Nota: El español no es mi lengua materna, por lo que puede haber algunos errores gramaticales. Intenté hacerlo lo mejor posible utilizando un traductor en línea. Si encuentras algún error o algo que no tiene sentido, envíame un mensaje en twitter /sorato_fan.
Espero que disfrute de la historia. Los comentarios son bienvenidos.
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Día 3 - Childhood & Growth: Mañana en el Parque
Takeru en tres momentos diferentes de su vida.
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–¡Papá! ¡Yamato! – Takeru gritó y trató de alcanzarlos, pero siguieron alejándose de él. – ¡No!
–¡Takeru! ¡Takeru! – Una voz suave lo llamó por su nombre y abrió lentamente los ojos.
–¿Eh? – Se sentó y se dio cuenta de que estaba sentado en su cama, a oscuras. Respiró hondo y unas cuantas veces para aliviar su ritmo respiratorio.
–¿Estabas soñando con ellos? – Preguntó Natsuko suavemente y lo sentó en su regazo.
–Los echo de menos, mami. – Sus ojos se llenaron de lágrimas. – ¿Ya no volverán?
–Lo siento, cariño. – Sintió un nudo en la garganta y se mordió el labio inferior para no llorar. – No lo harán.
–¿Yamato y yo somos malos hijos?
–¿De qué estás hablando, Takeru? No sois malos niños en absoluto. Sois increíbles.
–¿Entonces por qué no podemos estar juntos otra vez?
–Es complicado, hijo. – Natsuko hizo lo posible por no mirar sus tristes azules. – No tiene nada que ver contigo y Yamato, te lo prometo. Tiene que ver conmigo y con tu padre.
–¿No lo quieres?
–Debería haber sabido que me preguntarías por esto. – Una sonrisa muy sutil apareció en sus labios y desapareció muy rápido. – Claro que quiero a tu padre.
–Entonces, ¿por qué no puede quedarse aquí?
–Es complicado, Takeru. Te lo contaré cuando crezcas y tengas edad para entenderlo.
–Ya lo tengo. – Protestó y se secó las lágrimas de los ojos para demostrar su punto de vista.
–Tienes tres años. – No pudo evitar soltar una pequeña risita. – ¿Ya te encuentras mejor?
Takeru la miró y asintió. Entonces Natsuko lo colocó de nuevo en su cama con forma de coche y lo cubrió con sus mantas.
–Estupendo, así que intenta volver a dormir. Mamá tiene que levantarse temprano para trabajar y tú tienes que ir a la guardería. – Se inclinó hacia él y le besó la frente. – Buenas noches, Takeru.
–Mami.
–¿Qué pasa, cariño? – Le miró por encima del hombro y vio que él le devolvía la mirada.
–Tengo miedo, no puedo dormir. ¿Puedes contarme un cuento?
–Takeru, mami tiene que despertarse dentro de dos horas y necesita dormir.
–Por favor, mami. – Suplicó.
–Hoy no puedo, lo siento. – Encendió un poco más la tenue luz amarilla de la lámpara. – ¿Está mejor ahora?
–No quiero dormir aquí esta noche, mami.
–¿Entonces, ¿dónde vas a dormir?
–Contigo. – Sonrió de la forma que sabía que siempre la convencía.
–Está bien. – Natsuko se acercó a él y lo cogió en brazos. – Sólo por esta noche.
–Gracias. – Él la abrazó fuerte. – Te quiero, mami.
Ella no pudo evitar sonreír al escuchar lo que él acababa de decir. – Yo también te quiero, Takeru. ¿Quieres llevarte al señor Fluffy?
–Sí. – Estiró los bracitos cuando ella lo acercó y lo abrazó con fuerza.
Natsuko apagó la luz de la lámpara y cerró la puerta de su dormitorio, dirigiéndose al suyo propio.
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Habían pasado unos días desde que Angemon se sacrificó para destruir a Devimon. Takeru no se separaba de su digihuevo desde entonces, esperando que eclosionara en cualquier momento. Estaba durmiendo abrazado a él y abrió lentamente los ojos cuando notó que ya no lo sentía a su lado.
–¡Eh! ¡Vuelve aquí! – Rápidamente se levantó y corrió a recogerlo. – No puedo perderte otra vez.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que todo el mundo seguía durmiendo. Tenía tanto miedo de perder su digihuevo que estaba completamente despierto, así que decidió salir de la cueva en la que se encontraban aunque sabía que podía ser peligroso.
Se sentó junto al lago y observó su reflejo durante un momento; el digihuevo aún pegado a su cuerpo.
–Me pregunto cuándo vas a salir del cascarón. – Takeru lo levantó un poco. – Estoy deseando ver cómo será la forma de bebé de Patamon. ¿Todavía me recordará?
–Claro que sí. – La voz de Yamato resonó detrás de él y se dio la vuelta, mirando a su hermano por encima del hombro. – Estoy seguro de que nunca te olvidará.
–No entiendo por qué tuvo que pasar. – Dijo en tono triste mientras volvía a mirar su digihuevo. – Ninguno de los otros murió al evolucionar. ¿Por qué sólo Angemon?
–Ojalá lo supiera. – Yamato suspiró y se sentó a su lado. – Pero vas a volver a verlo.
–Quiero irme a casa, Yamato.
–Creo que nuestro trabajo aquí ha terminado, así que podemos volver pronto.
–¿Mañana?
–No lo sé, Takeru. No tengo ni idea de cómo salir de aquí. Lo más probable es que tengamos que descubrirlo por nuestra cuenta otra vez, como todo lo demás.
–Odio esto, hermano.
–A mí tampoco me gusta, pero no podemos hacer nada.
–¿Crees que mamá y papá nos están buscando en la Tierra? – Takeru miró al cielo azul oscuro que había sobre ellos. – Han pasado muchos días desde que llegamos aquí.
–No lo sé. – Yamato también levantó la vista. – Yo creo que sí. La gente del campamento de verano ya debe haber contactado con ellos.
–Mamá va a estar muy preocupada. Ojalá hubiera una forma de hablar con ella y hacerle saber que estamos a salvo.
–Desgraciadamente no encontramos ninguna. – Se puso de pie. – Vamos, volvamos. Necesitamos dormir, mañana tendremos un largo día de caminata.
–No tengo ganas de dormir, hermano.
–Vale, pero quedémonos dentro. Aquí es demasiado peligroso, en cualquier momento puede aparecer un Digimon y sorprendernos.
–Uf. – Hizo una mueca de dolor ante ese pensamiento y sujetó su digihuevo con más fuerza. – Eso seria terrible.
–Exacto. – Yamato puso su mano en la parte superior de la espalda de Takeru. – Vámonos.
–Vale. ¿Te quedarás conmigo?
–Por supuesto. – No pudo evitar sonreír. – Me quedaré contigo hasta que te duermas.
–No lo haré. Mi digihuevo puede perderse si lo hago. Tengo que cuidar de ello.
–Muy bien entonces. Lo cuidaremos juntos.
–¿Me lo prometes? – Takeru le miró con ojos esperanzados.
–Lo prometo. – El rubio mayor asintió con una gran sonrisa. – Puede que incluso tu digihuevo eclosione esta noche.
–Eso espero. – Miró el digihuevo que tenía en las manos.
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Takeru no podía soportar encontrar el resto de los Niños Elegidos todavía. Llevaba días sin salir de su casa; aún no sabía cómo hacerles caso. Hasta que se vio acorralado y tuvo que hacerlo.
No esperaba recibir visitas esa mañana, así que se llevó una gran sorpresa cuando sonó el timbre. Rápidamente se cambió y corrió a abrir la puerta antes de que quien estuviera al otro lado se cansara y se fuera. Iba a estar solo todo el día, ya que Natsuko tenía un proyecto muy importante que hacer en el trabajo y no podía escaquearse, aunque realmente lo deseaba.
–¿Hikari? – Preguntó sorprendido al abrir la puerta y verla enfrente. – ¿Qué haces aquí?
–Vine a ver cómo estabas. ¿Cómo estás?
–Estoy bien. – Se mordió el labio inferior, haciendo todo lo posible por no decir lo que quería y fracasó estrepitosamente. – No tenías que venir a verme.
–¿Por qué no? Puedo decir que te pasa algo.
–No me pasa nada.
–Por favor, te conozco mejor que esto. Hemos sido amigos por cuanto tiempo, ¿diez años ya?
–Supongo que no puedo ocultarte nada, ¿eh? – Soltó una risa incómoda y se rascó la parte de atrás del pelo.
–En absoluto. – Hikari presumió con una sonrisa. – Así que será mejor que empieces a contármelo.
–De acuerdo, pero tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie.
–Lo prometo. Pero suena serio, ¿qué es?
–He entrado en la universidad.
–¡¿Qué?! ¡Takeru, eso es genial! ¡Enhorabuena!
–Gracias. Pero hay más.
–¿Más? ¿Qué?
–La universidad es en Kioto.
–¿Hablas en serio? ¿Kioto? ¿Qué vas a hacer?
–No estoy seguro. No quiero dejar sola a mi madre. Yamato está muy ocupado con su propia graduación y apenas tiene tiempo para ver cómo está.
–Lo entiendo, pero tu madre es fuerte. Estará bien. Además, podéis hablar por videollamada siempre que queráis.
–Esa es una de las ventajas de la tecnología. ¿Así que dices que debería aceptarla?
–¡Por supuesto! Es la oportunidad de tu vida. Has trabajado tan duro para esto, ¿por qué dejarla pasar así? No creo que eso sea lo que tu madre querría que hicieras.
–Puede que tengas razón.
–¿Se lo has dicho ya a alguien?
–Todavía no. Tú fuiste la primera en saberlo. No sé cómo reaccionarán.
–Se alegrarán por ti, por supuesto.
–No sé… Supongo que me preocupa dejar a mi madre sola y he acabado pensando que también serán las reacciones de los demás.
–No lo harán. – Hikari cogió su teléfono que yacía sobre la mesa y se lo entregó. – Llama a tu padre y a Yamato y díselo. Estoy segura de que se emocionarán al enterarse de este gran logro en tu vida.
–Está bien. – Le cogió su teléfono de la mano y marcó su número. – Hola, papá? Sí, sí, todo va bien. Tengo algo que decirte…
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Natsuko suspiró aliviada cuando entró por primera vez en el nuevo apartamento de Takeru en Kioto. Llevarían sus cosas en los días siguientes, pero querían verlo vacío antes en persona.
–Tiene muy buena pinta. – Comprobó todas las habitaciones. – Muy espacioso.
–Lo es. – Takeru no podía dejar de sonreír por el gran paso que iba a dar. Estaba emocionado, pero también aprensivo y ansioso. – Me gusta mucho. Y además está cerca de la universidad.
–Todavía no puedo creer que te mudes a otra ciudad. – Afirmó Yamato cuando se reunió con ellos en la puerta de la habitación que estaban mirando su hermano y su madre. – Mi hermano pequeño está tan crecido.
–Oh, por favor, no seas tan melodramático. Seguiré estando algo cerca.
–Ya lo sé. – Se quitó el sombrero y le alborotó el pelo juguetonamente. – Estoy muy orgulloso de ti. No me cabe duda de que puedes lograrlo.
–Gracias, Yamato. – Takeru volvió a ponerse el sombrero. – Me alegro mucho de que te haya gustado. Tenía mucho miedo de que a mamá no le gustara y tuviera que encontrar otro apartamento.
–¿Nunca pensaste en vivir en el campus con un compañero de piso?
–La verdad es que sí. Pero no quería arriesgarme a vivir con alguien que no se tomara en serio los estudios y sólo quisiera divertirse.
–Sí, eso podría ser un problema.
–Yo también prefiero que viva solo. – Natsuko se unió a su conversación. – No me sentiría bien sabiendo que está rodeado de malas compañías. Eso no significa que me guste la idea de que viva solo. Puede ser muy solitario.
–No se preocupe, señora Takaishi. – Dijo Patamon desde los brazos de Takeru y la miró con expresión alegre. – Le prometo que le haré compañía.
–Seguro que lo harás. – Ella no pudo evitar sonreírle. – Gracias, Patamon.
–De nada. – Miró a su compañero. – Takeru, tengo hambre.
–Yo también. – Takeru se volvió hacia su familia. – Ya que estamos todos aquí, ¿qué tal si pedimos pizza?
–Me encantaría, pero tenemos que volver pronto. – Yamato miró a Natsuko. – ¿Verdad?
–En realidad, estaba pensando que podríamos pasar la noche aquí. Así, Takeru puede empezar a acostumbrarse a estar aquí.
–Pero no hemos traído nada para dormir y aún no hay muebles, así que…
–Lo hicimos. Lo tenía en mente desde antes de salir de Tokio, así que cogí cuatro sacos de dormir y me los traje.
–Supongo que no quedamos entonces.
–¿Dónde está papá? Dijo que iba a la gasolinera, pero ha pasado media hora y aún no ha vuelto.
–Ya conoces a tu padre. Probablemente se hizo amigo de alguien allí y está hablando de la vida. No me sorprendería que estuviera fumando fuera.
–Es muy probable. – Yamato miró a su hermano. – ¿Qué estás haciendo?
–Voy a pedir una pizza. Estoy buscando buenos sitios por aquí.
–¿Vamos a comer aquí?
–Ese era el plan… pero me acabo de dar cuenta de que no tenemos nada aquí.
–Comamos fuera. Así también podemos pasear por la ciudad.
–Me gusta esta idea.
–Muy bien entonces, está decidido. Llamaré a papá para ver dónde está. He encontrado un buen sitio al que podemos ir.
–Genial.
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–¡Takeru, despierta! ¡Takeru! – Patamon empezó a saltar sobre él, para despertarlo.
–¿Qué pasa, Patamon? – Murmuró, abriendo ligeramente los ojos y sintiendo el estómago un poco dolorido por el impacto.
–Dijiste que iríamos al parque esta mañana.
–¿Qué hora es?
El Digimon voló hacia su cómoda y cogió su teléfono. – Son las ocho y media.
–Vale. – Takeru se frotó los ojos y se sentó, luego estiró los brazos hacia arriba. – Desayunaremos algo rápido y luego podremos irnos.
–¿Por qué no hacemos un picnic en el parque, Takeru?
–¿Un picnic? Me parece una idea estupenda, Patamon. ¿Me ayudarás a coger todo lo que necesitamos?
–¡Por supuesto! – Sonrió y salió volando de su habitación.
–Creo que aquí está bien, ¿no?
–Creo que sí. – Patamon lo miró y voló de sus brazos y aterrizó en la hierba. – Es muy bonito.
–Realmente lo es. – Takeru se sentó y miró el escenario con una gran sonrisa. – La primavera en Japón es la más colorida que he visto.
–Me encanta. Es mucho más bonita que la del Digimundo. – El Digimon se tumbó boca arriba y miró brevemente al cielo antes de volverse hacia el joven adulto. – Eh, Takeru.
–¿Sí? – Takeru le siguió el juego y colocó las manos detrás de la cabeza.
–¿Sabes a qué me recuerda esto?
–No, ¿qué es?
–La vez que estuvimos en la Ciudad del Inicio.
–Ah. – El chico le miró. – Tienes razón. Ha pasado tanto tiempo que hasta lo había olvidado. Pero tengo curiosidad por saber por qué este parque te la recuerda. No tienen nada en común.
–No sé… quizá sea la energía. La brisa fresca que nos rodea y que mueve suavemente las hojas de estos árboles. Era la misma allí.
–Tienes razón, son similares. – Takeru miró al cielo azul claro sobre él. – Es una locura que hayan pasado diez años.
–Lo sé. ¿Te imaginabas aquí entonces?
–Aquí como mudándote a otra ciudad para estudiar?
–Sí.
–En absoluto. Pensé que iría a la Universidad de Tokio con la mayoría de los Niños Elegidos. Pero me alegro de que la vida tuviera sus propios planes para mí.
–Yo también.
–Estoy agradecido de que estés aquí conmigo. Sería más difícil para mí si estuviera completamente solo.
–Pero lo lograrías en el tiempo, estoy seguro.
–Lo haría. – Takeru esbozó una cálida sonrisa.
–Takeru.
–¿Qué?
–Estoy muy orgulloso del joven en que te has convertido.
–Gracias, Patamon. Eso significa mucho para mí. – Se sentó y revisó su bolsa. – ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer algo?
–Claro. – Patamon se acercó a él y cogió unas cuantas fresas de un pequeño cuenco de plástico.
