¡HOLA MIS BELLAS!
SIIIII... Aquí estoy. No se cómo, pero he conseguido sacar tiempo y mi musa, está inspiradísima.
Estos capis, me están encantando y a ella (Mi Musa) también.
Os dejo con el primer día tras enterarse Bella del secreto.
CAPÍTULO 26
- Vete. - Lo fulminó con su mirada.
- Para lo que necesites, estamos abajo. - Jasper se giró delicadamente y salió.
Nada más que sintió la puerta cerrarse, se desmoronó. Se dejó caer al suelo de rodillas, llorando desconsolada. Con sus manos en la cara, se inclinó hacía delante, hundida.
Abajo, los 8 miembros, bajaron sus cabezas simultaneamente, abatidos.
- Tengo que subir - Elish se levantó del sofá agitada, sobresaltando al resto. - A mi me escuchara.
- No es buena idea - Jasper entró en el salón; su rostro mostraba cansancio; pero eso era imposible, simplemente era el reflejo de su tristeza. - Ella no escuchara a nadie. - Hizo hincapié en esa palabra, mirando directo hacía Edward, el cual asintió, entendiendo el mensaje indirecto.
Elish miró entre su tío y su padre.
- A mi sí. - Contestó terca.
- Elish, si subes ahora, te hará daño. Y, se hará daño a si misma. - Elish frunció el ceño, sin entender. - Hay muchas formas de herir a alguien sin usar la fuerza física. Ahora Bella está tremendamente enfadada y dolida y, soltará por la boca todo lo que tenga para eso, para hacer daño.
- Crees… ¿Crees que haría algo así contra mí? - preguntó en un susurro a su tío.
- Sin lugar a dudas. Es una mujer fuerte, con mucho caracter y sumamente inteligente. Usará el poder de la palabra para herir, como un ataque. Necesita resarcirse del dolor que nosotros le hemos provocado. - Explicó.
Edward mostró un rostro llenó de dolor. Era la viva imagen de alguien que está llorando desconsoladamente.
Elish se lo quedó mirando y no pudo evitar estremecerse.
- Papá… - Lo abrazó con amor, dándole apoyo. Él rodeó el aun frágil cuerpo de su hija, buscando ese apoyo y dándoselo a ella. - Estás escuchándola, ¿verdad? - Edward soltó un gemido que hizo estremecerse a toda la audiencia.
- ¿La escuchas? - Preguntó Emmet sorprendido.
- Está pensando muy alto. Sus pensamientos son un barullo de gritos. - Respondió. - Pero por favor, no me pidas que les ponga palabras… Son, terribles. - Todos suspiraron, haciendo diversos gestos de dolor. - Jasper tiene razón, está tan dolida, tan enfadada y herida que ahora mismo sería cruel… Aunque nos lo merezcamos.
Tras unos momentos de silencio, Jasper volvió a tomar la palabra.
- Ahora mismo, tu padre y tu, sois los que menos debeis pasaros por allí. No desaparecer, porque ella usaría eso en vuestra contra por no darle cara, pero creo que debeis darle un margen de tiempo. - Usó un tono suave pero seguro, para hacer entrar en razones a su sobrina. Sabía que ahora Edward no estaba en condiciones de lidiar con su desesperada hija.
- Tendrá hambre… Debería subirle algo de comer. - Comentó Esme. Todos asintieron.
- Si, creo que es buena idea. Debe comer algo, porque los nervios la tendrán poseída. - Carlisle asintió a las palabras de Alice. - Subele tu la comida, Esme. Contigo no se descargará.
·
Unos minutos después, Esme aparecía en el salón con la bandeja de comida para Bella.
- Me siento… nerviosa. - Suspiró y sonrió, pero era un gesto triste. - ¿Os parece que esto le gustará?
La bandeja estaba llena de chucherias de las que más le gustaban a Bella.
- No te preocupes… déjale la bandeja. Que ella decida qué hacer con la comida. - La tranquilizó Rose.
- No entres. - Le habló Edward. - Deja la comida en la mesa del hall. - Esme asintió. - Será mejor así, creeme.
- Claro. Lo que digas, hijo.
·
Esme picó a la puerta del apartamento de Bella. No hubo ninguna respuesta, pero pudo sentir el corazón de la chica bombear agitado.
- Bella, soy Esme. Te traigo comida. - Silencio - Tendrás hambre, querida. - Más silencio. - Te la dejo aquí, en la mesa del hall. Recógela cuando veas. Nadie te molestara. Pero debes comer algo. - Esme suspiró con pesar. - Estamos todos abajo, para lo que necesites.
Bella se sintió morir al escuchar la voz dulce y maternal de Esme. Aunque podría haberle soltado una sarta de improperios, no pudo. A ella no.
Por muy vampira que fuese, no podía ser ruin con Esme.
"Esme… ¿una vampira? ¡Imposible! Pensar que esa dulce mujer, pueda dejar seco a un humano en cuestión de unos segundos, segando su vida sin miramientos… ¿Cómo es que a mi nunca me hicieron nada? ¿Cómo he sido tan estúpida de no ver nada? Malditos… Malditos…"
Esme bajo al salón con la cara contrariada y miró directa a Edward, el cual negaba.
- Por favor… sabes que nunca te pido algo así, pero esto es una excepción. - Todos en la sala sabían qué estaba pidiendo la matriarca. Edward suspiró vencido.
- Ella pensaba que no podía ser ruin contigo, por muy vampira que fueses. Y eso la llevó a desatar otra sarta de pensamientos… - Suspiró con pesar. - No es capaz a imaginarte matando a un humano. - Esme se llevó las manos a la boca a la vez que soltaba un gemido.
- Ella cree que somos como el nómada. Lógicamente, ella pensaría eso. - Añadió Rose.
- A ella le gusta muchísimo el cine… acordaros de la película de terror, y la conversación que tuvimos. Las películas de vampiros son de sus favoritas - Comentó Elish. - Y en ninguna salen vampiros vegetarianos. - Señaló, gesticulando con fastidio. - Entonces… ¿Qué piensa que soy yo?
- Ella ha pensado en ti… mucho. - Contestó Edward, evitándole a su hija el apuro de preguntarle. - No entiende que crezcas… pero asimila tus crecimientos a algo vampírico, aunque no le encuentra sentido.
- ¡Tengo que hablar con ella! - Volvió a la carga, gimiendo y descontrolándose otra vez.
- Elish, cielo… - tomó la palabra Jake. - Debes darle tiempo de asimilación. Ahora mismo solo la agobiarías más…
- ¡Oh, Dios! - Gimió de pronto Edward… cortando a Jake y ganándose la mirada de toda la audiencia.
La puerta del apartamento de Bella se abrió y con pasos fuertes tomó la bandeja de comida, caminó unos pasos más y con una fuerza increible, la aventó contra la puerta del dormitorio de Edward.
- ¡Cómete tu esto! - Gruñó con repugnancia.
Con las mismas, volvió a su apartamento y cerró la puerta con un sonoro portazo.
·
Edward se llevó ambas manos a la cabeza, desolado.
- Ahí va la comida - Murmuró Rose frunciendo la boca. - Era de esperar, sabiendo el genio que tiene. - A los dos segundos, la vampira sonrió con un gesto travieso.
Edward la miró con el rostro contrariado.
- ¿Estás segura de eso? - Rose asintió, animada.
A los quince minutos, ella aparecía en la puerta del salón con otra bandeja de comida.
- Emmet, acompáñame. - El nombrado estaba a su lado en menos de un latido.
Subieron a la planta de Bella y picaron a su puerta.
Silencio.
- Bueno, sabemos que sigues viva, ya que lanzaste la bandeja. Te traigo otra… A lo mejor la anterior no era de tu agrado. - Le habló Rose con voz calma, pero la ironía, habitual en Rosalie, estaba ahí.
Bella, al lado de la puerta, no daba crédito.
¿No había sido suficientemente clara con el lanzamiento de la otra bandeja?
- Te la dejo aquí, para cuando gustes. - Rose le hizo un gesto a Emmet de que guardara silencio.
Ambos se apartaron unos pasos y esperaron.
Bella no los hizo esperar demasiado hasta que salió, con intención de hacer otro lanzamiento.
Abrió la puerta con genio y para su sorpresa, se encontró con Rose y Emmet a dos pasos de ella.
Soltó un gemido, que intentó sofocar llevando sus manos a la boca.
Pestañeó y gesticuló en una mezcla entre sorprendida y asustada.
- Hola. - la saludó Rose. - ¿Estás bien? - Bella parpadeó seguido, confusa y alucinada con la pregunta.
- ¿Cómo está tu rodilla? - La dulce voz de su osote la hizo cerrar los ojos con fuerza durante dos segundos. El dolor de la decepción, hizo a su corazón enloquecer.
- No quiero más comida. - Soltó con la voz ronca y seca. - Porque tendrá la misma suerte que la anterior.
- No puedes dejarte morir de hambre, Bella. Llevas sin comer muchas horas. - Le dijo Emmet, la preocupación reflejada en su voz y en su mirada. - Casi no tienes voz, debes hidratarte.
- ¿Por qué no bajas al salón? - Le preguntó Rose de forma despreocupada, Bella gesticuló pasmada. - Tienes que tener cientos de preguntas… y muchas tienen una respuesta mucho más sencilla de la que crees.
- No quiero saber nada. - Resopló con desdén - Dejar de picar, dejar de subir… ¡Dejadme en paz! - Soltó como veneno. Rose inclinó los hombros, no dándole importancia a la salida de tono. Emmet bajó la mirada con pesar.
- Lo siento Bella… todos lo sentimos… - Se disculpó Emmet con ojos de cachorrito que hizo a Bella gemir.
- Tarde… - gimió, con la garganta tomada. Estaba al borde de las lágrimas. - Pasamos horas y horas juntos… Tocándonos… tu, - escupió como veneno - me tocabas, con tus heladas manos. - Su pecho subió y bajó agitado. - No puedo… no puedo ni mirarte.
Se giró para irse, pero retrocedió y con la mirada enlagrimada, pero ahora cargada de maldad, tomó la bandeja de las manos de Rose.
- Permíteme…
La sujetó con fuerza, dio unos pasos y volvió a lanzarla contra la puerta de Edward, desparramando comida y cristales por todo el hall.
Rose comenzó a aplaudirla con una sonrisa socarrona.
- Estás haciendo méritos para que, él suba. - Recalcó con malicia - Y no creas que si llega hasta aquí, simplemente va a recoger este estropicio… Está haciendo un esfuerzo titánico para no subir. - La miró con una ceja alzada y a Bella se le saltó un latido - Si lo hace, entrará ahí y tendrás que enfrentarlo de cara. - Le informó con la habitual confianza que la caracterizaba. Bella dejó de respirar. - Entonces… ¿a ver si eres tan valiente? - La miró soberbia.
- ¡Dejadme en paz de una puta vez! - Gritó, y está vez entró en su "zona" cerrando con otro portazo y poniendo el pestillo de seguridad.
- Bella… si quisieramos entrar, ese pestillo no nos pararía. Pero si tu te sientes más segura con él… - Emmet miraba a su mujer con la duda en los ojos.
·
Una vez en el salón, todos la miraron con gestos de duda.
- ¿Crees que eso ha estado bien? - Le preguntó Emmet. Rose sonrió prepotente, pero divertida.
- Por supuesto. Debemos llevarla un poco al límite. No es ninguna damisela en apuros. - Meneó la cabeza. - Ahora se siente herida y traicionada, como es normal. Pero, ¿viste como me hizo cara, tomando la bandeja de mis manos y lanzándola a la puerta de Edward? - Solo le faltó lanzarse a reír.
Edward, después de más de 18 horas de tensión, no pudo evitar alzar la comisura de sus labios en una sonrisa; débil y tristona, pero una sonrisa.
- Hermano - Rose se dirigía así a Edward en contadísimas ocasiones - ¿Escuchaste el latido de su corazón cuando te mencioné? - El nombrado asintió compungido. - No te deprimas… - Rose se acercó a él y le acarició la cara con mimo - No lo piensas desde la perspectiva correcta. - Lo miró fijamente - Ella enloquece con la sola mención de tu nombre.
- Y cuando le dijiste que él se estaba conteniendo por no subir, y que tendría que hacerle frente… Su cara no tenía precio. - Emmet recordó perfectamente el momento para regalarselo a Edward. - ¿Ves? - Edward asintió.
- Ha sido un movimiento arriesgado, pero ella tiene genio. - Volvió a resaltar Rose - Tiene un caracter fuerte y podrá con esto. Viendo como reaccionó ahora, tengo esperanzas de que sobrelleve lo que vio en el bosque.
- Tiene dudas, razonables, y una idea sobre nosotros distorsionada - tomó la palabra Carlisle. - Si dejase que hablara con ella… - Murmuró con voz apagada.
- Está afónica. - Soltó de pronto Elish. Su rostro reflejaba aun más tristeza que el de su padre. - De llorar y gritar. Debe dolerle la garganta. - Sus ojos se aguaron, otra vez. - Y ahora… - su mirada se dirigió hacía arriba - Está llorando, otra vez… - suspiró.
- ¡Oh, Elish! - Jake la abrazo desolado de observar a su imprimada en ese estado.
·
Jasper subió hasta el hall de Bella, y acercándose a la puerta, comenzó a lanzar su don.
Tras unos minutos, la chica se quedó profundamente dormida en el sofá.
El empático miró hacía su mujer, y asintió. Alice entró despacio y la cubrió con una manta.
Su respiración y su pulso estaban tranquilos, pero el gesto de su rostro… Eso era otro tema. Alice gimió al verla:
Tenía los capilares de las mejillas rotos, marcando una tela de araña roja por su rostro. Sus ojeras eran violetas y profundas. Sus labios estaban agrietados y blancos. Los poros de su cara dilatados…Estaba demacrada.
Llevaba veinte horas sin probar bocado, solo llorando, gritando y machacando su cerebro con hipótesis, teorías e ideas. Y lo peor, recuerdos.
Desde que había despertado, su cerebro no había dejado de forzarse por rememorar momentos y situaciones, llevándola al borde la extenuación.
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Bella durmió durante tres horas seguidas, tiempo en que la familia se repartió para ir a cazar y para concretar qué hacer con el cuerpo de Michael.
Se decidió fingir un accidente automovilístico, de esa manera, su familia recibiría el cadáver y podrían enterrarlo y llorarlo.
Aunque fuese insensible, el que ese chico muriese había supuesto un descanso para Bella. Era un ser ruin y trastornado que acabaría haciéndole daño física y psicologicamente.
Lo que si había sido atroz, es que Bella presenciara como el nómada se alimentara de él delante de su cara. Eso sería un recuerdo que ella tardaría en olvidar.
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Durante las más de 24 horas que Bella llevaba atrincherada, Elish, ayudada por Jasper, había conseguido dormir unas horas.
Cuando se despertó tras seis horas de sueño, había vuelto a cambiar. El stress de lo sucedido, había forzado otro desarrollo.
Fue un cambio suave, pero fijándose un poco se veía:
Había crecido unos centímetros, ahora estaba en 1,51 m. Su pelo estaba más largo y su color era igual al de Edward con la diferencia de unas sutiles mechas rubias, por parte de su madre, que era casi rubia.
Sus ojos, seguían verdes, pero tenían unos finos matices de color dorado.
Los rasgos faciales se habían modificado; ahora tenía la cara más afinada, dejando la redondez infantil y su cuerpo había dejado también la forma redondita de preadolescente, para afinar la cintura, marcando la cadera y, sus pechos se habían redondeado.
Todo era sutil; fue igual que el anterior cambio. Elish había dejado la niñez, eso estaba claro, para ser una adolescente completa.
·
Carlisle, Edward y ella, se fueron al despacho del abuelo donde valoró el cambio, como hacía siempre.
- Estas preciosa, hija. - Edward le acarició el rostro con amor.
- Si… estás adquiriendo unos rasgos hermosos - apoyó Carlisle. - Pues ahora estás más equilibrada… Pareces una jovencita de 17 años y tu intelecto está más nivelado… equivaldría a unos 18 años. Tienes un coeficiente bastante más alto de la media para esa edad, pero eso es un rasgo puramente vampírico. Tu cerebro tiene más superficie útil, que el de un humano. - Explicó el doctor muy profesional.
- Bueno, Elish… - Edward inhaló un innecesario oxígeno. - Ahora, como dice el abuelo, eres una jovencita. - Hizo una pausa; ahora venía la peor parte. - Jake te verá como tal… Él está conteniéndose porque veía tu cuerpo de niña, pero… ha desaparecido, dejando paso al de una mujercita. - Edward estaría de todos los colores, si pudiera.
- Papá… ¿Estás intentando hablarme de sexo? - Le preguntó con los ojos abiertos, en una mezcla entre diversión y desagrado. El vampiro asintió.
- Bella me ha explicado el tema. - Edward se sorprendió ante eso. - Si… cuando estuviste fuera, y sufrí el anterior cambio, que nadie esperaba… tuvimos un par de charlas. Una fue más tipo biología, - sonrió divertida - la otra… la enfocó más a los sentimientos, a la implicación que conlleva el sexo. A ambos sexos… el de diversión sin más, y al sexo por amor. - Suspiró y su rostro se tornó abatido, cargado de añoranza.
- Se que la necesitas - Edward le acarició la cara con mimo. - Quiero tener la esperanza de que nuestra Bella, regrese. Y… Me alegro de que hablaras esto con ella. Estos temas, son más fáciles con otra mujer, y ella es joven y tiene experiencia.
Edward calló y sonrió, mostrando un gesto entre divertido y melancólico. Carlisle y Elish lo miraron extraños.
- Me ha venido el recuerdo de cuando le dije, el primer día que se quedó en casa, que ella era poco más que una adolescente, sin ninguna experiencia para hablar contigo de chicos. - Su sonrisa ahora más amplia y limpia. - Que mal se tomo aquello, y con razón, claro.
Elish contemplaba a su padre y se le partía el corazón.
- Confió en nuestra Bella… - Tomó la palabra Carlisle. - Se que entenderá y… nos perdonará. Para ti - se refirió a su nieta - Es muy importante.
- No… no es importante, es imprescindible. - Aseguró tajante. - Es como mi madre y mi hermana, repartido en partes. - Edward suspiró, sintiendo una opresión en el pecho.
·
·
Tras unas horas de estudio sobre el cambio de Elish, los tres regresaron al salón. Todos se necesitaban, eran horas bajas en la familia Cullen.
Cuando Bella despertó, lo hizo agitada; nerviosa y ofuscada. Desde abajo, podían sentirla moviéndose por la habitación como un leon enjaulado.
Lloraba, gritaba con su cara metida en un cojín y daba vueltas.
También la sintieron usar su móvil; estaba haciendo llamadas que no eran respondidas. Todos sabían perfectamente con quien intentaba comunicarse:
Charlie.
Pero él estaba en Port Ángeles ayudando con los controles policiales. A la mañana siguiente, o sea, en cuestión de unas horas, el estado de alerta se iniciaría, quedando el mundo paralizado por semanas.
·
- Cuando Charlie vea el aluvión de llamadas, creo que me llamara a mí, para preguntarme qué ha pasado. - Comentó Carlisle. - Imaginará que algo ha ocurrido.
- Seguramente. No es normal que tenga, hasta ahora, dieciocho llamadas perdidas de Bella. - Apoyó Edward.
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Le habían vuelto a subir una bandeja de comida, pero esta vez no hicieron florituras. Se limitaron a picar en la puerta, anunciar la nueva entrega de alimentos e irse.
Ella no volvió a lanzar ninguna bandeja. La amenaza de Rose, sobre que Edward acabaría subiendo, pareció amansar su genio.
En ningún momento volvió a abrir la puerta.
Hasta que a última hora de la tarde, tras llevar un largo rato dando paseos nerviosos por su apartamento, su puerta trasera se abrió. Los ocho, ya que Jacob se había ido a la reserva, se quedaron congelados, atentos a los movimientos de Bella.
Respiró profundo, y se encaminó hacía la cocina por su puerta privada. Tomó una cesta y metió algunas cosas de comer, varias chucherías, zumos y agua.
Abrió la nevera donde Carlisle guardaba sus vinos y tomó uno, de los más caros y una copa.
Apresurada, subió las escaleras y volvió a atrincherarse en su apartamento.
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- ¿A tomado una botella de vino? - Preguntó Alice perpleja. Todos asintieron.
- Pero… lleva un día entero sin probar bocado… Si ahora bebe, acabará embria. - Comentó Esme preocupada.
- Creo que eso es exactamente lo que pretende - Afirmó segura Rose. - A los humanos les gusta bañar sus penas en alcohol.
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Menos de una hora después, Bella trastabillaba por el piso, tropezando con los muebles a su paso.
- Está borracha - Soltó Edward, rompiendo el tenebroso silencio que se había creado en el salón.
- Eso es lo que quería. - Apoyó Alice. - El calor y el sopor del alcohol les calma. - Edward suspiró profundamente, bajando su mirada al suelo.
- Sus pensamientos se han vuelto… confusos. - Explicó.
- Mañana, cuando se le pase la resaca, subiré yo. - Anunció Carlisle muy serio y muy seguro. - Le hemos dejado pasar el duelo, pero no es sano que siga torturándose de esta manera. Cuanto más la dejemos, más versiones faltas se hará.
CONTINUARA...
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¡Cómo está el temporal!
Bella está tremendamente enfadada y traicionada. Y los Cullen, tristes hasta lo depresivo.
En unos días... Seguiremos leyendo cómo transcurren estos primeros días. Habrá varios capis sobre esto... Iré detallando la primera semana tras lo del bosque. Espero que os guste!
¿REVIEWS?
¿COMO SEGUIRÁ BELLA... SE IRÁ TOMANDO MEJOR O PEOR LA SITUACIÓN? ¿Y CON EDWARD...?
¡MORDISQUISTOS, MIS BELLAS!
