TE EXTRAÑO
𝐃𝐢𝐚 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨, Lirios: En el lenguaje de las flores se asocia con la nostalgia, la melancolía y la extrañeza. Se dice que esta flor representa el dolor por alguien que no está, ya sea física o emocionalmente.
"La pérdida de un ser amado es la experiencia más dolorosa que puede tener el ser humano. Para Shota Aizawa, quien siempre se ha caracterizado por ser introvertido, no es capaz de perdonarse por la muerte de Shirakumo, su mejor amigo, y comienza a alejarse de Yamada. Cuando menos se da cuenta la distancia con el rubio se hace enorme que amenaza por separarlos por completo. Afortunadamente, siempre contarán con la intervención de un buen amigo que velará por ellos."
— Vas a resfriarte.
Aizawa alzó la mirada solo para comprobar que la lluvia que había estado cayendo a través de su cuerpo había sido bloqueada por un paraguas. Un paraguas sostenido por la mano de Yamada Hizashi quien le estaba dedicando una mirada que era una mezcla de duda y preocupación. Desde que había pasado el incidente en donde había muerto Shirakumo, hace ya un año, no habían hablado mucho, o lo que podía traducirse como él tratando de evitar a toda costa convivir con el rubio, a pesar de que este insistía en buscarle en la academia. Y no es que estuviera molesto con él, nunca podría enojarse con Hizashi sin importar qué tan fastidioso fuera algunas veces. En realidad, estaba molesto consigo mismo, por no haber sido los suficientemente fuerte como para poder haber hecho algo más y evitar el trágico desenlace de quien consideraba su mejor amigo. Estar con Yamada significaba de una manera u otra, recordar a la persona que ya no se encontraba entre ellos. Habían dejado de ser el trío de tontos de la clase A, para convertirse solo en un dúo, un dúo que parecía haber olvidado cómo interactuar entre ellos sin que resultara incómodo. Y extrañaba demasiado la dinámica que tenían. Si bien nunca lo había expresado con palabras, la verdad era que Aizawa estaba muy agradecido con Shirakumo por haberle sacado del mundo de soledad que él mismo se había autoimpuesto. Los lentes que usaba con su traje de héroe eran los mismos que Shirakumo le había regalado. La muerte de Shirakumo solo había significado un punto de quiebre al que no había estado preparado. Un segundo había estado sonriendo junto con Shirakumo y al siguiente estaba parado sobre un cúmulo de escombros, lleno de sangre y con la mirada perdida en el punto donde sabía yacía el cuerpo sin vida de su amigo. Si antes ya le costaba trabajo socializar, después de presenciar aquel suceso se volvió incluso más retraído.
El único que al parecer le interesaba seguir a su lado a pesar de sus constantes rechazos, era también la única persona a la que tanto trabajo le costaba mirar a los ojos ahora. — Estoy bien. — Respondió finalmente luego de un momento de duda. ¿Cuándo fue la última vez que Yamada y él tuvieron una conversación como tal? Ya había perdido la cuenta. Ni siquiera en el entierro de Shirakumo cruzaron palabras, cada uno encerrado en su propio dolor.
Yamada dejó escapar un suspiro, demasiado cansado como para discutir por algo que suponía ya estaba perdido, o al menos, a punto de perderse. — Ya veo. — Era evidente que Yamada no le creyó nada, pero Aizawa agradeció que no quisiera discutir al respecto. Por el contrario, se sorprendió cuando Hizashi le tendió el paraguas para que fuera él quien lo sostuviera ahora. Después, simplemente se agachó frente a la tumba para poder colocar un lirio sobre la misma, quedando arrodillado sin importarle para nada que el suelo estuviera mojado.
Una efímera sonrisa se dibujó en los labios del rubio mientras unía las palmas de sus manos y cerraba los ojos para dedicarle una oración a su amigo fallecido. De alguna manera le parecía reconfortante que tanto él como Shota hubieran pensado de la misma manera al llevarle la misma flor. Los lirios significaban la melancolía y el dolor por la partida de los seres queridos. Él también extrañaba a Shirakumo con todo su corazón, pero también extrañaba demasiado a Shota y a su presencia tan enigmática que había terminado por cautivarle. En un principio quiso darle su propio espacio, permitir que sus heridas tanto físicas como emocionales sanaran lo suficiente, pero cuando se dio cuenta de que Shota prefería evitar los lugares en donde se encontraba él, ya era demasiado tarde. Faltaba poco para que pudieran graduarse y parecía que ellos no volverían a estar juntos. Aquel día de aquel horrible accidente no solo parecía haber perdido a un amigo, sino a dos. Y Shota era verdaderamente especial para él y quizás el único que se había dado cuenta de sus sentimientos, incluso antes que él mismo, había sido precisamente Shirakumo. Pronto se encontró almorzando solo en la azotea de la escuela, recordando con nostalgia no solamente a Shirakumo sino también la presencia del pelinegro. Y si no le había preguntado nada aún, era porque era un total cobarde. No quería confirmar, no, más que nada no quería escuchar de los propios labios de Shota que prefería no volver a ser su amigo. No soportaría perderle a él también, así que hasta el momento se había conformado con estar presente desde lejos. Aunque vivir con la duda de que tal vez nunca volverían a ser amigos resultaba cada vez más asfixiante.
— Oye, Shota…
Los ojos de Aizawa se abrieron con total sorpresa ya que hasta el momento tanto él como Yamada nunca se habían hablado por sus nombres de pila. Yamada agradecía que el azabache no se hubiera marchado aún y que continuara cubriéndolo de la lluvia con su paraguas. Al menos así, estando aún arrodillado frente a la tumba y dándole la espalda a Aizawa, podía evitar que éste no fuera testigo de lo vulnerable que se sentía justo en esos momentos. — ¿Sí? — Preguntó un tanto confundido el pelinegro que seguía con la mirada fija en la espalda del rubio. ¿Era su imaginación o Yamada parecía tenso?
— ¿Podemos seguir siendo amigos?
Preguntó finalmente mientras se ponía de pie con exagerada lentitud. Después simplemente se giró para poder quedar enfrente del pelinegro y recuperar el paraguas. Aizawa bajó rápidamente las manos con cierta pesadez. — ¿Qué estás diciendo? — Preguntó finalmente el pelinegro sintiendo una inexplicable opresión en su pecho. ¿Yamada había creído todo ese tiempo que él ya no quería ser su amigo? La culpabilidad poco a poco estaba asentándose en su interior.
Yamada desvió la mirada a la tumba una vez más. Aizawa nunca le había visto un semblante tan triste y una mirada cargada con tanto dolor. — Después de todo, Shirakumo fue quien nos unió, ¿no lo crees? Entendería que ahora que él ya no está tú… — Hizashi cerró los ojos con fuerza en un vago intento por calmar los latidos agónicos de su corazón y de deshacer el nudo que se había formado en su garganta y que le estaba complicando respirar adecuadamente. — Yo… — Continuó después de un largo momento, dejando escapar un profundo suspiro. — Lo que quiero decir es que… por favor… me gustaría seguir siendo tu amigo, aunque Shirakumo ya no esté con nosotros. — "Por favor no me apartes de tu lado.", completó para sí mismo sin atreverse a decir aquello en voz alta sin sentirse tan expuesto.
Si antes los ojos de Aizawa ya se encontraban llenos de sorpresa, ahora estaban básicamente estupefactos. Incapaz de hablar, el silencio que se prolongó después fue bastante incómodo. ¿Ese era el mismo Yamada que conocía? Yamada siempre había sido demasiado alegre y ruidoso, optimista y lleno de energía, demasiado brillante para su propio bien. El Yamada que se encontraba enfrente de él era todo lo contrario, parecía derrotado, triste y resignado a recibir malas noticias. Estaba tan sorprendido por la imagen que le estaba dando Yamada que no se dio cuenta cuando el rubio volvió a agachar la mirada. Un nuevo suspiro se escapó de los labios del rubio y cuando volvió a levantar la mirada le dedicó la sonrisa más triste y resignada que Aizawa le había visto. — Lo comprendo. — Volvió a hablar el rubio, interpretando aquel silencio como la respuesta que el azabache le estaba dando. — Por favor cuídate mucho, ¿sí? — Y ante a un sorprendido Aizawa se acercó para poder depositar un beso sobre su frente.
Después simplemente se marchó, no sin antes asegurarse de dejarle el paraguas al pelinegro para que no se mojara, sin importarle que a él mismo le pasara. Por unos minutos Aizawa se quedó parado sin saber que decir o hacer, mientras observaba la espalda del rubio alejarse cade vez más. ¿Cómo era que las cosas se habían torcido tanto? Era consiente que el único responsable de todo ese enredo y mal entendido era él mismo. Sentía un miedo indescriptible que no podía detener. ¿Qué debía hacer? Estaba seguro de que si no hacía nada terminaría por perder también a Yamada y todo por su egoísmo. Pero también era como si sus pies se hubieran quedado estáticos y se rehusaran a avanzar. Al menos hasta que un suave golpe sobre su espalda lo hizo trastabillar hacia el frente. Cuando volteó, la imagen translucida de Shirakumo le regresó la mirada con su típica y gran sonrisa.
Ve
Por primera vez en mucho tiempo Aizawa sonrió un poco al mismo tiempo que de sus ojos comenzaba a derramar lágrimas. Quería decirle tantas cosas que no pudo hacer mientras estaba con vida, pero al ver aquella sonrisa supo que no había necesidad de nada y aunque aún se sentía culpable de no haber podido salvarlo, el semblante tranquilo que mostraba Shirakumo le había dado la tranquilidad que tanto le había faltado todos esos meses. Después de un momento asintió para finalmente salir corriendo en dirección al rubio. No se había percatado de la distancia que los separaba hasta que notó que Yamada estaba a punto de salir del cementerio. Sabiendo que no podría alcanzarlo, hizo lo primero que se le cruzó en la mente.
— ¡Hizashi!
Escuchar su nombre de los labios del pelinegro fue tan sorpresivo para Yamada que no dudó en quedarse quieto. Cuando se giró, observó que Aizawa se acercaba corriendo y justo cuando llegó enfrente de él, se quedó encorvado apoyando sus manos sobre sus rodillas mientras intentaba recuperar el aliento.
— Lo siento. — Mencionó Aizawa en cuanto pudo volver a hablar y mirar al rubio de frente luego de incorporarse. Ni siquiera le había dado oportunidad a Yamada de decir algo. — Por todo… por alejarme, por evadirte, por hacerte pensar que ya no quería ser tu amigo cuando es todo lo contrario. — Continuó dando un par de pasos más en dirección a Yamada. — Tenía… cierto temor de que pensaras que por mi culpa Shirakumo murió y en realidad sí me siento culpable por eso. — Yamada quiso interrumpir, pero de nueva cuenta Aizawa no le dejó al colocar su mano suavemente sobre los labios del rubio. — Déjame terminar, por favor. — Pidió con un ligero susurro. — Nunca fue mi intención que sintieras que ya no deseaba ser tu amigo, pero el recuerdo de Shirakumo resulta tan doloroso aún que estar en los mismos lugares en donde solíamos estar los tres… me parecía asfixiante. Y no tuve el valor para poder decírtelo de frente e hice lo mejor que sé hacer, huir. Así que lo siento… en verdad lo siento, Hizashi.
Yamada se quedó en silencio por unos minutos mientras procesaba todo lo que Aizawa le había dicho, no pudiendo reprimir la sonrisa que comenzó a formarse en sus labios. Finalmente se atrevió a tomar al azabache de la manga de su suéter negro que llevaba en esos momentos. — No te culpo y de todas maneras no creo que hayas sido culpable de su muerte. Solamente fueron un conjunto de circunstancias que ninguno de los dos previno y que terminó de la peor la manera. Le pudo haber pasado a cualquiera, Shota. —Continuó dedicándole una pequeña sonrisa a su amigo quien le observaba con el ceño fruncido. — Te perdono por haberte alejado. — Mencionó finalmente, atreviéndose a rozar con la yema de sus dedos la piel de la muñeca del azabache, sonriendo un poco más cuando notó la manera en la que su amigo comenzaba a relajarse. — Con una condición.
Aizawa parpadeó ligeramente confundido por aquella manera de hablar. — La que quieras. — Respondió sin dudas pues lo que más deseaba en esos momentos era que pudieran ser lo mismo que antes.
Hizashi rio suavecito, un gesto un poco contradictorio al tratarse de alguien con un don bastante escandaloso. — Mi única condición es que hagamos nuevos recuerdos, Shota. Juntos. — Dejó escapar otro suspiro dando una breve mirada en dirección a la tumba de Shirakumo. Tuvo que parpadear un par de veces pues le había parecido ver a Shirakumo sonriéndole, pero eso era definitivamente imposible, ¿verdad? Cuando volvió a fijarse efectivamente no había nadie más ahí a esas horas que ellos dos. — Regresemos aquí cada vez de que sea su aniversario luctuoso, almorcemos en otro lugar que no sea la azotea, acompáñame a comprar discos saliendo de la escuela, vayamos a ese café que está lleno de esos gatos que tanto te gustan… y si hay algo que te molesta o que no te gusta simplemente dímelo, lo resolveremos. Juntos.
Aizawa se quedó en silencio un poco, analizando las palabras del rubio. De alguna manera presentía que aquello tenía otro tipo de trasfondo, pero no le pareció extraño. — Está bien. — Cuando Hizashi le regresó la mirada con aquella gran sonrisa, por primera vez se dio cuenta de cuánto lo había extrañado.
— Regresemos entonces. — Exclamó contento Hizashi que sin soltar la manga de su amigo se encaminó junto con él a la salida del cementerio.
Aizawa se dejó hacer sin poner muchas quejas, sintiendo agradable la brisa fresca que alborotaba sus cabellos. Confundido parpadeó al darse cuenta de que ya no traía el paraguas, pero ya no era necesario pues había dejado de llover. Quiso avisarle a Hizashi que lo había dejado olvidado, sin embargo, no quería arruinar el momento y tampoco deseaba regresar, ya después se aseguraría de comprarle otro porque por fin, después de mucho tiempo, todo el dolor, la tristeza, la nostalgia y la desesperación comenzaban a irse lentamente.
Este escrito participa en la semana FlowerWeek 2025 organizada por las páginas de Facebook Little Star y Maleja-chan.
#flowereek2025
#weekconmaleyadri3
#floresyships
