Regresamos a los soft y correspondido (?)

Advertencias: Aomine Oni y honguito humano... si, esto va a funcionar.


Se corre una leyenda que dice que en el Monte Fuji hay un oni que vive atormentando a los habitantes de los pueblos que habitan la zona. Robaba sus mujeres, asesinaba a sus hombres y robaba todo lo que pudiera de ganado y cosechas producidas durante el año con un simple chasquido de dedos.

Nadie sabía por qué gustaba "castigar" a la humanidad de esta forma.

Lo único que tenían claro era que si continuaban así; nada quedaría de estos pueblos, especialmente el que se encargaba de la naciente industria ganadera. Hartos de la situación, los aldeanos pensaron en formas de eliminar dicho Oni que se contaba cuenta con largos cabellos azules y fríos ojos del mismo tono. Ambos de un azul muerto, intenso del océano mismo antes de un huracán infernal.

Usaba ropas de invierno, lo que significaba contaba con la ayuda de aquel elemento para eliminar a sus enemigos y defenderse de ser necesario de sus adversarios.

Falta decir que aquellos planes no funcionaron.

Para nada.

"¡Esto no puede seguir así!".

"¡Debemos hacer algo, a este paso moriremos!".

"¡Enfrentarlo no sirve! Debemos hacer otra cosa".

"¡Un sacrificio, un tributo! Eso haremos".

Actuaron sin dudar.

Fue así como Ryou Sakurai se encontró en esta horrible y extrema decisión.

El bajito y temeroso castaño estaba cubierto de las telas más costosas y blancas que pudieron encontrar para este tributo. Sus cabellos fueron lavados y aromatizados con las más costosas y deliciosas esencias, usaba arracadas, aretes y una tiara que impedía sus cabellos castaños cubrieran su rostro, todos y cada uno era de oro macizo.

El chico estaba asustado y confundido, por más que peleo para que lo soltaran no consiguió su libertad, pero siendo un chiquillo de 15 años, huérfano y sin que a nadie le importara su existencia; no pudo hacer mucho para evitar su horrendo destino.

Tal secuestrado fue dejado a su suerte y manoteado sobre las escaleras del tembló donde vive el oni que tanto tormento causa en los pueblos aledaños. Ryou trato de liberarse de sus amarres, pero no consiguió nada. Lucho, grito, pero estaba completamente solo a merced de la naturaleza y la fauna salvaje.

Pronto copos de nieve comenzaron a caer sobre Ryou y el lugar donde estaba el castaño. Trato de liberarse de nuevo, pero no consiguió nada.

Un gruñido puso en alerta a Ryou. Eso no era una buena señal. No, no lo era, especialmente por los intensos ojos azules que podían verse a través de la tormenta de nieve que había surgido repentinamente.

Temió lo peor cuando la figura de un enorme lobo de pelo azul y afilados colmillos y garras apareció ante sus ojos caramelo. Estaba aterrado, estaba seguro que iba a morir antes de cumplir con su propósito inicial. Cerro los ojos en cuanto el lobo corrió y salto dispuesto a atacarlo, agradecía que la venda que callaba sus labios amortiguo el grito que soltó al saber que moriría en ese instante.

Pero-

-Tú no eres como esos imbéciles ¿verdad? -

Ryou abrió los ojos al oír una profunda voz llamándolo. La tormenta de nieve se detuvo en ese instante y el enorme lobo había desparecido. Parpadeo un par de veces confundido por aun estar con vida. Frente a él había un alto hombre de piel morena, largos cabellos y ojos azules intensos y profundos de expresión enojada y fría. Usaba pieles de animales por ropas y un garrote de madera y metal era sujetada con fuerza por su mano diestra.

Ryou ahora si sabía que iba a morir.

-Malditos humanos, hacerle esto a una niña-

"¿Niña?" pensó Ryou ahogando otro grito cuando aquel hombre se agacho a cortar con su navaja de invierno las sogas que amarraban el cuerpo de Ryou que se perdió un instante en los agudos y serios ojos azules del hombre que ahora quitaba la venda que tapaba su boca "sus ojos… son hermosos".

Se sonrojo por aquel pensamiento, quizá este hombre iba a matarlo a la menor provocación y el pensando en cosas que no debía pensar.

-N-no soy una chica, señor- explico con timidez Ryou encogiéndose en su lugar no buscando provocar a este hombre con un particular cuerno en su frente, no era tan notorio, pero estaba ahí -gracias por ayudarme, señor-

El hombre arrugo la nariz -no me digas señor, me haces sentir viejo. Y aunque lo soy no me gusta que me lo recuerden- dejo a un lado su garrote acercándose al castaño que se encogía en su lugar al tener tan cerca el rostro de aquel intimidante hombre -hueles raro-

- ¿Raro? - expreso Ryou -yo… quizá sea por las fragancias y perfumes que me pusieron antes de dejarme aquí. Me dedicaba a eso antes de llegar… aquí- el hombre le vio con seriedad buscando alguna mentira de su parte, pero no encontró nada, no al menos de momento. Lo que no esperaba Ryou fue que este hombre comenzara a "acariciar" su cuerpo, caderas y pecho sobre las telas blancas que lo obligaron a usar - ¿se-señor? -

-Muy flacucho- las mejillas de Ryou se sonrojaron por esas palabras del hombre -no servirás para tener a mis hijos si sigues así- siguió pasando las palmas de sus manos con brusquedad sobre el bajito cuerpo de Ryou -tendré que engordarte si piensas cumplir con tus funciones como mi "esposa"- el castaño le vio con cautela y asustado por sus acciones, especialmente cuando las amplias manos de este hombre se deslizaron hasta donde un par de redondos pero marcados glúteos podían distinguirse -aunque… he de admitir que tienes un buen trasero, un poco mejor que el de Satsuki-

- ¿Esposa, señor? -

-Si ¿acaso creíste que comería tu carne o te asesinaría? Por dios, eso hasta para mi es sanguinario. Eres un niño, pero no como carne humana, da asco y su carne no sabe bien con arroz y verduras- Ryou seguía procesando sus primeras palabras -vendrás conmigo, te tomare como lo que "tus" hermanos quieren pero a mi manera- se levantó de su sitio levantando por las muñecas al adolescente que apenas podía sostenerse con sus piernas sin chocar con el pecho del hombre que tenía que agachar la cabeza para ver al bajito castaño -espero que con la dieta de Satsuki crezcas un poco más, eres demasiado bajito, a este paso mis hijos no crecerán como debe ser-

-Ha-Habla como si pudiera embarazar a un hombre- Ryou estaba aterrado ante aquella posibilidad.

El hombre soltó una varonil carcajada poniendo sobre su hombro el delgado cuerpo del adolescente que estuvo demasiado tentado en gritar por el trato rudo del hombre de cabellos azules que ahora tomaba su garrote tomando camino a su hogar finalmente.

-Para un Oni como yo nada es imposible- aseguro el hombre -si quiero embarazar a un hombre lo hare, si quiero impregnarte con mi semilla lo hare, si te tomare como mi esposa; ten la seguridad de que lo conseguiré. No hay nada imposible para tu futuro esposo, Aomine Daiki. Ese es mi nombre, apréndetelo bien niño- luego de eso comenzó su camino a casa sin esperar alguna queja o reproche del jovencito.

- ¿Eh? Y-yo no puedo ser su esposa, Aomine-sama. No soy digno- Daiki callo sus quejas con una sonora nalgada asustando al castaño.

-Calla, si esos idiotas te mandaron conmigo es porque vieron algo en ti que podía ser de utilidad para mí. Serás mi esposa… ¿Cómo dices que te llamas? -

-Sa-Sakurai Ryou, Aomine-sama-

Otra varonil carcajada salió de los labios de Aomine.

-Nos divertiremos tú y yo, Ryou- aseguro Aomine desapareciendo del lugar donde encontró al castaño con un chasquido. Una enorme casa estilo oriental apareció ante los ojos de Ryou -espero sepas cocinar, estoy harto del veneno que Satsuki dice llamar cocina-

-Yo… intentare ser una buena esposa para Aomine-sama- aseguro Ryou que, aunque no podía ver el rostro de Aomine estaba seguro que estaba complacido de oír sus palabras -me salvo la vida y eso es lo único que importa-

Otra nalgada sobre sus glúteos le dio la respuesta que esperaba oír del oni.

¿Estará bien con este hombre y en su hogar?

Cinco años después.

-Ryou…-

- ¿Si, Daiki-sama? - pregunto con suavidad el ahora joven de 20 años quien estaba arrodillado manejando la tierra de su pequeño jardín privado para poder plantar nuevas semillas de las plantas medicinales y aromáticas que comenzaban a escasear en sus anaqueles. El castaño al notar que no había respuesta de su interlocutor fue como se animó a volver a hablar - ¿Daiki-sama? -

Aomine se mantenía en silencio, viendo con atención y detalle el trabajo que estaba haciendo el bajito humano en su jardín. Le ofreció en su momento una hectárea de sus territorios, tierra fértil capaz de llevar entre sus suelos todo lo que Ryou quisiera plantar; pero el castaño rechazo su oferta sin pensarlo un momento, era demasiado trabajo cuidar de una hectárea, además, lo que cultiva no necesita tanto espacio ni tierra.

Una pequeña parcela afuera de la pequeña "chosa" (como se refería el oni al pequeño espacio que Ryou había construido para volverlo su laboratorio personal). Entre perfumes, medicinas, condimentos descubiertos y por descubrir; Aomine le había dado a su "esposa" el espacio que Ryou quería sin exigírselo.

Daiki le daría más, el mundo entero si es lo que quiere. Pero su humano no es avaricioso ni codicioso. Es demasiado amable y bueno para este mundo cruel lleno de egoísmo y maldad, incluso para el propio Daiki.

El castaño hizo una mueca con sus labios al ver tan callado al oni. Se sacudió las manos sucias de tierra y después de ponerse de pie limpiando en su ropa de trabajo sus manos fue como se acercó a Aomine. Seguía siendo bajito (no tanto como en su adolescencia) pero para los estándares de un oni como lo era Daiki, no había crecido mucho. Bueno, su estatura de un metro setenta centímetros no podían compararse a la estatura de dos metros con veinte centímetros que el oni siempre ha mantenido desde que se conocieron hace cinco años.

Tomo con suavidad las morenas mejillas provocando que finalmente el oni dejara de ver a "la nada" y le prestara atención. Aomine tomo las manos de Ryou con suavidad y cuidado pues no quería arañar sin querer la bonita piel de su esposa con sus largas uñas. Ryou sabía que algo estaba preocupando o al menos poniendo a pensar al hombre que lo rescato hace tiempo así que esperaría hasta que Daiki dijera que estaba pasando para poder continuar con su conversación.

-Sigues parándote de puntitas para alcanzarme, Ryou-

-No es mi culpa que Daiki-sama sea tan alto- Aomine soltó una grave carcajada ahora abrazando con suavidad el cuerpo de Ryou quien regresando a su postura original dejo que el oni le abrazara fuertemente - ¿Qué pasa? Me estas preocupando, Daiki-sama-

-Hoy se cumplen cinco años que nos conocimos, Ryou-

-Si, lo sé, ya tengo preparada la comida favorita de Daiki-sama por eso- respondió el castaño con suavidad escuchando el latido del corazón del oni.

-Estuve pensando cosas, Ryou- el castaño vio los ojos azules de Aomine quien era ahora el que acariciaba las suaves mejillas de Ryou -sigo firme con que seas la madre de mis hijos, Satsuki ya investigo y es posible que lo seas- las mejillas del castaño se pintaron de rosa por las palabras de Aomine.

- ¿Pero? - pregunto Ryou notando duda en los ojos de Daiki. Su señor nunca duda.

-No lo serás hasta que me des tu cuerpo voluntariamente- esa era una de las condiciones de Ryou y la estaba cumpliendo. Ha sido paciente y quería dar ese paso con Ryou si o si -antes de eso quiero que cumplas con mi condición, Ryou-

Saco de entre sus ropas de piel de animales un pequeño anillo. Delgado, de plata. En el centro había un gran zafiro redondo cubierto de plata también y con varios diamantes alrededor de su figura.

-Daiki-sama-

-Vas a ser mi esposa, Ryou- tomo la mano diestra del bajito castaño y puso el anillo de plata sobre su dedo anular provocando gran sorpresa y felicidad en el humano -te quiero para ambas cosas, te amo. Y serás mío por todas las de la ley-

- ¡Si! - grito Ryou abrazando al oni quien al ver lo entusiasmado que estaba Ryou no dudo en agacharse un poco y cargar desde sus piernas a su Ryou que feliz rodeo los hombros anchos del oni robándole un pequeño beso que Daiki no dudo en corresponder - ¡Debemos planear la boda y-! -

-Satsuki se encargará de ello- aseguro el oni abrazando el cuerpo de su Ryou -estos días solo quiero estar con mi Ryou, en una semana será la boda-

Una semana y su familia estaría completa.

-Te amo, Daiki-sama- el oni sonrió con egolatría, claro que sí.

-Y yo con todo mi ser, Ryou-

Un sacrificio que salió para bien finalmente terminaría con una boda.