Resumen: Void tenía una hermana menor. "Tenía".
Parece que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Inspirado en el último capítulo del manga (actualización 255).
- Anime: One Punch-Man (ワンパンマン)
-Todos los personajes le pertenecen a su creador: ONE®
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Void era un hombre fuerte.
Sabía atacar, sabía defenderse y podía pelear a muerte de forma rutinaria. Era maestro y era hermano mayor de una mujer bajo el nombre asignado de ninja de "Luna Moonlight".
Técnicas, velocidad, fuerza, potencia, poder; saber pelear con todo lo que estuviera a la mano era la clave. Todo lo demás sobraba, era un lema con el que había crecido y había aprendido a vivir. No había forma de no ver eso como lo ideal y fue bajo esos mismos principios que él decidió prolongar, profesar y pavimentar en el camino que seguiría hasta el más novato de sus futuros discípulos y hasta la más rebelde, astuta y silenciosa hermana menor llamada Luna.
La sangre era todo lo que los unía a ella y a él. Ser hermanos sólo implicaba un contrato más confidencial entre ambos. Void nunca fue de confiar en las personas, pero Luna era alguien que podía seguir sus órdenes al pie de la letra y mantener la boca cerrada siguiendo un disfraz y un papel que podría engañar hasta el más fuerte de los héroes que se entrometieran en su camino.
Nunca hablaron de sus emociones abiertamente, nunca indagaron en sus metas personales, nunca se interesaron por la felicidad del otro. No tenían pasatiempos, tiempo recreativo, aprecio a algo o alguien y mucho menos preocupación el uno por el otro. Ambos eran personas solitarias y quizás la idea de que eso era lo que los hizo fuertes fue lo que los llevó a mantener esa distancia entre ambos.
—Acércate a él y averigua sus secretos. —Le dijo Void en forma de una orden, con voz autoritaria y dándole la espalda.
Luna se limitó a asentir y vivir en su papel al pie de la letra, sin negarse, sin quejarse, como siempre lo hacía.
Ella era especial en cierta forma. Era tenaz, sabía mentir, sabía engañar, era hábil y obediente. Void la había entrenado bien.
El que ella fuera su hermana menor sólo era un detalle insignificante.
La unión de sangre no era nada esencial para él. El título de "familia" era una mera coincidencia.
Void nunca lo dijo ni lo diría en voz alta, ni siquiera para sí mismo, pero él confiaba en que ella no lo decepcionaría en su misión y así fue por más de quince años. Luna se acercó a ese hombre llamado Blast, unió su vida a él y formó una familia mientras lo investigaba a fondo y le brindaba información de sus contactos. Void diría que el plan estaba yendo a la perfección si no fuera porque no podía evitar tener el mal presentimiento de que Blast algún día los descubriría, pero eso nunca ocurrió.
Ni en el día de su compromiso.
Ni en el día de su boda.
Ni en el día del nacimiento de su primer y único hijo.
Void se preguntaba si Blast podría haber sospechado algo el día de la muerte de Luna, justo antes del accidente. Pero ni siquiera eso pareció ser así.
Luna sólo era una ninja que se hizo pasar por una chica llamada Maya. Madre muerta de un niño pequeño llamado Blue. Esposa difunta de un hombre que no dejó de llorar por ella en todo el funeral y en todo el entierro, ni el día después, ni el siguiente...
El que ella alguna vez fuera su hermana menor estaba demás, al final ella murió como lo que verdaderamente fue: una persona débil.
Patética.
Void asistió al funeral y se mantuvo de pie en todo el entierro, sin importar lo fuerte que fue la lluvia. Se quedó más tiempo del necesario. Sus pies apenas respondían, la voz no le salía y su garganta se sentía apretada. "Es por la misión fallida", se repitió varias veces, convenciéndose que el pesado hueco que crecía en su estómago era por la decepción de haber visto fracasar a Luna justo cuando estaba a punto de descubrir información fundamental. Todo se trataba de sus propios intereses.
El hecho de que la persona muerta se tratase de su hermana era lo menos importante.
Sí, todo era por la misión. Ahora Void debía pensar en otra ruta para lograr su objetivo. Quizás debía cuidarse de Blast y mantenerlo más cerca para evitar perderlo de vista, sobre todo a su hijo, el niño podría ser algún día un punto clave para atacarlo.
El hecho de que ese niño fuera lo único tangible que Luna dejó en este mundo no era más que otra coincidencia.
Ese niño, al igual que Luna, no podría importarle menos si estuvieran muertos o vivos. Cada quien vive y trabaja bajo su propia responsabilidad. Al final sólo los fuertes prevalecen. Ella seguramente fue descuidada y por eso fue herida. Era débil, por eso no resistió. Fue torpe. Se confió. Careció de habilidad. Le faltó entrenamiento. Debió ser más cuidadosa. Fue su culpa. Se lo merecía por ser incapaz. Si Void hubiera sido quien muriera, ella seguro se hubiera burlado en su tumba. Con esa misma sonrisa ladina que daba cuando sentía que las cosas estaban saliendo a su favor, con esos ojos grandes y afilados que la hacían ver como una chica inocente y dulce, con sus cabellos lacios que caían por su frente, con sus pestañas largas y sus delgados dedos. Ella solía esconderse en los árboles y perderse en la noche. Ella siempre respondía a su llamado. Luna tenía que haber sido más fuerte. Más fuerte. Mucho más fuerte. Tan fuerte como Void, su hermano mayor. No debía pedir ayuda pero pudo haberlo hecho, aunque fuera para después haber sido reprendida por novata pero estando viva, Void ahora no sabía cómo podría reprocharle algo a una persona muerta. Luna murió por su propia culpa. Void debería sentirse aliviado de haberse librado de tal estorbo, pero entonces… entonces… ¿por qué…?
Llegar a casa siempre había sido algo solitario en el sentido de que la luz era tenue y el silencio era ensordecedor. Void aún no sentía que sus piernas le respondieran de forma correcta, de hecho, apenas y las podía sentir. En su pecho había un dolor que no desaparecía, como cuando le enterraban una filosa y profunda cuchilla envenenada, de las peores que ha sentido.
El que eso doliera más cada que recordaba a su hermana menor era una mera relación insignificante.
Void había visto morir a muchos, tanto los que enterró como los que mató con sus propias manos. Él no sabía que la muerte podía acarrear dolor a alguien tan fuerte, invencible, poderoso y para nada sentimental hombre como él.
Es decir, sí, su hermana murió. Pero la sangre era coincidencia. No había cercanía. Ninguna correlación. Nunca fueron cercanos. Nunca hubo cariño ni amor entre ellos. Eran hermanos pero esa era simple capricho del mundo terrenal. Cosa sin gracia. Sin valor. Olvidable. Indiferente. Insípida.
Luna era su hermana menor.
Su hermana había muerto, ¿y?
Nada en su vida había cambiado.
El mundo no había dejado de girar.
La misión se había entorpecido, pero aún había forma de seguir.
Entonces…. ¿por qué…?
¿Por qué…?
¿…por qué el dolor en pecho no se iba?
¿Sería algún poder abrumador encima suyo? ¿Una maldición? ¿Un chip de rastreo? ¿Una nueva forma de tortura? ¿Un poderoso veneno?
Void había sido apuñalado en su cuerpo múltiples veces, pero ninguna había dolido tanto como esa.
Su mano tocó su pecho y luego la recorrió por su estómago sólo para asegurarse de que en verdad no tenía nada enterrado ahí.
No había sangre en él, ninguna herida física ni enfermedad.
Pero el dolor seguía ahí. Su voz aún permanecía en su mente y no lo dejaba dormir. El apetito había desaparecido. Ni siquiera podía digerir bien la comida. Llevaba semanas así y no había mejora.
Su respiración se agitaba y sus ojos perdían visión, todo se volvía borroso, húmedo, salado y muy, muy solitario.
¿Así se sentía el abandono? ¿Así se sentía el sufrimiento por una misión fallida? ¿Así es como se lidiaba con la decepción de haber visto a una patética debilucha fracasar?
Void nunca había llorado, de hecho, él nunca había derramado una sola lágrima en su vida, ni siquiera por las más terribles torturas a las que se vio sometido por prolongado tiempo durante su entrenamiento. Nunca había apretado sus dientes tan fuerte. Nunca había deseado poder escuchar de nuevo la voz de alguien con tanta urgencia. Nunca había deseado regresar a la vida a un muerto. Nunca había extrañado con tanta ferocidad y anhelo a una persona, mucho menos a tan débil y patética.
El hecho de que esa persona se tratase de su hermana menor era pura coincidencia.
