El verano en Londres no era algo que le gustase mucho a Hermione; a pesar de que el clima era más cálido y había más días de sol…Londres siempre se veía cubierto por nubes grises y para Hermione, desde que era pequeña, la palabra verano se asociaba a vacaciones en sitios cálidos, con sol y playa.

Sus padres siempre la llevaban al sur de España o Francia y ella quería mantener esa tradición con su hija.

Pero debido a los acontecimientos por la herencia de Lyra tuvo que quedarse a pasar las vacaciones en Londres. Pansy había insistido en que se quedasen con ellos en casa, pero Hermione necesitaba un espacio para ella.

No es que estuviera incomoda con sus amigos…necesitaba estar sola pues todo el tema de la herencia la había dejado agotada mentalmente asi que se alquiló un pequeño departamento en la zona muggle de Londres, cerca del callejón Diagon por si necesitaba usar la red flu del caldero chorreante.

Lyra estaba entusiasmada; además de recién convertirse en dueña de una gran mansión, estaba deseando encontrarse con Logan Nott…había pensado mucho en él en estos meses, aunque no quisiese reconocerlo.

Así se vio Hermione, en medio de la tradicional fiesta de solsticio de verano que Daphne Greengrass (ahora Nott) daba en su mansión.

No es que la hubiesen invitado a ella; la invitación decía Señorita Malfoy y acompañante (esa era su hija…Hermione jamás se casó con Draco) pero tampoco podía dejar a su hija asistir sola y aunque le aterraba volver a ver a Theo y que volviese a la carga con sus ideas descabelladas de traer de vuelta a Draco, tuvo que aceptar de acompañar a su hija.

Lyra suplicó a su madre por un vestido nuevo, sería su primera fiesta en el mundo mágico británico y quería causar buena impresión; además, siendo la heredera de una familia tan importante como los Malfoy debía estar a la altura.

Hermione tuvo que guardarse su opinión sobre esas fiestas y las familias que asistían a ellas, pero por tal de hacer feliz a su hija, accedió y la llevo al mundo muggle de Londres para comprarle un vestido.

Lo único bueno de todo, era que Pansy y Harry también estaban invitados y Hermione no se sentiría tan sola.

Así que a las 8:00 pm, Hermione andaba todo lo rápido que su vestido de fiesta le dejaba seguida de su hija hacia el callejón Diagon para usar la red flu del Caldero Chorreante hasta la Mansión Nott.

Cuando llegaron y se sacudieron las cenizas de sus vestidos madre e hija se quedaron maravilladas: el jardín de la Mansión estaba lleno de luces, farolillos y flores por todas partes.

Había varias mesas con comida tipo buffet y muchas estatuas de hielo de hadas y ninfas encantadas que lanzaban besos al aire expulsando flores por todas partes.

Un elfo les tendió dos coronas de flores y las hizo pasar al jardín.

Lyra se puso su corona entusiasmada y cogió a Hermione de la mano arrastrando de ella por todo el jardín.

Las cabezas de los invitados se volteaban al verlas pasar, quizá sorprendidos de verlas allí o quizá curiosos por dos bellas mujeres.

Hermione no lo vio. Estaba tan concentrada en no tropezar tras el arrastre de Lyra hasta que se topó casi de frente con él.

Theo vestía unos pantalones blancos de lino con una camisa a juego remangada; iba descalzo y tenia el pelo castaño revuelto. Tenía un aspecto de despreocupado y menos serio del que recordaba en su encuentro en el funeral y aeropuerto.

—Bienvenidas Señoritas Malfoy—dijo Theo sonriendo y llevándose una mirada de reproche de Hermione que el hombre captó al instante—perdón…Granger y Malfoy.

—Hola Theo, gracias por invitar a Lyra—dijo Hermione totalmente tensa.

—Gracias Señor Nott—Dijo Lyra haciendo una reverencia.

—Puedes llamarme Theo… ¿sabes que yo soy tu padrino?

Hermione fulminó con la mirada a Theo; hubiese sido su padrino si hubiese ejercido como tal…si las hubiese cuidado como Draco le pidió que hiciera. Definitivamente no era su padrino, y mucho menos después de intentar traer a Draco a pesar de que las consecuencias fuesen borrar a Lyra de un plumazo.

—¿Eso es verdad mama? —preguntó Lyra mirando fijamente a su madre.

—Tu padre se lo pidió, pero jamás se llegó a concretar. —sentenció Hermione haciendo que Theo se pusiese rígido. —Si nos disculpas, tenemos que buscar a Pansy y Harry.

Hermione se alejó de allí tirando de su hija mientras Theo las seguía con la mirada.

Definitivamente, Hermione no iba a permitir que Theo formase parte de la vida de su hija.


Logan había estado muy nervioso durante toda la tarde. Había suplicado a su madre para que invitase a Lyra Malfoy y cuando finalmente accedió, los nervios se instalaron en él y no dejaba de pensar en como seria verla de nuevo.

James le había comentado que Lyra estaba en Londres y que pasaría todo el mes aquí, así que Logan se marcó un objetivo: tenía que impresionarla.

Es cierto que Logan era un chico seguro de sí mismo, siempre había conseguido a la bruja que quería, pero con Lyra era diferente…era tan descarada hablando, tan poco interesada en sus encantos que no podía dejar de pensar en conseguirla. Necesitaba que Lyra Malfoy se fijase en él y esta fiesta seria su oportunidad.

Cuando bajó al jardín y comenzaron a llegar los invitados de su madre empezó a frustrarse. ¿Y si no aparecía?

Pero sus dudas se disiparon cuando la vio aparecer junto a su madre.

Estaba preciosa. Llevaba un vestido de seda blanco, se había recogido los bucles rubios en un moño y se estaba colocando la corona de flores que Topsy le había dado. Parecía una diosa griega, de esas que salían en las historias que la tía Astoria le contaba cuando pequeño.

Logan cogió un vaso del ponche especial que su madre preparaba todos los años para las fiestas de solsticio (él no debía beberlo pues llevaba varias pociones inhibidoras que hacían que saliesen a flote todos tus deseos sin importar el qué dirán o tus principios) pero nadie estaba mirándolo y necesitaba sentirse aun más libre para conseguir su objetivo.

Se lo tragó de un tirón y se encaminó hacia su padre que hablaba con Lyra y su madre. Esta noche seria mágica, lo presentía en todo su ser.