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Capítulo 43
— Lo que realmente hace que las personas como nosotros aun seamos humanos es el remordimiento por matar, Ed. En el momento en que dejes de sentir eso, no serás mejor que un animal. —
Kodlak a Edzard 4E 201.
Las tranquilas aguas del Sena reflejaban la luna y las luces de la ciudad de Paris. En medio de uno de los tantos puentes que unen las dos partes de la ciudad separadas por el anteriormente mencionado rio, se encontraba una pareja caminando tranquilamente. Dicha pareja no eran otros más que Edzard y Asia quienes habían venido a este lugar para celebrar su aniversario de bodas. Los dos jóvenes vestían ropas formales, pues acaban de salir de un restaurante de clase alta. El traje de Edzard consistía en una camisa azul oscuro con un chaleco formal color negro con pantalones del mismo color. Sus pies alzaban un par de zapatos negros tipo mocasines. Asia, por su parte, usaba un vestido formal de verano de color celeste claro junto con un par de zapatos de verano de color blanco. Por supuesto que aparte de esto ambos llevaban sus propios accesorios siendo un reloj de oro para Edzard, Asia por su parte, llevaba aretes, un collar y una pulsera, todas hechas de oro. Si bien, la fecha ya había pasado, los diversos acontecimientos que pasaron entre medio y las misiones para cerrar portales, detener cultos daedricos y los problemas de las tres facciones les había impedido tener un aniversario adecuado.
Así que, viendo que podían dejar a Marie con Tiamat, ambos tomaron las maletas y se fueron un fin de semana a Paris a descansar y a celebrar su aniversario. Y como lo habían celebrado, y es que ya los habían corrido de dos hoteles por haber destrozado la cama de la habitación alquilada. Además, también parece que sus asuntos nocturnos no permitían que los otros habitantes de los hoteles pudiesen dormir. Así que, al final, habían llegado a ser vetados de casi todos los hoteles de la ciudad, pues los dos en los que habían estado habían corrido la voz y por eso nadie quería darles hospedaje.
Por fortuna, este era el último dia de ambos en Paris, por lo que luego de esto, se irían de regreso a su hogar. Mientras caminaban, Edzard se detuvo y le dijo a Asia que lo esperara unos minutos aquí, en medio del puente, pues él tenía que ir a ver algo. Tras esa petición, Asia solo asintió como respuesta, ganándose una sonrisa por parte de Edzard, quien salió corriendo de allí.
Al verse sola, Asia comenzó a mirar hacia las aguas del Sena mientras recordaba cómo había sido su tiempo por Paris. Una sonrisa apareció en su rostro mientras comenzaba a recordar las salidas que tuvo con su esposo en esta ciudad. De hecho, no pudo evitar sentir un paralelismo entre su cita en Evermore con su tiempo en parís para su aniversario. Soltando una risita, esperó no encontrar otra aldea incendiada.
"Aunque fue en esa aldea donde conocimos a Marie.' Pensó Asia para luego llevar sus manos hacia su vientre. 'Me pregunto si ya deberíamos intentar enserio ir por un segundo hijo.'
Al terminar de pensar eso, Asia negó con la cabeza. 'No, aun no es tiempo. Además, no debería de preocuparme por eso. Después de todo, tenemos toda la eternidad para tener más hijos.'
Asia fue sacada de sus pensamientos cuando sintió algo suave tocar su mejilla. Teniendo una idea de lo que era gracias al aroma que desprendía, giró lentamente su cabeza y lo primero que vio fue un gran ramo de rosas rojas.
"Je, je. Ed…" Dijo Asia entre risas suaves al ver que Edzard sostenía las flores con su mano derecha.
"Son para usted, mi querida dama." Dijo Edzard haciendo una reverencia un poco exagerada.
"Ohhh… pero que galante es usted mi querido caballero." Dijo Asia haciendo una reverencia igual de exagerada que su esposo.
Cuando ambos volvieron a estar erguidos, se sonrieron al verse y luego comenzaron a reír divertidos de su actuación. Mientras trataba de controlar su risa, Asia extendió su mano y tomó las rosas.
"Gracias, Ed." Dijo Asia ya más calmada mientras una hermosa sonrisa se hacía presente en su rostro.
"No hay de que, Asia." Dijo Edzard mientras se acercaba a su esposa y tomando su mano libre le dio un suave beso en los labios.
Cuando se separaron, ambos se miraron y volvieron a sonreírse antes de retomar su caminata. Mientras caminaban por la ciudad, ellos iban hablando sobre algunas cosas, una de las más importantes era la invitación de Sirzechs para que visiten el hogar de los Gremory dentro de dos días.
"¿Por qué crees que nos han invitado a todos esta vez, Ed?" preguntó Asia.
"No lo sé a ciencia cierta. Pero si de algo estoy seguro es que no es algo que tenga que ver con daedras, sino que es algo que tenga que ver con las tres facciones."
"¿Crees que te pedirán hacer algo más?" preguntó Asia haciendo clara referencia que siempre suelen pedirle que haga algunas cosas para ellos, ya sean trabajos normales o trabajo de operaciones negras.
"No creo que sea nada que tenga que ver con matar a alguien." Respondió Edzard con una sonrisa divertida, pues aquellos trabajos eran relativamente sencillos y con muy buena paga. "Mas bien parece algo más informal. Tal vez me pidan algo, pero no creo que sea algo como masacrar tropas o algo así."
"Ya veo." Dijo Asia para luego negar con la cabeza. "¿Qué te parece si cambiamos de tema?"
"Me parece bien. Pero… ¿De qué quieres hablar?"
"¿Qué te parece del viaje a Kioto?" preguntó Asia.
Al escuchar eso, el rostro de Edzard se tensó ligeramente.
"Ahhh…. No me hagas acordar de eso, por favor." Respondió Edzard mientras soltaba un suspiro cansado. "Aun no golpeo a Azazel por aquello."
"Je, je, je." Rio divertida Asia al ver el rostro molesto de Edzard. "No deberías de enojarte tanto. Piensa en este viaje como un paseo familiar."
"Si, un paseo familiar donde siento que tendremos que cuidar de los estudiantes de la academia Kuoh." Dijo Edzard con cansancio.
"Puede que no sea lo más bonito de hacer, pero parece que todos los lideres tienen el presentimiento de que algo va a pasar allí."
"Lo sé, pero prefería que nos llamasen cuando surjan los problemas." Habló Edzard con molestia.
"No creo que sea lo más conveniente, pues a diferencia de las anteriores veces, ahora estaríamos en una gran ciudad y no en pueblos alejados." Dijo Asia mirando a Edzard, haciéndole recordar que la mayoría de los ataques hasta ahora se habían producido en zonas remotas.
"Lo entiendo, Asia. No tienes que recordarme eso." Dijo Edzard mientras miraba hacia una tienda de electrodomésticos, donde uno de los televisores mostraba un partido de ajedrez. El ver aquella partida le hizo recordar que no había visto la grabación del Rating Game de Rias y Sona.
'Ahora que recuerdo, no pudimos asistir porque nos fuimos a una misión para desmantelar un culto de Namira en África. Aunque, cuando volvimos, leí en un diario del Inframundo que el Rating Game quedo en un empate, con ambos reyes siendo eliminados de manera simultánea por la explosión que generó el impacto de sus ataques finales.' Pensó Edzard mientras trataba de recordar lo que leyó. 'Si mal no recuerdo, todos los especialistas y analistas dijeron que ambos bandos habían luchado de una manera más que magistral en aquel combate. Y si no me equivoco, también pusieron muchas buenas reseñas sobre el arma que usó Tomoe.'
Tras recordar las reseñas sobre el arma que les forjo a los Sitri, Edzard puso una sonrisa de orgullo, pues como herrero no había nada mejor que tu trabajo sea reconocido como un producto de muy buena calidad. Mientras seguía caminando, se detuvo en secó al oler algo delicioso. Por lo que, mirando a su derecha, vio que estaba frente a una dulcería. Mirando a su izquierda, vio que Asia también se había detenido, por lo que, mirándola, habló. "Ahora que recuerdo, me dijiste que querías iniciar un negocio en Kuoh, ¿verdad?"
Asia asintió, pues era algo que le había mencionado a su esposo hace unas semanas atrás. Ella quería abrir un negocio para tener algo más que hacer, pues a diferencia de Nirm donde tenía que hacer todo a mano y eso la mantenía ocupada, últimamente eso no pasaba, pues las sirvientas se encargaban de varias cosas en el palacio. Lo que hacía que las únicas cosas que ella y el resto de las chicas pudiesen hacer como tareas domésticas eran cocinar, claro que aquellas que iban a la academia Kuoh hacían sus respectivos deberes. Esto por supuesto dejando fuera sus horarios de entrenamiento, los cuales eran de unas cuatro horas diarias, cuatro horas donde entrenaban hasta no poder más.
"¿Ya decidiste que será?"
"No. Aun no se si abrir una cafetería o hacer una tienda de medicina naturista." Respondió Asia.
"Bueno, solo por si se te ocurre decidir abrir una cafetería porque no vemos como son por aquí. Y así puedes tener una referencia."
"Claro. no veo ningún problema." Dijo Asia con una sonrisa mientras ella y Edzard volvían a caminar para buscar una cafetería.
"Sabes. Debí saber que solo me traerían para algo como esto." Dijo Edzard con los ojos en blanco al ver al heredero del clan Bael. Sairaorg Bael era un joven apuesto, con el cabello negro y los ojos violetas. Él era alto casi tan alto como su padre, por lo que Edzard dedujo que Sairaorg debía de medir casi dos metros de alto. Su cuerpo tenía una constitución muscular muy notoria, haciendo casi que se parezca a Farkas en lo que a tipo de cuerpo se refería.
'Se parece un poco a Sirzechs y Rias.' Pensó Edzard para luego recordar algo. 'Claro que se van a parecer, son primos después de todo.'
Actualmente Edzard se encontraba en una sala de entrenamiento ubicada en algún lugar del territorio Gremory. Él y su grupo llegaron aquí no hace más de quince minutos y ni bien puso un pie en el castillo, fueron recibidos por los Gremory, incluida la nobleza de Rias. Luego de los saludos normales, se dirigieron hacia el salón principal, donde Edzard vio al heredero Bael sentado. Cuando lo vio, Edzard pudo entender por qué lo habían llamado. Así que, mirando a su derecha, vio a Sirzechs, el cual había llegado solo unos segundos después de que entraran a la sala.
Con solo una mirada, Edzard confirmó la razón por la que lo invitaron. Así que, por un segundo estuvo tentado a negarse, pero luego de que Sirzechs lo llevara a otra sala a hablar, decidió aceptar.
Así que por eso ahora mismo estaba a punto de tener un combate simulado con Sairaorg. Al enterarse de que haría esto, Edzard pidió un momento para poder cambiarse y ponerse su atuendo de entrenamiento. Ya con su atuendo listo, el cual constaba de una túnica sin mangas de color negro con un par de pantalones de lino de color marrón oscuro y botas de cuero negro atadas con correas de cuero en patrón de X.
"Bueno, parece ya podemos iniciar esto." Dijo Edzard mientras comenzaba a mover los dedos de sus manos.
"Dejare que seas testigo de la fuera de mis puños." Dijo Sairaorg mientras se mantenía quieto y juntaba ambos brazos sobre su pecho.
Sirzechs, quien actuaría como árbitro de este combate miró a ambos combatientes y asintió, pero también le pidió con la mirada a Edzard que no se sobrepasara con Sairaorg.
"Bien, Inicien." Dijo Sirzechs para luego dar un salto hacia atrás para terminar aterrizando junto a los que miraban la batalla, pues no quería interferir en la batalla hasta que sea necesario, además, él sabía que Edzard no mataría a Sairaorg… o al menos eso esperaba.
Al ver que estaban solos, Edzard miró a Sairaorg y comenzó a caminar hacia el demonio. Cuando dio cinco pasos, desapareció en un estallido de velocidad y apareciendo frente a Sairaorg, quien vio esto con los ojos abiertos, le propinó un fuerte golpe en toda la cara. El golpe hizo que el heredero Bael saliese derrapando varios metros.
'Vaya, pero que sorpresa. Ese golpe tenía la fuerza suficiente como para noquear a un demonio como Diodora. Sin embargo, ha logrado resistirlo.' Pensó Edzard con un poco de asombró para luego poner una sonrisa de diversión. 'Je, je. Parece que podré hacer uso de un poco más de fuerza.'
"Ese fue un muy buen golpe. Si hubiese sido un demonio normal, ya estaría fuera de combate." Dijo Sairaorg acercándose a Edzard mientras se sobaba el lugar donde recibió el golpe.
Las palabras de Sairaorg hicieron que la sonrisa de Edzard aumentara. "Si, así parece."
"Ahora es mi turno." Dijo Sairaorg para luego desaparecer en un estallido de velocidad.
Edzard vio como Sairaorg aparecía frente a él, pero no se inmutó por aquello, ya que la velocidad de Sairaorg no era tan rápida como para eludir sus reflejos. Así que, al ver el puño del demonio dirigirse hacia su rostro, Edzard movió sus brazos y detuvo el golpe del demonio haciendo usó de un movimiento del combate sin armas enseñado en las legiones imperiales. Sus movimientos lograron detener el golpe de Sairaorg de forma precisa, dejándolo desprotegido. Al ver esto, Edzard movió su pie derecho y con un rápido movimiento, hizo tropezar al demonio, pero este nunca cayó al suelo, pues Edzard le dio un potente golpe en la mandíbula antes de que cayera.
La fuerza del golpe hizo que Sairaorg saliera disparado como un cohete y terminara impactando en una de las paredes, generando una gran nube de polvo.
"Auch. Eso sí que debe de haber dolido." Dijo Issei haciendo una mueca al ver el golpe que Edzard le acaba de dar a Sairaorg. De hecho, su cuerpo se estremeció, pues recordó la batalla que tuvo contra Sairaorg. Una batalla donde el demonio de clase alta lo estuvo superando en todo, pero de la cual surgió una nueva rivalidad.
[Si, la fuerza de ese golpe fácilmente podría haber destrozado tu armadura como si nada, compañero.]
Las palabras de Draig hicieron que Issei y el resto de los que miraban la batalla, comenzaran a ver la gema en el brazo del demonio.
"¿Estás seguro Draig?" preguntó Issei.
[Por supuesto. A pesar de que no está usando la misma fuerza que usó contra Loki, sus golpes no son para nada débiles. De hecho, me sorprende que el mocoso Bael aun siga consciente.]
Las palabras de Draig fueron acompañadas por un potente corriente de aire que llamó la atención de todos. Cuando sus ojos se posaron en la batalla, vieron que dichas corrientes de aire eran generadas por los golpes que estaba lanzando Sairaorg. Sin embargo, pese a la gran velocidad a la que se movían los puños del heredero Bael, Edzard esquivaba los ataques con mucha facilidad, pero no solo eso, ya que también detenía los golpes y daba rápidos contraataques, los cuales comenzaban a hacer que Sairaorg tuviese que ponerse a la defensiva. Aunque, eso fue casi en vano, ya que muchos de los golpes de Edzard lograron impactar en el cuerpo del demonio, causándole mucho daño.
La batalla se volvía más intensa y en medio de esta, una de las chicas del ORC logró percatarse de algo.
"¿Qué tipo de artes marciales está usando?" preguntó Xenovia viendo que Edzard estaba que luchaba de manera diferente a como luchó contra Loki, pues ahora usaba más agarres y contrataques.
La pregunta de Xenovia hizo que varias personas miraran a Asia, ya que era ella quien solía darles respuesta a sus dudas.
"Ed está usando el combate sin armas que se enseñan en las legiones imperiales." Respondió Asia al reconocer que tipo de estilo de lucha estaba usando su esposo.
"¿Combate sin armas?" preguntó Rias mirando a Asia.
"Así es."
"P-pero pensé que esas legiones eran la versión de Nirm de las legiones romanas." Dijo Rias recordando como ella y Sona habían comenzado a buscar información sobre las cosas que podrían tener paralelismos en ambos mundos y lo primero que encontraron fue la similitud en organización y cadena de mando de las legiones. Por lo que ambas amigas habían comenzado a pensar que los legionarios imperiales luchaban y tenían el mismo entrenamiento que las legiones Romanas.
"Así es, pero solo si lo ves desde el punto táctico y organizacional, pero en formación de soldados son un poco diferentes, pues si bien te enseñan a luchar con lanza, espada y escudo, también, te enseñan a usar otro tipo de armas, tales como mazas, martillos de guerra, hachas, mandobles. Aunque, también enseñan combate sin armas, el cual suele usarse para incapacitar a los enemigos o para defensa y ataque cuando no se está armado."
Las palabras de Asia hicieron que todos quedaran pensativos, pensando en lo muy bien entrenados que estaban esas tropas. Luego de unos segundos, una de las chicas tuvo una duda e hizo una pregunta.
"Asia-san. ¿Las legiones también tienen magos?" preguntó Akeno con curiosidad.
Asia miró a la hija de Barakiel y asintió antes de responder correctamente. "Así es, los llamados «Magos de Batalla»"
"¿Magos de Batalla?" preguntó Irina.
"Así es. Los magos de batalla son un tipo especial de mago que no solo se especializa en el combate con hechizos, sino que también tienen conocimiento y experiencia en el combate con armas." Respondió Asia mirando a su amiga con una sonrisa. "De hecho, yo misma puedo ser considerada como un mago de batalla."
La respuesta de Asia causó un poco de sorpresa e hizo que ellas le preguntaran si es que ella también había sido parte de las legiones, por supuesto que Asia negó aquello. Luego de negar eso, Asia procedió a explicar con más detalle porque ella podía ser considerada una maga de batalla.
"Ya veo. Así que, podemos suponer que Edzard-san también es un mago de batalla, ¿verdad?" preguntó Rias mientras seguía mirando como su primo era vapuleado sin piedad por Edzard.
"No, Ed es más un caballero mágico que un mago de batalla." Respondió Asia mientras miraba como Edzard detenía un puñetazo de Sairaorg para luego agarrar su brazo y girando su cuerpo darle un codazo a demonio en toda la cara, pero el ataque no se detuvo allí, sino que Edzard soltó a Sairaorg y rápidamente le dio otro golpe con su otro brazo y luego comenzó a golpearlo sin piedad alguna.
"Y… ¿Cuál es la diferencia?" preguntó Irina mientras hacia una mueca al ver como el rostro de Sairaorg estaba repleto de sangre y lo que dentro de poco serian muchos moretones.
"Un caballero mágico es aquel que usa como su principal forma de ataque espadas o cualquier arma física, pero que a la vez usa magia para potenciar sus ataques o para atacar a la distancia."
"Así que, ¿Un caballero mágico es lo opuesto a un mago de batalla?" preguntó Rias.
"En teoría si, aunque la diferencia entre ambos es mínima." Respondió Asia mientras miraba el combate. "Deberíamos de bajar, esto ya se terminó."
Tras aquellas palabras, Asia y el resto de grupo de Edzard comenzaron a bajar hacia la arena.
Edzard esquivó una patada lateral de Sairaorg. Al hacerlo, sus rápidos reflejos le permitieron ver una apertura en la defensa del demonio, así que, sin esperar un segundo, movió su brazo derecho y terminó por golpear a Sairaorg en el abdomen. La fuerza de aquel golpe hizo que Sairaorg se doblara en V, para luego caer de rodillas.
"Oufff." Exclamó Sairaorg al sentir el aire abandonar su cuerpo. Sin embargo, pese a eso, el heredero de los Bael no se dio por vencido, sino que, tomando una gran bocanada de aire, volvió a lanzarse contra Edzard.
Cuando estuvo cerca de él, comenzó a atacarlo con varios puñetazos y patadas, pero todo acababa igual, es decir, sus ataques bloqueados. A pesar de eso, el joven demonio no se detuvo y siguió atacando con más ferocidad a cada segundo que pasaba.
'Es increíble que no haya caído a pesar del daño que ya ha recibido. Además, su ferocidad me recuerda a la de varias bestias a las que he enfrentado.' Pensó Edzard con una sonrisa mientras detenía otro golpe de Sairaorg para luego gira su cuerpo y lanzarlo contra una pared. La cual nunca fue impactada, pues el joven demonio logró maniobrar en el aire y así cayó al suelo de pie.
"Parece que lo mejor será dejarlo aquí, Bael." Dijo Edzard bajando su guardia.
"N-no. Y-yo aun puedo seguir." Dijo Sairaorg mientras se caminaba hacia Edzard con pasos cortos, uno a uno, el joven demonio siguió acercándose, pero al estar a escasos dos metros de Edzard, este sintió un profundo golpe en su abdomen. Por lo que, al mirar a ese lugar, vio que el puño de Edzard estaba allí. Sairaorg intentó un último ataque, pero su conciencia terminó por desvanecerse. Sin embargo, el cuerpo del heredero Bael nunca llegó a tocar el suelo, pues fue atrapado por Edzard.
'Es pesado.' Pensó Edzard al sostener al demonio. Mientras seguía sosteniendo a Sairaorg, escuchó pasos, así que sabiendo quienes se acercaban, Edzard bajó suavemente el cuerpo de Sairaorg.
"Creo que te excediste, Edzard-kun." Dijo Sirzechs al llegar junto al resto de los que estuvieron viendo el combate.
"No lo creo." Contestó Edzard mientras miraba el rostro magullado de Sairaorg. "Si hubiese sido más suave, habría sido un insulto hacia las habilidades y la fuerza de este chico."
Las palabras de Edzard dejaron en silencio a Sirzechs, quien luego puso una sonrisa.
"Ya veo." Dijo el super diablo con voz suave.
Las cortinas de una habitación de hospital se movían suavemente mientras la luz naranja que ingresaba por la ventana indicaba que ya era el atardecer. En medio de esta habitación, acostado en una cama se encontraba descansando Sairaorg. Los ojos del joven demonio se movieron, para luego abrirse lentamente.
'¿Dónde estoy?' pensó Sairaorg al no reconocer el lugar. Sin embargo, un segundo después recordó su combate contra Edzard. Apretando los paños con frustración, el joven demonio comenzó a sentir impotencia. No le molestaba el haber perdido contra el humano de otro mundo, no, lo que le molestaba era que ni un solo segundo había podido golpearle. Por más que lo intentara, no podía ni siquiera acertar el más mínimo golpe. Pero no solo eso, sino que también sintió que él se estaba conteniendo.
"Deja esa cara. No te conviene."
Los ojos de Sairaorg se abrieron con sorpresa al escuchar una voz venir de su derecha. Por lo que, girando la cabeza, vio a la misma persona que lo había derrotado.
Edzard estaba sentado en una silla al lado de la cama de Sairaorg y en sus manos había un libro con una tapa de cuero gris. El seguía vistiendo su ropa de entrenamiento, lo que indicaba que había estado esperando a que Sairaorg despertara.
"Has despertado mucho antes de lo que pensé." Dijo Edzard, dejando de leer el libro que tenía entre sus manos. "Pensé que tendría que irme a mi casa y volver mañana para hablar contigo. Pero parece que me he equivocado."
"¿De qué quieres hablar?" preguntó Sairaorg con curiosidad.
"He hecho una pequeña investigación sobre ti. Y he de decir que estoy sorprendido por lo que has logrado." Respondió Edzard mirado a Sairaorg con una sonrisa. "Así que, he decidido que quiero escuchar tu historia completa. ¿Te parece bien si me la cuentas?"
Las palabras de Edzard asombraron a Sairaorg, pues nunca esperó que el investigase sobre él. Pero pese a esa sorpresa, asintió y comenzó a contarle todo a Edzard. La charla duró unos cuantos minutos donde Edzard le interrumpía en algunas ocasiones para hacerle algunas preguntas.
Para cuando Sairaorg terminó de contar su historia, la noche ya había caído.
"Ya veo. Tengo que decir que tu vida no ha sido fácil." Dijo Edzard al terminar de escuchar el relato de Sairaorg. "Pero lo has hecho bien. No muchos se atreven a hacer lo que tú has hecho."
"¿Qué cosa?" preguntó Sairaorg sin entender a Edzard.
"Cerrarle la boca a los idiotas que creían que nunca lograrías algo." Respondió Edzard con una sonrisa para luego levantarse. "Me gustaría hablar más contigo, pero tengo muchas cosas que hacer."
Cuando Edzard estuvo por salir de la habitación, se detuvo y regresando hacia la cama donde descansaba Sairaorg, tomó el libro que había estado leyendo y se lo entregó.
"Sabes, este libro es muy interesante." Dijo Edzard ponía una sonrisa enigmática. "Creo que te gustara tener una segunda ronda cuando lo termines. Hasta entonces, Sairaorg. Estaré esperando esa segunda ronda."
Tras aquellas palabras, Edzard dejó el libro a un lado de la cama de Sairaorg y se fue del lugar, dejando a un confundido Sairaorg.
El joven demonio no entendió a que se refería Edzard con lo último. Bueno, no es que no quisiese tener una segunda ronda contra él, pero por ahora sabía que no lograría nada. Por lo que, tomando el libro dejado por el viajero Inter dimensional, Sairaorg comenzó a leerlo y al ver la primera página, sonrió divertido y luego comenzó a soltar una carcajada. Mientras reía de felicidad, el deseo de competitividad del heredero Bael comenzó a arder con mucha fuerza. Su emoción por volver a luchar contra Edzard aumentaba con cada página leída, ya que en ese libro estaba plasmado varios entrenamientos y técnicas de combate cuerpo a cuerpo. Cuando cerró el libro tras ojearlo, se prometió entrenar hasta el cansancio para lograr esta vez al menos darle un golpe a Edzard.
El suave viento de la tarde soplaba en el reino de bolsillo de Edzard y en uno de los balcones del palacio, uno que daba hacia el este, se podía ver a tres personas. Estas tres personas eran ni más ni menos que Lint, Ingvild y Rossweisse, las cuales estaban descansando, pues era domingo.
"Ahhhh…. realmente nunca creí que ser alumna fuera tan complicado." Dijo Lint mientras se desparramaba sobre la mesa a la que estaban sentadas las tres. Ella se encontraba exhausta por la cantidad de tareas que tenía que hacer, pero también porque estaba estudiando para entender mejor el japones.
"Si. Aun no logro entender bien los kanjis japoneses." Dijo Ingvild estando de acuerdo con su amiga.
Ambas amigas se miraron y soltaron un suspiro de manera simultánea, solo para reír suavemente tras aquello. Cuando dejaron de reír, miraron a Rossweisse, quien tenía un aura de depresión sobre sí misma.
"¿Qué sucede, sensei?" preguntó Ingvild con preocupación al ver a Rossweisse en ese estado.
Rossweisse levantó la cabeza y mirando a sus dos compañeras de grupo/ estudiantes soltó un suspiro antes de hablar. "Tengo mucho trabajo que hacer. No he logrado terminar de hacer los papeles que debía y se me acaba el tiempo."
Las dos estudiantes de la academia Kuoh miraron a su sensei y trataron de animarla. Lograron animar a Rossweisse luego de varios minutos. Ya estando más animadas y con las preocupaciones dejadas de lado por el momento, decidieron conversar sobre algunos temas más triviales.
"Entonces, Lint. ¿Por qué faltaste a clases hace unos días?" preguntó Rossweisse preocupada porque su alumna faltara a clases.
"Tuve que ir al Cielo por algunos chequeos." Respondió Lint.
"¿Chequeos? ¿Qué clase de chequeos?" preguntó Ingvild con curiosidad.
"Nada grave. Solamente son chequeos para ver que tanto han evolucionado nuestros poderes. Y… para algo más." Dijo Lint con una sonrisa solo para terminar sonrojándose al final de sus palabras.
"Ya veo…" Dijo Rossweisse no muy convencida por lo que le acababa de responder Lint. "¿Y cómo te fue?"
Al escuchar la pregunta de Rossweisse, Lint sonrió e infló el pecho con orgullo.
"Muy bien, de hecho, asombre a muchos con mi nivel de poder actual." Respondió Lint con alegría.
"Wow. Increíble." Dijo Ingvild con una sonrisa mientras aplaudía a su amiga.
"Así es. Eso es increíble. Felicitaciones, Lint." Dijo Rossweisse con una sonrisa.
"Gracias, chicas." Dijo Lint feliz por recibir las felicitaciones de sus amigas.
Tras aquellas palabras, la conversación fue interrumpida por un par de risas. Al escucharlas, las chicas se levantaron de sus sillas y se dirigieron hacia el balcón y apoyándose, vieron que aquellas risas provenían de Marie, quien reía mientras corría por las orillas del lago que había cerca del palacio. La pequeña niña corría a gran velocidad, huyendo de su padre, el cual también tenía una gran sonrisa mientras jugaba con su hija.
La escena hizo que las chicas pusieran sonrisas en sus rostros, las cuales murieron cuando se vieron entre ellas. Soltando un suspiro cansado, las tres chicas volvieron a sentarse y al hacerlo ninguna dijo ninguna palabra, pues estaban que se pensaban en sus propios sentimientos. Y es que, las tres ya sabían que estaban comenzando a enamorarse de su líder de grupo. Cada una tenía sus motivos, los cuales mantenían muy cerca de sus corazones, esperando que sirvieran como combustible para que un dia puedan tener la charla con Asia, pero hasta que llegue ese dia, cada una había decidido no hablarle de eso a nadie.
Cada una de las tres comenzó a tener recuerdos de los momentos que pasaron con Edzard. Lint recordando los momentos que pasaban juntos en la sala de duelos del palacio, entrenando casi a diario para mejorar sus habilidades con la espada. Aunque, eso no era todo, pues también por su mente pasaron los momentos en que ambos salían a comer o a pasear juntos. Aquellas salidas se daban en su mayoría cuando ella salía de clases y no eran muy seguidos, pues él también tenía que pasar tiempo con Aika. Pero aquellas salidas juntos eran algo que Lint apreciaba mucho.
Ingvild, por su parte, recordaba las veces en que ambos solían salir a caminar por la ciudad de Kuoh, ya sea para hacer compras o para que ella se distraiga y conozca más del mundo moderno humano. Pero si había algo que realmente le hacía sentir especial, algo que sabía que solo ella compartía con él era los momentos que pasaban en el salón de música del palacio. Porque, si, el palacio de Edzard también poseía una sala de música la cual estaba repleta de instrumentos, ya sean de la tierra o de Nirm. Aquellos momentos solían ser no muy usuales, pues cada uno tenía sus respectivos deberes, fuera de las misiones y los entrenamientos, pero cuando coincidían, normalmente terminaban con ella cantando una canción mientras Edzard tocaba una melodía de fondo.
Finalmente, Rossweisse recordaba los momentos que compartían caminando por las calles de Kuoh. Dichas salidas se daban cuando ella salía de clases y por fortuna hasta ahora nadie de la academia, ya sean alumnos o profesores la habían visto. Y es que, la apariencia de Edzard, pese a ser madura, aun reflejaba un poco de su edad real, lo que haría que corrieran rumores sobre ella por supuestamente estar en una relación con un estudiante.
Dejando de recordar aquellos momentos, las tres chicas se miraron nuevamente y volvieron a soltar un suspiro, para luego comenzar a charlar sobre otros temas.
La luna llena se reflejaba en el lago que estaba cerca al palacio en el mundo de bolsillo de Edzard. Y en una roca, mirando hacia el lago, se podía ver a Edzard sentado y sosteniendo una botella de brandy cyrodílico en su mano.
Sin decencia o decoro alguno, el ultimo hijo de Akatosh se llevó la botella a la boca y bebió un gran trago, para luego dejar caer la botella al suelo. La botella cayó y rodó algunos centímetros solo para terminar reuniéndose con algunas botellas vacías.
Levantándose de la roca, Edzard dio algunos pasos en el pasto, para luego dejarse caer. Cuando estuvo tirado en el suelo, Edzard se llevó la mano a la cara mientras el recuerdo de lo que había soñado esta noche volvía a él.
Flashback
El cielo nocturno despejado que debería permitir ver las estrellas de aquella noche no mostraba ninguna, ya que se encontraba cubierto por una gruesa capa de humo. La fuente de este humo era la gran cantidad de incendios provocados por varias piedras cubiertas con alquitrán, las cuales estaban siendo disparadas desde varias catapultas hacia una ciudad amurallada.
Las piedras en llamas viajaban a gran velocidad, recorriendo la distancia que separaba su campamento de la ciudad que asediaban.
¡Booommm!
Una de las piedras terminó cayendo en una de las casas, la cual era a la vez un almacén de cerveza y aguamiel, por lo que la casa explosionó, provocando una gran bola de fuego que se extendió hacia otras casas. Los gritos de las personas que se estaban quemando comenzaron a llenar las calles de la ciudad, mientras más casas, tabernas, tiendas y otros comenzaban a quemarse. Y en medio de aquel infierno, se podía ver no solo a personas muriendo, sino que también se podía ver soldados corriendo por el lugar, llevando agua para apagar los incendios.
En medio de la calle principal, se podía ver a un joven correr, este joven llevaba una armadura simple que consistía en brazales de acero, botas de cuero reforzadas con placas de acero, una túnica acolchada con una cota de malla y una sobreveste con los colores del imperio con la heráldica imperial en el centro.
'Maldición, los incendios están que causan estragos en toda la ciudad. Y el asedio solo acaba de iniciar.' Pensó Edzard mientras corría por las calles de Carrera Blanca en dirección de la muralla exterior. Zigzagueando, logró esquivar unas cuantas piedras, las cuales casi le impactan. 'Mierda. ¿Cómo carajos tienen tan buena puntería?'
Negando con la cabeza, Edzard continuo su trayecto y finalmente llegó a la muralla exterior. Cuando lo hizo, logró escuchar la parte final del discurso de la Legada Rikke. Y cuando la legada desenvainó su espada, las olas de Capas de la Tormenta comenzaron a llegar. Acercándose a las almenas, pudo ver que varios de los soldados enemigos traían escaleras, pero no se veía ninguna torre de asedio.
Así que, viendo ya a sus enemigos, los cuales iban armados con escudos, cotas de malla con gambesones acolchados, botas y guanteletes de cuero, además, de contar con cascos cerrados. Tomando una rápida decisión, Edzard tomó el arco de factura dwemer que poseía y colocando una flecha, comenzó a disparar a discreción. Sus flechas volaron e impactaron en los soldados Capas de la Tormenta, pero solo unos pocos cayeron, pues las fechas habían impactado en los puntos débiles de las armaduras, el resto que no cayó fue porque las flechas fueron desviadas por las armaduras que llevaban o fueron detenidas por los escudos que portaban.
Mientras colocaba otra flecha en su arco, Edzard sintió que una gota de lluvia caía en su nariz, por lo que, levantando la cabeza, vio como comenzaba a llover. La lluvia comenzó a apagar los incendios de la ciudad, ayudando así a recuperar el orden, pero comenzó a causar problemas a los arqueros en las murallas.
'Maldición, esto dificultará el ataque con flechas.' Pensó Edzard mientras tensaba su arco y comenzaba a sentir como la cuerda era más resbalosa, haciendo que tuviera cuidado al momento de colocar la flecha. Jalando la cuerda, Edzard soltó la flecha y la vio volar hasta impactar en la cabeza de un Capa de la Tormenta que iba sin casco. El soldado cayó muerto de forma instantánea, provocando que sus compañeros, con quienes llevaba una de las escaleras, tropezasen con el cadáver.
Mientras se preparaba para lanzar otra flecha, vio como una flecha enemiga se dirigía hacia él, por lo que, agachándose, la esquivó y mientras volvía a levantarse, jaló su arco y ni bien pudo ver el campo de batalla, soltó la flecha. Tras aquel disparo, Edzard tuvo que enganchar su arco en su espalada y desenfundar su espada, pues vio como algunos Capas de la Tormenta llegaron a escalar algunas partes del muro. Por lo que, sin perder tiempo, se dirigió hacia esos lugares para ayudar a expulsarlos de las murallas.
El sonido de acero chocando comenzó a escucharse, junto al sonio de gritos y gemidos de dolor, todo aquello provocado por los soldados que eran heridos y aquellos que agonizaban bajo la torrencial lluvia.
Edzard se encontraba frente a dos soldados enemigos, los cuales le atacaron de manera consecutiva, en un claro intento de que no pudiese defenderse de uno de los ataques. Lamentablemente para ellos, sus reflejos le permitieron esquivar los ataques y con un solo giro de ciento ochenta grados, les cortó la garganta a ambos.
Fin Flashback
Dejando de recordar lo que realmente había sucedido aquel dia, Edzard soltó un fuerte suspiro. Y es que, su sueño o mejor dicho pesadilla no solo le hizo volver a vivir aquella batalla, sino que finalizó con el alzamiento de los cadáveres de los muertos, los cuales comenzaron a reclamarle como es que se atrevía a vivir tan felizmente con su familia luego de asesinar a padres, hijos, hijas, hermanos, hermanas, esposos, esposas.
La culpa por las vidas que había segado se hizo presente en el ser de Edzard, causando que su corazón se sienta apesadumbrado. Volviendo a mirar las estrellas de su reino de bolsillo, Edzard giró la cabeza al escuchar suaves pasos acercarse a él.
"Siento haberlas despertado, chicas." Dijo Edzard al ver a su familia allí atrás. Las chicas estaban vestidas con batas sobre sus respectivos pijamas.
"No hay problema, Ed." Dijo Asia mientras miraba a su esposo con tristeza, pues sabía que el acababa de tener una de aquellas pesadillas solían acosarlo cada cierto tiempo.
El resto de las chicas solo asintieron y todas juntas, sin decir alguna palabra más, se acercaron a Edzard y rodeándolo, le dieron un gran abrazo mientras trataban de calmar la carga que emocional que él tenía en este momento. Así que, para lograr ese cometido, comenzaron a decirle palabras reconfortantes.
La luna se encontraba escondida por nubes oscuras, haciendo que la visibilidad sea escasa. Aquella oscuridad era el momento perfecto para llevarse a cabo un ataque sorpresa.
En algún lugar de las zonas más remotas e inhabitadas de Siberia se podía escuchar cientos de gritos. Aquellos gritos se originaban por una batalla, o más bien un asedio. Este asedio se llevaba a una cueva, la cual no era una cueva normal, sino que era una cueva transformada en una pequeña fortaleza subterránea. En dicha fortaleza se encontraba uno de los tantos cultos que servían a Bal en la tierra. La otrora tranquila cueva, si es que se puede decir tranquila a una cueva llena de adoradores de un príncipe daedrico, se encontraba completamente en un caos, donde se podía observar los cadáveres de varios de sus miembros, los cuales se encontraban luchando desesperadamente por su supervivencia.
"¡Seguid atacando! ¡No dejéis que esos hijos de puta avancen!" gritó uno de los seguidores de Bal mientras disparaba con armas de fuego hacia quienes los atacaban. Si, estos seguidores usaban armas de fuego y no magia, ya que eran terrícolas comunes y corrientes.
¡Booommm!
Una gran explosión sacudió la cueva por completo. Dicha explosión se había originado por la explosión simultanea de varias bolas de fuego de gran tamaño, las cuales impactaron en la puerta de acero macizo que protegía este nivel. La fortaleza subterránea se encontraba dividida en cuatro niveles, y la lucha actualmente se concentraba en el penúltimo nivel. Los anteriores niveles ya habían caído, y como no iban a caer si ya llevaban más de dos horas de ataques continuos por parte de estos sujetos.
Los enemigos que los atacaban eran personas que vestían túnicas rojas y eran capaces de usar magia. Ellos habían caído de improviso y habían comenzado a matar a todos los que tenían a la vista. Si bien lograron retenerlos durante las primeras dos oleadas, fueron las dos últimas oleadas las que había logrado destrozar por completo sus defensas. Para empezar, la tercera oleada fue llevaba a cabo por humanos con la esclerótica de los ojos de color negro. Aquellas personas eran mucho más rápidas que las personas normales, aparte de que por sobre sus túnicas rojas llevaban armaduras negras, las cuales tenían la apariencia de haber sido sacadas del mismísimo averno. Estos sujetos empleaban armas que tenían la forma de medialuna y eran más que hábiles en su uso.
Al momento en que la tercera oleada llegó, rápidamente se demostró que las armas de fuego normales eran inútiles, pues sus armaduras resistían los ataques como si nada. Afortunadamente, el avance de esta oleada se detuvo en seco cuando llegaron a la puerta que separaba el segundo nivel del primero. La puerta de acero reforzada resistió varios ataques, sobre todo gracias a los encantamientos que los magos de su señor habían puesto en ellas.
Al ver que sus enemigos no podían derribar aquella puerta, varios de ellos se sintieron aliviados, pero eso no duro demasiado, pues lo que siguió luego de aquel ataque fue algo que ninguno de los que estaban en la fortaleza esperaron. Lo único que vieron las cámaras de vigilancia fue la sombra de una persona de gran tamaño acercándose y derribando la puerta con una sola patada. De hecho, la fuerza del golpe envió a volar la puerta como si nada. Tras aquello, los intentos de resistir fueron en vano.
"¡Aguanten! ¡No podemos permitir que lleguen al último nivel!" gritó un seguidor de Bal antes de ser decapitado por uno de sus enemigos.
Los sonidos de la batalla se intensificaron mientras los disparos de las armas de fuego se hacían más constantes, pero pese a aquello, el avance de los individuos de rojo no se detuvo. Luego de aplastar a los pocos humanos que quedaban, los individuos de rojo llegaron a la cámara final. Cuando lo hicieron, aquellos con armadura se hicieron a un lado y dejaron pasar a una persona. Esta se acercó a la puerta y de un solo golpe de sus pies logró destrozarla como si nada.
La puerta salió volando varios metros y cuando se detuvo, bajo ella había un gran rastro de sangre. Este rastro de sangre estaba acompañado de varios cadáveres, los cuales habían sido aplastados por el peso de la gran puerta.
"Parece que este es uno de los laboratorios de Bal." Dijo uno de los hombres con armadura.
"Así parece." Respondió la persona que destrozó la puerta antes de darse la vuelta y comenzar a salir del lugar. Mientras se alejaba, volvió a hablar. "Tomen todo lo de valor, investigaciones, armas. Luego destruyan lo que quede. Además, maten a cualquier humano que haya sobrevivido, también a cualquier sujeto de experimentación. Yo iré a informar a nuestro señor de nuestra victoria."
Los hombres en armaduras asintieron y sin perder tiempo avanzaron hacia el interior del último nivel con la intención de capturar todo lo de valor y destruir todo lo demás.
Mientras sus hombres llevaban a cabo esta orden, la persona que destruyó las puertas de la fortaleza salió del lugar y comenzó a alejarse de la cueva. Cuando llegó a un lugar tranquilo, sacó un cristal de su bolsillo para luego aplastarlo. Un miasma purpura se originó del cristal, el cual comenzó a formar un portal.
"Mi señor." Dijo el hombre arrodillándose frente al portal, pues se podía ver una silueta tras este.
"Dime." Respondió una voz gutural y gruesa, la cual contenía tanto crueldad como autoridad.
"Hemos masacrado por completo a las mierdas que sirven a Bal." Dijo el hombre, haciendo hincapié en el insulto que mencionó.
"Bien." Respondió la voz con un ligero toque de diversión. "¿Y cómo se han comportado los nuevos soldados modificados?"
"De maravilla. Las mejoras que aquellos experimentos han logrado son impresionantes. Nunca pensé que se podría llevar el nivel de poder de estos humanos a niveles como estos."
"Perfecto... Ahora, tengo una nueva tarea para ti. Pero para llevarla a cabo no llevaras a estas tropas, sino que llevaras a otro grupo." Dijo el ser, para luego contarle su plan.
"Entiendo, partiré de inmediato para cumplirlo, Lord Dagon." dijo el hombre mientras se levantaba.
"Espero que no me falles, mi Adalid." Dijo Dagon mientras cerraba el portal.
"No lo hare, mi señor." Dijo el extraño para luego comenzar a caminar de regreso hacia donde estaban sus tropas. Y mientras lo hacía, nunca se dio cuenta de que estaba siendo vigilado por un cuervo, cuyos ojos eran tan rojos como la sangre.
En algún lugar del inframundo se podía ver una estructura, la cual parecía un gran castillo. Dicho castillo estaba protegido por diversos encantamientos, los cuales lo hacían completamente indetectable para cualquier ser de Draconic Deus, pero no para aquellos que provenían de Aurbis. En uno de los pasillos de aquel castillo se podía ver a Mannimarco, el cual iba con pasos suaves y tranquilos. El lich se encontraba meditativo mientras se dirigía hacia la sala donde su señor aún se encontraba reposando.
'Parece que Dagon ya no va a seguir enviando más tropas como exploración. Parece que al fin va a atacar como se debe o al menos esa impresión me ha dado. Ya se me había hecho muy extraño que no atacase con todo desde el inicio y ya vi porque no lo hizo. He de decir que esos humanos modificados son más que asombrosos, su poder está a la par de los demonios de clase media, pero con el equipamiento de aquellas armas tan peculiares y las armaduras, fácilmente llegan a tener el mismo nivel de lucha que un demonio de clase alta.' Pensó Mannimarco para luego mirarse a sí mismo. 'Lo que Dagon ha hecho es intrigante, pues ha fusionado de forma artificial poder padomaico con humanos, me pregunto si podré hacer lo mismo con este cuerpo. Digo, su nivel de poder es bueno, pero la verdad es que necesito más poder para poder acabar con ese bastardo.'
El ex Altmer deseaba más poder para poder estar seguro de poder vengarse de Edzard, ya que por lo que había logrado aprender, el poder del último hijo de Akatosh no deja de crecer con cada dia que pasaba. Si bien, el ya no aumentaba su poder a pasos tan grandes como lo había hecho en Nirm, su tasa de crecimiento no era tan normal. El pensar en la disminución del potencial de crecimiento del Dovahkiin hizo que Mannimarco sonriera de manera burlesca y cruel.
'Parece que lo que te hice mientras drenaba tu sangre y poder aún sigue afectándote, mocoso.' Pensó Mannimarco, para luego soltar una carcajada. Cuando se calmó, el Lich continuó su camino tranquilamente y luego de varias vueltas, al fin llegó a su destino. Al ingresar por aquella puerta, vio el capullo donde su señor descansaba.
"Mi señor, tengo algunas noticias para usted." Dijo Mannimarco mientras se arrodillaba ante el capullo.
"Ummm. ¿Qué noticias son esas?" preguntó la voz de Padomai directamente en la mente de Mannimarco.
"Parece que Dagon va a comenzar a atacar de manera más agresiva. Además, de que esta eliminando algunos de los cultos de Bal en varios puntos de la tierra. Hasta ahora ha logrado derribar más de cien cultos de Bal."
"Ya veo. ¿Qué movimientos está haciendo Bal?"
"Parece que se ha quedado en silencio desde que gran parte de los vampiros que creó con terrícolas fueran eliminados por el Dovahkiin. Además, parece que Dagon ha logrado crear pseudo híbridos de manera artificial usando humanos de Draconic Deus. Estos híbridos parecen poderosos, pero no conozco aun su alcance total de poder."
"Ummmm…. ¿Puedes hacer algo como eso con el conocimiento que poseía el demonio dueño del cuerpo que posees?"
"Puede que sí, aunque me tomara algo de tiempo. Por fortuna tenemos más que suficientes candidatos a ratas de laboratorio." Respondió Mannimarco sonriendo de manera cruel mientras imaginaba los gritos de dolor de sus futuras ratas.
"Hablando de ratas, ¿Qué hay de los magos al servicio de estos demonios?"
"He evitado tener una reunión con ellos hasta que logre recrear por completo el aura y tipo de voz que usaba Euclid. Después de todo, no podemos hacer evidente que estos dos demonios ya no existen."
"Bien, parece que estarás ocupado los próximos meses. ¿Cómo va la búsqueda de esos componentes que te he pedido?"
"Hasta, ahora bien, sabemos dónde podemos encontrar los tres, pero me temo que- "
Lo que Mannimarco decía fue interrumpido cuando un atroz dolor se hizo presente en todo su cuerpo. El dolor era tan atroz que el Lich cayó al suelo y comenzó a retorcerse de dolor mientras sus gritos resonaban por todo el lugar.
"Parece que no he sido claro, gusano. Quiero que me traigas esos tres componentes a toda costa, no me importa que si para ello tienes que destruir a la mitad de la población de Draconic Deus."
"S-s-si L-l-lord P-P-P-Padomay." Fue lo único que salió de la boca de Mannimarco, pues el dolor era tan fuerte que a duras penas podía mover los músculos de su rostro.
"Bien. Quiero que esto te sirva de recuerdo. Tu mera existencia está atada a mi voluntad. Así que, ni se te me ocurra fallarme, de lo contrario no quedara nada de ti."
Tras aquellas palabras, la encarnación de la fuerza del cambio volvió a torturar a Mannimarco hasta dejarlo inconsciente.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.
Y aquí el nuevo capítulo. Con este capítulo hemos terminado el interludio, ya en el siguiente entraremos al arco de Kioto. Como se ha podido ver, Edzard y Asia ya han tenido su aniversario y han terminado vetados de varios hoteles. XD
También vemos que por muy fuerte que sea Edzard, a él aun le afectan las batallas que ha vivido. Además, Sairaorg ha comenzado una pequeña rivalidad amistosa con Edzard, tras su combate amistoso. Y hemos visto que es lo que ha estado haciendo Dagon todo este tiempo. Para aquellos que no sepan, según el Lore de Elder Scrolls, Dagon y Bal tratan de impedir que el otro cumpla sus objetivos, por lo que supuse que seria normal para ellos enviar a sus seguidores a luchar y destruir los cultos del otro.
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Además, cualquier consejo constructivo es bienvenido. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
