POV KARA

¿Cómo sucedió esto? Estoy en la cocina de Lena preparando la cena. Es difícil estar de mal humor cuando la mujer tiene una cocina de ensueño. No hay nada que me guste más que cocinar, y en una cocina como la suya, podría cocinar un festín. Todo lo que hay aquí es nuevo y de última generación. Ese constructor realmente se esforzó cuando hizo este lugar.

Mi cocina es tan pequeña que apenas puedo hacer unas docenas de galletas sin que sea un dolor de cabeza por la falta de espacio en la encimera. Además, mi horno está malo. Lena tiene estos hornos dobles para morirse. Puedo hacer galletas y la cena a la vez en ellos.

—Eres rica— Digo.

—Me va bien— Se encoge de hombros como siempre.

Está sentada en una de las sillas altas de la isla de la cocina observándome. Bear está tumbado en una alfombra frente a las puertas dobles que dan a la terraza. Esto se siente tan acogedor ahora mismo.

A pesar de lo gruñona que puede ser Lena, en realidad es más amable conmigo que con cualquier otra persona de la ciudad. Estoy segura de que por eso siempre me envían cuando llama. Nadie más pasa por la puerta principal.

La he visto por la ciudad. No le da a las demás personas ni la hora del día. Conmigo se detiene a conversar si nos encontramos. La mayoría de las veces ignora a los demás o les gruñe.

Nunca olvidaré la vez que ambas estábamos en la panadería y Eve Teschmacher intentó captar su atención. Eso no suele ser difícil para ella. Todos los hombres y mujeres de la ciudad babean por ella. Tiene unas tetas enormes y unos ojos azules brillantes. También es muy alta, con piernas para días.

Está en su tercer matrimonio. Salta de pareja en pareja, siempre queriendo algo nuevo y brillante. Lena casi le ladró para que se alejara de ella cuando intentó coquetearle. Y Eve me dio una mirada fulminante cuando Lena se acercó a mí y empezó a preguntarme qué galletas eran las mejores de la pastelería. Acabé llevándole unas que había hecho yo.

La verdad es que Lena no está en la ciudad a menudo, pero por alguna razón siempre me las arreglo para encontrarme con ella cuando está ahí. A veces me pregunto si hay una cosa invisible que siempre nos une.

Mi madre y mi abuela creen en esas cosas. Tienen todo tipo de ideas sobre el amor y tener una llama gemela destinada. Es difícil no creerles. Tienen el tipo de matrimonio que muchas chicas sueñan tener. Bueno, yo sé que lo hago.

Algunos pensarán que soy demasiado simple, pero mi sueño siempre ha sido ir a la universidad y volver a casa para casarme y tener un montón de bebés. Los mejores momentos de mi vida han ocurrido en esta ciudad y con mi familia.

Algunas mujeres tienen grandes sueños de mudarse a la ciudad, y eso es genial. Todo el mundo debería ir detrás de lo que quiere. Intento que no me moleste cuando la gente me dedica una sonrisa triste cuando les digo lo que quiero en la vida. Me lo hicieron muchas veces en la universidad.

—¿Fue grosero? Fue grosero. No debería haber dicho eso— Lena se mete otra uva en la boca. Intento no moverme bajo su mirada. Me ha estado observando como si fuera su propio programa de cocina o algo así. Es lo menos que puedo hacer ya que voy a estar atrapada aquí quién sabe cuánto tiempo. Estoy feliz de haber encontrado a Bear y de que esté bien.

—Puedes decir lo que quieras, Kara. De hecho, me encanta tu franqueza. La encuentro refrescante—

—Oh, bueno, entonces, también podría preguntar. ¿Cómo te hiciste tan rica? ¿Fuiste a alguna universidad elegante? — Las preguntas se me escapan.

—No hubo universidad para mí. El FBI derribó mi puerta cuando tenía diecisiete años. Dijo que podía trabajar para ellos o ir a la cárcel— La miró fijamente, esperando que se ría o algo así porque me está tomando el pelo, pero Lena no es de las que bromean. Está hablando en serio. Mierda.

—¿Qué has hecho? — Susurro cuando se me pasa el susto.

—Como tú, puedo ser un poco entrometida— Ahora sonríe.

—Oye, no soy entrometida. Te estaba ayudando con todas esas cajas. Deberías agradecerme—

—Gracias— Me guiña un ojo. Mis entrañas se agitan. Siempre he pensado que Lena era hermosa, pero si le añades que de repente es encantadora, mi enamoramiento no va a llevar bien esto.

—Puedes agradecérmelo diciéndome qué hiciste para llamar la atención del FBI— Realmente me sorprende cuando empieza a soltarme toda la sopa. También es lo máximo que le he oído hablar en una sola sesión. No solo es rica, sino también muy inteligente.

No me sorprende. Es un poco injusto que consiga ser todo eso y además hermosa. Algunas personas tienen toda la suerte. Sin embargo, esto explica por qué es una introvertida. Pasa la mayor parte del tiempo sola con un montón de ordenadores. Dios, probablemente voy a terminar volviéndolo loca.

—Aprendí mucho del FBI. En realidad, estoy agradecida de que me hayan atrapado. ¿Quién sabe en qué me podría haber metido? —

—No sabía que el FBI pagaba tan bien— Miro a la elegante cocina. Un ladrido de risa proviene de Lena. El sonido es muy sexy. No sabía que una risa pudiera ser sexy.

—Entonces no lo hacían. Ahora lo hacen cuando quieren mi ayuda. Soy freelance para ellos ahora—

—¿Solo para los buenos? —

—¿Intentas atraparme en algo, ayudante del sheriff Danvers? —

—¡No! — Chillo —A veces olvido que soy policía—

—¿Y cómo ha ocurrido eso? — Pregunta. Empujo algunas de las pechugas de pollo que ya están hechas al otro lado de la isla para que pueda picarlas —Tienes una licenciatura en trabajo social—

—Así es. ¿Cómo lo sabes? —

—Me lo habrás dicho— Dice antes de meterse uno de los trozos de pollo en la boca.

—Oh— No lo recuerdo, pero quizá sí. Suelo divagar. Pero no suelo hablar mucho de la universidad.

—¿Por qué? — Pregunta. No había querido decir esa última parte en voz alta.

—No me gustaba. Echaba mucho de menos mi casa y nunca me sentí parte de ella—

—Me resulta difícil de creer. Es fácil hablar contigo—

—Gracias— Me doy la vuelta, dejando caer unos cuantos platos en el fregadero. Cuando me giro de nuevo, me topo con la pared de su cuerpo. Lena puede moverse sin hacer un maldito ruido.

—¿Alguien te ha hecho daño? — No hay que perder el filo en su voz.

—No, simplemente no congenié con nadie. Pertenezco a Winter Falls. La universidad solo me lo demostró. No hay nada malo en querer vivir en un pueblo pequeño—

—No he dicho que lo haya. Estoy descubriendo que también me gusta bastante este lugar—

—Creo que me gusta tenerte aquí en Winter Falls, Lena. Aunque llames y te quejes a menudo—

—¿Por qué no habría de hacerlo si te envían cada vez que lo hago? — Dejo escapar un pequeño grito de sorpresa. ¿De verdad llamó con la esperanza de que fuera yo a quien enviaran? El temporizador del horno empieza a sonar —Deja que lo coja—

Lena da un paso atrás, llevándose todo el calor. Coge los guantes del horno, poniéndoselos antes de sacar mis ziti horneados.

—Tengo un título en trabajo social porque hago mucho trabajo con la despensa de alimentos en la ciudad. Es todo trabajo voluntario, pero nadie tiene una formación real. Pensé que podría ser útil. Y lo ha sido—

—Realmente eres pura bondad, ¿No es así, Kara? —

—No, soy entrometida ¿Recuerdas? Tengo mis vicios— Lucha contra una sonrisa —El sheriff John necesitaba una ayudante y me lo pidió. La cierto es que no acudo a las llamadas que puedan suponer una amenaza. Winter Falls consiguió una subvención así que necesitaban contratar a alguien para el puesto. Siendo sincera lo he disfrutado mucho. Me permite ayudar a la gente de diferentes maneras. Mi parte favorita es cuando puedo ir a las escuelas—

—¿Así que no soy una gran molestia? — Lena mete la mano en uno de los armarios y nos coge unos platos.

—En realidad recibimos muchas llamadas extrañas. La semana pasada tuve que ir a ayudar a la señora Rainey a programar su nuevo despertador. El Sr. Berks me hizo ir a averiguar por qué su casa emitía un pitido. Terminé cambiando las baterías de sus detectores de humo. Te sorprendería saber cuántas llamadas de ese tipo recibimos—

—¿Se hace cansado? —

—No— Digo con sinceridad —Estoy feliz de ayudar si puedo— Lena deja los platos en la mesa y se dirige de nuevo hacia mí. No se detiene hasta que se aprieta contra mí. Estoy atrapada entre ella y el mostrador —¿Lena? —

—Hay algo en lo que necesito que me ayudes, Kara—

—¿Qué? — Me lamo los labios repentinamente secos. Sus ojos se posan en ellos.

—Me muero por saber si sabes tan dulce como eres— Dice antes de que su boca esté en la mía. De alguna manera, sé que nunca seré la misma después de este beso.