Capítulo 13 La primera prueba

CUANDO se levantó el domingo por la mañana, Harry no supo donde estaba hasta que vio la media docena de libros desparramados a su alrededor y agradeció que la Señora pins la bibliotecaria no lo hubiese encontrado.

No parecía muy tarde el sol apenas se asomaba por el horizonte. Poniendo rápidamente los libros en su lugar corrió en dirección a la torre Gryffindor. Mientras se deslizaba por los desiertos pasillos del castillo todo le regreso.

A pesar de haber leído toda la noche no encontró nada que pudiera detener a un dragón enfurecido, proneto entró en la torre Gryffindor, la sala común estaba desierta todavía subió a su habitación, para poder dormir un rato más.

Más tarde Harry puso tan poca atención al vestirse que tardó un rato en darse cuenta de que estaba intentando meter un pie en el sombrero en vez de hacerlo en el calcetín.

Cuando por fin se hubo puesto todas las prendas en las partes correctas del cuerpo, salió aprisa para buscar a Hermione, y la encontró a la mesa de Gryffindor del Gran Comedor, desayunando con Ginny.

Demasiado intranquilo para comer, Harry aguardó a que Hermione se tomara la última cucharada de gachas de avena y se la llevó fuera para dar otro paseo con ella. En los terrenos del colegio, mientras bordeaban el lago, Harry le contó todo lo de los dragones y lo que le había dicho Sirius.

Aunque muy asustada por las advertencias de Sirius sobre Karkarov, Hermione pensó que el problema más acuciante eran los dragones.

"Primero vamos a intentar que el martes por la tarde sigas vivo, y luego ya nos preocuparemos por Karkarov. Dieron tres vueltas al lago, pensando cuál sería el encantamiento con el que se podría someter a un dragón. Pero, como no se les ocurrió nada, fueron a la biblioteca. Harry cogió todo lo que vio sobre dragones, y uno y otro se pusieron a buscar entre la alta pila de libros.«Embrujos para cortarles las uñas… Cómo curar la podredumbre de las escamas…» Esto no nos sirve: es para chiflados como Hagrid que lo que quieren es cuidarlos… " «Es extremadamente difícil matar a un dragón debido a la antigua magia que imbuye su gruesa piel, que nada excepto los encantamientos más fuertes puede penetrar…»" leyó Hermione.

"¡Pero Sirius dijo que había uno sencillo que valdría!" Busquemos pues en los libros de encantamientos sencillos…" dijo Harry, apartando a un lado el Libro del amante de los dragones.

"ademas ya te lo eh dicho algunos de estos libros ya los revise anoche no hay nada util"

Volvió a la mesa con una pila de libros de hechizos y comenzó a hojearlos uno tras otro. A su lado, Hermione cuchicheaba sin parar:

"Bueno, están los encantamientos permutadores… pero ¿para qué cambiarlos? A menos que le cambiaras los colmillos en gominolas o algo así, porque eso lo haría menos peligroso… El problema es que, como decía el otro libro, no es fácil penetrar la piel del dragón. Lo mejor sería transformarlo, pero, algo tan grande, me temo que no tienes ninguna posibilidad: dudo incluso que la profesora McGonagall fuera capaz… Pero tal vez podrías encantarte tú mismo. Tal vez para adquirir más poderes. Claro que no son hechizos sencillos, y no los hemos visto en clase; sólo los conozco por haber hecho algunos ejercicios preparatorios para el TIMO…"

"Hermione" pidió Harry, exasperado, " ¿quieres callarte un momento, por favor? Trato de concentrarme."

Pero lo único que ocurrió cuando Hermione se calló fue que el cerebro de Harry se llenó de una especie de zumbido que tampoco lo dejaba concentrarse. Recorrió sin esperanzas el índice del libro Maleficios básicos para el hombre ocupado y fastidiado: arranque de cabellera instantáneo —pero los dragones ni siquiera tienen pelo, se dijo—, aliento de pimienta —eso seguramente sería echar más leña al fuego—, lengua de cuerno —precisamente lo que necesitaba: darle al dragón una nueva arma…

"¡Oh, no!, aquí vuelve. ¿Por qué no puede leer en su barquito?" dijo Hermione irritada cuando Viktor Krum entró con su andar desgarbado, les dirigió una hosca mirada y se sentó en un distante rincón con una pila de libros "Vamos, Harry, volvamos a la sala común… El club de fans llegará dentro de un momento y no pararán de cotorrear…"

Y, efectivamente, en el momento en que salían de la biblioteca, entraba de puntillas un ruidoso grupo de chicas, una de ellas con una bufanda de Bulgaria atada a la cintura.

"Creo que deberia pedirle a la profesora McGonagall un permiso para revisar la sección restringida" dijo Harry mientras subían por las escaleras estas decidieron justo en ese momento cambiar de posición.

"Eso es Harry así podríamos encontrar ese encantamiento que menciono Sirius" Hermione se emocionó deberías ir mañana a primera hora.

Harry se detuvo al observar una puerta en el pasillo del segundo piso señalizado como un baño para chicas "Sí Hermione te importaría adelantarte"

"¿Qué sucede Harry?" Preguntó Hermione con curiosidad.

"Nada solo es que me olvide algo en la biblioteca" Mintió Harry "En serio no es nada adelante" dijo al ver que Hermione iba acompañarlo.

Harry vio como Hermione desaparecía por el corredor y rápidamente se metió en el baño se niñas.

"Myrtle estás ahí" susurró pero nadie contesto se metió en silencio.

Abre»" susurro al lavabo

Bajo en silencio por el túnel su varita encendida para iluminar los escalones de piedra, pronto estuvo frente a la puerta que había permanecido abierta desde su última visita.

Cuando al final llegó a la oficina de quien suponía fue Salazar Slytherin.

"Dragones… dragones…" busco entre los libros.

"Fuego y cenizas, dragones en la historia" leyó, Tomo el libro y lo abrió.

Los dragones son unas de las criaturas mágicas más antiguas que han pisado esta tierra. Estas magníficas bestias se remontan de antes de la misma especie humana…

Salto algunas páginas en otro momento podría estudiar la historia de los dragones.

Se sabe que los dragones son tan mortíferos tanto en el cielo como en la tierra, sus alas les permiten volar a grandes velocidades pero estas pueden ser una molestia a la hora de girar en pleno vuelo o al entrar en cuevas donde prefieren hacer sus nidos.

Aunque los dragones son demasiado mágicos para ser afectados por ciertos tipos de magias son vulnerables a las maldiciones más oscuras, hay hechizos que en la actualidad pueden afectar a un dragón muy fácilmente como la maldición de conjuntivitis.

no se recomienda usar este hechizo pues un dragón ciego y enfurecido puede ser más peligroso que uno sano ya que atacará a todo Aquello que emita un sonido aunque sea su propia cría se recomienda distraer al dragón y huir lo antes posible lo más silenciosamente que puedas.

La ferocidad de estas magníficas bestias sólo se puede comparar a las manticoras las cuales pueden llegar al tamaño de un Gales verde no llegan a compararse con un Cola cuerno húngaro uno sino el dragón más peligroso o el Ironbelly ucraniano el dragón más grande conocido…

Una distracción eso podría servir para la prueba si mantenía al dragón distraído con algo lo suficientemente grande podría acercarse sigilosamente al nido y estaría hecho

Harry se llevó el libro al escritorio para seguir leyendo, no supo cuanto tiempo había pasado pero sus ojos estaban resecos y pesados se desperezo con un gran bostezo.

1:03 am leyó en su reloj "No creo que pueda seguir leyendo por hoy" se dijo así mismo.

Abrio uno de los cajones del escritorio y metió allí el libro, vio la varita rodar dentro.

La Tomo para examinarla la última vez no lo hizo con cuidado, No reconoció la madera era muy oscura y un poco más larga que la suya.

La guardo en su bolsillo de la túnica sería de gran ayuda en cualquier emergencia no le serviría tan bien como la que había comprado el mismo pero lo salvaría de algún apuro.

Cerrando el cajón abandono la sala en silencio y varios minutos después se encontraba en el baño de chicas.

Oyó como los lavabos se volvían a acomodar y salió lo más silenciosamente posible no tenía su capa invisible ni su mapa, Hizo una nota mental para siempre llevar su capa con el.

Harry apenas durmió aquella noche. Cuando despertó la mañana del lunes, pensó seriamente, por vez primera, en escapar de Hogwarts. Pero en el Gran Comedor, a la hora del desayuno, miró a su alrededor y pensó en lo que dejaría si se fuera del castillo, y se dio cuenta de que no podía hacerlo. Era el único sitio en que había sido feliz… Bueno, seguramente también había sido feliz con sus padres, pero de eso no se acordaba.

En cierto modo, fue un alivio comprender que prefería quedarse y enfrentarse al dragón a volver a Privet Drive con Dudley. Lo hizo sentirse más tranquilo. Terminó con dificultad el tocino (nada le pasaba bien por la garganta) y, al levantarse de la mesa con Hermione, vio a Cedric Diggory dejando la mesa de Hufflepuff.

Cedric seguía sin saber lo de los dragones. Era el único de los campeones que no se habría enterado, si Harry estaba en lo cierto al pensar que Maxime y Karkarov se lo habían contado a Fleur y Krum.

"Nos vemos en el invernadero, Hermione" le dijo Harry, tomando una decisión al ver a Cedric dejar el Gran Comedor "Ve hacia allí; ya te alcanzaré"

"Llegarás tarde, Harry. Está a punto de sonar la campana"

"Te alcanzaré, ¿vale?"

Cuando Harry llegó a la escalinata de mármol, Cedric ya estaba al final de ella, acompañado por unos cuantos amigos de sexto curso. Harry no quería hablar con Cedric delante de ellos, porque eran de los que le repetían frases del artículo de Rita Skeeter cada vez que lo veían. Lo siguió a cierta distancia, y vio que se dirigía hacia el corredor donde se hallaba el aula de Encantamientos. Eso le dio una idea. Deteniéndose a una distancia prudencial de ellos, sacó la varita y apuntó con cuidado.

"¡Diffindo!"

A Cedric se le rasgó la mochila. Libros, plumas y rollos de pergamino se esparcieron por el suelo, y varios frascos de tinta se rompieron.

"No se molestén" dijo Cedric, irritado, a sus amigos cuando se inclinaron para ayudarlo a recoger las cosas "decidle a Flitwick que no tardaré, vamos"

Aquello era lo que Harry había pretendido. esperó a que los amigos de Cedric entraran en el aula y se apresuró por el corredor, donde sólo quedaban Cedric y él.

"Hola" lo saludó Cedric, recogiendo un ejemplar de Guía de la transformación, nivel superior salpicado de tinta. "Se me acaba de descoser la mochila… a pesar de ser nueva"

"Cedric" le dijo Harry sin más preámbulos, "la primera prueba son dragones"

"¿Qué?" exclamó Cedric, levantando la mirada.

"Dragones" repitió Harry, hablando con rapidez por si el profesor Flitwick salía para ver lo que le había ocurrido a Cedric. "Han traído cuatro, uno para cada uno, y tenemos que burlarlos"

Cedric lo miró. Harry vio en sus grises ojos parte del pánico que lo embargaba a él desde la noche del sábado.

"¿Estás seguro?" inquirió Cedric en voz baja.

"Completamente" respondió Harry "Los he visto"

"Pero ¿cómo te enteraste? Se supone que no podemos saber…"

"No importa" contestó Harry con premura. Sabía que, si decía la verdad, Hagrid se vería en apuros "Pero no soy el único que lo sabe. A estas horas Fleur y Krum ya se habrán enterado, porque Maxime y Karkarov también los vieron"

Cedric se levantó con los brazos llenos de plumas, pergaminos y libros manchados de tinta y la bolsa rasgada colgando y balanceándose de un hombro. Miró a Harry con una mirada desconcertada y algo suspicaz.

"¿Por qué me lo has dicho?" preguntó.

Harry lo miró, sorprendido de que le hiciera aquella pregunta. Desde luego, Cedric no la habría hecho si hubiera visto los dragones con sus propios ojos. Harry no habría dejado ni a su peor enemigo que se enfrentara a aquellos dragones sin previo aviso. Bueno, tal vez a Malfoy y a Snape…

"Es justo, ¿no te parece?" le dijo a Cedric "Ahora todos lo sabemos… Estamos en pie de igualdad, ¿no?"

Harry se sintió culpable al ver la mochila de Cedric por lo que apuntadole con la varita dijo "Reparo" y la mochila de volvió a unir como si nunca se ubiera descocido

Cedric seguía mirándolo con suspicacia cuando Harry escuchó tras él un golpeteo que le resultaba conocido. Se volvió y vio que Ojoloco Moody salía de un aula cercana.

"Ven conmigo, Potter" gruñó. "Diggory, entra en clase"

Harry miró a Moody, temeroso. ¿Los había oído?

"Eh… profesor, ahora me toca Herbología…"

"No te preocupes, Potter. Acompáñame al despacho, por favor…"

Harry lo siguió, preguntándose qué iba a suceder. ¿Y si Moody se empeñaba en saber cómo se había enterado de lo de los dragones? ¿Iría a ver a Dumbledore para denunciar a Hagrid, o simplemente lo convertiría a él en un hurón? Bueno, tal vez fuera más fácil burlar a un dragón siendo un hurón, pensó Harry desanimado, porque sería más pequeño y mucho menos fácil de distinguir desde una altura de quince metros…

Entró en el despacho después de Moody, que cerró la puerta tras ellos, se volvió hacia Harry y fijó en él los dos ojos, el mágico y el normal.

"Eso ha estado muy bien, Potter" dijo Moody en voz baja.

No supo qué decir. Aquélla no era la reacción que él esperaba.

"Siéntate" le indicó Moody.

Harry obedeció y paseó la mirada por el despacho. Ya había estado allí cuando pertenecía a dos de sus anteriores titulares. Cuando lo ocupaba el profesor Lockhart, las paredes estaban forradas con fotos del mismo Lockhart, fotos que sonreían y guiñaban el ojo. En los tiempos de Lupin, lo más fácil era encontrarse un espécimen de alguna nueva y fascinante criatura tenebrosa que el profesor hubiera conseguido para estudiarla en clase. En aquel momento, sin embargo, el despacho se encontraba abarrotado de extraños objetos que, según supuso Harry, Moody debía de haber empleado en sus tiempos de auror.

En el escritorio había algo que parecía una peonza grande de cristal algo rajada. Harry enseguida se dio cuenta de que era un chivatoscopio, porque él mismo tenía uno, aunque el suyo era mucho más pequeño que el de Moody. En un rincón, sobre una mesilla, una especie de antena de televisión de color dorado, con muchos más hierrecitos que una antena normal, emitía un ligero zumbido. Y en la pared, delante de Harry, había colgado algo que parecía un espejo pero que no reflejaba el despacho. Por su superficie se movían unas figuras sombrías, ninguna de las cuales estaba claramente enfocada.

"¿Te gustan mis detectores de tenebrismo?" preguntó Moody, mirando a Harry detenidamente.

"¿Qué es eso?" preguntó a su vez Harry, señalando la aparatosa antena dorada.

"Es un sensor de ocultamiento. Vibra cuando detecta ocultamientos o mentiras… No lo puedo usar aquí, claro, porque hay demasiadas interferencias: por todas partes estudiantes que mienten para justificar por qué no han hecho los deberes. No para de zumbar desde que he entrado aquí. Tuve que desconectar el chivatoscopio porque no dejaba de pitar. Es ultrasensible: funciona en un radio de kilómetro y medio. Naturalmente, también puede captar cosas más serias que las chiquilladas" añadió gruñendo.

"¿Y para qué sirve el espejo?"

"Ése es mi reflector de enemigos. ¿No los ves, tratando de esconderse? No estoy en verdadero peligro mientras no se les distingue el blanco de los ojos. Entonces es cuando abro el baúl"

Dejó escapar una risa breve y estridente, al tiempo que señalaba el baúl que había bajo la ventana. Tenía siete cerraduras en fila. Harry se preguntó qué habría dentro, hasta que la siguiente pregunta de Moody lo sacó de su ensimismamiento.

"De forma que averiguaste lo de los dragones, ¿eh?"

Harry dudó. Era lo que se había temido, pero no le había revelado a Cedric que Hagrid había infringido las normas, y desde luego no pensaba revelárselo a Moody.

"Está bien" dijo Moody, sentándose y extendiendo la pata de palo. "La trampa es un componente tradicional del Torneo de los tres magos y siempre lo ha sido"

Harry frunció un poco el ceño "digamos que lo supe por... una especie de casualidad" sabía perfectamente que no serviría de nada negar que había hecho trampa.

Moody sonrió.

"No pretendía acusarte, muchacho. Desde el primer momento le he estado diciendo a Dumbledore que él puede jugar todo lo limpiamente que quiera, pero que ni Karkarov ni Maxime harán lo mismo. Les habrán contado a sus campeones todo lo que hayan podido averiguar. Quieren ganar, quieren derrotar a Dumbledore. Les gustaría demostrar que no es más que un hombre"

Moody repitió su risa estridente, y su ojo mágico giró tan aprisa que Harry se mareó de sólo mirarlo.

"Bien… ¿tienes ya alguna idea de cómo burlar al dragón?" le preguntó Moody.

"No"

"Bueno, yo no te voy a decir cómo hacerlo" declaró Moody "No quiero tener favoritismos. Sólo te daré unos consejos generales. Y el primero es: aprovecha tu punto fuerte"

"No tengo ninguno" contestó Harry casi sin pensarlo.

"Perdona" gruñó Moody "Si digo que tienes un punto fuerte, es que lo tienes. Piensa, ¿qué se te da mejor?"

"El quidditch" repuso con desánimo "y para lo que me sirve…"

"Bien" dijo Moody, mirándolo intensamente con su ojo mágico, que en aquel momento estaba quieto "Me han dicho que vuelas estupendamente"

"Sí, pero…" Harry lo miró, "no puedo llevar escoba; sólo tendré una varita…"

"Mi segundo consejo general" lo interrumpió Moody "es que emplees un encantamiento sencillo para conseguir lo que necesitas"

Harry lo miró sin comprender. ¿Qué era lo que necesitaba?

"Vamos, muchacho…" susurró Moody. "Conecta ideas… No es tan difícil"

Y eso hizo. Lo que mejor se le daba era volar. Tenía que esquivar al dragón por el aire. Para eso necesitaba su Saeta de Fuego. Y para hacerse con su Saeta de Fuego necesitaba…

"Hermione" susurró Harry diez minutos más tarde, al llegar al Invernadero3 y después de presentarle apresuradas excusas a la profesora Sprout "me tienes que ayudar"

"¿Y qué he estado haciendo, Harry?" le contestó también en un susurro, mirando con preocupación por encima del arbusto nervioso que estaba podando.

"Hermione, tengo que aprender a hacer bien el encantamiento convocador antes de mañana por la tarde"

Practicaron. En vez de ir a comer, buscaron un aula libre en la que Harry puso todo su empeño en atraer objetos. Seguía costándole trabajo: a mitad del recorrido, los libros y las plumas perdían fuerza y terminaban cayendo al suelo como piedras.

"Concéntrate, Harry, concéntrate…"

"¿Y qué crees que estoy haciendo?" contestó él de malas pulgas "Pero, por alguna razón, se me aparece de repente en la cabeza un dragón enorme y repugnante… Vale, vuelvo a intentarlo"

Él quería que hermione faltara a clase para seguir practicando, pero Hermione rehusó de plano perderse Aritmancia.

"Tu sigue practicando Harry" le dijo cuando salió en dirección al aula de Aritmancia.

Por lo que siguieron practicando sólo por lo menos 2 o 3 horas más, cuando oyó a los cientos de estudiantes dirigirse al gran comedor se detuvo observando sus alrededores con cansancio estaba rodeado de montones de cosas: libros, plumas, varias sillas volcadas, un juego viejo de gobstones, y Trevor, el sapo de Neville.

Salió del aula varios minutos después habia ordenado lo mejor que pudo todo, Se obligó a cenar algo su cuerpo gritaba por su cama en la torre de Gryffindor.

"¿Y como te ha ido?" Pregunto Hermione cuando lo encontró.

"Lo eh conseguido puedo llamar un libro desde el otro lado del aula" dijo entre bocados de un muslo de pollo "No lo se Hermione"

"¿Qué sucede harry?" hermione lo miró preocupada.

"La escoba estará muy lejos tendría que formular un plan secundario" dijo frunciendo el entrecejo.

Harry había pensado en la posibilidad de que su escoba no llegara jamás.

"La capa Harry puedes usar la capa invisible la llevaré en mi mochila si quieres" Hermione le dijo luego de pensar varios segundos.

"Podría…" Harry murmuro observando el Gran Comedor.

Vio como draco malfoy charlaba con el osco victor krum, krum parecía más osco de lo normal pero aún así no parecía preocupado, todo lo contrario de Fleur delacour quien estaba blanca como el papel y apenas levantaba la mirada de su plato pero el peor era Cedric Diggory tenía aspecto de que vomitaría en cualquier momento, sus amigos le hablaban preocupados por el.

Luego vio a Dumbledore quien hablaba animado con Madame maxime y de ptonto algo de un pasado lejano se removió en su cabeza un recuerdo feliz, pero triste a la vez .

Frente aún espejo un niño ilusionado de ver a su alrededor a toda su familia.

Y en ese momento una voz había destrozado la magia del espejo, era Dumbledore y Harry se record

"Es curioso lo miope que se puede volver uno al ser invisible" dijo Dumbledore, y Harry se sintió aliviado al ver que le sonreía

"Entonces" continuó Dumbledore, bajando del pupitre para sentarse en el suelo con Harry " tú, como cientos antes que tú, has descubierto las delicias del espejo de Oesed"
"No sabía que se llamaba así, señor"
"Pero espero que te habrás dado cuenta de lo que hace, ¿no?"
"Bueno… me mostró a mi familia y…"
"Y a tu amigo Ron lo reflejó como capitán"
"¿Cómo lo sabe…?"
"No necesito una capa para ser invisible" dijo amablemente Dumbledore
.

"Hermione" dijo interrumpiendo el silencio que se había interpuesto entre los dos.

Y siguió al ver que Hermione lo miraba con curiosidad "Dumbledore una vez que me dijo que el no necesitaba una capa invisible para hacerse invisible"

Hermione lo observo con una ligera mirada de desconcierto "puede que haya leído algo al respecto pero tendríamos que ir a la biblioteca"

Harry asintió "vamos cuando terminemos"

Ambos salieron del gran comedor junto con varios estudiantes de durmstrang y beauxbatons Harry dejó que Hermione fuera delante entre la multitud.

Vio a krum pasar junto a el su mirada osca se cruzo con la suya y krum asintió en forma de saludo, Pero Harry no se perdió la mirada que le lanzó a Hermione.

Harry no le dio más importancia y siguió a hermione hacia la biblioteca

Entraron lo más silenciosamente posible pues la biblioteca ya había cerrado estaba todo a oscuras y en un silencio inquietante.

Recorrían los pasillos en silencio "¿será una transfiguración o un encantamiento?" Pregunto Harry leyendo el índice de un libro de transformaciones, a la luz de una vela que flotaba junto a el.

"Me parece que la profesora Mcgonagall lo mencionó" dijo Hermione un estante más aya.

"aquí" dijo Harry desde un libro de encantamientos avanzados.

Lo llevo a una mesa con sin despegar los ojos del libro.

Elencantamiento desilusionadores unencantamientoque disfraza a un objetivocomo su entorno, no haciéndolo invisible, sino haciéndolo adquirir el color y la textura exactos de su entorno, convirtiéndolo efectivamente en un camaleón.

Este encantamiento es no verbal y moderadamente complejo pero si se logra dominar por completo no hay manera de detectar a la persona u objeto sobre el que se lo a lanzado pocas personas llegaron a dominar al cien por ciento este encantamiento.

El movimiento de la varita es realizar un remolino en el aire desde izquierda a derecha si su determinación y resolución son fuertes el hechizo será realizado, en cambio si uno de estos flaquea el objeto o persona no se verá afectada o su piel se tornará de varios colores.

Harry dejó el libro sobre la mesa y mirando a su alrededor encontró una silla y la apunto con la varita "Accio" la silla se arrastro hasta el.

Hermione lo sonrió mientras ella tomaba el libro para leer más sobre el tema.

Harry puso toda su concentración en la silla y repitiendo el movimiento de varita indicado en el libro apunto a la silla.

Esta no se volvió invisible tampoco y tampoco cambio de color solamente dio una pequeña sacudida cuando Harry termino el movimiento de varita.

Se concentro en cada detalle de la silla de madera y repitió el procedimiento, la silla está vez se volvió de un tono negro azabache que se confundía con la oscuridad "Finite" dijo y la silla volvió al marrón caoba original.

Esta vez se tomó el tiempo de grabarse cada detalle de la silla cuando hermione los interrumpió.

"Tienes que centrarte en que la silla se vuelva transparente como si lo cubrieras con la capa invisible" le dijo leyendo en busca de más información.

Harry asintió centrándose nuevamente en la silla.

"Eso está mejor, Harry, eso está mucho mejor" aprobó Hermione, exhausta pero muy satisfecha.

Eran las 2:46 de la madrugada habían estado allí casi 4 horas Harry no había descansado ni un segundo.

"Bueno ahora ya no se ve" dijo con los ojos entrecerrados viendo el aire donde hasta hace un segundo estaba la silla.

La tambaleante llama de la vela creaba ondulaciones en la superficie casi transparente de la sillas.

"Ahora hay que probar si me puedo hacer invisible yo" dijo y se apunto en el pecho.

"¡Creo que esto ya lo dominas, Harry!" dijo Hermione, muy contenta.

"Espero que funcione mañana" repuso Harry "con los nervios probablemente sea más difícil" agitó la mano frente a su rostro y vio como el contorno de sus dedos se movían no era invisible como tal era más como si vieras a través de una un jabón de cristal

"No importa" declaró Hermione con firmeza "Siempre y cuando te concentres de verdad, serás casi invisible y la Saeta irá hasta ti. Ahora mejor nos vamos a dormir, Harry… Lo necesitarás."

Harry había puesto tanto empeño aquella noche en aprender el encantamiento y en el encantamiento desilusionador se había olvidado del miedo. Éste volvió con toda su intensidad a la mañana siguiente. En el colegio había una tensión y emoción enormes en el ambiente. Las clases se interrumpieron al mediodía para que todos los alumnos tuvieran tiempo de bajar al cercado de los dragones. Aunque, naturalmente, aún no sabían lo que iban a encontrar allí.

Harry se sentía extrañamente distante de todos cuantos lo rodeaban, ya le desearan suerte o le dijeran entre dientes al pasar a su lado: «Tendremos listo el paquete de pañuelos de papel, Potter.» Se encontraba en tal estado de nerviosismo que le daba miedo perder la cabeza cuando lo pusieran frente al dragón y liarse a echar maldiciones a diestro y siniestro.

El tiempo pasaba de forma más rara que nunca, como a saltos, de manera que estaba sentado en su primera clase, Historia de la Magia, y al momento siguiente iba a comer… y de inmediato (¿por dónde se había ido la mañana, las últimas horas sin dragones?) la profesora McGonagall entró en el Gran Comedor y fue a toda prisa hacia él. Muchos los observaban.

"Los campeones tienen que bajar ya a los terrenos del colegio… Tienes que prepararte para la primera prueba"

"¡Bien!" dijo Harry, poniéndose en pie. El tenedor hizo mucho ruido al caer al plato.

"Buena suerte, Harry" le susurró Hermione "¡Todo irá bien!"

"Sí" contestó, con una voz que no parecía la suya.

Salió del Gran Comedor con la profesora McGonagall. Tampoco ella parecía la misma; de hecho, estaba casi tan nerviosa como Hermione. Al bajar la escalinata de piedra y salir a la fría tarde de noviembre, le puso una mano en el hombro.

"No te dejes dominar por el pánico" le aconsejó "conserva la cabeza serena. Habrá magos preparados para intervenir si la situación se desbordara… Lo principal es que lo hagas lo mejor que puedas, y no quedarás mal ante la gente. ¿Te encuentras bien?"

"Sí" se oyó decir Harry "Sí, me encuentro bien"

Ella lo conducía bordeando el bosque hacia donde estaban los dragones; pero, al acercarse al grupo de árboles detrás del cual habría debido ser claramente visible el cercado, Harry vio que habían levantado una tienda que lo ocultaba a la vista.

"Tienes que entrar con los demás campeones" le dijo la profesora McGonagall con voz temblorosa "y esperar tu turno, Potter. El señor Bagman está dentro. Él te explicará lo que tienes que hacer… Buena suerte"

"Gracias " dijo Harry con voz distante y apagada.

Ella lo dejó a la puerta de la tienda, y Harry entró.

Fleur Delacour estaba sentada en un rincón, sobre un pequeño taburete de madera. No parecía ni remotamente tan segura como de costumbre; por el contrario, se la veía pálida y sudorosa. El aspecto de Viktor Krum era aún más hosco de lo habitual, y Harry supuso que aquélla era la forma en que manifestaba su nerviosismo. Cedric paseaba de un lado a otro. Cuando Harry entró le dirigió una leve sonrisa a la que éste correspondió, aunque a los músculos de la cara les costó bastante esfuerzo, como si hubieran olvidado cómo se sonreía.

"¡Harry! ¡Bien!" dijo Bagman muy contento, mirándolo. ¡Ven, ven, ponte cómodo!"

De pie en medio de los pálidos campeones, Bagman se parecía un poco a esas figuras infladas de los dibujos animados. Se había vuelto a poner su antigua túnica de las Avispas de Wimbourne.

"Bueno, ahora ya estamos todos… ¡Es hora de poneros al corriente!" declaró Bagman con alegría. "Cuando hayan llegado los espectadores, os ofreceré esta bolsa a cada uno de vosotros para que saquéis la miniatura de aquello con lo que os va a tocar enfrentaros." Les enseñó una bolsa roja de seda "Hay diferentes… variedades, ya lo veréis. Y tengo que deciros algo más… Ah, sí… ¡vuestro objetivo es coger el huevo de oro!"

Harry miró a su alrededor. Cedric hizo un gesto de asentimiento para indicar que había comprendido las palabras de Bagman y volvió a pasear por la tienda. Tenía la cara ligeramente verde. Fleur Delacour y Krum no reaccionaron en absoluto. Tal vez pensaban que se pondrían a vomitar si abrían la boca; en todo caso, así se sentía Harry. Aunque ellos, al menos, estaban allí voluntariamente…

Y enseguida se oyeron alrededor de la tienda los pasos de cientos y cientos de personas que hablaban emocionadas, reían, bromeaban… Harry se sintió separado de aquella multitud como si perteneciera a una especie diferente. Y, a continuación (a Harry le pareció que no había pasado más que un segundo), Bagman abrió la bolsa roja de seda.

"Las damas primero" dijo tendiéndosela a Fleur Delacour.

Ella metió una mano temblorosa en la bolsa y sacó una miniatura perfecta de un dragón: un galés verde.

Alrededor del cuello tenía el número «dos». Y Harry estuvo seguro, por el hecho de que Fleur Delacour no mostró sorpresa alguna sino completa resignación, de que no se había equivocado: Madame Maxime le había dicho qué le esperaba.

Lo mismo que en el caso de Krum, que sacó el bola de fuego chino. Alrededor del cuello tenía el número «tres». Krum ni siquiera parpadeó; se limitó a mirar al suelo.

Cedric metió la mano en la bolsa y sacó el hocicorto sueco de color azul plateado con el número «uno» atado al cuello. Sabiendo lo que le quedaba, Harry metió la mano en la bolsa de seda y extrajo el colacuerno húngaro con el número «cuatro». Cuando Harry lo miró, la miniatura desplegó las alas y enseñó los minúsculos colmillos.

"¡Bueno, ahí lo tenéis!" dijo Bagman. "Han sacado cada uno el dragón con el que les tocará enfrentaros, y el número es el del orden en que saldréis, ¿comprendéis? Yo tendré que dejaros dentro de un momento, porque soy el comentador. Diggory, eres el primero. Tendrás que salir al cercado cuando oigas un silbato, ¿de acuerdo? Bien. Harry… ¿podría hablar un momento contigo, ahí fuera?"

"Eh… sí" respondió Harry sin comprender. Se levantó y salió con Bagman de la tienda, que lo llevó aparte, entre los árboles, y luego se volvió hacia él con expresión paternal.

"¿Qué tal te encuentras, Harry? ¿Te puedo ayudar en algo?"

"¿Qué?" dijo Harry . "No, en nada"

"¿Tienes algún plan?" le preguntó Bagman, bajando la voz hasta el tono conspiratorio. "No me importa darte alguna pista, si quieres. Porque" continuó Bagman bajando la voz más aún "eres el más débil de todos, Harry. Así que si te puedo ser de alguna ayuda…"

"No" contestó Harry tan rápido que comprendió que había parecido descortés "no. Ya… ya he decidido lo que voy a hacer, gracias"

"Nadie tendría por qué saber que te he ayudado, Harry" le dijo Bagman guiñándole un ojo.

"No, no necesito nada, y me encuentro bien" afirmó Harry, preguntándose por qué se empeñaba en decirle a todo el mundo que se encontraba bien, cuando probablemente jamás se había encontrado peor en su vida. "ya tengo un plan. Voy…"

Se escuchó, procedente de no se sabía dónde, el sonido de un silbato.

"¡Santo Dios, tengo que darme prisa!" dijo Bagman alarmado, y salió corriendo.

Harry volvió a la tienda y vio a Cedric que salía, con la cara más verde aún que antes. Harry intentó desearle suerte, pero todo lo que le salió de la boca fue una especie de gruñido áspero.

Volvió a entrar, con Fleur y Krum. Unos segundos después oyeron el bramido de la multitud, señal de que Cedric acababa de entrar en el cercado y se hallaba ya frente a la versión real de su miniatura.

Sentarse allí a escuchar era peor de lo que Harry hubiera podido imaginar. La multitud gritaba, ahogaba gemidos como si fueran uno solo, cuando Cedric hacía lo que fuera para burlar al hocicorto sueco. Krum seguía mirando al suelo. Fleur ahora había tomado el lugar de Cedric, caminando de un lado a otro de la tienda. Y los comentarios de Bagman lo empeoraban todo mucho… En la mente de Harry se formaban horribles imágenes al oír: «¡Ah, qué poco ha faltado, qué poco…! ¡Se está arriesgando, ya lo creo…! ¡Eso ha sido muy astuto, sí señor, lástima que no le haya servido de nada!»

Y luego, tras unos quince minutos, Harry oyó un bramido ensordecedor que sólo podía significar una cosa: que Cedric había conseguido burlar al dragón y coger el huevo de oro.

"¡Muy pero que muy bien!" gritaba Bagman. "¡Y ahora la puntuación de los jueces!"

Pero no dijo las puntuaciones. Harry supuso que los jueces las levantaban en el aire para mostrárselas a la multitud.

"¡Uno que ya está, y quedan tres!" gritó Bagman cuando volvió a sonar el silbato "¡Señorita Delacour, si tiene usted la bondad!"

Fleur temblaba de arriba abajo. Cuando salió de la tienda con la cabeza erguida y agarrando la varita con firmeza, Harry sintió por ella una especie de afecto que no había sentido antes. Se quedaron solos él y Krum, en lados opuestos de la tienda, evitando mirarse.

Se repitió el mismo proceso.

"¡Ah, no estoy muy seguro de que eso fuera una buena idea!" oyeron gritar a Bagman, siempre con entusiasmo "¡Ah… casi! Cuidado ahora… ¡Dios mío, creí que lo iba a coger!"

Diez minutos después Harry oyó que la multitud volvía a aplaudir con fuerza. También Fleur debía de haberlo logrado. Se hizo una pausa mientras se mostraban las puntuaciones de Fleur. Hubo más aplausos y luego, por tercera vez, sonó el silbato.

"¡Y aquí aparece el señor Krum!" anunció Bagman cuando salía Krum con su aire desgarbado, dejando a Harry completamente solo.

Se sentía mucho más consciente de su cuerpo de lo que era habitual: notaba con claridad la rapidez a la que le bombeaba el corazón, el hormigueo que el miedo le producía en los dedos… Y al mismo tiempo le parecía hallarse fuera de él: veía las paredes de la tienda y oía a la multitud como si estuvieran sumamente lejos…

"¡Muy osado!" gritaba Bagman, y Harry oyó al bola de fuego chino proferir un bramido espantoso, mientras la multitud contenía la respiración, como si fueran uno solo. "¡La verdad es que está mostrando valor y, sí señores, acaba de coger el huevo!

El aplauso resquebrajó el aire invernal como si fuera una copa de cristal fino. Krum había acabado, y aquél sería el turno de Harry.

Se levantó, notando apenas que las piernas parecían de merengue. Aguardó. Y luego oyó el silbato. Salió de la tienda, sintiendo cómo el pánico se apoderaba rápidamente de todo su cuerpo. Pasó los árboles y penetró en el cercado a través de un hueco.

Lo vio todo ante sus ojos como si se tratara de un sueño de colores muy vivos. Desde las gradas que por arte de magia habían puesto después del sábado lo miraban cientos y cientos de rostros. Y allí, al otro lado del cercado, estaba el colacuerno agachado sobre la nidada, con las alas medio desplegadas y mirándolo con sus malévolos ojos amarillos, como un lagarto monstruoso cubierto de escamas negras, sacudiendo la cola llena de pinchos y abriendo surcos de casi un metro en el duro suelo. La multitud gritaba muchísimo, pero Harry ni sabía ni le preocupaba si eran gritos de apoyo o no. Era el momento de hacer lo que tenía que hacer: concentrarse, entera y absolutamente, en lo que constituía su única posibilidad.

Levantó la varita.

"¡Accio Saeta de Fuego!" gritó.

Aguardó, confiando y rogando con todo su ser. Si no funcionaba, si la escoba no acudía… Le parecía verlo todo a través de una extraña barrera transparente y reluciente, como una calima que hacía que el cercado y los cientos de rostros que había a su alrededor flotaran de forma extraña…

Y entonces la oyó atravesando el aire tras él. Se volvió y vio la Saeta de Fuego volar hacia allí por el borde del bosque, descender hasta el cercado y detenerse en el aire, a su lado, esperando que la montara. La multitud alborotaba aún más… Bagman gritaba algo… pero los oídos de Harry ya no funcionaban bien, porque oír no era importante…

Pasó una pierna por encima del palo de la escoba y dio una patada en el suelo para elevarse. Un segundo más tarde sucedió algo milagroso.

Al elevarse y sentir el azote del aire en la cara, al convertirse los rostros de los espectadores en puntas de alfiler de color carne y al encogerse el colacuerno hasta adquirir el tamaño de un perro, comprendió que allá abajo no había dejado únicamente la tierra, sino también el miedo: por fin estaba en su elemento.

Aquello era sólo otro partido de quidditch… nada más, y el colacuerno era simplemente el equipo enemigo…

Miró la nidada, y vio el huevo de oro brillando en medio de los demás huevos de color cemento, bien protegidos entre las patas delanteras del dragón.

"Bien" se dijo Harry a sí mismo, "tácticas de distracción. Adelante."

Descendió en picado. El colacuerno lo siguió con la cabeza. Sabía lo que el dragón iba a hacer, y justo a tiempo frenó su descenso y se elevó en el aire. Llegó un chorro de fuego justo al lugar en que se habría encontrado si no hubiera dado un viraje en el último instante… pero a Harry no le preocupó: era lo mismo que esquivar una bludger.

"¡Cielo santo, vaya manera de volar!" vociferó Bagman, entre los gritos de la multitud "¿Ha visto eso, señor Krum?"

Harry se elevó en círculos. El colacuerno seguía siempre su recorrido, girando la cabeza sobre su largo cuello. Si continuaba así, se marearía, pero era mejor no abusar o volvería a echar fuego.

Harry se lanzó hacia abajo justo cuando el dragón abría la boca, pero esta vez tuvo menos suerte. Esquivó las llamas, pero la cola de la bestia se alzó hacia él, y al virar a la izquierda uno de los largos pinchos le raspó el hombro. La túnica quedó desgarrada.

Le escocía. La multitud gritaba, pero la herida no parecía profunda. Sobrevoló la espalda del colacuerno y se le ocurrió una posibilidad…

El dragón no parecía dispuesto a moverse del sitio: tenía demasiado afán por proteger los huevos. Aunque retorcía la cabeza y plegaba y desplegaba las alas sin apartar de Harry sus terribles ojos amarillos, era evidente que temía apartarse demasiado de sus crías. Así pues, tenía que persuadirlo de que lo hiciera, o de lo contrario nunca podría apoderarse del huevo de oro. El truco estaba en hacerlo con cuidado, poco a poco.

Empezó a volar, primero por un lado, luego por el otro, no demasiado cerca para evitar que echara fuego por la boca, pero arriesgándose todo lo necesario para asegurarse de que la bestia no le quitaba los ojos de encima. La cabeza del dragón se balanceaba a un lado y a otro, mirándolo por aquellas pupilas verticales, enseñándole los colmillos…

Remontó un poco el vuelo. La cabeza del dragón se elevó con él, alargando el cuello al máximo y sin dejar de balancearse como una serpiente ante el encantador.

Harry se elevó un par de metros más, y el dragón soltó un bramido de exasperación. Harry era como una mosca para él, una mosca que ansiaba aplastar. Volvió a azotar con la cola, pero Harry estaba demasiado alto para alcanzarlo. Abriendo las fauces, echó una bocanada de fuego… que él consiguió esquivar.

"¡Vamos!" lo retó Harry en tono burlón, virando sobre el dragón para provocarlo "¡Vamos, ven a atraparme…! Levántate, vamos…"

La enorme bestia se alzó al fin sobre las patas traseras y extendió las correosas alas negras, tan anchas como las de una avioneta, y Harry se lanzó en picado. Antes de que el dragón comprendiera lo que Harry estaba haciendo ni dónde se había metido, éste iba hacia el suelo a toda velocidad, hacia los huevos por fin desprotegidos, pero en el último segundo sintió el calor abrazador de las llamas.

El dragón agacho la enorme cabeza y soltó una gran llamarada desde las mandíbulas abiertas. Harry esquivo por un pelo las llamas y paso por debajo de las patas traseras del colacuerno.

Harry se dio un palmazo en la frente. Porque recordó que había practicado como un condenado el encantamiento desilusionador.

Pronto volvió a dar vueltas alrededor del dragón este lo siguió con la cabeza soltando llamaradas de advertencia tras una particularmente grande que lo oculto de la vista. Harry se desilusionó junto a la Saeta.

El dragón se agacho enroscado sobre su nido más cautelosa no lo encontraba al igual que los cientos de estudiantes que lo buscaban con la mirada.

Harry punto a una gran roca y lanzo "Expecto Patronum" el ciervo plateado salió al galope, el dragón lo noto enseguida.

Distráela por favor pensó y casi como respuesta el ciervo corrió directamente al nido, fue recibido por una gran llamarada, que evito al galope.

El dragon siguiendo sus instintos de depredador corrió tras el ciervo, dejando el nido al descubierto Harry se lanzó de inmediato, Soltó las manos de la Saeta de Fuego… y cogió el huevo de oro.

Y escapó acelerando al máximo, remontando sobre las gradas, con el pesado huevo seguro bajo su brazo ileso.

"Finite" lanzo y se volvió visible nuevamente.

De repente fue como si alguien hubiera vuelto a subir el volumen: por primera vez llegó a ser consciente del ruido de la multitud, que aplaudía y gritaba tan fuerte como la afición irlandesa en los Mundiales.

"¡Miren eso!" gritó Bagman. "¡Mírenlo! ¡Nuestro paladín más joven ha sido el más rápido en coger el huevo! ¡Bueno, esto aumenta las posibilidades de nuestro amigo Potter!"

Harry vio a los cuidadores de los dragones apresurándose para reducir al colacuerno, el ciervo se desvaneció en el aire y a la profesora McGonagall, el profesor Moody y Hagrid, que iban a toda prisa a su encuentro desde la puerta del cercado, haciéndole señas para que se acercara. Aun desde la distancia distinguía claramente sus sonrisas. Voló sobre las gradas, con el ruido de la multitud retumbándole en los tímpanos, y aterrizó con suavidad, con una felicidad que no había sentido desde hacía semanas. Había pasado la primera prueba, estaba vivo…

"¡Excelente, Potter!" dijo bien alto la profesora McGonagall cuando bajó de la Saeta de Fuego. Viniendo de la profesora McGonagall, aquello era un elogio desmesurado. Le tembló la mano al señalar el hombro de Harry "Tienes que ir a ver a la señora Pomfrey antes de que los jueces muestren la puntuación… Por ahí, ya está terminando con Diggory"

"¡Lo conseguiste, Harry!" dijo Hagrid con voz ronca. "¡Lo conseguiste! ¡Y eso que te tocó el colacuerno, y ya sabes lo que dijo Charlie de que era el pe…!"

"Gracias, Hagrid" lo cortó Harry para que Hagrid no siguiera metiendo la pata al revelarle a todo el mundo que había visto los dragones antes de lo debido.

El profesor Moody también parecía encantado. El ojo mágico no paraba de dar vueltas.

"Lo mejor, sencillo y bien, Potter" sentenció.

"Muy bien, Potter. Ve a la tienda de primeros auxilios, por favor" le dijo la profesora McGonagall.

Harry salió del cercado aún jadeando y vio a la entrada de la segunda tienda a la señora Pomfrey, que parecía preocupada.

"¡Dragones!" exclamó en tono de indignación, tirando de Harry hacia dentro.

La tienda estaba dividida en cubículos. A través de la tela, Harry distinguió la sombra de Cedric, que no parecía seriamente herido, por lo menos a juzgar por el hecho de que estaba sentado. La señora Pomfrey examinó el hombro de Harry, rezongando todo el tiempo.

"El año pasado dementores, este año dragones… ¿Qué traerán al colegio el año que viene? Has tenido mucha suerte: sólo es superficial. Pero te la tendré que limpiar antes de curártela"

"No se olvide del basilisco" dijo Harry cansado.

Pomfrey murmuro con enfado. Limpió la herida con un poquito de líquido púrpura que echaba humo y escocía, pero luego le dio un golpecito con la varita mágica y la herida se cerró al instante.

"Ahora quédate sentado y quieto durante un minuto. ¡Sentado! Luego podrás ir a ver tu puntuación." Salió aprisa del cubículo, y la oyó entrar en el contiguo y preguntar "¿Qué tal te encuentras ahora, Diggory?"

Harry no podía quedarse quieto: estaba aún demasiado cargado de adrenalina. Se puso de pie para asomarse a la puerta, pero antes de que llegara a ella entraron dos personas a toda prisa: Hermione e, inmediatamente detrás de ella, Ron.

"¡Harry, has estado genial!" le dijo Hermione con voz chillona. Tenía marcas de uñas en la cara, donde se había apretado del miedo "¡Alucinante! ¡De verdad!"

Harry no pensó en nada más que en hermione y por primera vez inició el contacto abrazándola, la levantó con fuerza y la hizo dar vueltas "gracias, gracias" dijo una y otra vez.

Hermione chilló de alegremente y le devolvió el abrazo.

Harry vio un borrón parado junto a ellos en silencio y la bajo con vergüenza hasta que vio quien era.

"Harry" Hermione lo miró preocupada.

Pero Harry miraba a Ron, que estaba muy blanco y miraba a su vez a Harry como si éste fuera un fantasma.

"Harry" dijo Ron muy serio, "quienquiera que pusiera tu nombre en el cáliz de fuego, creo que quería matarte"

Fue como si las últimas semanas no hubieran existido, como si Harry viera a Ron por primera vez después de haber sido elegido campeón.

"Lo has comprendido, ¿eh?" contestó Harry fríamente. "Te ha costado trabajo" pero no estaba tan enfadado como parecía.

Hermione estaba entre ellos, nerviosa, paseando la mirada de uno a otro. Ron abrió la boca con aire vacilante. Harry se dio cuenta de que quería disculparse y comprendió que no necesitaba oír las excusas.

"Está bien" dijo, antes de que Ron hablara "Olvídalo"

"No" replicó Ron "Yo no debería haber…

"¡Olvídalo!" dijo pero sabía que la mancha de la duda se quedaría ahí por un tiempo.

Ron le sonrió nerviosamente, y Harry le devolvió la sonrisa.

Hermione, de pronto, se echó a llorar.

"¡No hay por qué llorar!" le dijo Harry, desconcertado.

"¡Son tan tontos los dos!" gritó ella, dando una patada en el suelo al tiempo que le caían las lágrimas. Luego, antes de que pudieran detenerla, les dio a ambos un abrazo y se fue corriendo, esta vez gritando de alegría.

"¡Cómo se pone!" comentó Ron, negando con la cabeza "Vamos, Harry, están a punto de darte la puntuación"

Cogiendo el huevo de oro y la Saeta de Fuego, más eufórico de lo que una hora antes hubiera creído posible, Harry salió de la tienda, con Ron a su lado, hablando sin parar.

"Has sido el mejor, ni punto de comparación. Cedric hizo una cosa bastante rara: transformó una roca en un perro labrador, para que el dragón atacara al perro y se olvidara de él. La transformación estuvo bastante bien, y al final funcionó, porque consiguió coger el huevo, pero también se llevó una buena quemadura porque el dragón cambió de opinión de repente y decidió que le interesaba más Diggory que el labrador. Escapó por los pelos. Y Fleur intentó un tipo de encantamiento… Creo que quería ponerlo en trance, o algo así. El caso es que funcionó, se quedó como dormido, pero de repente roncó y echó un buen chorro de fuego. Se le prendió la falda. La apagó echando agua por la varita. Y en cuanto a Krum… no lo vas a creer, pero no se le ocurrió la posibilidad de volar. Sin embargo, creo que después de ti es el que mejor lo ha hecho. Utilizó algún tipo de embrujo que le lanzó a los ojos. El problema fue que el dragón empezó a tambalearse y aplastó la mitad de los huevos de verdad. Le han quitado puntos por eso, porque se suponía que no tenía que causar ningún daño"

Ron tomó aire al llegar con Harry hasta el cercado. Retirado el colacuerno, Harry fue capaz de ver dónde estaban sentados los jueces: justo al otro extremo, en elevados asientos forrados de color oro.

"Cada uno da una puntuación sobre diez" le explicó Ron.

Entornando los ojos, Harry vio a Madame Maxime, la primera del tribunal, levantar la varita, de la que salió lo que parecía una larga cinta de plata que se retorcía formando un ocho.

"¡No está mal!"dijo Ron mientras la multitud aplaudía "Supongo que te ha bajado algo por lo del hombro…"

A continuación le tocó al señor Crouch, que proyectó en el aire un nueve.

"¡Qué bien!" gritó Ron, dándole a Harry un golpecito en la espalda.

Luego le tocaba a Dumbledore. También él proyectó un nueve, y la multitud vitoreó más fuerte que antes.

Ludo Bagman: un diez.

"¿Un diez?" preguntó Harry extrañado "¿Y la herida? ¿Por qué me pone un diez?"

"¡No te quejes, Harry!" exclamó Ron emocionado.

Y entonces Karkarov levantó la varita. Se detuvo un momento, y luego proyectó en el aire otro número: un cuatro.

"¿Qué?" chilló Ron furioso "¿Un cuatro? ¡Cerdo partidista y piojoso, a Krum le diste un diez!"

Pero a Harry no le importaba. No le hubiera importado aunque Karkarov le hubiera dado un cero. Para él, la indignación de Ron a su favor valía más que un centenar de puntos. No se lo dijo a Ron, claro, pero al volverse para abandonar el cercado no cabía en sí de felicidad. Y no solamente a causa de Ron: los de Gryffindor no eran los únicos que vitoreaban entre la multitud. A la hora de la verdad, cuando vieron a lo que se enfrentaba, la mayoría del colegio había estado de su parte, tanto como de la de Cedric. En cuanto a los de Slytherin, le daba igual: ya se sentía con fuerza para enfrentarse a ellos.

"¡Estáis empatados en el primer puesto, Harry! ¡Krum y tú!" le dijo Charlie Weasley, precipitándose a su encuentro cuando volvían para el colegio "Me voy corriendo. Tengo que llegar para enviarle una lechuza a mamá; le prometí que le contaría lo que había sucedido. ¡Pero es que ha sido increíble! Ah, sí… me ordenaron que te dijera que tienes que esperar unos minutos. Bagman os quiere decir algo en la tienda de los campeones."

Ron dijo que lo esperaría, de forma que Harry volvió a entrar en la tienda, que esta vez le pareció completamente distinta: acogedora y agradable. Recordó cómo se había sentido esquivando al colacuerno y lo comparó a la larga espera antes de salir… No había comparación posible: la espera había sido infinitamente peor.

Fleur, Cedric y Krum entraron juntos.

Cedric tenía un lado de la cara cubierto de una pasta espesa de color naranja, que presumiblemente le estaba curando la quemadura. Al verlo, sonrió y le dijo:

"¡Lo has hecho muy bien, Harry!"

"Y tú" dijo Harry, devolviéndole la sonrisa.

"¡Muy bien todos!" dijo Ludo Bagman, entrando en la tienda con su andar saltarín y tan encantado como si él mismo hubiera burlado a un dragón "Ahora, sólo unas palabras. Tenéis un buen período de descanso antes de la segunda prueba, que tendrá lugar a las nueve y media de la mañana del veinticuatro de febrero. ¡Pero mientras tanto os vamos a dar algo en que pensar! Si os fijáis en los huevos que estáis sujetando, veréis que se pueden abrir… ¿Veis las bisagras? Tenéis que resolver el enigma que contiene el huevo porque os indicará en qué consiste la segunda prueba, y de esa forma podréis prepararos para ella. ¿Está claro?, ¿seguro? ¡Bien, entonces podéis iros!"

Harry salió de la tienda, se juntó con Ron y se encaminaron al castillo por el borde del bosque, hablando sin parar. Harry quería que le contara con más detalle qué era lo que habían hecho los otros campeones. Luego, al rodear el grupo de árboles detrás del cual Harry había oído por primera vez rugir a los dragones, una bruja apareció de pronto a su espalda.

Era Rita Skeeter. Aquel día llevaba una túnica de color verde amarillento, del mismo tono que la pluma a vuelapluma que tenía en la mano.

"¡Enhorabuena, Harry!" lo felicito Me pregunto si podrías concederme unas palabras. ¿Cómo te sentiste al enfrentarte al dragón? ¿Te ha parecido correcta la puntuación que te han dado?

"No, sólo puedo concederle una palabra" replicó Harry de malas maneras "¡adiós!"

Y continuó el camino hacia el castillo, al lado de Ron.

….

Nota del autor:

Al fin un capitulo nuevo mil disculpas fue un año muy ajetreado y no tuve casi tiempo para escribir esta historia.

Ahora estaba pensando en tomar la historia naruto y rearmarla cambiando algunas cosas que no me gustaron como quedaron que dicen.

Fin: gracias por leer ;)