Gracias a Li por su lectura previa.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 5
― Así qué quieres bebés ―Edward comentó después de darle largas al asunto.
Tenían el día completo fuera de casa.
Su novia arrugó la nariz e hizo una mueca.
― Bueno, sí, supongo que un día voy a querer formar una familia.
Las manos de Edward empezaron a transpirar y el estómago comenzó a hacer ruidos extraños.
Dio un largo suspiro después de pasar la mano por por pelo incontables veces. Tratando de serenarse sujetó las delicadas manos de su chica y dijo.
― También quiero hijos. Soy un hombre educado en una familia tradicional ―un poco loca pensó para él mismo―. Pero sí, quiero casarme y tener una familia.
― Me alegro ―arrugó la frente.
― Tus manos son muy pequeñas ―por algún motivo Edward pensó que sería un buen tema que su novia supiera que sus manos eran delicadas.
― Agradezco tener manos femeninas ―farfulló ella― no me imagino teniendo unas manos tan grandes como las tuyas.
Sonrió. Edward realmente sonrió ampliamente al darse cuenta que tenía razón, su novia era perfecta con sus manos pequeñas y la conversación que estaban teniendo estaba fuera de lugar.
― Nena, en realidad este viaje fue planeado con la única intención de que pasemos tiempo juntos…
― Me lo has repetido varias veces.
Él asintió y cuadró los hombros.
― ¿Y…? ―El rostro enrojecido de su chica lo increpó.
― ¿Y? ―él repitió haciéndose el gracioso, sabía que le quedaba pésimo.
Vio que Bella suspiró.
― Bebé, llevamos dos horas aquí, frente al mar, el sol ya tostó de más mi piel y te juro que siento que se caerá a pedazos. En cualquier momento empezaré a cambiar de piel como las víboras.
Él rio ante el argumento más mal redactado que podía dar Isabella Swan.
― ¿No usaste bloqueador? ―preguntó.
― Por supuesto. Fue hace seis horas, llevamos todo el día fuera de casa y no entiendo la razón de estar parados frente al mar por más de dos horas.
Edward se tocó los bolsillos. Quería que todo fuese perfecto, solo que tenía una novia demasiado impaciente que se negaba a esperar que el sol se ocultara y así pudiera apreciar con mayor emoción los fuegos artificiales que tenía de sorpresa.
― Nena, por favor ―murmuró él al darse cuenta que no traía el anillo de diamantes que precisamente había comprado hace más de un mes en la tienda Tiffany―. Mierda.
― ¿Qué ocurre?
― Nada ―respondió presuroso.
El celular vibró en el bolsillo y supo que era la señal que le había pedido a su padre que le enviara cuando todo estuviera listo.
Estaba perdido.
― Oh mierda ―gruñó enfadado―. Por qué nada me puede salir bien, ¡maldita sea!
― Edward… ―Bella tocó su antebrazo mientras se tocaba los bolsillos traseros, justo donde estaba la billetera― estos días están siendo perfectos.
Quiso creerle al apreciar en los ojos marrones un brillo especial. Él quería malditamente ser lo mejor que ella hubiera tenido jamás, se esforzaba cada día por seguirla enamorando, solo que estas estúpidas vacaciones simplemente estaban fuera de sus manos.
― No nena ―exhaló al ver que la avioneta aparecía en el cielo lanzando sobre ellos cientos de pétalos de rosas, era la lluvia de flores que un día le prometió.
Se centró en ella sin dejar de rebuscar, ahora en la billetera.
Bella abrió la boca y sonrió al ver que de la avioneta descendían pétalos rojos y los bañaban de una forma exquisita, extendió los brazos y se dejó acariciar por cada pétalo que lamía su bronceada piel.
Edward miró hacia arriba, no pudo seguir manteniendo la cara tiesa, terminó sonriendo. Deslumbrado por la sensualidad de Bella al verl a bajo la lluvia de pétalos.
Fue entonces que el sonido de los fuegos artificiales se escuchó muy cerca. Los hombros de Edward cayeron.
Cientos de luces iluminaron el paisaje nocturno iluminando la pequeña isla.
Rodeó la cintura de Bella. No podía dejar de ver sus reacción, ella era feliz y era todo lo que importaba.
― Mira ―dijo él, señalando la frase que siguió había formado, "Cásate conmigo".
Bella se llevó las manos a la boca. Parecía pasmada y no lograba moverse.
Él suspiró hondamente y jugó con el hermoso anillo ahora estaba en sus dedos, se arrodilló sobre la arena blanca y miró a su chica.
― ¿Quieres casarte conmigo? ―preguntó formalmente.
Ella asintió vehemente con su eterna sonrisa en los labios.
― ¡Sí quiero! ―gritó a la vez que él deslizaba el anillo de compromiso.
Bella se arrojó a sus brazos sin darle tiempo de ponerse de pie. Lo había arrollado y estaba sobre él encima de la arena.
Le hizo reír la euforia de su futura esposa. Le gustó su reacción, el ímpetu de la aceptación y todas las adorables caras que hacía.
― Edward ―notó que la voz de Bella se había vuelto seria, apreció que no sonreía y aunque seguía encima de él, aún tumbados en la arena. Se puso nervioso―. Seguro ¿quieres casarte? Yo… yo no soy tan seria como crees, me gusta reírme a carcajadas y me burlo de absolutamente todo y tú tal vez no aprecies con…
Dejó un dedo en los labios rosas, acallándola .
― Bella, ¿qué tipo de amargado crees que soy? Claro que sé quién eres, amo tu personalidad y risa, es más te amo tanto que si ahora mismo me dices que te desquitarás de mi familia con tu humor yo aceptaría encantado.
La chica elevó ambas cejas.
― ¿Lo dices en serio?
― Mi amor, no hablaremos de mi familia justo en este momento que es nuestro ―acomodó mechones del cabello detrás de las orejas de Bella―. Esta noche es especial, nena, serás mi esposa.
Ella lo besó apasionadamente dándole la paz y quietud que necesitaba. Aunque una parte de su cerebro no dejaba de pensar en que sería bueno obtener una revancha.
Edward y todo su nerviosismo pudo pedirle matrimonio a Bella. Nos leemos muy pronto con otro capítulo.
Les comento que tengo una nueva historia por si gustan acompañarme en la noche para el primer capítulo, se llama Desafío y el prólogo ya está publicado.
Gracias totales por leer
