"Radamanthys de Wyvern, el juez mas leal bajo el ala de Hades, su solo nombre irradia prepotencia y su presencia autoridad"
El tratado de paz luego de la ultima guerra Santa entre ambos dioses, había provocado una relación continúa entre espectros y caballeros, una relación que se radicaba alrededor del patriarca y su urgencia de reconstruir las armaduras de cada uno de sus guerreros, lo cual traia consigo el uso demandante de sangre para tan gran numero de reparaciónes y el compromiso del rey del averno por facilitarla pero el excesivo trabajo cada vez atareaba mas al mayor de los ochenta y ocho, tanto asi que las ultimas armaduras le tocarían a Mu, el joven guardián de aries y su alumno.
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Apenas y el alba habia dejado el cielo cuando el rubio juez yacia sentado en las ultimas gradas esperando por el pelilila, las ordenes habían sido claras por parte del dios del averno, "ayudar al santuario en la reparacion de las armaduras", aunque a esas alturas no sabia exactamente como iba a hacerlo, aun asi Radamanthys habia acatado la petición de su señor y acudido sin contradecir sus palabras,asi era él y menos no se podia esperar, lanzó un bostezo al vacío y escuchó un murmullo a sus espaldas, cuando giró el rostro del lemuriano hizo gala de su presencia y este lo recibió con un gesto de seriedad y asombro incapaz de disimular, inmediatamente se puso de pie y se acercó.
El primer guardian se habia mantendio estoico al ver la ayuda brindada por el otro reino, su sangre habia subido de calor en un momento y cada paso que daba aquel juez lo hacia desear no haber acatado aquella orden dada por su maestro, esperaba cualquier ser, pero jamás se imaginó encontrarse cara a cara con aquel que habia acabado con su vida. No esperó un segundo mas a que el ingles diese otro paso y fruncio su entrecejo casi uniendo sus puntos en evidente incomodidad.
— Radamanthys… — Mu apenas y abrió su boca para sisear su nombre lentamente- sígueme, por favor...
El rubio asintió, primero deteniéndose para ver al santo directamente a los ojos y luego siguiendole sus pasos con cautela, observando el templo del primer guardián con suma atención y grabando cada detalle, sintiéndose de repente rodeado de un cosmos abrazador, casi como un arrullo, de repente y sorprendiendolo, las puertas del taller se abrieron ante ellos y la visión cautivante del polvo de estrellas flotando sobre sus cabezas era como entrar en un mundo de fantasia.
El lemuriano observó de reojo con una casi invisible sonrisa la reacción de aquel que hubiese sido su enemigo.
— Quitate la camisa... y toma asiento — le ordenó mientras entraba y rebuscaba una daga de oro entre sus herramientas celestes.
El inglés se quedo quieto despertando de su ensañamiento y accediento a la petición del guardián se quedó con su torso desnudo mientras se sentaba en una de las sillas altas a la espera de la otra instrucción, cuando el lemuriano se giró con el arma en sus manos el juez se puso de pie casi trastabillando con el asiento donde se habia sentado y su vista ambarina fija y llena de desconfianza sobre las palidas manos del tibetano.
— Tranquilo Wyvern... no es como si quisiera matarte... — Mu sonrió de medio lado.
— Tampoco es como si... pudieras hacerlo — Radamanthys se volvió a sentar sabiendo que habia tocado un tema delicado para ambos, a decir verdad para todos.
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Los movimientos de Mu estaban casi coordinados, el tiempo que transcurria para Radamanthys le habia permitido ver la gracia con la que este tomaba el sincel y el martillo, hasta la forma en como palpaba cada grieta sobre la armadura de las dos caras, como leyendo cada herida, cada historia, sonrió al verlo resoplarse el flequillo y retirarse para rebuscar entre los restos seguro alguna pieza mas.
— ¿Geminis? — su voz ronca resonó en el taller y Mu unió sus puntos antes de darse vuelta, luego solo lo vio asentir — está bastante deteriorada... — dijo y recostó ambas manos en sus rodillas mientras se removía en el banco que ocupaba.
—Lo se... — las pocas palabras que salian de la boca de Mu no compensaban una conversacion lo sabía, pero por lo menos lo distraían del orgulloso juez que estaba acostumbrado a todo menos al descanso y a esperar demasiado, debia ser cauteloso y rapido.
— Para que debo … — cuestionó el inglés palpando su torso.
— La camisa... perdón, es que venias con manga larga y ... necesito tus muñecas para desangrarte, y ver el tono de tu piel por si fueses a descompensate con facilidad — contestó con naturalidad y paciencia mientras preparaba su cosmos y el arma.
— ¿Desangrar!? — preguntó casi espantado observándo la daga justo a su lado, lo de asesinar era una broma ¿verdad? — Mi señor Hades no dijo que...
Mu soltó un suspiró de resignación, se volteó hacia el inglés y fijo su vista sobre los ambarinos que lo observaban sin perder detalle.
— Es necesario... creeme de verdad que no intento asesinarte...
El asintió, y mas tranquilo pero asi no confiado permitió que Mu palpara su piel, que acariciara sus venas, frunció su entrecejo tupido cuando sintió el ardor y viajó de las manos del Ariano hasta su herida, justo sobre sus muñecas, un corte fino, limpio, rápido y perfecto.
Mu lo tomó del ante brazo y lo colocó justo sobre la apagada armadura, se situó a su lado, esperó que la sangre fluyera lo suficiente, lo observó, viajo sobre sus brazos fuertes, su torso tenso persiguiendo sus palpitaciones y finalmente cuando lo observó bajar su brazo le colocó la mano sobre el hombro — ya es suficiente — murmuró en su oido — ya debes descansar...
— Puedo soportar mas...- Mu rodó sus ojos, pero antes de dar tiempo para continuar pasó sus dedos sobre la grieta de carne y estas cerraron — ¿por que lo hiciste? — resongó el inglés tomando al pelilila de sus muñecas, observando sus esmeraldas.
— No puedes mas... si sigues te desmayaras… — un leve sonrojo lleno de ira al sentirse sujeto del hombre que fuese alguna vez su enemigo adorno con gracia sus mejillas.
— Pero aun... puedo...
Las puertas del taller resonaron con fiereza interrumpiendo en el acto la conversación, y a través de ella paso un enfurecido gemelo menor que no hizo mas que entrecerrar sus ojos para ver de uno a otro.
— ¿Que se supone que está sucediendo Mu? — Kanon siseó cada palabra y el lemuriano suspiró soltandose del inglés y dejando reposar ambas manos sobre la mesa de trabajo.
— Fueron ordenes de su ilustrisima… — le contestó Mu, se giró y respingo, Kanon estaba a centímetros se su rostro con sus brazos cruzados — Kanon... que sucede... no pensarás que yo…
Ta ta ta taaaaan ¿Que podría pasar?… y si , una historia mas y nada de nada, jajaja perdon, pero ya estoy trabajando en mis fics, es una promesa, este año se vienen cositas!
