CAPÍTULO 26
SOMBRAS DEL PASADO
Estimado Emperador Takahashi Hino,
Con el mayor respeto y honor, me dirijo a su Majestad en este día para compartir una noticia de gran regocijo y trascendencia. Mi hija, la princesa heredera Wanda, y el señor Andrew Hansford, hijo de mi primer ministro, han decidido unir sus vidas en sagrado matrimonio. Esta unión será celebrada en dos semanas, bajo el cielo sagrado de Júpiter.
Este enlace no solo simboliza la unión de dos almas, sino también el fortalecimiento de los lazos entre los dos grupos étnicos que siempre hemos coexistido en Jupiter, sellando una alianza que perdurará a través de los tiempos. La ceremonia tendrá lugar en el Gran Templo de Brugh Nádurach, y sería un honor contar con su presencia y la de su familia en tan memorable evento.
Ruego a los dioses jovianos que iluminen sus caminos hasta nuestro reino y que bendigan esta unión con paz, prosperidad y fortaleza.
Con el más sincero respeto y cordialidad,
Rey Cedrick de Júpiter
Una vez más, Lita releyó el pergamino, y entonces, una lágrima escapó de sus ojos, cayendo sobre este.
—Tranquila. No creo que esto sea cierto —susurró la princesa Rei
Pese a que la voz de la princesa Rei sonaba calmada, Lita recordó lo mal visto que era derramar lágrimas en Marte, así que hizo un esfuerzo por controlarse.
—Discúlpeme, princesa. Me retiro a la cocina —susurró Lita con voz quebrada.
De inmediato, Lita se dio media vuelta, pero en vez de dirigirse a la cocina, siguió el camino que la llevaba a los aposentos que le habían asignado desde su llegada a Marte, ignorando las miradas de desaprobación de la servidumbre a su paso, que seguramente estaba descontenta al verla al borde del llanto cuando en Marte el agua era un tesoro que escaseaba.
Finalmente, cuando llegó a sus aposentos y se encerró en ellos, lo primero que vio fue la pequeña mesa sobre la cual estaba la cajita de galletas y pastelillos que había preparado con esmero la noche anterior, y que había prohibido a Thorakar que probara, pues eran un obsequio cuyo fin era hacer sonreír a Andrew.
Al verla, Thorakar, que hasta entonces había estado jugando con un cojín, voló hasta su lado; sin embargo, Lita ignoró sus graznidos y se dejó caer sobre el cojín frente a la mesita. Entonces, con manos temblorosas, tomó la cajita de galletas, la abrazó contra su pecho y rompió a llorar al recordar el esmero que había puesto en preparar cada una de ellas.
Al verla llorar, Thorakar acarició su cabello en algo que parecía un intento por reconfortarla. Sin embargo, sus esfuerzos fueron inútiles, pues Lita estaba desconsolada al creer que Andrew se había burlado y la habia abandonado a su suerte.
—Él no va a venir —susurró desconsolada.
Ante el desconsuelo de la traición, se tumbó sobre el futón y acunó en sus brazos a Thorakar, dando rienda suelta a aquel sentimiento de dolor tan semejante al que le había provocado Neflyte al abandonarla.
-0-0-0-
Pese a que el plan inicial de los Moon era llegar a Marte un día antes de la boda, en cuanto se enteraron de que el príncipe Endymion había partido hacia aquel inhóspito planeta una semana antes, Serenity Moon decidió adelantar el viaje, por lo que comenzó a presionar a sus dos hijos para emprender la partida, lo que provocó una discusión durante el desayuno.
—¿Para qué adelantar el viaje? —preguntó Jaedite molesto—. Dentro de poco tendré que vivir en ese planeta de salvajes incivilizados. ¡Déjame tener tres malditos días de placer antes de partir!
—¿Días de placer? —cuestionó Serenity Moon con una mezcla de mofa y rabia—. Pues si esa princesa salvaje se mete en la cama del príncipe Endymion o él le endulza el oído, tus días de placer se podrían reducir a tres.
Jaedite Moon soltó una carcajada ante las palabras de su madre.
—¿El príncipe Endymion, madre? —se mofó Jaedite—. ¡No seas ingenua! Esos dos no pueden estar juntos porque uno de los dos tendría que renunciar al trono y eso no va a suceder.
—¡No puedes estar tan confiado, Jaedite! —le gritó Lady Serenity—. ¿Acaso no has visto cómo se miran el uno al otro cuando están cerca? ¡Es evidente que hay atracción! Y no podemos arriesgarnos a que esa pasión se consuma y a uno de los dos no le importe renunciar al trono.
Jaedite bufó fastidiado ante la insistencia de su madre.
—¡La nave aún está en reparación, madre! No hay manera de partir antes. Además, tengo a esa princesa salvaje comiendo de mi mano.
—No te confíes tanto, Jaedite —comentó Serena, quien hasta entonces se había mantenido callada—. A las mujeres nos enamora que un hombre preste atención a los detalles. Podrías perderla si la descuidas.
—¿Detalles?... ¿Atenciones? —se burló Jaedite—. ¡Por favor, Serena! No seas ridícula. ¡Tantas novelas románticas te han secado el cerebro!
—¡Tonto que...
—¡Basta! —exclamó a gritos Serenity Moon—. Anoche hablé con los Sweeney, así que preparen sus cosas porque partimos hoy por la noche para llegar mañana al amanecer.
—¿Pero por qué diantres no me has pedido autorización? —cuestionó furioso Jaedite.
—Porque no necesito pedírtela —le respondió Serenity—. Además, solo nos queda comida para hoy.
Jaedite la miró con una mezcla de desconcierto y molestia.
—¿Cómo que solo para hoy?... ¡Pues manda a la sirvienta a que compre provisiones!
—¿Y con qué las compro, hijito? —cuestionó Serenity—. Ya no tengo suficiente argentum para comprar comida decente y tú tampoco me has dado nada.
Jaedite golpeó la mesa con un puño y la miró furioso.
—¡Esto es el colmo! Pago nuestras malditas deudas y ni siquiera eres capaz de traer comida decente a la mesa.
—¡Que el Emerald High Society Club le haya comprado la deuda al banco no significa que estemos libres de deudas! Solo cambiaron de dueño, así que si mañana y el resto de tus días quieres vivir con lujo, esta noche te quiero listo con tu equipaje.
—¡Al menos con los Sweeney comeremos bien! —murmuró Serena.
De pronto, la charla se vio interrumpida por la presencia de la sirvienta, quien llevaba un pergamino en una de sus manos.
—Majestad, le ha llegado un pergamino.
—¿Lo envía su majestad? —preguntó esperanzada en tener de nuevo la atencion del Rey Geo y gozar de los beneficios de antaño, cuando de entre todas sus amantes ella era su favorita.
—No, majestad —respondió la sirvienta—. Ha sido enviado por el mismísimo Rey de Júpiter.
La noticia no disminuyó el entusiasmo de Serenity, pues recibir pergaminos directamente de miembros de otras casas reales le hacía sentirse importante y como si de verdad perteneciera a una casa real. Dado lo costoso y tardado que era elaborar pergaminos, estos solían distribuirse primero entre los miembros de la realeza y la nobleza.
—¡Puedes retirarte!
—¡Lo que faltaba!... ¡Dos princesas herederas peleándose por mí! —exclamó Jaedite.
—¡Fanfarrón! —se quejó Serena mientras hacía una mueca de fastidio.
—¡Cierra la boca, hermanita, o desaparecerá esa gata apestosa que tienes!
—¡Con Luna ni te metas!— Amenazó Serena.
—Son dos pergaminos —dijo Serenity—. El primero es una invitación...
Estimado Reina Serenity,
Con el mayor respeto y honor, me dirijo a su Majestad en este día para compartir una noticia de gran regocijo y trascendencia. Mi hija, la princesa heredera Wanda, y el señor Andrew Hansford, hijo de mi primer ministro, han decidido unir sus vidas en sagrado matrimonio. Esta unión será celebrada en dos semanas, bajo el cielo sagrado de Júpiter.
Este enlace no solo simboliza la unión de dos almas, sino también el fortalecimiento de los lazos entre los dos grupos étnicos que siempre hemos coexistido en Jupiter, sellando una alianza que perdurará a través de los tiempos. La ceremonia tendrá lugar en el Gran Templo de Brugh Nádurach, y sería un honor contar con su presencia y la de su familia en tan memorable evento.
Ruego a los dioses jovianos que iluminen sus caminos hasta nuestro reino y que bendigan esta unión con paz, prosperidad y fortaleza.
Con el más sincero respeto y cordialidad,
Rey Cedrick de Júpiter
—¿No que las tenías a todas comiendo de tu mano, hermanito?— Se burló Serena
—¿Y crees que el matrimonio con ese plebeyo le quitara lo furcia a la princesita de Júpiter?— Se burló Jadeite— ¡Que ingenua eres hermana! Podría tener a esa hembra en mi cama aun siendo la señora de Hansford. Mejor deja que nuestra madre nos lea el otro pergamino.
Los hermanos Moon guardaron silencio, y Serenity Moon comenzó a leer:
"¡Estimados habitantes de Terra!
Con gran pesar y corazón afligido, debo comunicarles que el mes pasado, una horda de malhechores perpetró un ataque contra nuestro castillo. Este vil asalto resultó en heridas graves a miembros de nuestra guardia real, así como en el secuestro de la menor de mis hijas, mi querida Lita, a quien amo con la misma intensidad que a mi heredera.
Lita, una joven de 19 años, es de tez clara y figura delgada, con ojos verdes y cabello ondulado color caoba. Su ausencia ha dejado un vacío en mi corazón de padre que sólo su presencia puede llenar.
Los perpetradores fueron Jovianos dotados de electroquinesis, quienes, utilizando sus poderes eléctricos, irrumpieron sobre lomos de dragones para asediar nuestra fortaleza.
Quiero enfatizar, queridos terranos, que mi intención no es avivar las llamas del resentimiento entre los dos grupos étnicos que coexistimos en Jupiter. Mi único deseo es localizar a estos criminales y rescatar a mi amada hija, a quien temo quizá hayan sacado del planeta para llevarla por la fuerza a otro lugar de la Galaxia.
Como padre afligido por la perdida de su pequeña, hago la solemne promesa de recompensar generosamente a aquellos que contribuyan al retorno seguro de mi Lita.
Con esperanza y gratitud,
Rey Cedrick de Júpiter"
—¡Vaya, así que el Rey Cedrick está ofreciendo una recompensa por su bastarda! —exclamó Serenity—. Y supongo que será una recompensa bastante jugosa.
—¡Por favor, madre! ¿Qué tan jugosa podría ser la recompensa por una bastarda? Además, quien la secuestró dudo que se haya resistido a estrenar a esa hembra.
—¡Qué infame! —exclamó Serena con una mueca de asco—. ¿Cómo puedes burlarte de la desgracia de esa doncella? ¡Era la prometida de Neflyte y además tengo casi la misma edad que ella! ¿Te daría tanta risa si en vez de ella fuera yo?
—¡Ay, ya cállate, Serena! Me aturde tu voz. Y tú, madre, deja de fantasear con la recompensa porque seguro buscar a esa bastarda debe ser como buscar una aguja en un pajar.
-0-0-0-
Aunque la falsa noticia de que se había comprometido formalmente con la princesa Wanda había provocado la furia de Andrew, el sentimiento desapareció tan pronto como llegó, dando lugar a la indiferencia. Aquel rumor, cuyo propósito era orillarlo a casarse, podría dañar su reputación ante los círculos nobles si se resistía, pero quedar bien con ese grupo de snobs era algo que poco le interesaba. Por lo que pasaba sus días en el Emerald Hight Society Club, planeando la manera de salir de Júpiter y llegar a Marte antes de la boda de la princesa Rei.
—¿Entonces, qué averiguaste sobre el vórtice, Michael? —preguntó Andrew tras dar un tarro de cerveza en el área de bar del Emerald High Society Club.
—Está rodeado de centinelas, señor Hansford —respondió Michael.
—¿Cómo se te ocurre querer entrar al vórtice, Andrew? —lo cuestionó alarmado Gordon mientras le servía un plato de pottage de cordero a las finas hierbas—. Eso es peligroso.
—Averíguame quiénes...
Las palabras de Andrew fueron interrumpidas por el sonido de pasos acercándose, y poco después, escuchó una voz que conocía muy bien.
—Así que aquí estás, bebiendo desde temprano como un vago vicioso
Andrew se puso de pie y se dio media vuelta, encontrándose con su padre, que, aunque no estaba tan furioso como el día que salió de Hansford House, lo seguía mirando con desaprobación.
—¿Qué quiere de mí, padre? —preguntó Andrew con fastidio—. ¿Saber si la falsa noticia que se encargó de difundir por todo Júpiter me hará cambiar de parecer? ¡Pues sepa que no! No me voy a casar con la princesa, haga lo que haga.
—¡Yo no fui quien difundió esa noticia! —exclamó Arthur Hansford molesto.
—¿No? —preguntó Andrew irritado—. ¿Entonces quién? Si tanto usted como el Rey Cedrick idearon el plan de tenerme encerrado en Júpiter para hacerme cambiar de parecer.
—¡Aunque no me creas, no fui yo! —aseguró Arthur Hansford—. Jamás se me habría ocurrido difundir esa noticia sin antes convencerte de que te cases con la princesa.
—¡Qué considerado por tomar en cuenta mis deseos! —exclamó Andrew con un dejo de sarcasmo.
—Quien hizo eso debió ser el rey, Andrew —prosiguió Arthur Hansford—. Y aunque no estoy de acuerdo, ya no hay marcha atrás. Tendrás que casarte con la princesa, y por supuesto, dejar de visitar este lugar de vicio y jolgorio.
—Este lugar de vicio y jolgorio es visitado por nobles de Júpiter y de otros planetas. ¿Por qué yo no habría de hacerlo?
Arthur Hansford lo miró con furia a los ojos.
—Porque los Hansford no somos iguales que ellos —le respondió su padre—. Los Hansford estamos destinados a la grandeza, y como futuro rey, no es bueno para tu imagen seguir frecuentando estos lugares de vicios.
—¿Pues sabe qué, padre? No me importa lo que opine la alta nobleza ni de Júpiter ni de ningún planeta —le dijo Andrew—. Así que, mientras no den el permiso para salir de Júpiter, seguiré visitando este club.
Andrew notó cómo su padre apretaba los puños furioso ante su respuesta. Sin embargo, en vez de tener un arranque de ira, su padre trató de negociar.
—Hagamos una cosa que nos convendrá a todos —propuso su padre—. Te casas con la princesa Wanda en dos semanas. Una vez que te cases, podrás salir de Júpiter, te traes a esa mujer por la que has perdido la cabeza y la conviertes en tu amante. ¿Qué te parece?
Ante la propuesta de su padre, ahora fue Andrew quien se sintió furioso; pues aunque quería convencerse a sí mismo de que no tenía interés amoroso en ninguna mujer, su mente trajo a Lita, y reducirla a ese puesto le pareció indignante.
—Siga intentándolo, pero hasta ahora sigue sin convencerme, así que seguiré gastándome su verdeoro pagando mis vicios en este club.
—¿Eso crees? —cuestionó su padre esbozando una mueca burlona—. ¿Crees que el dueño de este club me diría que no si se lo pido?
—¿Y usted cree que el dueño de este club va a perder a uno de los clientes que más dinero gasta solo porque usted se lo pida? —le respondió Andrew mordaz—. Por favor, padre, me extraña que siendo usted un hombre de negocios crea que el dueño de este club perderá a un cliente distinguido solo porque usted lo pide.
—Ya lo veremos, hijo. Ya lo veremos.
Arthur Hansford se dio media vuelta para retirarse, y tan pronto como Andrew le perdió de vista, se dirigió a Michael.
—Michael, por favor ve y busca a mi abogado. Dile que venga al club y que lo espero en la sala de audiencias.
—¿Se puede saber qué traes entre manos? —preguntó Gordon cuando se quedaron a solas.
—Darle gusto al señor primer ministro, Gordon —respondió Andrew—. Le daremos gusto en alguno de sus caprichos
—0-0-0-0-
Pese a que odiaba los eventos sociales, Nathaniel Sweeney no había podido negarse a viajar a Marte. La decisión de su padre la había acatado no tanto por las amenazas de enviarlo a Plutón, sino por temor a que en cualquier momento Neflyte volviera conociendo la verdad sobre lo que le habia hecho a la bastarda joviana en el pasado y que quisiera vengarse.
Sin embargo, dado que ser visto le incomodaba, durante el viaje se la había pasado encerrado en los aposentos preparados para él dentro de la nave, negándose a convivir con absolutamente nadie. Sin embargo, tras horas de viaje en que rechazó compañía alguna, escuchó un golpe llamando a la puerta.
—Adelante —susurró sin siquiera voltear hacia atrás, aún con la vista perdida en un libro de rezos a los dioses de Terra.
Cuando la puerta se abrió, esperaba escuchar la voz de una de las sirvientas que los acompañaba; sin embargo, fue a su padre a quien escuchó hablar.
—No has salido de los aposentos en todo el viaje, Nathaniel. Los Moon pensarán que te desagrada su presencia.
Nathaniel se puso de pie, encarando a su padre, quien era el único al que no le incomodaba mostrarle su fealdad.
—En realidad, me desagrada la presencia de todos.
—Pues te guste o no tendrás que salir porque en menos de media hora estaremos aterrizando en Marte y de ahí vamos directo al castillo Imperial.
—La boda es mañana. ¿Podría darme su permiso de quedarme a dormir en la nave?
Su padre, Ned Sweeney, bufó fastidiado; sin embargo, ignoró su comentario.
—Nathaniel, por favor compórtate a la altura de un Sweeney. ¿Quieres? —le reprochó su padre—. Ni los Moon ni la familia Imperial de Marte verán con buenos ojos que no hagas acto de presencia.
—¡Por favor, padre! Invéntese algo. ¡Se lo suplico!
—¡Está bien! —aceptó su padre—. Pero mañana antes del mediodía enviaré un carruaje por ti para que te lleve al castillo Imperial.
Tras aceptar, su padre lo dejó a solas en los aposentos. Entonces, Nathaniel abrió el baúl, y lo primero que encontró fue un espejo que le devolvió una imagen de su rostro lleno de pústulas y cicatrices.
Ver su figura repulsiva, provocó de nuevo aquellos sentimientos de dolor y rabia; y a su mente vino el recuerdo de la ex prometida de Neflyte, a quien odiaba con todo su ser, pues estaba seguro de que ella tenia que ver con que ya no quedara nada de su varonil atractivo ni de su virilidad, pues tanto él como sus complices que también habían gozado de hacerla suya habían corrido con una desgracia semejante.
-0-0-0-
Para Arthur Hansford, había pocas cosas imposibles, y conseguir una cita con el representante del Emerald High Society Club no era una de ellas; por lo que un par de horas después, se encontraba en el salón de juntas de su palacete, tratando de llegar a un acuerdo para que se le impidiera la entrada al club a su unigénito.
—Con todo el respeto que se merece, señor Hansford, no hay razón alguna para negarle la entrada al señor Andrew, quien además debo decirle, es uno de nuestros más fieles clientes.
—¿Cuánto gasta mi hijo en promedio a la semana?
—No sabría decirlo con exactitud, pero come dos o tres comidas en el club, a veces invita rondas de vino a todos los presentes y hace apuestas —respondió el hombre—. Pero no sabría decirle con certeza cuánto. Tendría que consultarlo con el contador y los recaudadores.
—Bien, ¿qué le parecería si por los próximos seis meses le pago el doble de lo que mi hijo consume? —propuso Arthur Hansford.
El representante legal se esforzó por mantener la seriedad, aunque el brillo en sus ojos lo delató. Arthur Hansford sabía que había llegado al precio y sonrió triunfal.
—Sería una negociación formidable ahora que pretendemos abrir otro club en Venus —dijo el representante legal—. Aunque de mucho no serviría ahora que los viajes al exterior están y la nave del club no tiene permiso autorizado para salir del planeta.
—¡Conseguir el permiso tampoco será problema! —exclamó Arthur Hansford—. En un par de horas lo podría tener si acepta el trato.
—Creo que nos vamos entendiendo, señor Hansford.
—¡Entonces no se hable más! Esta misma noche tendrá el permiso para que la nave del Emerald High Society Club salga del planeta el día que gusten, pero a cambio usted se encarga de que a mi hijo se le impida la entrada al club.
-0-0-0-
Pese a que Lita no se encontraba de buen ánimo y de nuevo la incertidumbre se cernía sobre ella, quedarse llorando su pena sobre el futón no era una opción. Ahora que estaba completamente sola, debía comenzar a ganarse el pan de cada día y el de Thorakar. Por lo que, tras llorar su pena, salió con la intención de dirigirse a la cocina y seguir aportando sus conocimientos y nutrirse de los que las cocineras marcianas le compartían. Sin embargo, en su camino se encontró con la princesa Rei, quien la retó a un combate en el que ambas utilizarían libremente y sin restricciones las técnicas de defensa que conocían. Pero cuando ya se habían enfundado con armaduras samuráis y se dirigían al campo de batalla, se encontraron en su camino con el mismísimo Emperador Takahashi.
—¿A dónde van vestidas así? —les cuestionó el Emperador.
—A entrenar —respondió la princesa Rei encogiéndose de hombros—. Lita dice ser muy hábil en el combate cuerpo a cuerpo, así que quiero saber qué tan buena es.
Los ojos del emperador se posaron entonces sobre Lita, y ella se incomodó al sentir su escrutinio.
—¡Qué extraño! —exclamó el rey—. ¿Una doncella joviana que sabe pelear?
—Pues sí —exclamó Lita—. Un poco.
—Tengo entendido que a los jovianos no les gusta que sus mujeres entrenen y no se acostumbra que aprendan —dijo el emperador—. ¿Quién le enseñó, señorita Lita?
—Mi pa… mi padre —tartamudeó Lita—. De él aprendí.
—¡Interesante! —exclamó el rey.
Lita sintió que el corazón comenzaba a latirle rápidamente, pero entonces el emperador cambió de tema.
—Bueno, necesito que dejen su entrenamiento para otro momento —dijo el Emperador—. La nave en la que vienen los Moon y los Sweeney acaba de aterrizar en Marte. He mandado un carruaje por ellos, así que las quiero vestidas con sus mejores kimonos para darles la bienvenida.
—¿Ha dicho los Sweeney? —preguntó Lita con voz temblorosa.
—Sí, los Sweeney de Terra. Me refiero al duque Ned Sweeney y su familia —dijo el Emperador—. ¿Los conoce, señorita Lita?
—¡No! —se apresuró a responder Lita—. Es decir… ¿quién no ha escuchado hablar de… de ellos?
—Supongo que en Júpiter se habrá escuchado y bastante. ¿Verdad? Sobre todo porque la hija menor del Rey Cedrick estuvo a punto de casarse con uno de ellos.
Lita de pronto sintió el corazón latirle rápidamente, y un escalofrío recorrió todo su cuerpo, pues la charla con el emperador la estaba incomodando. Además, no deseaba encontrarse de nuevo con el hombre que había amado y que la había abandonado cuando más lo necesitaba; y por supuesto, tampoco quería encontrarse con aquel despiadado que la había marcado para siempre al tomar por la fuerza su virginidad.
—¡Padre!, ¿Sabía que el rufian de Jaedite y los Sweeney llegaron y no me lo dijo? —intervino Rei, desviando la conversación.
—Estoy tan confiado en tus premoniciones que creí que ya te lo había revelado el fuego, hija
—Sabe muy bien que no funciona así, padre. Yo no elijo qué ver —respondió Rei.
—De cualquier forma, las quiero listas para darles la bienvenida a los Sweeney y a los Moon.
Sin decir más, el Emperador pasó de largo dejándolas a solas, y entonces, Lita, ante la idea de saber que podría ver de nuevo al hombre que la despreció y al que la había mancillado, sintió náuseas y se recargó contra un muro.
—¿Está bien, señorita? —preguntó Rei preocupada.
—Sí —susurró Lita.
—Estoy al tanto de que hace dos años iba a casarte con Lord Neflyte Sweeney, e intuyo por qué el matrimonio no se llevó a cabo.
Las palabras de la princesa Rei sorprendieron a Lita, quien de pronto se sintió avergonzada al creer que la princesa, con sus dotes psíquicas, había descubierto aquel secreto que la avergonzaba.
—¿Qué está pensando de mí?
—Supongo que los Sweeney habrán presionado a Lord Neflyte para que no tomara por esposa a una doncella que no pertenece a la nobleza y que nació fuera del matrimonio —dijo la princesa—. ¿Pero sabe qué? Eso solo significa que Neflyte no merece su amor, así que no te sientas mal y agradezca al dios en el que crea que ese hombre no esté en su vida, pero en fin, si no quiere verlos encierrese en sus aposentos Yo me encargaré de idear un plan para excusar su ausencia al momento de recibirlos. ¿De acuerdo?
—¡Muchas gracias, princesa! —exclamó Lita.
-0-0-0-
Nada más llegar a los aposentos donde había estado hospedada durante las últimas semanas, Lita se dirigió hacia Thorakar y le quitó las galletas que estaba devorando sin parar, provocando que el pequeño dragón comenzara a lanzar graznidos de disgusto.
—¡Cállate! —susurró Lita—. Has comido demasiado y lo último que necesito es que te enfermes del estómago.
Thorakar comenzó a golpear el piso con sus aletas, y entonces, Lita lo tomó entre sus manos y lo miró a los ojos.
—¡Escúchame bien, Thorakar! —dijo Lita—. Estamos solos y en peligro. Creo que el Emperador ya sabe que soy la hija del Rey Cedrick, además los Sweeney y Jaedite van a llegar dentro de media hora, así que tenemos que irnos antes de que lleguen.
Lita vio el terror en la cara de Thorakar, sin embargo, lo dejó de lado y se dispuso a empacar sus pocas pertenencias. Antes de partir, sacó el relicario que le había regalado Andrew. Por un momento, al verlo, la invadieron sentimientos encontrados, pero no había tiempo para lamentos ni para regodearse en su corazón herido. Lo dejó sobre la mesita baja dentro de los aposentos.
¡Hola mis amigos!
Disculpen que no actualizara antes, pero es que la verdad, cada año durante la segunda mitad de noviembre y la primera mitad de diciembre tengo muchísimo trabajo, así que me fue difícil avanzar y sacar a tiempo este capitulo, pero pues finalmente aquí esta y espero que les guste.
No se que mas decir, pero pues a cada uno de ustedes que me leen se los agradezco, en espacial a mis amigas que suelen dejarme sus reviews: Hospitaller Knight, Maga del Mal, Jahayra Kino, Eduardo, Magic Moon, Subzie; y pues si me falto alguien de mencionar pido mil disculpas.
En fin amigos, nos estamos leyendo.
¡Saludos!
