Capítulo 16: El Resplandor de la Noche

Nanoha se miraba al espejo de cuerpo entero dentro de la boutique, luciendo un vestido largo y elegante en un tono blanco perlado con detalles dorados que realzaban su figura. El diseño era sofisticado, con un escote en forma de corazón y una abertura discreta en la pierna. El colgante con el pendante rojo brillante, que había recibido de Vice como accesorio final, colgaba delicadamente de su cuello, dándole un toque de brillo que llamaba la atención. Nanoha suspiró mientras ajustaba el colgante.

—Admito que me veo bien, Vice. Pero odio usar este tipo de vestidos, me siento tan incómoda. —Dijo mientras giraba ligeramente frente al espejo.

Vice, quien estaba organizando las cajas de accesorios en el mostrador cercano, hizo una mueca exagerada y dejó escapar un sonido de exasperación. —¡Dios mío, Takamachi, no sabes nada de moda! Ese vestido fue hecho para ti. Literalmente.

Nanoha no pudo evitar reírse a carcajadas, sacudiendo la cabeza. —Sí, claro, lo que tú digas, Vice.

El diseñador consultó su reloj rápidamente y luego se giró hacia ella con una expresión seria. —Bueno, princesa, es hora de recoger a tu dama en el salón de belleza. Fate debe estar lista.

Nanoha asintió, alisándose el vestido una última vez. —Bien, vamos. —Antes de dirigirse a la puerta, notó que Vice estaba guardando unos pañuelos y papeles desechables en su bolso. Frunció el ceño, curiosa. —¿Y eso para qué?

Vice alzó una ceja, sonriendo de lado con picardía. —Para limpiarte la baba que seguramente se te caerá cuando veas a Fate.

Nanoha soltó una carcajada mientras seguía a Vice hacia la salida. —¡No lo dudo! Y seguramente tendrás razón.

El Lexus de Nanoha se detuvo frente al salón de belleza con una elegancia que solo ella podía manejar. Vice bajó del auto con paso firme, mientras Nanoha se apresuraba detrás de él, sus tacones resonando contra el pavimento. Al entrar, la recepcionista les sonrió cortésmente.

—Estamos aquí por Fate Testarossa. —anunció Vice, ajustándose sus gafas con estilo.

La recepcionista revisó rápidamente en su lista antes de asentir. —Oh, sí, la señorita Testarossa está lista. Un momento, por favor. —Se retiró al interior del salón.

Nanoha comenzó a balancearse ligeramente sobre sus pies, una mezcla de nerviosismo y emoción creciendo dentro de ella. Vice notó su inquietud y le dio un leve codazo.

—Tranquila, Takamachi. No te desmayes antes de verla. —comentó con una sonrisa burlona.

Antes de que Nanoha pudiera responder, las puertas del área de preparación se abrieron, y Fate apareció. Su vestido era una obra de arte en azul medianoche, con detalles plateados que parecían estrellas brillando en un cielo nocturno. Su cabello estaba recogido en un elegante moño bajo, con mechones sueltos enmarcando su rostro, y su maquillaje era sutil pero deslumbrante. Fate caminó con timidez, mirando hacia Nanoha con un leve sonrojo en sus mejillas.

El impacto fue inmediato. Nanoha dejó caer su celular al suelo con un sonido sordo y se quedó completamente inmóvil, sus ojos fijos en Fate como si fuera lo único en el mundo. Sin pensarlo, murmuró en voz baja pero clara:

—Te amo.

El rostro de Fate se encendió al instante, sus mejillas adoptando un rojo intenso. La recepciónista intentó interrumpir, sosteniendo el recibo con el monto a pagar. —Señorita Takamachi, aquí tiene el…

Nanoha, sin apartar la mirada de Fate, extendió su mano hacia Vice con la tarjeta de crédito. —Toma. —Ni siquiera preguntó el monto.

Vice tomó la tarjeta con un suspiro resignado y un toque de diversión, devolviéndole el gesto con uno de los pañuelos que había traído. —Te dije que lo ibas a necesitar. —comentó mientras hacía el pago.

Fate se acercó lentamente a Nanoha, su mirada fija en la de ella. Con voz suave y un poco temblorosa, preguntó: —¿Me veo bien?

Nanoha la miró incrédula, como si la pregunta no tuviera sentido. —Eres… la mujer más hermosa del mundo. —susurró, su voz cargada de sinceridad.

Fate sonrió con timidez, colocó sus manos en la cintura de Nanoha y, acercándose a su oído, susurró: —Tal vez deberíamos quedarnos en casa esta noche. —Su tono era juguetón, pero Nanoha sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Nanoha rió, atrapada entre la tentación y la responsabilidad. —No deberías decir cosas así. —respondió en voz baja.

Fate rió suavemente. —Vice me dijo que dirías eso.

—Y tiene razón. —dijo una voz detrás de ellas. Vice estaba de pie con los brazos cruzados, su mirada severa pero divertida. —Este no es el lugar para sus cosas de tortolitos. —Dijo, devolviéndole a Nanoha su tarjeta. —Ahora, váyanse antes de que me arrepienta de haber arreglado todo esto.

Nanoha tomó la tarjeta sin siquiera mirar el precio que había pagado y asintió. —Gracias, Vice. Eres el mejor.

Vice ajustó sus gafas con aire triunfal. —Lo sé. Pero pasen más seguido por la boutique, ¿sí? No me gusta trabajar tanto para alguien que no vuelve en años.

Nanoha tomó la mano de Fate con cuidado, como si la chica fuera una obra de arte frágil y preciosa, y la guió hacia el auto. Antes de abrir la puerta del copiloto para ella, Nanoha se detuvo y miró a Fate, sus ojos llenos de adoración.

—Eres realmente hermosa. —murmuró antes de inclinarse y besarla suavemente en los labios.

Fate cerró los ojos, correspondiendo al beso con una ternura que hacía que todo lo demás desapareciera. Cuando se separaron, sus miradas se encontraron, y el mundo pareció detenerse por un instante.

—Gracias, Nanoha. —susurró Fate, antes de entrar al auto, lista para enfrentar la noche junto a la persona que amaba.

El auto de Nanoha avanzó con suavidad hacia el imponente edificio donde se llevaría a cabo el evento de los Takamachi. Las luces exteriores del lugar iluminaban los detalles arquitectónicos de la majestuosa construcción, una mezcla de diseño clásico y moderno que irradiaba elegancia y exclusividad. Enormes puertas de cristal reflejaban los destellos de los vehículos de lujo que comenzaban a llegar, mientras un imponente equipo de seguridad supervisaba cada movimiento en el perímetro.

El evento estaba completamente cerrado al público. Un cerco de metal delimitaba el área, mientras que múltiples agentes, vestidos con uniformes negros y bien equipados, patrullaban los alrededores con precisión. Algunos controlaban los accesos principales, mientras otros revisaban a cada invitado y sus acompañantes con dispositivos de seguridad avanzados.

En el centro de toda esta operación estaba Signum Wolkenritter, jefa de seguridad personal de los Takamachi. Una mujer alta y de complexión atlética, con una mirada fría y calculadora que dejaba en claro su experiencia. Vestía un uniforme de seguridad completamente negro, con una chaqueta táctica que llevaba su nombre bordado y una insignia con el logo de la familia Takamachi en el pecho. Su equipo incluía un auricular con micrófono, una tablet para monitorear las cámaras en tiempo real, y un fusil AR-15 modificado colgado en su espalda, listo para cualquier eventualidad.

Desde el centro de control instalado en el primer piso del edificio, Signum supervisaba cada detalle del evento, dando órdenes con calma pero con una autoridad inquebrantable.

—Equipo, reporte de situación. —Ordenó por el comunicador, su voz firme resonando en los auriculares de su equipo.

La primera en responder fue Vita, cuyo código de identificación apareció en la pantalla de la tablet de Signum. Era una joven de baja estatura, con el cabello corto y rojizo, pero lo que le faltaba en tamaño lo compensaba con actitud y habilidad. Ex miembro de una unidad antiterrorista, era conocida por su precisión y agresividad en combate.

—Perímetro asegurado, jefe. Ningún vehículo sospechoso se ha acercado al área. Dos posibles intrusos fueron interceptados y ya están fuera de la zona. —Informó Vita con voz clara y concisa.

El siguiente en responder fue Zafira, el francotirador apostado en uno de los tejados cercanos. Su rol era vital para la seguridad del evento, brindando vigilancia desde una perspectiva elevada. —Tejados despejados. Ninguna actividad sospechosa en los edificios aledaños. —Su tono calmado transmitía profesionalismo y confianza.

Finalmente, Shamal Yagami, encargada de la parte médica y hermana de Hayate, verificó el estado de sus preparativos. —La unidad médica está lista. Cualquier emergencia estará bajo control. Tenemos dos ambulancias estacionadas en la parte trasera, y el personal está atento a cualquier eventualidad.

Signum asintió para sí misma mientras revisaba el mapa digital que mostraba cada agente en tiempo real. —Perfecto. Recuerden, este evento es de prioridad máxima. No toleraré errores. Estén atentos a cualquier cambio.

Mientras Signum terminaba de coordinar, el auto de Nanoha se acercó al punto de control principal. Un agente detuvo el vehículo levantando la mano, indicándole al conductor que se detuviera. Nanoha bajó ligeramente la ventana del lado del conductor, permitiendo que la brisa nocturna entrara al auto.

Signum se acercó al vehículo con paso firme, su mirada inspeccionando cada detalle. Aunque sabía que el auto pertenecía a la menor de los Takamachi, el protocolo era inquebrantable. Con una inclinación respetuosa, se acercó a la ventana y habló con una voz neutral pero respetuosa.

—Señorita Takamachi, bienvenida. Lamento la demora, pero incluso siendo usted, no podemos saltarnos los procedimientos de seguridad. Espero que entienda. —Dijo, ajustando su auricular mientras miraba de reojo al interior del auto.

Nanoha asintió con una sonrisa ligera. —Lo entiendo, Signum. Hace tiempo que no te veía. Parece que estás más ocupada que nunca.

Signum permitió que una pequeña sonrisa cruzara su rostro, aunque su expresión seguía siendo mayormente seria. —Siempre es un placer servir a la familia Takamachi. —Su mirada se desvió por un momento hacia el asiento del copiloto, donde Fate, elegantemente vestida, observaba con timidez pero curiosidad.

Sin hacer comentarios sobre la acompañante, Signum inspeccionó rápidamente el interior del vehículo, buscando cualquier anomalía. Una vez satisfecha, dio un paso atrás y asintió al agente que estaba a cargo del punto de control.

—Todo en orden. —Confirmó Signum antes de mirar nuevamente a Nanoha. —Pueden pasar. Disfruten de la noche.

Nanoha inclinó ligeramente la cabeza en agradecimiento. —Gracias, Signum. Estoy segura de que todo estará impecable, como siempre.

Antes de alejarse, Signum encendió su radio y notificó a su equipo. —Atención, todos los puestos. La señorita Nanoha Takamachi ha llegado. Viene acompañada. Mantengan los protocolos estándar y reporten cualquier irregularidad. Cambio.

Mientras el auto avanzaba hacia el área de estacionamiento reservada, Nanoha lanzó un suspiro de alivio y miró de reojo a Fate. —Bueno, eso fue menos intimidante de lo que esperaba.

Fate, aún un poco nerviosa, sonrió tímidamente. —¿Quién era ella?

Nanoha ajustó el espejo retrovisor y sonrió. —Signum Wolkenritter, la jefa de seguridad de mi familia. Es una ex SWAT y probablemente la persona más profesional que conozco. No te preocupes, ella solo está haciendo su trabajo.

Fate asintió, relajándose ligeramente mientras el auto se detenía frente a la entrada principal. Un valet se acercó para recibir el vehículo, y Nanoha le ofreció su mano a Fate para ayudarla a bajar. Frente a ellas, el imponente edificio brillaba bajo las luces, con una alfombra roja extendida hacia la entrada.

Nanoha miró a Fate con una sonrisa cálida, sus ojos llenos de admiración. —Lista para brillar, mi princesa.

Fate sonrió, asintiendo mientras entrelazaba su brazo con el de Nanoha. Juntas, avanzaron hacia el evento, conscientes de que esa noche estaría llena de miradas, conversaciones importantes y, quizás, algunos desafíos inesperados.

El gran salón brillaba con opulencia, un reflejo del poder y la influencia de la familia Takamachi. Candelabros de cristal colgaban del techo, iluminando las mesas decoradas con manteles de seda y arreglos florales que irradiaban perfección. El aire estaba impregnado de un suave aroma a flores frescas y perfumes caros. Las conversaciones murmuraban por todo el lugar, mientras figuras vestidas con trajes y vestidos de alta costura se movían elegantemente entre sí.

Nanoha y Fate cruzaron la entrada del salón, las miradas cayendo sobre ellas casi al instante. Fate, quien apenas comenzaba a acostumbrarse a este tipo de atención, bajó ligeramente la cabeza mientras sentía los ojos de los presentes examinándolas. Las conversaciones parecían detenerse momentáneamente antes de reanudarse en murmullos y cuchicheos.

Nanoha, notando la incomodidad de Fate, se inclinó suavemente hacia ella mientras entrelazaba sus dedos con los de su novia. Le dio un apretón suave y le susurró al oído con una voz reconfortante.

—Tranquila, Fate-chan. Estoy aquí. Todo saldrá bien.

Fate levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Nanoha. Sus mejillas se tornaron de un leve tono rosado, pero logró esbozar una pequeña sonrisa mientras asentía. Este gesto no pasó desapercibido para los más cercanos, quienes comenzaron a cuchichear más intensamente, provocando que Fate se sonrojara aún más.

Antes de que Fate pudiera acostumbrarse a la situación, una voz familiar para Nanoha resonó desde el fondo del salón, cortando el ambiente.

—¡Nanoha Takamachi! ¿Es que siempre tienes que llegar tarde? —La voz, una mezcla de reproche y dramatismo, hizo que Nanoha soltara un profundo suspiro antes de girarse hacia la fuente del sonido.

Ahí estaba Miyuki Takamachi, vestida como si fuera la protagonista de un cuento de hadas. Su vestido era de un tono azul real con bordados dorados que resaltaban en cada movimiento. La falda se extendía en un elegante plisado que barría el suelo, mientras sus hombros estaban decorados con un delicado encaje que añadía un toque de sofisticación. Su cabello, recogido en un moño impecable, estaba adornado con una tiara que parecía hecha de estrellas.

Nanoha no pudo evitar rodar los ojos mientras sonreía con sarcasmo. —Oh, también es bueno verte, Miyuki. Te extrañé, hermana querida.

Miyuki, ignorando el comentario de Nanoha, desvió la mirada hacia Fate, quien se sentía cada vez más pequeña bajo la mirada inquisitiva de la mayor. Luego regresó su atención a Nanoha, alzando una ceja y cruzando los brazos como si estuviera esperando algo.

—Y bien, ¿no me vas a presentar? —preguntó Miyuki, con un tono que dejaba claro que no tenía paciencia para más esperas.

Nanoha parpadeó, dándose cuenta de que se había quedado en blanco. Rápidamente, se giró hacia Fate y tomó su mano con más firmeza. —Miyuki, esta es Fate Testarossa… mi novia.

La declaración fue clara y directa, lo que hizo que las mejillas de Fate se tiñeran de rojo al instante. Fate, tímidamente, hizo una ligera reverencia a Miyuki. —Es un placer conocerla, señorita Takamachi.

Miyuki la observó de arriba abajo durante unos segundos antes de alzar una ceja. Su expresión era indescifrable, pero lo que vino después dejó a Nanoha helada. —Vaya, Nanoha. Nunca pensé que te gustaran las menores.

Nanoha se tensó al instante, fulminando a Miyuki con la mirada. —¡Miyuki! Eso es completamente inapropiado.

Antes de que Nanoha pudiera decir algo más, Miyuki levantó la mano en un gesto de alto, interrumpiéndola. —Shh. Este no es el lugar ni el momento para peleas o escenitas. —Se giró elegantemente, con un movimiento digno de una reina. —Síganme. Mamá y papá las están esperando en el salón principal. —Sin esperar respuesta, comenzó a caminar hacia el fondo del salón, su vestido ondulando con cada paso.

Nanoha dejó escapar un suspiro exasperado mientras se llevaba una mano al rostro. Fate, notando su frustración, apretó ligeramente su mano, tratando de transmitirle apoyo.

—Oye, no te preocupes por ella. Pareces acostumbrada. —dijo Fate con una sonrisa comprensiva.

Nanoha la miró, soltando una pequeña risa. —Bienvenida a mi mundo, Fate-chan.

Fate rió suavemente, sintiéndose más tranquila. Ambas comenzaron a seguir a Miyuki hacia el salón principal, donde les esperaban los Takamachi y, posiblemente, más desafíos por enfrentar.

El salón principal del evento de los Takamachi era un espacio imponente. Las paredes estaban decoradas con tapices de diseños elegantes, y el techo abovedado ostentaba un mural que narraba la historia de la familia, todo iluminado por un enorme candelabro de cristal. A medida que Fate y Nanoha avanzaban de la mano, las miradas curiosas se posaban en ellas. Inversionistas, empresarios y figuras importantes de la alta sociedad intercambiaban palabras mientras sostenían copas de vino y champán, pero su atención se desviaba cada tanto hacia la recién llegada pareja.

Nanoha, consciente de la incomodidad de Fate, comenzó a señalar discretamente a algunas de las figuras presentes mientras susurraba a su oído.

—Ese de allá es el señor Kanzaki. —dijo, indicando a un hombre mayor de cabello plateado que hablaba animadamente con un grupo pequeño. —Es un pez gordo en el negocio inmobiliario. Siempre busca nuevas inversiones, pero tiene fama de ser… complicado.

Fate asintió, siguiendo con la mirada las indicaciones de Nanoha mientras trataba de procesar la información.

—¿Y esa mujer? —preguntó Fate, señalando a una mujer alta con cabello negro y vestido rojo.

Nanoha sonrió ligeramente. —Esa es Minami Fukuhara. Dirige una de las empresas tecnológicas más grandes del país. Es una de las pocas mujeres que realmente ha hecho ruido en este ámbito, pero es tan intimidante como eficiente.

Fate miró a Nanoha con una mezcla de admiración y curiosidad. —Parece que sabes mucho de estas personas.

Nanoha se encogió de hombros, sin dejar de caminar. —Es parte del "mundo Takamachi", como te dije antes. Hay que saber quién es quién, incluso si no quieres estar aquí.

Finalmente, ambas llegaron a donde estaban los padres de Nanoha. Momoko Takamachi, siempre radiante, fue la primera en notar a su hija y se adelantó con una sonrisa cálida.

—¡Nanoha, mi niña! —exclamó, extendiendo los brazos para abrazarla. —Estás preciosa. Ese vestido te queda como un sueño. —La voz de Momoko era tan maternal y dulce como siempre, lo que provocó una tímida risa de Fate.

—Gracias, mamá. —respondió Nanoha, un poco avergonzada mientras correspondía al abrazo.

Momoko, entonces, desvió la mirada hacia Fate, examinándola de pies a cabeza con una expresión encantada. —Y tú… ¡Dios mío! —exclamó mientras le tomaba las manos a Fate. —Eres preciosa, como una princesita de cabellos de oro. —Su tono cálido y sincero hizo que Fate se sonrojara visiblemente.

En ese momento, Shiro Takamachi, la cabeza de la familia, se unió a la conversación. Su imponente presencia, marcada por su postura firme y su mirada calmada, añadía un aire de autoridad. Observó a Nanoha y luego a Fate con una leve sonrisa.

—Estoy de acuerdo. Te ves impecable, Nanoha. Y tú, joven, también luces magnífica. —Aunque su tono era serio, sus palabras eran amables y transmitían respeto.

Nanoha tomó aire y decidió dar el paso que sabía que era necesario. Con una leve sonrisa, presentó formalmente a su pareja. —Mamá, papá… Les presento a Fate Testarossa. Mi novia.

Las palabras llenaron el aire, y por un momento, el tiempo pareció detenerse para Fate, quien sentía las miradas de los padres de Nanoha fijas en ella. Con el corazón acelerado, tomó aire y realizó una reverencia elegante, claramente practicada de antemano. —Es un honor conocerlos, señor y señora Takamachi. —dijo con una voz suave pero segura.

Momoko y Shiro intercambiaron una mirada antes de sonreír ampliamente. La reacción fue cálida y genuina.

—Eres encantadora, Fate. —dijo Momoko mientras le daba un beso en la mejilla. —Estoy tan feliz de que Nanoha haya encontrado a alguien al fin.

Shiro asintió, aprobando las palabras de su esposa.

Antes de que Fate pudiera responder, Miyuki intervino con su típico sarcasmo. —Y muy joven, además. —dijo, con una sonrisa que solo servía para provocación.

Nanoha le lanzó una mirada fulminante, el tipo de mirada que decía "¿Te quieres callar?". Miyuki le sostuvo la mirada por un momento antes de levantar una ceja con indiferencia.

Momoko, intentando suavizar el ambiente, soltó una risita y colocó una mano sobre el hombro de Fate. —Eso es algo bueno, querida. La juventud siempre trae frescura y energía. —Luego, le dio un beso en la mejilla antes de girarse hacia Nanoha para hacer lo mismo.

—Ahora, niñas, quiero presentarles a alguien. —dijo Momoko mientras daba un paso al costado, revelando a una mujer que había estado observando silenciosamente desde su llegada.

La mujer era Lindy Harlaown, matriarca de la influyente familia Harlaown y una de las principales accionistas de Midori-ya. Su cabello de un verde agua suave caía en ondas elegantes, y sus ojos irradiaban sabiduría y calidez. Vestía un traje de gala blanco con detalles plateados que resaltaban su porte distinguido.

—Lindy, querida, estas son Nanoha y Fate. —dijo Momoko con una sonrisa. —Y chicas, esta es Lindy Harlaown, mi mejor amiga y una de las personas más importantes para nuestra familia.

Lindy sonrió mientras saludaba a la pareja con un gesto cortés. —Nanoha, cuánto has crecido. La última vez que te vi, eras una adolescente rebelde y llena de energía. —Su comentario hizo que Nanoha se sonrojara por primera vez en la noche, algo que no pasó desapercibido para Fate.

—Gracias, señora Harlaown. —dijo Nanoha, inclinando ligeramente la cabeza, aún algo avergonzada.

Lindy dejó escapar una risa suave. —Y ahora resulta que estás comprometida, o al menos eso parece. Felicidades a ambas. Hacen una hermosa pareja. —Luego, miró a Momoko con complicidad. —Chrono está por aquí en algún lugar. Tal vez los más jóvenes de la fiesta puedan pasar un momento juntos. Sería bueno que no se aburran entre tanto viejo hablando de negocios.

Nanoha rió ante el comentario, aunque no pudo evitar que las palabras de su madre y su hermana resonaran en su mente. Sabía que tendría que buscar a ese tal Chrono Harlaown tarde o temprano. Fate, ajena a esta preocupación, simplemente le apretó la mano con suavidad, sonriéndole con confianza, lo que le dio a Nanoha el valor necesario para enfrentar lo que la noche tenía reservado.

Fuera del edificio, bajo la luz tenue de las farolas que iluminaban discretamente el área, Chrono Harlaown disfrutaba de un momento de calma lejos del bullicio del evento principal. Aunque acostumbrado a este tipo de reuniones formales, esa noche tenía una razón especial para mantenerse cerca de la seguridad Amy Limietta, una de las integrantes del equipo de seguridad liderado por Signum. Vestida con un chaleco táctico, su pistola Sig Sauer P320 en el costado y un comunicador en el oído, ella estaba encargada de supervisar la parte trasera del interior del edificio, su postura era relajada pero alerta.

Desde hacía tiempo, Chrono había estado enamorado de Amy. A pesar de los rechazos constantes, su relación había evolucionado hasta un punto en el que podía considerarse algo más que amistad, pero no lo suficiente como para llamarlo noviazgo. Chrono, siempre confiado, disfrutaba empujando los límites con ella, especialmente porque sabía que sus bromas solían desarmar su actitud profesional, al menos por un instante.

Apoyado en una columna cercana, Chrono observaba cómo Amy daba indicaciones a dos guardias cercanos. Su cabello marrón oscuro, atado en una coleta alta, se movía ligeramente con la brisa nocturna. Aprovechando un momento en el que quedó sola, Chrono se acercó con una sonrisa despreocupada.

—¿Amy? —llamó, su tono casual, pero con ese deje de encanto que siempre usaba con ella.

Amy no desvió la mirada de su vigilancia, pero su tono fue neutral cuando respondió. —¿Qué necesitas, Chrono? Estoy de servicio.

Chrono se detuvo a su lado, metiendo las manos en los bolsillos. —Nada en particular. Solo quería hablar contigo. Es raro que coincidamos en eventos como este. —Pausó por un momento antes de añadir con un toque de seriedad—. Además, hay algo que necesito contarte.

Amy arqueó una ceja, finalmente girando la cabeza para mirarlo. —¿Y eso no puede esperar?

Chrono sacudió la cabeza con una sonrisa torcida. —No, porque involucra a mi madre. Y a Momoko Takamachi.

Amy alzó una ceja con interés, aunque su expresión permaneció estoica. —¿Y qué tienen que ver ellas conmigo?

Chrono suspiró, como si estuviera cargando una cruz pesada. —Quieren emparejarme con la menor de los Takamachi, Nanoha.

Amy permaneció en silencio por un momento, procesando la información. Finalmente, respondió con indiferencia aparente —Eso no es asunto mío. —Aunque sus palabras eran frías, Chrono notó el sutil gesto de molestia en su rostro un leve fruncimiento de las cejas que no pasó desapercibido.

Sonriendo al captar la reacción, Chrono se acercó un paso más, intentando rodearla con un abrazo por la espalda. —¿Estás segura de que no te importa?

Amy reaccionó instantáneamente, tomando su brazo y aplicando una llave que lo inmovilizó en cuestión de segundos. Su voz era firme, pero contenía un matiz burlón. —Chrono, estoy de servicio. No olvides eso.

—¡Ay, ay! —se quejó Chrono, aunque su tono era más divertido que molesto. —¿Era necesario usar tanta fuerza?

En ese momento, la voz firme de Signum resonó a través del comunicador de Amy. —Amy, ¿situación?

Amy, sin soltar del todo a Chrono, presionó el botón de su comunicador y respondió con profesionalismo. —Todo en orden en mi área. Ningún incidente reportado.

Chrono, aún sintiendo la presión en su brazo, levantó la voz lo suficiente para que Signum lo escuchara. — creo que estás exagerando con la fuerza en esta llave. Solo para que conste.

Amy soltó un suspiro exasperado y lo liberó con un movimiento seco. —Deja de quejarte, debilucho. Apenas te apliqué fuerza.

Chrono se frotó el brazo con dramatismo fingido, aunque su sonrisa burlona no desapareció. —Oh, claro. Porque tener el brazo casi dislocado es algo normal para ti, ¿verdad?

Amy negó con la cabeza, cruzándose de brazos. —Eres un quejica. Pero ¿sabes qué? También eres un engreído.

Chrono rió suavemente, acercándose de nuevo. —Y tú eres increíble. Por eso te quiero, Amy.

Amy rodó los ojos, aunque un leve rubor apareció en sus mejillas. Con un dedo, golpeó suavemente la frente de Chrono. —Deja de decir esas cosas, o empezaré a pensar que hablas en serio.

Chrono no perdió la oportunidad de sonreír. —Lo digo completamente en serio. Te quiero. —Su tono era menos bromista esta vez, y eso pareció afectar a Amy, quien desvió la mirada con incomodidad, pero sin responder.

El silencio entre ambos no era incómodo, sino más bien lleno de palabras no dichas. Finalmente, Amy rompió el momento, cambiando el tema a algo trivial.

—¿Y qué haces aquí fuera en lugar de estar socializando con los invitados? —preguntó, volviendo a mirar el área con profesionalismo.

Chrono se encogió de hombros, como si la respuesta fuera obvia. —Hablando contigo, claro.

Amy iba a responder algo cuando una voz conocida interrumpió la conversación.

—¿Chrono Harlaown? —preguntó Nanoha, su tono curioso pero firme.

Ambos giraron hacia la dirección de la voz. Nanoha, con un vestido impecable y un porte que reflejaba la elegancia de la familia Takamachi, estaba parada allí con una chica rubia a su lado, claramente Fate. Chrono reconoció de inmediato a Nanoha y dejó escapar un suspiro exasperado.

—Sí, soy yo. —respondió Chrono, con un tono que dejaba en claro que Nanoha acababa de interrumpir un momento importante.

Amy fijó su mirada en Nanoha, quien lucía un vestido impecable, su porte elegante y seguro irradiando un aura casi regia. A su lado, Fate, con su vestido igualmente impresionante y su porte tímido, parecía una princesa que había salido directamente de un cuento de hadas. Amy, aunque profesional en su postura, no pudo evitar que sus ojos traicionaran una leve admiración, mezclada con una pizca de celos.

Sabía quién era Nanoha, claro está. Trabajaba para la familia Takamachi y tenía perfectamente claro que debía comportarse con el máximo respeto ante su empleadora. Enderezando su postura, Amy saludó con profesionalismo.

—Señorita Takamachi, buenas noches. —Hizo una ligera inclinación de cabeza, su tono respetuoso y firme.

Nanoha le devolvió el saludo con una sonrisa amable. —Buenas noches, Amy. Gracias por el trabajo que haces. Es bueno verte.

Amy asintió, sus ojos pasando brevemente a Chrono, que seguía junto a ella, ahora con una expresión un tanto incómoda. Fingiendo no darse cuenta de la tensión, Amy le dio un ligero empujón a Chrono, inclinándose hacia él lo suficiente como para susurrarle algo que Nanoha y Fate no alcanzaran a escuchar.

—Tu princesa te espera. —El tono de sus palabras era profesional, pero el brillo de celos en sus ojos era inconfundible. Sin dar más explicaciones, Amy se dio la vuelta con precisión militar y comenzó a revisar el perímetro, desapareciendo de la vista de los presentes.

Chrono se quedó inmóvil por un momento, procesando las palabras de Amy, antes de soltar un leve suspiro. Se acomodó la chaqueta, metió una mano en el bolsillo y, con el ceño ligeramente fruncido, se acercó a Nanoha y Fate, su caminar relajado pero con una incomodidad evidente en su expresión.

—Señoritas —dijo, deteniéndose frente a ellas y haciendo una exagerada inclinación formal, como si estuviera en una obra teatral—. Permítanme presentarme nuevamente. Chrono Harlaown, caballero a su servicio. —Su tono exagerado, combinado con su incomodidad palpable, provocó que tanto Nanoha como Fate soltaran una risa suave.

—Es un placer conocerte, Chrono. —dijo Nanoha, cubriendo su boca para disimular su risa. Fate, a su lado, hizo una pequeña inclinación, sin dejar de sonreír.

Nanoha, intentando mantener la compostura, continuó. —Bueno, Chrono, lo cierto es que tenía pendiente hablar contigo… —Pausó por un momento y añadió, en un tono que claramente demostraba que no lo hacía por gusto—. O mejor dicho, estoy obligada a hacerlo. Ya sabes, nuestras familias trabajan juntas, y me han insistido mucho en que deberíamos formar buenas relaciones.

Chrono, que había estado escuchando atentamente, soltó un suspiro exagerado, levantando las manos como si se rindiera. —Voy a ser completamente honesto contigo, Nanoha. —Hizo una pausa dramática y miró a ambas chicas. —No me voy a casar contigo. A mí ya me gusta alguien más.

El comentario cayó como un balde de agua fría. Nanoha parpadeó, sorprendida, mientras Fate se quedó congelada, sin saber cómo reaccionar. La tensión en el aire fue palpable, y Chrono se apresuró a aclarar su punto.

—Lo siento si suena brusco, pero no importa lo que tramen nuestras madres. Simplemente no puedo corresponderte de esa manera. —Su tono era sincero, aunque ligeramente apenado.

Hubo un momento de silencio absoluto… antes de que Nanoha y Fate estallaran en carcajadas al mismo tiempo. Sus risas resonaron en el aire, mezclándose con la suave música del evento en el interior. Chrono, confundido, las miró con una ceja levantada.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó, su tono ligeramente ofendido.

Nanoha, secándose una lágrima que había escapado de tanto reír, finalmente recuperó el aliento lo suficiente como para responder. —Chrono… ¡yo tampoco quiero casarme contigo! —dijo entre risas, empujando suavemente a Fate hacia adelante—. De hecho, te presento a mi novia, Fate. Si me caso con alguien, será con ella.

Fate, que aún estaba roja como un tomate por la risa y el comentario de Nanoha, protestó inmediatamente. —¡Nanoha! No digas esas cosas aquí. ¡No es el lugar!

La expresión de Chrono pasó de la confusión al entendimiento, y luego a una carcajada al darse cuenta de la situación. Pasó una mano por su cabello, suspirando como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

—Bueno, eso lo explica todo. —dijo, aún riendo. —Creo que, después de todo, sí podremos formar buenas relaciones entre nosotros. —Extendió una mano hacia Nanoha, con una sonrisa genuina.

Nanoha estrechó su mano con confianza, todavía sonriendo. —Por supuesto. Solo asegúrate de no repetir esa "confesión" delante de nuestras madres, o podrías terminar comprometido sin darte cuenta.

Chrono rió, asintiendo. —Trato hecho.

Nanoha y Fate regresaron al interior del salón principal, su conversación fluyendo con naturalidad mientras Chrono las seguía a unos pasos de distancia. A pesar de su buena disposición, Chrono no podía evitar lamentar que Amy se hubiera ido, su mente aún perdida en sus pensamientos sobre ella.

Mientras Nanoha y Fate se adentraban más en la sala, las miradas de los invitados comenzaron a converger hacia ellas. Un murmullo creciente llenó el ambiente, las conversaciones susurradas alimentando la tensión que Fate podía sentir en el aire. Comentarios sueltos resonaban a su alrededor, cada vez más fuertes y difíciles de ignorar.

—¿Quién es esa chica que acompaña a Nanoha Takamachi?
—¿"Testarossa"? Nunca había escuchado ese apellido.
—¿Será italiana? Tal vez de alguna corporación europea…
—¿Es de un branch de alguna familia italiana importante?

El rostro de Fate empezó a palidecer mientras trataba de controlar su incomodidad. Nanoha, al notar su inquietud, tomó su mano con firmeza, apretándola suavemente para brindarle apoyo.

—No les hagas caso, Fate-chan. —le susurró Nanoha con suavidad. —Todo estará bien, confía en mí. —Le dedicó una sonrisa cálida, pero los comentarios no cesaban.

Desde una esquina, Tiana y Tida Lanster, los gemelos de la influyente familia Lanster, observaban a la pareja con interés. Tiana inclinó la cabeza hacia su hermano, con un brillo burlón en los ojos.

—Dicen que es su novia. —comentó Tiana en voz baja, su tono cargado de ironía.

Tida soltó una risa corta y sacó su teléfono, haciendo una búsqueda rápida. Después de unos segundos, lo guardó, riendo entre dientes. —No hay ninguna corporación ni empresa de una familia Testarossa. Parece una pueblerina. Los Takamachi están cayendo bajo.

Ambos rieron entre ellos, sus comentarios llenos de desprecio mientras miraban a la pareja desde la distancia.


A pocos metros de ellas, Verossa Acous, uno de los herederos de la poderosa familia Acous, avanzó con confianza hacia Nanoha. Era un hombre de porte refinado y una sonrisa que siempre parecía esconder algo más. Al llegar frente a ellas, tomó la mano de Nanoha y depositó un beso elegante en el dorso, su sonrisa nunca abandonando su rostro.

—Señorita Takamachi, qué alegría volver a verla. Hace tanto tiempo que no asiste a los eventos de mi familia. —dijo con un tono que parecía una mezcla de cortesía y reproche.

Nanoha forzó una sonrisa, claramente incómoda. —Lo siento, Verossa. He estado… indispuesta últimamente. —Su tono era tenso, pero intentaba mantener las apariencias.

Verossa alzó una ceja, como si estuviera evaluando cada palabra. —Lo entiendo. —dijo finalmente, pero añadió con indiferencia: —¿Es por lo de Yuno? —Su tono fue tan casual, como si estuviera hablando del clima.

Nanoha respiró hondo, tratando de mantener la compostura. —En parte. —respondió, su voz controlada pero claramente molesta.

Verossa inclinó la cabeza, curioso. —¿"En parte"? —repitió, con una nota de interés fingido.

Nanoha apretó los dientes antes de responder. —Sí, en parte. También he estado ocupada con otras cosas, como mi trabajo.

Verossa soltó una risa suave, pero cargada de condescendencia. —Nunca entendí por qué insistes en tener un empleo. Con tu apellido y tu posición, no es necesario. No tienes que esforzarte en absoluto, Nanoha. Todo lo que necesitas ya lo tienes.

Nanoha lo miró directamente, su incomodidad transformándose en molestia. —No lo entenderías, Verossa. Yo quiero lograr cosas por mi cuenta. No soy alguien que simplemente se siente y espera que la vida le resuelva todo. —Su tono era firme, cargado de determinación.

Verossa dejó escapar un leve resoplido, claramente no impresionado. —Vaya, al parecer sí comprendes cómo vive la gente real. —dijo con sarcasmo, pero luego su mirada se desvió hacia Fate, su tono volviéndose más seco y cortante. —Aunque parece que estás demasiado cerca de la realidad. Ya que te estás acostando con cualquier pueblerina de la ciudad…

El sonido de la bofetada resonó como un trueno en la sala, haciendo que todas las conversaciones se detuvieran al instante. Nanoha, con el rostro lleno de rabia, había levantado la mano antes de siquiera pensarlo. La mejilla de Verossa ardía en rojo mientras la observaba con incredulidad.

—¡Escucha bien, Verossa Acous! —dijo Nanoha con una furia incontrolable, sus palabras como cuchillas. —Si vuelves a hacer otro comentario como ese, te juro que te agarraré a palos. ¡¿Entendido?!

Verossa, con una mezcla de asco y confusión, se tomó la mejilla mientras la miraba fijamente. —Eres una salvaje… Seguro lo aprendiste de la rubia con la que te acuestas.

No terminó la frase. En un abrir y cerrar de ojos, Nanoha lo empujó al suelo y se abalanzó sobre él, lanzando puñetazos sin control. Verossa intentaba protegerse mientras el caos se desataba.

Los invitados observaron la escena con asombro y murmullos de desaprobación. Los Mondial intercambiaron miradas rápidas, susurrando entre ellos mientras observaban la escena con una mezcla de fascinación y desdén. —Esto será un escándalo. —murmuró uno de ellos. Mientras tanto, Momoko estaba al borde de intervenir, pero Shiro colocó una mano firme en su hombro. —Déjala, Momoko. Esto es algo que Nanoha necesita resolver por sí misma.
La sala estaba llena de murmullos ahora, un enjambre de opiniones que crecía con cada segundo que pasaba. "Los Takamachi no volverán a ser lo que eran", escuchó Fate que alguien decía, y su corazón se encogió al instante.

Antes de que pudiera empeorar, Amy, junto con otros miembros de la seguridad interna del evento, irrumpieron en la sala. Amy, con movimientos rápidos y precisos, tomó a Nanoha por los hombros y la apartó de Verossa mientras otros dos guardias ayudaban al hombre a levantarse.

Nanoha, todavía llena de rabia, intentaba liberarse de Amy, gritando: —¡Lo haré pedazos! ¡No tiene derecho a hablar de Fate así!

Verossa, con el rostro aún enrojecido, se sacudió el polvo de la chaqueta mientras era escoltado fuera de la sala. Su mirada hacia Nanoha era una mezcla de desprecio y sorpresa. —Los Takamachi realmente están decayendo. —murmuró con desdén mientras desaparecía tras las puertas.

Fate, paralizada por la escena, no pudo moverse ni decir nada. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que se negaban a caer, su mente todavía procesando lo que acababa de suceder. Finalmente, cuando Nanoha fue liberada, Fate la siguió rápidamente, conmovida y abrumada.

El resto de los invitados observaban, algunos con murmullos de desaprobación, otros con un interés morboso. El evento de los Takamachi acababa de convertirse en el centro de una controversia que todos recordarían.