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Kohaku lo miró, su rostro reflejando una mezcla de esperanza e incertidumbre. Necesitaba escuchar algo más, algo que le diera la fuerza para seguir esperando. —Lo entiendo. Es solo que yo... yo ya he tenido suficiente.
Senku suspiró, sus pensamientos divididos entre su proyecto y la mujer frente a él. —No tengo tiempo para esto, Kohaku.
Las palabras de Senku cortaron como un cuchillo toda esperanza.
Kohaku se levantó de la cama, comenzando a vestirse. Su corazón latía con fuerza, su mente hecha un lío. Era la última noche juntos, y Senku no lo sabía, pero con eso último dicho por él, acababa de ayudarle a tomar la decisión.
—Kohaku, no hagas esto. No comiences un debate sobre un tema que no es necesario tratar. Estamos bien.
La tormenta que se desataba en el corazón de Kohaku dolía, y aún así, una vez vestida, se giró para mirarlo por última vez con una sonrisa. —Ja, lo sé, Senku. Después de todo, no tienes tiempo para esto. —Con esas palabras, se dirigió hacia la puerta.
Senku se quedó en silencio, sin saber qué más decir. La vio salir, ignorando la sensación de que una parte de él se desvanecía con ella. Ya la buscaría después cuando su mirada azulina no fuera de reproche y le llevaría un buen filete de carne para bajarle el mal humor. De momento su prioridad ahora era llamar a Xeno. Esa noche con Kohaku acababa de sacarle todo el estrés de una semana.
-..-..-
—¿Qué haces aquí...? —habló apenas, lentamente, evitando la mirada de Senku. Estaba tan turbada que apenas podía pensar, menos si sentía los latidos de su corazón retumbando fuertemente en sus oídos.
La pregunta se repetía: ¿Qué rayos hacia Senku ahí? ¡Y cuestionándola!
Senku se acercó mas. Su voz baja y firme: —Responde. ¿Hay alguien más contigo?
—Ja, no tengo por qué responder.
Kohaku cruzó sus brazos cuando al fin comenzó a reaccionar, intentando mostrar una actitud desafiante, sin embargo sus labios temblorosos delataban su nerviosismo.
Senku sonrió, su sonrisa fría y calculadora, sin despegar su rojiza mirada intensa de la mujer frente a él.
¿Cómo podría dejar de verle? Toda ella seguía llenándole las pupilas al completo.
Kohaku seguía igual de hermosa como la recordaba, incluso más; esa melena rubia, crecida y ahora suelta, ondeaba a su alrededor con cada movimiento que hacía.
—Oh, creo que sí tienes que responder —replicó, su voz baja y amenazante—. No volverás a alejarme, Kohaku.
La rubia se estremeció ligeramente bajo la mirada intensa de Senku y el tono de voz ordenante.
Senku se acercó un par de pasos más, y Kohaku se asombró por comenzar a sentirse acorralada.
—No puedes simplemente aparecer aquí y empezar a exigir nada.
Se felicitó a sí misma por alcanzar a mantener la compostura; no se estaba derrumbando ni explotando, a pesar de que ya le temblaban las piernas y el calor ya le recorría el cuerpo entero.
—Vine por ti. Aún tenemos mucho de que hablar.
Kohaku se maldijo a sí misma una y otra vez con su mente echa un lio.
¿Por qué no estaba arrojándolo fuera de su casa, mandándolo al otro extremo de la calle? ¿Por qué no estaba gritándole que se fuera? ¿Y por qué temblaba y retrocedía cada paso que él avanzaba?
¡Tonta, tonta, tonta!
Se odiaba; justo en ese momento volvía a odiarse a ella y a odiarlo a él. Era lo más idiota del mundo: odiarse más a sí misma porque no podía odiarlo lo suficiente para olvidarlo.
Solo con su voz y su rojiza mirada... Y sabía que nunca podría resistir a Senku.
—Vete...—murmuró, luchando por no caer de rodillas al suelo de madera—. Ya nos hemos dicho todo. No tenemos nada de que hablar.—Ni siquiera le interesaba saber cómo la había encontrado.
Y Senku volvió a acercarse. Su aliento cálido en la oreja de Kohaku cuando su cuerpo se pegó al de ella. La noto temblar cual hoja frágil cuando recargo un brazo contra la pared, aprisionándola.
— Primero, responde. ¿Vive alguien más aquí? —volvió a preguntar, ignorando las anteriores palabras de ella.
Kohaku se tensó, y apretó con fuerza los puños a cada lado de ella, después de terminar concluyendo que la sola presencia de ese hombre le seguía afectando. Y aun así, alzó la barbilla hasta que su fiera mirada conectó con la intensa rojiza de Senku. Sí, seguía temblando como tonta, pero tres años lejos, esforzándose por olvidarle, debían darle resistencia.
—Eso ya no es asunto tuyo.
Senku soltó una carcajada, igual de baja y peligrosa como su voz. —En eso te equivocas. Todo lo que te concierne es asunto mío, Kohaku.
—No puedes... No, no tienes ningún derecho —con su voz, ya comenzando a fallar, se mordió el interior de la mejilla.
En ese momento, Kohaku podía parecer de todo menos una fuerte mujer.
—¿Qué no puedo?—imitó como pregunta, sarcástico.
La negación en cada palabra y gesto de Kohaku desde que abrió la puerta y lo recibió estaban comenzando a exasperarlo. El calor extendiéndose por todo su cuerpo ya evitaba que su mente funcionara correctamente.
—Yo no...
—¿No tengo derecho?—casi se mofo Senku una vez mas, interrumpiéndola.
Kohaku termino por apartarle la mirada girando el rostro. —Yo ya no siento nada por ti...
Antes de que los rosados labios pudieran continuar, se vio sorprendida por la mano de Senku, sujetándola desde la quijada, girándole con poca delicadeza el rostro, acercándola.
El aliento caliente de Senku, casi mezclándose con el de Kohaku.
—¿Crees qué no tengo ningún derecho, eh?—Senku replicó una vez más, apenas y a milímetros de sus labios se detuvo... La sangre hirviendo, recorriéndole entero.
Esa voz y actitud lograron paralizar a Kohaku en su lugar con los parpados abiertos más de lo normal y la bruma nublando parte de su mente por su cercanía... Y aun así, sintió su rostro calentarse cuando de todas formas fue consciente de la otra mano de Senku bajando a su cintura y deslizándose por su espalda. Pegándola a él por completo.
—Senku... —Kohaku jadeó y tragó duro, cuando Senku bajó más y enterró la nariz en su cuello, deslizando después la punta por toda su extensión de arriba abajo terminando en su hombro, aspirando fuertemente.
—¿Qué ya no sientes nada por mí?—. Una incrédula carcajada quiso salir desde su pecho, pero en lugar de eso volvió a recorrerle el cuello, esta vez con la punta de la lengua, sonriendo cuando la sintió estremecerse contra él y sostenerse aferrándose de sus hombros.—Entonces, ¿por qué la reacción de tu piel es inequívoca?
La mano grande y algo rasposa de Senku abandonó su cintura para recorrerla por un costado y terminar acariciando la piel de su desnudo muslo. — Sigue estremeciéndose a mi toque.
Con el calor, extendiéndose por todo su cuerpo, y las piernas, fallándole, Kohaku se maldijo.
—No...—se quejo sin fuerzas.
El gemido que salió de la boca de Kohaku cuando él encajó los dientes en su hombro le hizo volver a temblar entera. A punto estaba de callarse a si misma, cubriéndose con su propia mano cuando él la detuvo.
Rápido, firme y necesitado, Senku la acercó hacia si con la mano que aún sujetaba la parte de atrás de su cuello y al fin la besó, jadeando contra ella casi al instante en que hicieron contacto, satisfecho de sentir que le correspondía.
Senku la besaba casi sediento, y Kohaku le imitaba con el mismo nivel abrumador de necesidad.
Lo quería; toda ella lo seguía queriendo y continuaba irremediablemente vulnerable a él.
—Solo yo...
Senku continuó besándola, devorando su boca tanto como Kohaku devoraba la suya, con la bruma nublando entera la mente de Kohaku.
—Tu cuerpo aún me responde...
Eso ultimo pronunciado por Senku, la hizo salir del trance que le había provocado con su tacto y su cercanía. De un empujón de hombros, lo apartó de su cuerpo.
—¡No!—exclamo furiosa.
Completamente roja de la cara, respirando agitada, y ahora sí le recorría entera un calor diferente que estaba a punto de hacerla estallar.
Kohaku ganó apenas un metro al empujarlo sin esfuerzo de ella, pero Senku volvió a acercarse un paso.
—Él nunca podría hacerte sentir lo que yo —y Senku al fin soltó una de las tantas cosas que quería decirle desde que ella le abrió sonriente, pensando que era otra persona.
—¡Para!
—¡¿Qué demonios hacías besando a ese imbécil?!
El fuerte reclamo de Senku logró humedecer los ojos de Kohaku, que se abrazó a sí misma.
—Solo vete...—volvió a pedir Kohaku.
Senku apretó los dientes y se paso la mano por el cabello, ellos nunca habían peleado y esto definitivamente era toda una pelea con todas sus letras. Escucharla pedirle una vez más que se fuera, lo dejo al límite.
—No me voy sin ti.—sentencio, tajante.
Kohaku, aun abrazada a si misma volvió a negar con la cabeza, sosteniéndole la azulada mirada brillosa.
—¡Eres mía, Kohaku! ¡No me iré para dejarte follar con ese...!
La exclamación de Senku fue cortada abruptamente por el puñetazo directo en su mejilla izquierda, haciéndole caer hacia atrás, noqueándolo por completo y dejándolo tirado en el suelo.
No se derrumbó.
Jajajajajajaja no sé que acabo de escribir jaja, osea si la trama va por ahi, aunque no pensaba traer continuacion aun pero... me vino a la mente el: ya no siento nada por ti. Si ven algun error segurmanete sea porque esto se escribio en 30 min, y tengo sueño, odio eso, cuando una idea me golpea de noche ya no me deja dormir xd
Super intenso este Senku, mas bien desesperado. Y esta Kohaku... si a alguien le parece que no esta canon esperen a leer el siguiente porque tendra mas sentido. Pero lo corte precisamente por esoxdBueno, yo queria que Senku sufirera un porquitito y pues, mientras me doy por bien servida.
Obviamente este reencuentro entre Senku y Kohaku no podia terminar de otra forma que con Senku en el suelo por mas buenote que se haya puesto con la edad.
