Hola a todos. ¿Cómo se encuentran? Espero que bien. Aquí les traigo un nuevo capítulo de este fic. Sin nada más que decir, comencemos.
Todos los derechos reservados a Eiichiro Oda, creador de la franquicia One Piece.
Capítulo 43: Consecuencia.
A la mañana siguiente.
Una extraña luz brillaba en todo el Parque Hedónica. La Calle de los Lirios se empezaba a poner en movimiento, en una mañana normal para la mayoría de comercios que hay allí. Pero habría un sitio que, pese a ser concurrido, tendría la desdicha de contar con alguien especial.
Dicho lugar era un hotel, de nombre Azuaje, ocupando este un tercio de la manzana que comprendía la avenida. Mientras la mayoría de inquilinos, clientes y trabajadores empezaban sus rutinas como desayunar, atender, entre otras, alguien abriría la puerta de una de las habitaciones.
Minutos antes.
Rebecca se había despertado, el cantar de los pájaros se hacía eco en sus oídos. La gladiadora estaba despojada de todas sus prendas, estando estas acomodadas prolijamente en un aparador. Rebecca intentó levantarse, pero su cuerpo se sentía pesado, como si hubiese batallado por horas contra una legión de enemigos. Rebecca empezó a pensar en el origen de dicha pesadez, asimilándolo con lo vivido anoche, llegando a la conclusión de que el tedio era producto de lo hecho tiempo atrás. La misma vería una carta en su costado derecho, estaba abierta por lo que se dispuso a leer su contenido.
Querida Rebecca:
Yo y mis niñas nos hemos divertido mucho contigo. Nos has hecho sentir mujeres a todas nosotras. Cada lamida, cada embestida que tu rosa nos provocada a nuestros jazmines nos hizo entregarnos en cuerpo y alma a tu ser. Siempre estaremos dispuestas para lo que desees.
Te amamos.
Selene Noctis y sus mozuelas.
Rebecca pronto recordó todo. —/Así que…¿no fue ningún sueño? ¡Realmente lo hice! Tendré que darle una buena explicación a Jazé de por que no he ido a la celda antes del horario…. ¡A quien quiero engañar! Afrontaré mi consecuencia y le diré la verdad./— pensó Rebecca hacia sus adentros.
De vuelta en el presente.
Rebecca, vestida con su equipo y espada en mano, había abierto la puerta de la habitación. Se dirigió hasta la recepción del hotel, pero lo que vio la dejo anonadada. Apoyando un brazo en el mostrador estaba Dora, quien estaba platicando con la recepcionista hasta que vio a Rebecca, dirigiéndose hacia donde estaba la gladiadora. —Alá, mira con quién me encuentro…, con la mujer invicta—
El aspecto de Dora era distinto a su primer cruce. En esta ocasión, y a diferencia de su primer avistamiento, la chaman llevaba un pantalón de mezclilla camuflado entre negro y azul, una remera crop top color xanadu, llevando puestas unas sandalias y en su cabeza no llevaba nada puesto, dejando ver un cabello color oscuro, descuidado y rapado en sus costados.
—¡Dora! ¿Qué…haces aquí?— preguntó Rebecca con asombro. —Yo te pregunto lo mismo— respondió Dora con altivez. —Pues, veras…— —Antes que nada, ven, daremos una vuelta y me dices que dices que ha pasao, ¿vale?— Rebecca respondió afirmativamente. Ambas saldrían y empezarían a caminar por la avenida mientras Rebecca empezaba a contar todo lo que pasó, incluso el episodio de ayer.
Dora estaría estupefacta por terminar de saber que Jazé es quien esta ayudando a Rebecca en su objetivo de derrotar a una de las encargadas de todo el parque. —….Y así es como has acabao aquí?— —Si. Jazé me llevo hasta aquí para que trataran mis heridas, pero, en medio del reposo, me quede dormida y cuando desperté…— —Dejadme adivinar, has visto vetarros y beodos dando vueltas y fulanas acompañando, ¿a que sí?— Rebecca asintió su cabeza y continuo. —...tres mujeres, tapadas completamente, me preguntaron si quería divertirme. Pensaba que iríamos a algún sitio de diversión, pero me llevaron a un hotel y me dijeron que era afortunada, que iba a experimentar algo que solo los adultos pueden hacer, pero que para ello, debía en todo momento, estar encima de ellas, ya que por mi físico, decían que imponía— Dora se rio levemente. —¿Imponías? Hihihihi— —S-si. De un momento a otro, empezaron a lamer cada parte de mi cuerpo, con la mujer que me hizo la petición lamiendo mis zonas bajas. Luego, una de ellas se abrió de piernas y…— —¿Quería…sentir…tu…flor?— dijo Dora conteniendo la risa. —¡Si! Ella me susurro que, para sentirla, debía embestirla. La levante y la embestí— Dora estallo en risa. —¡¡HIHIHIHIHIHIHI!!— —Luego la mujer que me propuso divertirme me explico que, al decir embestidas no se refiere a lo que hice, sino a la acción de empujar mis caderas para que mi flor choque con su flor, hasta que una de las dos lance un gemido…— —Me he de imaginar lo mogollón que la has pasao, ¿verda'?— —S-supongo que lo pase bien. Al final termine haciendo con seis chicas y una mujer, y todas ellas mencionaban que ni siquiera un hombre se comparaba con mi… 'virilidad'— Dora volvió a estallar de risa, de tal forma que los que deambulaban empezaron a mirar de forma extraña al dúo, quienes al percatarse, decidieron irse rumbo hacia donde estaba Jazé.
La encontrarían entrenando a Kaia, quien esta última lucía más concentrada que de costumbre. —¡Ahí están!— —Déjame llamarla... ¡¡JAAZEÉ!! ¡JAZÉ!— Jazé voltearía a ver a Dora, impresionándose de verla. —¡¿Do..ra?! ¿A que has venido?— —Mira a quien encontré…— Dora jalaría el brazo de Rebecca, mostrándola a Jazé, quien cambio su rostro a uno de preocupación. —¡Rebecca! ¿Dónde estabas? Te he dicho que— —Ya me lo dijo todo. Se quedó dormida— Jazé se golpearía la frente con la palma de su mano. —Rebecca, ve y entrena con Kaia— La gladiadora, un tanto confundida, hace caso y va hacia donde su compañera para entrenar.
Dora saludaría a Jazé. —Cuanto tiempo, ¿no crees?— preguntó Dora. —Si, me sorprende verte por aquí— respondió Jazé. —El Zoco lo están acondicionando y como mi casa esta allí, pues por un tiempo, no estaré trabajando. Así que aprovecho para visitar y recabar algo de información— —Hablando de información. ¿Dónde has encontrado a Rebecca?— —Saliendo de una habitación de un hotel donde trabaja una colegui conocida mía…— Jazé suspiró profundo para sus adentros mientras Dora continuaba. —…Ella me ha mencionado que vos le habéis dicho que no se quedara haraganeando después de las nueve, ¿verda'?— Jazé asintió con su cabeza. —Ella me ha dicho que tres mujeres la vieron y una la invitó a 'divertirse'— Algunos recuerdos difusos pero claros empiezan a pasar por la mente de Jazé, girando en torno a esa 'diversión'. —Si. Se a que te refieres— respondió Jazé. —Ella pasó toda esa noche embistiendo su rosa contra siete jazmines y todas quedaron tan complacidas, adulándola con que su "virilidad" era mejor que la de muchos hombres— Jazé vería a lo lejos como ambas guerreras entrenaban, mientras su mente asimilaba lo dicho por Dora —Si. No quise decirle que había en ese horario porque pensaba que haría lo que le dije, pero no medí el agotamiento que ella tenía luego de todo lo hecho aquí— Dora miró intrigada. —¿A que te refieres con…hecho aquí?— Jazé le comentaría todo, desde su victoria contra Olga hasta su última batalla, en la que aniquiló a la hija de la superintendente. —¡Hala! ¡¿Y lo hizo todo sola?!— exclamó Dora, a lo que Jazé respondió afirmativamente. —Tuve que llevarla a que Atus la entrenara para que, en cierta forma, se vuelva más contundente a la hora de atacar y no temblarle el pulso cuando deba acabar con alguien— Dora soltó una pequeña risa. —Dejadme adivinar, sigue debatiéndose de si lo que hizo fue lo correcto o no, ¿cierto?— Jazé asintió con su cabeza. —En ese aspecto es similar a la campeona…— —¿O a ti?— respondió Dora. —No, no es igual a mi…— —Jazé, desde que te movieron al circo, no has sacado ni siquiera esa dos espadas para batallar, solo usas un Bo— —Vos bien sabes el motivo que me llevó a ser movida al circo— —Sisi ya lo sé, la carnicería de la Tómbola 8— Dora empezó a recordar como Jazé masacró de tal forma a sus oponentes, que la misma superintendente la inhabilitó de por vida a competir en el Coliseo Safo. —Es por ese motivo que no la he entrenado con demasiada intensidad ni a ella ni a Kaia, por que muchas habilidades que he aprendido implicaría que, las dos, deban ponerse en riesgo. Es por ello que, a Rebecca la he mandado con Atus, quien sabe como despertar todo ese potencial que uno puede tener— —Ya veo— Ambas observaron como Rebecca desarmaba a Kaia de un simple movimiento mientras esta última daba una barrida, tirando a la gladiadora al suelo. —Bien, ya es suficiente— dijo Jazé al tiempo que ambas guerreras levantaron sus armas y se dispusieron a ir hacia donde estaban las dos.
—Bien, debo irme— Rebecca detuvo a Dora. —¿Sabe como se encuentra mi Capitán?— Dora debió elaborar una respuesta rápida pero creíble. —Veras, el está en una especie de chatarrero gigante con un colosal asilo, no me permitieron pasar ya que las visitas no están permitidas hasta dentro de seis meses— Rebecca se sorprendió, pensando que su capitán estaría prisionero. —Pero tranquila, tengo un plan en mente, y para eso debo llegar hasta allí— —Esta bien, dile al Capitán Usopp que estoy volviéndome muy fuerte— Dora simplemente rió. —Si chica, se lo diré. Hasta otra— Rebecca saludó a lo lejos a Dora. —Rebecca, vámonos, hay que ir a la celda— —Lamento no haber vuelto— —Soy yo la que debe disculparse contigo. No detallé lo que verías, ya que varias veces frecuenté la avenida para hacerlo con alguna meretriz— Rebecca se sorprendería. —¡Hah! Estaba olvidándome de mostrarle esto— Rebecca le enseñaría la carta que las tres meretrices le hicieron a Rebecca. —Supongo que eres toda una semental…— Jazé se rio mientras Rebecca se acariciaba la cabeza compartiendo la risa de su colegui.
Ambas llegaron hasta el tablón de combates que se anunciaban para el día de hoy, teniendo Rebecca dos combates, uno al mediodía y otro en la noche, dicha muestra enojo a Jazé. —¿Ocurre algo Jazé?— preguntó Rebecca. —Cuando a alguien lo programan para dos enfrentamientos diferentes contra oponentes que son las mejores en su estilo, eso sólo significa que la superintendente busca desesperadamente liquidarte— dijo Jazé mientras Rebecca observaba con cierta molestia el tablón.
Mientras tanto, en una celda del coliseo.
Una mujer de cabello rubio leía con detenimiento una carta que había recibido.
Orden de captura:
Esta carta será dada a todos aquellos que deban enfrentarse a una contendiente de nombre Rebekah Riku, la misma posee un valor de 4 millones de peña para quien la traiga viva o muerta….,
En otra celda, otra mujer de cabello oscuro empezaba a vestirse con la carta abierta en el suelo.
….se le otorgara invulnerabilidad y pleno ejercicio de sus derechos y palabra….,
Mientras cerca de la entrada a la arena, una joven, vestida con ropa táctica, cargando un mosquete y un pistolete, estaba sentada leyendo la parte final de la carta.
….así como también la elección de su siguiente oponente y su libertad….
—Ulertzen dut…— dijo la chica mientras ataba su cabello morado, colocándose luego, una boina roja.
….Esperamos tengan una gran batalla. Por Dios, por la Patria y por la Familia.
Firma: Superintendente Rhine.
Pasada una hora, las cuatro guerreras formaron cerca de la entrada de sus respectivas puertas de entrada a la arena del coliseo.
—La primera en ingresar es la apodada "Sombra Eléctrica" con 67 victorias a su favor, denle la bienvenida a… ¡Yokahi!
La mujer de cabello negro ingresaba a la arena, luciendo un bikini con estampado floral con una falda de playa puesta en su cintura. Su presencia dejaba suspirando a la mayoría de las gradas.
—La siguiente en ingresar es….— —/Esa recompensa será mía. Una vez que tenga el dinero en mi poder lo usaré para comprar todo el casino de este sucio parque/— dijo hacia sus adentros la mujer de cabellos rubios mientras ingresaba. —….a "La Condesa de Acero"…. ¡Ditali!—
La mujer de cabello rubio, atado con una cola caida. Lleva puesto una blusa color beige hecha jirones y un hakama blanco con botas impermeables con puntera de acero. Su existencia mermó el ánimo jocoso del público, a un total silencio mientras solo se escuchaban aplausos apagados.
—Zure mesedeak oin-zola zapaltzen ditudan tokira jarrai dezadan eskatzen dizut— susurraba la peli morado al tiempo que la puerta de la arena se abría, ingresando a la misma a paso firme. —… Adirane Erritona— La joven ingreso en medio de pifias y vítores, tapando su oído izquierdo de los silbidos que recibía, mientras que, se colocaba un tapa oídos de tipo copa.
—Y la última en ingresar es la considerada guerrera más cruenta que haya pisado esta arena. Con dos victorias a su favor, hace su aparición, "La Hiena"…. ¡Rebekah Riku!—
Rebecca ingresó a la arena, siendo su recibimiento un poco diferente, ya que un pequeño porcentaje del público la estaba apoyando, mientras las pitadas y agravios seguían allí, ignorándolos mientras toma posición.
Solo tres de las guerreras eran visibles, mientras que una se movía a alta velocidad. —/¿Así que ella es Rebecca? Bien. Me desharé de las demás y luego me encargaré de la cría/— pensó Yokahi mientras tomaba posición. —/Yokahi, Adirane y Rebekah. Esto si será interesante/— pensó Ditali mientras chocaba sus nudillos. Adirane sólo cargó su mosquete, mientras Rebecca se ponía en guardia. —¿Listas?— Las cuatro respiraron hondo. —¡A pelear!— dijo la summa rudis, dando inicio a la batalla.
Yokahi sería la primera en atacar, desapareciendo y reapareciendo detrás de Adirane, pero esta, anticipándose, giro su mosquete y disparó. La bala apenas rozó a Yokahi, pero la misma creo una brecha que Ditali aprovechó, lanzando un puñetazo directo al suelo, desatando una onda de choque que sacudió la arena y lanzó a Rebecca y Adirane hacia los muros del coliseo.
Rebecca rodó en el suelo, levantándose con un movimiento ágil. Aprovechando el caos, cargó contra Ditali, esquivando sus ataques con movimientos precisos. Pero un certero golpe de Ditali la alcanzó, lanzándola hacia atrás. Sangre brotó de su boca, pero aun manteniendo una mirada furiosa e intensa.
Yokahi, moviéndose a una velocidad endemoniada, empezó a hostigar tanto a Ditali como a Adirane, lanzando ataques rápidos que las obligaban a retroceder. Pero Adirane no se dejó intimidar. Sacando una botella pequeña, se movería de su sitio y, sacando un soplete de uno de sus bolsillos, encendería la pequeña tela introducida y la lanzaría hacia donde estaba Yokahi, creando una cortina de fuego que desestabilizaría el ritmo de Yokahi.
Rebecca aprovechó el embrollo para infiltrarse entre las dos. Con un prodigioso salto, cortó el chaleco táctico de Adirane, dejando al descubierto parte de su torso, pero esta respondió disparando a quemarropa con su pistolete. Rebecca gritó de dolor cuando la bala atravesó su hombro derecho, pero no se detuvo. De manera salvaje, lanzó una patada giratoria que envió a Adirane al suelo.
Ditali, cargó contra Rebecca con la fuerza de un titán. Ditali, con sus puños oscurecidos empezó a intercambiar golpes con Rebecca, haciendo crujir el aire y dejando al público al filo de su asiento. Cada impacto resonaba como un trueno, con ambas empezando a sangrar producto del encontrón. Pero Rebecca, más rápida, comenzó a desgastar a Ditali con cortes precisos en sus puntos débiles.
Yokahi reapareció y comenzó a atacar a Rebecca. La velocidad de sus golpes era abrumadora, con Rebecca empezando a sangrar ya no sólo de su boca, sino de su torso, ya que el frenético embate empezó a lacerar su piel, brotando sangre en todo el tronco. —/¡Lo estoy logrando, lo estoy logrando! ¡Ese dinero se irá con m/— El pensamiento de Yokahi se vio interrumpido por algo que se clavó en su costilla izquierda. Pero antes de que pudiera reaccionar, Rebecca giró de forma brusca su espada, reventando toda la zona afectada y, por consiguiente, matando instantáneamente a Yokahi, arrancando la espada de su costado.
Adirane, trató de acabar con las dos restantes con un disparo cargado. Sin embargo Rebecca, lanzó su espada como un proyectil, destruyendo el mosquete en el último segundo. Con sólo su pistolete pero con una estrategia en mente, Adirane se lanzó con un cuchillo arrojadizo a pelear cuerpo a cuerpo contra Rebecca, pero la gladiadora correría con todas sus fuerzas hacía su espada siendo perseguida por Erritona. Logra tomar su espada a tiempo y reduce a Adirane con un corte limpio a su pierna derecha, dejándola fuera de combate.
Ditali, ensangrentada y con su blusa desecha, cargó una última vez. Concentró toda su fuerza en su puño izquierdo, destellando tras de sí rayos negros, dirigiéndose hacia Rebecca quien, casi agotada, esquivó por milímetros el ataque para luego, lanzar su espada en un último movimiento, perforando este el abdomen de la guerrera.
La sangre salpicó la arena, mientras la Condesa de Acero caía de rodillas. —/No…puede ser posible. Soy la mujer más poderosa y…una novata me venció. In…creíble. Pensé….que esto sería….pan comido…, pero me….equivoque. Este…es mi fin… Aplaudo tu…valía. Realmente eres….una gladiadora formidable. Vive…in….aeternum…..Rebekah/— Rebecca, jadeando, se acercó tambaleándose hacía donde yacía Ditali y arrancó su espada del cuerpo de la Condesa, cayendo esta última al suelo, inerte.
Rebecca percibiría que, aunque herida, Adirane se arrastraba hacia donde se encontraba su destruido mosquete. La gladiadora, agotada, logra acercarse, acción que notaría Adirane. —¡Itxaron, mesedez ez nazazu hil, nire anaia txikiak nire zain daude!— dijo Adirane levantando sus brazos, a punto de llorar. Rebecca se aproximaría y, sujetando su cabello, la levantaría, abrazando su cuello y susurrando al oído de su desdichada rival. —Faltsutu zure heriotza— Lejos de la sorpresa de encontrar a alguien que hable su idioma, Erritona sólo respondió afirmativamente, para luego recibir una ligera clavada de su espada, fingiendo morir instantáneamente. —¡Y la ganadora es… Rebekah Riku!— Rebecca retiró su espada, levantándola al aire, para luego, llevarse a Adirane fuera de la arena.
La gladiadora vería a Fambi, aproximándose con sus pocas energías. —¡Felicidades por tu victoria!— —Gracias, Fambi. Escucha, ¿puedo pedirte un favor?— —Si, dime—
Al cabo de unos momentos, Rebecca se encontraba sentada en el suelo de la celda mientras Fambi lograba frenar la pérdida de sangre de la pierna amputada de Adirane. —Bien, ya he podido detener tu sangrado. Lo único que falta es una pata de palo proporcional a tu parte extraída para que puedas apoyarte y andar, pero no te preocupes, iré a buscar una y te la traeré— Adirane solo respondió afirmativamente mientras Fambi se disponía a salir a buscar esa pieza, dejando solas a ambas guerreras. —Aizu…— Rebecca voltearía. —Muchas gracias por permitirme vivir un día más…— La gladiadora se sorprendió al saber que hablaba su mismo idioma, pero antes de formular una palabra, Adirane siguió hablando. —….cuando te mencioné que mis hermanos me esperan, no lo hice con la intención de dar lastima, sino por que me prometí a mi misma, volverlos a ver. Son muy pequeños, tan solo tienen 11 años el varón y las pequeñas 10 y 9 años….— Adirane empezaría a recordar.
—Pertenezco a una comunidad llamada Erron Harana, somos descendientes de uno de los tantos asentadores que tuvo este mundo subterráneo. Mi familia se dedicaba a labrar la tierra de unos campos fértiles que existen cerca de una zona llamada Matorral. Un día, mis padres estaban trabajando cuando un grupo de guardias buscaron a uno de los que trabajaban junto a mis padres, sacaron sus armas y lo ejecutaron. Esto enojó de sobremanera ya no solo a mis papás, sino a todos aquellos que vieron la terrible escena. Esto provocó un motín en donde mis padres me pidieron que cuidará de mis hermanos y no abriera la puerta por nada del mundo. Una vez todo se tranquilizó y viendo como mi papá y mamá tardaban en volver, decidí salir a buscarlos, recorrí varios metros, hasta que los vi…— Adirane se detuvo, buscando contener sus lágrimas. —¿Qué has visto?— preguntó Rebecca. —Mi yo de 13 años vio como sus padres estaban colgados, con un cartel que decía Torcido donde estaba papá y Ramera donde estaba mamá. Desde ese entonces, me prometí que protegería a mis hermanos con mi vida. Pensé en usar el dinero para poder desafiar a la superintendente y así hacer justicia por mi familia, pero el verte luchar, hizo que me acobardara, para al final….— —No tienes por que avergonzarte de que me lo hayas pedido. Recién estoy entendiendo el que el mundo sea tan ruin y cruel, pero si hay alguien que desea vivir por sólo ver a su familia otra vez, no sería capaz de acabar una vida. Aunque….sigo pensando si las demás rivales que he enfrentado tienen una familia o alguien que los espera— dijo Rebecca. —La mayoría de las que batallamos en el coliseo se nos tienen prohibido poseer o decir que tenemos familia, y en caso de descubrir que tienen una, los harán trabajar como esclavos a los hombres o obligarlas a ser un mero entretenimiento carnal para muchos depravados a las mujeres, y en ambos casos sin distinguir edad— —Lo… entiendo— respondió Rebecca cerrando su puño. —Pero… el hecho de batallar contra ti me hizo darme cuenta que…debo dejarle el trabajo a aquel que sea más fuerte que yo. Es por eso que te pido que… ¡Me ayudes!— Rebecca le pediría bajar la voz mientras respondía afirmativamente.
En ese momento llega Fambi con una réplica de la parte faltante de la pierna de Adirane, empezando su inserción. La tiradora, quien estaba aguantando el dolor mordiendo un pedazo de trapo, vio el procedimiento llegando por poco a desmayarse. Unos pocos minutos después, la pierna, hecha de acero y piedra marina, ya estaba inserta en su parte faltante. Erritona se pararía, sintiendo una molesta incomodidad, a lo que Fambi le respondió que es normal hasta que uno pueda acostumbrarse, a lo que Adirane le agradeció a la gacela por su ayuda, mientras que llamó a Rebecca. —¿Qué sucede?— —Quiero darte esto— La tiradora le daría una botella con la leyenda Zumo arcabuz (conteniendo una abundante mezcla de kiwi, higos, ciruela, banana, naranja y lúcuma). —Yo suelo utilizarlo para lidiar con las heridas de las batallas, pero pienso que te será necesario que lo uses, para que no sangres mucho como…— —No te preocupes por mis heridas, estaré bien. De cualquier forma, gracias— agradecería Rebecca mientras se retiraba del sitio. —Bien, tendremos que esperar hasta la noche para que pueda sacarte del Parque— dijo Fambi. —S-si— respondió Adirane mientras buscaba un lugar donde no pudieran verla.
Rebecca estaba regresando cuando se reencontró con la masajista del spa y termas Miño, quien salía con un botiquín de una de las celdas. Rebecca lograría reconocerla. —¡Hah! Pero si tu eres…, la cliente dormilona— dijo la masajista mientras de la celda salía su pasante con un juego de vendajes, sorprendiéndose de ver a Rebecca en el estado en el que se encontraba. —Oiga, ¿se encuentra bien?— —Jema, ¿qué te he dicho?— le señaló la masajista. —Es que…, no se ve muy bien, maestra Diana— dijo Jema. En eso, Rebecca empieza a tambalearse, a lo que es socorrida por las dos, a lo que Diana instruye a su alumna de que prepare todo, a lo que ella responde afirmativamente.
Cuatro horas más tarde, Rebecca se había despertado. Teniendo no sólo las rodajas de pepinillos en sus ojos, sino una toalla encima de todo su cuerpo. Diana, la masajista, se percató de que la gladiadora se había despertado. —Vaya, dormilona acaba de despertar— Rebecca vio que estaba en el mismo lugar que la noche anterior. —¿Qué…hago aquí?— dijo con un tono mezzosoprano, dejando sorprendida a Diana y a ella misma. —E-estuviste a p-punto de d-desmayarte. Por lo que mi pasante y yo, te llevamos hasta aquí para tratar tus heridas…— La palabra 'heridas' hizo eco en la mente de la gladiadora, quien recordó que aún le quedaba un combate. —¿No ha venido alguien a…buscarme?— —Nadie ha venido, pero hemos oído que una tal Rebekah Riku se enfrentará contra Kisuki— Al oír su mal nombre pronunciado, Rebecca se apresuró a cambiarse y, cargando su espada, se dispuso a ir hasta la entrada de la arena, saliendo por consiguiente del Miño. —¡Jema, Jema!— Diana mueve a su pupila, quien estaba dormida. —¿Ya se despertó maestra?— —Si, ven conmigo— —¿A…donde?— —Sólo sígueme— —Si— respondió Jema. Rebecca llegaría hasta la entrada de la arena, preparándose mentalmente para el combate que tendría en unos momentos.
Mientras tanto, en la celda de Jazé.
—¡¿Q-Qué?! ¿Qué se enfrentará a Kisuki?— —Es lo que me han dicho, maestra Jazé— La danzante, sin tanto rodeo, le pidió a Kaia que buscara a Atus, ya que deben de hablar de algo muy importante.
En tanto, a las afueras del Parque Hedónica.
—¿Es aquí…. Adirane? Preguntó Fambi, cargando a Erritona en su espalda, a lo que esta última respondió afirmativamente. —Oye, Fambi…— —Y ahora, ¿qué quieres?— —Gracias….por llevarme hasta….aquí— le respondió Adirane entre sollozos. —No tienes que agradecérmelo. ¡Sólo escóndete y no intentes salir ni aunque tu vida dependa de ello!— respondió Fambi con seguridad, a lo que Adirane respondió afirmativamente y saludó a la gacela por lo lejos.
De vuelta en el coliseo, pero en la habitación de la superintendente.
Una joven de cabello lila cargaba una wakizashi con una funda de color magenta mientras ponía rumbo hacía la puerta de salida de la sala. —Y no lo olvides, ¡trae la cabeza de esa niñata!— —Si, superintendente— respondió la mujer poniéndose su tapabocas en el proceso.
Pasado un tiempo, la anunciadora presenta el combate.
—¡Bienvenidos a un combate sumamente especial. Este se trata de un enfrentamiento que determinara la clasificación para la tómbola del día domingo…—
Atus, quien venía acompañado de Kaia, llegó hasta la platea de práctica del circo donde se encontraba Jazé. —Atus, es un alivio poder encontrarte— dijo Jazé con los brazos entrecruzados. —No puedes interrumpir mi placentero sueño…— —Es importante…, tiene que ver con Rebecca— respondió Jazé con una mirada sería. —¿Qué ocurre con ella?— preguntó Atus.
—…Por un lado, tenemos a una sanguinaria gladiadora, quien se ha ganado aplaudidores y detractores, pero siempre dejando tras de sí una masacre sin precedentes, demos la bienvenida a… ¡Rebekah Riku!— Rebecca hace acto de presencia en la arena. —/Que…extraño. Hay otro tipo de público. Supongo que en estas horas pelean los de nivel más alto. ¿Será acaso que…soy de las mejores?/— pensó Rebecca mientras tomaba posición.
—…Su oponente, considerada la guerrera más letal del mundo, capaz de acabar con quien sea con la potencia de un rayo. Venida desde la tierra de las tempestades, "La Kunoichi de la Tormenta" ¡Kisuki Tsukamoto!—
Kisuki llevaba puesto el tapabocas, seguido de un bodysuit de mangas largas y cierre, de color negro. Botas largas de un violeta intenso y un cinturón donde cargaba su wakizashi.
La superintendente se encontraba observando todo desde un palco oculto y alto. —/Bien, estoy deseosa de que acabes con esa estúpida. Haz tu trabajo, Kisuki/— se dijo a sus adentros la otrora mujer.
—Maestra Diana…, ¿Qué hacemos aquí?— —Esta es una de las cosas más importantes que tendrás que aprender, Jema— dijo Diana con seriedad y agregó. —Quiero que observes en todo momento lo que hacen y cuentes las heridas que nuestra cliente reciba— Jema, sin tanta idea de lo que estaba diciendo, asiente con total seguridad.
—¿Listas?— Ambas guerreras tomaron posición. —¡A pelear!— anunció la arbitra, dando inicio al combate.
Kisuki fue la primera en atacar a Rebecca de forma veloz, buscando desestabilizar a la gladiadora, pero esta última resistiendo y bloqueando los ataques de la ninja.
—Jefa, ¿que cree que vaya a ocurrir?— pregunto una mujer encapuchada. —Aun no lo se, me preocupa nuestra cliente. El hecho de que se enfrente con una secuaz de la bruja, me— No pudo terminar la frase cuando una joven, de cabello rizado, llego corriendo hacia donde estaban sentadas las dos encapuchadas. —¡Señora Noctis, Señora Noctis!— —¿Pasa algo, Colani?— —¡El hotel… lo están inspeccionando!— respondió Colani, a lo que las dos encapuchadas se levantaron y siguieron a Colani lo más rápido que podían.
Rebecca respondería los ataques de Kisuki con cortes contundentes en todo el cuerpo, buscando acabar el combate lo antes posible.
En un instante, Kisuki deslizó su espada por debajo de la guardia de Rebecca, cortándole el costado derecho. La gladiadora gruñó de dolor, pero respondió con un tajo que desgarró la pierna izquierda de Kisuki, haciéndola tambalearse. Ambas retrocedieron, jadeando, con el suelo empapándose de sangre.
Mientras tanto, en las plateas del circo.
Atus y Jazé seguían sacando conclusiones de lo que pudiese ocurrir con Rebecca, cunado Jazé se percato de que Kaia observaba detenidamente a un gran número de personas que iban en dirección a la Calle de los Lirios. —¿Pasa algo Kaia?— preguntó Jazé. —Estoy viendo muchas personas corriendo…— Atus observó por un momento el panorama y se alarmó. —¡Demonios!— —¿Por qué, señor Atus?— —Están inspeccionando— —¿Inspec…cionando?— Jazé al escuchar esto último, hizo un gesto a Atus para acompañarlo. —Kaia, regresa a tu celda— —Pero, ¿Por qué maestra?— —Solo hazme caso. Procura que Rebecca esté bien y descanse, ¿entendido?— —¡Si maestra!— Jazé y Atus pusieron rumbo hacia la Calle de los Lirios, mientras Kaia retornaba a los palcos de la arena.
Kisuki se lanzó al aire, ejecutando una maniobra acrobática que confundió a Rebecca. Desde las alturas, saco su wakizashi y, apuntando al suelo, se lanzó con fuerza al mismo, aplastando el terreno a su alrededor, fragmentándolo. Rebecca, a duras penas, esquivó el impacto, pero recibió una onda de choque que la envió al suelo. Con los labios partidos y un aliento pesado, se levanto con sus ojos llenos de furia.
Rebecca cargó con una velocidad inesperada superando la defensa de Kisuki. Su espada realizó un tajo amplio en forma de arco, cortando el brazo derecho de la ninja, dejando caer su wakizashi. Kisuki gritó, pero no se detuvo. —¡Saiminjutsu!— exclamó Kisuki, hipnotizando a Rebecca y, por ende, invadiendo su mente, inundándola con recuerdos de cada vida que había tomado y, mostrando en los mismos, a toda su familia desmembrada. Rebecca parecía estar a punto de colapsar emocionalmente, pero con un grito primitivo, rompió la intrusión y atacó con una ferocidad sobrehumana.
Por otro lado, en la Calle de los Lirios.
Una protesta se había llevado a cabo. Las fuerzas del orden del Parque estaban suprimiendo a los manifestantes. Atus y Jazé estaban entre los componentes. —Jazé. ¿Qué crees que estas haciendo?— dijo Atus mientras veía como la danzante sacaba de su funda dos nimcha. Atus se percató de las intenciones de Jazé e intentó detenerla, pero Jazé, avanzando a gran velocidad, se lanzó contra uno de los oficiales, cortando sus dos brazos, provocando, sin quererlo, que la multitud se animara a atacar con toda su fuerza.
De vuelta en la arena.
Ambas guerreras estaban al límite. Kisuki, desangrándose, sujetó su wakizashi con su mano izquierda, mientras Rebecca, tambaleante, sostenía su espada con ambas manos temblorosas. Chocaron en un último intercambio devastador. Kisuki logró cortar el hombro de Rebecca profundamente, pero esta última giró su cuerpo, lanzando un golpe ascendente que atravesó el torso de la ninja.
Kisuki jadeó, su mirada incrédula fijándose en la sangre que brotaba de su cuerpo. Rebecca, respirando con dificultad, retiró la espada y dejó caer a Kisuki al suelo, donde está se desplomó, derrotada.
—Jema, ¡Jema!— Diana movía a su pupila, quien se había quedado dormida. —¿Ya terminó, maestra?— —Si. Ayúdame a llevarla hasta el Miño— —S-si— dijo Jema mientras empezaban ambas a bajar hacia las zonas médicas. Kaia, por su parte, quedó sorprendida. —/Lo…hizo. La logro vencer. ¡¡¡SIIIIII!!!/— dijo para sus adentros. —Y la ganadora de este combate es…. ¡Rebekah Riku!— dijo la narradora al tiempo que el público aplaudía y empezaba a retirarse. —¡Gran Maestra!— dijo una de las ayudantes de la superintendente, mientras esta última rompía una copa de vidrio, lanzándola al suelo.
Rebecca cayó de rodillas, su propia sangre formando un charco bajo ella. Sus manos temblaban mientras apoyaba su espada para no colapsar por completo. Miró a Kisuki, quien yacía inmóvil, su figura inerte luego de librar una batalla formidable.
—Has sido una rival formidable, pero…debo seguir. No tengo perdón de nadie. Papá, Mamá, lo siento, no merezco ser llamada su hija— dijo Rebecca en voz baja, mientras una pequeña lagrima rodaba por su mejilla derecha, siendo esta secada rápidamente por su brazo. Con un último esfuerzo, se levantó, tambaleándose, pero tras dar dos pasos, caería al suelo. —¡Rápido Jema!— —¡Si!— respondió Jema.
—/Perdón abuelo, perdón papá, perdón mamá, les he fallado. No pude mantener mi promesa. Este mundo es muy cruel y la única solución para sobrevivir es volverme un monstruo. Si Dios existe, que comprenda que lo hice sólo por querer sobrevivir. Cuiden de su pueblo y ámenlo, no permitan que nadie los destruya. Adiós, mamá y papá, los amo/— pensaba Rebecca antes de quedar inconsciente mientras era llevada por Diana y su pupila.
Tus actos tienen consecuencias.
CONTINUARÁ….
