Capitulo 3: Por primera vez Fuiste útil

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

El monoculo de Ryan, un artefacto que parecía insignificante en comparación con los vastos poderes en juego, brilló con intensidad.A pesar de la brutalidad del combate y de los ataques casi letales que había recibido, esa pequeña joya en su ojo seguía funcionando con todo su poder, y ahora, más que nunca, cobraba sentido.Ryan sentía cómo la energía de la habilidad, una energía profunda y peligrosa, comenzaba a recorrer su cuerpo.

En su mano derecha un pergamino azul oscuro muy similar al aura de Henry se materializo. el monóculo brillaba con una brillo reconociendo.

Objeto de Rango S. Pergamino deSaqueo de habilidad.

Descripción: por un lapso muy pequeño de tiempo el portador del pergamino puede saquear una habilidad de su adversario.

Advertencia de uso: el usuario debe tener un estado optimo de al menos el 70%.

El Usuario debe pagar una ofrenda en la 24 horas después del uso del pergamino.

Ryan dudo al ver las penalidades que se deben de pagar al usar este pergamino normalmente le daría este pergamino a su padre pero con su estado actual seria imposible, el hombre había dudado tanto debido a que este pergamino costaba mucho.

Aunque ahora era obvio que este pergamino era mas barato que su propia vida.

El aire a su alrededor vibraba con la intensidad de la habilidad que estaba por desatar.La habilidad"Salto Espacial", que hasta ahora había sido solo una técnica secundaria, comenzó a manifestarse con toda su potencia.La naturaleza del espacio se torcía a su alrededor, como si el mismo universo estuviera a punto de colapsar.Ryan, con los ojos desbordados de concentración, observó aHenry, quien no parecía percatarse de lo que sucedía hasta que el campo de batalla cambió de repente.

El primer movimiento fue sutil, casi imperceptible.Ryan se colocó en el centro de su propia realidad, ajustando la distancia entre él y su enemigo.Con un simple parpadeo,el espacio alrededor de Henry se distorsionó, y una fracción de segundo después,un salto repentino lo hizo desaparecerde su posición original.Henry, desconcertado, apenas tuvo tiempo de reaccionar.

La batalla dejó de ser lo que había sido hasta ese momento.Los conceptos de "lejos" y "cerca" dejaron de existir paraRyan, y el espacio mismo se volvió su aliado.La distancia se convirtió en una ilusión.Los ataques que Henry había lanzado hacia Carlos, el terreno y las posiciones anteriores de los combatientessimplementedesaparecieron y se reposicionaron sin lógica alguna.

El espacio que Henry dominaba con tanta seguridad, ahora se volvió su peor enemigo.Ryan estaba en todas partes al mismo tiempo.El flujo del combate, la previsibilidad de cada golpe de Henry, ya no servían para nada.

Aterrizando a espaldas de Henry, Ryan aprovechó el efecto de su habilidad.Con la misma agilidad y destreza que lo caracterizaba,se materializó detrás de su padre, esquivando el ataque que había lanzado Henry hacia él.El espacio alrededor de Carlos comenzó a deformarse una vez más, y Ryan lo rodeó por completo, evitando que la lanza de sangre de Henry pudiera alcanzarlo.

"¡¿Cómo...?! ¿Qué diablos hiciste?!"Henry gruñó, sus ojos buscando a Ryan frenéticamente, incapaz de predecir sus movimientos.El rostro de Henry se distorsionaba por la furia y la incredulidad.

Con una explosión de energía, Ryan apareció frente a él.Usando la distorsión espacial para concentrar la máxima velocidad posible, lanzó un golpe directo hacia el abdomen de Henry, pero con una precisión que solo podía venir del manejo de la distancia en su más puro estado.

El impacto fue brutal.La fuerza de la distancia recorrida, el choque del espacio comprimido con la carne, hizo que Henry retrocediera con fuerza.Una gota de sangre salió disparada de su boca."Esto no está bien..."Henry, ahora claramente desorientado, trató de retroceder, pero el salto espacial de Ryan era imparable, como si las leyes de la física ya no pudieran contenerlo.

Cada movimiento de Ryan parecía una ilusión de velocidad,como si el mismo espacio lo ayudara a moverse entre los puntos de su realidad.Henry, aún recuperándose de los golpes y la confusión, se lanzó hacia él con furia, peroRyan aprovechó el último salto para desmaterializarsey aparecer frente a él.Con una increíble destreza, desató un golpe directo al rostro de Henry.

"¡Basta!"Henry gritó, y al instante el espacio se distorsionó.De un solo movimiento, Henry lanzó una distorsión en el campo que hizo que los puntos de espacio alrededor de ellos explotaran, pero Ryan estaba un paso adelante.La habilidad de Henry para manipular el espacio estaba siendo superada por la habilidad de Ryan para alterar la distancia.

"Lo que has hecho es una broma, Ryan..."Henry resopló, sonriendo a pesar de la sangre que salía de su boca."Aun con esa habilidad... sigues siendo un niño jugando con algo que no entiendes."

Pero Ryan no lo escuchaba. En ese momento,la batalla ya no era solo un enfrentamiento físico, sino una prueba de resistencia, destreza y estrategia. Los dos combatientes se movían de una manera que desbordaba la lógica, alterando las leyes del espacio con cada paso.La distancia ya no era un desafío, sino solo una extensión de sus propios poderes.

Con tantos combates que has tenido, has estado usando el 100% de tu poder en cada momento, ¿no es así, Henry?—Ryan habló con calma, su voz era serena, pero cada palabra llevaba el peso de la estrategia. Estaba observando cada movimiento, cada gesto del hombre que tenían frente a ellos, buscando una debilidad, un fallo.

Henry inclinó ligeramente la cabeza, como si le aburriera la conversación.—¿Cansancio?—repitió, casi con burla. Su tono era apático, carente de interés, como si estuviera discutiendo algo trivial en lugar de enfrentarse a una batalla que había devastado el área.

Entonces, ocurrió lo que parecía imposible: las heridas en su cuerpo comenzaron a cerrarse. No lentamente como lo haría un proceso natural, ni siquiera con el efecto de una habilidad curativa.Las heridas simplemente dejaron de existir, como si el espacio mismo que las contenía fuera reescrito.El flujo de sangre, los cortes profundos, incluso los huesos rotos que habían sido visibles hacía apenas unos segundos, desaparecieron por completo, dejando su piel lisa y perfecta.

¿Dices que mi fuerza se ha debilitado?—preguntó Henry, su mirada fría y fija en Ryan. El tono de su voz era tan calmado que resultaba aún más aterrador.—¿Crees que porque empleo el 100% de mi fuerza en cada golpe estoy agotado? ¿Qué te hace pensar que tal absurdo es correcto?

El silencio que siguió fue opresivo, pero Henry no tardó en romperlo, avanzando un paso con una lentitud deliberada. La presión a su alrededor aumentaba con cada movimiento.

Mi estado óptimo nunca se ha utilizado en esta lucha. Todo esto, todo lo que has visto, no es más que un fragmento de lo que puedo hacer.—Se detuvo y sonrió, una sonrisa gélida y llena de desprecio.

Ryan tragó saliva, pero no desvió la mirada. Su monocular brillaba tenuemente mientras intentaba analizar el poder de Henry, pero la información era confusa, incoherente. Todo lo que podía leer era un abismo insondable, como si las leyes mismas del universo se doblegaran alrededor de él.

Porque, a diferencia de tu padre, tú, Ryan... tú ascendiste con calma, rodeado de los recursos de tu familia. Siempre protegido, siempre privilegiado.—Henry levantó una mano, y el aire a su alrededor comenzó a distorsionarse, como si la realidad misma temblara bajo su voluntad.—Yo, en cambio, ascendí en la guerra. Mis manos han derramado más sangre de la que podrías imaginar.

Su voz se volvió un susurro, pero aún así resonaba con fuerza.—Tu padre... fue mi maestro. Pero solo me enseñó el manejo de la espada. Nada más, nada menos. Todo lo demás lo aprendí en el campo de batalla. Allí, donde la muerte es la única verdadera maestra.

La presión aumentó, y de repente, el suelo bajo los pies de Ryan comenzó a fragmentarse, como si la misma tierra estuviera siendo aplastada por una fuerza invisible. Henry no necesitaba levantar un dedo para mostrar su dominio absoluto del campo de batalla.

Ryan apretó los puños, mirando a su padre a lo lejos. Carlos estaba gravemente herido, pero no podía dejar que ese monstruo avanzara más. No solo estaba luchando por su familia; estaba luchando por algo más grande.—Entonces, si esto no es tu máximo... —dijo Ryan, tomando aire y concentrando todo su poder en un movimiento decisivo—. ¡Muéstramelo!

Henry sonrió de nuevo, y con un gesto casual de su mano, el espacio comenzó a doblarse a su alrededor, como si estuviera preparando el escenario para un espectáculo que nadie jamás olvidaría.

¿Piensan que he gastado mi energía en algo tan insignificante como ustedes?—Henry habló, su voz impregnada de desprecio, pero con una calma que resultaba más aterradora que cualquier grito. Su mirada se fijó en Ryan y Carlos, con una intensidad que parecía perforar el alma.—¿Creen que pueden enfrentarse a mí? ¿A mi decisión de cancelar el sacrificio de mi primogénito?

Henry dio un paso adelante, el suelo bajo sus pies agrietándose como si su mera presencia estuviera destruyendo la tierra.—Déjenme mostrarles lo que he aprendido en las batallas de mis más de 50 años. Déjenme enseñarles el único modo en el que descubrí cómo sobrevivir y cómo templar mi mente, cuerpo, energía y alma.

Extendió sus brazos hacia los lados, como si quisiera abarcar el mundo entero, y una sonrisa tranquila se formó en sus labios.Pero por dentro, su corazón ardía. Cada fibra de su ser gritaba en silencio, recordando cómo su hijo Bernardo había sido herido una y otra vez. La ira rugía dentro de él, una tormenta contenida por su voluntad férrea.

Lo primero fue adquirir una calma absoluta,—continuó Henry, su voz como un eco profundo que parecía resonar en las mentes de quienes lo escuchaban—.Fue mediante una concentración ardua, inquebrantable. Así fue como mejoré.

El aire a su alrededor comenzó a vibrar mientras su energía fluía, cargada de un poder abrumador. Cada palabra parecía cargar el ambiente con una tensión insoportable.

Conseguí un control tan perfecto, tan suave y sutil, que ni siquiera sacude la superficie de las aguas.—Dijo, alzando una mano. Frente a él, una pequeña esfera de energía pura apareció, perfectamente inmóvil. Pero la calma era solo una cara de la moneda.—Combinado con una intensidad suprema, capaz de consumir mundos enteros con mi ira.

En un instante, la esfera se expandió, transformándose en una explosión que hizo temblar el terreno, aunque Henry permaneció inamovible. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y certeza.

Todo esto conforma mi ser en la lucha.—Su voz aumentó en intensidad, resonando como un trueno que hacía vibrar los corazones de quienes lo escuchaban.—Soy Henry, futuro señor de la rama colateral de la familia Qillu, padre de un hijo amado por el mundo.

Su expresión se endureció, y en un susurro cargado de furia contenida, añadió:—Y una decepción de hombre, un pecador que cometió el peor de los crímenes.

El ambiente se volvió sofocante, como si el aire mismo se negara a moverse.—Así que prepárense.—Henry levantó ambos brazos, y el cielo pareció oscurecerse mientras energías invisibles comenzaban a acumularse a su alrededor.—Insectos, mi ira será descargada sobre ustedes.

En ese momento, su sonrisa desapareció, reemplazada por una expresión de absoluta determinación. El suelo bajo los pies de Carlos y Ryan se partió como vidrio frágil, y una ráfaga de energía incontrolable los empujó hacia atrás, apenas permitiéndoles mantenerse en pie. La tormenta estaba a punto de desatarse, y Henry sería su epicentro.

El aire a su alrededor se comprimió, cargado con un maná tan denso que parecía ralentizar el flujo del tiempo.Ryan y Henry se observaron en silencio, como dos depredadores acechándose, listos para dar el primer zarpazo.Ambos entendían lo que estaba en juego, y esta vez no habría distracciones. Era una lucha entre iguales, una batalla donde el dominio del espacio decidiría al vencedor.

Ryan fue el primero en moverse.Dio un paso hacia adelante y desapareció en un destello de luz azulada, reapareciendo detrás de Henry con un puño dirigido a su columna vertebral. Sin embargo, el golpe chocó contra el vacío, un espacio deformado que Henry había creado con un movimiento casi imperceptible de su mano.

Buena intención, pero insuficiente, Ryan,—dijo Henry, girando sobre su eje con una fluidez que hablaba de décadas de experiencia. Su codo se dirigió hacia el rostro de Ryan, pero este lo bloqueó con su antebrazo en un impacto que resonó como un trueno. Las ondas de choque hicieron vibrar el aire, y el suelo bajo ellos se desmoronó en una nube de polvo y escombros.

Ambos desaparecieron nuevamente, sus figuras distorsionándose mientras el espacio se plegaba a su voluntad.Reaparecieron en el aire, a más de 20 metros del suelo, intercambiando golpes que rompían la barrera del sonido. Cada movimiento era meticulosamente calculado, cada ataque contrarrestado con una precisión casi inhumana.

Ryan lanzó un gancho ascendente que parecía dirigido al mentón de Henry, pero en el último momento el puño desapareció, trasladado instantáneamente a un costado de Henry. El ataque impactó, haciendo que Henry se tambaleara en el aire.

Interesante,—admitió Henry con una sonrisa feroz, mientras un hilo de sangre descendía por la comisura de su boca. Su cuerpo no tardó en adaptarse.—Pero no eres el único que puede jugar con el espacio.

Henry extendió la mano, y el aire alrededor de Ryan pareció solidificarse, atrapándolo como si estuviera dentro de un cristal invisible. Ryan luchó por liberarse, pero en un movimiento inesperado, Henry apareció frente a él, su rodilla impactando brutalmente en el abdomen de Ryan.El sonido del impacto fue sordo, pero el eco de la fuerza resonó en todo el campo de batalla.

Ryan escupió sangre, pero su mirada no flaqueó.Con un grito de pura voluntad, canalizó su maná en una explosión que rompió la prisión invisible, enviando fragmentos del espacio distorsionado volando en todas direcciones. Con un giro rápido, atrapó la muñeca de Henry, torciéndola con fuerza para intentar desestabilizarlo, pero Henry respondió con una patada giratoria que lo obligó a soltar su agarre.

El combate cuerpo a cuerpo se intensificó.Ambos hombres se movían con una velocidad y coordinación que desafiaban la lógica. Las rodillas, codos, puños y piernas chocaban como martillos contra acero, cada impacto liberando chispas de energía pura. En un momento, Ryan utilizó su habilidad para trasportarse instantáneamente detrás de Henry, lanzando una ráfaga de golpes al punto ciego de su oponente. Pero Henry giró con una gracia casi etérea, desviando cada ataque con movimientos mínimos y contrarrestando con un gancho directo al rostro de Ryan.

No luchas como alguien que ha tenido un maestro,—dijo Henry, mientras ambos intercambiaban una ráfaga de ataques con tanta rapidez que sus movimientos eran apenas visibles.—Luchas como alguien que tiene hambre, pero esa hambre no será suficiente para vencerme.

Ryan no respondió.En lugar de palabras, dejó que sus puños hablaran. Su ataque siguiente fue una combinación devastadora: un golpe descendente directo al cráneo de Henry, seguido de un barrido bajo que buscaba desequilibrarlo. Pero Henry, con la precisión de un cirujano, manipuló el espacio a su alrededor para desviar el primer golpe y saltó en el momento exacto para esquivar el barrido. Antes de aterrizar, dirigió una patada descendente al rostro de Ryan, quien la bloqueó con ambos brazos, aunque la fuerza lo hizo retroceder varios metros.

El suelo tembló cuando ambos volvieron a enfrentarse.Ahora era un intercambio puro de maestría espacial. Cada golpe, cada movimiento estaba respaldado por su habilidad para alterar el espacio. Puños que parecían destinados a impactar desaparecían y reaparecían desde ángulos imposibles. Patadas que debían ser letales eran absorbidas en el vacío y redirigidas hacia el atacante.

En un momento crítico, Henry creó un portal justo donde Ryan estaba a punto de pisar, haciendo que este cayera al vacío por un instante. Pero Ryan reaccionó rápidamente, creando su propia distorsión espacial para reaparecer a un lado de Henry, lanzando un codazo directo al costado de su oponente.

El impacto fue brutal.Henry sintió cómo las costillas crujían bajo la presión, pero en lugar de retroceder, avanzó. Sujetó a Ryan por el cuello y lo lanzó al suelo con una fuerza devastadora, creando un cráter masivo en el lugar del impacto.

Ryan jadeó, sangre escurriendo de la comisura de sus labios, pero su determinación no disminuyó.Con un grito de pura furia, se impulsó hacia Henry, lanzando una ráfaga de golpes que fueron tan rápidos y feroces que incluso Henry tuvo que retroceder, bloqueando con dificultad.

¡Tienes mi respeto, Ryan!—rugió Henry, con una sonrisa que mezclaba orgullo y desafío.—Pero esta pelea no será decidida por quién es más hábil. Será decidida por quién puede aguantar más.

Y con esas palabras, ambos hombres se lanzaron nuevamente al combate, cada golpe, cada movimiento un recordatorio de que estaban luchando no solo por la victoria, sino por sus ideales, su orgullo y todo lo que representaban.

El combate continuaba, pero ahora Ryan estaba decidido a tomar el control absoluto.El aire se tornó más pesado, como si el espacio mismo hubiera decidido someterse a la voluntad de Ryan. Henry, por primera vez, sintió una presión que no podía ignorar: su propio dominio del espacio estaba siendo retado de manera aplastante.

Ryan no habló.No era el momento de palabras, sino de acciones. Su figura se desdibujó mientras desaparecía y reaparecía alrededor de Henry en un destello continuo de movimiento. Cada aparición iba acompañada de un golpe devastador: un puño directo al costado, una patada giratoria al rostro, un rodillazo al abdomen. Henry bloqueó como pudo, pero la velocidad de Ryan era abrumadora.

¿Finalmente decidiste tomarte esto en serio, Ryan?—gruñó Henry, mientras un golpe particularmente fuerte lo obligaba a retroceder. Sangre brotó de su boca, y su mirada brilló con una mezcla de furia y respeto.

Ryan no respondió. En cambio, levantó su brazo derecho, y el espacio frente a él pareció rasgarse como un pergamino.De esa grieta emergió una esfera de vacío puro, un fragmento de espacio comprimido que lanzó hacia Henry.La explosión fue inmediata, forzando a Henry a crear una barrera de emergencia, pero la onda expansiva lo lanzó hacia atrás con tal fuerza que atravesó varios árboles cercanos antes de detenerse.

Henry se levantó, pero su respiración era pesada.Su cuerpo, aunque regenerado constantemente, comenzaba a mostrar signos de fatiga. Las heridas no solo eran físicas; cada impacto de Ryan llevaba consigo una distorsión del espacio que desafiaba la capacidad regenerativa de Henry.El espacio alrededor de sus costillas parecía inestable, como si el tejido no pudiera encontrar un punto fijo para sanar.

Ryan apareció frente a Henry en un parpadeo, lanzando un gancho ascendente que impactó directamente en la mandíbula de su oponente.Henry tambaleó hacia atrás, pero antes de que pudiera recuperar el equilibrio, Ryan estaba sobre él nuevamente, utilizando el espacio como una extensión de su propio cuerpo. Su codo se materializó en el pecho de Henry, hundiéndolo en el suelo con un impacto tan fuerte que el terreno se quebró en una red de fisuras.

¡Esto no ha terminado!—rugió Henry, liberando una onda expansiva de energía espacial que intentó empujar a Ryan hacia atrás. Pero Ryan simplemente se desplazó a través del vacío, reapareciendo justo detrás de Henry con una patada descendente que conectó en la base de su cuello. El golpe fue brutal, arrancándole un grito de dolor que resonó por todo el campo de batalla.

Esto no es personal, Henry,—dijo Ryan finalmente, su voz firme pero fría.—Solo estoy devolviéndote todo lo que me has enseñado.

El ataque siguiente fue devastador.Ryan levantó ambas manos, y el espacio alrededor de Henry comenzó a comprimirse como si estuviera atrapado en el núcleo de una estrella. La presión era tan intensa que Henry cayó de rodillas, jadeando mientras su cuerpo intentaba resistir.

Con un grito de desafío, Henry logró liberar una porción de su energía, creando una grieta en el espacio que lo liberó momentáneamente de la prisión de Ryan.Se lanzó hacia su oponente con una ráfaga de golpes cuerpo a cuerpo, cada uno cargado con una fuerza que podía romper huesos. Pero Ryan estaba un paso adelante.

Cada ataque de Henry era esquivado con precisión milimétrica.Ryan no solo lo evadía, sino que cada movimiento lo acercaba más al punto débil de su oponente. Finalmente, encontró la abertura que buscaba: un golpe directo al costado de Henry, justo donde su regeneración comenzaba a fallar.

El impacto fue devastador.Ryan canalizó toda su energía espacial en ese golpe, creando una onda de choque que atravesó el cuerpo de Henry, dejando un agujero visible. Henry escupió sangre, cayendo al suelo mientras intentaba contener el daño, pero esta vez no pudo regenerarse completamente.El espacio mismo parecía haber sido alterado dentro de su cuerpo, imposibilitando la sanación.

Has perdido, Henry,—dijo Ryan, con la mirada fija en su oponente caído. Pero no hubo burla en su voz, solo determinación.—Esta batalla demuestra que incluso los más fuertes caen cuando subestiman a quienes han estado aprendiendo todo el tiempo.

Henry, jadeando, intentó ponerse de pie, pero sus piernas temblaron.El daño era demasiado severo, y por primera vez en décadas, sintió el peso de la derrota.Aun así, su mirada seguía desafiando, negándose a ceder por completo.

Esto no ha terminado, Ryan,—dijo Henry, con una sonrisa amarga mientras un hilo de sangre descendía por su barbilla.—Eres fuerte, pero veremos cuánto tiempo puedes sostenerte en la cima.

Ryan no respondió. Esta vez, dejó que el silencio marcara el final del enfrentamiento, mientras el aire volvía a su estado normal, aunque el terreno alrededor de ambos era un recordatorio del caos que acababan de desatar.

Henry se arrodilló lentamente, aferrándose al suelo con ambas manos mientras trataba de controlar la hemorragia interna causada por el golpe de Ryan.El espacio a su alrededor seguía distorsionado, su propia energía rebelándose contra él. Pero incluso en esa posición, su semblante no mostraba desesperación, sino una mezcla de resignación y férrea determinación.

Ryan permaneció inmóvil, sus ojos clavados en el hombre que, aunque derrotado, aún emanaba una presencia imponente.La sangre de Henry empapaba el suelo, pero su mirada seguía viva, como una llama que se negaba a extinguirse.

¿Vas a terminar esto?—preguntó Henry, rompiendo el silencio con una voz ronca, pero desafiante. —¿O solo piensas dejarme aquí para que me pudra?

Ryan no respondió de inmediato.En su mente, las palabras de su padre resonaban una y otra vez: "La batalla no se trata de destruir al enemigo, sino de decidir lo que realmente estás dispuesto a proteger." Tomó una respiración profunda, calmando el torbellino de emociones que amenazaba con consumirlo.

—Esto no es un castigo, Henry, —dijo finalmente Ryan, su voz fría pero firme. —Es una lección. No por lo que me hiciste a mí, sino por lo que estás dispuesto a hacerle a otros.

Henry soltó una carcajada, amarga y cargada de ironía.—¿Lección? ¿Te crees un maestro ahora, Ryan? Eres fuerte, lo admito. Más de lo que esperaba. Pero no confundas fuerza con sabiduría. En este mundo, no se sobrevive con lecciones... se sobrevive aplastando al enemigo.

Antes de que pudiera continuar, Ryan avanzó.Su figura se desdibujó nuevamente, y en un instante estaba frente a Henry. Lo tomó del cuello de su traje, levantándolo ligeramente del suelo.

—Eso es lo que te hace débil, Henry, —dijo Ryan, su tono cargado de una mezcla de rabia y tristeza. —Tienes poder, pero nunca aprendiste a usarlo para algo más que destruir.

Con un movimiento decidido, lo arrojó hacia atrás.Henry impactó contra un árbol caído, su cuerpo resistiendo a duras penas el castigo. Pero no se levantó esta vez. En cambio, permaneció allí, observando a Ryan con una expresión mezcla de desafío y respeto.

Ryan levantó su mano, y el espacio a su alrededor comenzó a brillar con un resplandor tenue.La presión en el ambiente aumentó, y por un momento pareció que todo el campo de batalla se había congelado.

—Tienes razón en una cosa, Henry, —continuó Ryan. —La supervivencia en este mundo requiere fuerza. Pero esa fuerza no significa nada si no sirve para proteger.

Henry apretó los dientes, luchando por mantenerse consciente mientras la gravedad de las palabras de Ryan lo golpeaba tanto como los ataques anteriores.Aun así, su mente no se rendía. "¿Es esto realmente todo lo que tiene? ¿Me dejará vivir después de esto? ¿O...?"

De repente, Ryan bajó la mano.El brillo que lo rodeaba desapareció, y el aire volvió a la normalidad.

—Has perdido, Henry, —dijo Ryan, dándole la espalda mientras comenzaba a alejarse. —Si vuelves a levantar tu espada contra mi familia, esta será la última vez que veas la luz del día.

Henry observó en silencio cómo Ryan se alejaba, incapaz de moverse.Sus pensamientos eran un torbellino: una mezcla de vergüenza, ira, y algo que no quería admitir... admiración.

"Quizás... este chico sea realmente diferente," pensó para sí mismo mientras su cuerpo cedía al agotamiento, y la oscuridad comenzaba a envolverlo.

Ryan no miró atrás.La batalla había terminado, pero en su interior, la tensión seguía latente. Sabía que esto no era el final, sino un nuevo comienzo. Henry no sería el último en desafiarlo, pero había dejado claro que estaba listo para enfrentarse a cualquiera que pusiera en peligro a los suyos.

Henry permaneció inmóvil por un momento, como si estuviera reflexionando sobre las palabras de Ryan.Su respiración era pesada, y la sangre aún goteaba de las heridas que había recibido durante la batalla. El silencio en el campo de batalla era absoluto, hasta que un sonido inesperado rompió la tensión: una risa, baja al principio, pero que fue creciendo con intensidad.

Ryan se detuvo en seco, girando lentamente para mirar hacia atrás.

¿De qué te ríes? —preguntó, su tono frío, pero con una chispa de cautela.

Henry se incorporó lentamente, su cuerpo maltrecho rechinando con el esfuerzo.La sangre que antes empapaba el suelo se evaporó a medida que su cuerpo parecía envolverse en un aura carmesí. Sus ojos, ahora brillantes con un resplandor que mezclaba furia y júbilo, se clavaron en Ryan como dagas.

—¿De qué me río? —repitió Henry, su voz cargada de burla y desprecio. —De lo ingenuo que eres, niño. ¿De verdad crees que esta pelea ha terminado? ¿Que este es mi límite?

Ryan frunció el ceño, su instinto alertándole de que algo estaba terriblemente mal.

Henry levantó una mano y señaló su propio pecho, donde aún podía sentirse el eco de las heridas que Ryan había infligido.

—Todo este tiempo he estado jugando, conteniéndome. Pero ahora... —hizo una pausa, y su sonrisa se ensanchó de manera casi inhumana—, ahora no habrá límites.

El aire alrededor de Henry se distorsionó violentamente, como si el espacio mismo estuviera gritando en respuesta a su voluntad.Sus heridas se cerraron en un instante, no con la suavidad de antes, sino con una violencia palpable que parecía desgarrar la realidad en el proceso.

—Déjame mostrarte lo que significa luchar contra alguien que ha dejado atrás las ataduras. —La voz de Henry resonaba como un trueno, cargada de una fuerza que hacía temblar el suelo bajo sus pies.

Ryan no esperó.El espacio a su alrededor se torció, y en un parpadeo se lanzó hacia Henry, su velocidad una ráfaga invisible. Su puño se dirigió directamente al rostro de Henry, pero este lo detuvo con una mano, como si el ataque no fuera más que un juego de niños.

—¿Eso es todo? —se burló Henry, girando su muñeca para atrapar el brazo de Ryan y proyectarlo hacia el suelo con una fuerza que dejó un cráter bajo su impacto.

Ryan se incorporó de inmediato, contrarrestando con un barrido bajo que hizo tambalear a Henry.Sin perder un segundo, lanzó una serie de golpes rápidos dirigidos a los puntos vitales de su adversario, cada uno acompañado por la manipulación del espacio que hacía que sus ataques fueran imposibles de predecir.

Henry, sin embargo, ya no era el mismo.Su propio dominio del espacio había alcanzado un nuevo nivel. Cada golpe de Ryan parecía desvanecerse antes de alcanzarlo, como si el espacio mismo se plegara para protegerlo.

—¿Ves esto, Ryan? —dijo Henry mientras desviaba un ataque tras otro. —Ahora somos iguales en poder. Pero yo tengo algo que tú no: experiencia.

La batalla se convirtió en un frenesí de movimientos imposibles, con ambos contendientes desapareciendo y reapareciendo en diferentes puntos del campo.El aire se llenó de explosiones de energía espacial, cada una más devastadora que la anterior.

Ryan, sin embargo, no se dejó intimidar.Aprovechó un instante de apertura para desatar un golpe directo al pecho de Henry, infundido con toda su energía. El impacto resonó como un trueno, enviando a Henry volando varios metros antes de estrellarse contra un árbol que se partió en dos por la fuerza.

Henry se levantó una vez más, escupiendo sangre pero riendo como un loco.

—¡Eso es! —gritó, sus ojos brillando con una mezcla de furia y euforia. —¡Muéstrame todo lo que tienes, Ryan! Porque cuando termine contigo, nadie recordará que alguna vez fuiste una amenaza para mí.

Ryan respiró profundamente, enfocando toda su energía en un último movimiento.—Si este es tu límite, Henry, te aseguro que no será suficiente.

La batalla estaba lejos de terminar.Los dos combatientes se lanzaron nuevamente el uno contra el otro, cada movimiento más rápido y más devastador, transformando el campo de batalla en un caos de energía y destrucción.Pero esta vez, Ryan sabía que no solo peleaba por su vida, sino por demostrar que incluso alguien como Henry podía ser derrotado.

El aire estaba cargado de tensión.Ryan se mantuvo firme, respirando con dificultad mientras observaba a Henry, cuya figura irradiaba una confianza casi insultante.Sin mover un músculo de su parte superior, Henry dejó caer los brazos a sus costados.

¿Qué estás haciendo? —preguntó Ryan, entrecerrando los ojos.

Henry sonrió, pero no hubo humor en su expresión.

—Ya que insistes en que me tome esto en serio, niño, te concederé un nuevo desafío. No usaré mis brazos. Para derrotarte, solo necesitaré mis piernas.

Ryan apretó los dientes, sintiendo la sangre hervir ante el descaro de Henry.—¿Crees que puedes subestimarme así? Esto será tu ruina.

Sin más palabras, Ryan desapareció en un destello, apareciendo frente a Henry con un golpe dirigido al rostro.Pero Henry giró sobre su eje, esquivando el ataque con una elegancia calculada, y antes de que Ryan pudiera retirarse, la pierna de Henry se elevó en un arco perfecto, conectando con su abdomen con una fuerza que lo lanzó varios metros hacia atrás.

Ryan aterrizó en una rodilla, jadeando por el impacto.—Eres rápido... demasiado rápido.

Henry avanzó lentamente, su postura relajada, con una sola pierna ligeramente adelantada.

—No es rapidez. Es precisión.

Ryan gruñó y atacó nuevamente, lanzando una serie de golpes a la velocidad de la luz, cada uno manipulado con el poder del espacio para añadir imprevisibilidad.Sin embargo, Henry esquivaba con giros y saltos, sus piernas bloqueando cada ataque con una destreza casi imposible.

¡Toma esto! —Ryan extendió su mano y un remolino de energía espacial comenzó a formarse, colapsando todo a su alrededor mientras lanzaba una onda expansiva directamente hacia Henry.

Henry no retrocedió.Saltó en el último instante, usando la pared de energía como un trampolín improvisado para impulsarse hacia Ryan. Girando en el aire,una patada descendente se precipitó con fuerza devastadora hacia la cabeza de Ryan, quien apenas logró levantar un escudo espacial para bloquearla. El impacto creó un cráter bajo sus pies, pero Ryan se mantuvo en pie.

La batalla continuó, transformándose en una danza letal.Cada movimiento de Henry era una combinación de fuerza y fluidez; sus piernas se movían como látigos, cada patada trazando líneas de destrucción en el aire. Ryan respondía con precisión, contrarrestando cada ataque con el control del espacio, tratando de encontrar una apertura en la defensa aparentemente impenetrable de Henry.

¿Es esto todo lo que tienes? —se burló Henry, girando en el aire para desatar una patada giratoria que apenas rozó la mejilla de Ryan, dejando una marca de sangre.

Ryan retrocedió, ajustando su postura.—Eres fuerte, pero no invencible.

Concentrándose, Ryan usó su control del espacio para ralentizar los movimientos de Henry.El aire a su alrededor se volvió pesado, como si el tiempo mismo se hubiera espesado. Sin embargo, Henry simplemente sonrió.

—¿Crees que no puedo superar eso?

Henry pisoteó el suelo con una fuerza explosiva, liberando una onda expansiva que desestabilizó la manipulación de Ryan.Antes de que este pudiera reaccionar, Henry apareció detrás de él en un instante, conectando una patada ascendente en su mandíbula que lo elevó varios metros en el aire.

Ryan cayó, pero giró en el último momento, aterrizando con un gruñido.Su rabia era palpable, pero no dejó que lo cegara. Aprovechó la distancia para generar un nuevo campo de distorsión espacial, rodeando a Henry con varias dimensiones superpuestas que deformaban la realidad.

Esto termina aquí —anunció Ryan, liberando una ráfaga de energía que se abalanzó sobre Henry desde todas las direcciones.

Pero Henry estaba preparado.Con un salto ágil, esquivó el primer ataque, girando en el aire para desviar el segundo con un barrido de su pierna.Aterrizó con la fuerza de un terremoto, rompiendo las dimensiones superpuestas como si fueran espejos frágiles.

¡No, no puede ser! —exclamó Ryan, retrocediendo.

Henry avanzó, su mirada fría y calculadora.—Te dije que solo necesitaría mis piernas.

En un movimiento final, Henry cargó hacia Ryan, su velocidad un borrón en el campo de batalla.Antes de que Ryan pudiera reaccionar, una serie de patadas rápidas lo golpearon en el torso, enviándolo al suelo con un estruendo ensordecedor.

A pesar del dolor, Ryan se levantó, tambaleándose pero sin rendirse.—Esto aún no ha terminado.

Henry lo observó con aprobación, limpiando el sudor de su frente con una ligera inclinación de su cabeza.—Esa es la actitud que esperaba. Pero recuerda, Ryan, mientras estés dispuesto a levantarte, yo seguiré dispuesto a derribarte.

El aire se tornó más pesado que nunca.La figura de Ryan permanecía de pie, tambaleándose, con la sangre goteando de las heridas abiertas en su cuerpo. Su respiración era errática, sus piernas temblaban bajo el peso de su propia resistencia. Frente a él, Henry avanzaba con una calma aterradora, sus manos aún inertes a los costados, como si fueran innecesarias.

Te mantienes de pie... admirable —dijo Henry, con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos—. Pero esta lucha ha pasado de ser interesante a simplemente necesaria. Te destruiré, Ryan. Te despojaré de toda voluntad.

Ryan apretó los dientes, aferrándose a lo poco que le quedaba de fuerza.Se lanzó hacia adelante, manipulando el espacio en un último intento desesperado por desequilibrar a Henry.Pero este lo esperaba.

Henry giró sobre su eje, la pierna derecha ascendiendo como un látigo implacable y conectando directamente con el costado de Ryan.Un crujido desgarrador resonó en el campo de batalla, seguido de un grito ahogado. Ryan salió disparado, su cuerpo rebotando contra el suelo antes de detenerse contra una roca que se partió en dos por el impacto.

Eso fue tu costilla derecha, ¿verdad? —preguntó Henry con burla, avanzando con pasos lentos, calculados.—Te lo dije, solo necesito mis piernas.

Ryan trató de levantarse, pero sus brazos temblaban. Antes de que pudiera siquiera ponerse de rodillas,Henry apareció frente a él en un destello.Su pierna izquierda subió en un arco imposible y descendió con una fuerza que hundió la cabeza de Ryan contra el suelo.

¡Ryan! —gritaron desde la distancia algunos de los aliados que observaban la batalla.

Henry no les prestó atención.Su mirada estaba fija en su presa.Levantó a Ryan con un movimiento de su pierna, enganchándolo con la fuerza brutal de una patada directa al abdomen. Ryan se retorció, escupiendo sangre mientras el aire escapaba de sus pulmones.

Aún sigues consciente. Eso es un logro en sí mismo, muchacho —se burló Henry, limpiándose una gota de sudor de la frente con desprecio.

Ryan intentó usar su control del espacio, generando un campo de energía que deformaba la realidad.Pero Henry no se inmutó. En lugar de atacar directamente, lanzó una patada lateral que desestabilizó el campo, haciéndolo colapsar sobre Ryan mismo.

¡¿Eso es todo lo que tienes?! —rugió Henry, saltando en el aire para conectar una serie de patadas consecutivas que se estrellaron contra Ryan como un aluvión de martillazos.

Cada impacto resonaba como un trueno, y cada golpe hundía más a Ryan en un abismo de dolor.La pierna de Henry giró con precisión, rompiendo el brazo derecho de Ryan con un chasquido seco. Luego, una patada descendente aplastó su rodilla izquierda, dejándolo incapaz de sostenerse.

¡Levántate! —ordenó Henry, con una furia que helaba la sangre.—¡No me decepciones!

Ryan jadeaba, su cuerpo roto y su mente tambaleándose al borde de la desesperación.Pero intentó ponerse de pie, tambaleándose como una marioneta rota.

Henry lo dejó hacerlo, observando con una mezcla de burla y desprecio.Cuando Ryan finalmente logró levantarse, Henry atacó de nuevo, esta vez con una patada giratoria que conectó con su rostro, lanzándolo como un muñeco de trapo a varios metros de distancia.

Ryan aterrizó pesadamente, su visión nublándose.Su mente comenzó a fracturarse bajo el peso de la derrota. La risa cruel de Henry llenó el aire.

—¿Esto es todo lo que puede ofrecer la sangre de los Qillu? ¿Tu familia es tan débil como siempre sospeché?

Ryan trató de levantarse de nuevo, pero esta vez su cuerpo no respondió.Los dedos le temblaban, su cabeza caía hacia un lado. Henry apareció frente a él en un parpadeo, levantando una pierna y dejándola caer suavemente sobre el pecho de Ryan.

Ya no tienes fuerza. Ya no tienes espíritu. Eres nada —dijo Henry, inclinándose ligeramente hacia él.—Ahora, déjame destruir lo poco que queda de ti.

Con un movimiento rápido, Henry golpeó el suelo junto a la cabeza de Ryan con una patada que partió la tierra misma.La vibración recorrió el cuerpo de Ryan, arrancándole un gemido ahogado.

Esto... termina... aquí —murmuró Ryan, con una voz débil pero decidida.

Henry se echó a reír, una risa profunda y resonante que se sentía como una sentencia.

—Oh, Ryan. Lo único que termina aquí... eres tú.

El pie deHenrydescendió con fuerza, el peso de su cuerpo aplastando el pecho deRyan, quien sintió cómo el aire se le escapaba de los pulmones en un suspiro sofocado. La suela del zapato delgeneralpresionó con tal brutalidad que las costillas deRyanse sintieron como si fueran a quebrarse, el dolor se disparó a través de su torso, arrasando con su concentración. Sin dar tregua,Henrylevantó el pie y con un movimiento fluido, pateó aRyanhacia un costado, dejándolo caer al suelo con el sonido de un golpe seco.

No merecen más mi tiempo—dijoHenrycon desdén, su voz profunda y resonante. Se alejó del joven sin mirar atrás, como si su derrota ya fuera un hecho consumado. La arrogancia en sus pasos era palpable.

Con un gesto despreciativo,Henryextendió su mano hacia la barrera que los rodeaba, como si el mundo entero se desvaneciera ante él. Cerró los ojos, ignorando todo lo que quedaba detrás. No le importaba lo que pensaran los guardias, que corrieron haciaCarlosyRyanpara asistirlos. No merecían su atención.

Por otro lado,CarlosyRyan, a pesar de las heridas y la desesperación que se reflejaba en sus rostros, sabían lo que tenían que hacer. La misión no podía fallar. El sacrificio deBernardono podía ser en vano, y si eso significaba enfrentarse aHenry, tendrían que hacerlo, aunque el abismo de poder entre ellos fuera abrumador.

Debian ganar el tiempo tiempo para que Peter mate a Bernardo.

Ryan, respirando con dificultad, se levantó lentamente. El sudor perlaba su frente, pero su mirada estaba llena de una determinación feroz. El monóculo que llevaba brilló una vez más con ese destello dorado, indicando que su habilidad había alcanzado nuevos límites. En su mente, la batalla se desarrollaba a un ritmo frenético, tratando de procesar los movimientos deHenry, que parecían estar más allá de su comprensión. Cada segundo era una recordatoria de lo infinitamente pequeño que era ante su oponente. El abismo entre ellos no solo se sentía en la distancia, sino también en la energía, en las habilidades que desbordaban deHenry, y en la lucha interna queRyansostenía dentro de sí mismo.

¡No!—gritóCarlos, su voz ahogada por el rugido ensordecedor que dominaba el lugar. Las palabras de desesperación se perdieron en la tormenta de energía, cuando vio cómo la barrera deHenrycomenzaba a desmoronarse, el anciano no podía permitir que todo se viniera abajo.Bernardoaún necesitaba ser sacrificado, y no había tiempo que perder.

Con un esfuerzo titánico, el cuerpo envejecido deCarlosse levantó una vez más, su resistencia aparentemente inquebrantable. A pesar de las numerosas batallas que había librado, su energía seguía siendo imparable. Estaba al 100%, una fuerza que parecía provenir del mismo núcleo de su alma.

Extendió su mano hacia el horizonte, y un rayo surgió del cielo, iluminando el campo de batalla en un destello cegador. Golpeó aHenryen la espalda con una furia de energía pura. Esta vez, no había barrera que lo protegiera. El impacto fue devastador. El rayo perforó laespaldadeHenry, su resistencia se quebró ante la potencia de la descarga. Era el primer daño crítico que había recibido en esta batalla, una grieta en su impenetrable armadura.

Henryno se dio la vuelta. Sólo sintió el ardor de la herida al atravesar su espalda, sintió cómo la sangre comenzaba a deslizarse por debajo de su ropa y su armadura. Era un dolor tan punzante que su cuerpo reaccionó de inmediato, pero su rostro seguía impasible, como si el golpe no tuviera importancia.

Viejo, parece que no entiendes... O tal vez no hablamos el mismo idioma—murmuróHenry, su tono cargado de desdén. En un parpadeo, la herida comenzó a sanar, pero su furia no disminuyó. Una nueva lanza carmesí se formó en el aire, la sangre se condensó en una estructura afilada y letal, lista para ser lanzada con la velocidad de una flecha mortal.

La lanza se lanzó con tal furia queCarlosno tuvo tiempo de reaccionar.Ryan, con una rapidez sobrehumana, intervino una vez más, invocando su poder acuático.Su escudo de aguaapareció ante él como una muralla defensiva, bloqueando la lanza de sangre con un estrépito ensordecedor. El impacto reverberó en el aire, pero el ataque deHenryno parecía tener fin.

Henryobservó con frialdad cómo su lanza de sangre se desvanecía, disuelta por la barrera protectora deRyan. Sin embargo, el jovenRyanno sabía que eso no significaba queHenryhubiera abandonado su ofensiva. La presión a su alrededor se intensificó, como si el aire mismo estuviera colapsando sobre él. Sintió cómo las partículas de energía se distorsionaban a su alrededor, el aire vibraba con una fuerza incontrolable, y entonces supo queHenryestaba a punto de liberar algo aún más devastador.

La atmósfera cambió drásticamente. Las ondas de energía distorsionaban la realidad misma, haciendo que el suelo bajo los pies de los combatientes comenzara a temblar.Ryansintió el peso de la inminente catástrofe, y por un momento, todo a su alrededor se oscureció, como si el mismo espacio se estuviera retorciendo con una fuerza maligna.Henryno había renunciado a su ataque; estaba a punto de desatar la verdadera magnitud de su poder.

Henryobservó con una frialdad gélida, su mirada penetrante fija enCarlosyRyan, como si estuviera evaluando cada una de sus reacciones, como un depredador observando a sus presas antes de dar el golpe mortal. La confusión y el temor en sus rostros solo avivaban la llama de su furia. Un destello de satisfacción lo recorrió, un disfrute perverso al ver que sus adversarios comenzaban a comprender, demasiado tarde, la magnitud de su error.

¿Quiénes son ustedes para desafiarme?—preguntó con desdén, su voz fría y cortante, como una daga que perfora el alma. Cada palabra llevaba consigo el peso de su poder absoluto.Henrypodía sentir cómo la ira fluía a través de él como un torrente indomable, cada segundo que pasaba haciendo crecer su furia, alimentando la tormenta que se desataba en su interior. Era un torrente de rabia pura que amenazaba con consumir todo a su paso. No había más espacio para la duda ni la piedad.

Con cada movimiento, el espacio mismo a su alrededor parecía distorsionarse, como si el propio aire temiera su ira.CarlosyRyanintentaban mantenerse firmes, pero sus corazones latían con una velocidad frenética, presagiando lo peor. No importaba cuánto se resistieran, el destino de sus cuerpos y almas ya estaba marcado por la voluntad deHenry.

La atmósfera se volvió pesada, como si el aire estuviera colapsando sobre ellos, y la energía en la tierra comenzó a temblar bajo el peso de la furia deHenry. Su poder era una fuerza tan destructiva que no solo afectaba a los cuerpos, sino que amenazaba con destrozar la misma esencia de la existencia.Ryan, por un instante, sintió el miedo recorrer su columna vertebral. Sabía queHenryestaba más allá de cualquier enemigo que hubiera enfrentado hasta ese momento. Pero aún así, la lucha no había terminado.

No hay vuelta atrás—susurróHenrypara sí mismo, mientras sus ojos brillaban con la furia de un dios que ha sido provocado.

LosguardiasdeCarlosintercambiaron miradas llenas de incertidumbre y miedo, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso e impenetrable. Algunos, sin poder evitarlo, retrocedieron lentamente, sus cuerpos temblando ante la presión abrumadora de laaurora de poderque emanaba deHenry. El campo de batalla, que antes parecía un lugar de enfrentamiento, se transformó en una prisión invisible, donde el miedo y la desesperación amenazaban con consumirlos.

Sin embargo, entre la multitud, uno de los guardias, un guerrero de rostro curtido y ojos decididos, no vaciló.José, conocido por su valentía y su incansable lealtad, apretó los dientes con fuerza, sintiendo cómo el hierro de su espada vibraba en su mano. La tensión en su cuerpo era palpable, cada fibra de su ser estaba a punto de estallar.Henrylos observaba con desprecio, como si fueran simples insectos a punto de ser aplastados, peroJoséno se dejó arrastrar por el pavor.

Con un movimiento rápido, levantó su espada, el acero brillando a la luz de la batalla. No era un movimiento perfecto, ni mucho menos el ataque de un maestro, pero era un acto de resistencia, un desafío al destino.Joséno era un guerrero común. Había entrenado toda su vida para proteger aCarlos, y hoy no sería diferente. Su mirada era feroz, un reflejo de la determinación que ardía en su corazón.

¡Por Carlos!—gritó con todo su ser, su voz llena de furia y desafío, mientras avanzaba con la espada en alto. No sabía si su golpe alcanzaría su objetivo, pero lo intentaría con todo lo que tenía.

La atmósfera a su alrededor parecía romperse como cristal, la furia deHenryenvolvía el aire como un vendaval, yJosé, sin un ápice de duda, se lanzó hacia él. Pero antes de que pudiera siquiera acercarse,Henrylo observó con desprecio, su rostro impasible. En un instante, su mano se levantó de manera indiferente, como si estuviera apartando una mosca.

El espacio a su alrededor comenzó a distorsionarse de forma espantosa, y en un parpadeo,Josése encontró volando por los aires. No había nada en sus movimientos que pudiera preparar a un hombre común para lo que estaba por suceder. Con un único gesto,Henrydesintegró todo intento de resistencia.Jose, aunque valiente, nunca tuvo oportunidad.

En su mente, la sensación de vacío lo invadió mientras su cuerpo volaba a través del aire, el rostro contorsionado en una mueca de horror antes de perder el conocimiento. La espada en sus manos cayó con un estrépito sordo al suelo, inerte, mientrasHenrylo observaba caer, su expresión impasible.

¿Qué creen que pueden hacer contra mí?—murmuróHenrycon una risa burlona, como si el mundo mismo fuera una jugada de ajedrez para él, donde las piezas no tenían poder alguno.

La voz deJoséresonó con fuerza, atravesando el caos que los rodeaba, pero su tono no pudo ocultar la desesperación que se mezclaba con su valentía."¡Carlos! ¡Debemos unir fuerzas!"gritó con desesperación, mirando alancianocon ojos llenos de determinación, mientras sus compañeros intercambiaban miradas llenas de temor. El resplandor de la batalla iluminaba sus rostros, cada uno de ellos sintiendo la presión de lo que estaba en juego.

El antiguo guerrero,Henry, se alzaba ante ellos como una sombra imponente, su presencia era tan abrumadora que parecía oscurecer incluso la luz de la batalla. La reacción de los hombres deCarlosera palpable; algunos apretaban las empuñaduras de sus espadas con manos sudorosas, mientras otros, más jóvenes, vacilaban. El miedo reverencial que sentían ante el poder deHenryse transformaba en parálisis. Nadie podía evitar temer al hombre que había sobrevivido a tantas batallas, que había dominado a tantos adversarios con su pura voluntad.

Joséintentó mantener su compostura, pero el sudor que caía por su frente era testamento de la tensión que sentía en el aire. El ruido de los choques de metal y los gritos de la batalla no lograban acallar el latido furioso en su pecho, cada golpe en su corazón parecía ser un recordatorio de la magnitud del desafío que tenían enfrente.

Carlosestaba quieto, observando en silencio aHenry. Sabía lo que debía hacer, pero el peso de la situación era aplastante. Los guerreros de su lado no solo se enfrentaban a un oponente formidable, sino a la posibilidad de perderlo todo. PeroJosé, con el rostro tenso por la preocupación y el deseo de resistir, no podía rendirse ante el miedo."No tenemos opción,"pensó mientras su mirada fija sobreCarlosparecía pedir una respuesta que podría cambiar el destino de todos.

A pesar del miedo, el grito deJoséera una súplica, un último intento de reunir la fuerza suficiente para plantar cara al enemigo. El tiempo parecía haberse detenido, y, mientras el eco de sus palabras se desvanecía en el aire cargado de energía, solo quedaba la incertidumbre de lo que vendría.

Carlossintió el sudor empapando su frente, cada gota pesada como si su cuerpo estuviera cargando el peso de todo lo que estaba en juego. El caos a su alrededor crecía a un ritmo alarmante, pero él debía mantener la calma. La mirada deHenry, fría y llena de desdén, lo atravesaba como una lanza invisible, y la presión sobre sus hombros aumentaba con cada segundo. Sin embargo, el líder de los guerreros sabía que la única forma de sobrevivir era mantener el orden."¡Formen filas! ¡Protéjanse unos a otros!"gritó, su voz rasposa, pero llena de autoridad, tratando de recuperar el control de la situación antes de que todo se desmoronara.

Pero no dio ni un paso antes de que el aire a su alrededor cambiara. Eldestello carmesíbrilló con una intensidad cegadora, y una sensación de inminente desastre invadió su pecho. La lanza de sangre se materializó nuevamente en las manos deHenry, como si su poder no tuviera límites. En un abrir y cerrar de ojos, la lanza fue lanzada con una velocidad letal hacia ellos, tan rápida que ni el aire pudo anticiparla. La lucha deCarlosse convirtió en un intento desesperado por salvar a sus hombres.

Ryan, quien estaba observando la escena con creciente desesperación, no dudó ni un segundo. Sabía queCarlosno tendría tiempo para reaccionar, y que sus hombres no tendrían la agilidad para evadir el ataque. La mirada deRyanse endureció mientras su monóculo brillaba nuevamente, proyectando un destello dorado que iluminó su rostro.

Con un grito que cortó el aire,Ryanse lanzó hacia adelante, moviéndose con la precisión de un predador. Suhabilidad de salto espacialse activó al instante, y sin dudarlo, se interpuso entre la lanza y los demás. La presión de los movimientos deHenryera abrumadora, y el campo de batalla parecía haberse reducido a una lucha por la supervivencia.

A pesar de la velocidad de la lanza,Ryanlogró crear una barrera de agua a su alrededor, empujándola hacia el suelo en el último segundo. Pero el impacto fue brutal. El poder deHenryno era algo que se pudiera bloquear tan fácilmente. La lanza atravesó la barrera como si fuera de papel, yRyansintió el golpe recorrer su cuerpo como un latigazo eléctrico, enviando ondas de dolor por todo su ser. A pesar de las heridas, la determinación en sus ojos no vaciló.

¡No!—gritóCarlos, viendo cómo la lanza pasaba rozando la figura deRyany dejando una estela de sangre en su rostro. Pero lo que realmente lo aterraba era la velocidad deHenry, el modo en que se despojaba de toda compasión con cada ataque.

El campo de batalla parecía un laberinto de posibilidades, conHenrycomo el minotauro que acechaba desde las sombras.Ryan, a pesar de los dolorosos estragos en su cuerpo, estaba decidido a proteger a su padre. Sabía que su resistencia era clave, pero la pregunta seguía en su mente:¿Cómo detener algo tan monstruoso?

Las filas de los guerreros deCarlosretrocedían, peroHenryno mostraba signos de detenerse. Su risa, casi inaudible por encima del sonido de la batalla, resonaba como un eco macabro. El ataque ya no era solo físico; había algo más profundo en su comportamiento, algo que arrasaba con todo lo que tocaba.

Ryanapretó los dientes, respirando con dificultad mientras intentaba reponerse.Carlos, al ver la gravedad de la situación, supo que no podían seguir jugando a la defensiva. La única opción ahora era un enfrentamiento total, a cualquier costo.

Una vez más, eldestello carmesíiluminó la oscuridad del campo de batalla.Henry, con su mirada fija y feroz, levantó la lanza de sangre, su poder creciendo cada vez más. En un solo movimiento fluido, la lanzó con una velocidad y precisión mortal, como una flecha destinada a atravesar todo a su paso. La energía detrás de la lanza parecía devorar el aire a su alrededor, y el peso de su fuerza era casi palpable, como una fuerza imparable.

Ryan, sintiendo la presión de la situación, se lanzó hacia adelante sin pensarlo. Con un grito de esfuerzo, extendió su mano hacia adelante, sabiendo que la barrera de agua que estaba a punto de crear sería la única esperanza de evitar una masacre. La magia comenzó a formarse en su palma, unescudo acuáticoque creció rápidamente, envolviendo a los hombres deCarlosen una esfera translúcida y protectora. Pero la lanza se acercaba a una velocidad inhumana, yRyansabía que no tendría tiempo suficiente para perfeccionar el escudo.

Justo cuando el impacto parecía inevitable, el escudo de aguase formó en el último segundo, interceptando la lanza carmesí en el aire. La explosión resultante fue ensordecedora. El campo de batalla fue iluminado por una explosión de luz cegadora, un destello de magia que retumbó en los oídos de todos los presentes. El aire se llenó de vapor y chispas, mientras las fuerzas de ambos ataques se colisionaban en una danza de poder titánico.

La onda expansiva lanzó a varios de los guerreros deCarloshacia atrás, sus cuerpos golpeando el suelo con fuerza. Elescudo acuáticobrillaba intensamente, pero el esfuerzo deRyanno fue suficiente para frenar por completo la magnitud de la lanza. La barrera se deformó, y la fuerza de la lanza comenzó a empujarla hacia adentro, como si el agua fuera incapaz de resistir tal poder.

Ryansintió una presión terrible en sus muñecas y antebrazos, el dolor sur

El impacto resonó como un trueno,haciendo temblar el suelo bajo sus pies. La onda expansiva de la colisión lanzó a algunos de los guardias deCarlosal suelo, mientras otros, más aferrados a su voluntad, mantenían sus posiciones, aunque sus cuerpos temblaban bajo la presión.Ryansintió cómo el peso de la batalla lo consumía, una sensación de agotamiento extremo. Suescudo acuáticotembló y chisporroteó bajo la intensa presión del ataque deHenry, pero aguantó, aunque la fuerza del impacto le hizo sentir como si su cuerpo fuera a colapsar.

Elmanaque fluía a través de él se drenaba rápidamente. Cada instante era más difícil de soportar.El ataque de Henryno era como los anteriores; no era simplemente un poder brutal, era algo refinado, casisublimeen su precisión y control. La magia que emanaba de la lanza carmesí parecía concentrada, como si estuviera destilada de la misma esencia de laviolencia pura, yRyanapenas lograba resistirla.

La lanza de sangre chocó con el escudo, pero esta vez elmanarefinado no solo estaba detrás de la fuerza física, sino también de una maestría queHenryhabía dominado a lo largo de los años. El impacto hizo que las paredes delescudo acuáticosedeformaran y se estrecharan, como si las aguas mismas estuvieran siendo comprimidas por la mano invisible de un titán.

Carlos, mirando desde la distancia, sintió que una chispa de esperanza se encendía en su corazón al ver aRyanresistir el ataque.—¡Bien hecho!—gritó, su voz llena de gratitud, pero también de una mezcla amarga de conciencia. Sabía que, por más impresionante que fuera la defensa de su hijo, la verdadera batalla recién comenzaba. A pesar del desgaste,Henryseguía siendo un enemigo formidable, y esa chispa de esperanza pronto sería puesta a prueba de la manera más brutal.

La presión sobreRyanaumentaba. La fuerza de la lanza carmesí seguía empujando hacia él, y aunque su escudo de agua resistía, el desgaste era evidente.Ryanpodía sentir su energía vital escurriéndose, como si el esfuerzo por mantener la barrera estuviera drenando sus fuerzas más rápido de lo que podía reponerlas. La lucha que tenía ante él era monumental, y en ese momento, se dio cuenta de que esta victoria momentánea no era suficiente. Aún quedaba lo peor por venir.

Laatmósferase volvía cada vez más densa, cargada con una mezcla explosiva de emociones encontradas:miedo, determinación y una desesperada necesidad de proteger lo que amaban. Cadarespiroera un suspiro pesado, cada latido un recordatorio del caos que los rodeaba.Los guardiasestaban conscientes de lo que enfrentaban: algodescontrolado,asombroso, una fuerza más allá de sus capacidades. Sentían cómo el aire se volvía más denso, casi tangible, mientras la batalla alcanzaba unpunto de no retorno.

El rugido detruenosresonaba por encima de sus cabezas, el resplandor derelámpagosiluminando el campo de batalla en destellos fugaces.Las sombrasdanzaban alrededor de ellos como presagios de lo que estaba por venir, mientras el viento agitaba sus ropas y cabellos. A pesar de la furia de la tormenta, lasensación de lo inevitablecalaba más profundo en sus huesos que el frío. Sabían que sus destinos, y los de sus familias, pendían de unhilo muy delgadoen esanoche oscura, rodeados por el estruendo y la furia del enfrentamiento.

Cada uno de losguardiasse preparaba con lo que quedaba de suenergía, sabiendo que, en cualquier momento, la batalla podría torcerse hacia lo irreparable. Lamirada fijade cada hombre era un reflejo de sudeterminación. Sabían que todo lo que amaban, todo por lo que habían luchado, estaba a punto de desmoronarse o ser salvado en cuestión de segundos. No había lugar para dudas; solo quedaba enfrentarse a lo que vendría. Ladesesperaciónpor proteger lo que más amaban se transformaba enfuerza, y cada uno de ellos se preparaba, en un último acto deresistencia, para enfrentar el abismo que los esperaba.

Ryan, con elcorazón palpitandoen su pecho, sabía que no quedaba más tiempo.El poder de Henryera una avalancha imparable, y si no actuaba con rapidez, todo podría desmoronarse en ese instante.El sudorle caía comogotas fríaspor su frente, pero no había opción.Era ahora o nunca.

Con ungrito ahogado, extendió su mano y, en un destello deenergía pura, invocó lalanza azul. Esta arma no era común; susuperficiebrillaba con una luz inquietante,patrones de serpientesantiguas recorrían lahojacon detalles que parecían moverse por sí solos, como si fueranbestias vivasatrapadas en lalanza. La lanza resonó con unafuerza ancestral, una vibración que hacía eco en sus huesos.

Pero Ryan sabía queno podría enfrentar a Henrysolo con un arma, no sin pagar un precio. Con unarespiración agitada, miró hacia larunasen su corazon,25 en total, cada una cargada con la esencia de su poder. Sin pensarlo,sacrificó una de ellas. Elpodercontenido en la runa se desintegró enllamas azules, otorgándole la fuerza suficiente para darleimpulso a su ataque.La energíale quemó la piel, como si una parte de él mismo estuviera siendo arrancada y lanzada al viento.

Elsacrificiole dio el poder necesario paradetener temporalmenteel ataque de Henry. La lanza azul brilló intensamente,deteniendolalanza carmesíde Henry en su camino, creando unaexplosiónde energía que envió a Ryan y a losguardiascercanos a retroceder. El impacto retumbó en latierracomo untrueno, haciendo que losrocosos cimientosde la batalla temblaran bajo sus pies.

Sin embargo, Ryan sabía que esto era solo unrespiro momentáneo. Había dado lo que tenía, pero el precio ya estaba cobrado.El agotamientolo consumía, perola determinaciónbrillaba en sus ojos. Él y sufamiliadebían salir victoriosos de esta lucha, cueste lo que cueste.

En este mundo, labendición mundialera el paso inicial para todos los seres vivos que nacían en la Tierra, ya sea humanos, bestias u otros seres. Desde el momento en que un individuo se sometía a ella, su vida tomaba un nuevo rumbo, marcado por eldespertar. Este despertar no solo era un proceso místico, sino que también definía laestructura internade su poder. Así, todos los seres vivos formaban unarunacomo un sello de su conexión con el mundo y su capacidad de manipular elmana.

Las runas erancósmicasen su naturaleza, y aunque comenzaban de la forma más básica y débil, podían evolucionar y volversepoderosas. Desde el nivelmás bajo, donde la runa apenas se reflejaba en el cuerpo, hasta el nivel más alto, donde estasrunas trascendíanlas leyes de la naturaleza misma. Cada ser poseía runas, sin excepción.

En el caso de loshumanos, el número de runas que tenían era crucial. Por lo general, undespiertode rango D, como lo eranHenry,CarlosyRyan, poseía un total de25 runas por cada rango, distribuidas entre los rangosF y E. Este número era una medida de lacapacidad individualdel usuario para manejar elmana, esa esencia primordial que les permitía realizar los más extraordinarios de los actos. Cada runa era una representación simbólica de suenergía, un moderador quelimitabala cantidad de mana que el cuerpo podíaprocesar y liberarsin destruir al portador.

Por ejemplo, unarunaderango Fera frágil, de bajo poder y solo ofrecía una capacidad mínima para canalizar mana. Mientras tanto, lasrunas de rango Eeran más poderosas, permitiendo a los individuos realizar proezas asombrosas, como conjurar hechizos, aumentar su fuerza o incluso manipular elementos a pequeña escala.

Henry,CarlosyRyanvivían constantemente al borde de estos límites. Si bien poseían25 runasde cada uno de los rangos mencionados, eso no significaba que su poder estuviera exento deconsecuencias. Lasrunaspodíanagotarse, y suenergíapodía alcanzar su punto máximo, limitando alportadoren sus esfuerzos, lo que hacía de cadabatallaun juego deestrategiayresistencia.

Además, las runas también actuaban comofiltros. No solo moderaban el flujo demana, sino que se convertían en unabarrera naturalcontra el desbordamiento de energía. El control sobre estas runas era, por tanto, esencial para que los seres pudieranutilizar el manasin riesgo de desmoronarse. Sin control, incluso el ser más poderoso podríadesintegrarsepor sobrecarga, llevando consigo no solo su vida, sino también ladestrucciónde todo lo que lo rodeaba.

En este contexto,Henry,CarlosyRyan, pese a estar en el mismorango D, enfrentaban limitaciones de poder, pero suestrategiayhabilidadles permitían sobresalir en momentos críticos. Sin embargo, su historia y el peligro que enfrentaban no se reducirían únicamente a la cantidad derunasque poseían. Había algo más en juego, algo que trascendía incluso lasleyes de la magia.

Romper unarunaera un acto audaz, un desafío a los propios límites del ser, pero conllevabaconsecuenciasdevastadoras. Cada runa era una representaciónsagradadel vínculo entre eldespiertoy elmanadel mundo. Alfracturaruna runa, el individuo no solo rompía una barrera, sino que desbordaba su capacidad decanalizar energíade una manera controlada. Era como liberar el poder de una tormenta sin ninguna forma de retenerla.

El proceso defracturación de una runano era simple ni sin peligro. Aunque permitiría que eldespiertotraspasara sus propios límitesy alcanzara nuevas alturas, sucuerpo, mente y almaserían puestos a prueba de formas inimaginables. En ese momento, loslímites de manase desmoronaban, permitiendo unaexplosión de poderque podía hacer al individuo mucho másfuerte, pero tambiénvulnerable.

Este acto transformaba aldespiertoen un serinestable, que experimentaría unadebilidad extremamientras la runa dañada comenzaba a reconstruirse. Durante ese periodo dereconstrucción, eldespiertono solo perdería acceso al poder de esa runa en particular, sino que sucuerpoymenteserían incapaces de soportar el exceso deenergíaacumulada. Este estado era conocido como elvacío de la runa.

Elvacío de la runapodía durar desdedíashastasemanas, dependiendo de la magnitud del daño causado. Durante este tiempo, eldespiertose encontraba en un estado defragilidad extrema, sin poder recurrir a laruna fracturada. Además, si el daño era demasiado severo, el proceso de reconstrucción podría tomar aún más tiempo, dejando al individuo indefenso yvulnerable.

Sin embargo, la habilidad defracturaruna runa no estaba al alcance de todos. Eldespiertodebía poseer uncontrol mentalyemocionalabsoluto, ya que si no estaba preparado para lasconsecuencias, el uso de este poder podría llevarlo a laauto destrucción. Cadadespiertotenía unlímitede cuántas veces podíafracturarsus runas sin que su cuerpo, mente y alma se desmoronaran por completo.

Henry,CarlosyRyan, aunque poderosos, eran conscientes de esteriesgo. El uso excesivo defracturas de runaspodría resultar fatal para cualquierdespierto, pero cuando lanecesidady ladesesperaciónse imponen, algunos estaban dispuestos aarriesgarlo todoen busca de una victoria, sabiendo que el precio a pagar podría sermás altode lo que imaginaban.

Con el poder dado por lasrunas,Ryaninvocó sulanza celeste, una creación vibrante que brillaba intensamente en el aire, como si toda la energía delmundose concentrara en ese único momento. La hondacelestese formó con una rapidez fulminante, resonando con un poder latente que parecía presionar elairea su alrededor, como si el universo mismo temiera ser desbordado por sufuerza. Allanzarla, el sonido de la honda cortando el viento fue casiensordecedor, y en el instante en que los dos ataques se encontraron, unfuerte chirridoresonó en el campo de decir que la lanza de sangre era un ataque serio era darle demasiada importancia a Ryan en la lucha entre seres de dimensiones superiores.

La lanza carmesí, con suincreíble poder, chocó contra la hondacelestede Ryan, una batalla entre dos fuerzas incomprensibles. El aire mismo parecía volverseeléctricopor un momento, como si lasleyes de la físicase distorsionaran ante la magnitud de los ataques. El suelo bajo sus pies tembló, y eleco del impactose extendió a lo largo de la batalla, atrapando incluso a los guerreros más alejados en un instante desilencio absoluto.

Pero a pesar del impresionanteresplandorde la lanza celeste de Ryan, el choque no se tradujo en una victoria para él.Henry, con su dominio absoluto sobre lasrunasy elmana, permaneciófirmeysereno. Lalanza de sangreque había lanzado hacia él no era simplemente un ataque común. Era una manifestación de su poder, una herramienta cargada deoscuridadydestrucción, pero de alguna forma,Ryansentía ladesventajade enfrentarse a un ser de unadimensión superior.

Aunque la honda celeste parecía representar lo último en los límites de lascapacidades humanas, el enfrentamiento entre los dos era unaasimetríade poder. Ryan eravaliente, pero en este choque de fuerzas, su lanza, aunque afilada, erainsignificantefrente alpoder de Henry, un ser cuya habilidad de manejar elmanay lasrunaslo hacía casiinvencible. Para Henry, los ataques de Ryan eran solo una distracción, unamolestiamenor que no alcanzaría siquiera adesestabilizarlo.

Elimpactode la batalla fue tal que elcampo de batallase llenó de unresplandor cegador, y por un momento, todo lo que Ryan conocía, todo lo que había logrado, pareció desmoronarse frente a la inmensa brecha entre su poder y el de Henry.

Elbrillode lalanzaatravesó el cielo con tal intensidad que parecía rasgar larealidadmisma, frotando elairey elespacio, como si el mismouniversovacilara ante el poder de ambos combatientes. Elchirridoestridente delimpactollenó el aire, reverberando con cada movimiento, cada golpe que lasarmasy lospoderesdesataban sobre el campo de batalla. Latensiónen el aire era palpable, una mezcla dedesesperaciónydeterminaciónque cargaba cada instante con la promesa de unadestruccióninminente.

Henryobservaba desde sutrono de calma, una fría determinación marcando cada uno de sus movimientos.Su menteera unpozo de hielo, y cada acción deRyansolo le resultaba como unacosa sin sentido. La diferencia entre los dos eraabismal, un abismo que ni siquiera elcorajeni eldesesperode Ryan podían cruzar. Mientras Henry había forjado sufuerzaen loshorrores de la guerra, en lapérdiday elsacrificioque lo convirtieron en labestiaque era hoy, Ryan seguía atrapado en el peso de sulegado familiar.

Ryanno peleaba solo por su vida; peleaba por demostrar que sunombre, que sufamilia, no era una sombra deaquelloque Henry había alcanzado en susguerras sin fin. Sin embargo, paraHenry, esta lucha era solo un juego. Unsacrificio másen un largo camino debatallassinpropósito, dondeninguna de las victoriasde Ryan podía tocar siquiera la superficie del poder queHenryhabía acumulado a lo largo de décadas.

Ryancontinuó su ofensiva, la lanza brillando confuerza, pero en el fondo,sabíaque todo esto erainevitable. Aunque luchaba con cadacentímetro de su ser, lapresiónde ladiferencia de poderlo aplastaba, ysu valentíacomenzaba a ceder ante larealidaddel enfrentamiento. La lanzacarmesídeHenrylo habíadesbordadodesde el principio, y ahora, con cadachirridodel impacto, Ryan sentía cómo suespíritucomenzaba a desmoronarse.

Henry, sin embargo, no se movió. La diferencia entre ellos estaba más allá de lo físico; era unalucha de almas, dedestinostan diferentes que cualquier intento de compararlos se desvanecía en el aire, como una sombra frente a la luz brillante de laverdad. Labatallacontinuaba, pero el resultado ya estaba decidido desde el primer momento en queHenrypuso un pie en el campo de batalla.

La situación se volvía cada vez más clara: Ryan podía luchar, podía pelear contodas sus fuerzas, pero elvacíoentre ellos solo crecía, haciendo que cada golpe de su lanza fuera una simpledistracciónen el camino hacia la inevitablecaída.

Lapresiónde laconfrontaciónse expandió como una ondaletal, golpeando sin piedad los cuerpos de los guardias personales deCarlos. Sus rostros se retorcieron en expresiones de purodolor, mientras que sus cuerpos sucumbían bajo el aplastante peso delpoderque se desplegaba en la batalla. Algunos intentaronmantenerse firmes, pero sus rodillas cedieron con uncrujidoseco, dejándolos postrados en elsuelo. Los menos afortunados cayeron inconscientes, mientras que los demás gritaban, incapaces de soportar laslesionesgraves que les provocaba la mera proximidad a los ataques desatados.

El aire estaba cargado degritos,escombrosy un aura casi palpable dedesesperación. Los guardias que aún podían moverse intentaron retirarse, pero sus piernas temblaban tanto que parecían incapaces de obedecer sus órdenes.Jose, uno de los más leales, se arrastró haciaCarlos, sangrando por múltiples heridas, mientras sus ojos reflejaban un pedido silencioso de perdón por no haber podido ser de más ayuda.

Carlos, al ver cómo sus hombres caían uno tras otro, sintió unnudo de rabiaretorciéndose en su pecho. Sus manos temblaron, pero no pormiedo, sino por lafuerza contenidade sufuria. —¡Ya basta!—gruñó entre dientes, empuñando suespadacon renovadadeterminación. La hoja brilló con un destelloazulado, cargada de maná, mientras los recuerdos de las pérdidas pasadas lo inundaban. No podía permitirse que esto terminara igual. No esta vez.

Con un movimientofirmey decidido, Carlos avanzó haciaHenry, cortando el aire con un golpe que buscaba perforar esa máscara deinvulnerabilidadque el enemigo parecía portar.Henry, por su parte, no se inmutó. Su mirada apenas cambió, como si el ataque de Carlos no fuera más que el zumbido molesto de un insecto. Su cuerpo permaneció estático hasta el último momento, y entonces, con un giro de su muñeca, desvió el ataque con una facilidad que casi resultaba insultante.

¿Eso es todo, Carlos?—dijoHenry, su voz cargada de un desdén casi frío, como si no estuviera enfrentándose a un rival digno, sino a unasombra del pasadoque no merecía su tiempo. Mientras hablaba, Henry liberó una onda de energía que obligó aCarlosa retroceder varios pasos, clavando los talones en el suelo para no ser arrojado al suelo como los demás.

Pero Carlos no retrocedió más. Larabiaen sus ojos se intensificó, y con un grito que reverberó incluso por encima de losgritos de agoníade sus hombres, volvió a la carga, empuñando su espada con un fervor que reflejaba su última esperanza de resistir ante el titán que tenía frente a él.

Lasonrisade Henry no era más que un reflejo de laoscuridadque había devorado su alma. Esa curvatura cruel en sus labios irradiaba una mezcla dedesprecioymaldadpura, mientras sus ojos brillaban con un fulgor que hablaba de un placer retorcido por latorturaemocional que estaba infligiendo.

Dime, Carlos, —repitió Henry, su tono impregnado de unavenenosa burlaque parecía cortar más profundo que cualquier arma—,¿Cuánto amas a tu hijo inútil y estúpido?

El silencio que siguió fue peor que cualquier explosión. El rostro de Carlos, cubierto desudory manchado depolvo, se contrajo por el esfuerzo de mantenerse erguido. Sus manos apretaban la empuñadura de su espada con tanta fuerza que los nudillos se habían vuelto blancos, mientras sus labios temblaban, atrapados entre lairay laangustia. Pero no respondió. No todavía.

¿Darías tu vida por él, o... —Henry inclinó la cabeza ligeramente, como si estuviera reflexionando sobre una cuestión trivial—, ¿dejarías que lo matencomo elinsecto insignificanteque ha sido desde que su madre lo tuvo en su útero?*

La mención de la madre de Ryan fue la chispa que encendió lafuriacontenida de Carlos. Sus ojos se llenaron de una mezcla dedoloryodio, y por un instante pareció que las palabras de Henry habían alcanzado lo más profundo de su ser. Pero el anciano no se permitió quebrarse. En su interior, una tormenta deculpaydeterminaciónluchaba por prevalecer.

¡Cállate!—rugió finalmente, su voz temblorosa pero cargada de una fuerza nacida del amor incondicional y la desesperación. Dio un paso hacia adelante, apuntando con su espada directamente al corazón de Henry, aunque sabía que las probabilidades estaban completamente en su contra.

No te atrevas a mencionar su nombre ni el de su madre, monstruo—añadió, su tono ahora gélido, cargado con un odio contenido que vibraba en el aire.

Henry simplemente rió, una carcajada baja y burlona que resonó en el campo de batalla. —Tú no estás en posición de dar órdenes, Carlos. Pero adelante, lucha. Veamos cuánto vale tu amor.

Con esas palabras, Henry levantó una mano cubierta de sangre seca, sus dedos ligeramente curvados, mientras una energía oscura comenzaba a acumularse en su palma. Era evidente que estaba a punto de desatar algo que haría que las heridas físicas fueran insignificantes comparadas con el daño que estaba dispuesto a infligir en elcorazóny lamentede Carlos.

Las palabras de Henry eran veneno puro, un arma intangible que cortaba más profundo que cualquier filo. TantoCarlos como Ryangritaron, un intento desesperado por frenar al hombre que alguna vez había sido parte de su familia. Sin embargo,Henryrespondió con unacarcajada estridente, llena de locura y un desprecio infinito. Su risa resonó como un eco siniestro en el campo de batalla, mientras sus ojos destilabanodio puro.

Se volvió haciaCarlos, su voz teñida de una frialdad gélida que helaba el alma. —¿Quieres salvar a tu hijo?—dijo con una sonrisa torcida,un abismo de crueldad reflejado en sus palabras. —Entonces escucha, viejo:si deseas la vida de mi hijo, entonces tu hijo será el sacrificio en nombre del mío.

La amenaza se sintió como un golpe directo al pecho deCarlos, quien apretó los dientes y avanzó un paso con su espada en alto, como si su propia ira pudiera borrar la oscuridad que emanaba de Henry. Pero antes de que pudiera responder, Henry continuó, sus palabras impregnadas de un odio que parecía infinito.

Quieres que mi hijo sea el sacrificio, entonces yo sacrificaré al tuyo antes de que el mío caiga. —Henry levantó su mano manchada de sangre, apuntando directamente aRyan, cuya mirada se llenó de una mezcla de furia y desesperación. —Así, tal vez, Ryan pueda reunirse con su insulsa madre.

La mención de la madre de Ryan fue el detonante.Carlos gritó con una furia contenida, sus ojos ardían con una mezcla de dolor y odio. —¡Cierra la maldita boca, Henry! No tienes derecho a hablar de ella.

Ryan, por su parte, respiraba con dificultad mientras trataba de calmar la tormenta que se desataba en su interior. Sus manos temblaban mientras sostenía su lanza, sabiendo que cada palabra de Henry era un ataque directo a su espíritu. Pero no podía dejarse caer en la desesperación; no podía darle ese placer a Henry. Apretó la mandíbula y dio un paso adelante, poniéndose entre su padre y el hombre que alguna vez había sido sucuñado.

No dejaré que toques a mi padre, —dijo Ryan, su voz cargada de una determinación que se esforzaba por sobreponerse al miedo. —Si quieres destruirme, tendrás que hacerlo mientras aún pueda luchar.

Henry sonrió con satisfacción, como un depredador que se regodea ante la resistencia inútil de su presa. —Eso es exactamente lo que haré, cuñado. Y cuando estés roto y sin esperanza, tu padre será el siguiente.

La atmósfera se volvió un nudo de tensión sofocante.Los guardias, que habían permanecido fieles aCarlosen incontables batallas, ahora intercambiaban miradas cargadas de duda. Cada uno sentía el peso de la situación como un yunque en el pecho:esta no era una lucha ordinaria. Las palabras de Henry no solo habían cortado a padre e hijo, sino que habían sembrado miedo y confusión en las filas.

¿Deberíamos intervenir?—murmuróDarian, su voz temblorosa, mientras ajustaba el agarre en la empuñadura de su espada. Su mirada se dirigió al caos en el centro del campo de batalla, donde Henry parecía una tormenta encarnada, cada movimiento suyo desatando una devastación que los guardias no podían igualar.

¿Y qué crees que podemos hacer?—respondióMarek, otro de los guerreros, con el rostro pálido. Sus ojos no se apartaban de Henry, quien irradiaba un aura de poder que parecía consumir el aire mismo. —Eso no es algo que podamos detener. Si intentamos intervenir, solo seremos más cadáveres en el suelo.

Una chispa de debatecomenzó a encenderse entre los hombres, algunos sugiriendo que debían defender a su líder, otros inclinándose por una retirada estratégica. Pero el dilema no era tan simple.Carloslos había guiado, protegido, y algunos sentían que abandonarlo sería una traición a todo lo que representaban. Sin embargo, el temor a Henry, un adversario que parecía imbatible, les hacía dudar de su propia valentía.

Si Carlos cae, nosotros caeremos con él.Eloise, una de las pocas guerreras del grupo, se adelantó, su voz firme a pesar del temblor en sus manos. —¿Qué sentido tiene sobrevivir si dejamos que él enfrente esto solo? No seremos más que sombras de lo que alguna vez fuimos.

Las palabras de Eloisedespertaron murmullos de asentimiento entre algunos, pero no lograron convencer a todos. El terror que Henry inspiraba era demasiado profundo. Mientras tanto,Carlos, de pie frente a la tormenta, sentía la carga de la responsabilidad como una losa sobre sus hombros. Podía oír los susurros de sus hombres, sentir su incertidumbre, pero no tenía tiempo para reprocharles. Su foco estaba completamente enHenry, un monstruo con forma humana que ahora se alzaba como la amenaza definitiva contra su familia.

Guarden silencio, todos ustedes.Ryanhabló con dureza, su tono más severo de lo habitual. Su mirada se movió entre los soldados. —Si no pueden luchar, al menos no estorben. Mi padre y yo no caemos tan fácilmente, y menos ante alguien como él.

La voz de Ryaninfundió un breve silencio, pero las miradas nerviosas persistieron. Los guardias sabían que no podían simplemente dar media vuelta y huir; tampoco estaban seguros de poder marcar alguna diferencia si decidían unirse a la batalla.Cada segundo que pasaba era un recordatorio cruel de su impotencia.

Henry, mientras tanto, no mostró más que desprecio por los murmullos y tensiones a su alrededor.Cada palabra, cada duda entre los soldados, era para él una prueba de su superioridad.Su sonrisa se amplió, como si disfrutara del pavor que había sembrado.

Decidan pronto, insectos. Si quieren morir de pie o arrodillados, lo dejo a su criterio. Pero apúrense. El espectáculo está por comenzar.—El tono burlón de Henry era un dardo envenenado que atravesaba el poco coraje que les quedaba a algunos.

La batalla se avecinaba con una intensidad que prometía consumirlo todo, y los guardias, divididos entre su lealtad y su miedo, eran simples espectadores atrapados en el ojo del huracán.

Felipeapretó con fuerza la empuñadura de su espada, sus nudillos blancos por la presión, mientras su voz cortaba el aire como un rayo en la tormenta: —¡Tenemos que realizar un ataque continuo, solo así destruiremos su escudo!

Aunque su tono emanaba una determinación férrea,sus ojos eran traicionados por el miedo, un temor profundamente humano frente al poder casi divino queHenrydesplegaba sin esfuerzo. Aun así, su llamado resonó entre los guardias, quienes intercambiaron miradas titubeantes.

¿Un ataque continuo? ¿Acaso no viste lo que pasó antes?Marek, con el rostro empapado de sudor, retrocedió un paso. —Esa cosa ni siquiera pestañeó con los ataques de Ryan. ¿Qué crees que podremos hacer nosotros?

¡Podremos hacerlo si trabajamos juntos!—respondióEloise, su voz temblorosa pero cargada de coraje. Dio un paso al frente, su escudo alzado como un símbolo de resistencia. —No tenemos otra opción. Si no luchamos ahora, todos estaremos muertos de cualquier forma. ¡Prefiero morir peleando que caer como una cobarde!

Carlosobservaba de reojo la tensión creciente entre sus hombres. Sabía que sus palabras serían la chispa final para decidir el curso de la batalla, pero sus pensamientos estaban divididos entre proteger a su hijo y liderar a sus soldados.Ryan, al ver la duda momentánea de su padre, se adelantó.

¡Felipe tiene razón!—exclamóRyan, su lanza aún brillando con el rastro de la runa rota. Su voz retumbó como un tambor de guerra. —Henry puede ser fuerte, pero no es invencible. Su escudo no resistirá si lo atacamos desde todos los ángulos. Cada uno de ustedes tiene un papel que cumplir. Si caemos, que sea con honor, no con miedo.

El llamado deRyandespertó algo en los guardias.La desesperación comenzó a transformarse en un fuego lento de valentía, aunque la duda seguía ahí, como un eco persistente.Felipe, aprovechando el momento, alzó su espada hacia el cielo.

¡Entonces ataquemos juntos!—gritó, con una fuerza que hizo temblar su voz al final, pero suficiente para inspirar a los demás. —¡Por Carlos! ¡Por nuestras familias! ¡Por nuestras vidas!

Los guardias, uno a uno, comenzaron a avanzar, algunos con pasos vacilantes, otros con resolución recién encontrada. Sus armas brillaban a la luz de los destellos en el cielo, una frágil muestra de esperanza contra el aura abrumadora deHenry.

Interesante.—murmuróHenry, su sonrisa torcida se amplió mientras observaba el repentino impulso de los soldados. —¿Creen que su débil determinación puede atravesar mi escudo? Por favor, adelante. Les daré un momento para intentarlo. No diré que no me divierte ver a las ratas intentando morder al león.

La atmósferavolvió a tensarse mientras los soldados formaban un semicírculo alrededor de Henry, sus armas listas, sus respiraciones pesadas y sus mentes al límite.El tiempo parecía detenerse por un segundo, el aire cargado de electricidad y la inevitabilidad del choque inminente. Cada guardia sabía que la posibilidad de salir vivo era mínima, pero en ese momento no importaba. Sus pasos resonaban como tambores de guerra, cada uno una declaración de desafío ante el coloso que tenían frente a ellos.

Y entonces, como una ola frenética desatándose en el océano, el ataque conjunto comenzó.

Carlosalzó su voz por encima del caos, su grito cargado de emoción y desesperación: —¡Silencio!—La palabra resonó como un látigo, haciendo que los guardias cesaran sus murmullos y temores por un instante. —¡Debemos ser fuertes! ¡Lucharemos por nuestros hijos, familias y vida!—Su mirada ardía con un fuego intenso, un intento desesperado por encender el valor en los corazones de sus hombres.

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX