Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.
Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry potter y sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JK. Rollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.
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"En el ajedrez no hay tiempo de dudar, solo de pensar y actuar ante cualquier movimiento." _(Ronald Bilius Weasley)
Garu suspiró, diciendo entre dientes al odiar por dentro no poder ser bueno en ese juego, a pesar de que era un buen estratega y el ajedrez normal sí que lo podía jugar.
–Simplemente dinos qué tenemos que hacer.
–Bueno, Harry, tú ocupa el lugar de ese alfil, Garu, tu ocupa el lugar del otro alfil y tú, Hermione, ponte ahí, en lugar de esa torre.
–¿Y qué pasa contigo?
Preguntaron al unísono Garu y Harry, agregando Ron con seguridad.
–Yo seré un caballo.
Las piezas parecieron haber escuchado porque, ante esas palabras, un caballo, los dos alfiles y una torre dieron la espalda a las piezas blancas y salieron del tablero, dejando libres cuatro cuadrados que Harry, Ron, Hermione y Garu ocuparon.
–Las blancas siempre juegan primero en el ajedrez.
Dijo serio Ron, mirando al otro lado del tablero.
–Sí... Mirad.
Un peón blanco se movió hacia delante, Garu, Hermione y Harry miraron con fijación el tablero. Ron comenzó a dirigir a las piezas negras, estas obedeciendo al instante con cada orden dada.
Se movían silenciosamente cuando los mandaba, impresionando a Garu, gemelo ninja de Harry, que pensó que tal vez sería una buena idea entrenar a Ron en tácticas de batalla, así estaría él y otro estratega cuando lo necesitaran. A Harry le temblaban las rodillas, nervioso por el juego que estaba pasando y donde ellos eran piezas también. ¿Y si perdían?
–Harry... Muévete en diagonal, cuatro casillas a la derecha.
Ordenó serio Ron, mirando de reojo a su amigo. Harry, aunque dudoso, hizo lo que Ron le indicó y avanzó en diagonal, mirando con atención las reacciones de las piezas sobre el tablero.
Su mente, normalmente más tranquila que la de Garu, se veía nublada por la ansiedad de estar dentro de un juego en el que él mismo era parte del tablero. Garu, al ver el movimiento de Harry, sonrió ligeramente.
La estrategia que Ron estaba formando en su cabeza era compleja, pero Garu confiaba en que si seguían las instrucciones. Podrían ganar este juego extraño, a pesar de no entender completamente las reglas.
La primera verdadera impresión llegó cuando el otro caballo fue capturado, haciendo que Garu y Harry lamentaran aquel movimiento. La reina blanca lo golpeó contra el tablero y lo arrastró hacia fuera, donde se quedó inmóvil, bocabajo.
–Tuve que dejar que sucediera.
Dijo pesaroso Ron, conmovido.
–Te deja libre para coger ese alfil. Vamos, Hermione.
Cada vez que uno de sus hombres perdía, las piezas blancas no mostraban compasión. Muy pronto, hubo un grupo de piezas negras desplomadas a lo largo de la pared.
Dos veces, Ron se dio cuenta justo a tiempo para salvar a Harry, Hermione y Garu del peligro. Él mismo jugó por todo el tablero, atrapando casi tantas piezas blancas como las negras que habían perdido.
–Ya casi estamos.
Murmuró de pronto.
–Dejadme pensar... dejadme pensar.
La tensión en el aire era palpable, después de las palabras que Ron soltó. Ron, con una expresión de absoluta concentración, observaba el tablero con ojos brillantes. Garu, Hermione y Harry estaban tensos, esperando ansiosos que su amigo encontrara el siguiente movimiento que pudiera salvarlos.
–Ron... ¿crees que podremos ganar?
Preguntó esperanzado Harry, su voz un tanto temblorosa. Mientras sus ojos recorrían el tablero, tratando de encontrar alguna pista de lo que sucedía.
–Estoy seguro de que podemos, Harry. Solo necesitamos un último empujón, un buen movimiento.
Respondió serio Ron, sin apartar la vista del tablero. Garu, como siempre observador y callado, estaba inmerso en sus pensamientos.
Sus ojos se movían de un lado a otro, procesando cada posible jugada. Su mente de estratega lo ayudaba a ver conexiones y patrones que otros no podrían notar, pero sabía que debía ser discreto porque este no era un juego normal de ajedrez muggles. Las piezas blancas que habían capturado sus piezas era ahora una preocupación menos, pero la reina blanca seguía siendo una amenaza grande.
–Si seguimos por este camino, puede que ganemos, pero necesitamos que Hermione ocupe la torre de manera estratégica.
Dijo concentrado Garu, rompiendo el silencio de la sala. Hermione asintió rápidamente, comprendiendo lo que Garu quería decir.
Aunque su mente siempre se había inclinado hacia la lógica y la inteligencia, este juego estaba poniendo a prueba no solo sus habilidades, sino también su valentía. Estaba jugando con su vida, al igual que todos los demás, y tenía que estar alerta a cada movimiento.
Ron, escuchando a Garu, frunció el ceño. Parecía que el chico ninja había captado algo que él había pasado por alto, algo que de verdad agradecía. La estrategia de Garu estaba tomando forma, pero aún quedaba un gran obstáculo: la reina blanca.
–No, espera, que nadie se mueva.
Dijo serio Ron, en el mismo momento en el que la reina blanca volvió su cara sin rostro hacia él.
–Sí... Lo tengo.
Murmuró firme Ron.
–Es la única forma... tengo que dejar que me cojan.
–¡NO!
Gritaron alarmados Harry, Hermione y Garu.
–¡Esto es ajedrez!
Dijo enfadado Ron.
–¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo haré mi movimiento y ella me cogerá... Eso te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry. Así Hermione no sufrirá ningún daño, haciendo que el juego acabe.
–Pero...
Intentó protestar Harry, pero Ron lo interrumpió.
–¿Quieres detener a Snape o no?
–Ron...
Esta vez lo intentó Hermione, pero de nuevo Ron interrumpió tajante.
–¡Si no os dais prisa va a conseguir la Piedra!
–Te dañarán.
Le dijo serio Garu, pero Ron lo fulminó con la mirada sin decir palabras. Garu suspiró resignado, sabía que no había nada que hacer.
–¿Listo?
Preguntó firme Ron, con el rostro pálido pero decidido.
–Allá voy, y no os quedéis una vez que hayáis ganado.
Se movió hacia delante y la reina blanca saltó, decidida a tumbar al pobre chico pelirrojo. Golpeó a Ron con fuerza en la cabeza con su brazo de piedra y el chico se derrumbó en el suelo, lastimado por el brutal ataque de la Reyna blanca.
Hermione gritó, pero se quedó en su casillero. La reina blanca arrastró a Ron a un lado, apartándolo del tablero grande de piedra.
Parecía desmayado, o por lo menos eso esperaban los tres. Muy conmovido, Harry se movió tres casilleros a la izquierda.
El rey blanco se quitó la corona y la arrojó a los pies de Harry, mostrándole el debido respeto y su rendición total. Habían ganado, gracias al sacrificio de Ron los tres habían ganado el juego.
Las piezas saludaron y se fueron, dejando libre la puerta. Con una última mirada de desesperación hacia Ron, Harry, Hermione y Garu corrieron hacia la salida y subieron por el siguiente pasadizo.
—¿Y si él está...?
Preguntó aterrada Hermione, pero Garu la interrumpió.
–Ni se te ocurra pensarlo, Hermione, él es fuerte sobrevivió al veneno de Norberto.
–Sí, sí Ron pasó la mordida del dragón bebé hace unos cuantos meses atrás, él estará bien.
Dijo serio Harry, apoyando el comentario de su hermano y tratando de convencerse a sí mismo. El pasadizo estaba oscuro y húmedo, pero la determinación de los tres no flaqueaba.
Cada uno había estado tan enfocado en el juego que el peligro real de la situación se había desdibujado, pero ahora, mientras corrían por el túnel estrecho, el pensamiento de Ron inconsciente en el tablero les pesaba, preocupando a cada uno de diferentes formas que expresaban o no.
–Si algo le pasa a Ron...
Comenzó a decir ansiosa Hermione, pero Garu la interrumpió con un tono firme.
–No dejes que esos pensamientos te nublen la mente, Hermione. Ya hemos pasado por cosas peores. Ron es fuerte, y jugó su parte como quiso. Confía en él.
Hermione asintió, pero la preocupación seguía reflejada en sus ojos. Harry, que había estado en silencio, también tenía en mente la imagen de Ron caído en el suelo del tablero, golpeado por la reina blanca.
Sin embargo, también sabía que no podían perder tiempo. Snape y su búsqueda de la Piedra Filosofal seguían siendo una amenaza, una que sin importar nada debían detener costara lo que costara.
–Tenemos que llegar al final de este pasadizo, encontrar la salida y detener a Snape antes de que sea demasiado tarde.
Dijo firme Harry, con firmeza, aunque la incertidumbre aún se dibujaba en su rostro. Garu, quien lideraba el grupo, no perdió el ritmo.
El ambiente en el túnel se sentía denso, y una sensación extraña recorría su piel, como si algo estuviera acechando en las sombras. Era la misma sensación que había sentido antes de enfrentarse a las piezas del ajedrez, como si el juego nunca hubiera terminado realmente.
–¿Qué crees que nos queda?
Preguntó curioso Harry a Hermione, hablando ella con firmeza, como sí repasara una lista de compras.
–Tuvimos a Sprout en el lazo del diablo, Flitwick debe de haber hechizado las llaves, y McGonagall transformó a las piezas de ajedrez. Eso nos deja el hechizo de Quirrell y el de Snape...
Habían llegado a otra puerta.
–¿Todo bien?
Susurró curioso Harry, respondiéndole con calma Hermione.
–Adelante.
Harry empujó y abrió, Garu, Hermione y él ingresaron a la habitación con calma. Un tufo desagradable los invadió, haciendo que se taparan la nariz con sus túnicas. Con ojos que lagrimeaban debido al olor, vieron, aplastado en el suelo frente a ellos, un trol más grande que el que habían derribado, inconsciente y con un bulto sangrante en la cabeza.
–Me alegro de que no tengamos que pelear con éste.
Susurró ansioso Harry, mientras pasaban con cuidado sobre una de las enormes piernas.
–Vamos, no puedo respirar.
Abrió la próxima puerta, los tres casi sin atreverse a ver lo que seguía...
