Había pasado 12 largos años desde que se había despedido de Agumon… su vida había cambiado por completo, había terminado el instituto y la preparatoria, al fin había entrado en la universidad de Odaiba.

Su vida había cambiado, pero él no se sentía nada cambiado, ahora tenía 23 años, pero seguía teniendo el mismo carácter despreocupado y bromista, al menos eso es lo que su novia le recordaba a cada rato que pasaba, pero si había cambiado su aspecto, gracias a la beca futbolística por la que estudiaba ciencias políticas en la universidad de Odaiba, estaba más en forma que nunca, era el capitán de su equipo e iban de primeros en la liga universitaria de Japón. Tenía los ojos castaños al igual que su pelo, pero por obligación de su trabajo en el restaurante lo tenía corto y bien peinado, por el resto nada más había cambiado en el.

Pero su vida no se reducía a sus estudios y al fútbol, muy a su pesar, también tenía un tedioso trabajo de camarero que le robaba un preciado tiempo que podía aprovechar para estar más con su novia, pero el dinero que proporcionaba ese trabajo era esencial si quería seguir viviendo de alquiler con ella.

Otra de las cosas que no había cambiado en su vida, había sido ella, ella seguía en su vida de forma ininterrumpida, todos sus amigos en la aventura por el mundo digital se habían marchado, incluso su hermana pequeña, pero ella no, como siempre, ella permanecía a su lado y el al de ella.

Siempre había sido así…

Después del duro día de clases, entrenamientos y trabajo en el restaurante, llegó a su pequeño apartamento en el centro de la ciudad, se desplomó en el sofá del pequeño salón y suspiro, miro el reloj y vio que su novia aún tardaría en llegar a casa, ella también trabajaba para la tienda de su madre para pagar su parte del alquiler, así que se decidió ir a buscarla para que no tuviera que coger el último metro que le traería de vuelta a casa, recogió como pudo su ropa del trabajo y del entrenamiento, que cargo todo el día junto a sus libros. Dejo algo de cenar preparándose en el horno, algo que siempre le agradeció a Mimi es que le enseñara algunas recetas en sus cortas visitas, sino aun solo sabría preparar huevos revueltos… con huevos cocidos.

Se ducho a toda prisa y sintiéndose renovado recogió su casco naranja y el casco rojo (colores elegidos por su novia, debido a la tonalidad de los emblemas que portaron alguna vez) bajo las escaleras de dos en dos y arrancó su moto, era una de las pocas cosas buenas que le había deparado su tedioso trabajo de camarero, con el dinero que ganaba podía pagar su parte del alquiler y logró ahorrar el suficiente dinero como para comprar una moto que le hacía la vida más fácil.

No tardó en llegar a la puerta de la floristería donde trabajaba su pareja, como era de esperar ella se había quedado sola hasta el cierre, así que no pudo evitar que su vena infantil, de la que tanto se quejaba ella volviera a salir, se escondió entre un pequeño callejón aun con el casco puesto y cuando escucho sus pasos acercándose, saltó de pronto a su espalda.

-Tai se que eres tu…-dijo Sora sin inmutarse mientras le miraba de forma altiva colocando ambas manos en su cintura-¿sabes que ya no eres un niño?

-¿Qué problema hay en querer seguir siendo un niño?-le preguntó Tai mientras se quitaba el casco y le dedicaba una sonrisa burlona.

-No cambiaras nunca…-dijo Sora suspirando, pero al momento esbozó una sonrisa-lo prefiero así…-le dijo mientras le acercaba a él y le dio un tierno beso en los labios, como hacían siempre desde que habían empezado a salir juntos hacia ya casi cinco años, en su último año en la preparatoria.

Tai miro con detenimiento a Sora, era una de las pocas cosas que había estado siempre en su vida, desde antes de llegar al mundo digital... ya estaba ella, siendo su inseparable compañera de clases y de fútbol, incluso habían ido juntos al jardín de infancia, para él había sido imposible imaginar su futuro en el que Sora no estuviera presente, pero ya no solo como una simple amiga, ella era mucho más para él, le conocía mejor que nadie, algunas veces sentía que Sora le conocía mejor que el mismo…

Ella si apenas había cambiado, había crecido como todos, pero su aspecto se mantenía, su pelo pelirrojo, sus ojos brillantes, su voz cálida y maternal... todo en Sora era auténtico y se mantenía inalterable, igual que su paciencia con él.

Sora también estudiaba en la universidad de Odaiba, pero estudiaba Economía, una carrera que Tai le parecía soporífera, no era capaz de entender la pasión de Sora por el mercado de valores, aunque eso le pasaba a ella con la política, lo consideraba aburrido y repetitivo. Ella también seguía practicando tenis, dejó el fútbol poco antes de acabar la escuela, pero ella lo hacía por afición, no entrenaba de forma profesional como él y al igual que Tai, también trabajaba para poder pagar el alquiler del pequeño apartamento que compartían desde hace un año, ella trabajaba con su madre en la floristería familiar.

-¿Nos vamos a casa?-le preguntó Sora mientras cogía su casco rojo y montaba en la moto- pero conduzco yo-le dijo mientras le guiñaba un ojo antes de bajar la visera de su casco, Tai simplemente suspiro y montó detrás de Sora, jamás lo reconocería, pero conducía mejor que él.

Llegaron a su apartamento y la cena ya estaba lista, comieron mientras contaban lo que había sido de su día, pero había sido casi como otro cualquiera, hasta que Tai se dio cuenta de que Sora parecía ausente.

-¿Tan mal cocino?-le preguntó Tai, aunque lo hacía para entablar la conversación, Sora le miró y le dedicó una de las sonrisas que mejor la ejemplifican.

-No, no se trata de eso, sino…-dijo Sora mientras levantaba la mirada y Tai también lo hacía, cierto, a el también le pasaba.

Ambos miraron a la pared del salón donde colgaba una enorme foto de su último día en el Mundo digital, en aquella foto estaban todos, sus amigos y sus compañeros Digimon.

-Dentro de un mes se harán doce años desde aquella foto… les hecho tanto de menos…-dijo Sora con un suspiro triste añadido…

Tai observó una vez más la foto, Sora estaba en lo cierto, había pasado mucho tiempo desde que se había visto todos, exactamente iba a hacer doce años…

Después de que volvieran del mundo digital, la primera en emprender un camino diferente había sido Mimi, los padres de Mimi se habían mudado a la ciudad de New York un año después del regreso del mundo digital gracias a que el Señor Tachikawa, había encontrado un empleo en la ciudad, con todo, ella había sido una de las personas con la que más habían mantenido el contacto, ella había logrado entrar en la universidad, pero lo había dejado en menos de un año, porque decidió que su gran sueño era convertirse en una gran chef y ciertamente, era una maravillosa cocinera, de las pocas visitas que les había hecho a él y a Sora en el tiempo que había pasado, logró que el aprendiera a cocinar, algo que de por sí ya consideraba algo meritorio, lo último que supo gracias a Sora fue que ella había terminado la escuela culinaria de New York en los Estados Unidos y que ahora trabajaba en un prestigioso y vanguardista restaurante en la ciudad de New York donde residía.

Después de Mimi, el siguiente en emprender viaje, fue T.K., aún recordaba con ternura el llanto tanto de él y de su hermana Kari al separarse en el aeropuerto el día que se fue, para el poco tiempo en el que habían estado juntos se había vuelto amigos inseparables, se había acostumbrado a ver a Kari y a T.K. uno como la prolongación del otro, ciertamente, gracias a sus Digimon ángeles, siempre había luchado uno al lado del otro y al ser los más pequeños, su conexión solo se hizo más fuerte, pero la distancia había acabado con aquello, T.K. se había mudado a Francia, con la familia de su madre, para que pudiera ir a uno de los colegios más importantes de París y lo último que supo del pequeño ángel, era gracias a Matt, T.K. estudiaba su primer año de periodismo en la universidad y tenía una preciosa novia llamada Catherine, que había visto en fotos que había compartido durante los últimos meses con Matt.

Los siguientes fueron Izzy y Joe, los dos se fueron a estudiar sus respectivas carreras a la vez a la capital de Europa, Berlín, Joe como era de esperar estudió medicina, iba a empezar a ejercer en un hospital de Berlín, cuando un terrible accidente de su hermano Shin, que le costó la vida, hizo que Joe siguiera sus pasos como médico para ONG en países en conflicto como lo había sido Shin, Tai cuando supo la decisión de Joe se asustó y le hizo sentirse orgulloso de Joe a partes iguales, por la multitud de viajes que realizaba era difícil mantener el contacto, solo deseaba con todo el corazón que este donde este que estuviera a salvo, Joe era más fuerte de lo que parecía, en sus aventuras lo había demostrado...

Por su parte, Izzy dejó constancia del genio que era, en Berlín estudió a la vez las carreras universitarias de Ingeniería Informática, Matemáticas y Física Teórica, las termino un año antes de lo esperado con matrícula de honor y como era de esperar, este hecho no pasó inadvertido para la comunidad científica y actualmente trabajaba en el CERN suizo donde también vivía, Tai recordaba aún un email que había intercambiado con Izzy en el que le pregunto en que estaba trabajando (por amabilidad más que interés) y la respuesta de Izzy aun a día de hoy la estaba intentando descifrar, porque no entendía nada de nada…

Después vinieron las partidas que le resultaron más duras para él, quería a todos sus amigos, pero la partida de Matt y más tarde, la de su hermana pequeña… sus presencias fue las que más había notado en falta.

Matt de la noche a la mañana había decidido convertirse en astronauta, algo de lo que se burló Tai en su día, pensaba que Matt le estaba gastando una broma, pero una mañana se encontró con un mensaje de despedida de Matt, se fue también a los Estados Unidos, concretamente a Houston donde estudiaba ingeniería espacial en el programa de jóvenes promesas de la NASA, esto le decía en el mensaje y le pedía disculpas a él y a Sora por no despedirse en persona, no quería despedidas incómodas… estúpido y arrogante Matt, casi estuvo a punto de dejar de hablarle, pero Sora le hizo ver que Matt había hecho las cosas así, porque le resultaba muy duro despedirse de ellos, no quería derrumbarse, eso había pasado ya hacía cuatro largos años…

Y por último, la despedida que más le costó, había sido de su pequeña e indefensa Hikari, de su hermana pequeña, con respeto a ella se sentía triste a la par de orgulloso, su hermana quería ser profesora y sus altas cualificaciones le hizo ganar la beca japonesa para que aprendiera del mejor sistema educativo del mundo, el finlandés, por eso desde hacía casi diez meses estaba viviendo en Finlandia, le costó muchísimo despedirse de Kari, pero casi todas las semanas intercambian emails, donde le informaba de que en el primer mes lo paso un poco mal, ya que no conocía el idioma, pero que también había conocido a un chico americano, de intercambio, llamado Wallace que le había ayudado mucho, porque ya se sentía a gusto en Finlandia, pero Tai no le gustaba nada ese tal Wallace, gracias sobre todo a que Sora le había insinuado que su hermana pequeña (aunque ya tenía veinte años) tenía novio.

-Yo también les echo de menos…-dijo Tai pensativamente.

Y nada… así de simple, no había vuelto a saber nada de los Digimon desde que se había cerrado la puerta, habría dado cualquier cosa por volver a ver a Agumon y volver a vivir aquellas aventuras, algunas veces se preguntaba si Agumon y los demás también les echaban de menos a ellos, estaba seguro de que si… pero ya no tenían manera de volver a verles…

Tai miro al frente y se encontró con su novia cabizbaja, Sora se sentía triste… y solo había una cosa que la iba a animar y pensaba conseguirla costase lo que costase…

-Mañana es 1 de Julio y después solo queda un mes para nuestro aniversario-era cierto, Sora y él había empezado a salir el 1 de Agosto el mismo día en el que había conocido a los Digimon-ya sé que puedo regalarte…

-¿El qué?-le preguntó Sora con ternura.

-A ellos-le dijo Tai mientras señalaba la foto donde aparecían todos, con sus compañeros Digimon-conseguiré reunirnos a todos, cueste lo que cueste…

-Tai…-le dijo Sora con afecto mientras le abrazaba y le daba un largo beso feliz- gracias…

Con tal de ver a Sora feliz, lograría reunirlos a todos por su aniversario… después de todo, ese día era inolvidable para todos… y quién sabe, tal vez ese año al fin la puerta pueda abrirse una vez más...


Aclaración: La historia sigue desde el final de Digimon Adventure, omitiendo la segunda temporada y las OVAS, a pesar de no ser muy cannon y de las importantes omisiones, espero que le den una oportunidad. Es lo que yo quiero que sea Digimon Adventure Tri.

SSS