Capítulo 1: El boleto al cambio
Kagome Higurashi estaba en su escritorio, rodeada de papeles arrugados, libros abiertos y tazas de café vacías. Sus dedos tamborileaban sobre el teclado, pero la pantalla seguía prácticamente en blanco. Había pasado semanas intentando avanzar en su nueva novela, pero las ideas parecían escurrirse como arena entre sus dedos.
Kagome:(murmurando) "Un héroe atrapado en el tiempo… no, demasiado cliché. Quizá una princesa guerrera… no, eso ya lo hice."
Suspiró y enterró el rostro entre sus manos. A su alrededor, el desorden era evidente: ropa sobre el sofá, una pila de platos sucios en la cocina y el ruido de una lavadora vieja que resonaba desde otra habitación.
De repente, el timbre de la puerta interrumpió su caótica concentración. Kagome se levantó con un quejido, recogiendo un bolígrafo que había caído al suelo, y se dirigió hacia la entrada.
Kagome:(en voz alta) "¡Ya voy, ya voy! ¿Quién toca tan temprano?"
Al abrir la puerta, se encontró con Sango y Miroku, ambos sonriendo de oreja a oreja. Miroku sostenía un sobre brillante en la mano, mientras Sango le lanzaba una mirada cómplice.
Kagome:(cruzándose de brazos) "¿Qué están tramando ahora? Siempre que vienen con caras de felicidad exagerada, algo anda mal."
Miroku:(con un tono teatral) "Kagome, felicidades. ¡Eres la afortunada ganadora de un viaje a China con todo pagado!"
Kagome lo miró con escepticismo, levantando una ceja.
Kagome:"¿Un viaje? ¿En serio? Vamos, Miroku, ¿qué clase de broma es esta?"
Sango:(riendo) "¡No es una broma! El banco donde trabaja Miroku está premiando a sus mejores clientes, y tú eres una de ellos."
Kagome:"¿Yo? ¿Una de las mejores clientes? Apenas tengo suficiente dinero para pagar la luz. Seguro que esto es un error."
Miroku:(mostrándole el sobre) "Es completamente real. Aquí está toda la información: boleto de avión, hospedaje, tour guiado. Es una oportunidad única, Kagome."
Kagome tomó el sobre y lo examinó con cautela, aún incrédula.
Kagome:"No sé… suena demasiado bueno para ser verdad."
Sango:(rodando los ojos) "No seas tan pesimista. Tal vez es justo lo que necesitas para salir de este bloqueo. Un cambio de aire te hará bien."
Kagome miró alrededor de su casa, con su desorden habitual y las pilas de trabajo incompleto. La idea de un viaje era tentadora, pero otra preocupación cruzó por su mente.
Kagome:"¿Y mi casa? No puedo dejarla sola todo ese tiempo."
Miroku:"No te preocupes por eso. Nosotros la cuidaremos mientras estás fuera."
Sango:"Sí, no te preocupes. Además, piensa en esto como una inversión en tu creatividad. ¡Quién sabe! Tal vez vuelvas inspirada y escribas tu mejor novela."
Kagome suspiró, mordiéndose el labio inferior mientras consideraba la propuesta. Sus amigos parecían tan seguros de que era una buena idea, pero aún sentía un leve malestar en el estómago, como si algo no estuviera del todo bien.
Kagome:"Supongo que no tengo mucho que perder…"
Miroku:(con una gran sonrisa) "¡Eso es espíritu! Prepárate, porque tu vuelo sale en dos días. ¡Empieza a empacar!"
Sango y Miroku se despidieron rápidamente, dejándola sola con el sobre en la mano. Mientras cerraba la puerta, Kagome lanzó un último vistazo a su casa y murmuró para sí misma.
Kagome:"¿Qué podría salir mal?"
El vestíbulo del lujoso hotel en Tokio estaba lleno de asistentes, fotógrafos y fanáticos que intentaban captar un vistazo de la estrella del momento. Inuyasha Taisho, el actor más cotizado de Japón, caminaba con paso seguro y gafas de sol que ocultaban sus inconfundibles ojos dorados. Aunque intentaba mantenerse discreto, su cabello plateado y su porte llamaban la atención inevitablemente.
Inuyasha entró en una sala de reuniones privada donde su asistente, Myoga, lo esperaba con una carpeta llena de documentos.
Myoga:"Señor Taisho, aquí está el cronograma para su próximo rodaje en China. La agenda es apretada, pero he ajustado todo para que tenga algo de tiempo libre al final del viaje."
Inuyasha:(quitándose las gafas de sol y arrojándolas sobre la mesa) "Perfecto. ¿Qué hay de la casa? ¿Ya encontraron algo decente?"
Myoga ajustó sus gafas, hojeando rápidamente los papeles en sus manos.
Myoga:"De hecho, sí. Hemos encontrado una propiedad ideal: tranquila, alejada del bullicio de la ciudad, con un diseño que se ajusta perfectamente a su estilo. Estamos ultimando los detalles legales."
Inuyasha:(cruzándose de brazos) "Espero que esta vez no haya sorpresas. La última que me mostraron parecía más un museo que una casa. Quiero algo funcional, no un lugar para exhibiciones."
Myoga:"No se preocupe, señor. Cuando regrese de China, todo estará listo para que pueda mudarse de inmediato."
Inuyasha:(asintiendo) "Más te vale. Estoy harto de vivir en hoteles."
En ese momento, un miembro del personal abrió la puerta para recordarle que era hora de dirigirse al aeropuerto. Inuyasha suspiró, poniéndose nuevamente las gafas de sol.
Inuyasha:"Un viaje más… Espero que al menos sea productivo."
Mientras salía del hotel, los flashes de las cámaras lo recibieron al unísono. Con su típica actitud indiferente, Inuyasha se subió a un auto negro que lo llevaría al aeropuerto, listo para el próximo capítulo en su agitada vida.
El bullicio del aeropuerto llenaba el ambiente con voces, anuncios por megafonía y el sonido de maletas rodando. Kagome caminaba apresurada hacia el área de registro, con su pequeña maleta y una mochila cargada al hombro. Miroku y Sango la seguían de cerca, con expresiones que alternaban entre la culpa y el alivio.
Kagome:(mirando alrededor con emoción) "Esto es increíble. No puedo creer que me esté yendo a China. ¡Gracias por insistir en que aceptara este viaje!"
Sango:(sonriendo nerviosa) "Sí… bueno, creemos que realmente te hará bien."
Kagome se detuvo frente al mostrador para registrar su vuelo, mientras Miroku sacaba su billetera con disimulo. Antes de que pudiera reaccionar, le extendió un pequeño fajo de billetes.
Kagome:(confundida) "¿Qué es esto? ¿No se supone que todo está pagado?"
Miroku:(improvisando rápidamente) "Sí, claro, pero siempre es bueno tener un poco de efectivo para emergencias. No sabes cuándo podrías necesitarlo."
Sango:(asintiendo rápidamente) "Exacto. Considéralo un regalo de buena suerte."
Kagome tomó el dinero con una sonrisa agradecida, aunque todavía lucía un poco desconcertada.
Kagome:"Gracias, chicos. Son los mejores amigos que alguien podría tener."
Sango y Miroku la abrazaron con fuerza, un poco más de lo habitual. Kagome, aunque sorprendida, no dijo nada y les devolvió el gesto.
Sango:(con voz temblorosa) "Cuídate mucho, ¿sí? Y no olvides llamarnos cuando llegues."
Kagome:(riendo) "¡Claro! No es como si me fuera al fin del mundo."
Kagome se dirigió hacia la zona de embarque, lanzándoles un último saludo antes de desaparecer entre la multitud. Sango se quedó mirando hacia donde había desaparecido su amiga, con una expresión preocupada.
Sango:(suspirando) "¿Estará bien? Tal vez fue demasiado arriesgado hacer esto…"
Miroku:(con una sonrisa tranquila) "Kagome es increíblemente resistente. Incluso si se perdiera en el desierto, encontraría una forma de salir adelante. Los que deberíamos preocuparnos somos nosotros... cuando regrese."
Sango soltó una risita nerviosa, aunque la preocupación seguía reflejada en sus ojos. Ambos se dieron la vuelta y se dirigieron a la salida del aeropuerto, sabiendo que las consecuencias de su decisión no tardarían en alcanzarlos.
Kagome se acomodó en su asiento, mirando a su alrededor con los ojos llenos de asombro. Era su primer vuelo, y el ambiente del avión la fascinaba. Las pequeñas pantallas en los respaldos, las luces suaves del pasillo, y la azafata anunciando las instrucciones de seguridad. Todo le parecía un mundo nuevo.
En el compartimiento del asiento, encontró un periódico arrugado. Curiosa, lo sacó y comenzó a hojearlo mientras esperaba a que el avión despegara.
En una de las páginas, un artículo con letras grandes captó su atención: "Inuyasha Taisho: El mujeriego más buscado del cine." Con ojos ávidos, leyó el artículo, que hablaba sobre las relaciones amorosas de Inuyasha, su imagen de estrella inaccesible y cómo las mujeres caían a sus pies. Kagome levantó una ceja, sorprendiéndose por la forma en que lo pintaban, aunque en parte le parecía divertido.
Kagome:(pensando para sí misma) "No puede ser… ¡este tipo es un desastre de imagen!"
En ese momento, el hombre de cabello plateado y orejas puntiagudas que había estado buscando en el pasillo se sentó justo al lado de ella. Con gafas de sol, una chaqueta cara y una postura arrogante, Kagome no pudo evitar reconocerlo de inmediato.
Kagome:(emocionada y sin poder disimular) "¡Es... es Inuyasha Taisho!"
Inuyasha, aparentemente no interesado, se quitó las gafas de sol con calma y las dejó en la mesa plegable frente a él. Kagome, aún con el periódico en las manos, miraba fijamente el rostro del actor, sin poder creer su suerte.
Kagome:"¿Eres tú, Inuyasha? ¡El famoso actor de cine! ¡Estoy tan emocionada de verte aquí!"
Inuyasha la miró de reojo, claramente molesto por la interrupción, pero simplemente hizo como si no la hubiera oído, apoyando su cabeza en el respaldo del asiento y comenzando a cerrar los ojos como si fuera a dormir.
Pero justo en ese momento, el avión comenzó a despegar. Kagome, que nunca antes había volado, se sintió repentinamente aterrada por la sensación de ascenso. El ruido de los motores aumentó, y su estómago se encogió de miedo.
Kagome:(asustada, murmurando) "¡Oh no, oh no!"
En un impulso, sin pensarlo, se aferró al antebrazo de Inuyasha con una fuerza inesperada, buscando algo que la anclara a la realidad.
Inuyasha:(gritando molesto) "¡Oye, ¿qué haces?! Suéltame!"
Inuyasha se giró hacia ella con cara de irritación, pero al ver su rostro tan visiblemente asustado, se quedó en silencio por un momento. A pesar de su evidente molestia, algo en la forma en que Kagome temblaba le resultó... extrañamente tierna. Su mente se rebelaba ante el pensamiento, pero no pudo evitar sentirse ligeramente conmovido, aunque no lo demostraría.
Inuyasha:(pensando para sí mismo) "¿Qué demonios me pasa? ¿Por qué me parece que se ve... tan indefensa?"
Con una mueca, intentó apartar su brazo de su agarre, pero Kagome no lo soltaba.
Inuyasha:(resignado y antipático) "¿Tan débil eres? Relájate, no va a pasarte nada."
Pero Kagome, sin poder controlar su miedo, no dejaba de aferrarse a él, aún completamente aterrada por el despegue del avión.
En la casa de Kagome, Sango y Miroku caminaban con Myoga a través de los pasillos, mostrando la propiedad con una mezcla de orgullo y nerviosismo. El lugar estaba impecablemente ordenado, aunque el ambiente seguía teniendo ese aire acogedor que tanto amaba Kagome. Myoga, visiblemente satisfecho, se detuvo en el salón principal y observó a su alrededor con aprobación.
Myoga:"Debe decirse, ustedes han hecho un trabajo impresionante. Este lugar tiene mucho potencial."
Miroku:(sonriendo nerviosamente) Nos alegra que lo piense
Myoga asintió y, tras unos segundos de silencio, sacó una pequeña carpeta con documentos. Los dos amigos se miraron de reojo antes de que Miroku tomara el sobre con la transacción.
Myoga:(entregando el sobre) "Aquí está el pago acordado. Agradezco mucho su cooperación. Para finales de esta semana la casa debe estar deshabitada"
El pago era considerable, y por un momento, Sango y Miroku se quedaron mirando el sobre con una mezcla de alivio y remordimiento.
Miroku:(susurrando) "¿Realmente hicimos lo correcto?"
Sango lo miró, tratando de disimular su propia duda mientras sonreía con esfuerzo.
Sango:"Lo que hicimos fue necesario, Miroku. Ella estará bien."
Miroku:(con una mueca) "Pero... ¿y si no lo perdona? Tal vez hemos llegado demasiado lejos con todo esto."
Sango:(tomando su mano con suavidad) "Kagome es fuerte, y sabrá que no lo hicimos con malas intenciones. Nos conoce, Miroku. Ella sabrá perdonarnos, estoy segura."
Miroku miró a Sango, aunque la incertidumbre aún lo invadía. Finalmente, suspiró, guardando el sobre con el pago en su bolsillo.
Miroku:"Solo espero que tengamos razón…"
El servicio a bordo comenzó y la comida fue servida. Kagome, emocionada como si fuera su primera vez en un restaurante de lujo, no pudo evitar probar un poco de todo. Miró con entusiasmo los platillos frente a ella y, sin pensarlo dos veces, empezó a comer de manera un tanto desordenada, mientras hablaba sin parar.
Kagome:"¡Esto está delicioso! ¡Nunca imaginé que la comida en un avión fuera tan buena! ¿Vas a comer de esto? ¿O prefieres los snacks que traías?"
Inuyasha, que apenas había tocado su comida, la miró de reojo con una mueca de desaprobación y le extendió su platillo con desgana.
Inuyasha:(molesto) "Tómalo si tanto te gusta."
Aunque él la ignoraba casi por completo, Kagome no se rendía. Continuaba hablándole sobre todo lo que veía a través de la ventana, los recuerdos que le traía el viaje y lo emocionada que estaba por la oportunidad de explorar un nuevo país.
Kagome:"¿Sabías que siempre he soñado con venir a China? Me encanta la cultura, los templos… todo. Aunque, claro, el viaje es un poco raro. ¿Tú vienes de vacaciones o por trabajo?"
Inuyasha apenas murmuró algo en respuesta, mientras tomaba un papel y comenzaba a escribir algo en la pequeña mesita de su asiento. Kagome, curiosa, no pudo evitar echar un vistazo.
Kagome:"¿Vas a quedarte en ese hotel que aparece en el itinerario? Yo también tengo reservación ahí"
Inuyasha levantó la vista, claramente irritado, y le contestó con una mirada fulminante.
Inuyasha:"No es de tu asunto. Deja de ser tan entrometida."
Kagome, sin poder evitarlo, se quedó en silencio por un rato, pero la incomodidad en el aire solo hizo que la curiosidad de Kagome creciera aún más. Decidió intentar comer un poco más para despejar su mente, pero pronto se sintió demasiado llena, y una ola de náuseas comenzó a invadirla.
Kagome:(susurrando) "¿Por qué comí tanto?"
El avión comenzó a moverse ligeramente, y Kagome, que no se sentía bien, intentó aferrarse al asiento, pero en un mal momento, sin quererlo, se inclinó hacia Inuyasha y vomitó sobre su antebrazo. Inuyasha saltó de su asiento, mirando su camisa con horror.
Inuyasha:(gritando) "¡¿Qué diablos?! ¡Esto es una broma!"
Sin perder tiempo, se levantó y fue al baño del avión, mientras Kagome, avergonzada, intentaba limpiar el desastre con las servilletas del avión. Pero el olor persistió, y ella sabía que había arruinado totalmente su primer encuentro con Inuyasha.
Cuando Inuyasha regresó, ya no tenía la camisa manchada, pero la incomodidad seguía latente. Kagome, agotada por la vergüenza, se quedó dormida en su asiento, con el rostro rojo y la mente llena de arrepentimientos.
El tiempo pasó rápidamente, y cuando Kagome despertó, ya casi todos los pasajeros habían bajado del avión. Miró alrededor y vio que Inuyasha también había dejado su asiento. Apresurada, se levantó y vio que la camisa que había dejado sobre el asiento aún estaba allí. Sabía que debía devolvérsela, pero al bajar del avión, Inuyasha ya se encontraba rodeado de guardias de seguridad que no le permitieron acercarse.
Kagome, con el corazón acelerado, intentó avanzar, pero los guardias simplemente la ignoraron y la empujaron hacia un lado. Inuyasha ni siquiera se dio vuelta para mirarla.
Kagome:(pensando para sí misma) "Genial… arruiné todo. ¿Cómo voy a hacer para disculparme ahora?"
Kagome había estado esperando durante más de una hora en el aeropuerto, se supone que alguien del hotel iría por ella, la sensación de estar completamente sola en un país extranjero comenzó a apoderarse de ella. Por fin, agotada y sin más opciones, decidió tomar un taxi. El trayecto la dejó con menos dinero del que esperaba, pero al menos estaba allí, en el hotel.
En el lobby, Kagome trataba de hablar con la recepcionista en un chino torpe, utilizando las pocas palabras que recordaba de los libros que había leído sobre el idioma.
Kagome:(con voz insegura) "Wǒ yǒu yī gè dìnggòu..." (Tengo una reservación...)
La recepcionista la miró con confusión, y mientras buscaba la información, Kagome se dio cuenta de que una figura masculina se acercaba al mostrador. Un hombre alto, de ojos azules y cabello oscuro y largo, atado en una coleta alta, parecía ser todo lo contrario a Inuyasha, con una presencia tranquila y una gran elegancia. Kagome no pudo evitar mirarlo directamente.
Koga, al darse cuenta de su mirada, la miró de vuelta, sin dejar de sonreír ligeramente. Kagome, pensando que él no hablaría japonés, decidió romper el hielo.
Kagome:(sonriendo tímidamente) Crees que soy bonita? Tú eres muy guapo y elegante
Koga, sin decir nada, la miró por un momento, pero justo en ese instante, la recepcionista le respondió a Kagome, anunciando que no había ninguna reservación a su nombre. Kagome, completamente perdida, frunció el ceño, sin entender nada de lo que acababa de decir.
Recepcionista:"Méiyǒu dìnggòu." (No hay reservación.)
Koga, notando la incomodidad de Kagome y cómo no entendía lo que la recepcionista le había dicho, intervino y se dirigió a Kagome en un perfecto japonés.
Koga:"Te acaba de decir que no tienes una reservación, pero no te preocupes, yo te puedo ayudar."
Kagome, avergonzada por lo que había dicho y por la situación, miró a Koga con una mezcla de sorpresa y rubor. No sabía cómo pedir disculpas por su comentario anterior.
Kagome:(nerviosa) "¡Oh! Lo siento mucho... ¿Podrías ayudarme a conseguir una habitación?"
Koga sonrió amablemente y, sin dudarlo, habló con la recepcionista en perfecto chino, pidiendo una habitación para Kagome. Después de unos minutos, la recepcionista le entregó las llaves y le indicó que todo estaba listo.
Koga:"Tu habitación es la 1305. Todo está preparado. Si necesitas algo más, no dudes en decírmelo."
Kagome, ya menos nerviosa pero aún algo incómoda, le agradeció a Koga con una sonrisa.
Kagome:"Muchas gracias por tu ayuda, realmente lo aprecio."
Koga asintió, sonriendo levemente, y comenzó a alejarse del mostrador.
Koga:"No hay de qué. Cuídate."
Koga asintió, sonriendo levemente, y comenzó a alejarse del mostrador. Sin embargo, antes de irse, echó un último vistazo a Kagome, su mente intranquila por algo que no pudo entender del todo. Había algo en ella, en su sinceridad y su naturaleza algo desordenada, que lo dejó intrigado. Una leve sonrisa apareció en su rostro mientras se alejaba, aunque no dijo nada más.
La habitación de Inuyasha era lujosa pero austera, con detalles mínimos y muebles de buen gusto que reflejaban su personalidad reservada. La puerta se abrió y Koga, con su usual sonrisa confiada, entró sin previo aviso, como si estuviera en su propia casa. Ambos se saludaron de manera informal, como viejos amigos.
Inuyasha:(ofreciéndole un asiento) "No te esperaba tan temprano. ¿Qué tal todo?"
Koga:(sentándose) "Bien, bien. He estado ocupado. Compré una compañía de televisión, ya sabes, estoy regresando a Japón para hacer unos ajustes. Los negocios no esperan. Quiero emprender en la industria del cine, necesitaré tu ayuda"
Inuyasha asintió con indiferencia, mientras Koga se acomodaba en la silla frente a él, mirando los detalles de la habitación sin mucho interés.
Koga:"¿Y cómo están tu madre y la abuela? ¿Aún no te reconcilias con tu viejo por no cumplir con su sueño de que fueras doctor?"
Inuyasha:(con tono serio) "No. Mi padre sigue siendo un obstinado… ya sabes cómo es."
Koga: "Vamos, ya no eres un adolescente, Inuyasha. Es hora de dar el primer paso. No te conviene seguir cargando con eso, te hace daño."
Inuyasha no respondió mucho. En su lugar, se recostó en su sillón, mirando por la ventana. Koga, sabiendo que a veces su amigo era terco, decidió cambiar de tema.
Koga:"¿Y Kikyo? ¿Cómo está?
Inuyasha dejó escapar un suspiro. Su rostro mostraba una mezcla de frustración y algo más, algo difícil de leer.
Inuyasha:"Está bien. Ella sigue bien… y, sí, preguntó por ti. Deberías llamarla cuando regreses a Japón."
Aunque Inuyasha había dicho esas palabras con aparente indiferencia, había algo en su tono que no convenció a Koga. Sabía que Inuyasha aún no había resuelto todo lo que sentía hacia Kikyo, pero no quiso profundizar en el tema, al menos por ahora.
Koga:(con una sonrisa ladeada) "Está bien. Quizás lo haga."
Koga salió del elevador con paso firme, dirigiéndose hacia la salida del hotel. El día había sido largo, pero había disfrutado de la conversación con Inuyasha, aunque algo seguía rondando en su mente. Mientras caminaba por el vestíbulo, algo lo detuvo en seco: una figura conocida, de cabello azabache y rostro avergonzado, caminaba hacia él, sosteniendo una sopa instantánea en las manos.
Koga no pudo evitar sonreír al verla; la curiosidad y la simpatía se apoderaron de él al instante. Por lo que pudo notar, ella parecía algo fuera de lugar, pero no por eso menos encantadora.
Koga:(sonriendo) "¡Vaya! No esperaba encontrarte aquí de nuevo."
Kagome:(sorprendida, sonriendo) "¡Oh! Tú… eres el chico de antes."
Ambos se miraron un momento antes de acercarse, saludándose amistosamente. Kagome, aún algo incómoda, decidió hablar primero.
Kagome:(bajando la mirada con algo de vergüenza) "Lo siento por lo que dije antes… pensaba que eras chino, y, bueno... no lo eres
Koga:(sonriendo) "No te preocupes, ya pasó. Está bien."
Kagome:(dudando) "¿Estás hospedado aquí?"
Koga:(negando con la cabeza) "No, solo estaba visitando a un amigo. Soy amigo de Inuyasha, el actor."
Kagome:(sorprendida, con expresión preocupada) "¿Inuyasha? ¿El... el famoso actor?"
Koga notó la preocupación en su rostro y la forma en que había hablado, como si estuviera recordando algo incómodo, y aunque no entendió completamente, decidió no preguntar más.
Koga:"Ha sido un placer conocerte, Kagome. Si el destino lo quiere, tal vez nos volvamos a ver."
Sin decir más, Koga se despidió con un gesto amigable antes de caminar hacia la salida del hotel. Kagome, todavía sorprendida, lo observó alejarse con una sensación extraña en el pecho, algo entre la curiosidad y la incomodidad de lo ocurrido en su primer encuentro.
Kagome había intentado disfrutar de su viaje como había planeado. Paseó por las calles llenas de vida, admiró los templos y se maravilló con la arquitectura. Sin embargo, cada día que pasaba, su dinero se reducía más y más. Había comenzado a saltarse comidas, y el hambre empezaba a golpear con fuerza.
Sentada en un banco, intentó marcar nuevamente a Sango y Miroku, pero sus llamadas siempre llegaban al buzón de voz. Kagome estaba empezando a sentir una mezcla de miedo y frustración.
Kagome:(murmurando mientras miraba su teléfono) "¿Qué están haciendo? ¿Por qué no contestan? ¿Qué clase de agencia de viajes es esta?"
De vuelta en su habitación de hotel, el ambiente era opresivo. Kagome miraba la ventana con la esperanza de encontrar una solución. La idea de no poder pagar el hotel o regresar a Japón la tenía al borde de las lágrimas. Fue entonces cuando sus ojos se posaron en el armario, donde estaba colgada la camisa que había vomitado de Inuyasha.
Una chispa de esperanza la atravesó.
Kagome:(pensando para sí misma) "¡Eso es! Tal vez… tal vez pueda pedirle ayuda."
Con determinación, tomó la camisa y bajó hasta la recepción del hotel. Nerviosa, se acercó al mostrador e intentó explicarse con su chino limitado.
Kagome:(señalando la camisa) "Wǒ xiǎng liánxì... Inuyasha Taisho." (Quiero contactar a Inuyasha Taisho.)
La recepcionista, aunque inicialmente confundida, entendió lo que Kagome quería y marcó a la habitación de Inuyasha. Del otro lado, Inuyasha contestó con su tono habitual de fastidio.
Inuyasha:(con voz ronca) "¿Qué pasa?"
Recepcionista:"Señor Taisho, hay una mujer llamada Kagome que lo está buscando. Está en el lobby."
Inuyasha frunció el ceño al escuchar el nombre. No lo reconocía, pero algo en la voz de la recepcionista lo hizo sentir que esto no era un asunto común.
Inuyasha:(con tono seco) "¿Kagome? ¿Quién demonios es Kagome?"
Inuyasha estaba sentado en el sofá de su habitación de hotel, revisando algunos documentos de su próximo rodaje, cuando escuchó un insistente golpeteo en la puerta. Con el ceño fruncido, se levantó, acercándose con cautela.
Inuyasha:(murmurando) "¿Qué ahora? Si es otra fan loca…"
Abrió la puerta solo un poco, dejando visible una rendija. Frente a él estaba Kagome, sonriendo ampliamente, con una bolsa en las manos.
Kagome:(efusiva) "¡Hola! ¿Te acuerdas de mí?"
Inuyasha la miró fijamente, evaluándola, aunque en realidad sí la recordaba. Decidió fingir lo contrario.
Inuyasha:(arqueando una ceja) "No, ¿debería?"
Kagome:(riendo nerviosa) "¡Claro que sí! Soy la chica del avión… ya sabes, la que…"
Hizo un gesto que claramente imitaba vomitar, lo que hizo que Inuyasha torciera el gesto en una mezcla de disgusto y resignación.
Inuyasha:(fastidiado) "Ah… tú."
Kagome asintió rápidamente, ignorando su tono de voz.
Kagome:"Quería disculparme otra vez por lo que pasó. Fue un accidente y…"
Inuyasha:(levantando una mano para interrumpirla) "¿Qué quieres?"
Kagome:(sonriendo) "Vine a devolverte esto."
Le mostró la bolsa, dentro de la cual estaba la camisa que había vomitado. Kagome continuó hablando mientras sacaba la prenda.
Kagome:"La lavé y planché. Está como nueva."
Inuyasha tomó la camisa sin mucha ceremonia y cerró la puerta de golpe en su cara, dejando a Kagome boquiabierta por su grosería. Sin embargo, no tenía más a quién acudir, así que ignoró el desplante y volvió a golpear la puerta, esta vez con más insistencia.
La puerta se abrió bruscamente y apareció un Inuyasha claramente molesto.
Inuyasha:(irritado) "¿Qué ahora?"
Kagome:"Tengo algo importante que decirte. ¿Puedo pasar?"
Inuyasha:(cruzándose de brazos) "Desde aquí puedes hacerlo."
Kagome:(resoplando) "Es una historia larga."
Inuyasha:"Hazla corta."
Kagome:"No puedo. Necesito explicarte todo."
Inuyasha, frustrado, comenzó a cerrar la puerta nuevamente, pero Kagome puso una mano en el marco, deteniéndolo.
Kagome:(suplicando) "¡Por favor! Necesito ayuda. No tengo dinero para regresar a Japón ni para pagar el hotel. Somos japoneses, deberíamos ayudarnos mutuamente."
Inuyasha la observó con una mezcla de incredulidad e irritación, pero también algo más: una pequeña chispa de curiosidad. Aun así, le cerró la puerta en la cara otra vez.
Kagome no se dio por vencida y continuó golpeando la puerta. Finalmente, Inuyasha abrió una vez más, ahora con una mirada peligrosa.
Inuyasha:(gruñendo) "¿Qué parte de 'no' no entendiste?"
Kagome:(rápida, con una sonrisa forzada) "Si no me prestas dinero, al menos podrías pasarme el número de teléfono de Koga."
La mención de Koga hizo que Inuyasha frunciera el ceño con sospecha.
Inuyasha:"¿De dónde conoces a Koga?"
Kagome, con un destello de ingenio, cambió su expresión a una de tristeza desgarradora. Se llevó una mano al pecho y, con una pequeña lágrima rodando por su mejilla, habló con voz temblorosa.
Kagome:"Koga y yo… estuvimos a punto de casarnos. Pero el destino no lo permitió."
Inuyasha intentó mantener su postura fría, pero al verla tan vulnerable, algo en su corazón cedió. Aunque no quería que ella lo notara, se sintió conmovido por su actuación.
Inuyasha:(suspirando) "¿Qué clase de lío me estoy metiendo?"
Más tarde, en la habitación de Kagome…
Kagome saltaba emocionada sobre la cama, gritando de felicidad mientras abrazaba una pequeña pila de billetes.
Kagome:"¡Lo logré! ¡Lo logré!"
Su sonrisa no tenía precio, aunque sabía que pronto tendría que idear otra estrategia para salir adelante.
Kagome finalmente llegó a su casa después del agotador viaje. Abrió la puerta esperando encontrar el desorden habitual, pero lo que vio la dejó paralizada. La casa estaba vacía. No había muebles, ni cuadros, ni rastro alguno de que alguien viviera allí. El eco de sus pasos resonaba mientras caminaba por las habitaciones vacías.
Sacó su teléfono, marcando nuevamente a Sango y Miroku. Como era habitual, las llamadas fueron directamente al buzón de voz. Kagome apretó los puños, comenzando a sospechar lo que estaba pasando.
Kagome:(murmurando con rabia) "¿Qué hicieron…?"
Decidida, fue al banco donde supuestamente trabajaba Miroku. Allí, enfrentó a uno de los empleados.
Kagome:"Necesito hablar con Miroku. Es urgente."
Empleado:(mirándola extrañado) "¿Miroku? Lo siento, pero él no trabaja aquí desde hace un mes."
La respuesta fue como un balde de agua fría. Kagome sintió que sus piernas flaqueaban, pero intentó mantener la compostura.
Kagome:"Quiero un estado de cuenta de mi cuenta de ahorros, por favor."
Cuando le entregaron el documento, Kagome sintió que el mundo se derrumbaba. Todos sus ahorros habían sido retirados. La cuenta estaba completamente vacía.
Con desesperación, se dirigió al departamento donde vivían Sango y Miroku, pero tampoco estaban allí. Nadie sabía dónde se encontraban. Sin opciones, regresó a su casa, tratando de contener las lágrimas. Fue entonces cuando notó una nota pegada en la pared que antes había pasado por alto.
Nota:
Kagome,
Perdónanos, pero no teníamos otra opción. Prometo que me volveré alguien exitoso y probablemente te pague todo.
Posdata: Sango está embarazada. Te dejamos una foto de la ecografía.
Kagome sintió un torrente de emociones al leer la nota. Rabia, tristeza, traición y un toque de confusión la invadieron al mismo tiempo. Miró la foto de la ecografía con lágrimas en los ojos, sin saber si gritar o llorar.
Inuyasha ya había regresado a Japón y, como parte de su rutina, visitó una exclusiva tienda de ropa. Allí, vio a una mujer de cabello azabache, largo y lacio, de mediana estatura. Ella estaba conversando con unos clientes, ayudándolos a elegir qué prendas les quedarían mejor. Inuyasha no pudo evitar quedarse mirándola; esa mujer siempre lograba llamar su atención.
Era Kikyo. Al darse cuenta de su presencia, ella sonrió y se acercó a él rápidamente, abrazándolo con calidez.
Kikyo:(sonriendo) "¡Inuyasha! Qué sorpresa verte aquí."
Inuyasha:(tratando de ocultar su nerviosismo) "Acabo de llegar de China."
Kikyo:(curiosa) "¿Y? ¿Me trajiste algo?"
Inuyasha:(riendo levemente) "Nada material. Pero para compensarlo, te invito a cenar esta noche."
Kikyo:(sonriendo ampliamente) "Eso suena bien."
Mientras conversaban, Inuyasha mencionó casualmente a Koga.
Inuyasha:"Por cierto, vi a Koga. Preguntó por ti."
Los ojos de Kikyo se iluminaron de inmediato al escuchar el nombre de Koga. Su felicidad era evidente, lo que hizo que el corazón de Inuyasha se encogiera.
En ese momento, el teléfono de Kikyo sonó. Al responder, la expresión de felicidad de Kikyo creció aún más.
Kikyo:(por teléfono) "¡Koga! ¡Qué gusto escucharte! Sí, claro, podemos cenar mañana. ¿Dónde quieres que nos encontremos?"
Inuyasha, que estaba cerca, escuchó toda la conversación. Aunque trató de mantener una expresión neutral, no pudo evitar que su tristeza se reflejara en sus ojos. Mientras Kikyo colgaba el teléfono, su entusiasmo era evidente.
Kikyo:(mirando a Inuyasha) "¡Era Koga! Siempre sabe cómo alegrarme el día."
Inuyasha sonrió forzadamente, aunque su interior estaba lleno de sentimientos encontrados. Amaba a Kikyo, pero sabía que su corazón pertenecía a alguien más.
Inuyasha:(murmurando para sí mismo) "¿Por qué siempre tiene que ser él?"
Inuyasha estaba en su departamento, mirando su teléfono. Su mente no dejaba de volver a Kagome y cómo ella había dicho que conocía a Koga. Aunque inicialmente no le había dado importancia, ahora veía una oportunidad en esa conexión. Si lograba involucrar a Kagome en sus planes, tal vez Kikyo dejaría de pensar tanto en Koga.
Decidido, marcó el número que había guardado después de su encuentro con Kagome en el hotel.
Inuyasha:(hablando para sí mismo mientras el teléfono sonaba) "Espero que no me arrepienta de esto."
En la sala vacía de su casa, Kagome estaba tirada en el suelo, mirando el techo con la nota de Sango y Miroku a un lado. Cuando su teléfono vibró, lo tomó con desgana, esperando que fuera algún telemarketer. Sin embargo, al ver el nombre de Inuyasha, se incorporó rápidamente.
Kagome:(sorprendida) "¿Inuyasha? ¿Por qué me está llamando?"
Con algo de duda, contestó.
Kagome:"¿Hola?"
Inuyasha:(con tono serio) "Soy yo. ¿Tienes algo que hacer ahora?"
Kagome:(sarcástica) "Bueno, estaba disfrutando de mi vacío existencial, pero supongo que puedo hacer un espacio en mi agenda."
Inuyasha:"Nos vemos en la cafetería de la esquina de Shibuya. Media hora."
Kagome no tuvo oportunidad de responder antes de que él colgara. Miró el teléfono con incredulidad.
Kagome:"¡Qué grosero! Pero… supongo que no tengo nada más que perder."
Kagome llegó a la cafetería, vestida con ropa sencilla y algo desgastada. Inuyasha estaba sentado en una mesa junto a la ventana, con gafas de sol y una postura despreocupada. Ella se sentó frente a él, claramente incómoda.
Kagome:(nerviosa) "Gracias por llamarme. Prometo que te pagaré todo lo que me prestaste. Es solo que he tenido algunos problemas…"
Inuyasha ni siquiera la estaba escuchando. En lugar de responder, se levantó de la mesa y le hizo un gesto para que lo siguiera.
Inuyasha:"Ven conmigo."
Kagome lo miró confundida, pero lo siguió fuera de la cafetería. Caminaron hasta una tienda de ropa de alta gama, donde Inuyasha comenzó a revisar los vestidos, mientras ella lo observaba perpleja.
Kagome:(susurrando) "¿Qué está haciendo ahora?"
Inuyasha tomó un par de vestidos y se los entregó.
Inuyasha:"Pruébate estos."
Kagome, aún más confundida, se quedó mirando los vestidos en sus manos.
Kagome:"¿Qué? ¿Por qué?"
Inuyasha:(impaciente) "Solo hazlo. No tengo todo el día."
Sin entender nada, Kagome fue al probador. Con cada vestido que se probaba, Inuyasha la observaba detenidamente, aunque fingía estar desinteresado. Había algo en la forma en que los colores resaltaban el tono pálido de su piel y la manera en que su sonrisa, aunque tímida, iluminaba su rostro.
Finalmente, eligió un vestido entallado a media pierna, de color azul marino. El color resaltaba sus ojos oscuros, que Inuyasha, aunque nunca lo admitiría en voz alta, pensaba que eran increíblemente bellos.
Inuyasha:(mirándola de arriba abajo) "Ese está bien. Nos lo llevamos. Déjatelo puesto"
Kagome salió del probador, aún confundida.
Kagome:"¿Nos lo llevamos? Pero, espera, ¿por qué estoy comprando esto? ¿Qué está pasando?"
Inuyasha no le respondió. Simplemente llegó al mostrador, lo pagó y salió de la tienda, esperando que Kagome lo siguiera. Ella corrió detrás de él, todavía sin entender qué estaba planeando.
Kagome:(tratando de alcanzarlo) "¡Oye! ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué compraste este vestido?"
Inuyasha:(sin mirarla) "Ya lo entenderás."
Kagome, frustrada y confundida, no tuvo más opción que seguirlo, esperando que pronto le explicara sus intenciones.
Inuyasha y Kagome llegaron al restaurante, un lugar elegante con luces tenues y una atmósfera sofisticada. Kagome, que aún no entendía del todo por qué estaba ahí, tomó el menú y lo abrió, solo para ver los precios exorbitantes. Su rostro se puso pálido.
Kagome:(susurrando) "Esto es demasiado caro… No puedo pagar esto. Mira, Inuyasha, vine porque todavía te debo dinero, pero esto…"
Inuyasha no respondió de inmediato. Se quedó mirándola, serio, como si estuviera considerando algo importante.
Inuyasha:(con tono firme) "Escucha, Kagome. Tienes que luchar por la persona que amas. No importa lo que los demás digan."
Kagome lo miró con sorpresa y confusión.
Kagome:(parpadeando) "¿Eh? Bueno… supongo que tienes razón."
Inuyasha:(asintiendo) "Estoy seguro de que él no te ha olvidado. Deberías darle otra oportunidad."
Kagome frunció el ceño, aún más confundida. No tenía idea de a quién se refería, pero antes de que pudiera preguntar, escuchó risas provenientes de la entrada. Giró la cabeza y vio a Koga y Kikyo entrar al restaurante. Su corazón se aceleró cuando reconoció a Koga, y sin pensarlo dos veces, tomó el menú y lo usó para cubrirse el rostro.
Koga y Kikyo caminaron hacia su mesa, y al ver a Inuyasha, Koga lo saludó con entusiasmo.
Koga:"¡Inuyasha! No esperaba verte aquí."
Inuyasha sonrió efusivamente, levantándose para saludarlo, mientras Kagome intentaba hundirse más en su silla. Koga y Kikyo se acercaron a la mesa, y Kikyo miró a Kagome con curiosidad.
Kikyo:(a Inuyasha) "¿Quién es ella?"
Inuyasha:(con tono casual) "Es Kagome, una amiga con quien me encontré por casualidad. Decidí invitarla a cenar."
Sin previo aviso, Inuyasha le quitó el menú de las manos a Kagome, dejándola sin escapatoria. Kagome, con la cabeza gacha, dijo un tímido "Mucho gusto" apenas audible. Inuyasha, como si nada, continuó con las presentaciones.
Inuyasha:"Kagome, ellos son Koga y Kikyo."
Koga la miró con curiosidad, intentando recordar.
Koga:"¿Kagome? Ese nombre me suena… ¿Te conocí en Shanghái?"
Kagome, nerviosa, intentó negar al principio, pero al ver que no podría salir de la situación, asintió rápidamente.
Kagome:(forzando una sonrisa) "Sí, claro, en el hotel. Qué coincidencia encontrarte aquí."
Inuyasha, que había estado observando todo con atención, comenzó a sospechar. Aunque no dijo nada, su molestia por las mentiras de Kagome era evidente en su expresión.
Kikyo, notablemente celosa pero tratando de ocultarlo, interrumpió.
Kikyo:(mirando a Koga) "¿De dónde la conoces?"
Koga:"La conocí en el hotel en China. Tuvimos una breve charla."
Kikyo apretó los labios, claramente incómoda con la conversación. Mientras tanto, Inuyasha observaba con molestia cómo Kagome improvisaba sus respuestas, claramente mintiendo sobre lo bien que conocía a Koga. Kikyo, notablemente celosa, trataba de intervenir, pero la conversación fluía naturalmente entre Koga y Kagome.
Cuando todos salieron del restaurante, Kikyo rápidamente tomó la iniciativa.
Kikyo:"Koga, ¿me llevas a casa?"
Koga asintió sin dudarlo, mientras Inuyasha observaba la escena con un semblante molesto. Antes de subir al auto, Koga se giró hacia Kagome.
Koga:"¿Dónde vives? Puedo llevarte también."
Antes de que Kagome pudiera responder, Inuyasha intercedió rápidamente.
Inuyasha:(con tono cortante) "Yo la llevo. Tenemos muchas cosas de qué hablar."
Koga y Kikyo se despidieron, subieron al auto y se alejaron. Kagome, todavía nerviosa, los despidió efusivamente mientras Inuyasha la miraba con una mezcla de incredulidad y enojo.
Inuyasha:(molesto) "¿Por qué mentiste?"
Kagome:(intentando explicarse) "Estaba en una situación desesperada. Si no decía algo, no me habrías ayudado."
Inuyasha:(aún irritado) "Eres una vividora."
Kagome:(ofendida) "¿Y tú? ¡Tú me usaste esta noche! Si realmente fuera la exnovia de Koga, esto habría sido súper raro. ¿Cuál es tu verdadera razón para llevarme ahí?"
Inuyasha:(mordaz) "Al menos yo no miento descaradamente."
Kagome lo miró con furia, y ambos se quedaron en silencio mientras caminaban en direcciones opuestas, cada uno sumido en su enojo.
Kagome, acostada en el suelo de su sala vacía, apenas lograba conciliar el sueño. La tensión de todo lo que había sucedido estaba empezando a afectarla, pero su agotamiento físico la había vencido. En medio de la noche, ruidos provenientes del piso de abajo la despertaron abruptamente. Se levantó con el corazón acelerado, tratando de entender qué estaba pasando.
Al salir al pasillo que daba vista al primer piso, notó movimiento. Desde lo alto, vio personas entrando con muebles, organizando cajas y conversando entre ellos como si fuera algo normal. Kagome se quedó atónita, sin entender qué estaba ocurriendo. Su mirada se posó en un hombre mayor, de pequeña estatura y actitud autoritaria, que parecía estar supervisando todo.
Decidida a averiguar qué pasaba, Kagome bajó las escaleras rápidamente.
Kagome:(alzando la voz) "¡Oiga! ¿Qué está pasando aquí? ¿Quién es usted?"
El hombre, que no era otro que Myoga, se giró al escucharla, ajustándose las gafas con calma.
Myoga:"¿Y usted quién es?"
Kagome:(indignada) "¡Soy la dueña de esta casa! ¿Qué hacen trayendo muebles aquí?"
Myoga la miró con curiosidad antes de sacar un sobre con documentos. Con total tranquilidad, se los mostró.
Myoga:"Señorita, esta propiedad fue vendida de manera legítima. Aquí están los papeles que lo demuestran."
Kagome tomó los documentos con manos temblorosas y los revisó. Aunque no entendía del todo el lenguaje legal, el nombre de ella estaba en los papeles como vendedor. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas mientras la realidad la golpeaba.
Kagome:(con voz temblorosa) "Esto… esto no es justo. ¡Alguien me ha robado!"
Myoga:(encogiéndose de hombros) "Eso no es algo que yo pueda resolver. Si cree que hubo algo indebido, le sugiero que acuda a la policía. Pero, mientras tanto, esta propiedad ya tiene un nuevo dueño."
Kagome miró a Myoga, esperando algo de empatía, pero su actitud seguía siendo fría y profesional. Se sintió más sola que nunca, sin un lugar al que llamar hogar.
Kagome:(apretando los dientes) "¿Quién compró esta casa?"
Myoga:(con una ligera sonrisa) "El nuevo dueño es un cliente importante. No puedo compartir más detalles, pero le aseguro que todo se hizo según las normas legales."
Kagome llegó a la estación de policía con pasos firmes, los documentos en sus manos y la determinación en su rostro. Sabía que no tenía muchas opciones, pero estaba dispuesta a luchar por su hogar. Entró al edificio, un lugar iluminado con luces frías y lleno de murmullos y pasos apresurados. Al llegar al mostrador, un oficial la recibió con una mirada amable.
Oficial:"¿En qué puedo ayudarla?"
Kagome:(con voz firme) "Quiero denunciar una situación con mi casa. Fue vendida sin mi consentimiento."
El oficial asintió y le indicó que tomara asiento en la sala de espera mientras revisaba los papeles. Kagome se sentó en una esquina, abrazando sus documentos, observando el entorno con nerviosismo. Cerca de ella, una pareja joven estaba sentada con un bebé en brazos. La mujer acariciaba la cabeza del pequeño mientras el hombre le susurraba algo tranquilizador.
Kagome no pudo evitar mirarlos. Pensó en Sango y en el bebé que esperaba. Aunque estaba llena de enojo y tristeza, la idea de perjudicarlos se apoderó de ella. Si denunciaba la venta, sus amigos podrían enfrentar graves consecuencias, y ese bebé podría quedarse sin padres. La culpa comenzó a llenar su pecho.
El oficial regresó, pero antes de que pudiera decir algo, Kagome se levantó apresuradamente.
Kagome:(murmurando) "Lo siento. Ya no importa."
Sin darle más explicaciones, salió de la estación de policía, dejando al oficial confundido. Afuera, la noche era fría y el aire pesado, como si todo el peso del mundo estuviera sobre sus hombros.
Kagome regresó a su casa para dar un último paseo. Al entrar, se encontró con un lugar que ya no se sentía suyo. Los muebles eran modernos y lujosos, pero le resultaban completamente ajenos. Recorrió cada habitación con tristeza, recordando los momentos que había vivido ahí: risas con sus amigos, tardes escribiendo sin descanso, y las pocas pero valiosas memorias con su familia.
Se detuvo frente a la ventana de su habitación, mirando las luces de la ciudad a lo lejos.
Kagome:(murmurando) "Supongo que este ya no es mi hogar…"
Con el corazón pesado, salió de la casa y se dirigió a la estación de autobuses más cercana. Se sentó en una banca, esperando, pero ningún autobús pasaba. El tiempo avanzaba, y la calle se volvía más solitaria.
Ya más entrada la noche, Inuyasha estacionó su auto frente a su nuevo hogar. Bajó con calma, observando la fachada y las luces que brillaban en el interior. Estaba listo para comenzar una nueva etapa, aunque una parte de él aún cargaba con las emociones de la cena con Koga y Kikyo.
Mientras se acercaba a la puerta, notó una figura sentada en el suelo frente a su casa. Frunció el ceño, preguntándose quién podría ser, hasta que la luz de la calle iluminó el rostro de Kagome. Ella lo miró, tan sorprendida como él.
Kagome:(parándose de golpe) "¿Qué haces aquí?"
Inuyasha:(confundido) "¿Qué hago aquí? Esta es mi casa. ¿Qué haces tú aquí?"
Ambos se miraron fijamente, tratando de procesar la sorpresa. Ninguno sabía qué decir, y el silencio entre ellos se volvió más pesado mientras la realidad comenzaba a aclararse. Los dos se quedaron ahí, bajo la luz tenue de la noche, sin saber cómo reaccionar ante la ironía del destino.
