¡HOLA MIS BELLAS!
Si, aquí estoy. Esta vez no he tardado tanto. He podido escribir algo esta semana y adelantar un capi casi entero, a parte de tener un poco de tiempo para publicar.
Seguimos con el primer fin de semana de Bella en la casa Cullen: La primera noche y el comienzo del sábado. Luego avanzaremos más rápido, ¿ok?
MUCHAS, MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODAS LAS ALERTAS, FAVORITOS Y SOBRE TODO LOS COMENTARIOS QUE ME DEJAIS. ES UN ALICIENTE PARA SACARLE 25 HORAS AL DÍA.
*Quiero contestarle a Andre22-twi Tienes razón... la relación entre Charlie y Bella se me ha enredado. No ha sido un error de redacción. Tal como yo lo expongo, serían primos. No tío/abuelo - sobrina/nieta.
Para la historia da igual la relación entre ellos... Lo único importante es que sean familia biológica, por la conexión y el cariño. Para diferenciar la relación de Amelia, y la reacción de Edward.
Ellos son primos, pero por la diferencia de edad, Bella lo llama "Tío Charlie". ¿Ok? Así queda aclarado.
CAPÍTULO 6
Todos disfrutaron de la película. Fue un rato, que aunque en silencio, se sintió agradable.
Incluso para Edward y Bella, que aun estando a un metro de distancia y con Elish entre ellos, les costó horrores concentrarse en la película, ya que estaban más pendientes del otro que de la pantalla.
Cuando el film entró en la acción, gracias a algún comentario de Emmet y de Alice, la tensión entre ambos, fue disipándose y pudieron disfrutar del rato. Sobre todo, al distraerse Bella, y dejar de mirar a hurtadillas a Edward.
A Elish le gustó la película y se divirtió mucho viéndola con Bella. Pasando ese tiempo con la chica.
Aunque lo más bonito de toda la velada, fue al final, cuando el Terminator se despide, pidiéndole a la protagonista que lo mate.
Los sentimientos de Bella cantaron para Jasper y Elish, que contemplaban a la chica enternecidos.
Ella estaba al borde de las lágrimas.
Cuando la película acabó, Elish miró con gesto conmovido hacía su tutora. No era tan buena como su tío en descifrar sentimientos, pero el estado de Bella era muy obvio para ella, como para el resto de presentes.
- Nunca imaginé que alguien pudiese emocionarse con esta película - Comentó Emmet, que aunque por dentro estaba tronchado de risa, se mostró comprensivo y agradable con Bella.
- Ya… - suspiró ella - No es muy normal, lo reconozco. - Rió haciendo un mohín con los labios - Ahora ya solo me emociono, pero hasta no hace mucho, lloraba desconsolada, ¡jajaja!
- Realmente tiene un punto de triste - Comentó Esme; por supuesto que ella, se había sentido conmovida por semejante final.
- Es que, daros cuenta que una máquina, ha sido más consciente y responsable de lo que ningún humano seríamos. - Debatió Bella. - Y la forma de cuidar al niño, no era simplemente por su misión.
- Al final la máquina lo llegó a querer, dentro de sus posibilidades - Añadió Alice, ante el asentimiento de Bella.
- Pues con este final, no era una película tan inadecuada - Soltó Elish, ganándose las miradas y gestos simpáticos del resto.
- Bueno… - Bella la miró frunciendo la boca en un total desacuerdo.
- Señorita… - llamó Edward a su hija. - Es hora de ir a dormir.
-¿Puede acostarme hoy Bella, papá? - Suplicó Elish con unos adorables pucheritos.
- Si ella quiere… - Edward y Bella hicieron contacto visual, después de dos horas de película, sentados uno al lado del otro.
Edward la miró con el rostro bastante amigable, dándole un asentimiento y Bella le dedicó una muy tímida y tenue sonrisa.
- Claro. Yo te llevo.
Elish se despidió de todos con besos y buenas noches, mientras Bella miraba la escena enternecida. Sobre todo cuando la niña besó a su padre y el "ogro arrogante" de Edward Cullen sonrió dulcemente abrazando y besando a su hija.
"Qué bonito… - suspiro - Papá siempre fue muy dulce conmigo. Añoro sus besos de buenas noches…"
El pensamiento entró alto y claro en la mente del vampiro, que miró sin ser visto a Bella, observando como su rostro se tornó enternecedoramente triste.
- Buenas noches a todos. - Se despidió ella también, recuperando un gesto dulce.
"Sufres más… mucho más de lo que parece, ¿verdad, Srta. Arrogante?" Pensó Edward.
"Qué triste se ha puesto Bella al ver el abrazo entre Edward y Elish. Debe añorar muchísimo a su padre… Con lo fuerte que parece, posee unos sentimientos muy sensibles"
Jasper y Edward hicieron contacto visual un instante, sin hacer ningún tipo de gesto al respecto del pensamiento del empático.
·
Bella acostó a Elish en su cama, arropándola y prometiéndole pasar un día entretenido al día siguiente.
Cuando iba a alzarse de la cama, Bella volvió a inclinarse y le dio un cariñoso beso en la frente a la niña, la cual sintió que se derretía con su tutora.
·
Bella se fue a "su zona", cerrando la puerta tras ella. Eso era un claro indicativo de que no esperaba visitas y que parecía, tampoco quererlas.
Se fue hacía su escritorio, y tomó los test. Abrió su portátil, y accionó la aplicación correspondiente para corregir los test de inteligencia de Elish.
Se sentó cómoda en la silla, casi despatarrada, pero en cuanto comenzó a ver los resultados, se posicionó erguida mirando para la pantalla con los ojos abiertos como platos.
Los resultados de Elish, correspondían a una "niña" de unos 12 años.
¡Increíble! Pensó para si misma. ¡12 años! Pero… ¿no tiene 2?
"Voy a comprobar el programa, porque estos resultados no pueden estar bien"
Tras revisar que todo estaba correcto, Bella sintió que volvía a "flipar" con el resultado de la niña. Era algo increíble.
Tenía dos años, el aspecto físico de 5 y la inteligencia de 12.
·
- La Sta. Isabella acaba de comprobar los resultados del test de Elish. Y por supuesto, han confirmado que posee la inteligencia de una niña de doce años. - Edward miró fijo para su padre, el cual asintió con el rostro preocupado.
- Por supuesto. - Respondió meditabundo.
- Debimos decirle a Elish que no lo hiciera tan bien. - Comentó Rosalie también preocupada - Haber buscado alguna respuesta para que fallara y que el test diese una menor edad.
- Yo también lo había pensado - Respondió Carlisle frotándose el mentón - pero en unos días, Bella se percataría de que Elish es más inteligente de lo que el test decía. Ella tiene un curso complementario en psicología, no lo olvidéis. - Miró hacía toda la familia.
- Bueno, como quiera que sea, ahora ya sabe que nuestra niña es muy inteligente. - Sonrió maternal Esme.
- Sí, pero se supone que Elish tiene dos años. - Jasper mantenía el tono preocupado.
- No tardarás en recibir una visita. Está pensándolo ahora mismo. - Edward miraba hacía arriba con el ceño fruncido.
- Gracias por el aviso. Estaré preparado. - Padre e hijo se miraron, asintiendo mutuamente.
- A lo que deberíais estar preparados, sobre todo tu - Alice señaló a Edward - es cuando empiece a hacer cábalas de la edad de Elish. - Edward frunció el ceño. - Vosotros os casasteis el mismo verano que ella nació. La boda fue en Junio y Elish nació en Agosto. - Alice miró con los ojos abiertos e intensos para su hermano, el cual gesticuló en reconocimiento.
- ¡Por supuesto! Las fechas, lógicamente no encajan.
- Por lógica, supondrá que Amelia estaba embarazada cuando os casasteis, ya que desde la boda al nacimiento de Elish, hay dos meses de diferencia. - Recordó Rose.
- Pues cuando se de cuenta o se atreva a preguntar, hay que decirle que, efectivamente, Amelia ya estaba embarazada. Y hay que comentárselo a Charlie, para que confirme esta versión. - Carlisle memorizó eso, para comentarlo al día siguiente con Charlie y que estuviera preparado por si Bella le preguntaba.
·
·
Tras asearse un poco y aplicarse alguna cremita de las que las chicas Cullen le habían dejado en los armarios del baño, se fue a su dormitorio y se acostó en la majestuosa cama.
Observó todo a su alrededor y se sintió bien.
No le gustaba quedar de snob, pero su pecho se hinchó por la sensación de comodidad, de reconocimiento y del anhelo por todas esas comodidades. Aunque esta familia superaba con mucho, el nivel económico en el que ella había nacido.
Entonces entendió el porqué la Sra. Cullen, Esme, le dijo que encajaría perfectamente en la familia. Ella compartía gustos y aficiones relacionadas con alguien criado entre dinero.
·
Aunque se sentía cómoda y envuelta en un lujo lejos de su imaginación, las pesadillas volvieron.
El dormir allí, en otra cama, en otra casa, con gente desconocida y bastante extraña, la alteraron, lo justo para hacerlas regresar.
Y como siempre, la misma pesadilla:
" El sonido del agua al chocar. Agua oscura y profunda. Y lo que más le perturbaba… El llanto de un bebé. De "su" bebé."
- ¡Noooo! - Gritó desesperada, con la cara perlada por gotitas de sudor.
Se alzó, quedándose sentada en la cama, jadeando en busca de oxígeno.
···
Carlisle y Edward estaban juntos en la zona de despachos, en los sofás Rosalie y Alice miraban unos proyectos en la tablet, Esme leía en un butacón y Jasper y Emmet estaban enfrascados en una interminable partida a la play station.
Jasper fue el primero que miró hacía arriba, ya que captó unos sentimientos que estaban ahogándolo.
- ¡Jasper! - lo llamó malhumorado Emmet. - ¿Qué haces? Has perdido… - se quejó por no poder ganar limpiamente. Jasper seguía mirando hacía arriba con el ceño completamente fruncido.
- ¿Qué pasa Jaz? - le preguntó Alice observando la cara contraída de su esposo.
Edward levantó la cara de la pantalla del ordenador, mostrando atención; incluso Carlisle dejó su tarea para mirar a su hijo.
"¿Una pesadilla? No puede estar despierta y emanar semejantes sentimientos… ¡Es, imposible! Con lo tranquila que ha estado todo el día… Aparte de su tristeza de antes... ¡Dios mío… Es… impresionante!"
- ¿Jaz? - Preguntó Edward ya preocupado. Incluso él alzó la cara hacía arriba.
Entonces, el grito de Isabella los dejó a todos anonadados, y en sincronía, miraron hacía arriba, aterrados.
Esme se levantó de un salto, dejando caer su libro; Carlisle también se levantó arrastrando la silla; Jasper se llevó ambas manos a la cabeza.
- Esperar… - Pidió Edward levantándose también de forma apurada.
Salió del salón y subió el primer tramo de escaleras, para intentar "escuchar" a la chica.
·
"¡Ufff! Hacía tiempo de una tan fuerte… Aun me tiemblan las piernas. Creo que bajaré a tomar un poco de leche… Espero no despertar a nadie, pero necesito beber algo y tomarme una pastilla"
·
Edward abrió los ojos aterrado.
Bajar al salón, no le llevó ni un segundo entero.
- Bella va a bajar a la cocina. Dispersaros... ¡ya!
Todos desaparecieron como por arte de magia.
Para cuando Bella comenzó a bajar las escaleras, todo en el salón estaba apagado y silencioso.
Incluso para ser vampiros, fueron extremadamente rápidos.
Bella salió lo más silenciosa posible de su piso, de puntillas, pero al pasar al lado de la puerta de Edward, no pudo evitar pararse medio segundo y mirar la puerta cerrada de su dormitorio.
Bajó a hurtadillas a la cocina, intentando hacer el menor ruido posible. Lo que menos quería era encontrarse a alguien y tener que dar explicaciones de porque estaba a las tres de la madrugada tomando leche.
Una vez servido el líquido en un vaso, se fue con el mismo cuidado de la cocina, pero cuando iba a comenzar a subir las escaleras, se giró y se dirigió al salón.
Recordó la inmensa librería y el permiso explícito de Carlisle de tomar todos los libros que quisiera.
"Creo que será buena opción… Un libro me tranquilizará hasta que la pastilla haga efecto."
Edward que estaba escondido, cual vil acosador, estaba atento a cada movimiento y pensamiento de la chica.
"¿Pastillas… Qué pastillas necesitaría? Y… ¿la pesadilla? Por sus pensamientos, parecía pasarle con frecuencia… ¿Qué esconde Sta. Isabella…? ¿Qué te ha pasado, siendo tan joven?"
Pensó con gran sentimiento Edward; a parte de curiosidad, por supuesto.
Bella encendió las luces principales del salón y todo quedó iluminado a su vista.
Había cosas por el salón, que llamaron su atención:
Un libro en el suelo.
Una tablet encendida en el sofá.
Dos mandos de play station, tirados en el suelo y la video consola encendida.
Giró su cara, con el ceño fruncido, hacía la zona de los despachos. Las sillas estaban giradas, y dos ordenadores encendidos.
Era como si alguien hubiera estado en el salón y saliera en estampida.
"¿Estaban aquí... todos?"
Recogió el libro del suelo, el cual estaba frío, y eso la hizo dudar de su conjetura inicial. Pero su curiosidad la hizo ir un poco más lejos…
Tocó la lamparita que estaba al lado del sillón, donde estaba el libro tirado a sus pies, y… ¡sorpresa! estaba caliente.
- ¡Joder! - Murmuró.
Tocó la play, y como supuso, estaba caliente, pero los mandos, estaban fríos. Helados.
- ¡Ay madre...! - Sus pulsaciones comenzaron a subir como la espuma, haciendo al corazón retumbar contra sus costillas. - Aquí pasa algo raro…
"Cogeré el libro y me voy zumbando a mi habitación… No tenía que haber bajado. Ahora me quedaré dándole vueltas a esto… y no podré dormir… Espero que mi pastillita haga efecto rápido"
·
A Edward que estaba escuchándola, se le pusieron los pelos de punta. Isabella solo llevaba unas horas en su casa, y ya se había percatado de que algo raro pasaba.
Esta chica era extremadamente observadora y perceptiva. Dos cualidades que les harían la convivencia difícil.
Dos cualidades que añadir a la lista personal de Edward, para odiarla.
·
Con gran sigilo, Bella volvió a su piso, directa al baño, a su neceser. El más personal. El que no había desempaquetado, y guardaba en un cajón del mueble del baño. El mismo que guardaba dos cajas de pastillas, de vital importancia para ella.
Tomó una pastilla y se fue a la cama. Con un gran sorbo de leche, la tragó y abrió el libro que tomó del salón.
Al cabo de una hora, se durmió con las gafas puestas y el libro en su regazo.
·
Edward, el acosador, esperó pacientemente hasta sentir su acompasada respiración y entró en el piso de la chica; concretamente en su dormitorio.
Y el odio que sentía por ella se incrementó a niveles estratosféricos al sentir, otra vez, ese deseo… Esa fuerza de atracción por ella, incluso dormida.
La estampa que Bella le regaló, lo dejó helado, paralizado a los pies de la cama. Estaba tan adorable… tan, hermosa. Encantadora.
"Una encantadora de serpientes" Pensó mordaz el vampiro mientras la contemplaba.
Estiró la mano, tentado a tocarla, con la excusa de quitarle las gafas, pero por varios motivos, en el último momento, bajó la mano, quedándose a unos pocos centímetros de ella.
Lo que si hizo, con sumo cuidado de no tocar su piel, fue sacarle las gafas y ponerlas encima del libro que descansaba en su regazo.
Se quedó contemplando su rostro, arrugando su entrecejo, mostrando el rostro de un demonio. No podía dejarse cautivar por ella; otra humana en su vida, no. Nunca.
Entonces recordó algo: Las pastillas.
Se fue con gran sigilo al baño y tras rebuscar un poco, dio con el neceser.
Tomó los dos paquetes y los leyó:
- Prozac (medicamento para los ataques de pánico)
- Zolpidem (medicamento para los trastornos de insomnio)
"Pero… ¿y esto?"
·
Todos habían vuelto al salón y estaban comentando el suceso. Esme y Carlisle mostraban una clara preocupación por la chica; el resto, seguían aturdidos. Sobre todo Jasper.
- ¿Qué tal tus dotes de acechador, hermanito? - le preguntó guasona Rose. Edward rodó los ojos y suspiró.
- Te recuerdo, hermanita, que gracias a mis dotes de acechador, siempre nos mantenemos a salvo. - la miró alzándoles las cejas con petulancia.
- Ejem, ejem… - Alice se hizo notar, alzando la cabeza fingiendo sentirse ofendida. Edward le dedicó una inclinación de cabeza, disculpándose.
- Por supuesto, la ayuda de Alice es innegable. - La nombrada sonrió agradecida. - Ya se ha dormido y parece tranquila.
Todos asintieron, y volvieron a sus actividades, pero todos estaban desinflados. Algo tenía esa chica, que sin ser consciente, se los había ganado en cuestión de unas horas.
Edward volvió a su posición frente al ordenador, y buscó las pastillas que encontró en el neceser de la Sta. Isabella.
Cuando comenzó a leer, se quedó anonadado.
Esos medicamentos y en esas dosis, no se recetaban fácilmente. Algo grave debía ocurrirle a esa chica (o le había ocurrido) para que un médico le recetara algo así a una joven de 23 años.
- Carlisle - lo llamó, girando la pantalla. El patriarca también había vuelto a sus tareas frente a su propio ordenador. - Mira esto.
Carlisle leyó los dos medicamentos, frunciendo el ceño al instante. Miró hacía Edward con la preocupación reflejada en su perfecto rostro.
- ¿De dónde has sacado estos medicamentos? - Le preguntó con la voz seria. Edward no pudo evitar poner un gesto de disculpa, haciendo a Carlisle abrir los ojos con espanto. - ¿Son de Bella? - Preguntó asombrado. Edward asintió.
- Antes escuché sus pensamientos sobre tomarse una pastilla y… - apretó los labios - No pretendía ser chismoso, - se disculpó y Carlisle asintió - pero, tras su terrible pesadilla y varios pensamientos sobre esa pastilla no pude evitar fisgar… ¿Qué ocurre con esos medicamentos? - le preguntó frunciendo el ceño al observar que su padre seguía con gesto serio y preocupado.
- Esas pastillas, no las recetan a la ligera. Sobre todo el prozac. Eso lo da un psiquiatra y en tratamientos muy serios. Como bien explica ahí, son especialmente recetados para personas que sufren ataques de pánico importantes, o fobias muy extremas. - Edward abrió los ojos, gesticulando con terror.
- ¿Estás intentando decirme que esa chica, - giró los ojos hacía arriba - Sufre algún problema mental grave, y está al cargo de mi hija?
La conversación que hasta ese momento se había dado entre susurros, subió de nivel al alzar Edward la voz, alertando al resto de los presentes, que giraron sus cabezas alarmados por el tono de su hermano.
- ¿Qué sucede? ¿Carlisle? - Esme volvió a dejar su libro, esta vez apoyado en la mesita y miró para ambos, dejando sus ojos en su esposo. Carlisle suspiró y meneó la cabeza ante la exagerada reacción de su hijo.
- Edward… - lo llamó condescendiente. - No exageres y empieces a elucubrar cosas sin saber.
- ¿Qué pasa con Bella? - Emmet miró ceñudo hacía su hermano.
- ¿Edward? - Alice también clavó su mirada en Edward.
- No te pongas en plan "padre coraje" - le espetó Rosalie rodando los ojos con fastidio. - Sabes que no lo soporto - lo miró de forma fija. - ¿Qué pasa con Bella? ¿Qué pastillas son las que toma?
Rosalie había estudiado, hace mucho tiempo, psicología y psiquiatría. Estuvo a punto de trabajar de ello, pero al final declinó porque no soportaba escuchar tantas miserias, recordándole las causas de su propia muerte humana.
Edward nombró los medicamentos y leyó la descripción de los mismos. Rosalie frunció el ceño, asombrada.
- El Zolpidem no me suena, han pasado muchos años y los medicamentos cambian, pero el Prozac, tal como dices - se dirigió a su padre - No se da, ni mucho menos, a la ligera. - Frunció la boca, pensando. - Ha tenido que sufrir algún trauma muy severo, y no hace demasiado. - Miró hacía Edward - ¿Sabes cuál de las dos pastillas se tomó ahora?
- El zolpidem. Fue el bote que vi en sus pensamientos.
- ¿Y el otro… el Prozac? - Insistió.
- No. Ese hace tiempo que no debe tomarlo, porque su olor en el bote era muy leve. El frasco contenía casi la mitad de las pastillas.
- Entonces no lo toma como tratamiento, si no para momentos puntuales. Porque, por alguna causa, tiene ataques de pánico. Y el otro, complementa, ya que es un sedante - Rose alzó una ceja con arrogancia y una sonrisita de suficiencia. - Puedes estar tranquilo, tu hija - recalcó con malicia - Está a salvo con la Sta. Isabella. - Edward rodó los ojos molesto.
Mientras la conversación entre sus hijos se daba, Carlisle estuvo meditando sobre lo que Edward acababa de descubrir. Para él sería muy fácil investigar su historial médico, y de esa forma salir de cualquier duda. Pero el tema moral lo retenía de hacer la fechoría.
- Ella piensa mucho en su madre… - Comentó Edward recopilando los pocos pensamientos que había podido obtener de Isabella. - Y sus pensamientos están llenos de amargura y rencor. ¿Pudiera ser que tenga que tomar esas pastillas por eso?
Todos, como sincronizados, inclinaron los hombros.
- Yo no creo que sea por eso. - soltó Carlisle, ganándose las miradas del resto; a parte de una concreta de reproche por parte de Edward.
- ¿Qué sabes? - le espetó. Carlisle suspiró.
- Charlie me comentó que la madre de Bella, se fue hace cuatro años, cuando murió el Sr. Swan, llevándose todo el dinero que le fue posible. - Todo su público jadeó de espanto. - Tenían varias propiedades de las que la Sra. Swan era propietaria, ya que se compraron durante el matrimonio. Bella tenía una pequeña proporción por ser la heredera legítima. El Sr. Swan, suponiendo la forma de obrar de su esposa, dejó un fideicomiso a nombre de Bella para sus estudios y su mantenimiento. Recibió su parte de la venta de las propiedades, ya que la Sra. Swan las vendió en cuanto pudo, pero le dió lo mínimo que pudo y a parte consiguió hacer una "trampa" legar - apuntilló Carlisle con los dedos - y una parte de ese dinero quedó fijado por testamento que se le sería entregado cuando Bella tuviese descendencia. Tras la lectura del testamento, ella desapareció y ni siquiera cuando esa pequeña parte del dinero le fue entregado a Bella, se presentó.
- ¡No me jodas! - Soltó Emmet. Jasper frunció la boca asintiendo a la expresión de su hermano.
- Pero… ¿Cómo una madre haría eso? - Preguntó Esme acongojada y enfadada. - Porque eran una familia pudiente. - Carlisle asintió. - No necesitaba dejar a su hija sin blanca.
- Pero quería más. Vendiendo las propiedades y no repartiendo de forma justa… Ella se volvía rica - Soltó con frialdad Rosalie. - La típica avaricia de los humanos - Resopló.
- O sea que su madre se fue, sin mirar lo que dejaba atrás. Sin importarle su hija.
Cada uno se sumió en sus propios pensamientos pesarosos. Parecía que la vida no había sido del todo justa con Bella. Y por lo que parecía, ninguno creía que fuese merecedora de ese trato vejatorio por parte de su propia madre.
- Desde que Bella comenzó a ser una niña más mayor, con unos 6 años, su inteligencia comenzó a potenciarse y ser evidente que era superdotada - Tomó Carlisle otra vez la palabra. - Ese hecho, distanció a Bella y a su madre. La Sra. Swan quería educar a una señorita, a una dama. El Sr. Swan estaba haciéndose un hueco importante en los negocios y comenzaba a mantener relaciones con gente de dinero.
- Quería educarla para casarla con un millonetis. - A Rose le ardía la ponzoña en las venas. Carlisle asintió.
- Pero ni ella, ni su padre, compartían esa visión de futuro. El Sr. Swan estaba orgullosísimo de Bella, e invirtió mucho dinero en su educación, en pruebas psicológicas y test de inteligencia. El colegio al que la inscribió era de los mejorcitos del país, donde van los hijos de Jefes de Estado e incluso magnates de estatus más elevados.
Edward no pudo evitar gesticular gratamente sorprendido ante semejante información.
Al igual que el resto, claro.
- Pero cuando llegó la hora de ir a secundaria, se fue a otra institución. También muy notable, pero no del mismo nivel.
- ¿Y eso? Las amistades influyentes que podía haber echo, le habrían abierto cualquier puerta. - Comentó Jasper.
- Parece ser que Bella quería algo más… normal. Ella no quería pertenecer a ese mundo. Tenía claro que con su capacidad intelectual y con los posibles que tenía su familia, tendría un futuro seguro y eso le bastaba.
- Ya me estoy imaginando el desenlace de esto. - Comentó Alice arrugando la boca con desagrado. Carlisle le dedicó una mirada afirmativa.
- La madre protestó lo inimaginable por el costo del colegio. Parece ser que tuvieron que vender alguna propiedad y algunas acciones para costearlo, aunque consiguieron recuperarlo, ya que el Sr. Swan era bastante despierto para los negocios, pero durante un tiempo, las arcas familiares se vieron "tocadas". - Relataba Carlisle - Cuando su madre volvió a tener su calidad de vida, e ir integrándose en la nueva vida que Bella hacía en el colegio, comenzó a ver las posibilidades.
- Su hija se casaría con algún hijo de..., y su estatus social ascendería como la espuma. - El acertado comentario de Edward se ganó un asentimiento de Carlisle. - Pero el problema volvió cuando ella quiso llevar una vida más tranquila saliéndose de esos círculos. - Y Carlisle volvió a asentir, con un gesto de pesadumbre.
- ¡Exacto! Ellas nunca se llevaron bien. El tío de Charlie, se desvivía por su hija y estaba muy orgulloso de ella, pero su madre quería otro tipo de vida.. Una donde ella misma se viera beneficiada. Eso las distanció mucho; a parte de que entre padre e hija tenían carisma, conexión, y con la madre no. Para ella, Bella, fue una constante decepción.
Todos fruncieron el ceño molestos y disgustados.
- Pero… - Tomó la palabra Rosalie tras unos minutos de silencio - No creo que eso tenga nada que ver con la medicación que toma. Incluso tampoco le veo relación con las pesadillas.
Las miradas se dirigieron hacía Edward.
- Ya os he dicho que no escucho sus pensamientos completos y respecto a lo poco que he podido captar sobre su madre, su tono es de rabia. Puede que haya un punto de dolor, o más bien de decepción hacía ella. Pero estoy con Rosalie. No creo que el motivo sea su madre.
·
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Las horas pasaron tranquilas, y cuando sintieron a Bella levantarse, todos ocuparon sus lugares para "fingir" que hacía poco que se habían levantado y que acababan de desayunar.
Edward, como cada mañana fue a darle los buenos días a su hija y levantarla con alguna carantoña.
Esme le tenía el desayuno preparado y junto a su padre, Elish desayunó.
Pero ese no era como cualquier sábado; ese día, tenía a su tutora… a Bella, y la niña estaba deseando que el tiempo pasara rápido para que despertara y comenzaran a hacer cosas juntas.
- Papá… ¿Crees que Bella tardará mucho en despertarse? - Preguntó la niña con los ojos llenitos de ilusión.
- Pues no lo sé… No se lo tan dormilona que pueda ser. Aunque el fin de semana trabaje aquí, contigo, tampoco se le ha impuesto una hora para levantarse. - Contestó Edward muy sincero.
- Ella trabaja en la reserva y se levanta muy temprano… No sería justo hacerla madrugar también el fin de semana. - Añadió Esme. - Además, son solo las 8… Ten un poco de paciencia cariño.
·
Una vez acabado de desayunar Elish, los tres tomaron sitio en el salón, para darle los "buenos días" a la Sta. Isabella cuando se levantara.
Bella se despertó un tanto intranquila. Por muy cómoda que se sintiera en esa habitación de lujo, el dormir fuera de un entorno seguro y confiable, la hacía no descansar lo bien que debiera; un ejemplo claro fue el verse obligada a "usar" la técnica de las pastillas.
Solo tuvo que hacerlo dos noches cuando se mudó a casa de Charlie, pero en cuento se encontró estable, no las había vuelto a necesitar, hasta esa noche.
Se fue a su preciosísimo baño y tras lavarse los dientes y la cara, tomarse su refuerzo de vitaminas y hierro y comprobar que su compresa seguía limpia tras una semana sin manchar, se atavió con una fina bata de lino blanco y se dispuso a bajar a la cocina.
Por inercia fue hacía la puerta principal de su apartamento, eran poco más de las nueve de la mañana, pero no sabía las rutinas ni horarios de la familia, así que optó por ir por su puerta privada; la que conectaba con el hall de entrada y la cocina.
·
Bajó despacio, intentando no hacer ruido, ya que el silencio parecía predominar la casa.
"¿Será que se despiertan tarde los fines de semana? ¡Qué fallo Isabella…! ¿Cómo no preguntaste las rutinas de la niña? ¡Menuda tutora de mierda!"
Edward, al captar semejante pensamiento, no pudo evitar que una sonrisa espontánea, y bastante traviesa, adornase su rostro.
Rosalie, que era la que estaba más cerca de él, lo miró con las cejas alzadas y cara divertida a la par que interrogativa.
- La Srta. Isabella está intentando ser silenciosa, por si estamos aun en la cama. - Comentó Edward. - Pero se está maldiciendo por no haber preguntado las rutinas de Elish. - Padre e hija compartieron una mirada cálida entre ellos.
A Elish se le iluminaron los ojos, y comenzó a removerse en el sofá que compartía con su tía Alice, la cual la miraba divertida.
- Elish - la llamó su abuela. - Creo que deberías dejar a Bella unos instantes antes de ir a acosarla. - Esme miró hacía su nieta de forma seria, aunque cariñosa. La niña puso unos lindos pucheros, pero asintió.
- A los humanos no suele gustarles que los aborden recién levantados. - Comentó Rosalie, a lo que el resto de forma simultanea, asintió.
- Vale… Dejaré que se tome un café y que… - miró hacía su tío Emmet de lado, con cara pilla.
- Que le llegue el riego al cerebro. - Concluyó la frase él; ambos se miraron de forma traviesa.
- Pero lo que si podemos es hacer ruido para que ella se percate de que estamos todos levantados. - Sugirió Jasper. - Podría sentirse incómoda si nos encuentra aquí sin darse cuenta y en completo silencio.
- Si, eso no sería del todo normal - Rosalie movió los ojos, afirmando su comentario.
Todos comenzaron a hablar en un tono un poquito más alto, haciendo el efecto conseguido, ya que un pensamiento de Bella, entró en la mente de Edward.
"¡Oh! Ya están levantados… ¿No estaré quedando de perezosa? ¿Haré acto de presencia en el salón antes de desayunar? No se… Sí, creo que será lo mejor. Pero con lo tarde que me volví a dormir ayer… es un milagro que despertara tan pronto…"
- La Srta. Isabella va a venir al salón. - Anunció Edward.
- Elish… - la advirtió Carlisle. - Deja a Bella marchar a desayunar tranquila, ¿de acuerdo? Ella tendrá mejor talante si le das un momento. - la miró con cierta seriedad. La niña asintió tras lanzar un sentido suspiro, mientras su padre meneaba la cabeza sonriendo.
Antes de entrar en el salón, donde por la voces que provenían de allí, estaban todos, Bella se dio un último vistazo en el gran espejo del hall que organizaba la distribución entre la cocina y el salón.
Estaba presentable y con eso le bastó, ya que era temprano y todos estarían ataviados en pijama, ya que no podrían haberse levantado mucho más temprano. El pijama que se había puesto esa noche, era muy parecido a la ropa de estar por casa que se pusiera la pasada tarde; una camiseta con escote en pico (casi inexistente), en azul y pantalón largo en azul con florecitas blancas. De seda.
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- Buenos días - Saludó entrando y mostrando una bonita sonrisa.
Tuvo que disimular el micro infarto que sufrió al observa la estampa de toda la familia allí sentada:
Todos estaban vestidos. "Bien" vestidos y arreglados.
Pero no solo sus ropas impresionaban; ellos hacían lucir esas prendas de diseño, porque tenían carisma y luz propia. Impresionaban de verlos.
"Pero… ¿A qué hora se levantan en esta casa? Están todos… ¡guau! Y yo, en pijama y con estas pintas… Al final el Sr. Ogro me despedirá antes de que acabe de colocar mis cosas"
Mientras pensaba eso, no pudo evitar morderse el labio.
- Buenos días querida - Devolvió Esme mirándola con una encantadora sonrisa.
- Buenos días Bella. Espero que tu primera noche en casa haya sido de tu total agrado. - comentó Carlisle.
Todos fueron conscientes de que algo había alterado a Bella, ya que su cara ligeramente desencajada y el morderse el labio, no albergaba nada bueno.
El resto le devolvió el saludó, incluso Edward, cumpliendo su palabra de ser un "poquito" más agradable con la chica.
Ella estaba preciosa, aun recién levantada. Sin nada de maquillaje, estaba igualmente hermosa; incluso más. Y ese pijama de seda azul… Estaba… No solo atractiva, si no deseable. Deseable a un nivel casi imposible de controlar.
Edward respiró pesadamente, maldiciéndose por semejantes pensamientos y lleno de ira hacía si mismo por sentir deseo por ella.
- Si, si… Todo perfecto, Carlisle… - Los latidos de Bella cambiaron, y su forma de terminar la frase, dejaba claro que la frase no concluía así.
- ¿Por qué me da la sensación de que no estás siendo demasiado sincera? - la miró de lado, pícaro. Bella se mordió el labio, con duda. - Puedes decir y exponer cualquier cosa, duda o queja, cielo. - La mirada de Carlisle se dulcificó.
- No es que pase nada… - Bella comenzó a ruborizarse de forma adorable. - Ayer, me desvelé por la noche y… - Carlisle asintió, instándola a hablar. Edward la miraba fijamente, asustado de que fuese a decir ante todos, lo rara que le pareció su visita al salón - Y tome uno de tus libros… Como me dijiste que podía... - Bella comenzó a atropellarse y su rubor dio paso a un rojo intenso. Edward se relajó, tranquilo de que lo que alteraba a la chica fuese el tomar un libro prestado.
Carlisle se levantó del sillón, alzando la mano, deteniendo el atropello verbal de la chica.
- Bella, tranquila… - Rió - Puedes coger todos los libros que quieras. Y el de Romeo y Julieta va incluido en el ofrecimiento. - A la chica se le iluminaron los ojos de golpe y le dedicó a Carlisle un gesto afectivo que cortaba la respiración.
Él acortó los dos pasos que los separaban y le dio una caricia en el hombro.
Edward al ver como su padre podía tomarse esa licencia de tocarla, sintió como si algo explotara dentro de su pecho.
- Eres encantadora. - le sonrió con gesto paternal.
- Muchas gracias. - Murmuró visiblemente afectada por la muestra cariñosa del patriarca. - Si me disculpáis voy a desayunar. - Al girarse hizo contacto visual con Elish y se acercó a ella.
Para llegar a ella, tenía que pasar al lado de Edward; justo entonces, contuvo la respiración, soltando el aire una vez al lado de Elish y Alice, que compartían sofá.
Gesto que no pasó desapercibido para Edward.
- Cuando acabe de desayunar y ducharme, haremos algo divertido, ¿le parece, señorita? - le tocó la nariz en un gesto divertido y cariñoso.
- Claro… desayuna tranquila. Me iré a vestir yo también. - Ambas asintieron con entusiasmo.
Al alzarse, se volteó para quedar frente a Edward, aunque marcando una distancia entre ambos. Su olor… tanto el de su sangre como su propia fragancia, golpeó a Edward como una maza.
- Buenos días, Sr. Cullen - le dijo en un tono repleto de respeto, pero frío que cortaba y carente de sentimientos.
- Buenos días, Srta. Isabella. - Respondió él del mismo modo. Su semblante casi rozaba el odio.
- Si le parece - tomó aire intentando ser discreta - Podemos hablar luego en privado - lanzó una rapidísima e intencionada mirada hacía la niña.
- Por supuesto. - Ambos asintieron, de forma muy cortés, pero manteniendo la frialdad.
"Puedes mirarme con todo el asco que quieras, porque el sentimiento es totalmente recíproco, Don Arrogante… Casi prefiero que me mires así, que como ayer. Pero… se que te ha gustado mi pijama"
Edward tuvo que controlar el rictus de su cara al escuchar la última parte de los pensamientos de Bella.
"Te gusta como se me marcan los pezones en la tela de seda, ¿verdad? Pues te vas a quedar con las ganas, amigo"
Edward puro jurar que había sufrido un infarto al escuchar eso. Lo estaba pensando como si se lo dijese a la cara directamente.
Bella salió del salón con la cabeza erguida, en una pose soberbia. Arrogante. No iba a consentir que él creyera que era más que ella, sobre todo tras el "encuentro" del día anterior en el salón, cuando casi se le caen las bragas al lanzarse semejante mirada.
Edward apretó los dientes completamente furioso.
·
- Es igual de soberbia que tu - Soltó Rose mirando hacía Edward; el resto de los presentes miraron hacía él asintiendo y con sonrisitas pícaras. - Si llega a alzar más la cabeza, creo que se le hubiese despegado del cuerpo… ¡jajajaja! Cada vez me gusta más esta chica.
- Bueno… ¿no tenías miedo a que se colgara de ti? - preguntó con cierta sorna Emmet - Pues creo que puedes estar tranquilo, porque su actitud y sus gestos al mirarte, no pudieron ser más cortantes.
Edward rodó los ojos y frunció la boca.
Lo que habían dicho sus hermanos era cierto, el cambio en la actitud de Bella al referirse a él, eran helados más al sumarle sus pensamientos. Pero, la mirada que habían compartido el día anterior aun seguía produciéndole un cosquilleo por todo el cuerpo.
Jasper se mantuvo callado y con un gesto sereno observando como Rose y Emmet se metían con Edward, pero sentían lo que decían y el resto de la sala también.
La actuación de la Sta. Isabella había sido de Oscar, si no hubiese un vampiro empático en la sala, captando cada uno de sus cambios sensoriales; y ella no era tan indiferente a su hermano como había "intentado" mostrar.
Cierto era que sus sentimientos hacía él, no eran para nada cariñosos, pero en el fondo de esa frialdad, había una fortísima atracción.
- Papá… - Elish miró hacía su padre seria y Edward relajó su pose. - Dijiste que serías agradable con Bella. - Lo acusó. - Podías haberle sonreído… No con tu sonrisa deslumbra humanos, - rodó los ojos - pero si con un gesto más afable. No me dirás que no eras consciente de cómo la estabas mirando, ¿no? Parecía que fueses a saltarle al cuello - Elish estaba enfadada y dolida.
- Elish… - la llamó con cierta condescendencia.
- ¡No! - lo cortó dejando a Edward pasmado. - La aterrorizas, he palpado su miedo al mirarte, y esa chica me gusta. Además, es familia real - puntualizó - del abuelo Charlie y se, porque lo he oído, que tiene problemas… Está sola y sin dinero - Todos se quedaron asombrados de que la niña supiera eso - No oigo como vosotros, aun - recalcó - pero tengo un oído bastante fino - alzó una ceja - Nosotros podemos ayudarla y que se sienta bien aquí, pero tu… con esa actitud… - Elish apretó los ojos y la boca, serenándose, ya que no quería faltarle al respeto a su padre. - Olvida ya lo que pasó con mi madre - Edward abrió los ojos al borde del infarto. - Bella no tiene nada que ver con ella, no la culpes por algo que no sabe y ni siquiera comprende.
Dicho lo cual se levantó del sofá atropelladamente y salió en dirección a su cuarto.
Quería estar duchada y vestida para cuando Bella acabara. También quería darle un repaso a su dormitorio y que estuviera recogido por si Bella quería jugar allí.
·
En la sala se hizo un silencio sepulcral. Todos miraban a Edward a hurtadillas, pero no se atrevían a abrir la boca.
Edward mostraba un gesto desconcertado más que enfadado, e intentaba aislar los pensamientos de la familia; pero hubo uno, que destacó. Una voz, que no casi nunca censuraba: Carlisle.
"Puede que gracias a esta chica, Edward al fin salga de su burbuja de culpabilidad. Puede que haya sido mucho mejor de lo esperado contratarla… La muerte de Amelia fue una desgracia, y realmente no debería haber sucedido así, pero… ¿Hubiese sido mejor que se pasara la vida internada? ¿Sería mejor para Elish tener a su madre viva, pero sin poder ejercer la maternidad?... Aunque el pensamiento es grotesco, ha sido mejor para Edward y Elish… y para todos, que todo transcurriese tal como pasó"
Edward y Carlisle cruzaron la mirada. El patriarca mantuvo sus ojos en alto, sosteniendo la visión con su hijo, hasta que este soltó un suspiro mudo y el rostro de Carlisle le dedicó una incondicional comprensión.
- Venga… ¡Soltarlo! Prefiero que lo digáis ahora, que estar escuchándoos pensarlo durante horas - Bufó Edward con el rostro tenso.
- No te pongas así, hijo - Lo intentó suavizar Esme, mientras él soltaba un exagerado suspiro.
- Edward… - Alice optó por usar un tono suave, pero firme. - Todos sabemos que tener aquí a una humana te es difícil, y más siendo familia, aunque sea política, - puntualizó - con Amelia. Pero tu hija tiene razón. No tienes porque aterrorizarla de esa forma. - Le lanzó una mirada directa a Jasper, instándolo a dar su opinión.
- El don de Elish está creciendo y afianzándose. - Destacó - Porque efectivamente, cuando Bella se giró para hablarte, sus sentimientos cambiaron a unos llenos de temor.
El empático prefirió omitir los "otros" sentimientos" que emanaban de la chica hacía su hermano.
- ¡Vale! Es cierto que no estoy siendo demasiado… cordial - Alice alzó una ceja con exagerado escepticismo, mientras Edward rodaba los ojos. - Pero… es superior a mis fuerzas. - Se lamentó - ¿No lo entendéis? - Los miró a todos con los ojos desencajados - Ella… - Apretó la mandíbula - Bella - soltó como si su nombre le quemara en la boca - Me hace remover sentimientos que creía tener controlados.
- Creías. Esa es la palabra. - Intervino Carlisle - Nadie te decía nada para no alterarte, pero ahora, la presencia de Bella, te remueve las entrañas.
Edward cerró la boca tan fuerte, que de no ser vampiro se hubiese roto todos los dientes.
Se levantó airado, mirando hacía toda su familia.
- Seré más agradable con ella… A ver si así me dejáis en paz. - Gruñó malhumorado.
- Edward, no es por nosotros. - Intervino Esme, un tanto molesta. - Es por Elish. Ella jamás te menciona a Amelia… ni a ti, ni a nadie. Ninguno sabemos qué piensa o siente al respecto, y esa chica, llevando aquí ni 24 horas, a conseguido no solo hacerla sonreír más de lo que recuerdo, si no, mencionar a su madre. - Edward se quedó clavado donde estaba, sintiendo una mezcla entre frustrado y abochornado. - Y… también es por ti. Han pasado más de dos años… - la voz de la matriarca se evaporó en el aire.
Edward se volteó dispuesto a abandonar el salón, y justo antes de atravesar la puerta, encaró a la familia.
- Por cierto… lo que preocupó antes a Isabella, fue el hecho de vernos a todos bien vestidos, no en pijama, como ella había supuesto encontrarnos. - Les soltó, casi como si escupiera. - Deberíamos ser un poco más cuidadosos, o acabará preguntándole a Charlie qué es lo que pasa con nosotros.
Dicho eso, salió de malas formas del salón, dejando a su público trastocado.
·
- ¡Menudo fallo el de la ropa! ¿Cómo no me di cuenta de eso? - Se maldijo Alice, dándose un golpecito en la frente con la palma de la mano. Rose y Esme asintieron con caras preocupadas.
- No lo será. - Sentenció Emmet, ganándose las miradas sorprendidas del resto. - Más agradable - Aclaró. - Lo sabéis tan bien como yo. - Miró a la puerta por donde había salido su hermano, apesadumbrado - Mientras no se quite la culpabilidad y la rabia que lleva dentro, no será capaz de vivir en paz.
- Esa chica lo altera más de lo que él quiere reconocer - Soltó Rosalie con lengua viperina y una sonrisa pícara.
- O reconocerse a sí mismo - Murmuró Esme lanzándole una mirada cómplice a su hija.
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Ya sabemos algo más sobre la vida de Bella... Sobre todo porqué se quedó sin dinero.
Más adelante la propia Bella contará más sobre su época de estudiante.
Edward cada vez si siente más atraído hacía ella... Es la horma de su zapato (jejeje)
Pero sus reacciones asustan a nuestra "Señorita Arrogante".
