Harrods estaba a rebosar esa tarde.

Parecía como si todo el mundo hubiese decidido salir a por las compras navideñas el primer día de diciembre…como si no hubiese tiempo suficiente hasta el día 25.

Hermione refunfuñó. Tenía que encontrar un dichoso vestido para la gala de Navidad del ministerio y pensó, que en la zona muggle estaría más tranquila…pero se equivocó.

El establecimiento estaba abarrotado de gente comprando pijamas navideños, jerseys con la cara de papá Noel y demás compras navideñas típicas para las fiestas.

No le apetecía una túnica de gala…ella quería lucir con un vestido muggle, reflejando sus orígenes y realzando sus curvas (porque para ser sinceros, los vestidos muggles se acentuaban más que las túnicas de gala de Madame Malkins).

Y Hermione quería impresionar a alguien. Llevaba varios meses siendo el blanco de las burlas de su compañero de trabajo.

Granger, ¿En serio no tienes otra cosa que ponerte que no sea esa ropa insulsa?

Granger deberías enseñar un poco más de piernas si quieres conseguir un marido antes de los 30…

Hermione estaba decidida: pensaba callarle la boca a Draco Malfoy y si para ello tenía que ponerse el vestido más ajustado, sexy y provocativo…así lo haría.

Aunque solo fuese para demostrarle a ese arrogante que ella no conseguía marido o pareja porque no quería: le gustaba su vida, su trabajo y su soltería.

¡Que se preocupase él de encontrar una mujer decente y no las miles de modelos con las que se le veía en Corazón de Bruja!

Aunque, para ser honestos…Hermione también quería que él la mirase por una vez en su vida como una mujer y no como su colega.

Así que resopló fuerte y se adentró en Harrods.

Aguantaría el bullicio de las compras navideñas y encontraría el mejor vestido que Draco Malfoy hubiera visto en su vida.


La gala de Navidad que todos los años celebraba el ministerio de magia se realizaba en los salones de baile de las mansiones requisadas a los mortifagos encerrados en Azkaban.

Ese año, habían elegido la Mansión Nott por ser un antiguo castillo digno de la alta nobleza de Gran Bretaña y Escocia.

Cuando Hermione llegó por red flu a una pequeña sala con sillones de cuero no podía imaginar las maravillas que se encontraría tras atravesar la puerta que daba al gran recibidor: majestuosas obras de arte adornaban el pasillo; desde el gran David de miguel Angel hasta La Venus de Milo.

¿Cómo era posible que una familia de sangre pura tuviese ese tipo de arte muggle y tan antiguo?

Hermione avanzó por el pasillo ondeando su vestido de gasa. Le había costado mucho decidirse en Harrods, pero tras armarse de valor, escogió un vestido color verde esmeralda.

La parte de arriba se componía de un corpiño ajustado atado en su cuello en forma de cruz que realzaba sus pechos y apretaba su cintura; la falda era de una gasa tan fina que casi parecía transparente, dejando sus piernas casi a la vista, camufladas por el ligero color de la tela de gasa.

Tenía una abertura que iba desde el tobillo hasta su muslo, y cada vez que Hermione daba un paso, la tela se abría dejando al descubierto su pierna izquierda.

Pero lo más sorprendente del vestido era su espalda: totalmente descubierta hasta sus caderas por lo que Hermione no pudo usar nada que cubriese sus pechos más que el propio corpiño.

Se había recogido el pelo en un simple moño bajo la nuca, dejando algunas ondas sueltas por delante para darle un toque despeinado.

Ginny se había empeñado en maquillarla a regañadientes de Hermione. Sus ojos parecían más grandes gracias a las pestañas postizas que le había colocado y las sombras difuminadas en color verde; su rubor se tornaba de un ligero coral y sus labios estaban pintados de un rojo intenso.

Las únicas joyas que la acompañaban eran unos pequeños pendientes de Swarovski simulando una pequeña esmeralda.

Las puertas del salón de baile se abrieron solas antes de que Hermione las tocase para entrar y la música sumada al bullicio, penetró en los oídos de la chica.

Todas las cabezas se giraron hacia ella y las rodillas le temblaron.

Quizás había sido mala idea ponerse un vestido tan muggle para esta gala; todas las mujeres llevaban túnicas de seda o vestidos de satén. Pero ninguna llevaba algo tan "descubierto" como ella.

Buscó con la mirada para encontrar a Harry (Ginny estaba demasiado embarazada para acompañarle).

Comenzó a pasearse por el salón hasta que lo vió hablando con varios funcionarios del ministerio. Hermione reconoció de inmediato a los componentes del grupo: Jefes del departamento de misterios.

—Buenas noches caballeros— saludó Hermione al grupo para hacerse notar.

—¡Señorita Granger! Que sorpresa…está usted espectacular—dijo Robards, jefe de la Oficina de Aurores.

—Hermione…no te había reconocido—dijo Harry realmente sorprendido—¡Vaya! Estás preciosa.

Hermione se sonrojó. No estaba preparada para recibir tantos elogios…había sido una tontería, una niñez comprar ese vestido para impresionar a Malfoy.

¿Qué pretendía? Ni si quiera sabía si lo vería…

—Gracias—dijo avergonzada.

—¿Quieres tomar algo? —preguntó Robards.

—Si Señorita Granger, le puedo traer algo— dijo un hombre alto y fuerte, con el pelo negro como el azabache y ojos de un azul intenso que parecía unos años mayor que Hermione— Discúlpeme, no me he presentado: me llamo Samuel Cooper y trabajo en el departamento de Misterios.

—Un placer, señor Cooper—dijo Hermione extendiendo su mano— ¿podría ser una cerveza de mantequilla?

—Señorita Granger, pida champagne, es francés y exquisito para una dama como usted— dijo Robards.

Cooper sonrió a Hermione y se acercó a su oído. —Yo también preferiría una cerveza de mantequilla, pero dudo que estos esnobs sepan apreciar la buena bebida.

Hermione se sonrojó por la cercanía de Cooper.

—Veré que puedo hacer, espéreme aquí— dijo Cooper mientras se alejaba.

Robards y Harry se enfrascaron en una conversación sobre los entrenamientos de los nuevos aurores y Hermione intentó seguirlos, pero estaba demasiado cohibida por el acercamiento de Cooper hacia ella hasta que sintió como una mano se posaba en su desnuda espalda.

—El verde Slytherin te queda tan bien que hasta ese Inefable ha caído rendido a tus pies. — la piel de Hermione se erizó al sentir el aliento en su oído—¿Te has vestido así para buscar marido y no quedar solterona o para impresionar a alguien?

La mano que tocaba su espalda se retiró suavemente y en cuanto Hermione reaccionó y se dio la vuelta para decirle un par de cosas, Malfoy ya se alejaba de espaldas a ella.

Hermione apretó los puños de frustración.

¿Qué se creía ese Malfoy para decirle esas cosas?

Aunque en el fondo tenía razón, ella se había vestido así para él…y él lo había intuido.

Qué tonta y predecible había sido.

Justo en el momento en que se disponía a seguirlo, Cooper llegó con una cerveza de mantequilla y no tuvo más remedio que sonreírle, agradecerle y comenzar a charlar con él.

Mientras Cooper le preguntaba sobre sus funciones en la Oficina de Aurores, Hermione no dejaba de buscar con la mirada entre la gente por si veía una cabeza rubio platino.

—¿Buscas a alguien? —preguntó Cooper.

—Eh…si, perdona. Estoy buscando a mi compañero de oficina, necesito hablar con él unos asuntos.

—Malfoy… ¿No? —dijo Cooper sonriendo— He oído hablar de él, un gran Auror. Lástima que dejase la calle y se conformase con el papeleo.

Hermione lo miró contrariada.

—Eh…perdona, no quería decir nada en contra de tu trabajo, es solo que no entiendo como un Auror como él dejaría de perseguir magos oscuros y delincuentes para rellenar papeles.

—No nos dedicamos a rellenar papeles—dijo Hermione muy seria—nuestro trabajo consiste en investigar las escenas de los crímenes, buscar detalles y ayudar a los Aurores a atrapar a esos magos oscuros y delincuentes de los que hablas.

—Si por supuesto. Entiendo vuestro trabajo, en nuestro departamento también…

—Si me disculpas, tengo que irme. Cosas de papeleo, ya sabes. —dijo Hermione interrumpiendo a Cooper y saliendo hacia los jardines dejando al hombre totalmente desconcertado.

No sabía que le había molestado más. Que se diera cuenta que estaba distraída buscando a Malfoy o que había infravalorado el trabajo que ellos hacían; porque era cierto, Malfoy como Auror era bueno.

Pero como investigador, junto a ella…era el mejor.

Si le hubiesen dicho en sus años de colegio que acabaría trabajando codo a codo con Malfoy, jamás lo hubiese creido.

Pero eran un equipo extraordinario. Malfoy era muy inteligente (ella ya lo sabia de Hogwarts, siempre estuvo compitiendo con ella por las mejores notas), tenía una forma de trabajar tan analítica y parecida a la suya que se compenetraban tan bien que en vez de dos mentes parecía una mente trabajando en el caso; siempre llegaban a las mismas conclusiones y a pesar de que se burlaba mucho de ella en los ratos libres, a la hora del trabajo, Malfoy era una persona totalmente competente y dedicada.

Y esa parte de Malfoy fue la que poco a poco había ido seduciéndola…bueno, esa y el gran cambio físico que había dado desde el colegio.

Malfoy ahora era todo un hombre, fuerte y con facciones más maduras.

Llevaba el pelo más corto que en el colegio y siempre vestía trajes de tres piezas que le quedaban como un guante.

Hermione a veces se sentía cohibida,

¿Cómo podía quedarle un simple traje tan bien?

Pero lo que más le gustaba a Hermione eran sus manos. A veces, se quedaba mirando como escribía, como agarraba la pluma y la deslizaba delicadamente sobre el pergamino.

Pero todo esto, sólo era un espejismo.

Pues en cuanto terminaban de trabajar o cuando salían con los compañeros de la oficina de Aurores, volvía el Malfoy burlón, arrogante y aristócrata que siempre había sido.

Ya no la insultaba por su estatus de sangre o por su aspecto físico. Ahora se metía con su ropa, su soltería o su obsesión con el trabajo.

Hermione suspiró; no se había dado cuenta, pero andando y pensando tanto en Malfoy había llegado a un laberinto de setos, alejándose totalmente de la Mansión.

Una rama crujió cerca de ella y se volteó rápidamente, metiendo su mano entre su escote donde había metido su varita.

—Curioso lugar para guardar la varita Granger— Dijo Malfoy saliendo de entre el laberinto.

—Idiota…me has asustado—dijo Hermione volviendo a guardar la varita en su corpiño.

—¿Por qué la guardas? —preguntó Malfoy acercándose a ella.

—Sólo eres tú…no hay ninguna amenaza. —dijo Hermione encogiéndose de hombros.

—¿Estás segura de eso? —preguntó con un brillo malicioso en los ojos; quizás debido a la ingesta de alcohol en la fiesta. — Yo que tú, me aturdiría ahora mismo.

—¿Y por qué te haría eso Malfoy? — preguntó Hermione confundida.

—Porque estás tan apetecible con ese vestido, que pienso arrancártelo para que ni Cooper ni ningún otro hombre de esa estúpida Gala ponga sus ojos sobre ti.

Hermione se quedó paralizada.

¿Qué acababa de escuchar? ¿Draco Malfoy había dicho que ella estaba apetecible? ¿Qué no quería que ningún hombre la mirase?

Las rodillas comenzaron a temblarle por la emoción. Pero intentó relajarse; esto no estaba pasando, él no había dicho eso.

—Si haces eso…me verán desnuda. —dijo intentando parecer calmada y para comprobar, que Draco Malfoy había dicho que quería arrancarle vestido.

Él se acercó aún más, invadiendo el espacio personal de Hermione. Cogió entre sus dedos una de las ondas que le caían por el lado y cerró los ojos como si estuviese concentrándose en el tacto del rizo entre sus dedos.

Hermione no apartó la mirada de sus parpados cerrados y cuando Malfoy los abrió, se encontró con su mirada gris fundiéndose con la suya.

—Entonces, tendré que llevarte conmigo y follarte hasta que entiendas que sólo yo puedo verte así.