Los personajes de HP. No me pertenecen, yo solo los tomo prestados.
"Encanto y Desencanto"
En un rincón olvidado del mundo mágico, en la vasta y mística tierra de Gran Bretaña, habitaba un joven veela llamado Draco. Su belleza era indescriptible, con cabellos plateados que brillaban como la luna y ojos que destilaban la profundidad de los océanos. Sin embargo, más allá de su apariencia cautivadora, poseía un carácter melancólico y una soledad profunda que lo acompañaba en cada paso.
Desde el fin de la guerra mágica, el mundo había cambiado. Hermione Granger, conocida por su inteligencia y determinación, se había convertido en una ferviente defensora de la igualdad entre todas las criaturas mágicas. Pero había algo en Draco que desencadenaba en ella un torrente de emociones; desprecio, rencor, y una atracción que no podía comprender.
La primera vez que cruzaron caminos después de la guerra fue en una reunión del Ministerio de Magia. Draco, con su aura magnética, comenzó a acercarse a sus compañeros con la esperanza de ser aceptado. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que Hermione estaba presente, su corazón se aceleró, pero a la vez temió su desdén.
—¿Qué haces aquí, Malfoy? —le espetó Hermione con frialdad.
Draco sintió cómo las palabras le atravesaban como flechas. Era casi doloroso querer acercarse a ella, pero ser recibido con tanta hostilidad. Sin embargo, sabía que debía intentar ganarse su corazón.
Los días se convirtieron en semanas, y Draco decidió optar por la aproximación más clásica: las flores. Cada día, un nuevo ramo aparecía en la puerta de la biblioteca, donde Hermione pasaba horas inmersa en tomos de hechicería. Pero su rechazo fue inquebrantable.
—No quiero tus flores —dijo ella, lanzando el ramo al suelo—. ¿No entiendes que no me interesa nada de ti?
Pero Draco no se dio por vencido. Decidió emplear su habilidad como veela para intentar conectar con ella de otra forma. Comenzó a participar en actividades comunitarias, ayudando a aquellos que luchaban por aceptar a las criaturas mágicas. Se unió a las reuniones de reformadores, esperando que un día Hermione pudiera ver el verdadero él, más allá de su linaje.
Un día, mientras Hermione supervisaba una clase de Defensa Contra las Artes Oscuras para jóvenes brujos y brujas, notó que Draco intervenía con los alumnos. Con dulzura y paciencia, les enseñaba a controlar conjuros difíciles. Por un instante, su corazón se detuvo. Había algo admirable en su deseo de cambiar, en su dedicación.
Esa noche, sintiéndose intrigada, Hermione decidió confrontarlo. Se encontró con él en el vestíbulo del Ministerio, donde las sombras se alargaban y el silencio era profundo.
—¿Por qué haces esto? —preguntó Hermione, su voz cargada de sinceridad—. ¿Por qué te importa tanto demostrarte frente a mí?
Draco la miró, sus ojos llenos de anhelante vulnerabilidad.
—Porque he visto el daño que he causado y no puedo seguir huyendo de mis errores. Quiero demostrarte que puedo ser alguien mejor, Hermione. Solo necesito una oportunidad.
Hermione sintió su corazón abrumarse con la lucha interna entre el odio y la curiosidad. A pesar de todo, había empezado a ver destellos de luz en la oscuridad que solía rodear a Draco.
—No será fácil, Draco. Tienes que entender que mi confianza no se gana de la noche a la mañana.
Draco asintió, decidido. Así comenzó un nuevo capítulo en su relación. Pasaron semanas juntos, trabajando lado a lado en diversas actividades altruistas. Compartían risas y debates apasionados sobre temas de justicia social, y poco a poco, la barrera que separaba sus mundos se iba desvaneciendo.
Una tarde, mientras estaban en un claro del bosque, rodeados de naturaleza y bajo la luz dorada del atardecer, Draco decidió arriesgarse. Sin preámbulos, tomó la mano de Hermione.
—Sé que no crees en mí, pero lo estoy intentando. De verdad lo estoy. Y si alguna vez sientes que merezco tu amor, solo pídelo.
Hermione sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Era extraño, pero había una sinceridad en sus palabras que resonaba en su interior. Sin embargo, su lógica le decía que debía ser cautelosa. Las heridas del pasado eran profundas.
—Malfoy, esto no es un cuento de hadas. No puedo simplemente olvidar todo lo que has hecho, sin importar cuánto trabajes por cambiarlo.
Draco la miró con tristeza, comprendiendo que su viaje hacia su corazón sería mucho más difícil de lo que pensó. Pero eso no significaba que se rendiría; por primera vez, estaba dispuesto a luchar de verdad por lo que sentía.
A partir de ese momento, la lucha comenzó no solo dentro de Draco, sino también dentro de Hermione. Las emociones entre ellos eran complejas y contradictorias, pero a medida que se conocían realmente, el respeto y la admiración se transformaron lentamente en algo más.
Finalmente, en una noche estrellada, después de otro día lleno de risas y trabajo conjunto, Hermione hizo algo que nunca antes había imaginado. Se acercó a Draco, esa vez con una mirada de determinación.
—Quizás, solo quizás, pueda abrirme a la idea de intentarlo. Pero prométeme que no volverás a ser quien eras.
Draco sonrió con genuina alegría. Por fin, podía ver la luz al final del túnel, un camino hacia la redención y el amor.
Ambos sabían que el camino por delante sería desafiante, lleno de obstáculos y sombras del pasado, pero juntos estaban listos para enfrentarlo. Porque, al final del día, el amor verdadero podía florecer incluso entre las circunstancias más inesperadas.
