¡HOLA MIS BELLAS!

Ya estoy aquí. Siento no poder publicar más seguido, pero leéis más rápido de lo que yo escribo, ¡jejeje!

Quería comentaros... Muchas os habéis quedado, del capítulo anterior, de que Carlisle iba a ayudar a Bella a "algo".

Este es el párrafo en cuestión:

"Una idea cruzó su mente. Ya había llegado a su mente nada más hablar con Carlisle, pero tuvo cuidado en cortarla para que Alice no la viese. Ahora ella, estaba fuera y tardaría en volver. Era su momento de llevarla a cabo."

Ella dice que se le ocurrió una idea mientras había hablado con Carlisle. Pero todas, estaís tan ansiosas de ver a Edward y a Bella juntos, que sacaís de donde no hay... ¡jajajajaja!

Me queda AGRADACEROS TODOS LOS COMENTARIOS, ALERTAS Y UN AGRADACEMIENTO ESPECIAL A QUIEN HAN EMPEZADO A DEJAR REVIEWS. ¡MILES DE GRACIAS A TOD S!


CAPÍTULO 34


Bella puso música triste.

Una elección de canciones llenas de historias de desamor.

Subió el volumen y se metió en el baño.

Abrió la ducha y tras tomar el objeto que necesitaba y desnudarse, se metió en el habitáculo.

Dejó que por un momento, las íntimas imágenes que siempre le regalaba esa ducha, la invadieran. Solo fueron unos segundos, hasta que las cortó, pero las disfrutó, las palpó; dejó que el recuerdo la llenase y también dejó que el dolor por esos mismos recuerdos, se apoderaran de sus ojos, liberando las lágrimas.

Se sentó en el suelo, mientras el agua caía sobre ella. Cerró los ojos y con determinación, clavó la cuchilla en su muñeca izquierda. Con fuerza, abriéndose la piel y atravesando su arteria.

Sintió un dolor que la hizo estremecer. Tuvo que morderse los labios para no gritar, ya que el dolor era inhumano.

Nada más sacar la cuchilla del corte, un hilo de sangre comenzó a deslizarse; convirtiéndose en un chorro constante y más abundante en un par de segundos.

Se apoyó en la pared, bajo el agua y cerró los ojos.

"No puedo seguir amándote"

···

···

Abajo en el salón, Rosalie, Emmet y Edward estaban atentos a sus movimientos.

Se había levantado y había tomado su móvil, en el cual había mandado mensajes y se sentió un ruido de hojas de papel.

A través de los bloques, no se escuchaba con claridad, pero todos, sobre todo Edward, tenían sus sentidos auditivos agudizados.

- Está escribiendo… ¿una carta? - Preguntó extrañado Emmet.

- Parece. - Contestó Edward también sorprendido.

"¡Oh… Elish! Lo siento tanto… Perdóname mi niña. Pero no encuentro otra forma…"

- Es, para Elish. - Edward frunció el ceño - Está, disculpándose… Pero no deduzco por qué. - Se sintió de pronto nervioso. Ansioso.

Tras unos minutos, imágenes de su encuentro en la ducha le llegaron. Altos, claros… Sin censura.

Eso lo descuadro más aún. Ella siempre los cortaba, pero esa vez, los estaba dejando vagar libremente.

¿Qué significaba eso?

Silencio. Uno tenso… Su instinto le avisaba de algo. Comenzó a respirar agitado; se levantó del sofá, andando por el salón, nervioso.

"No puedo pasarme la eternidad suspirando por ti, cada vez que te acerques… Es la única solución…"

Silencio.

Un quejido… No estaba seguro de realmente haberlo escuchado.

- Mensajes, una carta de disculpa, música triste, y ese último pensamiento… -

Según su cerebro analizaba, una dulce fragancia le llegó:

Sangre.

- ¡Mierda, NOO! - Gritó. Emmet y Rosalie se levantaron asustados al oler la sangre.

A Edward no le llevó más de cinco segundos salvar la distancia entre el salón y el baño de Bella, más otros dos para reaccionar al ver la escena delante de él:

Bella estaba sentada, bajo la alcachofa de la ducha, con la cabeza ladeada y los ojos cerrados. Su muñeca descansaba palma arriba sobre el suelo. De ella, caía un riachuelo de sangre constante, que se perdía por el desagüe.

Edward tomó una toalla y se metió en la ducha. Envolvió la muñeca de Bella, para intentar cortar la hemorragia.

- Bella… ¡Bella! - Gritó. Le dio una palmada en la cara.

- Umm - Gimió la chica.

- Bella… Pero… ¿Qué has echo? Mi amor… ¡Dios! No, No puedo perderte… Eres mi vida… ¡Maldita sea! - Gritaba asustado. Nunca se había sentido más aterrado.

- Te… quiero… - Y tras esa declaración, Bella dejó caer la cabeza, inconsciente.

- ¡NOOOO! - Aulló Edward. - Rosalie… Por favor… Rose…

- Estoy aquí. Te ayudaré en lo que necesites. - Rose abrió los ojos aterrada, mirando hacía la toalla en la mano de Bella, la cual estaba tiñéndose de rojo - Edward… su mano…

- Subamos a la sala médica. Hay que coserle el corte o morirá desangrada.

Ambos subieron como ánimas al piso de arriba. Rose volvió a ponerle la vía y le enganchó una bolsa de sangre. Tomó desinfectante y un puñado de gasas.

- Tienes a Carlisle al teléfono - Emmet, aguantando estoicamente el olor, subió con el móvil. Había llamado a su padre, para que ayudara a Edward. Su hermano le dedicó una mirada de gratitud.

- Rose, tendrás que controlarte bien, hay que hacer un torniquete al brazo, para ralentizar el flujo de sangre y que le de tiempo a Edward a pararla. ¿Podrás hija?

- Si… empecemos. Sigue perdiendo muchísima sangre. Edward, tranquilo por mí. Debes salvarla… - Rose estaba aterrada, pero controlaba la situación.

Emmet salió, pero se quedó en la puerta, por si necesitaban algo. Su móvil sonó. Era Alice.

Carlisle comenzó a darle a Edward indicaciones, de como cortar la hemorragia mientras llegaba.

- No te preocupes porque el brazo se le ponga azul… Debes cortar esa hemorragia como sea. En un minuto estoy ahí. Manten la calma… La salvaremos.

- Alice dice que no te pongas nervioso… que sigas las indicaciones de Carlisle al pie de la letra - Emmet volvió a asomarse, quedándose congelado por lo que sus ojos tuvieron que procesar.

Bella estaba desmadejada en la camilla, desnuda, y manchada de salpicaduras de su propia sangre. Cerró los ojos con fuerza.

Tuvo que salir. No solo por el fortísimo olor a sangre, si no porque no quería ver a Bella así.

Rose le puso un pulsioxímetro en el dedo, conectado a un monitor de signos vitales y la tapó con una sábana desde el vientre hasta la mitad de los muslos. Era terrible verla desnuda y desprotegida. El monitor, marcaba unos datos desoladores. Los latidos cardíacos eran lentos, el oxígeno en sangre bajo y el pulso estaba por los suelos.

Rose le puso otra bolsa de sangre, pero la hemorragia no se detenía; se había ralentizado, pero seguía perdiendo sangre. Bella había realizado un corte tan fuerte y profundo, que su arteria radial, estaba destrozada.

- Rose… Más gasas, ¡más gasas!… No deja de sangrar… ¡Mierda! No soy capaz de pararla. - Edward estaba fuera de si. Debía hacer fuerza para cortar el sangrado, pero con cuidado de no dañarle el brazo, básicamente no arrancárselo, mientras seguía presionando la herida con gasas; y sumando eso, los pitidos del monitor, que le atravesaban el cerebro.

- Ya estoy aquí - Carlisle entró con las mangas de la camisa ya subidas. Rose le tendió unos guantes que se puso en un segundo.

El monitor de los signos vitales comenzó a pitar de forma ensordecedora. La marca que dibujaba los latidos del corazón de Bella, se volvió una linea irregular.

- ¡Va a entrar en parada! - Gritó Carlisle horrorizado. - Rose… En ese cajón, toma la jeringa. - Le dio las indicaciones precisas para encontrarla. - Tenla ahí, a mi lado. Es adrenalina. Y prepara una dosis para anestesiarla.

La pinchó, mientras Edward preparó la sutura que su padre le ordenó; tras eso él reajustó el torniquete y destapó la herida.

- ¡Dios mío! - Jadeó sobrecogido. Su rostro mostrando horror y… culpa - Se ha destrozado la arteria… No quiero ni imaginarme el dolor inhumano que soportó para hacerse esto.

Y tal como vaticinó, el monitor pitó, ahora si con un sonido mortal. La linea irregular, se volvió plana.

- ¡NOOO! - Gritó Edward.

- ¡Dios mío! - Gritó también Rose.

Carlisle tomó la aguja y se la inyectó directamente en el corazón.

- Pon otra bolsa de sangre, Rosalie… ¡Ahora! Edward, masaje cardíaco. No va a morir… No ahora. No entre mis manos. - Murmuraba como enajenado.

La linea volvió a hacerse irregular; los pitidos eran diferentes. Eran sintonía de vida.

Con unas manos milagrosas, Carlisle no se demoró y tras agarrar con sus dedos la arteria, consiguió suturarla. Lo único bueno del tajo que se me había realizado Bella, es lo limpio y hasta preciso del mismo. Bueno también fue el que no se destrozó ni el músculo ni el nervio.

Realizó una cirugía perfecta. Impecable. Comprobó que todo estuviese bien, tres veces. Con unas puntadas dignas del mejor modisto, le cerró la piel. La vendó con mimo y, tras comprobar que sus signos vitales mejoraban, suspiró.

- Ya… - Dejó salir un largo resoplido. - Está fuera de peligro. Por poco… pero lo está.

- ¿Y el bebé? - Preguntó Rose. Edward la fulminó.

- ¡El bebé puede irse al infierno…! - Gruñó él. - Esto, - señaló a Bella - Ha sido por el bebé. - Escupió la palabra.

- Tranquilos… vamos a comprobarlo. - Edward abrió los ojos, llameantes de ira. - Edward… Debemos saber cómo está. Es vital para ella, que el bebé siga bien. - Edward cerró los ojos y suspiró, asintiendo.

Carlisle le hizo una ecografía vaginal, y ahí estaba: El bebé se movía inquieto, pero no había signos de una hemorragia ni de sufrimiento fetal de ningún tipo.

- Parece estar bien. Está inquieto, pero es normal. Su madre se ha quedado con unos niveles de sangre bajísimos… Ha llegado a entrar en parada y él… o ella, lo ha sentido, pero no hay sufrimiento. En cuanto le administremos más sangre, todo estará bien. Ambos lo estarán.

En ese momento, una desencajada Alice, entró en la sala. Nada más ver a Bella se llevó las manos a la boca.

- Es peor verlo en persona, que en mis visiones… Es… terrible. - Lloriqueo. - Me entró la visión, estando muy alejados. El móvil no tenía cobertura… Jamás en mi vida, había corrido tan rápido. - Respiró profundo - Ahora entiendo el por qué me insistió en si no había tenido más visiones de ella… Porque ya había pensando en esto, pero consiguió no elaborarlo… - Meneó la cabeza negando, sorprendida. - Pero… es… ¡increible! El que lo pensará sin planearlo…

- Volverá a intentarlo - Soltó Edward dejando a la sala sobrecogida; menos a Carlisle. Él bajó la cabeza dudoso. Por supuesto que existía una posibilidad de ello.

"Debemos tenerla vigilada, pero de forma que ella no siga alimentando la idea que lo hacemos por el bebé… Tendremos que hilar muy fino"

Rosalie subió un cubo con agua templada, y en silencio, se puso a limpiar a Bella. Estaba perlada por chorros de sangre por todo su cuerpo. Era horrible.

Edward no podía quitarle los ojos de encima. Sus sentimientos cantaban claros sin falta de Jasper:

Culpa. Culpa. Culpa…

·

- ¡Déjame pasar… ¡Ahora! - Una alteradísima Elish discutía en la puerta con Emmet, que la retenía.

- Déjala pasar, Emmet. - Susurró Edward.

- ¡Oh… Dios mío! - Elish se llevó las manos a la boca y sus ojos se aguaron. Dos solitarias lágrimas rodaron por sus mejillas.

Elish y Edward se miraron a los ojos. Y ambos reflejaron lo mismo: Culpa. Dolor y tristeza.

- Pero… ¿Cómo ha llegado a esto? ¿Cómo la hemos presionando hasta este punto? ¡Esto es culpa nuestra! Ha querido matarse… ¡Joder! Se ha cortado… Ella… - Gimió.

- Elish… Hay un nuevo acontecimiento. Es, sin lugar a dudas el por qué ha llegado a este extremo. - Carlisle se acercó a su nieta y le entregó la foto de su hermano.

- ¿Y esto? - Elish abrió los ojos hasta el punto de duplicar su tamaño.

- Está embarazada. Seth lo escuchó, lo olió y por eso se puso nervioso. - Le explicó Carlisle.

- Ella… - A Elish no le salían ni las palabras. Estaba casi en shock.

- Lo sabe, por supuesto. - Respondió su abuelo - Por eso te aseguro que esto es lo que la ha llevado a querer quitarse la vida. - Carlisle bajó la cabeza, apesadumbrado.

Abuelo y nieta se fundieron en un sentido abrazo. Cargado de sentimientos. La sala estaba repleta de ellos. Incluso la fría y arisca Rosalie, estaba desolada.

·

Elish se acercó a su tía y tomando una toalla, fue pasándola, secando la piel algo cenicienta de la chica.

- Dios… Está…. gris. - Murmuró.

- Recuperará el color en unas horas. En cuanto su sistema se nutra de la nueva sangre. - Explicó Rose. - Ha sido por muy poco, pero Carlisle la ha salvado a tiempo.

Movieron la sábana para limpiarla y sin poder evitarlo, toda la sala jadeó.

El bebé se movió… El bultito que se marcaba en el bajo vientre de Bella, hizo acto de presencia, meneando la piel de su madre.

- ¡Oh, virgen santa! - Jadeó Elish con el rostro iluminado. - Me siento más monstruo aun por sentir alegría por esto… Sabiendo que ha sido la causa de que ella… - Apretó los ojos.

- No deja de ser tu hermano… No te tortures por sentir felicidad. - La abrazó la tía Rose.

···

···

Tras unas horas en observación, y comprobar que todo estaba bien, que Bella se recuperaba sin problemas, decidieron bajarla a su dormitorio.

Elish se sentó en el butacón de su habitación y Edward la acompañó después de limpiar el baño. También recuperó las cartas que Bella había escrito a mano.

La de Elish, la de Charlie y la suya propia.

Tras muchas horas de silencio y tensión, Bella comenzó a removerse algo inquieta, subiendo sus constantes. No tardaría más que unos minutos en despertar.

Entonces, llegaría el momento. El tan temido momento de Edward y Elish, mirarla a la cara.

·

Bella se estiró, sintiéndose agarrotada, pero al mover la mano, un dolor, un puntazo que le envió un calambrazo por todo el brazo, la hizo pestañear frunciendo el ceño.

Abrió los ojos y vio su brazo con un enorme vendaje y una tablilla inmovilizándolo.

- ¡Oh… Dios…! - Gimió en un susurro.

Cerró los ojos, e imágenes de lo que había pasado, de lo que había echo, le bombardearon la mente, haciéndola apretar los ojos con más fuerza.

"Me han salvado… No puedo creer que me atreviera a hacer eso… Iré directa al infierno… y… él, seguirá… ¿vivo?"

Como una respuesta, como si la hubiese entendido, el bebé se movió con suavidad. Era como si le estuviese diciendo - Hola, sigo aquí. -

Bella jadeó, perpleja. Una sensación… más bien un millón de sentimientos la envolvieron.

"Lo siento… Lo siento muchísimo…"

Y lágrimas creadas del dolor y la culpa, salieron de sus ojos. En unos segundos, estaba gimiendo sofocada y ahogada.

- Bella… - Elish no pudo contenerse más y se acercó. Se inclinó de rodillas en la cama, pegada a la chica. - No llores. Está bien… Todo lo estará… Por favor… No sigas sufriendo así. Lo siento, lo siento tanto. - Bella lloró aun más, tapándose la cara con la colcha. - Esto es culpa nuestra… Te hemos llevado al límite. No habrá más presiones, será todo lo que tu quieras… - Elish hablaba, sincera, disparando palabras fuera de si.

- Lo siento… Lo… siento… mucho - Gemía, entrecortada por las lágrimas. - Yo… no quiero… morir. Pero… no vi… otra… salida… Ahora lo… lamento. ¡Oh, nena!...

Bella había entrado en un ataque descontrolado de llanto y jadeos. Estaba bien que descargara tensiones, pero semejante ataque, estando aun delicada no era conveniente. Así que Edward decidió hacer acto de presencia.

- Elish… Déjanos solos, por favor. - Ella bufó, pero asintió y se fue.

·

Edward se sentó en la cama, destapó un poco a Bella y la tomó con cuidado por la cintura, sentándola sobre sus piernas.

La abrazó, rodeándola protector con sus brazos, consolándola. Ella soltó un gemido diferente; casi un ronroneo.

- Lo siento… Siento haberte llevado a este punto. No volverá a pasar. - Edward acariciaba con mimo su pelo y su espalda. - Desde ahora, te trataré como a una reina… Como mi reina… - Suspiró - Te torturabas pensando en mi cambio de actitud, y se que no fue la acertada… Que te castigara con mi versión más déspota, no fue lo correcto… Lo siento muchísimo, desde ahora todo será diferente. Volverás a ver al Edward que tu me haces ser. El Edward del que te enamoraste.

Bella lloraba, y lloraba… y gemía.

- ¡Shu! Debes calmarte. No es conveniente… Carlisle te ha salvado por segundos. - Apretó la mandíbula; ese recuerdo lo torturaba. - Pero estás bien, a salvo. Aunque debes estar tranquila y descansar. Lo único importante eres tu.

Edward depositó un beso en su coronilla, rozando la piel de su frente.

Un corrientazo que Bella conocía bien, le recorrió el cuerpo entero y el bebé se movió.

El zarandeo fue tan fuerte, que Edward notó la vibración en sus manos.

- ¡Oh, vaya! - Exclamó asombrado.

Eso, hizo reaccionar a Bella. Se quedó estática, convirtiéndose en una estatua. Alzó con lentitud la cabeza, saliendo del abrazo de Edward. Lo miró a los ojos, respirando hondo.

- Lo siento… - Apretó los ojos, cortando su comunicación visual. - Yo, no… No se qué decir. - Volvió a inspirar, girando la cabeza. Se sentía avergonzada y… alterada por estar así con Edward, en sus piernas, entre sus brazos.

Un sofoco la hizo dejar salir el aire de su boca, convirtiéndolo en un tímido jadeo.

- Estoy cansada… - Se removió, pero entre el brazo entablillado y la vía en el otro, a penas podía revolverse.

- Espera… No te hagas daño.

Edward la tomó en brazos con cuidado, como si fuese de cristal y la acomodó suavemente en la cama.

La arropó con mimo y la miró. Pero Bella tenía la cabeza girada al lado contrario, a propósito.

"No sigas mirándome… No puedo verte a los ojos. Estoy… completamente avergonzada"

- Por favor… No lo estés. Si alguien debe sentirse abochornado, somos nosotros… Yo, concretamente. - Le dijo. Bella cerró los ojos, mostrando dolor en su rostro. - ¿Necesitas algo? ¿Sientes molestias? - le preguntó con voz dulce.

- Tengo frío. Mucho - Un escalofrío corroboró sus palabras. - Y… me duele el brazo… - Arrugó la cara, mostrando ese dolor.

- Carlisle me ha dejado todo lo necesario.

Edward tomó de una cajita una jeringa y la pinchó en la vía. Tras eso, sacó del armario otro edredón y la tapó con él. En cuanto acercó su cara a la suya, Bella contuvo la respiración y volvió a girar la cara.

"Lo siento… pero, no puedo mirarte a la cara. No ahora mismo"

- No te sientas así… - Respiró hondo - Ya hablaremos, cuando estés lista. Pero te repito que los que debemos sentirnos así, somos nosotros. No tu. - Se irguió, quedando de pie al lado de la cama. - Te subiré algo de comer, así te dejaré unos minutos…

- No voy a volver a hacerlo… - Susurró con la voz seria. - No tienes porqué vigilarme… - Respiró, y sus constantes se alzaron en un microsegundo - Tu bebé sigue ahí… Lo has sentido tan bien como yo.

- Bella… Esto no es por el bebé. Jamás quise que esto pasara así. No sin tu desearlo.

Bella chistó con desdén.

"¡Cómo si yo quisiera esto!"

- Esa es la visión que más fuerte le entraba a Alice. - Bella giró la cara con violencia; los ojos abiertos de espanto. - Cuando te dijo ayer que seguía viéndote como vampira, era a razón de esto - señaló con la mano su vientre. - Hacíamos este bebé porque tu me lo pedías. Querías ser madre antes de convertirte, y así hacíamos.

"Yo… ¿le pedía esto?"

- Si. En la visión, Alice dice que yo no estaba muy seguro al principio, pero que tu me convencias con gran facilidad y… - Sonrió pícaro y algo avergonzado. Bella frunció el ceño ante el cambio en su rostro. - Con artes femeninas… Me seducías - Le clavó la mirada, haciendo a Bella enrojecer - Aunque fue solo un día, entre nosotros, - Bella bajó la mirada - tuve claro que lo conseguirías… Que te sería muy fácil liarme para dejarme ir - Sonrió. Esa sonrisa torcida, tan sexy que hacía que a Bella se le subiera la presión. - Tras dar a luz, te convertías… Todo salía bien. Y ahí, tenía la visión más fuerte, de ti vampira.

Bella bajó la cabeza, mordiéndose el labio. Su rostro era un libro abierto. Lleno de dudas, de confusión.

"Le pregunté… Muchas veces, y jamás me dijo una palabra de esto"

- No se lo tengas en cuenta. Alice se calla muchas visiones, o partes de ellas. Si las revela, se puede cambiar el rumbo. No quiso agobiarte. - Le explicó Edward. Bella asintió arrugando la boca. - Ahora subo… quédate acurrucada, para entrar en calor. Es por la merma de sangre… Por eso sientes tanto frío. Esme acaba de subir la calefacción. En unos minutos te sentirás un poco mejor, pero… hay que seguir introduciendo sangre en tu organismo. - Bella asintió.

- Puedes… - Edward se detuvo justo en la puerta y se volteó - Subirme café con leche y azúcar… Me apetece muchísimo. Y bollos de chocolate. - Su cara se iluminó por unos instantes.

Edward tuvo claro que al bebé le gustaba el café con leche, y los bollos de la abuela Esme.

·

·

La que le subió el tentempié, fue Alice.

Bella, al verla, volvió a emocionarse y comenzó a llorar otra vez.

- Lo siento… Se que te enrede para… - Se tapó la cara con la mano libre. - ¿Estás enfadada conmigo?

- Bella… - la llamó con adoración. - Eres tan buena… Que me preguntes si yo, estoy enfadada, solo hace que lo esté más conmigo misma… Todos nos sentimos mal con nosotros, no contigo. No te cuidamos como debimos… Todo ha sido demasiado para ti. Te queremos Bella… Te adoramos. Por favor… No vuelvas a hacernos esto. - Su rostro se llenó de pena y ternura. - La eternidad es muy, muy larga y no concebimos pasarla sin ti. - Ambas se miraron y Bella jadeó. - Perdoname tu por no revelarte la visión completa, pero no estabas preparada para escucharla.

Alice sonrió de pronto, de forma tierna y simpática.

- Tienes una visita. - Bella abrió los ojos sorprendida. Alice se levantó y con una toalla, tapó la bolsa de sangre. La humana seguía sus movimientos atenta. - Pasa.

La cara de Emmet se asomó desde la puerta, sonriendo con timidez.

- ¿Puedo?

- ¡Claro, pasa! - Lo invitó Bella animada por esa visita.

Emmet entró y sacó detrás de su espalda un ramo de flores. Enorme.

- Te he traído esto… Se que te gustan las flores. Y bueno… cuando alguien está convaleciente se le llevan flores. - Bella estaba derretida. - Las he cogido yo del jardín. - Bella palmeó la cama.

- Sabes, ¿qué todo lo que tienes de grande, lo tienes de tierno? - Sus ojos destilaban ternura.

Alice puso las flores en agua y las dejó en la mesita de noche de Bella, por petición expresa de ella.

- Prométeme una cosa… - Bella le sonrió, sabiendo perfectamente lo que su osote iba a pedirle - No vuelvas a hacer una cosa así, ¿vale? - Bella se inclinó un poco, y le dio una tierna caricia en la cara, mientras negaba. Alice sonrió enternecida.

Un visión llegó en ese instante:

"Las cosas entre Bella y ellos, cambiarían mucho. Muchísimo, y no habría qué esperar demasiado."

- Bueno… - Emmet se vio sobrepasado por las emociones y cambió su semblante - Realmente el que tenía que haberte subido flores, era Edward… Bueno, tendría que haber llenado tu dormitorio - Rodó los ojos fastidiado. - Pero no querría arriesgarse a que le lanzases un jarrón a la cabeza, como la última vez que te subió flores, ¡Jajaja! - Rió y Bella no pudo evitar unirse.

- Supongo… Pero estoy de acuerdo contigo. Debió subir el jardín entero de Esme aquí… - Inspiró hondo, exagerando el gesto. - Creería que con su sola presencia, ya era regalo suficiente - Rodó los ojos.

- Vaya como lo conoces… - Le alzó las cejas Emmet, soltando una risita. - Y de igual manera, tu eres la única que puedes controlarlo, aunque no lo veas - Su gesto ahora, fue cómplice. Bella se mordió el labio.

Tras un largo rato, charlando de mil cosas, Carlisle entró en el dormitorio echando a Emmet.

·

- Bueno, señorita… Contigo, uno no se aburre. - Quiso que fuese algo divertido para romper el hielo, pero a Bella se le desencajó la cara de golpe. - ¡Eh, eh! Nada de sentirse mal, nada de seguir llorando… Tomaste una decisión, errónea, - puntualizó - movida por el miedo. Por el desasosiego, por ideas que se te metieron en la cabeza, y nosotros no las tuvimos en cuenta. No le dimos la importancia que tenían para ti. - Suspiró - Creímos, yo incluido, que en unos días, lo digerirías como habías echo con todo lo demás. - Meneó la cabeza, regañándose a si mismo. - Eso no volverá a pasar, jamás. - Su voz fue tajante y solemne. - Cualquier duda, cualquier miedo… Por muy absurdo que te parezca, debes hacérnoslo saber. No volveremos a pecar de descuidados.

Bella seguía con la mirada hacía bajo. Estaba un poco sobrepasada por las emociones. Por las palabras, sinceras, que todos le iban diciendo.

- Habla Bella… por favor. No te lo guardes. - Le suplicó el patriarca.

- El… - Bella inspiró, necesitaba valor para preguntar. Carlisle supo al instante por donde iba la pregunta de Bella.

- El bebé está bien. No ha tenido sufrimiento fetal. Es muy fuerte. - Su rostro cariñoso.

"Claro que es fuerte… como su padre"

- Hablas de él, en masculino… El huésped, ¿es un chico? - Carlisle rió ante el nombramiento de Bella.

- No lo sé, aun es pronto, pero en unos días podremos saberlo… Mañana, cuando estés algo más descansada y recuperada, si quieres, podemos hacer una ecografía para que lo veas - Bella dejó de respirar. - Edward, Rosalie y yo lo hemos visto… Está bien. - Carlisle cayó, percatándose de que Bella estaba sobrepasándose. Ese tema era aun delicado para ella . - Cuando quieras, no hay prisa…

- Bueno, eso de que no hay prisa… Tengo tres semanas… Menos. - Apretó los ojos, y sintió un escalofrío. - Madre mía… me quedan menos de tres semanas de vida… - Murmuró, ahora si, agobiada.

- Si, cielo. Lo siento…

- Deja de disculparte. En serio… Es, - respiró profundo - agotador. - Rodó los ojos, pero de forma chistosa - Ya lo habéis echo, y ya está. Acepto vuestras disculpas. Nadie lo hizo bien. Vosotros pasasteis de mis sentimientos y yo, tome decisiones erróneas y… fatales. No hay más que hablar. Solo espero que de ahora en adelante, se respete mi opinión y mis deseos.

- Me alegro de tu determinación y por supuesto que de ahora en adelante será así. Pero - la miró con disculpa - siento que todo se haya complicado y tuviese este desenlace. - Su mirada culpable. - Me crees, ¿verdad? - Bella asintió enternecida. - Cuando estés recuperada, tendremos charlas sobre… tu cambio. - La miró con cuidado, esperando su reacción. Bella inhaló aire y asintió. - Así estarás preparada para saber qué esperar. - Bella asintió, pero su rostro estaba lleno de resignación; eso, le partió el alma a Carlisle.

El vampiro se la quedó mirando desolado.

- Bella… Tras el parto… ¿Quieres que te dejemos morir?

Ella levantó la cabeza, mirando hacía el vampiro con los ojos brillantes, cargados de lágrimas.

·

·

Bueno... Bueno...

¿Cómo os habéis quedado?

Me alegro de que no sepais donde vivo... jajajaja!

Pero bueno, al final todo ha salido bien...

¿Qué opinais de lo que ha echo Bella?