Ah, las vacaciones. Una época para relajarse, divertirse, y descansar. —La cámara mostraba familias sonriendo, niños corriendo y adolescentes riendo—. Salvo que seas yo... o nosotros. —El letrero de "Gravity Falls" apareció en pantalla, solo para ser destruido cuando un carrito de golf lo atravesó a toda velocidad—.
El carrito huía de una criatura descomunal, que los perseguía con colmillos afilados y una expresión rabiosa. La cámara enfocó al conductor: un chico de cabello castaño con gorra azul y chaleco rojo.
—Ese soy yo, Dipper —dijo mientras giraba el volante con desesperación—.
A su lado, una chica con un suéter púrpura con un gato estampado y una falda azul oscuro parecía a punto de devolver el desayuno.
—Y la que está por vomitar es mi hermana Mabel —añadió Dipper justo cuando Mabel abrió la boca y luchó por mantener el equilibrio—.
La enorme mano de la criatura se acercaba peligrosamente hasta que un hacha voló en el aire, cortando la extremidad del monstruo. La cámara giró para mostrar a un chico rubio con ojos azules y una expresión determinada. Vestía un chaleco negro sobre una camiseta roja y sostenía el mango del hacha, que volvió mágicamente a su mano con un gesto fluido.
—Y ese es Naruto, el chico con la hacha más genial del mundo.
Pero el alivio fue breve. La mano del monstruo comenzó a regenerarse como si nada hubiera pasado.
—¿Y se preguntan por qué estamos huyendo de una criatura que ni siquiera debería existir? —preguntó Dipper mientras la criatura arrancaba un árbol y lo lanzaba hacia ellos, bloqueando el camino—.
El carrito aceleró directo hacia el tronco.
—Tranquilos, todo esto tiene una explicación...
Fin de la narración de Dipper
La escena cambió a un paisaje más tranquilo, con un autobús cruzando la carretera y deteniéndose en el centro de un pequeño pueblo.
—Nuestros padres decidieron enviarnos a pasar el verano con nuestro tío abuelo en un lugar poco conocido llamado Gravity Falls, Oregón —explicó Dipper mientras él y Mabel bajaban del autobús. Sus ojos se abrieron al ver la cabaña vieja con un letrero desvencijado: "La Cabaña del Misterio".
—Para mí fue difícil adaptarme —continuó Dipper—. —La cámara lo mostró señalando su cama—. ¡Hay una cabra en mi cama!
La cabra mascaba despreocupadamente la manta.
—¡Mira, tengo astillas! —dijo Mabel emocionada, enseñando las pequeñas astillas en sus dedos. La cabra empezó a morder su suéter—. ¡Vamos, cabra, cómete mi suéter!
—Mientras tanto, Mabel siempre ve el lado positivo de las cosas —suspiró Dipper.
La cámara enfocó a un hombre mayor con un fez, una bata, y una mirada astuta.
—Y aquí está nuestro tío Stan. Convertir su casa en una trampa para turistas es su especialidad. La verdadera pregunta es por qué alguien querría venir aquí. —La cámara mostró una fila de turistas esperando para entrar a la Cabaña del Misterio.
—Adivinen quién trabaja para él... —Dipper apareció barriendo con aburrimiento, mientras Mabel intentaba tocar un artefacto extraño hasta que Stan detuvo su mano con un bastón.
—¡No toquen la mercancía! —gruñó Stan.
—Pensé que sería un verano aburrido, lleno de polvo y misterios falsos... Hasta que...
La cámara se acercó lentamente a la cabaña, justo cuando algo inquietante se asomaba desde las sombras.
Mabel se ocultaba detrás de un mueble lleno de figuritas de Stan, observando ansiosa cómo un chico se acercaba a la carta que ella había dejado estratégicamente.
"¡Está mirando! ¡Está mirando!", murmuraba emocionada, abrazándose las mejillas con una sonrisa radiante mientras el chico tomaba la carta y la leía con curiosidad.
"¿Te gustó...? Sí, sin duda, desde luego...", leyó el chico en voz baja, claramente desconcertado mientras echaba un vistazo a su alrededor.
"¡Yo lo escribí!", susurró Mabel con diversión, ocultándose rápidamente otra vez. Pero su hermano Dipper, que limpiaba un frasco con ojos flotantes, la interrumpió.
"Mabel, sé que estás en plena misión desesperada por encontrar novio, pero ¿no crees que te estás pasando un poco?"
Mabel soltó una risita y se encogió de hombros. "Vamos, Dipper, este es nuestro primer verano lejos de casa. ¡Es mi oportunidad para vivir un romance de película!"
"Sí, claro. Pero ¿de verdad tienes que coquetear con todos los chicos que ves?"
Dipper comenzó a enumerar sus intentos fallidos: un cliente espantado que salió corriendo, un chico en una banca acosado con una tortuga, y otro más que vendía colchones disfrazado de rey. "¡Qué momentos!"
Mabel se cruzó de brazos con confianza. "Ríete lo que quieras, pero siento que este verano será especial. ¡El chico de mis sueños podría entrar por esa puerta en cualquier momento!"
La puerta se abrió, y su tío Stan apareció con un eructo resonante, sosteniendo un montón de carteles.
"Oh, vaya", dijo Mabel con un suspiro desinflado, mientras Dipper se contenía la risa.
"Escuchen, alguien tiene que poner estos carteles en la parte fea del bosque", ordenó Stan. Soos, Wendy y Mabel se negaron rotundamente. Al final, Dipper aceptó a regañadientes.
En el bosque
"Ugh, tío Stan, nadie cree nada de lo que digo", refunfuñaba Dipper mientras clavaba un cartel en un árbol. Al golpear la corteza, un sonido metálico llamó su atención.
Intrigado, examinó el árbol y encontró una trampilla oculta. Abrió la puerta y descubrió una máquina extraña. Al tirar de una palanca, una compuerta se deslizó, revelando un libro antiguo con una mano dorada de seis dedos y un número 3 en la portada.
Dipper hojeó las páginas, con el corazón acelerado. "Lo sabía... Este pueblo está lleno de cosas raras". Pero sus ojos se abrieron de par en par al leer una advertencia: "En Gravity Falls, no hay nadie en quien confiar".
"¿Nadie en quien confiar...?" murmuró, sintiendo un escalofrío.
"¡Hola, cerebrito! ¿Qué lees?"
Dipper casi saltó del susto cuando Mabel apareció detrás de él.
"¡Nada! Nada importante", dijo, escondiendo el libro mientras la cabra intentaba masticarlo.
Mabel le lanzó una mirada suspicaz. "¿De verdad? ¿Qué escondes?"
"Vamos a un lugar más privado", sugirió Dipper, sujetando el libro con firmeza. Pero antes de dar un paso, una voz desconocida los detuvo.
"¡Oigan! ¿Quiénes son y qué hacen aquí? Este bosque no es seguro", advirtió un chico de cabello rubio, con una sonrisa despreocupada y un hacha brillante sobre el hombro. El arma tenía marcas azules que resplandecían tenuemente.
Dipper apretó el libro contra su pecho, recordando la advertencia: "No confíes en nadie".
Pero Mabel no pudo contenerse. "¡Hola, guapo! ¿Cómo te llamas?"
El chico soltó una risa ligera y extendió la mano. "Naruto Noroeste. ¿Y ustedes?"
Mabel tomó la mano de Naruto con un entusiasmo desbordante. "Soy Mabel, pero puedes llamarme... amor. ¡Ja, ja, es broma! O... ¿no?"
Dipper rodó los ojos mientras Mabel se sonrojaba.
Naruto, con una sonrisa llena de picardía, respondió:
—¿"Amor", eh? Me gusta tu estilo. —Miró a Mabel con una expresión juguetona antes de dirigir su atención a Dipper—. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?
Dipper, todavía confundido por lo que había presenciado, respondió con tono seco:
—Soy Dipper.
Naruto inclinó la cabeza con interés.
—Un gusto, Dipper. —Luego, sus ojos brillaron con curiosidad mientras miraba a los gemelos—. ¿Qué hacen en un bosque como este? No es el lugar más seguro para andar por ahí.
—Mi tío Stan me pidió que colgara carteles —dijo Dipper, señalando los letreros clavados en los árboles.
Mabel, que no apartaba la vista de Naruto, añadió, inclinándose un poco hacia él:
—Yo vine a buscarlo, pero... creo que el destino me trajo a alguien mucho más interesante. —Sonrió, entrecerrando los ojos de manera coqueta.
Naruto rio suavemente y alzó una ceja, claramente disfrutando de la atención.
—Bueno, no sé si soy tan interesante, pero prometo que no te aburrirás conmigo. —Le guiñó un ojo, haciendo que Mabel se sonrojara levemente.
Dipper bufó, fastidiado.
—¿Y tú? ¿Qué haces aquí con esa cosa? —preguntó, señalando al hacha que Naruto cargaba con una facilidad asombrosa.
Naruto bajó la mirada hacia Leviatán, como si fuera una vieja amiga.
—¿Esto? Digamos que me gusta explorar, y este bosque tiene muchos secretos. Además, estoy aquí para pasar el verano y escapar un poco de mis tíos.
—¿Escapar de tus tíos? —preguntó Mabel, inclinándose aún más hacia él—. ¿Eso significa que estás solito?
Naruto sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella con un aire juguetón.
—Bueno, no diría que estoy solo... pero siempre hay espacio para alguien especial.
Mabel se llevó las manos a las mejillas, claramente encantada.
—¡Oh, vaya! Eres todo un caballero, ¿sabes?
Naruto rio y dio un paso atrás.
—Bueno, ¿qué les parece si exploramos juntos? Este pueblo tiene mucho que ofrecer.
Dipper se cruzó de brazos.
—Mientras no nos metas en problemas…
Naruto levantó el hacha con ambas manos y, sin previo aviso, la lanzó al aire. Leviatán cortó ramas y hojas mientras giraba con una fuerza y precisión impresionante, clavándose en la distancia con un golpe seco.
—¡Eso fue asombroso! —gritó Mabel, acercándose más a Naruto. Sus ojos brillaban como estrellas—. ¿Cómo lo hiciste?
Naruto le dedicó una sonrisa cómplice mientras extendía la mano. En un instante, Leviatán regresó volando y aterrizó perfectamente en su palma.
—Digamos que este hacha y yo tenemos una conexión especial.
Mabel, claramente impresionada, le dio un golpecito juguetón en el brazo.
—¡Wow! Creo que eres el chico más increíble que he conocido. ¿Te he dicho que adoro a los chicos rudos?
Naruto inclinó la cabeza hacia ella con una sonrisa que hacía juego con su actitud.
—Y yo adoro a las chicas que no temen decir lo que sienten.
Flashback
—Conseguí a Leviatán hace años, cuando tenía ocho años —explicó Naruto, su tono ahora más relajado pero con un dejo de emoción—. Me perdí en este bosque y tropecé con una entrada secreta bajo el suelo.
Mabel, con los ojos muy abiertos, interrumpió emocionada:
—¡Espera, espera! ¿Entraste en una cueva misteriosa? ¡Eso suena tan romántico y épico al mismo tiempo!
Naruto rio suavemente, disfrutando de su entusiasmo.
—Digamos que fue más épico que romántico. Dentro de esa cueva encontré a Leviatán. Estaba incrustada en una roca con un mensaje: "Solo el digno puede blandir esta arma."
Mabel suspiró soñadoramente.
—Oh, definitivamente eres digno, Naruto.
Dipper rodó los ojos, pero no dijo nada. Naruto continuó:
—Tomé un anillo que estaba junto al hacha y pronuncié su nombre. Fue como si todo el lugar despertara. Leviatán salió de la roca y vino directo a mi mano. Desde entonces, siempre vuelve a mí cuando la llamo.
Dipper miró a Naruto con escepticismo.
—¿Y no te da miedo cargar con algo tan... peligroso?
Naruto se encogió de hombros con una sonrisa confiada.
—No si sabes cómo usarla. Aunque te confieso algo, Dipper... —Se inclinó hacia él y bajó la voz en un tono dramático—. Leviatán tiene voluntad propia, y si no eres digno, jamás te obedecerá.
Mabel suspiró nuevamente, mirando a Naruto como si fuera un héroe salido de un cuento de hadas.
—Naruto, eres como un príncipe de otro mundo.
Naruto le devolvió la mirada con una sonrisa radiante.
—Y tú, Mabel, podrías ser la princesa que he estado buscando.
Dipper puso los ojos en blanco mientras murmuraba:
—Esto va a ser un verano muy largo.
—Muchos pensarían que un hacha así sería pesada para un niño de mi edad —comenzó Naruto con una sonrisa—, pero en realidad es muy ligera.
Dipper y Mabel lo miraban con atención, pero los ojos de Mabel brillaban con admiración.
—Después de investigar un poco más la sala donde la encontré, leí algo curioso…
Naruto hizo una pausa dramática, recordando las palabras exactas:
"Si fuiste digno de Leviatán, si quieres que regrese a ti o si la has perdido en batalla o por alguna circunstancia, solo alza tu palma e instantáneamente regresará a ti. Suerte, joven guerrero, porque el destino te espera."
Naruto sonrió con satisfacción al recordar cómo su corazón había latido con emoción al leer esas líneas.
—Me encantó leer eso. Pero como no soy del tipo que presume, la dejé clavada en un árbol antes de salir.
Mabel lo miró con una mezcla de admiración y coquetería.
—¡¿En serio?! ¡Eso es tan de película de acción! Dejarla ahí como un héroe que confía plenamente en su poder.
Naruto se encogió de hombros, con una sonrisa que exudaba una confianza tranquila.
—No tenía miedo de que alguien intentara robarla. Sabía que nadie más podría levantarla.
Mabel le lanzó una mirada de reojo, sonriendo con picardía.
—Eso suena como algo que solo un príncipe digno haría… —Dejó que las palabras se deslizaran lentamente—. Príncipe Naruto…
—¿Príncipe? —Naruto la miró con una chispa en los ojos—. Suena bien.
Fin del flashback
—Y eso fue lo que pasó —dijo Naruto, apoyando una mano detrás de la cabeza y sonriendo despreocupadamente—. Te creo, Dipper. Hay cosas muy extrañas en este pueblo, y tu libro lo prueba.
Dipper lo miró con una mezcla de alivio y emoción.
—¡Sabía que alguien me creería! Esto lo cambia todo. ¡Tenemos que investigar!
Al llegar a la Cabaña del Misterio, Naruto saludó a Wendy con una sonrisa cálida.
—¡Hola, Wendy!
Ella alzó la mano sin entusiasmo.
—Hey, Naruto. ¿Cómo van las aventuras épicas?
—Más intensas cada día. —Naruto le guiñó un ojo antes de seguir a Dipper y Mabel.
Dentro, Dipper se lanzó sobre un sillón, pero Mabel permaneció junto a Naruto, demasiado distraída observando su perfil como para prestar atención al libro.
Antes de que Mabel pudiera iniciar una conversación, Dipper rompió el silencio:
—¡Miren esto! Las páginas del diario se detienen de repente. Creo que quien lo escribió desapareció mientras investigaba algo.
Naruto frunció el ceño y se inclinó hacia el libro, sus dedos apenas rozando la cubierta.
—O algo lo detuvo. Ocultó el diario para que alguien más pudiera continuar su trabajo.
Stan entró de pronto, con una expresión seria.
—¿Qué están haciendo ustedes tres?
Dipper, con los nervios a flor de piel, agarró una revista para disimular.
—Solo… leyendo…
—¿Cadenas de oro para adultos mayores? —leyó Stan.
Naruto, sin perder la calma, sonrió con diversión.
—Es un clásico para los conocedores.
Stan sorbió de su refresco.
—Buen número.
—Mi tío las lee todo el tiempo. Dice que tienen artículos profundos —añadió Naruto con una sonrisa traviesa.
Cuando el timbre sonó, Mabel corrió a abrir la puerta y volvió rápidamente, cerrándola con fuerza y apoyando la espalda contra ella. Miró a su alrededor, sus ojos deteniéndose unos segundos más en Naruto.
"¿Quién era, cariño?" —preguntó su tío Stan, tomando un sorbo de su refresco, sin apartar la vista de su revista.
Mabel sonrió nerviosa, ocultando su emoción.
"No era nadie, tío, te lo aseguro."
Sin esperar más explicaciones, agarró la mano de Naruto con determinación y lo arrastró fuera de la cabaña. Stan levantó una ceja, pero pronto volvió a concentrarse en su lectura. Dipper, por su parte, simplemente se encogió de hombros y subió con su nuevo libro.
Mientras tanto, en otro lugar...
En lo profundo del bosque, un hombre encapuchado caminaba con pasos pesados hasta un claro. Se quitó la capucha, revelando a un grupo de gnomos que lo esperaban. Jeff, su líder, fruncía el ceño con furia.
"¿Cómo se atreve ese maldito Noroeste a arruinarnos los planes de nuevo? ¡Fue su culpa que perdiéramos a la reina!"
"Pero, jefe, ¿cómo puede estar tan seguro?" —preguntó uno de sus compañeros con voz temblorosa.
Jeff señaló con un dedo acusador.
"¿Recuerdan aquella vez que disfrazado logré conquistar a la chica de lentes? ¡Todo iba perfecto hasta que ese rubio metiche apareció con sus encantos y la alejamos!"
Los gnomos murmullaron, asintiendo mientras la frustración se convertía en una resolución siniestra.
"La tomaremos a la fuerza y la haremos nuestra reina. Esta vez, no fallaremos."
--
Naruto y Mabel en el pueblo
Mabel, siempre enérgica, prácticamente voló por la puerta con Naruto a su lado. Él apenas lograba procesar lo que sucedía, pero no podía evitar sonreír al verla tan emocionada.
—¡Naruto! —exclamó ella, con una chispa de felicidad en los ojos—. ¡Nuestra súper mega ultra cita comienza ahora mismo!
Naruto, algo sonrojado, le devolvió la sonrisa.
—Bueno, podríamos ir al cine, pasear por el pueblo y luego ver el atardecer en el parque.
—¡Me encanta! —dijo Mabel, y sus ojos brillaron aún más—. Pero antes... —Ella entrelazó sus dedos con los de Naruto y lo miró con una sonrisa juguetona—. ¡Necesitamos helado para empezar bien el día!
Caminaron juntos hasta la heladería local. Mientras Mabel escogía un colorido cono gigante, Naruto se decidió por uno más simple. La conversación fluyó como un río tranquilo; Naruto se encontró revelando detalles de su vida que no había compartido con nadie más.
—Mis padres viven en París, y siempre me criaron con buenos valores —le contó—, pero ser un Noroeste tiene sus complicaciones. A veces, siento que llevo dos mundos sobre los hombros.
Mabel tomó su mano de nuevo, apretándola con dulzura.
—Naruto, no importa de dónde vengas ni quiénes sean tus padres. Lo que realmente importa es quién eres. Y tú… —se inclinó hacia él, susurrando con cariño—, tú eres especial.
El aire se llenó de una calidez inesperada. Naruto se perdió en sus ojos por un segundo, incapaz de responder. Finalmente, encontró las palabras.
—Gracias, Mabel.
Ella sonrió, feliz de verlo relajarse.
Más tarde, en el cine, Mabel se emocionó con cada escena de acción, agarrando el brazo de Naruto en los momentos más intensos. Su risa resonó como campanas cuando los héroes vencieron a los villanos. Al salir, ella imitó las patadas voladoras, provocando las risas de Naruto.
—¡Quiero aprender eso! —declaró.
—Puedo enseñarte algo más sencillo —dijo él, riendo.
—Perfecto. ¡Seré una luchadora invencible!
La tarde pasó en un abrir y cerrar de ojos. Cada tienda, cada esquina, se llenaba de risas y bromas. Finalmente, se sentaron en una banca del parque, viendo cómo el sol pintaba el cielo de tonos anaranjados.
Mabel apoyó la cabeza en el hombro de Naruto, sintiendo su calor reconfortante.
—Hoy fue perfecto. Me encanta pasar tiempo contigo.
Naruto deslizó su mano alrededor de su cintura, acercándola un poco más.
—Yo también, Mabel. Eres... increíble.
Ella lo miró, con el corazón latiendo rápido, y sin pensar demasiado, se levantó sobre la punta de sus pies y le dio un suave beso en la mejilla.
—Gracias por hacer de este día el mejor. —Sus palabras flotaron en el aire como una promesa.
Naruto la miró, sorprendido pero encantado, y le sonrió de vuelta.
—Nos veremos mañana.
Juntos, caminaron hacia la Cabaña del Misterio, con la certeza de que cada momento juntos era un recuerdo esperando ser creado.
—¡Hasta mañana! —dijo Mabel, corriendo hacia la cabaña con una sonrisa traviesa.
Naruto se quedó parado por un momento, tocándose la mejilla con una expresión soñadora antes de comenzar a caminar hacia la mansión Noroeste.
—Definitivamente fue un buen día —murmuró, mientras el viento acariciaba su rostro.
Dentro de la cabaña, Mabel entró apresuradamente, cerrando la puerta tras de sí con un sonrojo que le ardía en las mejillas. Aún radiante, subió al ático donde Dipper leía el diario con la concentración de un detective en plena investigación.
—¡Dipper, Dipper! ¡No vas a creer lo que pasó! —exclamó Mabel, saltando alrededor de su hermano.
Sin levantar la mirada del libro, Dipper arqueó una ceja.
—Déjame adivinar... ¿Tuviste una cita con Naruto, no es así? —comentó con una mueca divertida. Luego añadió—: Solo espero que no le hayas pedido ser tu novio todavía. Apenas lo conoces.
Mabel infló las mejillas y luego suspiró con dramatismo.
—¡Puff, claro que no, Dipper! Bueno… sí, pero me dijo que no —admitió, mirando al suelo por un instante antes de sonreír con aire soñador—. Pero vamos a conocernos mejor, ¡y quién sabe! A lo mejor este es el comienzo de un romance digno de una película.
Dipper suspiró y volvió la vista al diario.
—Solo no te apresures demasiado, Mabel.
Pero algo llamó su atención por la ventana: un chico extraño merodeaba fuera de la cabaña. Llevaba una chaqueta negra y jeans azules, con una piel pálida que hacía resaltar una inquietante mancha roja en su mejilla.
—Oye, Mabel… mira a ese tipo. Se ve raro… como si fuera un... ¿zombie?
Mabel se asomó y frunció el ceño al reconocerlo.
—Ugh. Pensé que había dejado claro que no quería esa cita.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —preguntó Dipper, confundido.
Mabel suspiró.
—Cuando te fuiste a hacer el recado del tío Stan, acepté una cita con Norman, pero luego conocí a Naruto y... bueno, cambié de opinión.
—¿Me estás diciendo que tuviste una cita y la cancelaste mientras yo no estaba?
—Sí, lo sé, estuvo mal, pero fui clara con Norman —contestó Mabel. Lanzó una última mirada molesta por la ventana—. Déjame encargarme de esto.
Dipper la siguió con la mirada mientras salía, con una sensación de inquietud creciendo en su pecho. Observó cómo Mabel hablaba con Norman, hasta que el chico sacó un polvo extraño y lo sopló en su rostro. Mabel se desplomó al instante.
—¡MABEL! —gritó Dipper.
Sin perder tiempo, corrió buscando ayuda. Soos estaba ocupado, y Stan, atendiendo clientes. Desesperado, sacó su celular y marcó el número que Mabel le había dado.
--
Naruto estaba a punto de dormirse cuando su teléfono vibró.
—¿Hola? —contestó, adormilado.
—¡Naruto, soy yo, Dipper! —La voz agitada al otro lado lo puso alerta de inmediato.
—¿Qué pasa?
—¡Es Mabel! Un tipo extraño la secuestró y se la llevó al bosque. Necesito tu ayuda.
Naruto se levantó de un salto, ya poniéndose los zapatos.
—Voy en camino.
Montó su bicicleta y pedaleó con todas sus fuerzas hasta la cabaña. Wendy le entregó las llaves del carrito de golf mientras Dipper le explicaba la situación.
—¡Vamos, Dipper! Cuéntamelo en el camino. —Naruto subió al carrito, alzó una mano y su hacha mágica, Leviatán, voló hacia él. La guardó en la mochila y pisó el acelerador.
Mientras se adentraban en el bosque, Naruto recordó algo.
—Dipper, creo que sé quiénes son. Una vez ayudé a una amiga llamada Candy con unos gnomos que intentaron hacerla su reina. Esto debe ser obra de ellos.
Dipper apenas pudo responder antes de escuchar los gritos de Mabel.
—¡Allí! —gritó, señalando una pequeña abertura entre los árboles.
Naruto detuvo el carrito, saltó y desenvainó su hacha.
—¡Quédense detrás de mí!
Frente a ellos, Mabel estaba atada mientras Jeff, el líder de los gnomos, se relamía con una sonrisa.
—¡Suéltala, Jeff! —rugió Naruto.
Jeff levantó las manos, nervioso.
—¡Espera, espera! Solo queremos que sea nuestra reina...
No terminó la frase. Naruto avanzó con un golpe que lo hizo vomitar arcoíris.
—¡Te advertí que dejaras de hacer esto! —gruñó.
Con un giro de su hacha, desató una ráfaga helada que lanzó a los gnomos por los aires. Rápidamente cortó las cuerdas de Mabel.
—¡Ahora corran! —gritó.
Los tres corrieron hacia el carrito, dejando atrás a los gnomos que chillaban bajo el peso de su derrota.
Dipper y Mabel no lo dudaron ni un segundo. Subieron rápidamente al carrito, se abrocharon los cinturones de seguridad, y Dipper arrancó el motor. Naruto, con un salto ágil, aterrizó en la parte trasera del vehículo justo cuando Dipper pisó el acelerador, alejándose a toda velocidad del peligro que los seguía de cerca.
Los perdimos, jaja —dijo Mabel, un poco más tranquila.
—No estaría tan seguro —respondió Naruto, con tono serio.
—¿Y eso por qué? —preguntaron Mabel y Dipper al unísono.
Naruto señaló hacia el horizonte, donde los gnomos se estaban reuniendo nuevamente. Con un rugido ensordecedor, comenzaron a fusionarse, formando una gigantesca criatura de gnomos que se abalanzó hacia los chicos con fuerza.
La criatura gigante de gnomos lanzó un rugido ensordecedor cuando estuvo a punto de atraparlos. Dipper reaccionó rápido y tiró el volante, esquivando el golpe. La bestia se desmoronó en un montón de pequeños gnomos que se reagruparon en segundos, formando de nuevo al monstruo que, más furioso que nunca, reanudó la persecución.
—¡Devuelvan a nuestra reina! —gritó la criatura, mientras lanzaba una lluvia de gnomos hacia ellos.
Naruto respondió con puñetazos precisos, derribando a los pequeños agresores uno por uno, pero un gnomo particularmente insistente se aferró a la cara de Dipper.
—¡Tranquilo, hermano, yo te cubro! —exclamó Mabel, golpeando repetidamente al gnomo hasta que logró despegarlo de su hermano. El gnomo escapó llevándose la gorra de Dipper.
—Gracias, Mabel —dijo Dipper, aún un poco mareado, pero sonriendo al ver la expresión satisfecha de su hermana.
De repente, un aura gélida atrajo su atención. Naruto, con una expresión decidida y una chispa desafiante en sus ojos, levantó su hacha al cielo.
—¡Déjanos en paz, monstruo! —gritó, mientras la temperatura a su alrededor caía dramáticamente—. ¡Y esto es por Candy!
Con un movimiento feroz, apuntó el filo del hacha hacia la bestia. Un rayo de energía azul helada salió disparado, congelando al monstruo en un instante. Aprovechando el momento, Naruto lanzó el arma, partiendo la figura congelada en mil pedazos. Los gnomos se dispersaron, derrotados.
Sin perder un segundo, Dipper aceleró hacia la Cabaña del Misterio. El carrito derrapó frente a la entrada y volcó, lanzándolos a todos al suelo.
—¡Uf, qué locura! —jadeó Dipper mientras se levantaba y sacudía el polvo de su ropa. Ayudó a Mabel a ponerse de pie, notando la expresión de culpa en su rostro.
—Lo siento, Dipper. Si te hubiera escuchado, nada de esto habría pasado... —murmuró ella con la mirada baja—. Solo querías protegerme.
Dipper negó con una sonrisa. —Mabel, no tienes que disculparte. Fue increíble. Y además, tomaste la decisión correcta cuando rechazaste esa cita —le aseguró, colocando una mano en su hombro.
Mabel esbozó una pequeña sonrisa, pero la preocupación volvió cuando vio a Naruto caer de rodillas, respirando con dificultad.
—¡Naruto! —gritó Mabel, corriendo hacia él—. ¿Estás bien?
—Sí... solo un poco cansado... —dijo él entre respiraciones profundas, agarrándose el pecho—. Usar mi poder me deja agotado y... muy frío.
Los Pines lo ayudaron a sentarse en las escaleras. Después de un rato, Naruto recuperó el aliento.
—Gracias por todo, chicos. De verdad. Pero tengo que irme antes de que mis tíos se preocupen —dijo, poniéndose de pie con esfuerzo. Agarró su bicicleta, extendió una mano hacia el cielo, y su hacha volvió a él como un rayo de luz que guardó en su mochila—. Nos vemos pronto, ¿vale? —se despidió con una sonrisa.
—¡Espérame, Dipper! —gritó Mabel de repente, corriendo tras Naruto.
Naruto se detuvo, sorprendido. —¿Qué pasa, Mabel?
Ella lo miró con sus ojos brillantes y una sonrisa traviesa. —Solo quería decirte... Gracias. ¡Fuiste un héroe hoy! Y... los héroes merecen una recompensa.
Antes de que él pudiera responder, Mabel se puso de puntillas y lo besó suavemente en los labios. Naruto se quedó congelado, con el rostro encendido y el corazón desbocado.
Mabel se alejó riendo, cubriéndose la cara. —¡No creas que esto significa que somos novios! Aunque... no me molestaría.
Naruto, aún aturdido, sonrió lentamente. —Podemos... seguir conociéndonos, ¿verdad?
Ella le dio una palmadita en el hombro antes de correr de vuelta. —¡Nos vemos luego, Naruto!
Naruto observó cómo desaparecía en la cabaña. Su sonrisa no desapareció mientras pedaleaba hacia el atardecer, su corazón lleno de esperanza y algo nuevo.
—Nos vemos, Mabel... —murmuró.
Y así comenzó algo especial.
