Buenas lectores, aqui El Cuentista... hace muchisimo tiempo que no publico absolutamente nada por aqui. Quizas pocos lo sepan, pero este fanfic ya estaba antes por aqui pero ademas de no haber completado nisiquiera el primer arco, tampoco me gusto mucho como habian quedado muchas cosas de la trama/escritura. Asi que pense que lo mejor era borrar y volver a publicar con narrativa y trama renovadas.
Otra cosa que he notado es que por aqui parece que hay más gente de EEUU leyendo este fanfic más que la audiencia hispano hablante que tenia en mente (Casi el 95% en total, eso es basicamente toda mi audiencia por ahora)... asi que en cualquier caso si les gusta y les parece más comodo, traduciré el fanfic a ingles para que sea más facil de leer...
Si les gusta como va la trama, porfavor comenten... eso me animaria a continuar. Eso es todo. Buena lectura.
Era el año 2046 en Osaka, una ciudad vibrante donde las multitudes parecían infinitas, especialmente durante estas temporadas de festividades. Era un tiempo en el que todos buscaban desconectar de la rutina diaria, llenando las calles con energía renovada. Pero aquel día en particular, un evento destacaba entre los demás: la presentación de un nuevo videojuego de Dragon Ball. La franquicia, un pilar de la infancia para muchos de los asistentes, se vestía de gala con un título revolucionario que prometía redefinir la experiencia de los videojuegos.
El juego, llamado Dragon Ball Heroes y desarrollado por la innovadora compañía Strong Souls, no era un título cualquiera. Su tecnología de realidad inmersiva total ofrecía una experiencia incomparable: los jugadores podían sentir el combate característico de la franquicia como si realmente estuvieran allí, en el corazón de las batallas. Además, el título permitía una personalización completa de los avatares, desde su raza hasta su apariencia, permitiendo a los usuarios unirse a los Guerreros Z en sus aventuras a través de todas las sagas de la historia. Aunque carecía de un modo player versus player (PvP) robusto, compensaba con un modo cooperativo que muchos consideraban suficiente... por ahora. Al fin y al cabo, ¿quién podría resistirse a la idea de experimentar este tipo de juego, incluso si era solo contra una I.A.? La expectativa era demasiado tentadora como para preocuparse por detalles menores.
El evento en sí era un paraíso para los fanáticos: camisetas, figuras, dibujos, pósters y artículos coleccionables llenaban el enorme recinto. Cada rincón respiraba Dragon Ball. Los asistentes iban desde jugadores curiosos hasta aficionados vestidos como sus personajes favoritos: Goku, Krilin, Gohan, Piccolo e incluso villanos icónicos como Majin Buu y Freezer. Algunos disfraces eran impecables, mientras que otros dejaban mucho que desear, pero el entusiasmo de los fans lo compensaba todo.
Entre ellos, Beat y Note, dos jóvenes amigos, esperaban con ansias en una interminable fila que serpenteaba a través del lugar. Beat, de cabello castaño corto y expresión despreocupada, miraba con impaciencia al frente, mientras que Note, una chica de cabello negro y largo que le caía en cascada hasta la cintura, observaba por encima de su hombro la masa de gente que aún aguardaba fuera del recinto.
—Menos mal que llegamos temprano, Beat —dijo Note con un suspiro de alivio, impresionada por la longitud de la fila.
Beat se encogió de hombros, sonriendo con un aire de superioridad. —De otra forma, no habríamos tenido ninguna oportunidad de probar el juego —respondió, rascándose la nuca con fingida modestia—. Aunque para estar aquí tuvimos que faltar a clases... —añadió con una risa que solo consiguió irritar a su amiga.
—No lo digas así —replicó Note, cruzando los brazos mientras le lanzaba una mirada reprobatoria—. Haces que suene como si yo hubiera planeado saltarme mis clases de música. Yo conseguí permiso de mis padres, ¿tú también lo hiciste, verdad?
Beat desvió la mirada, incómodo, mientras una gota de sudor figurada parecía deslizarse por su sien. —Bueno... sobre eso... mis padres no saben que estoy aquí —admitió, con las mejillas encendidas de vergüenza.
Note lo miró boquiabierta. —¡¿Qué?! ¿Y por qué...? —comenzó a decir, aunque una parte de ella ya temía la respuesta.
Beat bajó la cabeza aún más, su voz apenas audible. —Se me olvidó decírselos...
Por un instante, la decepción de Note fue palpable. Luego, con un suspiro resignado, sacó su teléfono del bolsillo. —¿Quieres llamarlos al menos? Tal vez puedas arreglarlo antes de que sea tarde.
—¡¿Estás loca?! —exclamó Beat, dando un paso atrás como si el teléfono fuera un arma mortal—. Si descubren que estoy aquí en lugar de la escuela, ¡me matarán!
—Bueno, solo en el mejor de los casos —comentó Note, sonriendo de manera inquietante bajo el contexto.
—¿Eres realmente mi amiga o qué? —preguntó Beat, cada vez más incómodo.
—Claro que sí —respondió Note, divertida—. ¿No sabes que me preocupo por tu bienestar... aunque sea para disfrutar tu sufrimiento?
—Eso no me hace sentir mejor... —murmuró Beat, derrotado.
Antes de que Note pudiera agregar otro comentario sarcástico, un murmullo creciente captó su atención. Ambos giraron hacia una enorme pantalla cercana, donde se transmitía un combate del nuevo juego. En ella, un avatar con un elegante traje chino luchaba desesperadamente contra un imponente Nappa.
El Saiyajin arremetía sin piedad, lanzando golpes brutales que el avatar apenas lograba esquivar. Aunque visiblemente agotado y herido, el jugador no se rendía. Finalmente, un golpe al pecho lo lanzó contra una montaña cercana, levantando una nube de polvo que ocultó su figura.
Nappa comenzó a cargar una bola de energía con una sonrisa cruel, dispuesto a acabar con su oponente, pero Piccolo apareció de la nada, golpeándolo por la espalda y cancelando su ataque. Sin embargo, el contragolpe del Saiyajin fue implacable, dejando al Namekiano sin aliento y aplastándolo contra el suelo.
—Es una lástima —se burló Nappa, levantando a Piccolo como si no pesara nada—. Realmente esperaba un desafío mayor.
En la pantalla, Gohan, lleno de rabia, se lanzó contra Nappa, logrando lo imposible: poner al Saiyajin en aprietos con su arremetida frenética. Cuando Nappa intentó contraatacar, el primer jugador reapareció en un destello, conectando una patada directa a su frente que lo mandó volando por los aires.
A pesar de que Nappa había noqueado instantáneamente al Namekiano hace un momento, la arremetida del pequeño Gohan realmente lo estaban dejando en desventaja, siendo capaz únicamente de bloquear los ataques que poco a poco lo arrinconaban contra la pared de una montaña. Pero en un momento pudo ver un punto débil que al instante intento explotar arrojando un potente puño hacia el pequeño rostro de su oponente, pero antes de siquiera poder conectar su ataque, el muchacho que anteriormente había arrojado a una montaña se interpuso entre ambos con una patada que golpeo elegantemente la frente de Nappa empujándolo unos cuantos metros en el aire.
—Erito...— susurró Gohan, con una mezcla de asombro y esperanza en su voz, al observar al chico que ahora se erguía frente a él como un escudo.
Erito giró ligeramente su rostro, dejando que su mirada seria se posara sobre Gohan, como si buscara transmitir una calma inquebrantable.
—Gohan, no te distraigas. Este es el momento. ¡Debemos atacarlo ahora!— ordenó, extendiendo sus manos hacia adelante.
Un resplandor deslumbrante comenzó a formarse entre sus palmas, irradiando energía pura que crecía con una intensidad que electrificaba el aire. Nappa, recuperándose en el aire, notó la creciente acumulación de energía. Su expresión pasó de la burla a la concentración.
—¿Eso es todo lo que tienen?— gruñó Nappa, posicionándose para recibir el ataque, confiado en su capacidad para resistir cualquier embate.
Pero en ese instante, Erito dividió la energía acumulada en decenas de proyectiles de ki que salieron disparados en todas direcciones. Los destellos iluminaban el campo como un espectáculo de fuegos artificiales, convergiendo hacia Nappa en un torrente de luz.
—¡Malditos niños!— rugió Nappa, mientras intentaba desviar o bloquear los ataques con rápidos movimientos de manos. Cada impacto generaba explosiones que sacudían el terreno, y aunque los desvíos lograban minimizar el daño, quedaba claro que Nappa estaba atrapado en una tormenta que no podía ignorar.
—Nunca podrán derrotarme con trucos tan simples...— dijo con arrogancia al desviar el último proyectil.
Sin embargo, algo estaba mal. Sus oponentes no estaban a la vista.
—¿Dónde... están?— alcanzó a decir, girando rápidamente la cabeza, pero ya era demasiado tarde.
Erito apareció sobre él en un destello, la velocidad del joven era casi imperceptible. Antes de que Nappa pudiera reaccionar, Erito descargó una poderosa patada descendente en su cabeza, estrellándolo contra el suelo con una fuerza devastadora. La tierra tembló, agrietándose en todas direcciones mientras una nube de polvo se alzaba en el impacto.
Nappa se levantó lentamente, tambaleándose mientras sujetaba su cabeza con una mano. La sangre brotaba de una herida abierta, pintando su palma de rojo. Su expresión, inicialmente de incredulidad, se torció en un rictus de furia.
—¿Cómo...?— murmuró, observando el líquido carmesí. Ese mocoso lo había lastimado.
Sin embargo, antes de que pudiera recomponerse del todo, un destello cegador a su lado lo alertó.
Gohan, con una expresión cargada de determinación, había avanzado hasta quedar frente a Nappa. El pequeño guerrero juntaba sus manos sobre su frente, donde acumulaba una esfera de ki tan brillante que parecía contener el poder de una estrella.
—¡Masenko!— gritó Gohan con todas sus fuerzas, liberando la técnica en una explosión de energía que avanzó como un torrente hacia Nappa.
El Saiyajin apenas tuvo tiempo de cubrirse el rostro con los brazos antes de ser devorado por la poderosa ráfaga. La intensidad del ataque fue tal que cegó a todos los espectadores, dejando la pantalla en blanco por unos instantes.
Gradualmente, la imagen se desvaneció, dejando paso al logotipo del juego junto con un anuncio promocional.
—¡Dragon Ball Heroes! ¡Muy pronto en tu tienda más cercana!— proclamó una voz enérgica.
La multitud en la convención estalló en vítores y aplausos. El espectáculo había dejado a todos sin palabras, y la emoción en el aire era palpable. Este juego prometía ser algo revolucionario, una experiencia que trascendía los límites tradicionales.
En medio del bullicio, Beat y Note intercambiaron miradas emocionadas. Ambos sabían que este no era un simple videojuego. Ahora ellos serían los héroes que enfrentarían desafíos inimaginables.
Con esa euforia en mente, avanzaron hacia una gran puerta que conducía a la sala de pruebas del juego. Allí los recibió una mujer de ojos azules y cabello castaño que caía en cascada hasta su cintura.
—Siguiente, por favor,— dijo con una voz calmada, observando al dúo.
Sin dudarlo, Beat y Note cruzaron la puerta con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo. El bullicio del evento quedó atrás, reemplazado por la penumbra de un pasillo iluminado únicamente por tenues luces LED en los laterales.
La mujer de cabello castaño caminaba al frente, guiándolos con pasos firmes y elegantes. Cada movimiento suyo parecía cuidadosamente calculado, aumentando la tensión del momento. Para Beat y Note, lo que había parecido una espera eterna estaba finalmente llegando a su clímax.
—¿Entonces, ustedes son pareja? —preguntó casualmente Rosaría sin detenerse, logrando que el dúo se pusiera instantáneamente nervioso, incapaz de responder de inmediato.
—¡Nosotros no...! —murmuró Beat, sintiendo el calor subirle al rostro mientras este se tornaba ligeramente rojo. Note, por su parte, no sabía ni qué decir, aunque su expresión reflejaba la misma incomodidad.
—Oh, lo siento... —se detuvo rápidamente y se giró hacia ellos con una expresión conciliadora—. Solo me refería a si venían en pareja para jugar en equipo.
Al oír esto, ambos soltaron un leve suspiro de alivio, relajando sus tensos hombros.
—Ah, en ese caso, sí, señorita... —respondió Note, todavía algo nerviosa pero esforzándose por parecer natural.
—¡Qué modales los míos! —comentó Rosaría en un tono amistoso, llevándose una mano al pecho—. Mi nombre es Rosaría, un gusto conocerlos, chicos.
El dúo quedó momentáneamente estupefacto. No se habían imaginado que alguien del personal los abordaría tan directamente.
—Soy Beat, y ella es mi amiga, Note. El gusto es nuestro —respondió él con cierta torpeza, inclinando la cabeza en un gesto educado. Note lo imitó, aunque ambos sintieron que la situación era, cuanto menos, peculiar.
—En fin, muchachos, aquí es donde jugarán.
Rosaría abrió una puerta cercana, revelando una amplia sala equipada con una gran consola central conectada a una docena de cascos de realidad inmersiva. Cada casco estaba numerado del uno al doce, presumiblemente para mantener un orden. Varias personas ya estaban sentadas, aparentemente dormidas, usando los cascos. La vista encendió la emoción de Beat y Note, que no podían esperar para empezar.
—¿Quieren que los ayude a configurarse? —preguntó Rosaría mientras manipulaba la consola.
—No, gracias, sabemos cómo funciona —respondió Note con entusiasmo, mientras ambos se dirigían rápidamente a los asientos N4 y N5.
Beat y Note ya tenían experiencia previa con estos aparatos gracias a otros juegos, así que no les resultaban nuevos. Sin perder tiempo, ajustaron sus cascos, mientras Rosaría, con una tableta holográfica en mano, continuaba configurando el sistema.
—En esta demo, participarán en la pelea contra Vegeta y Nappa, de la saga Saiyajin. Podrán elegir un diseño de personaje y pasarán por un breve tutorial de combate guiado por Piccolo. Ah, y jugarán como Saiyajines —explicó Rosaría con una sonrisa, logrando captar aún más la atención del dúo—. ¿Tienen alguna pregunta antes de comenzar?
—¿Estará activada la inmersión acelerada? —preguntó Note, levantando la mano.
La inmersión acelerada era una función que modificaba la percepción del tiempo dentro del juego, haciéndolo parecer más largo en comparación con el tiempo real. Rosaría levantó una ceja, sorprendida por el nivel de conocimiento de la joven, antes de ajustar sus gafas con un gesto profesional.
—Efectivamente, pero solo será al doble de velocidad. Aquí no pasarán más de 30 o 40 minutos —respondió con amabilidad—. Ahora, guerreros, prepárense para entrar en acción.
Beat y Note se acomodaron en sus asientos mientras Rosaría activaba la inmersión desde la tableta. Poco a poco, ambos comenzaron a sentir cómo sus sentidos se desvanecían, perdiendo contacto con la realidad. Aunque no era la primera vez que experimentaban algo así, esa sensación invasora siempre les provocaba un ligero escalofrío.
Beat fue el primero en perder la conciencia, encontrándose de repente en una oscuridad absoluta. No sentía nada, ni siquiera su propio cuerpo. Segundos que parecieron eternos transcurrieron en completo silencio, hasta que algo cambió. Una presión abrumadora comenzó a aplastar su conciencia, como si su mente estuviera siendo comprimida por una fuerza invisible.
—¿Qué diablos es esta sensación...? —pensó, tratando de mantener la calma, aunque el dolor y el desconcierto lo superaban. Justo cuando creía que no podría soportarlo más, un pitido agudo rompió el silencio, liberándolo de aquella opresión.
Abrió los ojos de golpe y vio una luz brillante emanando de su cuerpo. Miró a su alrededor y notó que no estaba solo; decenas de personas flotaban en la oscuridad junto a él, todos cubiertos por una tenue luminiscencia que ocultaba sus cuerpos desnudos. Aunque era un detalle que no podía ignorar, lo que más lo intrigaba era la extraña sensación de ligereza que experimentaba, como si su cuerpo apenas pesara.
—¿Esto... es parte del juego? —se preguntó mientras analizaba la situación, aunque nada de esto había sido mencionado en las instrucciones.
Antes de que pudiera formular una teoría, una luz cegadora apareció detrás de él. Giró, intentando ver a través del resplandor, y poco a poco una figura femenina se materializó frente a sus ojos.
—¿Note? —susurró incrédulo al reconocerla.
La joven abrió los ojos lentamente, parpadeando confundida antes de fijarse en Beat. Su expresión pasó del desconcierto al horror en cuestión de segundos.
—¡KYAAAAH! —gritó con fuerza, cubriéndose el pecho mientras trataba de alejarse flotando torpemente—. ¡¿Por qué me estás mirando de esa manera, pervertido?!
—¡Espera, Note, soy yo, Beat! —respondió él, alzando las manos en señal de paz, aunque su explicación no hizo más que intensificar la furia de su amiga.
—¡Eso no justifica que estés mirándome mientras estamos desnudos! —espetó Note, sonrojada hasta la raíz del cabello.
—¡No estoy viendo nada inapropiado! Además, ¡la luz lo cubre todo!
—¡Pero igual estabas mirando!
—¡¿En serio?! ¡Ni siquiera es real! —exclamó Beat sin pensar.
El rostro de Note pasó de rojo a escarlata. Sin decir una palabra, se lanzó hacia él con un puño en alto. Beat, por instinto, logró esquivar el golpe, pero no pudo evitar soltar un suspiro.
Aunque a simple vista podría parecer extraño, este tipo de interacción era algo habitual entre ellos. Las bromas pesadas que se lanzaban a menudo derivaban en enfrentamientos similares. Note, sin detenerse, desató una ráfaga de tres ataques: uno dirigido al pecho, otro al brazo y un último al rostro de Beat. —¡Note, por favor, detente!— suplicó él, esquivando cada golpe con dificultad. A pesar de sentirse ligero como una pluma en este lugar, predecir la trayectoria de los puños de Note le resultaba un verdadero desafío.
Note se detuvo abruptamente, observándolo con intensidad. Entonces, se percató de la presencia de las demás personas que, estupefactas, contemplaban el espectáculo que ambos ofrecían. La vergüenza le caló profundo; su comportamiento impulsivo no pasaba desapercibido. Aun así, su enojo hacia Beat permanecía intacto. Frustrada, se dio media vuelta, dándole la espalda, evitando cualquier contacto visual. Beat, reconociendo la tensión, hizo lo mismo, procurando darle un respiro en aquella inmensidad oscura donde ahora se encontraban.
Un pesado silencio cayó entre ellos, roto solo por los murmullos lejanos del resto. Finalmente, fue Note quien, con una voz más calmada, rompió el hielo:
—¿Dónde estamos, Beat?
—No... no estoy seguro —respondió, esforzándose por mantener la compostura—. Supongo que aún no llegaste a elegir personaje, ¿verdad?
—No hice nada de eso. Solo recuerdo estar en esta oscuridad que...
—¿...de alguna forma sentías que te devoraba? —interrumpió Beat, completando la frase y sorprendiéndola.
Ambos intercambiaron una mirada cargada de incertidumbre antes de volver a guardar silencio. Las voces de los demás resonaban, pero ninguna ofrecía respuestas claras.
—No recuerdo que nos hayan advertido sobre algo así... —murmuró Note, tratando de ordenar sus pensamientos—. Normalmente, después de perder la conciencia, apareces en una sala predeterminada para iniciar sesión o algo por el estilo.
Mientras hablaba, su mirada vagó hacia las personas que los rodeaban.
—Debe ser el juego... Estamos dentro, ¿no?
—Eso parece... —admitió Beat, moviéndose ligeramente y notando una extraña ligereza en su cuerpo.
La aparición de nuevos individuos se había detenido, pero ya había tantas personas en el lugar que resultaba imposible contarlas. Estaban en todas partes: algunos de pie, otros flotando en el aire, perdidos en la vastedad oscura. De repente, una sensación indescriptible atravesó aquel espacio infinito, haciendo que todos alzaran la vista con inquietud.
En el centro de aquel lugar, una puerta resplandeciente se manifestó de la nada, irradiando una luz que atrapó la atención de todos. Segundos después, una figura femenina emergió de ella.
Era una mujer de piel marfil, con cabello largo y rizado que oscilaba entre el rojo intenso y castaño oscuro. Sus ojos, de un profundo verde carmesí, estaban enmarcados por franjas rojas que recorrían sus mejillas. Sus orejas puntiagudas recordaban a las de un duende, adornadas con elegantes pendientes dorados. Llevaba un vestido verde oscuro decorado con intrincadas joyas doradas en las muñecas y la cintura, complementado por una capa de un amarillo profundo que flotaba ligeramente, como si una brisa invisible la rodeara. Sobre su cabeza, una tiara de metal oscuro incrustada con una gema de ámbar oscuro relucía. En su mano derecha sostenía un báculo peculiar, cuya punta albergaba un pequeño orbe verdoso rodeado de fragmentos que orbitaban en perfecto equilibrio.
Con pasos lentos y seguros, la mujer avanzó entre los presentes, ignorándolos con total indiferencia. Los jugadores la seguían con la mirada, incapaces de apartar la vista.
—¿Qué tanto me miran? —murmuró al detenerse en un punto específico. Golpeó suavemente el suelo con su báculo, y un extraño pitido resonó en el espacio.
Ante sus ojos, una imponente puerta metálica emergió del suelo. En ella, el relieve de un majestuoso árbol cobraba vida: sus ramas estaban llenas de hojas y flores que se alzaban hacia un sol de rostro sereno y tranquilo. Sin embargo, las raíces, secas y frágiles, descendían hacia una luna creciente de semblante frío y sombrío, como si exigiera algo desde las sombras.
—Muy bien… —exclamó la mujer mientras se giraba hacia ellos con una mirada decidida, casi imponente—. ¿Quién quiere pasar primero?
Los murmullos comenzaron de inmediato entre el grupo.
—Esto es extraño... —dijo alguien en voz baja—. No recuerdo que nos hayan dicho que sería así.
—Sí… ni yo.
—Este lugar se siente... raro… —añadió otro, mirando a su alrededor con recelo.
La hechicera notó el creciente descontento y arqueó una leve sonrisa, como quien encuentra diversión en la inquietud ajena.
—Por favor, no se preocupen —dijo con voz suave, levantando el brazo en un gesto tranquilizador—. Al pasar por esta puerta iniciarán sesión inmediatamente y podrán comenzar su partida. Esto no es más que una medida de seguridad antes de empezar...
El grupo siguió su gesto hacia la puerta, que se abrió con un chirrido lento y antinatural, dejando escapar una luz extraña, blanquecina pero teñida de sombras. Una energía ominosa emanaba de ella, similar a la que habían percibido antes de llegar a ese lugar.
—¿Eres una administradora? —preguntó alguien tímidamente desde el grupo.
La hechicera le devolvió la mirada con una sonrisa enigmática.
—Así es. Mi tarea es guiarlos hacia la puerta...
De repente, sin previo aviso, unas cadenas doradas emergieron de la puerta y atraparon a un jugador por los brazos y las piernas, arrastrándolo con fuerza hacia el interior. El silencio que siguió fue aterrador. No hubo gritos, solo un estruendo seco, profundo, como si el alma misma del jugador hubiera sido sacudida.
—¡¿Qué demonios es este sitio?! —gritó alguien, retrocediendo con horror.
—¡¿Qué significa esto?!
La hechicera no respondió de inmediato. En cambio, dejó que los murmullos crecieran hasta un punto crítico antes de hablar. Una sonrisa siniestra comenzó a formarse en su rostro, transformando su expresión en una mezcla de malicia y arrogancia.
—¿Quieren saber qué es este lugar? —preguntó con un tono afilado que silenció al grupo al instante—. Este es el lugar donde las larvas finalmente se vuelven útiles...
Con un movimiento ágil, golpeó el suelo con su báculo, produciendo un eco que resonó en toda la sala. Desde el punto de impacto, unas ondas blancas comenzaron a expandirse, deslizándose por cada rincón del espacio.
—Lady Pesto, a su servicio...
El aire se volvió denso, como si una fuerza invisible apretara los cuerpos de todos los presentes. Beat y Note, observando desde la retaguardia, sintieron una inquietud profunda.
—Algo aquí no está bien... —susurró Beat, sin apartar la vista de la hechicera.
Pesto se acercó lentamente a una chica de cabello castaño largo, inclinándose para sujetar su rostro por la barbilla.
—Oh, qué linda eres... —murmuró con voz melosa, pero sus ojos destilaban crueldad.
Detrás de la joven, una puerta se materializó de la nada, abriéndose con un resplandor cegador. Antes de que pudiera reaccionar, las cadenas surgieron nuevamente, atrapándola de las muñecas y los tobillos.
—¡¿Pero qué...?! ¡Ahhh! —gritó la chica mientras intentaba zafarse, solo para sentir cómo las cadenas quemaban su piel con una intensidad abrasadora.
—Por favor… no te resistas... —susurró Pesto, tocándola suavemente en el centro del pecho.
La chica dejó de luchar de inmediato, sus brazos cayendo inertes a los lados. Sus ojos, antes llenos de miedo, se apagaron, dejando tras de sí una mirada vacía que heló la sangre de los demás. Las cadenas tiraron de su cuerpo sin resistencia, arrastrándola al interior de la puerta.
El caos estalló.
Nuevas puertas aparecieron alrededor de la sala, liberando cadenas que atrapaban a las personas sin previo aviso. Algunos eran arrastrados de inmediato, mientras que otros forcejeaban desesperadamente hasta que Pesto intervenía, sometiéndolos con gestos precisos o palabras cargadas de un poder inhumano.
Sin poder predecirlo cadenas comenzaron a salir de las puertas atrapando a varias personas, algunas eran arrastradas irremediablemente al momento que desgarradores gritos salían del interior de las mismas, mientras que los pocos que lograban resistirse eran sometidos por la hechicera que sin reparo o los empujaba o los adormecia a como mejor le convenia.
—¡Me quema! ¡Me quema!— Grito un encadenado que estaba cerca de Beat y Note que horrorizados fueron a socorrerlo. Note la sujetaba como buenamente podía evitando que fuera arrastrado, mientras que Beat poso su mano sobre las cadenas de la joven para luego retirarlo inmediatamente observando como la piel de su mano se había enrojecido levemente. Las cadenas que sostenían a la chica estaban ardiendo a niveles increíbles como para ser cierto, solo le tomo un momento para que su mano quedara de esta forma ¿Como era esto siquiera posible? ¿Estaba sintiendo dolor en una simulación?
—¡Ayúdenme!— Suplico una vez más sintiendo las cadenas jalando con más fuerza, Note y Beat con todas sus fuerzas la sostenían como podían forcejeando con esas poderosas cadenas ardientes que quemaban la piel de la joven, pero era inútil, las cadenas en un instante aumentaron aun más su fuerza y jalaron de un tiron a la chica que en un instante fue engullida al interior de la puerta junto con un ensordecedor estruendo que resono en el area. Luego esta se cerro estrepitosamente a su vez que nuevas puertas se abrian listos para liberar una nueva dotación de cadenas.
—Esto es una locura...— Susurro Note viendo a las personas a su alrededor siendo atrapadas de la misma manera. Aveces solo sujetaban sus muñecas o tobillos, pero en ocaciones sujetaban sus cuellos o cinturas —¿Esto sigue siendo una simulación?— Observo entonces la mano quemada de Beat que estaba parcialmente enrojecida en algunos de sus dedos y palma, se veía doloroso... ¿Acaso realmente podían sentir dolor?
—¿Por qué no están siendo transferidos?— Sin haberlo notado, la hechicera estaba a sus espaldas mirándolos a los dos. Beat y Note confundidos la observaron sin saber que decir, la forma a la que entraron, la situación en la que se encontraban, el comportamiento de esta mujer, nada tenia ningún sentido.
—¿Transferidos? ¿Que demonios es eso?— Pregunto Beat acercándose a ella con un ceño fruncido, a lo que la hechicera respondio extendiendo la palma de su mano frente a Beat, quien momentos despues fue empujado a varios metros de distancia.
—¡Beat!— Sin dudar Note corrió a su lado para socorrerlo, luego observo con miedo a la hechicera que lenta y arrogantemente camino unos pasos hacia ellos.
—No necesitas saber nada de eso...— Entonces con un simple golpeteo de su báculo al suelo, una nueva puerta se abrió detrás de Beat que sin tiempo para reaccionar atrapo a Note sintiendo como las cadenas que la sujetaban le quemaban los tobillos de sus pies de manera ferviente.
—¡Note!— Grito su amigo tratando inútilmente de liberarla, pero en el momento que los pies de Note comenzaban a pasar el interior de la puerta, exclamo un fuerte grito de dolor que expulso lagrimas de sus ojos. Los gritos de su amiga lo enloquecieron causando que este furiosamente sujetara sus piernas y tirara de ellas, no le importaba si la puerta le quemaban los dedos o sus manos, tenia que hacer algo, y eso tenia que ser ahora mismo. Note trataba de aferrarse al suelo como podía, pero sus dedos simplemente se resbalaban como si fueran mantequilla, Todo esfuerzo que realizaban era inútil, cuando la puerta termino de engullir más de la mitad del cuerpo de Note, fue cuando dejo de pelear por tratar de liberarse. Beat sujeto su rostro viendo en sus ojos una mirada completamente vacía —¡Note!— Exclamo una vez más tratando de llamar su atención pero ella no respondía, estaba en estado de shock.
Sin más remedio todo su cuerpo finalmente había sido absorbido quedando solo frente a la luminosa puerta. Al voltearse se encontró con la hechicera que solo se limitaba a observarlo en silencio, con una mirada completamente indiferente carente de emoción de empatia alguna. No supo en que momento fue que se había levantado, pero sin notarlo ya estaba en frente de ella preparando un puñetazo que iba directo al rostro de la hechicera.
Cuando su puño estaba a punto de golpearla, fue cuando la hechicera realizo un simple movimiento con su báculo que desvió su ataque. Luego con el mismo báculo golpeo su mentón agilmente sacudiendo su cabeza, Beat recuperandose rápido avanzo hacia la hechicera que sin esperarlo ya habia acortado la distancia entre ellos en un solo instante. Beat realizo dos puñetazos que si no fuera por la falta de experiencia y precisión no lograron conectar contra la hechicera, en cambio su rival esquivo agilmente ambos golpes moviendose a los lados. Sin embargo a pesar de eso ella estaba sorprendida por la determinación del muchacho.
-Su velocidad… no deberia moverse asi en este espacio reducido…- murmuro para si misma observando a su furioso oponente. Miro alrededor viendo que quedaban aun pocos jugadores por capturar. -La puerta Aeltarë Enara prioriza atraer a las almas más debiles primero… ¿Sera por eso que la puerta no los priorizo primero a ellos?- Volvio a murmurar fijando su mirada en él que sin perder tiempo ya estaba frente a ella realizando una patada que iba directo a su cara.
-¡Que tanto murmuras maldita!- Exclamo Beat viendo que la hechicera se mueva a un lado agilmente, es entonces que gira su cuerpo en el aire y realiza una segunda patada que tomo desprevenidamente a Pesto que apenas bloqueo el ataque empujandola algunos metros. -Te tengo…- murmuro moviendose más rapido hacia ella preparando un puño hacia su rostro. Aprovechando que ahora estaba distraida, el siguiente definitivamente la golpearia.
-Ya veo…- Pero Pesto en un simple gesto de su mano, movio su muñeca apuntando con su dedo indice y central hacia arriba. Momento despues Beat sintio un empuje elevarlo haciendo que pasara por arriba de su rival. Sintiendo su cuerpo ligero como pluma, Beat realizo un giro en el aire que permitio que aterrizara sano y salvo al suelo, algo completamente extraño para él ya que no era particularmente un tipo atletico despues de todo. -Sin duda esto es interesante- Detras suyo escucho la voz de la hechicera. Antes de tener tiempo para voltearse sintio una nueva fuerza que lo empujo varios metros de distancia. Confundido y adolorido Beat levanto la mirada hacia la hechicera que tenia una mirada curiosa sobre él.
-Tu seras la pieza más importante de todo esto…- murmuro realizando un leve golpe en el suelo con su baculo. Beat se levanto una vez más y al segundo que intento avanzar hacia ella, sintio un ardor como ningun otro en sus tobillos. Miro hacia sus pies observando unas cadenas sujetandolo.
-Carajo…- Exclamo Beat tirando inútilmente de ellas tratando de liberarse. En un segundo la hechicera se movio en frente de él posando su mano en su pecho.
-Ya no pelees…- Beat sintio como le faltaban las fuerzas en sus piernas y brazos. Sin poder evitarlo cayo al suelo de manera violenta, con apenas fuerzas para voltear su cuerpo y observar a la hechicera arriba de él -Debes descansar… creeme te hara falta para todo lo que tendras que hacer…- Menciono Pesto mientras las cadenas jalaban lentamente el cuerpo de Beat hacia su interior.
Beat sabia que era completamente inútil, pero no era capaz de ignorar su instinto de supervivencia tratando de liberarse. Por su mente cruzaron los recuerdos de toda su vida; sus padres, sus hermanos, todo lo que atesoraba, especialmente a Note. "Note..." pensó preguntándose en donde la habían llevado, ¿acaso podría llegar a parar en la misma dirección? ¿O ira a un sitio peor? Cuando la puerta comenzó a engullirlo ya había aceptado su destino por completo, pero no sin antes ver a los ojos por ultima vez a la hechicera jurando que algún día iba a vengarse.
