Advertencias

Los personajes, salvo excepciones, no me pertenecen

La historia contiene escenas explicitas de sexo, violencia y lenguaje soez.

NO soy escritora, esto es por diversión, estoy abierta a cualquier duda o crítica fundamentada y respetuosa.

No todos sale de mi imaginación, con lo que es posible hallar diálogos, escenas, etc inspiradas o tomadas de la serie u otros lugares. Igualmente, el hilo argumental de la historia coincide con algunas cosas de la serie, pero otras son modificadas o inventadas.

Contigo, sin ti

El sonido de la grava aplastada bajo los neumáticos de una vieja furgoneta Chevrolet de pintura rojo oscuro descolchada, se detuvo al pararse el vehículo en el aparcamiento vacío de aquel bar de neones blancos y verdes llamado Merlotte.

Una joven de pelo largo, lacio y negro salió del coche sin mucho ánimo, cerrando tras de sí con desgana, para después encaminarse hacia la entrada del bar, iluminada por las llamativas luces en medio de la oscuridad.

Al entrar observó que el establecimiento estaba desierto, tal como anunciaba el parking, no esperaba menos un lunes de madrugada, con lo que sin darle más importancia se acercó hasta la barra sentándose en un taburete ante la atenta mirada del hombre de pelo rubio con tonos cobrizos que esperaba detrás.

-Ponme un vodka, por favor. –Pidió la chica, centrando sus ojos marrones en los del hombre, quien rápidamente atendió a su petición tras musitar un amable claro.

La morena bebió un largo sorbo de su vaso ignorando al camarero, centrando de nuevo su atención en él.

-¿Hasta que hora estáis abiertos?

-Hasta la una y media. –Respondió algo intrigado, vislumbrando como la mujer asentía levemente y vaciaba el contenido de su copa de otro gran sorbo.

-Pues ponme otra entonces.

El rubio obedeció volviéndose para coger la botella transparente del licor, centrándose en llenar de nuevo el vaso mientras hablaba.

-No eres de Bon Temps, ¿verdad?

-No, soy de Nueva Orleans; acabo de decidir que voy a vivir aquí. –Susurró con desgana la mujer, haciendo que el hombre arrugaba el entrecejo, pero antes de que pudiera preguntar de nuevo, la entrada de una mujer los descentró.

-Sam, aquí está la lista de lo que tenemos que pedir. –Dijo entregándole una hoja de papel al hombre.

-Gracias, Sookie.

La rubia sonrió levemente dispuesta a marcharse cuando comenzó a escuchar los trágicos pensamientos de la mujer de la barra, quien tenía la mirada vidriosa y clavada en su vaso. Se extrañó de que sus poderes mentales no funcionaran como siempre, leyendo con nitidez. No obstante, aquella desgana y tristeza de la muchacha era lo suficientemente grande como para percibirlo con claridad.

-Perdona, ¿te encuentras bien? –Preguntó con delicadeza mirando a la chica, quien se giró levemente para contemplar a su interlocutora, esbozando una tenue y triste sonrisa.

-Lo cierto es que no mucho.

-Quizás podamos ayudarte. ¿Cuál es tu nombre? –Habló Sam.

-Lil, -mi-vida-es- un-desastre- Sandford. -Se burló para volver a beber de su vaso, mientras Sam y Sookie se miraban fugazmente.

-Acaba de venir de Nueva Orleans para vivir aquí.

-Bueno, eso no es tan terrible si te gusta la tranquilidad. ¿Dónde vivirás? -Habló Sookie, tratando de sonar animada, a pesar de que la desconocida no sentía el efecto.

-En mi furgoneta. Ha sido todo muy precipitado: no tengo casa, ni trabajo y apenas dinero. Tenía que salir de esa ciudad o acabaría por suicidarme. –Respondió sin mucho afán, creando de nuevo un silencio que Sam rompió tras un carraspeo incómodo.

-Bueno, yo puedo ofrecerte un trabajo en mi bar, necesito una camarera ¿Tienes experiencia?

-Sí, era camarera también allí.

-Estupendo, son 10 dólares la hora más propinas. Podrías empezar mañana en el turno de noche, a las 8. ¿Cómo lo ves?

-Está claro que mejor que nada, además, pareces un tío simpático, con lo cual serás igual como jefe.

Sam sonrió mientras retiraba la copa vacía de la chica, a sabiendas de que esta pretendía ingerir más alcohol, pero no pudo rechistar cuando Sookie habló de nuevo.

-¿Qué te ocurrió para salir de Nueva Orleans así de repente?

-Bueno, ha sido un cúmulo de cosas. Mis padres murieron en el Katrina, después fue mi abuela, quien se encargó de mí en su ausencia y de mi hermano, con el que estuve viviendo; después de eso se marchó, hace ya un año, a Florida. He estado tan sola en el mismo lugar en el que estuve con ellos que ya no puedo soportarlo más. También tiene que ver con cierto idiota al que quiero olvidar, así que oí hablar sobre este pueblo por casualidad, y de su tranquilidad, y me largué con lo poco que tengo, que son después de pagar las copas... 500 pavos y una camioneta, básicamente. –Añadió tras mirar su cartera con calma y desgana.

-Bueno, podría alquilarte una habitación de mi casa, yo también vivo sola, y la verdad es que la compañía a veces se echa en falta.

-¿De verdad me lo estás proponiendo? –Preguntó asombrada.

-Sí, pareces buena gente, y además vamos a trabajar juntas, sabría donde buscarte si me haces algo.

La mujer sonrió levemente mientras Lil cavilaba impresionada con su suerte, buena por una vez, para acto seguido levantarse y abrazar a la chica rompiendo a llorar.

-Muchas gracias, habéis hecho que este día valga la pena, en serio. –Sollozó, para después, abrazar al hombre con la misma euforia.

-Está bien, tranquila. –Dijo Sam mientras palmeaba la espada de la mujer. -Ahora debéis iros a casa y descansar. Mañana te pondré al corriente de todo, Sookie te ayudará.

-Bueno, pues mañana nos vemos, Sam.

-Que descanséis. –Se despidió respondiendo a la rubia, quien apoyó una mano en la espalda de la chica, guiándola hacia la puerta.

-Bueno, iremos en mi coche y mañana ya te llevarás el tuyo, no estás en condiciones de conducir.

-Gracias, Sookie. Tú y tu jefe me habéis salvado la vida. Ya estaba pensando en tener que prostituirme con vampiros o algo así.

-Sam Merlotte es un gran hombre, y lo de los vampiros no lo digas ni en broma, ser una bolsa de sangre con la que jugar no debe ser muy agradable.

-No, pero por lo menos es más rentable que prostituirse con humanos.

-Ten cuidado de decir esas cosas muy altas... –Murmuró la rubia mientras montaba en su coche, pensando en todas sus vivencias con vampiros.

-¿Aquí hay vampiros? – Preguntó sorprendida Lil mientras se abrochaba el cinturón de seguridad, mirando a Sookie.

-Muy pocos. Pero los de lugares cercanos vienen demasiado por aquí, y son muy toca pelotas, ya te darás cuenta.

-Veo que has tenido experiencias con ellos.

-Sí, para mi desgracia sí. Estuve saliendo con uno, Bill, vive cerca de mi casa. A raíz de aquello me metí en su mundo conociendo a otros más, y empezaron a surgir los problemas. Pero ahora todo va bien.

-Bueno, me alegro entonces. -Agregó, consciente de que no lo decía convencida, pero era comprensible que no quisiera compartir sus intimidades con una desconocida.

Poco rato después el coche se detuvo ante una casa de dos plantas blanca, alejada del resto del pueblo entre los árboles del incipiente bosque que comenzaba a surgir en ese lugar. Las mujeres se adentraron en el acogedor interior decorado de forma tradicional, mientras la joven rubia le mostraba las dependencias del lugar.

-Y este será tu cuarto, tienes sábanas en el armario. Era el de mi abuela. Murió hace un par de años.

-Lo siento, y muchas gracias por todo.

-Buenas noches. –Respondió con una leve sonrisa.

-Buenas noches, Sookie.

Acto seguido la puerta se cerró, y los sonidos de los pasos de Sookie sonaron alejarse por el pasillo hacia su cuarto.


Tras una semana desde su llegada, Lil ya había asimilado su nueva rutina en Bon Temps. Rápidamente se hizo con su trabajo, debido a su larga experiencia en el sector, y se sentía una más gracias a la cercanía de sus compañeros del Merlotte.

Aquella noche había más gente de lo habitual, ya que era sábado y las personas del pueblo aprovechaban al no tener que madrugar al día siguiente. Lil observó como un hombre muy alto, pálido y rubio se sentaba en su zona con desgana, ignorando lo que sucedía a su alrededor.

-¿Qué va a tomar? - Preguntó cambiando la hoja de su pequeña agenda, para después observar al hombre, quien se giró con lentitud y la miró a los ojos directamente.

-Supongo que tú no estarás en la carta. –Comentó sin apartar sus ojos azules de los de la chica, con suma chulería mientras su rostro continuaba serio y tranquilo. Lil se sorprendió ante tal grosería, enojándose levemente por aquel comentario.

-No, lo siento –soltó haciendo ver su malestar con tono borde. -¿Va a querer algo, o no?

El vampiro esbozó una leve sonrisa pícara al descubrir la molestia y carácter de la mujer sin dejar de mirarla fijamente, cosa que enfado más aún a Lil.

-¿Eric, qué haces aquí? –Intervino Sookie posicionándose junto a su compañera, haciendo que el rubio posara su vista en ella.

-Tengo algo que contarte, y no puede esperar. Creo que me decantaré por una True blood del A positivo. –Cambió de tema mirando de nuevo a Lil, quien se marchó acto seguido musitando un muy bien.