Mientras era enviado atrás por Viktor, observó una vertiente como en una corriente marina interna, fue su curiosidad la que mantuvo su mirada ahí y antes de darse cuenta, cayó en ese lugar.

— ¿Jayce? — escuchó de nuevo la voz de Viktor, esta vez, parecía confundido.

Cuando volteó, lo vio.

A Viktor con su ropa bien arreglada, con su bastón por supuesto, pero con su piel, su cuerpo, todo en mejor estado que las ultimas veces que lo vio. Su corazón latió muy fuerte.

— ¿Viktor?

Era como si su cuerpo tuviera vida propia, pues ya estaba abrazándolo. Lo había extrañado tanto. Hasta que lo vio casi muerto, no se había dado cuenta el efecto tranquilizador que su compañero tenía en él. Con su nariz en la curvatura del cuello de Viktor, aspiró su aroma.

Como usualmente, Viktor no se apartó. Y aunque no parecía lo suficientemente cómodo con el contacto, le dio un semi abrazo. La amabilidad era algo innato en Viktor, una parte de él que adoraba.

— Te ves…y hueles…diferente — reprimió sus palabras, no quiso ser grosero con Jayce.

Jayce empezó a reír, con alivio y amargura entremezcladas.

Sin romper totalmente el abrazó paseó sus manos hasta sujetar los hombros de Viktor para alejarlo lo suficiente y poder ver su rostro, pero evitando que se pusiera de nuevo fuera de su alcance. Colocó una de sus grandes manos en la nuca del castaño, acariciando su cabello con el pulgar, y la otra la colocó entre el cuello y el rostro de Viktor para observarlo mejor.

La mirada de Jayce era intensa, incluso Viktor la catalogaría como salvaje. Más aun que la mirada de los mafiosos en Zaun.

De repente, Jayce pareció recordar algo e intentó desabrocharle con premura los primeros botones de la camisa, entre su desesperación y lo angosto del ojal, no lo logró, así que, prácticamente le arrancó el chaleco y la corbata por encima de la cabeza y forzó la tela hasta que los botones saltaron de la camisa de Viktor.

— Jayce ¿qué estás?

Una de las manos de Jayce tocó el hombro de Viktor que no estaba en tan mal estado como la ultima vez que lo había visto en esa forma humana. Necesitaba inspeccionarlo.

— Aun no llega a ese grado…— murmuró aliviado — Cierto…solo necesitaba ver tu rostro para saberlo — pensó en voz alta, reprendiéndose por romper la camisa de Viktor.

Apoyó su frente en el hombro del castaño.

— Te prometo que las cosas serán diferentes.

— Jayce…

Volvió a llamarlo.

Jayce apretó los ojos, ahora notaba la forma en la que Viktor lo llamaba y lo veía.

La mirada ambarina de Viktor siempre había tenido una chispa, su mirada brillaba cada vez que hablaba. Pero su voz, su voz cada vez que decía su nombre era tan variada, como ahora, un tono que mezclaba ternura, preocupación y curiosidad. Nunca había pensado en lo compleja y tranquilizadora que le resultaba la voz de Viktor.

— ¿Qué estás…?

— Lo siento, lo siento — negó Jayce con la cabeza — No hago sentido para ti ¿verdad? — rio con amargura.

Volvió a erguirse y dejó una de sus manos reposada en el hombro de Viktor, no quería dejar de tocarlo. No quería.

— ¿De…donde vienes? — inquirió Viktor escrutándolo con la mirada.

Jayce sonrió y dulcificó sus ojos. No había forma de que Viktor dejara pasar eso, su curiosidad innata, lo hacía resolver todo tan rápido.

— De un lugar al que debemos evitar llegar — comentó, mientras presionaba y acariciaba el hombro de su compañero.

Si Jayce no tuviera esa apariencia tan demacrada, parecería como si intentara reconfortar a Viktor, pero era evidente para cualquiera que los contemplara, que Jayce intentaba reconfortarse tocando a Viktor.

— ¿Quieres contarme lo que pasó? — inquirió con voz suave y curiosa.

— Yo…

Jayce volteó a verlo, indeciso.

Viéndolo en el estado tan caótico que estaba, Viktor quiso ayudarlo y reconfortarlo, así que quiso ofrecerle algo de beber.

— Puedo ir a prepararte algo de té si q…

Jayce sintió casi pánico de que se alejara y volvió a abrazarlo.

— Sé que esto no debe tener sentido para ti, pero quiero que sepas que yo… — calló, necesitaba formular bien lo que diría — Que tú… que eres más importante para mí que nadie en este mundo.

Por el abrazo tan hermético en el que lo tenía atrapado, no pudo ver el rostro de Viktor, pero sintió su cuerpo delgado sobresaltarse. El contacto, su voz chocándole en el cuello, era más contacto del que alguna vez habían tenido a conocimiento de ese Viktor.

Su compañero volvió a corresponder su abrazo y con movimientos cortos, dio leves caricias conciliadoras en su espalda.

— Jayce ¿Qué está pasando?

— Aun si yo mismo no dimensioné las cosas… — bajó la cabeza y suspiró —Nunca fui bueno para eso…incluso con la hextech…antes de estabilizarla, yo pensaba que debía ir más lento, pero tú me dijiste que debía acelerarla, y eso mismo debía hacer…contigo.

Jayce se medio incorporó para observar la mirada gatuna de Viktor. Las pupilas del castaño se habían dilatado, era fácil de ver en sus ojos claros. Jayce se agachó y depositó un beso suave en el lunar que estaba bajo el ojo de Viktor, sintiendo que su compañero se congeló con el contacto. Enseguida, besó el que estaba justo sobre sus labios, depositó otro beso casi en el mismo sitio, pero ahora rozando la comisura de los labios de Viktor y aprovechando que seguía impactado, finalmente, robó sus labios, con hambre.

El cuerpo de Viktor tuvo un escalofrío que Jayce no obvió. Con su lengua, irrumpió en la húmeda boca del castaño, moviendo su escurridiza lengua y brindándole caricias placenteras. Sintió las manos de Viktor intentar alejarlo con poca fuerza, lo estaba abrumando y lo sabía. Así que se alejó un poco para darle oportunidad de respirar.

Viktor no se movió de donde estaba, simplemente apartó la mirada mientras recuperaba el aliento. Llevó su mano a su pecho y respiró agitadamente, su piel estaba ligeramente más rosada, su cuerpo y su mente estaban sobrestimulados.

— Lo siento, ¿estás bien, Viktor?

Inquirió Jayce buscando su mirada. Al no poder encontrarla, tomó la barbilla de Viktor para orillarlo a verlo. Los ojos de Viktor brillaban como cuando hacía un descubrimiento, pero su boca permanecía entreabierta por el shock.

— Yo…no sé…que decir — balbuceó.

— Lo sé — dijo pegando su frente a la de Viktor. Se negaba a liberarlo del contacto.

— Es decir, se supone el tú…él tú de aquí está con…

— Lo sé… — agregó con pesar — El que mi yo de este lugar sea un estúpido y un cobarde, no significa que siempre vaya a ser así — dijo con rencor.

— No me parece que seas un estúpido…

Jayce volteó a verlo, se sentía contento y aliviado. Pero algo le incomodaba, parecía que Viktor aun no terminaba de hablar, pero ya no lo estaba viendo a los ojos.

— Creo que fue una elección inteligente estar con ella…en realidad es la elección más lógica.

— ¿Qué? — Jayce sintió frustración.

¿Estaba escuchando lo que creía estaba escuchando? ¿Realmente, Viktor pensaba así?

— Es una mujer sana, inteligente, poderosa y hermosa. Además, obviamente ella y tú…

— ÉL — corrigió Jayce.

Viktor sonrió y continuó.

— …Sienten algo el uno por el otro. Yo…no puedo competir.

— Tú eres mi compañero, Viktor. Nunca hubo competencia.

— Y aun así, ella es tu novia y estás hoy con ella.

— Su novia. Y aunque él está allá hoy…

— Sigue siendo TÚ, Jayce. Quizá, el tú que eres ahora, no está de acuerdo con su propio pasado, pero, sigues siendo tú.

Dijo queriendo alejarse, no obstante, Jayce no se lo permitió.

— Te aseguro, que constantemente piensa en ti. Él…yo…ambos, la amamos a ella, pero te puedo asegurar que te amamos más a ti, más de lo que crees…más de lo que él y ella creen…

— Jayce, no soy ciego, así que, por favor, no insultes mi inteligencia.

— Perdón…desde hace tiempo que no hago las cosas bien contigo— dijo llevando su puño a su frente con frustración, casi gruñendo— Sé lo que hice, sé lo que tus ojos ven y entiendo lo que tu mente piensa. Pero, Viktor, créeme que dejaría todo solo para estar contigo. Me convertiría en lo que sea, solo por esa oportunidad…y en realidad, es lo que estoy haciendo.

— ¿Qué?

— No puedo decirte mucho por ahora, solo quisiera que…entendieras eso — dijo lo último suspirando.

Viktor permaneció en silencio, confundido. Lo que Jayce decía parecía sincero, sin embargo, lo que el Jayce que él conocía estaba haciendo, distaba mucho de lo que el que estaba parado frente a él le contaba.

— Sé que te importo — dijo aun sin mirarlo — ¿Es eso lo que debo entender?

— No… esto…

Jayce volvió a libar de sus labios, mientras, susurraba su nombre entre besos.

— Viktor… Viktor…

Viktor inicialmente trató de alejarlo, pero, no lo intentó mucho. De repente, sintió un extraño calor, algunos cosquilleos y otras sensaciones que no pudo describir como algo diferente a la excitación.

Tuvo necesidad de profundizar el contacto.

Dejó de oponer resistencia y comenzó a permitir que Jayce se hiciera camino. Casi sintió sus piernas fallarle y sintió a Jayce hacerse cargo de su peso. Con premura, Jayce despejó el escritorio, tumbando todo lo que había en él y ahí, sentó a Viktor.

El más alto sujetó con suavidad y firmeza el cabello de Viktor y lo jaló un poco hacia atrás, haciendo que expusiera su cuello para él. Se prendió de su cuello, chupando, mordiendo y besando en varios puntos.

— J-Jayce…— murmuró Viktor, sintiendo placer y dolor entremezclados, Jayce no dejaba de atenderlo y podía sentir algo duro chocando con su entrepierna, que, a su vez, se había endurecido también.

El moreno tenía un fuerte e inevitable deseo de marcar la piel de Viktor, quería gritar a los cuatro vientos que Viktor era suyo y que haría lo que sea para que ese hecho no cambiara. Así que se dejó ese mensaje y advertencia a sí mismo, a su yo del pasado. Y todo, en la deliciosa piel que estaba saboreando.

Dejó una marca justo en la curvatura de la mandíbula, otra más en la manzana de Adán y otras más alrededor del cuello y clavícula. A Viktor le sería difícil esconder las marcas de su yo de ese tiempo.

Volvió su mirada y observó la expresión de excitación de Viktor, adoró verle una semisonrisa en la que mordía su labio inferior. La respiración agitada, la devoción y la ternura. Eran expresiones que no borraría de su memoria.

Robó sus labios de nuevo. Ya no necesitó jalar del cabello de Viktor, el castaño ya se encontraba ofreciéndole su cuello por sí mismo. Jayce lo recostó en el escritorio con suavidad y se posicionó sobre él depredadoramente.

Anhelaba tomar por completo el cuerpo de Viktor, pero dudó por un momento, no por él, sino, por Viktor ¿su cuerpo estaría en condiciones?

Además, nunca había visto en Viktor ningún interés alguno por la sexualidad. Aunque tampoco es como si le hubiera preguntado antes o hubiera hecho algún intento por averiguarlo.

Mientras lo besaba, sentía las manos de Viktor, igualmente explorar su cuerpo. Las caricias eran deliciosas, dignas de un hombre que hacía trabajos detallados… podía interpretar eso como un interés por parte de él ¿cierto?

Delineó su cintura y su cadera, mientras devoraba su boca. Con pericia se las arregló para dejar al descubierto sus miembros y con sus manos grandes y calientes, sujetó ambas longitudes.

Sus terminales nerviosas, le hicieron sentir un placer casi cósmico, como si estuviera tocando de manera diferente lo arcano. Gracias a las arqueadas que percibió en el cuerpo delgado de su compañero, supo que Viktor estaba sintiendo placer también. Más aun, porque buscaba apegarse a él.

Viktor normalmente hablaba mucho cuando se emocionaba con sus teorías y no era muy táctil, por lo general, era él quien buscaba tocarlo, pero verlo en esta faceta, callada pero táctil, le estaba encantando.

Siguió masajeando ambos miembros y el resto del cuerpo de su compañero, buscando principalmente el placer de Viktor. Estaba consciente del dolor que Viktor sentía por su enfermedad, si bien, estaba en un punto en el que aún no avanzaba al grado en el que estaba desahuciado, para entonces, Viktor sentía ya bastante dolor. Así que, si podía, al menos hacerlo olvidarse de eso por unos momentos, brindarle el conocimiento de que su cuerpo no era una cárcel y que, de hecho, podía producir placer y no solo dolor, era algo que anhelaba que Viktor conociera.

Ambos se desbordaron en sus vientres y Jayce quiso ir más allá, pero comenzó a ver unos chispazos. Parecía ser que era tiempo de irse. Se incorporó un poco y jaló a Viktor hacia sí.

Viktor aún estaba teniendo pequeños espasmos por la actividad reciente. Su cuerpo definitivamente no estaba acostumbrado a eso.

— Amo tu cuerpo — dijo Jayce besando sus labios, su hombro y finalmente, depositando un beso en el muslo de aquella pierna que el castaño tanto despreciaba — No lo olvides…

De repente, Jayce comenzó a flotar una vez más, entre brillos y partículas, sonrió con suavidad a Viktor.

— Te prometo que no te abandonaré…

Antes de que Viktor pudiera decir algo, Jayce desapareció entre destellos.

Viktor respiró profundamente y observó su laboratorio, ya no había rastro de Jayce. ¿Lo habría alucinado?

Aun podía sentir el tacto de su compañero en su piel. Observó su ropa y notó que Jayce le había dejado un gran problema, prácticamente había arrancado todos sus botones y todas sus notas estaban desperdigadas por el piso.

— Al menos pudo quedarse a recoger — se quejó algo decepcionado.

Se puso de pie, sosteniendo su pantalón y comenzó a ordenar las cosas. Levantó su chaleco y se lo puso por encima, ya no podía cerrar su camisa, pero al menos, con el chaleco cubriría parte del problema y las manchas de semen en su camisa; usó la corbata de cinto para mantener sus pantalones en su lugar. Luego, levantó los papeles con lentitud y los fue acomodando en el escritorio. Después, buscó sus botones.

Colocó los que encontró en la bolsa de su pantalón, ya se ocuparía de colocarlos de vuelta. Era hora de volver a casa, o eso creyó, porque de repente, vio entrar a Jayce. Al que conocía de siempre.

— Viktor ¿pasaste aquí toda la noche de nuevo? — estaba preocupado, pero bastante fresco.

Viktor se sintió abrumado con su presencia. Hacía nada, había estado besándose con una versión muy…salvaje de él.

— Yo…sí, se me fue el tiempo. Creo que volveré a casa a bañarme y regresaré más tarde ¿está bien? — aunque preguntó eso último, lo hizo más por cortesía, porque, era un hecho que eso haría. No podía ver a Jayce al rostro en ese momento.

— Claro… en realidad, creo que deberías ir a dormir y comer, no solo a bañarte.

— Sí, creo que eso haré por hoy.

Jayce notó a Viktor nervioso. Observó a su alrededor y el laboratorio parecía normal y extraño al mismo tiempo. Quizá alguno de los experimentos de Viktor había generado alguna reacción o alguien llegó, pero eso ultimo era improbable.

El más bajito, terminó de acomodar sus notas en el escritorio, dispuesto a irse.

Por su parte, Jayce, estaba por cuestionar a Viktor y entonces, vio varias marcas rojizas y violáceas sobresalir de su cuello. Se acercó con una urgencia depredadora y le sujetó el cuello de la camisa.

— ¿Viktor? ¿Qué es…? — inquirió con una mirada que Viktor no supo interpretar.

¿Jayce estaba fúrico? ¿Asustado? ¿triste? ¿qué expresión era esa?

Sus ojos estaban un poco vidriosos, su ceño fruncido y sus labios se curvaron hacia abajo. Nunca le había visto esa expresión, no en su Jayce, esa expresión era similar a la de su visitante nocturno.

— Perdí algunos botones por accidente…

— ¡No eso! ¡Esas marcas! — dijo exasperado.

¿Marcas? Viktor hizo consciencia de lo que Jayce, el otro Jayce, estuvo haciendo en su cuello, mordisqueándolo y chupando su piel, le había dejado marcas obviamente muy alarmantes, si consideraba la expresión de angustia de Jayce.

— Es… — por un momento se sintió avergonzado de responder, así que mintió — Mi enfermedad… me salieron algunas marcas extrañas… — dijo cerrando y sosteniendo el cuello de su camisa con su mano, quitando así la mano de Jayce de ahí.

Jayce supo de inmediato que le mentía. Después de todo, era imposible que su enfermedad dejara marcas de dientes en su cuello y que le arrancara los botones de los pantalones y la camisa.

— ¿Tu enfermedad? — repitió molesto y sarcástico, como retándolo a seguir mintiéndole en la cara.

— Te veré mañana, Jayce, no creo regresar hoy, debo encargarme de unos asuntos — dijo Viktor, buscando no alargar la conversación.

— ¿Vas a ver a alguien? — presionó.

Sabía que en ocasiones Viktor desaparecía ¿tendría que ver con las marcas en su cuello? Sintió un calor sofocante y doloroso abrirse paso desde la boca de su estómago.

— Adiós, Jayce — dijo alejándose con una inusual premura y cerrando la puerta tras de sí.

Una vez solo, Jayce no solo no podía creer que Viktor se fuera sin darle una explicación amplia, sino que, sentía que no podía calmarse ¿qué había sido eso? Viktor nunca le había mentido, nunca había dado señal de tener interés alguno por el romance o el sexo y ahora pasaba esto ¿qué se supone que debía pensar?

Pensar en Viktor estando con alguien, ahí, en el laboratorio que compartían, el espacio que era exclusivo de ellos dos, lo hacía rabiar.

Vio hacia el suelo y encontró uno de los botones de la camisa de Viktor; lo levantó y lo guardó en su bolsillo. Por un momento, quiso imaginar que ese botón era el botón que había estado a la altura de su corazón, algo que anhelaba que nadie le arrebatara.

Se molestó consigo mismo. Y reflexionó que, estaba tan molesto que solo pensaba tonterías. Tomó su martillo y se dirigió al área de pruebas de calidad. Necesitaba golpear algo.