Dipper siguió las instrucciones de Naruto, cerrando los ojos con la esperanza de concentrarse completamente. El silencio en la habitación se volvió pesado mientras intentaban conectar con el mundo ancestral. Tras unos minutos, ambos abrieron los ojos, solo para encontrarse con un panorama desconcertante: el lugar ahora estaba teñido de un gris apagado, como si todo hubiera perdido su color y vida. Lo más extraño fue ver sus propios cuerpos: se veían translúcidos, etéreos, como si hubieran dejado de pertenecer al mundo físico.

—¿Qué… qué pasó, Naruto? —preguntó Dipper, con la voz temblorosa, observando sus manos, que ya no parecían reales.

Naruto mantuvo la calma, pero sus ojos reflejaban la tensión de la situación.

—Estamos en el mundo ancestral —respondió, su voz resonando con una extraña calma. —Logramos entrar. Ahora solo falta invocar a los antiguos portadores. —Con un leve suspiro, cerró los ojos de nuevo, sumergiéndose en su concentración.

Dipper, aunque aún confundido, observó a su amigo con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Naruto se encontraba completamente inmerso en su tarea, su rostro una máscara de concentración mientras sus manos se apretaban en puños, como si al hacerlo pudiera forjar un vínculo con lo invisible que los rodeaba. Tras unos momentos de silenciosa espera, Naruto exhaló profundamente y habló en voz alta, su tono firme y claro.

—Por favor, antiguos portadores, necesito su ayuda. ¡Respondan a mi llamado! —su voz retumbó en el aire, como un eco profundo que pareció atravesar las paredes del espacio vacío.

De repente, las paredes que los rodeaban comenzaron a reaccionar. Extraños símbolos comenzaron a formarse en el aire, como si la misma realidad estuviera escribiendo una respuesta. Los nombres aparecieron, brillando con una luz casi mística: Asura, Indra, Hashirama, Hiruzen Sarutobi, y… Tsunade Senju.

—Esos son… ¿los antiguos portadores? —preguntó Dipper, acercándose cautelosamente a la pared donde los nombres flotaban, con los ojos grandes por la sorpresa. —¿Y para qué los necesitas? ¿Vas a pedirles respuestas?

Naruto suspiró, y su rostro mostró una mezcla de fatiga y frustración. Su voz se tornó un poco más suave, pero cargada de una vulnerabilidad que pocas veces había mostrado.

—No exactamente. Aunque sería útil obtener respuestas... Necesito que me ayuden a entrenar y controlar Leviatán. El hacha está drenando toda mi energía, y si ese ser del que hablamos realmente viene... no quiero perder a nadie —explicó, sus palabras brotando con un tono de angustia—. Es demasiado para mí, Dipper. Soy solo un chico de 13 años. ¿Cómo se supone que pueda con todo esto?

Dipper, al escuchar la preocupación en la voz de su amigo, no dudó ni un segundo. Con un gesto de empatía, puso su mano sobre el hombro de Naruto, en un intento de brindarle algo de consuelo.

—Lo sé. Es difícil. Pero Mabel tiene razón. No tienes que hacerlo solo. Estamos aquí para ayudarte. Somos tus amigos, y vamos a apoyarte, pase lo que pase —dijo Dipper, sonriendo levemente, intentando infundirle algo de confianza.

Naruto, aunque aún cargado con la angustia de la situación, le devolvió la sonrisa. Era un consuelo pequeño, pero suficiente para aliviar un poco la presión que sentía. Sin embargo, sabían que esto no terminaba aquí. Todavía quedaba una tarea por delante, y no podían detenerse.

—Tal vez si intentamos pronunciar su nombre... —sugirió Dipper, con un tono más animado, tratando de romper la tensión que se había formado entre ellos.

Naruto asintió, mirando las sombras que comenzaban a bailar en las paredes, reflejo de la incertidumbre que aún lo invadía.

—Está bien. Vamos a intentarlo. —Con determinación, se preparó para lo que vendría. —Por favor, responde a mi llamado… Tsunade Senju.

La atmósfera se tensó aún más, y entonces, como si el aire mismo hubiera respondido, una luz azul comenzó a brillar en la habitación. La intensidad aumentó hasta que la luz iluminó por completo el lugar. De la brillantez emergió la figura de una mujer, su silueta casi etérea al principio, hasta que se fue concretando en una figura física.

Era Tsunade Senju, con su porte imponente, aunque su expresión mostraba una mezcla de curiosidad e interés. En sus cuarentas, con piel pálida y cabello rubio oscuro que caía de manera desordenada alrededor de su rostro, Tsunade observaba a los dos chicos con atención. Sus ojos marrones recorrían a Naruto con una mirada que oscilaba entre la sorpresa y la evaluación.

A pesar de la calma que parecía emanarle, su mirada se tornó seria al instante, como si percibiera la gravedad del momento.

—Así que eres el que porta Leviatán... —dijo Tsunade, su tono grave, pero con una pizca de admiración. —Nunca imaginé que alguien tan joven sería quien llevara esa carga. Pero veo que no estás aquí solo por curiosidad. ¿Qué deseas de los antiguos portadores?

Naruto, sin perder su compostura, le respondió con la misma seriedad.

—Necesito su ayuda. El hacha... es demasiado. No puedo controlarla por mucho más tiempo. No quiero poner en riesgo a mis amigos. —Miró a Dipper, que lo observaba con preocupación, y luego regresó su mirada a Tsunade. —Ayúdame a controlar Leviatán. Necesito entrenar.

Tsunade lo observó en silencio por un momento, como si estuviera sopesando las palabras de Naruto. Finalmente, suspiró con pesadez, pero su expresión se suavizó ligeramente.

—Entiendo. Pero antes de que comencemos, tienes que saber algo. El poder de Leviatán no es algo que puedas controlar a la ligera. Aquellos que han intentado domarlo antes han pagado un alto precio. ¿Estás dispuesto a pagar ese precio?—dijo, señalando unos grabados en la pared—, necesitas entrenar tanto tu cuerpo como tu alma. El frío extremo de Leviatán drena la energía de quienes no están preparados. Por eso, deberás fortalecer tu cuerpo en el mundo real y tu alma aquí, en este plano. Para eso estamos nosotros, los antiguos portadores. Podemos ayudarte a entrenar bajo esas temperaturas —explicó Tsunade con calma, su voz grave resonando en el aire gris.

Dipper, que había estado observando atentamente, asintió pensativamente.

—Eso explica muchas cosas… pero, ¿qué hay sobre ese ser de un solo ojo? Leí algo en el diario, pero la información era mínima. Solo decía que no debíamos confiar en una criatura llamada Bill —dijo, deteniéndose al notar la expresión de disgusto que apareció de inmediato en el rostro de Tsunade.

La mención de Bill hizo que Tsunade frunciera el ceño, y su rostro se endureciera con una clara irritación.

—Primero que nada —dijo, con firmeza—, les diré algo sobre ese ser. La profecía existía mucho antes de que yo me convirtiera en la portadora de Leviatán, pero créanme, no puedo hacer mucho por ustedes en cuanto a eso. Yo fui la peor portadora de este poder. No hice nada por detener a ese bastardo de seis dedos.

Naruto la miró, sorprendido y desconcertado. Tsunade continuó, la rabia y la tristeza marcando cada palabra.

—Me alejé de las personas que más me importaban. Creía que podía manejarlo todo sola. Rechacé la oferta de mi alma gemela para hacer la Fusión Ártica, la única técnica capaz de derrotar a Bill. Pero fue un error… Cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. Perdí contra ese maldito triángulo de un solo ojo —dijo con una mezcla de resentimiento y pesar.

Dipper, aún procesando la historia, tosió ligeramente, buscando preguntar algo más.

—No pude evitar escuchar algo sobre el autor de los diarios... ¿Sabes algo de él? —preguntó, mostrándole a Tsunade el diario número 3.

Tsunade lo miró por un momento, y una sombra de reconocimiento cruzó su rostro.

—Lo conocí, sí. Fue cuando sentí una perturbación en el equilibrio del mundo. Fui a investigar y encontré al hombre de seis dedos. Decía que quería conectar mundos, supuestamente por el bien de la humanidad. Le advertí sobre el caos que eso causaría. Usé a Leviatán para hacerle saber que no lo dejaría continuar. Pero ese... cobarde... llamó a su fiel amigo, Bill —explicó con veneno en su voz, el odio claramente presente en cada palabra.

Naruto y Dipper se quedaron en silencio, procesando lo que escuchaban, mientras Tsunade continuaba compartiendo su historia.

—No sé cómo lo logró, si Hashirama fue quien selló todo el conocimiento —continuó Tsunade, su voz cargada de rabia—. Pero ese maldito aún así logró llamar a Bill. Y Bill... Bill lo hizo todo peor —añadió, el dolor evidente en su tono.

Dipper y Naruto intercambiaron una mirada, sorprendidos y perturbados por lo que escuchaban. Tsunade seguía hablando, cada palabra teñida de frustración y dolor.

—El de seis dedos me sacó de allí, lo que llevó a Bill a arrastrarme al mundo astral para pelear, lejos de la máquina. No quería que la dañáramos... —su voz se quebró por un momento, y sus ojos se nublaron con los recuerdos—. Fue entonces cuando... me lastimó en mi forma astral. —Tsunade levantó ligeramente su blusa, revelando una cicatriz profunda en su abdomen—. Este agujero... lo hizo él. La herida se trasladó a mi cuerpo físico, y no me quedó más remedio que huir. Desde entonces, mis días están contados. Apenas unos pocos días más de vida... —dijo con un tono cargado de tristeza y rabia, la cicatriz siendo la prueba palpable de su sufrimiento.

Naruto y Dipper intercambiaron miradas, claramente afectados por la dureza de la historia. Ninguno de los dos había esperado algo tan desgarrador.

—¿Y qué pasó después? —preguntó Dipper, su voz vacilante, como si no pudiera evitar sentir compasión por ella.

Tsunade suspiró, su rostro ahora más frío y distante.

—Tuve que esconderme aquí. Incrusté el hacha y su anillo en este templo. Sabía que mi hora llegaba. Seis días después, ese hombre, el de seis dedos, vino a mí. Admitió que tenía razón, que Bill solo lo había usado como una marioneta. La máquina que habían construido era para conectar nuestro mundo con el caos de Bill. Logró desactivarla y ocultó los otros diarios que contenían el conocimiento para reactivar el portal —dijo, su voz temblando ligeramente—. Fui dura con él. Le dejé claro que mi vida ya estaba acabando, que no podía hacer nada más. Al final, la culpa lo consumió... Y después de ese día, no supe más de él —concluyó, la tristeza aún vibrando en sus palabras.

Una pesada quietud se apoderó de la habitación. Tsunade, mirando a Naruto, posó una mano en su hombro, su expresión ahora más suave, como si estuviera transmitiendo una última lección.

—Sé que todo esto parece mucho para ti, Naruto, pero no tienes que enfrentarlo solo. Apóyate en tus amigos. Confía en ellos, no cometas el mismo error que yo. —Su tono se suavizó, casi como un susurro, mientras miraba a Dipper también—. Además, deberás aprender a controlar el poder del hacha, y algún día, encontrar a tu alma gemela. Solo juntos podrán dominar la danza de la fusión —añadió, con una leve sonrisa.

Con un destello de luz azul, Tsunade desapareció, dejando una atmósfera cargada de pensamientos. Naruto cerró los ojos por un momento, procesando lo que había escuchado. Al abrirlos, se levantó lentamente, recogió a Leviatán y comenzó a caminar hacia la salida. Dipper lo siguió en silencio, la tensión palpable en el aire.

Una vez de vuelta en la cabaña, Dipper se desplomó en el sillón, exhausto por todo lo sucedido. La televisión encendida no lograba captar su atención. Estaba demasiado ocupado pensando en lo que Tsunade les había contado.

De repente, Mabel irrumpió en la sala, mostrando sus manos adornadas con un maquillaje y uñas exageradas.

—¡Mira, Dipper! ¡Mis uñas! —exclamó emocionada, agitando sus manos frente a él.

Dipper apenas levantó la mirada, sumido en sus pensamientos.

—¿Qué te pasa? Pareces Wolverine —respondió, apartando las manos de Mabel sin mucha emoción.

—Me las hizo mi nuevo amigo, Gideon. Es un chico muy divertido —respondió Mabel, con una sonrisa de orgullo, sin darse cuenta de que su entusiasmo solo contrastaba con la seriedad del momento.

—No sé, Mabel, ese chico no me da confianza. Alguien que tiene el cabello más grande que su cabeza no puede ser de fiar —dijo Dipper, su tono algo burlón, aunque aún preocupado.

—¡Oh, vamos! No lo molestes. Él es el único que juega conmigo. Tú y Soos siempre están ocupados con cosas de chicos —se quejó Mabel, cruzando los brazos con frustración.

Dipper, aunque no quería causar una discusión, no pudo evitar soltar una última observación.

—¿En serio? —Dipper no podía creer lo que oía. Antes de que pudiera decir algo más, Soos irrumpió en la conversación con su habitual entusiasmo, proponiendo la idea de explotar salchichas en el microondas, algo que sonaba lo suficientemente inofensivo como para distraer a todos. Dipper, agradecido por la distracción, decidió ir con Soos, dejando a Mabel y Naruto a solas.

Naruto, perdido en sus pensamientos, ni siquiera había seguido la conversación. Estaba atorado en un mar de dudas y temores. Se sentía insuficiente, incapaz de detener a Bill y proteger a sus amigos. El peso de Leviatán sobre su espalda no solo le drenaba la fuerza física, sino también su energía emocional.

—¡Naruto! ¡Tierra llamando a Naruto! —Mabel agitó la mano frente a su cara, pero no obtuvo respuesta. Exasperada, tomó un vaso de agua y, sin pensarlo, le tiró un poco en la cara. Naruto, sobresaltado, parpadeó varias veces antes de darse cuenta de lo que había sucedido.

—¡¿Qué... qué pasó?! —se sacudió, mirando a Mabel, aún algo desorientado.

—Estabas en la luna. —Mabel le lanzó una mirada divertida, aunque al notar la expresión distante de Naruto, añadió—: Mira, ¿qué te parece mi maquillaje? Me lo hizo Gideon.

Naruto, aún atrapado en sus pensamientos, tardó en procesar lo que le decía. Sin embargo, cuando finalmente logró enfocarse en Mabel, sonrió, un tanto nervioso. —Eh... Mabel, te ves... hermosa. Ese maquillaje te queda perfecto. —Lo dijo sin pensarlo demasiado, y aunque Mabel se sonrojó, su expresión reflejaba una mezcla de sorpresa y timidez.

—E-eh, bueno... gracias, Naruto. —La risa nerviosa de Mabel fue acompañada de un brillo en sus ojos, pero algo seguía flotando en el aire, algo que Naruto no alcanzaba a entender del todo—. Bueno, me voy. Gideon me está esperando. Nos vemos luego. —Le dio un beso en la mejilla antes de correr hacia la puerta, dejando a Naruto allí, de pie, solo, sintiéndose más confundido que nunca.

Naruto observó cómo Mabel se alejaba. En lugar de sentirse feliz por el beso, la incertidumbre lo invadió aún más. "¿Qué pasa con Gideon? Algo no cuadra...", pensó. Pero, exhausto, dejó la inquietud para más tarde. Su mente necesitaba un descanso, aunque el peso de Leviatán parecía no dejarlo ir.

--

Dos días después...

Durante esos dos días, ni Dipper ni Mabel vieron a Naruto. Estaba ocupado con asuntos familiares y, después del incidente en el templo, había decidido tomarse un respiro del mundo paranormal. Incluso había dejado su hacha Leviatán en casa, buscando un respiro de normalidad. Sin embargo, ese descanso no duraría mucho.

Al salir de la mansión Noroeste, Naruto escuchó los rumores que circulaban por el pueblo. Todo el mundo hablaba de cómo Mabel y Gideon se habían convertido en la nueva pareja favorita. Algunos estaban emocionados, encantados de que Mabel estuviera con alguien tan popular como Gideon. Pero otros murmuraban que Mabel había traicionado a alguien, alimentando el rumor de que ella y Naruto eran algo más que amigos. De alguna manera, la reputación de Mabel se estaba viendo afectada, y eso no podía dejar de preocupar a Naruto.

Intrigado y molesto, Naruto se dirigió a la cabaña del misterio justo a tiempo para ver cómo Mabel corría hacia su habitación, visiblemente frustrada. Antes de que pudiera subir a hablar con ella, Dipper y Stan lo notaron. Dipper lo observó con una expresión preocupada, mientras Stan, para sorpresa de Naruto, llevaba una camiseta con los nombres de "Mabel" y "Gideon" en letras grandes.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Naruto, frunciendo el ceño mientras miraba a Stan.

Dipper soltó un suspiro y cruzó los brazos, dirigiendo una mirada molesta a su tío antes de hablar. —Stan pensó que sería una gran idea juntar a Mabel con Gideon, como si ella no pudiera decidir por sí misma.

Stan, sin perder su actitud relajada, levantó las manos en señal de defensa. —¡Vamos, muchacho! Esto es un negocio. Gideon es el chico más popular del pueblo, ¿sabes lo que significa que Mabel esté con él? ¡Publicidad gratis para la cabaña del misterio!

Naruto se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. —¿Publicidad? ¿Eso es lo que te importa?

Dipper intervino, claramente frustrado. —¡No puedes simplemente usar a Mabel para tus negocios, Stan! Esto no es solo un truco de feria. ¡Gideon es raro! Algo no está bien con él.

Stan puso los ojos en blanco, ignorando la advertencia de Dipper. —¡Oh, vamos, pajarito! No es como si no pudiera soportar que otro chico sea más popular que tú. No significa que Gideon sea un villano. Es solo un niño rico que quiere atención. Un poco... excéntrico, tal vez, pero nadie es perfecto.

Naruto interrumpió, su tono ahora más serio. —He escuchado los rumores. La gente está diciendo que Mabel está "traicionando" a alguien. Algunos piensan que somos más que amigos y ahora todos creen que ella me ha engañado. ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo?

Stan se quedó en silencio, rascándose la barbilla con incomodidad, pero aún manteniendo su actitud relajada. —Mira, no le hagas caso a esos chismes. El pueblo siempre inventa algo. Y sobre lo de "engañar", eso es solo basura. Tú y Mabel son amigos, ¿verdad?

Naruto apretó los puños, tratando de calmarse. —Lo que la gente dice está afectando a Mabel. Ya está empezando a impactar su reputación, Stan. No puedes ignorarlo.

Dipper, viendo que Naruto estaba diciendo lo que él también pensaba, se unió al argumento. —Exactamente. No sé qué pasa con Gideon, pero no es de fiar. Hoy hizo sentir incómoda a Mabel. No quiero que mi hermana esté cerca de él, y menos por tu tonta idea de hacer negocios.

Stan, cansado de la discusión, se dejó caer en el sillón. —Está bien, ya lo entendí. Tal vez me dejé llevar un poco con eso de la publicidad, pero Gideon no es un villano. Solo es un chico que quiere atención. Mabel es fuerte. Si no le gusta, lo rechazará.

Naruto lo miró incrédulo. —No es tan simple. Gideon manipula a las personas. Y si sigues apoyando esto, Mabel sentirá que no puede decir "no". Eso no está bien.

Dipper asintió, decidido. —Mabel necesita apoyo, no más presión. Y tú no estás ayudando, Stan.

Stan los observó, luego miró la camiseta que llevaba puesta, dándose cuenta de lo mal que se veía la situación. Suspiró y se quitó la camiseta, tirándola a un lado. —Está bien, lo entiendo. Si Gideon resulta ser una amenaza real, lo echaré de la cabaña con una patada en el trasero. ¿Les parece bien?

Dipper y Naruto se miraron con cierto escepticismo, pero al menos parecía que Stan había comenzado a comprender la magnitud del asunto. Antes de que pudieran responder, un ruido proveniente de arriba llamó su atención: el portazo de la habitación de Mabel.

Naruto suspiró y se dirigió hacia las escaleras. —Voy a hablar con ella.

Dipper lo siguió de cerca, mirando a Stan con una última mirada desconfiada. —Esto no ha terminado, Stan. Gideon esconde algo, y lo voy a descubrir.

Stan se recostó en el sillón, dejando escapar un largo suspiro mientras observaba cómo los dos subían las escaleras. —Chicos... siempre complican todo. Pero está bien, lo vigilaré. No voy a dejar que le pase nada malo a Mabel.

Naruto golpeó suavemente la puerta del cuarto de Mabel.

—Mabel... soy yo, Naruto. ¿Puedo pasar?

Hubo un breve silencio antes de que la puerta se abriera lentamente. Mabel asomó la cabeza, sus ojos enrojecidos traicionando las lágrimas recientes. Sin decir una palabra, lo dejó entrar.

Naruto la observó mientras ella se sentaba en su cama, cruzando los brazos y soltando un suspiro cargado de tristeza. Se veía frágil, pero al mismo tiempo esforzándose por mantener la compostura. Con cuidado, él se sentó a su lado, manteniendo una distancia respetuosa pero con evidente preocupación en sus ojos.

—¿Estás bien? —preguntó en un tono suave.

Mabel se encogió de hombros, evitando su mirada. —No lo sé, Naruto. Pensé que salir con Gideon sería divertido, ya sabes... un chico popular interesado en mí, llevándome a todas partes. Pero... se está volviendo raro.

Naruto frunció el ceño, alerta. —¿Raro? ¿Qué quieres decir?

Mabel suspiró profundamente, llevándose las manos al rostro. —Siento que no puedo decirle que no. No quiero estar con él, pero todo el pueblo lo adora. Si lo rechazo, ¿qué pensarán de mí? Ya están diciendo cosas horribles, Naruto. Y si todo empeora...

Naruto respiró hondo, eligiendo sus palabras con cuidado. —Mabel, lo que piensen los demás no es más importante que lo que sientes. No tienes que seguir con Gideon solo porque los demás lo esperan. Si no te sientes bien con él, tienes todo el derecho de decir que no. Nadie tiene derecho a decidir por ti.

Mabel lo miró, sus labios curvándose en una sonrisa triste. —Es fácil decirlo, pero no es tan fácil hacerlo.

Naruto asintió, entendiendo lo difícil que era para ella soportar tanta presión. —Lo sé. Pero escucha, tú eres mucho más que lo que los demás piensen. Tienes a Dipper, a Stan, a Soos... y a mí. No estás sola en esto.

Mabel se quedó en silencio por un momento, emocionada por sus palabras. Finalmente, se inclinó hacia él y lo abrazó con fuerza.

—Gracias, Naruto. A veces solo necesito escuchar eso... Me haces sentir más fuerte.

Naruto le devolvió el abrazo, sintiendo que había logrado calmarla. Pero, en su interior, sabía que Gideon no se rendiría tan fácilmente. Algo en ese chico no le daba buena espina, y presentía que las cosas podrían complicarse pronto.

Mabel se separó, secándose las lágrimas. —Quizás debería decirle a Gideon cómo me siento... pero, ¿y si se enoja? ¿Y si hace que todo sea peor?

Naruto le sostuvo la mirada, con calma. —No tienes que hacerlo sola, Mabel. Habla con Dipper o con Stan. Ellos se preocupan por ti tanto como yo. Y si las cosas se complican, no dudes en llamarme. Estaré ahí.

Por primera vez en días, Mabel esbozó una sonrisa auténtica. —Gracias, Naruto. Eres un amigo increíble.

Naruto se levantó, dedicándole una última mirada. —Recuerda: nunca dejes que nadie decida por ti. Tú tienes el control. Nos vemos mañana.

Mabel asintió, observando cómo salía de su habitación. Cerró la puerta detrás de él y respiró hondo, sintiendo un pequeño alivio. Aunque sabía que aún quedaba mucho por resolver, el apoyo de Naruto le dio la fuerza para comenzar a tomar decisiones por sí misma.

Poco después, Dipper entró en la habitación, notando las mejillas húmedas de su hermana y el rastro de preocupación en el ambiente.

—Mabel, ¿qué pasa? —preguntó con cautela.

Sin dudarlo, Mabel corrió hacia él y lo abrazó, dejando que las lágrimas volvieran a fluir. Dipper, desconcertado pero preocupado, la rodeó con sus brazos y miró hacia la puerta, donde había estado Naruto.

—¿Es por Gideon? —insistió Dipper, mientras acariciaba el cabello de su hermana.

Ella asintió, su voz quebrada. —Es demasiado, Dipper... no sé cómo lidiar con él.

Dipper apretó los dientes, sintiendo cómo la ira se acumulaba dentro de él. —Escucha, no dejaré que Gideon te haga sentir así. Mañana mismo hablaré con él. Si no quiere escuchar, lo haré entender.

—¿En serio? —preguntó Mabel, levantando la mirada, con una chispa de esperanza en sus ojos.

—Por supuesto. No voy a permitir que nadie te lastime, Mabel. Eres mi hermana, y siempre voy a cuidarte.

Mabel sonrió entre lágrimas, abrazándolo aún más fuerte. Aunque sabía que enfrentar a Gideon no sería fácil, ahora sentía que, con Naruto y Dipper a su lado, podría superar cualquier obstáculo.

—Gracias, chicos... —dijo Mabel mientras abrazaba a Dipper y Naruto con fuerza. Una sonrisa tímida apareció en su rostro, aunque sus ojos todavía mostraban un atisbo de preocupación—. No sé qué haría sin ustedes.

—No tienes que hacerlo sola —respondió Dipper, dándole un apretón reconfortante en el hombro—. Esto lo resolveremos juntos. Te lo prometo.

Naruto le sonrió cálidamente. —Recuerda que somos un equipo, Mabel. Nadie ni nada va a separarnos.

Mabel soltó una pequeña risa, sintiéndose aliviada por el apoyo de los dos chicos más importantes en su vida. Con ellos a su lado, sentía que podría enfrentarse a cualquier cosa.

Dipper había tomado una decisión firme: no permitiría que Gideon siguiera manipulando a Mabel. Sabía que enfrentarse a él no sería fácil, pero alguien tenía que hacerlo antes de que las cosas se salieran de control.

Ese mismo día, Dipper fue al lujoso restaurante donde Gideon y Mabel tenían programada otra "cita". Al entrar, vio a Gideon esperándolo en una mesa, con una sonrisa confiada y su característico aire de superioridad.

—¡Dipper Pines! Qué sorpresa verte aquí —dijo Gideon, con su tono exageradamente alegre mientras agitaba una mano para saludarlo.

Dipper respiró hondo, intentando mantenerse calmado. —Gideon... necesitamos hablar —dijo, su voz algo tensa pero decidida—. Mabel no puede seguir viéndote. Ella no quiere continuar con esto. Se siente incómoda y... no es justo para ella.

Por un momento, Gideon pareció procesar las palabras. Su sonrisa disminuyó ligeramente, pero no tardó en recuperarla. Sin embargo, había un brillo extraño en sus ojos.

—Oh, entiendo, entiendo... —respondió, su voz manteniendo un tono amable, aunque sus palabras sonaban forzadas—. Así que eres tú quien decide por Mabel ahora, ¿eh?

Dipper levantó las manos en un gesto defensivo. —No, esto es algo que Mabel siente. Yo solo... estoy aquí para decírtelo, porque no quiero que las cosas se compliquen más.

El rostro de Gideon se tensó brevemente, pero luego soltó una risa fingida. —Bueno, Dipper, aprecio que te tomes el tiempo de venir hasta aquí. No te preocupes, lo entiendo perfectamente.

Dipper lo miró, desconfiando del repentino cambio de actitud, pero decidió no prolongar la conversación. —Bien... gracias por entender. Nos vemos —dijo, levantándose de la mesa con cierta prisa.

Mientras salía, pudo sentir la mirada de Gideon clavada en él. No había dudas de que algo tramaba.

En la acera, Mabel y Naruto esperaban ansiosos. Al ver a Dipper, ambos se acercaron rápidamente.

—¿Cómo te fue? —preguntó Naruto, notando el nerviosismo en el rostro de su amigo.

—¿Le dijiste que todo terminó? —insistió Mabel, mordiéndose el labio con preocupación.

—Sí, le dije. Todo está bien ahora, no tienes que preocuparte más —respondió Dipper, intentando sonar seguro.

—¿Y cómo reaccionó? —preguntó Mabel, sin poder ocultar del todo su inquietud.

Dipper restó importancia al asunto con un gesto de la mano. —Lo entendió. Todo está bajo control, Mabel. Confía en mí.

Naruto, percibiendo la duda en Mabel, le puso una mano en el hombro. —Si vuelve a molestarte, estaremos aquí para enfrentarlo. No estás sola.

Mabel dejó escapar un suspiro de alivio y les dedicó una sonrisa agradecida. —Gracias, chicos. No sé qué haría sin ustedes.

Aunque el día había sido complicado, la tranquilidad regresó a la Cabaña del Misterio. Dipper, Mabel y Naruto disfrutaban de un momento relajado con Soos, quien se había puesto varias almohadas bajo la camiseta para simular un barrigón.

—¡Vengan, chicos, intenten derribarme! —anunció Soos, riendo mientras extendía los brazos.

—¡Esto es genial! —gritó Mabel, lanzándose sobre él con su característico entusiasmo.

Naruto se rió mientras intentaba levantarse del suelo. —Sí, creo que necesitábamos algo así para distraernos.

La calma era un alivio. Gracias al esfuerzo de Dipper al enfrentar a Gideon y a Naruto aclarando los rumores en el pueblo, todo parecía volver a la normalidad... al menos por ahora.

—Gracias, chicos, de verdad —dijo Mabel con una sonrisa sincera—. Todo está mejor gracias a ustedes.

De repente, el sonido del teléfono interrumpió el momento. Mabel señaló a Dipper con dramatismo. —¡Es tu turno de contestar!

Dipper rodó los ojos con una sonrisa antes de levantarse. Al otro lado de la línea, la entusiasta voz de Toby Determined lo sorprendió.

—¡Dipper! ¡No vas a creer esto! Quiero entrevistarte para el periódico. ¿Qué opinas?

Dipper apuntó los detalles de la cita y, emocionado, volvió con los demás.

—¡Chicos! ¡Me van a entrevistar! —dijo, con los ojos brillando de emoción.

Naruto alzó una ceja, sonriendo. —¿De verdad? Eso suena increíble. ¿Cuándo es?

Dipper le pasó la nota con la dirección y la hora. Sin embargo, al leerla, Naruto frunció el ceño. —Hmm, esto parece un poco extraño.

—¿Raro cómo? —preguntó Mabel, inclinándose para mirar la nota.

Naruto dudó un momento antes de responder. —No lo sé, solo tengo un mal presentimiento. Dipper, ¿qué tal si voy contigo? Mejor prevenir que lamentar.

Dipper asintió, aliviado por el ofrecimiento. —Buena idea. No quiero que esto termine siendo una trampa o algo así.

—¡Eso suena emocionante! —intervino Mabel con una sonrisa—. ¡Suerte con la entrevista, chicos! ¡Pueden con esto!

Naruto y Dipper compartieron una mirada cómplice antes de asentir. Fuera lo que fuera lo que Toby tenía preparado, estaban listos para enfrentarlo juntos.

Esa noche, Dipper y Naruto se prepararon para salir con una mezcla de precaución y determinación. Mientras Mabel los despedía desde la puerta de la cabaña, su entusiasmo habitual llenaba el aire.

—¡No tarden demasiado, chicos! —dijo Mabel, agitando una mano.

—Volveremos pronto —respondió Dipper con una sonrisa, aunque el nerviosismo era evidente en su voz.

Naruto, cargando su hacha Leviatán a regañadientes, murmuró mientras salían: —Algo en esto no me gusta.

La dirección los llevó a una bodega abandonada a las afueras del pueblo. Las ventanas rotas y la pintura descascarada del edificio parecían confirmar las sospechas de Naruto.

—Este lugar tiene malas vibras —comentó Naruto, ajustando el agarre en el mango de Leviatán.

—Totalmente de acuerdo —respondió Dipper, tragando saliva mientras empujaba la puerta con cautela.

El interior estaba envuelto en sombras. El eco de sus pasos resonaba como si el edificio respirara.

—¿Hay alguien aquí? —llamó Dipper, su voz vacilante.

De repente, la puerta se cerró de golpe detrás de ellos, y luces brillantes inundaron la habitación, revelando a Gideon sentado en una silla, con una sonrisa forzada y su típico peluche en la mano.

—¡Oh, hola, chicos! Qué inesperado encontrarlos aquí —dijo Gideon, con una voz que goteaba sarcasmo.

Dipper apretó los puños. —Gideon, basta de juegos. Esto es por Mabel, ¿verdad? Te lo dijimos: ella no está interesada en ti.

El rostro de Gideon se contrajo en una mueca de furia. —¡Eso es mentira! Ustedes le han llenado la cabeza de tonterías. Ella era mi pastel de frambuesa hasta que este... ¡este impostor apareció! —señaló a Naruto con desprecio.

Naruto, con una calma que escondía su enojo, respondió: —¿Impostor? Gideon, no tienes idea de lo que significa ganarse a alguien de verdad.

Las palabras parecieron ser demasiado para Gideon. Levantó un extraño collar que colgaba de su cuello, que comenzó a brillar con una energía verde y oscura. De repente, un aura mágica los envolvió a ambos y los lanzó contra la pared como si fueran muñecos de trapo.

—¡Esto es mi magia, muchachos! —gritó Gideon, su tono triunfal mientras los veía intentar levantarse.

Naruto se tambaleó, ayudando a Dipper a ponerse de pie. —Ya basta, Gideon. No quiero hacer esto, pero no me dejas otra opción.

Con un movimiento firme, Naruto empuñó su hacha y la plantó en el suelo con fuerza. —¡Congelación Rápida!

Un crujido helado llenó la bodega cuando el hielo comenzó a extenderse desde el punto de impacto. La magia gélida avanzó como un depredador, envolviendo las piernas de Gideon antes de que pudiera reaccionar. En cuestión de segundos, estaba atrapado en un bloque de hielo, completamente inmovilizado.

—¿Qué... qué demonios es esto? —balbuceó Gideon, su voz temblando mientras el frío se colaba en sus huesos.

Naruto soltó el hacha, jadeando por el esfuerzo. Su cuerpo temblaba, y gotas de sudor frío recorrían su rostro. —Odio usar esto... —murmuró antes de caer de rodillas, claramente agotado.

—¡Naruto! —exclamó Dipper, corriendo hacia él y ayudándolo a mantenerse de pie.

Antes de que Dipper pudiera decir algo más, las puertas de la bodega se abrieron de golpe, y Mabel apareció, jadeando tras haber corrido todo el camino.

—¡Naruto! —gritó al verlo en el suelo, con su hacha caída a un lado. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras corría hacia él y se arrodillaba a su lado. —¿Qué has hecho?

La escena la dejó helada: Gideon, congelado en un bloque de hielo, y Naruto, temblando visiblemente. Un recuerdo de su conversación pasada resonó en su mente.

Flashback

—Cada vez que uso esos poderes —le había dicho Naruto con voz sombría— siento que pierdo una parte de mí. El hacha... me exige más de lo que puedo dar.

Fin del Flashback

Mabel se quitó su suéter y lo usó como almohada para Naruto, acariciando su rostro con cuidado. —¿Por qué lo hiciste? —preguntó en un susurro.

Dipper, viendo su angustia, se apresuró a explicarle. —Gideon nos tendió una trampa, Mabel. Ese collar que tiene... es algún tipo de artefacto mágico. Naruto solo quería protegernos.

Con lágrimas en los ojos, Mabel miró a Gideon, aún atrapado en el hielo, y se levantó con resolución. Se acercó a él, le arrancó el collar y lo guardó en su bolso.

—Esto se acabó, Gideon —dijo con voz firme.

Con la ayuda de Dipper, Mabel cargó a Naruto y lo llevaron de regreso a la cabaña. Mientras caminaban, Mabel no soltó la mano de Naruto, susurrándole palabras de aliento.

Esa noche, aunque el peligro inmediato había pasado, todos supieron que la lucha no había terminado. Gideon tenía más secretos, y Naruto, aunque poderoso, pagaba un precio muy alto por usar su hacha.