¡HOLA MIS BELLAS!

Aquí estoy con "la respuesta de Bella"... Creo que todas estáis acertadas sobre lo que va a responder.

Haciéndole caso a un consejo de mi nueva musa "RINI CHIBA", he puesto varios párrafos aclarando los sentimientos de Bella y como Edward se da también cuenta.

Por eso he tardado un par de días más en actualizar.

MIL GRACIAS A TODAS LAS QUE DEJÁIS VUESTRA OPINIÓN... Es la gasolina de cualquier escritora. ¡GRACIAS! De verdad que me hace muchísima ilusión leeros.


CAPÍTULO 35


- Bella… Tras el parto… ¿Quieres que te dejemos morir?

Abajo en el salón, todos se quedaron sobrecogidos ante esa pregunta. Edward y Elish quedaron al borde del infarto.

- Pero… Carlisle, ¡se ha vuelto loco! - Jadeó Edward, moviéndose para subir al dormitorio de Bella.

- ¡Detente! - Lo paró Alice. - Déjalo…

- ¿Cómo puedes decir algo así? No puede calentarle la cabeza con eso, dejándose llevar por su sentimiento de culpa. Su muerte no es una opción. Punto. - Contestó con vehemencia.

- Edward… Carlisle se siente mal con esto, pero es una táctica. No quiere en sus hombros otra transformación equivocada - Alice miró hacía su hermana, la cual suspiró. - Necesita darle esa opción, pero ya te digo que en el fondo es una estratagema. Bella no quiere morir. Y aunque ahora mismo no es todavía consciente, daría su vida por su huésped. - Sonrió melosa. Edward respiró, pero no estaba del todo convencido.

·

Carlisle le dio tiempo… Más de un minuto después, Bella pareció cobrar de nuevo vida, ya que se había quedado tiesa y con la mirada ida.

Bajó la mirada a su vientre y se lo acarició. Cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió, había determinación en ellos.

- No. - Respuesta rotunda y segura. Carlisle sonrió feliz, sintiendo como un grandísimo peso se iba de sus hombros. - La idea de la eternidad se me hace aun abrumadora y desconcertante, pero… - suspiró algo resignada, aunque determinada - lo que tengo claro es que no quiero morir. Si mi hijo va a vivir para siempre, yo quiero estar ahí, con él. - Carlisle la miraba con gran comprensión, y con un enorme alivio en su alma. - Además, la eternidad da para mucho - Rió con un punto de amargura. - Será interesante cumplir años y más años.

- La inmortalidad, como dices da para mucho, también para épocas tediosas, ahí gana peso el tener dinero e imaginación. - Carlisle le alzó las cejas, dentro de su comportamiento de caballero y Bella asintió con una risita, ahora si, genuina.

Ambos guardaron silencio durante unos instantes.

- ¿Vas a abrazarme? - Soltó Bella de golpe; Carlisle la miró pestañeando y abriendo los ojos pasmado. - Necesito un poco de contacto físico… Es, una necesidad. - Su voz intensa por lo extraño de esa necesidad - A parte, de que es una manera de hacer las paces. De cerrar este terrible suceso…

Carlisle no la dejó acabar de hablar. Con cuidado, pero a una velocidad poco humana, la atrajó a sus brazos, estrechándola con cariño y protección.

- Que bien se siente tenerte así, protegida entre mis brazos… Con tu corazón latiendo. - Ronroneó el vampiro. - Ahora entiendo a Edward - murmuró.

- Carlisle - Lo llamó aun abrazados. - Quiero que lo hagas tu. No dejes que sea Edward el que me muerda. - Carlisle se congeló.

- ¿Y eso? - La separó unos centímetros, lo justo para mirarla a la cara. - No sé si a él le gustará que le quite…

- ¡Es mí vida! - Respiró para serenarse - ¿Te recuerdo lo que acabas de decirme hace un minuto, sobre tener en cuenta mis sentimientos? - Le alzó una ceja.

- Tienes toda la razón. Si es tu deseo, para mi será un placer convertirte en mi hija. Pero eso, has de decírselo tu a Edward.

- Edward está escuchando. Lo sé. Así que está enterándose perfectamente. - Ladeó la cabeza y gesticuló mostrando cierta soberbia. Carlisle soltó una risa. Bella se quedó mirando hacía la puerta, contando.

- Si… Estaba escuchando - El nombrado, o sea Edward, hizo acto de presencia en el dormitorio de Bella. - Ahora estamos los tres. Así que vas a explicarme, a la cara, el por qué de esa petición.

- 8 segundos... - Lo miró con cierta coqueteria. Edward resopló, pero al final acabo sonriendo con ese punto arrogante tan suyo. - No tendría porque darte ninguna explicación - Le alzó una ceja, altanera. - Pero voy a dártela para que te quedes tranquilo y… - soltó un bufido - Sobre todo, me dejes tranquila a mí. Quiero ser su hija… Su creación. Como sois todos. - Alzó la mano, para que no la interrumpiera. - Se que Alice y Jasper no lo son. Pero también se que a Alice le hubiese gustado serlo. Y yo, no quiero quedarme con esa pena. No quiero ser tu creación… No quiero sentir eso, por toda la eternidad. - La cara de Bella cambió, mostrándole un gesto desafiante. - No quiero darte esa satisfacción. - Le dijo mirándolo a los ojos fijamente.

- Pero… - Edward estaba descolocado y, molesto.

- Edward - Lo cortó Carlisle con tono y mirada seria. Reprobatoria. - Es su vida y es su decisión. Y tu, debes respetarla.

Edward le lanzó una mirada enrabietada a Bella, y esta le sonrió vanidosa.

- Un jardín, Edward… - La cara del vampiro se descompuso a una de asombro. - Se que estabas escuchando. Emmet no sabe disimular por muy vampiro que sea. - Rió. Edward y Carlisle no pudieron evitar sonreír ante la acertada afirmación de la humana.

- ¿Vas a castigarme por no subirte flores? - Preguntó casi divertido, con un punto de vanidoso. Ese que sacaba de quicio a Bella, pero que a su vez, le encantaba. Ella asintió.

- Por eso, y por muchas cosas más. - Le alzó las cejas picotera. Frunció la cara de pronto, y Edward estaba en un microsegundo a su lado. Carlisle también se levantó asustado. - Calma - Suspiró divertida. - Tengo que hacer pis… Mucho - Gesticuló divertida, con dos coloretes en las mejillas.

Ambos vampiros se miraron perplejos. El cambio de actitud de Bella, era… Increible. Si no estuviera seguro al 110 %, Carlisle creería que estaba drogada.

·

Alice, desde el salón, sonreía pletórica. Su visión, estaba sucediendo.

·

Edward le quitó las mantas y se dispuso a alzarla, mientras Carlisle le desenchufaba el cable que conectaba a la via.

- Tu no… - Soltó Bella, apartándose de Edward; él se quedó congelado, y molesto. - Es que… - se mordió el labio. Eso hizo al vampiro cambiar la cara. Ella se había, avergonzado. - El huésped… - Inspiró hondo. Seguía costándole muchísimo hablar del bebé. - Se mueve cuando tu, me tocas… - Y ahora si… un rubor hermoso y saludable, invadió las mejillas de Bella. - Aun me da un poco de… cosa.

- A ver… papá - soltó Carlisle lanzándole una miradita a Edward, que se había quedado atontado. Bella rodó los ojos ante la palabra.

Él fue quien tomó a Bella en brazos y la llevó al baño.

Edward se quedó allí, pasmado, pero sonriente, y un plan comenzó a formarse en su cabecita, mientras escuchaba a Bella despotricar sobre que Carlisle debía salir del baño mientras hacía pis.

Ella había accedido a convertirse; había dado su consentimiento. Y aunque desearía ser él quien la transformase, entendía la petición de Bella. Llegados a ese punto, con tal de que ella no muriese, cedería ante cualquier cosa… Bueno, ante todo menos a una:

Alejarse de ella.

Otro aspecto sorprendente, era su cambio… ¿Quién era esta Bella? ¿Y por qué ese cambio de actitud, tan radical?

·

Cuando bajó, Alice lo interceptó en las escaleras.

- ¡Será precioso! - Comenzó a dar saltitos. - Dime en qué puedo ayudarte.

- Primero… Has de decirme qué has visto… Bella está, irreconocible. - Gesticuló mostrando su pasmo.

- Como eres el papá, te lo voy a decir… - Edward frunció el ceño, y ella rió, sabiendo que toda la casa estaba escuchando - Ahora no lo sabríamos, pero lo he visto… - ladeó la cabeza, en un gesto muy de Alice cuando hablaba de una visión cumplida - Este cambio, lo ocasiona el bebé.

- ¿Qué? - Jadeó Edward.

- Está… gestionando los cambios sensitivos de Bella. O como se diría de una mujer en un embarazo normal… el bebé, está reorganizando sus hormonas.

- Pero… ¿es como Elish?

- No… no la está manipulando. Esa Bella, sería la que tendría que haber sido, en unas semanas. Ella se abriría a nosotros, y sería así. La visión que le relataste a ella, ¿recuerdas? Pero pasó lo del embarazo… y las cosas cambiaron. Todos esos sentimientos, estaban ahí, pero las hormonas y el no entender bien las cosas… - inclinó los hombros pesarosa - El bebé de alguna forma, siente a su madre y ha tomado cartas en el asunto. - Rió.

- Por muchos años que lleve en el mundo, la vida sigue sorprendiéndome. - Alice asintió sonriente.

- Este, va a ser un embarazo muy diferente al de Amelia… Bella será una premamá… ¡increible! - Alice sonrió exageradamente feliz.

·

El resto, estaban en el salón, con dos sentimientos claros reinando el ambiente:

Asombro y felicidad.

El cambio en Bella, tras despertar, había sido algo… ¡Alucinante!

Ahora, tras escuchar a Alice todo quedaba aclarado.

· · ·

· · ·

Bella se encontraba algo floja aun, pero estaba sobre excitada, no permitiéndole descansar.

Jasper, subió a su dormitorio, tras picar y pedir permiso, entró y se puso a su lado; el vampiro comenzó a sonreír al percibir nervios brotar de Bella.

- ¿Vas a preguntar? O… ¿esperaras a que la maquina pite y hagas subir a Edward? - La miró jocoso; Bella rodó los ojos.

- ¿Me puedes contar cómo tu… te transformaste? - A Bella le salieron unos tiernos coloretes en las mejillas.

- Por supuesto, no hay problema… Empezaré por el principio… Nací en Texas, en Houston, en 1843 - Bella abrió los ojos pasmada - Mentí sobre mi edad para poder entrar en el ejército confederado. Tenía 16, pero alegué que tenía los 20 cumplidos. - Sonrió. - Durante la evacuación de Galveston en 1863, me encontré con tres mujeres que resultaron ser vampiras. Una de ellas, María, fue la que me transformó…

Jasper le relató durante casi una hora, como fue su despertar y a lo que se dedicó hasta que se encontró con Alice y ella le habló sobre los Cullen.

Con disimulo, fue aplicándole su don a Bella, hasta que se durmió. El agotamiento era visible en su cara, y debía descansar.

· · ·

· · ·

En el salón.

- Hacía tiempo que no te escuchaba narrar tu historia - Le comentó Alice mirándolo con cariño.

- Era lo lógico. - Comentó Rose. - Que Bella comience a preguntar sobre nuestras conversiones.

- Con su inteligencia, ella necesita todos los datos posibles. Siempre quiere saber, aprender… Estar preparada - Añadió Elish. - Estoy convencida de que os irá llamando a todos. - La audiencia asintió ante eso. - No puedo expresar con palabras, lo tremendamente feliz que estoy por su decisión. - Elish respiraba jadeante.

- Ella ha dado su consentimiento, pero no es algo que quisiera. - Comentó algo mordaz Rosalie.

- No ahora. Pero la decisión estaba ahí. Y cada día era más fuerte. - Contraatacó Alice.

- Estaba bastante tranquila… un poco excitada. Tanto por lo ocurrido, como por mi relato - Jasper volvió a tomar la palabra, informando y así aliviando la tensión entre Alice y Rosalie. - Pero sus sentimientos son… abrumadores. - Gesticuló asombrado él mismo. - Está feliz, animada y… repleta de amor. Exuda ese sentimiento a borbotones. - Jasper gesticulaba conmovido - Desde que conocí a Alice, y me enamoré de ella inmediatamente - Ambos se miraron amorosos - Nunca me había sentido tan… enamorado. - Sonrió - Tan… lleno de amor como ahora mismo, captando los sentimientos de Bella.

Elish ronroneaba de felicidad y amor.

- ¡Esta es mi Bella! - Exclamó Elish, mirando hacía su padre, el cual asintió - Será una inmortal brutal. - Edward también asintió haciendo gestos con los ojos.

- Vete preparándote Edward… Ella no se achantará ante ti - Emmet le alzó las cejas picotero pero con advertencia.

- Lo se… Y… Estoy deseándolo, aunque me dará más de un quebradero de cabeza. - Rió. Y sonrió, amplió, feliz y relajado.

Aunque la relajación le duró más bien poco, recordando un grandísimo detalle: Debía ganarse la confianza de Bella otra vez; más bien, intentar retomar su relación desde aquel día; aquel único día que pasaron entregándose el uno al otro.

Y esa labor, le costaría lo inmedible. Tenía claro que la había cagado monumentalmente con Bella y volver a ese punto, sería harto difícil. Tenía la eternidad para conseguirlo, pero debía ser antes de que ella se transformarse, antes de que naciese el huésped.

···

···

Por la mañana, Bella se encontró algo mejor al despertar; con más fuerza y ánimo. Por lo que decidió llamar a Charlie. Hacía unos días que no hablaban, y quería saber cómo estaba.

Prefirió no hablarle aun sobre su embarazo, ya que ella seguía sintiéndose algo extraña ante su nuevo estado, y mucho menos su intento de suicidio.

Su tío le comunicó que no tardarían en quitar el estado de alarma, aunque aun había bastantes contagios por Covid.

Sabía que Charlie la había notado rara, le había preguntado en dos ocasiones cómo estaba y aunque había intentado ser lo más convincente posible, su tío era un hombre mucho más observador de lo que parecía, aunque siendo prudente, como él era, no insistió.

Cuando se encontrara más segura, más estable, le hablaría sobre el huésped. Pero ahora sabía que no era el momento. Quería ser madre, lo tuvo siempre, desde pequeña, clarísimo, pero este bebé la asustaba.

Le asustaba el estar reciente el haber perdido su primera hija, le asustaba el parto, le asustaba el no saber qué esperar ni en ese momento ni después… Y le asustaba la eternidad a la que él la había arrastrado sin darle opción.

Se acarició el vientre con mimo, y su bebé le respondió con un golpecito.

- Sabes que te quiero, ¿verdad? - El bebé volvió a darle un toque, dejando a Bella perpleja. - ¡Me entiendes! No estaba alucinando cuando lo supuse. - Sonrió embelesada - Siento lo que casi te hice… Lo siento muchísimo. - Sus ojos se llenaron de lágrimas - En ese momento, me vi… sobre pasada, aunque sea contradictorio, no quería hacerte daño… - suspiró - es todo complicado. Pero estaré aquí, para ti. Siempre. Elijo la inmortalidad, por ti.

· · ·

En la planta de abajo, todos habían escuchado a Bella, y todos se habían enternecido con sus palabras.

En ese momento, Edward fue plenamente consciente, como si una claridad abrumadora le cayera por encima, de los sentimientos de Bella y se prometió a si mismo mostrarle a la mujer que le había robado el corazón, todo lo que la amaba.

· · ·

Tal como vaticinó Elihs, Bella fue llamando a cada miembro de la familia, preguntándoles por su conversión y su despertar.

Al día siguiente habló con Esme, Alice y Emmet. Sus historias y sarta de preguntas, la tuvo entretenida todo el día, ya que Edward, que quedara al cargo de su cuidado para poder volver Carlisle al hospital, no los dejaba fatigar a Bella.

El tercer día, fue Rosalie la llamada.

De las historias que más le impactaron, fue la de ella. Que la violaran y golpearan, hasta creerla muerta, le llegó muy adentro, haciendo a Bella llorar desconsolada.

- Tranquila… Eso pasó hace casi 90 años. Está superado. - Le sonrió.

Bella lloraba y Rose abandonó su asiento en el butacón y se sentó en la cama, acariciando la espalda de la humana.

- Tranquila… Respira. Las hormonas te están poseyendo, ¡jajaja! - Rió simpática pero a su vez, enternecida.

- Si… El huésped - Rose le dedicó una mirada de desaprobación por el nombramiento - es fuerte. Mucho. Sé que él… gestiona mi actitud. Estoy convencida.

- No te lo discuto. Tiene la fuerza de su padre - Ambas sonrieron. - Y además, Edward es un hombre - Rose la miró con intención al decir esa palabra - muy inteligente y tu también… Incluso, si a él, le quitásemos su condición de vampiro, creo que tu lo eres más. - Afirmó rotunda. - Así que este bebé, será un superdotado.

Ambas mujeres se quedaron unos instantes calladas. Las dos, tenían cosas en sus mentes, pero la confianza debía volver a forjarse.

- Bella… Puedo preguntarte… - Rose titubeaba, cosa extraña en ella. - No se si tu… - Meneó la cabeza. - Déjalo… Creo que aun es pronto…

- ¿Quieres posar la mano? - Le preguntó Bella mirándola de forma dulce.

- ¿No te importa? Se que todavía no estas muy cómoda con tu estado… - Bella rodó los ojos.

- Eso son cosas entre el huésped y yo - Bella le tomó la mano a Rose y se la posó justo debajo del ombligo.

El huésped rozó la zona donde descansaba la mano de la vampira, saludándola. La cara de Rosalie fue alucinante.

Sus ojos brillaron y sus labios se tensaron en una sonrisa que en los 90 años que llevaba con la familia, no debieron ver más de un par de veces.

- Es… ¡fascinante! - Exclamó maravillada. - Hola pequeño… Soy tía Rose.

Tras moverse un par de veces más, Rosalie no quiso abusar y quitó la mano.

- Gracias, Bella… Ha sido, un tremendo gesto por tu parte. En serio.

- Bueno, ya sabías lo que era - Rose frunció el ceño - Me refiero a que ya habías sentido a Elish… - Según fue acabando la frase, su voz fue perdiendo fuerza. Algo le decía, por la cara de la vampira, que no era así.

- No. Ninguno pudimos tocarla. - Confesó ante la cara de pasmo de Bella. - Solo Edward pudo, y creo que solo un par de veces, los últimos días.

- ¡Oh, vaya! - Bella no sabía ni qué decir.

- Amelia, debido a su enfermedad, era… muy especial. No se dejaba tocar demasiado, pero una vez se enteró del embarazo, - Rose pestañeó, mostrando su pasmo ante los recuerdos. - solo Carlisle podía acercarse, y Edward… lo justo. En seguida fue consciente de que el bebé, era su pase para transformarse. De lo que ella no tenía ni idea era de que eso, no pasaría.

Bella suspiró hondo. Era duro, mucho, y cruel… Pero entendía la situación. Era complicado hacer inmortal a alguien que no se había integrado en la familia, aunque fuese por su enfermedad, ya que iban a pasar la eternidad juntos.

Tuvo que ser muy difícil para Edward, y en cierta parte para el resto, tomar semejante decisión.

- No te agobies con eso… Tu, no eres ella. Ninguno, incluso yo misma, no queríamos que murieras. Nos alegró sinceramente que dieras tu consentimiento - Rose sonrió haciendo una mueca con los labios.

- Ahora dilo… No me dejes con la intriga. - Bella le lanzó también un mohín con los labios.

- Estaba pensando, que Edward no te hubiese dejado morir. Por mucho que tu, te hubieses negado. - Bella suspiró y bajó la mirada. - Te ama de una forma tan intensa, que corta la respiración. - Rose miró hacía Bella, la cual no levantó la cara; no quería verse de frente con la cara que la vampira tuviese en ese momento. - No te voy a agobiar, porque tu, sabes perfectamente que él te quiere, pero debes calmarte y poner las cosas en perspectiva. Piensa, que nadie de la familia quería que Amelia se convirtiera, y contigo, la discursión fue esa; que todos queríamos tu unión total, que seas una Cullen legítima. ¿No te dice nada eso?

Tras despedirse, Rose se fue; no quería abrumar más a Bella; pero sabía que ella necesitaba una pequeña dosis sobre Edward y algo que nadie le había dicho y ella parecía no ver: Que todos ansiaban su transformación.

·

En esos momentos, Bella agradeció quedarse sola.

Si. Si sabía, en el fondo de su alma, que Edward la amaba. Él le explicó el porqué se pusiera en plan completo gilipollas. El castigo no es que estuviese mal, pero la situación era demasiado especial; a parte de que todo se descontroló con la noticia del embarazo.

Pero lo que impactó casi más, fue la última confesión de Rosalie... Ellos tuvieron claro que Amelia no sería convertida desde el principio de su embarazo, pero con ella, todos insistían desde que se enteró de lo que eran, que se uniera a la familia.

Tanto discutir, tanto darle vueltas a las cosas, y la respuesta estaba ahí, delante de sus ojos. Pero estos, estaban llenos de niebla, no permitiéndola ver con claridad. Ellos la querían para toda la eternidad con ellos, antes de haber bebé.

¡Qué tonta he sido! Una completa estúpida. Pensó con fastidio.

Las cosas entre ella y la familia iba en buen progreso. Ahora lo importante era ir acercándose; recobrando confianza entre ellos. Y conocerse, porque realmente no tuvieron tiempo a intimar.

···

Ese tercer día, tras cenar, Bella estaba demasiado despierta. Había dormido durante el día y ahora no le entraba sueño.

Carlisle ya había llegado del hospital, tras un turno de más de 18 horas. Aunque pudiese aguantar, no era normal que no se fuese a casa durante unas horas a descansar. A parte de que quería ver a Bella; Edward había estado pendiente de ella al milímetro, sin ser ella consciente, y lo había informado detalladamente, pero necesitaba verla con sus propios ojos.

Al verla tan despierta, decidió tener su primera charla con ella.

- ¿Estás segura de que estás bien para esto? - Le preguntó por segunda vez. - No quiero agobiarte… Tenemos tiempo - Bella rodó los ojos ante esa afirmación.

- Que si… Que estoy bien. Si me noto sobre pasada, te prometo que te lo haré saber. - Bella se mordió el labio, y Carlisle le alzó una ceja, instándola a preguntar. - ¿Quieres que sea algo privado, o podemos tener publico presencial? - Carlisle rió ante eso; Bella cada vez estaba más hecha a los sentidos de la familia y eso le gustaba.

- Lo hago de forma privada porque supuse que tu lo preferirías así, pero claro que podemos tener público. - Afirmó algo sorprendido ante su petición.

- Quiero que Edward esté aquí. - Carlisle no pudo evitar que su cara reflejara su pasmo.

El nombrado no tardó diez segundos en estar en el dormitorio. Sus ojos brillantes de emoción. Profunda e intensa.

Que Bella pidiera que él, expresamente, estuviese en su primera conversación con Carlisle, era mucho más de lo que podría esperar.

- Aquí estoy - Le sonrió divertido, intentando quitar hierro al momento. Bella hizo un amago de sonrisa, forzada. Edward suspiró, infundándose valor. - Tranquila… Aquí estoy, contigo. - Dijo ahora serio. Se acercó y le apretó una mano, transmitiéndole valor a ella.

Tomó una de las sillas y la acercó a la cama, cerca de ella. Bella miró a ambos hombres, suspiró y dirigió los ojos a Carlisle.

- Estoy lista, empecemos.

- Este parto será muy distinto a lo que tu sabes, o supones sobre embarazos normales. No habrá contracciones que te preparen, si no que el bebé notará que es la hora de salir, y… saldrá. De golpe, sentirás dolor. Fuerte. Entonces, habrá llegado el momento. Todo ocurrirá en cuestión de minutos. Te subiremos a la sala médica y allí ocurrirá todo. - Bella suspiró, intentando calmarse. - Te sedaré para que no sufras dolor.

- ¿Y?

- Te abriré el abdomen, como una cesarea y sacaré al bebé. Tras eso, te convertiré.

- ¡Oh, por favor! - Gimió ella molesta. - No necesitó que te pongas en plan sanguinario, pero ¡Por favor! no seas tan escueto. No me voy a romper… Quiero saber lo que de verdad va a ocurrir.

- Yo seré quien te abrirá el abdomen - Intervino Edward. Bella lo miró extrañada. - Lo haré con mis dientes. - La chica abrió los ojos al punto de salirse de sus cuencas. - Tu piel se endurecerá cada vez más, hasta ponerse casi como la nuestra. Y nuestra piel puede traspasarse con nuestros dientes, mucho mejor que con un bisturí. - Le explicó. - Seré yo, porque así Carlisle podrá estar libre para atenderte a ti. Para, nada más sacar al bebé, poder morderte. - Bella se estremeció ante eso. Edward la miró con una sonrisita. - ¿No decías que no ibas a romperte? - Su voz socarrona, hizo rodar a Bella los ojos.

- No me rompo, pero eso de morder me suena a algo íntimo. Casi hasta sexual. - Rodó los ojos divertida. Edward le copió el gesto y Carlisle sonrió divertido.

- Sexual no, pero íntimo si que es. Me parece una elección de palabra muy acertada. En ese momento mi ponzoña entrará en tu sistema… Mi genética pasará a ti, y te convertirás en mi hija. Te morderé en las arterias principales: cuello y muñecas. No te dolerá, porque para entonces te habré sedado.

- Y cuando despierte, 72 horas después…

- Serás una vampira. - Concluyó la frase Edward.

- Ajá… - Bella respiraba de forma intensa, pero intentó mantener bajo control sus nervios.

- Tras despertar, irás a cazar. Había pensado, que fuésemos nosotros. Tu y yo, juntos. - Las mejillas de Bella se colorearon y Edward alzó las cejas, curioso ante esa reacción.

Pero su curiosidad, pronto dio paso a otro sentimiento: La sorpresa. Sorpresa por percatarse de que a penas podía escuchar sus pensamientos. Desde hacía unos días sus pensamientos eran escasos, pero ahora, justamente desde que se enteraron del embarazo, solo había captado unas breves palabras de Bella.

- Se que puede parecer abrumador, - tomó la palabra Carlisle al observar que Edward se había quedado pensativo - Pero creeme cuando te digo que es instintivo. Además, debes tener en cuenta, de que entonces, tu tendrás infinitamente más fuerza que cualquier presa. - Bella lo miró con curiosidad.

No era de extrañar que la chica no lo entendiera. Ella sabía que un puma o un oso, podía dañar a un humano, tenía ese concepto gravado en su mente desde niña.

Una idea se formó en su mente. Edward lo miró un tanto pasmado.

- Estoy dándome cuenta de que no eres consciente de nuestra fuerza, y eso te causa un dilema. En cuanto estés recuperada, te daremos unas lecciones, para que te hagas una idea.

- Por un momento pensé que ibas a proponer llevarla de caza - Edward exhaló, quitándose un peso de encima.

- Eso sería lo más práctico, pero es imposible. - Meneó la cabeza negando - Correrías un riesgo que no estoy, estamos, dispuestos a correr. - Bella asintió, recordando la conversación donde Elish le explicó que la caza es donde se dejan llevar por sus instintos más primarios.

Carlisle le explicó alguna cosa más, hasta que Bella comenzó a dar síntomas de cansancio.

El tiempo corría en su contra, pero no era necesario fatigarla, detallando todo en una conversación.

Bella había cambiado su actitud de forma radical y aunque de forma apresurada, ella estaba convencida del cambio. Eso, antes que morir.

El susto que se había llevado, aun provocándolo ella misma, le había servido de lección.

Carlisle se despidió, tras comprobar la vía, y los dejó solos. Sabía que necesitaban un ratito para ellos.

·

- Pues no te has roto - Comentó Edward de forma simpática, tras unos instantes en silencio. - Eres mucho más fuerte de lo que parece… que incluso de lo que tu misma crees.

- Si, estoy empezando a darme cuenta de ello - Inclinó los hombros, soltando una risita.

Se volvió a hacer el silencio. Ambos tenían mil cosas que decirse, pero no sabían qué decir ni por dónde empezar.

- Debo darte las gracias - Bella inspiró hondo, llenándose de oxígeno y valor. - Por salvarme… - Bajó la mirada avergonzada.

- No debes dármelas. Haría lo que fuese por ti… No puedo… - Apretó los ojos mostrando un claro dolor - No sería capaz a dejarte morir. Tú, eres mi vida.

Bella pestañeó, sintiéndose sobrepasada. Tanto sus palabras, y sobretodo, el tono de voz en que las pronunció, estaban llenas de sinceridad. Adornadas de una adoración, que hasta ese momento, Bella no había sido capaz de captar.

- Yo… - Bella suspiró con fuerza, se mordió el labio y apretó los ojos. Volvió a abrir la boca, pero las palabras no salían.

Estaba siendo cobarde, lo sabía y, lo aceptaba, pero era como si su corazón, su cerebro y su boca, se hubieran desconectado los unos de los otros, no dejándola expresar los sentimientos que, deseaba decir.

Edward la observó, esperando con calma. Dándole tiempo a que hablara, pero los segundos pasaban y ella no soltó ni un sonido más.

Ambos se quedaron callados, expectantes y el silencio comenzó a hacerse agobiante.

- Si necesitas cualquier cosa - Rompió él la atmosfera enturbiada - Solo has de decirlo. - Bella lo miró entre sus pestañas y asintió. - ¿Todo bien? - Ella volvió a asentir, pero con la cara trastocada. - Has llevado muy bien la conversación, en serio. En cuanto estés más recuperada, haremos esas demostraciones de las que habló Carlisle.

- Ha sido muy perspicaz en esa idea. - Por fin habló - Si no lo veo… por mucho que lo describaís… - Esta vez fue Edward el que asintió.

- Emmet estará encantado de hacerte esa demostración - Ambos sonrieron ante la mención del osote.

- Algo me dice que si. - Comentó Bella, haciéndolos sonreir a ambos. - ¿Podrías ayudarme a levantarme? Necesito estirar un poco las piernas.

- Si, claro… pero solo unos pasos. Aunque te encuentres fuerte, no debemos apresurar las cosas.

Edward la tomó de la mano, después de comprobar los tubos de la vía de Bella, y quitárselos.

- Has acabado la medicación, así que te los quitaré un ratito, mientras estés de pie. Te sentirás un poco más… libre - le sonrió de forma simpática.

Bella lo miró y le devolvió la sonrisa, pero al ver el rostro de Edward, con ese gesto tan genuino y relajado, ese rostro tan hermoso, su boca curvada dejando entre ver su perfecta dentadura, hizo que sus ojos volaran con voluntad propia a los labios del vampiro y todo rastro de sonrisa se volatilizó.

Edward, al observar la mirada tan intensa que Bella le estaba dando, y ver como ella devoraba sus labios aun sin tocarlos, también dejó de sonreír.

Su gesto se volvió sensual instantáneamente.

Los ojos de ambos se encontraron y Bella, al sentirse pillada desvió la mirada, cortando la comunicación de forma abrupta, y dirigiéndola a sus manos, que seguían unidas.

- Vamos hasta la terraza, te pondré una silla allí. Hace un día agradable, te vendrá bien un poco de aire fresco. - Comentó Edward recuperando la compostura.

- Si, creo que me vendrá de perlas.

"Creo que necesitaría una ventisca para bajar la calentura… ¡Uff!"

Edward disimuló como buen vampiro al escuchar el pensamiento; no pudo estar más de acuerdo con lo de la ventisca. Si Bella no tuviera su útero ocupado, estaba seguro de no haber podido contenerse de abalanzarse sobre ella y poseerla en ese instante.

En vez de una simple silla, Edward tomó el butacón del dormitorio y tras poner un cojín y mullirlo, Bella tomó asiento en la terraza.

Cerró los ojos y disfrutó del aire en su rostro y de un rayo de sol que se filtró entre las nubes. Cuando los volvió a abrir, Edward estaba un paso hacía dentro del dormitorio. Lo miró extrañada.

- No te gusta el aire… - Dejó la frase inconclusa, abriendo desorbitada los ojos, mostrando una cara llena de espanto. - ¡El sol! - Exclamó. Edward rió divertido.

- No… no nos daña. Tranquila, no morirás convertida en cenizas porque te den directamente los rayos del sol. - Meneó la cabeza con molestia. - Nadie te ha hablado del famoso sol y los vampiros. - Bella negó, con cara enfurruñada y preocupada. - Nos hace… brillar. Por eso, no podemos exponernos.

- ¿Brillar? - Casi exclamó más que preguntó.

Edward dio un paso hacía fuera, hacía la terraza y se puso justo en la linea donde daba ese rayo de sol. En cuanto la luz dio contra su piel, miles de reflejos comenzaron a brotar de su brazo desnudo y su cara.

- ¡Dios mío… Es, magnífico! - Bella, con la boca y los ojos muy abiertos, no podía apartar la mirada. Era una imagen bellísima.

- Imagino que si, - Edward suspiró con abatimiento - pero esta maravilla - soltó con bastante sarcasmo - es lo que nos obliga a evadir el sol. Por eso nos gusta tanto Forks.

Bella asintió, mostrando en su cara su total comprensión.

- Otro inconveniente… - Murmuró. Su fascinación dio paso a una cara de resignación. - Limitaciones…

- Si. Lo siento. - Se disculpó Edward. Y otra vez, ese sentimiento de culpa.

- Por eso siempre vivís en sitios nublados… - Su pecho subió y bajó, aguantando la frustración; tragándose las ganas de llorar. - Cuando intimé con la familia, tras mi reposo por lo de la rotura de la arteria, después de tu irte… - Edward apretó la mandíbula ante la mención de ese acontecimiento - Pasé mucho tiempo hablando con todos, conociéndonos. Cuando me hablaron de algunos sitios donde habíais vivido, no todos, claro - Bella gesticuló con mofa, entendiendo el porqué siempre parecía faltar información en todo lo que contaban - me percaté de que todos esos sitios tenían en común una cosa… el clima.

- Por eso Elish decidió influirte, porque ella se percató de que estabas observando demasiadas cosas raras.

- No me di cuenta de antemano, pero si que al principio noté como de pronto me habían dejado de importar esas cosas raras… Tras un tiempo, no volví a darle más vueltas.

- Ella…

- Aplicó más fuerte su don. - Concluyó ella la frase por él. - Elish y yo, estuvimos hablándolo tras la visita informativa a la reserva. Me explicó que, aunque parecía haber dejado de ver cosas raras, si noté esa sensación y le daba vueltas. Así que apretó un poquito más. - Edward suspiró, no sabiendo qué decir. - No te agobies, Edward. - El vampiro la miró casi asombrado; era la primera vez que lo llamaba por su nombre, en un mes. Con esa naturalidad, con esa dulzura que lo hacía estremecer. - Me molestó mucho estar engañada, pero hay veces que pienso que lo prefería. Que adormeciera así mis sentidos, mi capacidad de observación.

Se hizo un silencio un tanto espeso. Edward sabía que Bella estaba agobiada; enfadada, y él no se atrevía a decir nada ante el riesgo de enrabietarla más.

- Pero ¿sabes?, para poder disfrutar del sol libremente, tenemos una vía de escape. Isla Esme. - El rostro del vampiro se iluminó ante la mención de la propiedad. Bella descontracturó su rostro ante eso.

Edward tomó una silla y se sentó al lado de Bella, pero lejos del rayo de sol, y le narró a Bella la historia de la isla; de como era, de su impresionante vegetación, la calma que allí se respiraba, del mar a las puertas de la preciosa casa… Todo.

Bella lo escuchó fascinada. Siempre le había parecido fascinante escuchar a Edward narrar. Hacía tanto tiempo que no tenían una conversación así, tan pacífica y armónica entre ellos, que ambos estaban emocionados. Se habían añorado tanto… En ese momento fueron conscientes de ello.

Charlaron durante un largo rato, hasta que Esme picó anunciando que era la hora de la cena, mostrando una bandeja con varias delicatessen.

Edward y Bella se miraron, mostrando en sus caras el pasmo de no haber sido conscientes de que habían pasado toda la tarde charlando, sin darse cuenta del paso de las horas.

Tras esa cara, ambos se lanzaron a reír.

Esme los miraba disimulada, sintiéndose feliz por ellos. Era la primera vez que hablaban de forma tranquila, y aunque ellos no se habían dado cuenta, bueno Bella no, parecían una pareja de enamorados.

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Bueno... Estaréis tranquilas, ¿no? Bella ha dado su consentimiento a ser convertida.

Poco a poco las relaciones con la familia se van acercando, otra vez.

Y ¡POR FIN! Gracias a Rosalie, se ha dado cuenta del amor que los Cullen sienten por ella... POR ELLA MISMA.

Y para el final... un momento "acercamiento" entre Bella y Edward.