras se acomodaba a Luffy en los hombros.

Mientras tanto, Luffy seguía insistiendo en querer regresar para encontrar su sombrero de paja, pero estaba tan enfermo que, al intentar caminar de vuelta por su sombrero, vomitó.

—Luffy, no vale la pena— dijo Ace respecto al sombrero —yo podría conseguir uno igual.

—No quiero otro sombrero— respondió intentando levantarse —es una promesa que le hice a Shanks.

—Ya veo— dijo Ace mirando a Shanks —iré por él, debe estar en nuestra casa. Cuando aparecí, salí sin darme cuenta del sombrero.

—No— respondió el pelirrojo —yo iré por él. Tú quédate aquí y cuida a Luffy. Él está seguro contigo.

Shanks dio media vuelta en dirección a la casa en donde Luffy y Ace estaban viviendo. Esperaba que no hubiera sido destruida. Una vez allí, Shanks se dio cuenta de varios cadáveres calcinados y derretidos; el olor de los cadáveres hizo que Shanks vomitara. Sin embargo, la casa estaba completa, pero algo quemada.

—Debe estar en el cuarto— pensó el pelirrojo —será mejor ir adentro y encontrar ese sombrero. El hedor es insoportable.

El pelirrojo entró al cuarto de Luffy y allí vio el sombrero de paja que le dio aquella vez, colgado. Shanks se alegró y dijo:

—Ahí está— dijo tomando el sombrero y colocándoselo —hace tiempo que no me lo ponía.

Shanks salió del cuarto y luego de la casa. Debía dirigirse a donde estaban Luffy y su hermano Ace.


El hombre con el rostro quemado había llegado a la villa Foosha y se encontraba hablando, intrigado por lo que le había dicho la joven que atendía el único bar que había en el pueblo.

—¿Te refieres a Shanks, el pelirrojo? —preguntó el hombre, que vestía con harapos sucios y desgarrados—. ¿El Yonko?

—Sí, a él me refiero —respondió Makino con una sonrisa.

—¿Pero por qué dices que él nos ayudará? —preguntó el hombre de ojos grises, fingiendo ignorancia—. ¿Quién es Luffy?

Makino lo miró con una expresión seria.

—Luffy es un niño de 7 años que ha ganado el corazón de Shanks —explicó—. Él lo quiere como a un hijo. De hecho, en este momento, Shanks fue a buscar a Luffy a la montaña. Y está haciendo todo lo posible para protegerlo con uñas y con dientes.

El hombre con el rostro quemado asintió, aunque en realidad ya conocía la razón. Sin embargo, prefirió mantener su actitud de ignorancia para no levantar sospechas.

—Entiendo —dijo, intentando mantener una expresión neutral—. ¿Y crees que Shanks vendrá a ayudarnos?

Makino asintió con confianza.

—Estoy segura de que sí —dijo—. Shanks es un hombre de honor y siempre cumple sus promesas. Si Luffy está en peligro, él hará todo lo posible para protegerlo.


Una vez que Shanks recuperó el sombrero de paja, regresó de inmediato a donde estaban Ace y Luffy.

—Maldito Akainu —dijo Shanks en su mente—, qué bueno que no mandé a ninguno de los niños ahí. No sé qué les voy a decir.

Shanks llegó a donde estaban los dos niños y Luffy estaba calmado y sonrió al ver que regresaba con el sombrero puesto en su cabeza.

—¿Está todo bien? —preguntó Ace al ver la cara que traía Shanks.

—Sí, todo está bien —mintió Shanks mientras le colocaba el sombrero a Luffy y lo ponía en sus hombros.

Caminaron por dos horas fuera de las líneas enemigas, cuando llegaron al pueblo y se sorprendieron por la gran destrucción que había. Las casas estaban derrumbadas, y los escombros cubrían las calles. El olor a humo y a sangre era insoportable.

Al salir del bosque, la escena que se desplegó ante ellos fue desoladora. El pueblo estaba en ruinas, con edificios derrumbados y árboles quemados. El suelo estaba cubierto de escombros y vidrios rotos. La atmósfera estaba llena de humo y cenizas, y el aire era pesado y difícil de respirar.

En medio de la destrucción, Benn Beckman, el vicecapitán de los piratas pelirrojos, los esperaba. Su rostro estaba serio y preocupado, y su mirada era intensa.

—Capitán, necesitamos que vaya a la casa del alcalde —informó Benn Beckman—. Me dijeron que necesitaban hablar con usted.

—Muy bien, lo haré —dijo el pelirrojo a su vicecapitán—. ¿Por cierto, dónde está Hongou?

—En la casa del alcalde, atendiendo a los heridos —informó el vicecapitán, indicando dónde estaba el médico de la tripulación.

Shanks asintió y se dirigió hacia la casa del alcalde, acompañado de Ace y Luffy. Benn Beckman se quedó atrás, vigilando la zona y asegurándose de que no hubiera ninguna amenaza.

—Ocurre algo —pensó Shanks mientras caminaba—. No sé qué es, pero puedo sentirlo.