ERES MÍO

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Izuku de pies a cabeza mientras un nuevo gemido se escapaba de manera involuntaria de su boca. La vergüenza había pasado a segundo término desde hace mucho, en el mismo instante en el que su cerebro hizo corto circuito. La relación que había mantenido con Katsuki Bakugo siempre había sido demasiado intensa y complicada en muchos aspectos. Habían pasado por tantas fases: buenos amigos, simples conocidos, enemigos, rivales, compañeros y algo a lo que aún no se atrevía a ponerle un nombre, pero que lo consumía en una vorágine de lava ardiente.

— Izuku.

En algunas ocasiones, justo como ahora, odiaba mucho la necedad del rubio de llamarle por su nombre. Como si todo su ser no estuviera ya convertido en un desastre total para que, además, tuviera que soportar el desenfrenado latir de su corazón que parecía querer escapar de su pecho cada vez que la voz grave y ronca de Bakugo resonaba en un constante gruñido en su oído. ¿Lo peor? Que Kacchan ni siquiera lo había tocado, no directamente, al menos y su cuerpo realmente lo estaba anhelando de una manera que no creyó que fuera humanamente posible. Se sentía desesperado y extasiado por partes iguales.

— Kacchan… — Susurró el peliverde esperando no sonar tan necesitado como en verdad se sentía. Su respiración vergonzosamente agitada.

— Cállate, nerd… — Respondió el rubio con aquella sonrisa arrogante que hacía temblar sus piernas como si estuvieran hechas de gelatina. A pesar del tono brusco con el que había hablado no le dio temor, al contrario, aquella mirada carmín parecía querer derretir su alma entera.

Cuando sus labios fueron tocados por la rosa roja que Bakugo estaba usando para recorrer su cuerpo desnudo, volvió a gemir de puro placer. Aquella noche, Katsuki se estaba comportando demasiado extraño, al menos más de lo usual. La semana pasada habían discutido por una tontería, se habían dejado de hablar y aunque siempre compartían el turno nocturno al momento de patrullar, el rubio siempre le ignoraba. Izuku admitía que su corazón dolía cada vez que eso pasaba, pero no estaba seguro de cómo arreglar las cosas. Hasta esa noche, cuando después de una entrevista, uno de los fans se había acercado al peliverde más de lo estrictamente necesario y le había robado un beso enfrente de todas las cámaras de televisión.

Lo que pasó después fue realmente confuso. Kacchan había aparecido en medio de una explosión, el fan había terminado desmayado en el suelo, Bakugo le había arrastrado con el hasta su departamento en donde le había desnudado por completo mientras le besaba con urgencia, pasión y deseo. Y todo eso sin permitirle hablar para defenderse de alguna manera. Aunque en realidad Izuku no había tenido la fuerza de voluntad para poder detenerlo, aunque lo hubiera querido. Al final, había terminado sobre la cama en medio de un montón de pétalos de rosa roja que no sabía cómo era que habían llegado ahí, respirando agitado y con la necesidad de que ese rubio lo hiciera suyo de una vez por todas. El aroma de las rosas, mezclado con el aroma a glicerina que desprendía la piel de Katsuki le resultaba indescriptible, embriagador y provocaba que su cerebro se friera.

— Eres mío, Izuku.

Los ojos esmeraldas de Izuku se abrieron de par en par, sorprendidos por aquella declaración, su mirada, buscando en su contraparte cualquier indicio que le dijera que aquellas palabras eran ciertas y no producto de su imaginación. Katsuki simplemente le regresó la mirada, las pupilas dilatadas por el placer mientras le quitaba los pétalos a la rosa con la que le había acariciado con tanta delicadeza, con una desquiciante lentitud.

— Ka…

— Hoy te voy a demostrar que ningún extra podrá darte el placer que solamente yo puedo darte, nerd.

Izuku parpadeó sorprendido, pero sintiendo la emoción y alegría nacer desde lo más profundo de su corazón. No pudo evitar sonreír al extender sus manos en dirección de Kacchan en busca de un abrazo. Nunca había imaginado que pudiera ser capaz de ver a Katsuki Bakugo celoso. ¡Celoso por él! Le parecía algo tonto en realidad, si tan solo Katsuki supiera que para Izuku nunca había existido nadie más importante que él en su vida, que había sentido que su mundo se había derrumbado cuando le vio desangrado durante la batalla con Shigaraki y le creyó muerto. Nunca se había sentido tan desesperado en su vida. Nunca había sentido esa necesidad de matar a alguien, la fura que lo había recorrido le había nublado cualquier tipo de pensamiento coherente.

Cuando consiguió que Kacchan le abrazara, volvió a besarle con desesperación, pero también con una total y absoluta entrega. Sí, aquella fue una noche extraña. La primera de muchas. Una noche donde por primera vez se entregaron al deseo. Un deseo al que ninguno de los dos era capaz de ignorar por más tiempo. Una noche en donde sus sentimientos más profundos despertaron y se entregaron a ellos sin reserva. Una noche en donde las palabras sobraban, donde la atracción entre ambos era tan evidente que fue difícil de rechazar. Una noche donde la pasión y el deseo fueron los principales protagonistas.


Este escrito participa en la semana FlowerWeek 2025 organizada por las páginas de Facebook Little Star y Maleja-chan.

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