Capítulo 1: Encuentros Destinados
Ranma y Akane mantenían su relación en secreto para evitar las constantes presiones y expectativas de sus familias. A pesar de estar comprometidos por un acuerdo entre sus padres, ambos preferían explorar sus sentimientos sin la interferencia de terceros. En ocasiones, aprovechaban momentos a solas para compartir conversaciones sinceras y muestras de afecto discretas, siempre cuidando de no ser descubiertos. Esta clandestinidad les permitía fortalecer su vínculo lejos de las miradas curiosas y los malentendidos habituales en su entorno.
El sol de la tarde bañaba el parque de Nerima, donde los estudiantes de la Preparatoria Furinkan se habían congregado para una actividad escolar especial. El profesor de arte había asignado a la clase la tarea de realizar pinturas al aire libre, con el objetivo de capturar la esencia de la naturaleza en sus lienzos. Los profesores supervisaban atentamente, ofreciendo orientación y evaluando el progreso de cada alumno.
Ranma Saotome, aunque más conocido por sus habilidades en las artes marciales que por su destreza artística, se encontraba sentado frente a un caballete, sosteniendo un pincel con cierta torpeza. A su lado, Akane Tendo mezclaba colores con entusiasmo, disfrutando de la oportunidad de expresar su creatividad.
—Ranma, deberías intentar relajarte y dejar que el pincel fluya —sugirió Akane, notando la rigidez en la postura de su prometido.
—Fácil para ti decirlo —murmuró Ranma, frunciendo el ceño mientras intentaba plasmar en el lienzo la imagen de un árbol cercano.
A medida que avanzaba la tarde, algunos transeúntes se detenían para observar el trabajo de los estudiantes, ofreciendo palabras de aliento o simples sonrisas. Entre ellos, una joven de cabello oscuro y ojos profundos se acercó al área donde Ranma y Akane estaban pintando.
—Disculpa, ¿eres el artista de este cuadro? —preguntó la joven, señalando la obra de Ranma.
Ranma levantó la vista, sorprendido de que alguien mostrara interés en su pintura.
—Eh... sí, supongo —respondió, rascándose la nuca con nerviosismo.
—Es realmente hermoso. ¿Estás vendiendo tus obras? —inquirió ella con una sonrisa amable.
Antes de que Ranma pudiera responder, el profesor de arte se acercó, atraído por la conversación.
—Veo que has captado la atención del público, Saotome. Quizás deberías considerar dedicar más tiempo al arte —comentó el profesor con una sonrisa aprobatoria.
Ranma se sonrojó ligeramente, sintiéndose fuera de su elemento.
—Bueno, solo estaba siguiendo la tarea...
La joven continuó admirando la pintura, y tras un breve intercambio, decidió adquirirla, dejando a Ranma sorprendido pero complacido. Akane observaba la escena con una mezcla de orgullo y diversión.
—Parece que tienes talento después de todo —dijo Akane, dándole un suave codazo.
—Sí, claro... —respondió Ranma, aún asimilando lo ocurrido.
Mientras el sol comenzaba a ocultarse, los estudiantes recogían sus materiales, satisfechos con la jornada artística. Sin que Ranma lo supiera, este encuentro sería el inicio de una serie de eventos que entrelazarían su destino con fuerzas más allá de su comprensión, llevándolo a descubrir secretos ocultos y a enfrentar desafíos que pondrían a prueba su valentía y determinación.
Tras la actividad artística en el parque, los estudiantes de la Preparatoria Furinkan regresaron al aula, donde les esperaba una nueva tarea: un examen diseñado para medir sus habilidades cognitivas. El profesor explicó que se trataba de una prueba de coeficiente intelectual (CI), comúnmente utilizada para evaluar la inteligencia y el potencial de las personas. Aunque estas pruebas no determinan el éxito en la vida, proporcionan una visión general de las capacidades cognitivas de cada individuo.
Ranma Saotome, más acostumbrado a desafíos físicos que mentales, observó el cuadernillo de preguntas con cierta aprensión. A su lado, Akane Tendo hojeaba las páginas con confianza, lista para enfrentar el reto.
—No te preocupes, Ranma. Solo es una prueba más —dijo Akane, notando la inquietud en su compañero.
—Sí, claro... —respondió Ranma, intentando concentrarse.
A medida que avanzaban en el examen, Ranma se dio cuenta de que muchas preguntas requerían habilidades de razonamiento lógico, reconocimiento de patrones y comprensión verbal. Aunque algunas le resultaron desafiantes, recordó que estas pruebas están diseñadas para evaluar diferentes aspectos de la inteligencia, y que no existía una única forma de ser inteligente.
Al finalizar, los estudiantes entregaron sus cuadernillos y el profesor les informó que recibirían sus resultados en la próxima semana. Mientras salían del aula, Ranma y Akane discutían sobre las preguntas más complicadas, riendo y compartiendo sus impresiones.
La rueda del destino comenzó a girar.
Esa noche, Ranma Saotome se sumió en un sueño profundo y vívido. Se encontró de pie en un vasto salón de mármol blanco, iluminado por la suave luz de la Tierra que se veía a través de enormes ventanales. A su alrededor, figuras etéreas se movían con gracia, ataviadas con ropas elegantes y resplandecientes.
Confundido, Ranma miró sus manos y notó que vestía una túnica plateada adornada con símbolos desconocidos. Se sentía diferente, como si una energía antigua y poderosa fluyera dentro de él. Mientras exploraba el lugar, fragmentos de conversaciones y risas llenaban el aire, aunque no podía distinguir palabras claras.
De repente, una figura femenina apareció ante él. Su presencia era imponente y serena, con largos cabellos plateados que caían en cascada sobre su espalda. Sus ojos reflejaban sabiduría y tristeza.
—Bienvenido de nuevo, guardián de las sombras —dijo con voz melodiosa—. El Milenio de Plata te ha estado esperando.
Antes de que Ranma pudiera responder, el sueño comenzó a desvanecerse, y se despertó abruptamente en su cama, con el corazón latiendo con fuerza. Las imágenes del sueño permanecían vívidas en su mente, dejándolo con una sensación de nostalgia y un anhelo inexplicable por un pasado que no recordaba.
A la mañana siguiente, Ranma Saotome se despertó con las primeras luces del alba, aún perturbado por el sueño vívido que había experimentado. Decidió que tocar música podría ayudarle a relajarse y aclarar su mente. Se dirigió al salón principal del dojo Tendo, donde guardaba su shamisen, un instrumento tradicional japonés de tres cuerdas que había aprendido a tocar durante sus viajes de entrenamiento.
Comenzó a tocar una melodía suave y envolvente, permitiendo que cada nota llenara el espacio con armonía. La música fluía con naturalidad, reflejando las emociones que aún resonaban en su interior tras el extraño sueño. Poco a poco, los habitantes de la casa fueron despertando, atraídos por la melodía que impregnaba el ambiente.
Kasumi, la mayor de las hermanas Tendo, fue la primera en asomarse al salón, seguida por Nabiki y Akane. Se sorprendieron al ver a Ranma tocando el shamisen con tanta destreza y sentimiento, una faceta que desconocían de él. Se quedaron en silencio, disfrutando de la inesperada serenata matutina.
Poco después, Nodoka Saotome, la madre de Ranma, llegó de visita al dojo. Al escuchar la música, se dirigió al salón y, al ver a su hijo tocando con tanta pasión, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas de orgullo y emoción. Para ella, este momento representaba una conexión profunda con el hijo que había estado ausente durante tanto tiempo.
Al finalizar la pieza, Ranma levantó la vista y se encontró con las miradas admiradas de su familia y amigos. Un leve rubor apareció en sus mejillas al darse cuenta de que había estado tocando para una audiencia inesperada.
—No sabía que tocaras el shamisen, Ranma —comentó Akane con una sonrisa cálida.
—Bueno, es algo que solía hacer para relajarme —respondió Ranma, rascándose la nuca con timidez.
—Ha sido maravilloso escucharte, hijo mío —dijo Nodoka, acercándose para abrazarlo—. Estoy muy orgullosa de ti.
Este momento de intimidad y descubrimiento fortaleció los lazos entre Ranma y su familia, y le permitió encontrar un refugio en la música para procesar las emociones y recuerdos que comenzaban a emerger en su interior. Sin saberlo, este despertar musical sería clave en la conexión con su pasado y en los desafíos que estaban por venir.
Esa noche, el sueño de Ranma continuó, pero esta vez fue diferente. Se encontró caminando por un prado iluminado por una luna plateada gigante. A lo lejos, una majestuosa torre cristalina se alzaba hacia el cielo, resplandeciendo con un brillo etéreo. Caminando hacia él, un grupo de jóvenes se acercaba, sus figuras envueltas en una aura de poder.
—¡Ahí estás! —exclamó una joven de cabello plateado, atada en dos coletas largas. Su sonrisa era cálida y genuina, pero sus ojos azules reflejaban una fuerza interior inquebrantable.
—¿Quién eres tú? —preguntó Ranma, sorprendido por su familiaridad, aunque no podía recordar haberla visto antes.
—Soy soy la Reina Serenity. Y ellas son mis guardianes —respondió mientras señalaba al grupo detrás de ella.
Cinco chicas más se presentaron una a una. Cada una irradiaba una energía única que parecía conectar con los elementos: fuego, agua, aire, tierra y luz. Ranma observó con incredulidad cómo sus atuendos brillaban con colores que representaban sus poderes.
—¿Guardianes? ¿De qué están hablando? —preguntó Ranma, cruzándose de brazos. Aunque el sueño lo confundía, no pudo evitar sentirse cautivado por el aura de camaradería que emanaban.
—Tú también fuiste uno de nosotros, Ranma —dijo una joven de cabello oscuro, cuya voz era suave pero firme—. Soy …., y tú... eras Sailor Nyx, el guardián de las sombras.
El corazón de Ranma dio un vuelco. Los recuerdos comenzaron a fluir como un río desbordado: escenas de batallas épicas, risas compartidas con ella y una joven de cabellera rubia y otras chicas mas, y momentos de profunda soledad mientras protegía el equilibrio entre la luz y la oscuridad.
—Esto... no puede ser real —murmuró, retrocediendo un paso. Sin embargo, una mano cálida tocó su hombro.
—Lo es —dijo Serenety, con una sonrisa tranquilizadora—. Y te necesitamos de nuevo.
Antes de que Ranma pudiera responder, un estruendo rompió la calma del prado. Un portal oscuro se abrió en el cielo, y una figura imponente emergió, cubierta por sombras que parecían devorar la luz a su alrededor. La figura levantó un brazo, y una energía oscura se dirigió hacia el grupo.
—¡Cuidado! —gritó una de las chicas, pero antes de que la energía los alcanzara, Ranma extendió una mano instintivamente. Un escudo de sombras emergió, protegiéndolos.
—Parece que no he olvidado todo después de todo —murmuró Ranma, sorprendido por su propia acción.
El sueño terminó abruptamente cuando la figura oscura se desvaneció, y Ranma despertó con el cuerpo empapado de sudor y el corazón latiendo como un tambor. Aunque estaba de vuelta en su habitación, las emociones y los recuerdos permanecían vívidos.
—¿Quién soy realmente? —susurró, mirando sus manos, aún temblorosas. Sabía que debía buscar respuestas, y pronto.
En una prestigiosa institución educativa de Tokio, un grupo de académicos y administradores se reunió para discutir sobre estudiantes con habilidades excepcionales. Entre los expedientes, uno en particular llamó su atención: el de Ranma Saotome.
—Este joven ha demostrado habilidades físicas y mentales que superan los estándares habituales —comentó uno de los profesores, revisando el expediente.
—Según los informes, ha obtenido puntajes perfectos en exámenes de coeficiente intelectual, superando incluso a nuestra estudiante más destacada en ese ámbito.
Además de sus logros académicos, el expediente detallaba una serie de eventos inusuales en la vida de Ranma:
Transformaciones físicas al contacto con agua fría y caliente, resultado de una maldición adquirida en Jusenkyo.
Habilidades en artes marciales que le permiten enfrentar y derrotar a oponentes formidables.
Adaptabilidad para aprender y dominar técnicas nuevas en cortos periodos.
—Este nivel de adaptabilidad y capacidad de aprendizaje es extraordinario —señaló otro miembro del equipo—. Sin mencionar su habilidad para manejar situaciones de alto riesgo con eficacia.
Sin embargo, hubo un detalle que llamó especialmente la atención del grupo:
—Parece que existe un contrato de seppuku firmado por su madre, Nodoka Saotome, y su padre, Genma Saotome. El acuerdo estipula que Ranma debe convertirse en un "hombre entre hombres", y de no lograrlo, tanto él como su padre deben cometer seppuku.
—Considerando la naturaleza peligrosa de su entorno y las expectativas culturales impuestas por su familia, es probable que estas condiciones afecten su bienestar psicológico y físico.
Tras una deliberación, el grupo llegó a una conclusión:
—Para garantizar su seguridad y explorar plenamente su potencial, sería prudente integrarlo en nuestro programa de estudiantes de alto rendimiento. Podríamos proporcionarle un ambiente académico desafiante y seguro, lejos de las influencias negativas y peligrosas que actualmente lo rodean.
—Además, su interacción con otros estudiantes talentosos podría fomentar un desarrollo mutuo y ofrecerle un entorno más equilibrado.
Así, comenzaron a trazar un plan meticuloso para acercarse a Ranma Saotome y persuadirlo de unirse a su institución, con la intención de alejarlo de su familia y entorno, y aprovechar sus habilidades excepcionales para su propio desarrollo académico y personal.
Una tarde tranquila en el dojo Tendo se vio interrumpida por la llegada inesperada de una joven desconocida. Con expresión ansiosa y un evidente embarazo, se presentó ante la familia como Namika , afirmando que Ranma Saotome era el padre de su futuro hijo.
—¡Ranma! —exclamó la joven, con voz temblorosa—. He estado buscándote. Necesitamos hablar sobre nuestro bebé.
La declaración cayó como una bomba en medio del salón. Los ojos de todos se posaron en Ranma, quien, atónito, negó con vehemencia.
—¡Espera un momento! —protestó Ranma, levantando las manos en señal de inocencia—. ¡Yo no te conozco! ¡Nunca te he visto antes!
La joven comenzó a llorar desconsoladamente, relatando detalles íntimos de la vida de Ranma que solo alguien cercano podría conocer. Habló de sus enfrentamientos con Ryoga Hibiki, de la desconfianza que a veces sentía por parte de su familia y, lo más impactante, del contrato de seppuku que su madre, Nodoka Saotome, había establecido con Genma Saotome, comprometiéndose a que Ranma se convertiría en un "hombre entre hombres" o ambos deberían cometer seppuku.
Akane, escuchando estos detalles, sintió cómo la duda se instalaba en su corazón. Aunque quería confiar en Ranma, la precisión de la información que la joven proporcionaba la hizo tambalearse.
—Ranma... ¿es esto cierto? —preguntó Akane, con voz quebrada.
—¡No! —respondió Ranma, desesperado—. ¡No sé quién es ella! ¡Nunca he hecho algo así!
La joven se rompio a llorar desconsoladamente indicando que aun lo ama, que no quiere que su hijo nasca sin su padre y que ella aun asi lo quiere.
—Ranma eres libre, nuestro compromiso queda roto te odio no te quiero volver a ver- salio corriendo llorando con su corazón echo pedazos.
Sin embargo, la familia Tendo, influenciada por las lágrimas y el relato detallado de la joven, comenzó a mirar a Ranma con desconfianza. Soun Tendo, con el rostro serio y decepcionado, se levantó y señaló la puerta.
—Ranma, creo que es mejor que te vayas. Hasta que esto se aclare, no puedes permanecer aquí.
Herido por la falta de confianza de aquellos a quienes consideraba su familia, y sintiéndose traicionado por la duda en los ojos de Akane, Ranma asintió lentamente. Sin más opciones, tomó sus pertenencias y, con la cabeza gacha, abandonó el dojo acompañado por la joven desconocida, decidido a descubrir la verdad detrás de esas acusaciones y limpiar su nombre.
