Sasha era pésima guardando secretos. Era obvio que el capitán lo notaría.

Estas últimas semanas habían pasado de un lado a otro, haciendo tareas diferentes. Sin embargo, ahora que estaban solos, se le hizo difícil disimular que ella estaba involucrada en la situación sin que los demás supieran. Fue cuestión de minutos antes de que el hombre se diera cuenta de que Sasha estaba ocultando algo.

Se sentó en la silla que estaba junto a ella y la miró fijo con los brazos cruzados.

—¿A qué oficial le robaste la comida que envió su madre esta vez?

—¡Esto es serio!