TODOS LOS PERSONAJES DEL MUNDO CANDY CANDY NO ME PERTENEN MÁS QUE A SUS CREADORAS Y ESCRITORAS MISUKI E IGARASHI.

¿A QUIÉN AMAR?

Capítulo 7.

ÉSTA NOCHE TE AMARÉ.

¡Eliza! – la joven volteó al escuchar su nombre y la esperó, se sorprendió al sentir los brazos de Candy alrededor de su cuello, estaba llorando.

¿Candy? ¿Qué tienes? – la rubia la soltó y se secó las lagrimas y al mismo tiempo regalándole una sonrisa – Candy ¿me he perdido de algo?

Eliza… ¡soy tan feliz! – la pelirroja le devolvía la sonrisa.

¿Y porque lloras? – le preguntó un tanto preocupada – ¿y a que se debe tu felicidad? – la abrazó por los hombros mientras caminaban rumbo la los dormitorios.

¡Albert y yo ya somos novios! – ambas se abrazaron y brincaron emocionadas, llamando la atención de otros estudiantes.

¿ya se los dijiste a tus padres? – quiso saber Eliza.

No… bueno, se los diré cuando regresemos a casa… ay Ali… ¡toca mi corazoncito! – poniendo la mano de su amiga en el pecho – ¡Dios mío! ¡sus besos! ¿sabes que me dijo?

No… ¿Qué te dijo? – le preguntó emocionada.

Me dijo tantas cosas… ¡Dios! Es tan maravilloso, me dijo que yo soy a quien esperaba…

¿tendrá algún defecto? – le dijo molestándola.

¡Por supuesto que no! él es tan perfecto… sus brazos… su pecho… su rostro… su…

Candice Johnson White ¿no te habrás acostado con él verdad? Candy… apenas vas a cumplir 18… no lo arriesgues… ¿Sabes en los problemas que podrías meterlo? Él es mucho mayor que tu…

¿Cómo crees? De besos no pasamos… y lo sé Eli… pero es imposible no reaccionar a sus besos – abrazándose sola.

Me siento tan feliz por ti Candy… eres muy afortunada… y si, te creo, ha de ser un hombre maravilloso… porque chavo ya no es – riendo a carcajadas ambas.

Viejo tampoco es ¿eh? Lo malo es que este es su último año en la universidad… – haciendo un puchero – tengo de aquí a cuatro meses…

¿tener que Candy?

Es que cuando estoy con él… lo necesito…

Candy no digas tonterías… lo que tu necesitas es un baño… pero de agua muy fría… por cierto, cambiaron el día del examen de economía… es el lunes.

¿Cómo? ¡mi Dios! No estudié nada…

Vamos Candy, que solo necesitas un repaso y asunto arreglado…

Ay Eliza ¡te quiero tanto! Eres la mejor amiga que tengo… aparte de Annie.

Lo sé… a veces la extraño tanto… como que si no la hubiéramos visto hace un mes – llegaron al dormitorio que compartían y mientras Candy sacaba sus cosas de la maleta, le entregó un sobre a Eliza - ¿y esto?

Papá te lo envía… es un regalo, y este es el mío – dándole una cajita de terciopelo alargada, Eliza la abrió y sus ojos se cristalizaron por las lágrimas.

Candy… no tenías por que hacerlo… esto es…

Es hermoso… mira… tiene un guardapelo… con una fotografía de cada una… Annie tendrá una igual… y mira… yo también tengo la mía – ambas se abrazaron – mira… la tuya tiene topacios, la de Annie zafiros y la mía esmeraldas… dice papá que es por el color de nuestros ojos ¿te gusta?

¡por supuesto que si! Gracias Candy – mientras se ponía la pulsera – es un regalo maravilloso, llamaré a tu padre para agradecerle.

Me preguntó porque no fuiste a casa – en ese momento tocaron a la puerta – voooy – Candy se levantó y corriendo fue a abrir la puerta – buenos días Mike ¿Qué pasa?

Buenos días Srita Johnson – estiró el cuello buscando a alguien – ¿la Srita. Leegan?

Eli… te buscan – llamó Candy, la pelirroja fue hasta ellos.

Hola Mike ¿Qué deseas?

Srita… hay un paquete para usted, nos pidieron resguardarlo en refrigeración hasta que usted llegara.

Gracias Mike, eres muy amable – sacó un billete de su bolso y se lo dio al hombre, tomó la caja y la sacudió.

No es necesario Srita.

Por favor Mike, recíbelo…

Gracias Srita. Leegan – y ambas entraron de nuevo a la habitación.

¡no la sacudas así! ¿y si es un perrito? – Eliza la miró divertida.

Candy… ¿tú crees que van a tener en refrigeración a un perrito? ¿de quien será? – tomó la tarjeta y la abrió para leerla – Candy… es de tus padres…

¡feliz cumpleaños! – le dijo abrazándola, ambas jovencitas no se despegaron hasta que la emoción se les calmó.

Pensé que no te acordarías – le dijo llorosa.

¿olvidarme de tu cumpleaños? Cualquier cosa menos eso ¿lo probamos? Mamá lo hizo.

UNA SEMANA ANTES

¿De verdad la amas? – le preguntó dudosa, él suspiró.

Como no tienes idea, se que casi no la conozco, pero es como si toda una vida la conociera… todos los días pienso en ella – estaban sentados en una cafetería, ella tomaba un jugo y el un café.

Albert… ella es un ser maravilloso, es como una hermana para mí, crecimos juntas, nunca la vayas a lastimar – Albert estaba un tanto sorprendido de esa chica, de su manera tan protectora para con Candy y desde ese momento supo lo especial que era su ángel de hermosos ojos verdes, lo fácil que era amarla.

Te lo prometo Eliza… ¿me vas a ayudar?

Claro… por cierto, ama el pastel de chocolate, creo que es su adicción – haciendo reír a Albert, sacó un libretita y anotó una dirección – ¿A dónde piensas llevarla?

Oooo… es un lugar hermoso… eso te lo puedo asegurar…

Por si cambias de opinión, ésta es la dirección del lugar preferido de Candy – Albert tomó el pequeño papel y lo guardó en su saco.

Te aseguro que a donde la voy a llevar, le va a encantar.

Le diré que me haz pedido su número y le daré el tuyo, te envío un mensaje y le llamas ¿va?

Gracias Eliza…

UN FIN DE SEMANA DESPUÉS.

¿Cómo me veo? – le preguntó por enésima vez, haciendo que Eliza volteara los ojos.

Ese hombre te va a adorar… te ves bellísima – Candy la abrazó y ambas salieron de los dormitorios acompañándola hasta la entrada de la facultad – me debes todos los detalles – tomándola de las manos – mira quien está ahí – Candy volteo a ver, y todo su mundo se resumió en él, Albert estaba en la acera de enfrente, recargado en su auto, iba vestido de manera informal, pantalones de mezclilla, mocasines, camisa blanca y saco negro, Eliza sintió que las manos de su amiga comenzaron a sudar – ¡Hey! Disfrútalo – Candy solo asintió.

Gracias Eli…

Anda… te estaré esperando.

Era el atardecer más hermoso que haya visto en su vida, los colores de la naturaleza que los rodeaba era simplemente magnifica, era hipnótica, se separó de él, después de ese dulce beso, se dio la vuelta y fue hasta la pequeña terraza, dio un suspiro prolongado y volteó a verlo, y desde donde estaba él, puedo apreciar el hermoso alo que le prodigaba su hermoso cabello, era como ver al mismo sol iluminando su destino, era como ver algo celestial convirtiéndose ante sus ojos en la más hermosa de las mujeres, fue hasta ella y se sintió un poco como Ícaro a sabiendas de que sus ilusiones no se derretirían con solo tocarla.

Candy… – se puso a un lado de ella

¿mmmh? – ella lo miró sonriendo, la tomó de los hombros para estar frente a frente, ella se sintió un tanto nerviosa, el beso de hace unos momentos era lo que estuvo esperando por meses, y en algún momento sintió que jamás sucedería

Candy… tu me gustas mucho… estoy enamorado de ti ¿quieres ser mi novia? – ella lo miró embelesada, llevaban apenas dos meses desde que se conocieron… pero ese día lo esperó con tantas ansias, el corazón de Albert no podía más, el silencio de Candy lo sintió tan infinito, que pensó que en cualquier momento quedaría fulminado por un paro cardiaco – Candy…

Si Albert… si quiero ser tu novia – la abrazó con la más infinitas ansias de amarla… de protegerla, la soltó y acunó su hermoso rostro con sus manos, sentía tantas ganas de llorar y no entendía por que, era como si por fin la pieza que le hacía falta a su corazón terminara de armar su felicidad, y mientras le acariciaba el rostro, observaba sus labios con ese rojo imposible, un rojo que no se podía comparar con los rubíes ni las cerezas, los delineo con uno de sus dedos, acercó sus labios a los de ella y con un beso sellaron su amor, un beso tan tierno y al mismo tiempo cargado de tanta pasión, un beso que se convirtió en la promesa de amarla y adorarla por siempre, entreabrió los ojos mientras la besaba y aún en esa cercanía, las pecas que adornaban su nariz le parecieron adorables, uno de sus brazos la encerró sobre su cuerpo para sentirla cerca, y su otra mano se internó en ese hermoso y glorioso cabello.

Gracias Candy… desde el día que te conocí, soñé con éste día, desde ese día comencé a amarte – se sentía tan emocionado – por un momento temí que jamás me aceptarías… Dios, soy tan feliz – y la besó de nuevo.

Con el paso de los días, vivir sin sus besos ya no era una opción, delinear sus labios con su lengua era lo más extremo que se atrevía a hacer, por primera vez en su corta existencia, sentía que estaba viviendo de verdad, que todas las mariposas que decían existir en el estómago, era el síntoma más recurrente que le provocaba tener nada más verlo, ocho años les separaban, ocho años que le estaban regalando el más sublime amor, estaba aprendiendo a reconocer el efecto de sus besos, de sus caricias, y aun así quería más, pero ese pequeño grillo llamado Eliza, se posaba en su hombro llamando a su conciencia.

Llegó el día del examen profesional de Albert, y no había mujer más orgullosa que Candy, la familia de él estaba encantada con ella, RoseMary estaba cruzada con el brazo de Candy mientras caminaban por el recinto, ambas estaban emocionadas por Albert cuando en ese momento se les unió Eliza y Terry, entraron y buscaron los asientos que les habían asignado, el joven se sentó junto a ellas, se apagaron las luces del salón y comenzó su examen, vieron como Albert defendía y daba respuestas concisas a sus interrogadores, fueron los 120 minutos más largos que Albert vivió y cuando todo terminó, salió orgulloso con su titulo que lo acreditaba como licenciado en administración de empresa y economista, los cinco jóvenes salieron a celebrar con una cena, la felicidad no cabía en su corazón, a su lado estaban las personas que más amaba y apreciaba, ahora si estaba listo para estar al frente de los negocios de su padre, estaba listo para forjar su camino, estaba listo para que Candy fuera parte de su vida, porque después de todo, eso es lo que más deseaba, metió la mano a su saco y lo acarició, después de la cena se fueron a un bar a tomar una copa, todo era tan perfecto cada día superaba al anterior, al otro día por la mañana viajaron en camionetas para llegar al Oak Street Beach, mientras manejaba, Albert no dejaba de besar la mano de Candy… la amaba tanto, la observaba de vez en cuando, pensaba en lo afortunado que era al tener a su lado tan extraordinaria mujer, es tan bella, tan hermosa, que esos escasos meses habían sido una tortura para él, cuando estaban juntos, se complementaban, eran el ensamble perfecto, nada faltaba ni sobraba en ellos, él reconocía que la belleza era el resultado de su alma noble, se sentía una y mil veces afortunado… y lo haría ¡por Dios que si lo haría! Ya no se veía sin ella, Candy es su amor, su vida… su todo, después de algunas horas llegaron a su destino admirando todo lo que veía en su camino y al llegar se hospedaron en el Park Hyatt…

Candy… – Eliza la separó unos metros del grupo tomándola del brazo alejándola de los demás.

¿no es emocionante? ¡me siento tan feliz de que estés aquí! Conmigo.

Ay Candy… me siento tan feliz de que lo seas – y la abrazó.

Gracias Eli… es una lástima que Annie no haya podido venir.

Lo sé… ¿sabes? Solo estaré hasta mañana…

Pero Eli… son nuestras vacaciones…

¿y piensas quedarte todo ese tiempo? – le preguntó sorprendida – además mamá me ha mandado a llamar… – haciendo una mueca de disgusto – tengo que estar el lunes en el corporativo de tu padre…

Eli… él no va a dejar que tu madre te quite nada.

Lo sé… es solo que estoy tan nerviosa… creo que le tomaré la palabra a tu padre, mientras no me involucre en los negocios que dejó papá no sabré como defenderme ni asumir mis responsabilidades.

Eso quiere decir…

Si Candy… debo regresar a Nueva York, tus padres quieren verme, supongo que para informarme sobre la dichosa "reunión" – haciendo comillas con sus dedos.

Eliza, a ti no puedo engañarte… amo a Albert con toda mi alma, hay veces que mi cuerpo lo desea… quiero entregarme a él… no te imaginas cuanto lo deseo – su amiga la miró y acarició con ternura, a pesar de tener la misma edad no podía evitar sentirse como alma vieja.

Protégete, no quiero ser tía tan joven – mientras se carcajean las dos – vamos, que no dejan de mirarnos – regresaron donde estaban los demás y cada uno subió a sus habitaciones.

Pero lo que vino después, fue la demostración de amor más sublime por parte de Albert, antes de que el sol se metiera, Albert le regaló el último rayo de su luz, estaban caminando a orillas de la playa, el cielo comenzaba a oscurecerse, se hincó ante ella, sin importarle que la arena humedeciera sus finos pantalones.

Candy… sabes que te amo – se sentía tan emocionado, su garganta se cerraba haciendo que carraspeara para aclarar su voz – mi amor…– en ese momento y a oscuras, los edificios y hoteles que circundaban la playa se iluminaron con la pregunta tan esperada, ella miró a su alrededor y comprendió todo, regresó su vista a él y lo miró con adoración asintiendo con lágrimas en los ojos.

Si Albert… si mi amor… si quiero casarme contigo… – se hincó frente a él besando sus labios – te amo tanto – Eliza, Terry y RoseMary salieron de las penumbras para felicitarlos, se quedaron un momento admirando toda la iluminación de la propuesta, se tomaron muchas fotos y se fueron a cenar.

Te aplicaste hermanito… ha sido el compromiso más maravilloso que he visto ¿Cuándo hablarán con tus padres Candy? ¿Cuándo será el gran día?

Bueno… no hemos hablado de eso, yo no… no me lo imaginaba… no sabía que me pediría matrimonio, gracias mi amor… fue tan perfecto – tomándolo de la mano y regalándole un beso – yo pensé que veníamos a celebrar su titulación, gracias por estar aquí Terry, Eliza, es muy importante para mi, y bueno… supongo que nos casaremos hasta que yo termine la universidad – Albert la miró sorprendido – ¿Qué amor?

Cuatro años… es demasiado tiempo…

Lo sé... – agachó la mirada – por mi me casaría mañana mismo…

¿lo dices en serio?

Te amo Albert… no es un secreto para nadie, pero mis padres…

Esperaremos entonces

Era más de media noche cuando todos regresaron a sus habitaciones, pero Albert y Candy salieron a la playa a contemplar la luna llena, el cielo estaba tachonado de estrellas, era el espectáculo perfecto que sus ojos pudieran tener y acostados sobre la arena se besaron y acariciaron con ansiedad, las pequeñas manos de Candy acariciaban por dentro de su camisa, Albert se sentía al limite de su placer, pero estaba tratando de controlarse, sabía que era virgen, sus primeros besos se lo dijeron, su inocencia, su manera tan dulce y cohibida con la que aceptaba ser besada, con él aprendió a llevar el ritmo que provocaban los besos que se daban y solo así, ambos aprendieron a conformarse, sobre todo él, que con los años que llevaba encima, sabía como controlarse, la amaba y por ese amor pondría a raya el deseo que ella provocaba en él, y mojados como estaban regresaron al hotel, la acompañó a la puerta de su habitación, pero esa noche, en ese mismo instante, Candy lo retuvo por mucho más tiempo, sus ojos se miraban de manera diferente, se miraban con pasión, sus ojos se abrasaban al fuego de sus cuerpos, a ese fuego que trataban de evitar.

Albert… – se paró de puntitas para besar sus labios, lo tomó del cuello de la camisa e hizo que él entrara junto con ella – te amo tanto… Albert… quiero estar contigo – él estaba extasiado a esa petición, su cabeza, sus manos, todo él estaban a su disposición, la tomó entre sus brazos y se sentó en un sofá, ahí comenzaron a reconocerse, a recorrer con caricias sus cuerpos, todo era tan diferente a otras veces, hoy estaban cruzando la línea que se impusieron, hoy y por siempre serían ellos dos y nadie más, no habría manera, sus destinos estaban ya trazados, por siempre Albert y Candy – Albert… ya no puedo… ni quiero esperar – besándolo de nueva cuenta los labios.

El tiempo dejó de existir para ellos, sus miradas se encontraban y se pedían mucho más, ella a horcajadas sobre sus piernas tenía la libertad de besar el rostro de Albert cuanto quisiera… las manos de el se encerraban a su cintura acercándola más a él, Candy sintió, como el miembro hinchado de él rozaba su vagina y por un momento se sintió asustada, jamás había pasado algo así entre ellos, pero los besos de él, removían cada fibra de su ser, espantaban toda la inseguridad que pudiera sentir, de repente se vió así misma con el torso desnudo, el estremecimiento que sentía cuando él besaba sus lozanos pechos la hacían arquear la espalda, ofreciéndose al amor, a sus labios, a todo él, ya no pensaba, solo sentía y eso le agradaba mucho más de lo que quería reconocer.

En un momento y sin que ella lo percibiera, se encontraban ya en la enorme cama, la sacó de sus piernas y con inmenso amor la colocó sobre la cama, y desde donde estaba, tenía ante su vista todo su mundo, su corazón y su alma. Le quitó el vestido dejándola solo en bikini y mientras la contemplaba con deseo se deshizo de su camisa y pantalón, y en iguales circunstancias, Candy tenía ante ella al mismo adonis, lo contemplaba con deseo, recorrió sus ojos y al llegar a su pelvis vió como el bóxer de Albert se abultaba más, ella un tanto asustada lo miró a los ojos y lo vió llegar hasta ella.

Candy… ¿estás segura? – sus manos se extendieron buscando un contacto atrayéndolo hasta ella.

Te amo Albert… hazme el amor… deseo… deseo que seas mío.

Por hoy y por siempre Candy.

Por hoy y por siempre mi amor.

La besó con amor, con ternura, con pasión y aun así sentía que le faltaba más por demostrar el amor que ella merecía… porque en su alma y corazón él estaba dispuesto a entregarlo todo por ella, la cubrió con sus brazos mientras besaba esos labios que ya eran parte de él, recorrió con sus labios su rostro, su cuello… besaría cada centímetro de ella hasta hacerla estremecer… pero necesitaba probarla, a besos comenzó a conquistar su piel, a descubrir el efecto que tenía él teniéndola entre sus brazos, sus senos bien formados lo atrajeron nada más llegar a ellos, los besó, los lamió y mordió hasta hacerla estremecer y desear más, hizo un sendero de besos hasta llegar a su vientre, alzó su mirada hacia ella y lo que vió lo hizo continuar, Candy mordía sus labios acariciando sus senos, mientras Albert bajó poco a poco el bikini con sus dientes y manos, acariciando al mismo tiempo sus piernas, las palabras no hicieron falta en esos momentos, el amor que sentían lo decían todo por ellos, se colocó entre sus piernas besando sus muslos, y al llegar a esa hendidura, supo que ya no habría tiempo atrás, la abrió para él, la sintió tensarse por un momento, acercó su rostro y le encantó abrirse camino con su lengua en ese bosque frondoso de pelos casi dorados, todo ella era inocencia, se conservaba tal y como la naturaleza la había creado, con los pulgares abrió sus labios y comenzó la tarea de beber de su mielera… y mientras lo hacía, Candy se perdía en ese frenesí que los besos y caricias estaban provocando en ella, no sabía que su cuerpo llegaría a tremendas notas altas de excitación, y lo que estaba experimentando en esos momentos la estaban llevando hasta a terrenos desconocidos de su propio cuerpo, sensaciones que no sabía que tenía, y mientras eso pasaba, Albert buscó con su lengua el pequeño interruptor que amó nada mas encontrarlo, chupó, lengüeteó y besó por partes iguales hasta que sintió que las piernas de Candy aprisionaban su cabeza.

¡Albert! – fue el grito que dejó salir de sus labios al sentir como un torrente ardía en su vientre tratando de liberarse, y él tan extasiado como estaba, bebió de ella y cuando la sintió estremecerse, alzó su rostro para alcanzar sus labios haciendo probar a Candy su propia esencia, momento que aprovechó para quitarse la ultima prenda que lo separaba de ella, colocó su pelvis entre las piernas de ella y con sus manos tomó su rostro.

Te amo Candy… y daría lo que fuera por no lastimarte – ella acarició las mejillas de él con sus pequeñas manos.

Lo deseo tanto… bésame – y ya no hubo vuelta atrás, con cuidado de no lastimarla colocó su pene en la hendidura de ella, y nada más entró, el cuerpo de Candy reaccionó, y para no alargar más el sufrimiento en ella entró en un solo movimiento, acallando a besos el grito que ella dio.

No te muevas amor… ya va a pasar… – le estaba costando no descargar la pasión que sentía por ella, besó sus labios, sus ojos y con su lengua recogió sus lágrimas, cuando sintió el palpitar de sus paredes vaginales aprisionando su cuerpo, fue la señal que le dio para seguir haciéndole el amor.

¡Dios Albert! – su respiración era entrecortada, y a ella se unieron sus gemidos, gemidos que estaban enardeciendo a Albert que con los rastros del orgasmo que provocó en ella, era más divino, arreció un poco más sus embestidas, deseaba que ella gozara, que se perdiera en él, que lo necesitara a él – no pares… – momentos después, sintió la tensión en ella al llegar un nuevo orgasmo, orgasmo que tomó para llegar juntos, y mientras lo hacían, los gritos de placer de Candy no se hicieron esperar, se enterró en ella hasta liberarse, sus cuerpos se relajaron, y el sucumbió al desgaste que esté le provocó, cuidando de no aplastar a Candy, Candy aun seguía abrazada a él, sintiendo como sus piernas temblaban por todo lo que él la hizo sentir, Albert se quiso quitar de encima pero ella no lo dejó, se aferró mas a él.

No… no te alejes – abrazándolo con más fuerza – te amo Albert – él alzó su torso y besó sus labios una vez más.

Te amo Candy.

Hola chicas, un capitulo dedicado para ustedes, mil GRACIAS por sus mensajes, críticas, cuestionamientos y opiniones, lo aprecio mucho, pues de ellos aprendo más.

Reeka21.

MaríaGpe22.

Nancy Reyes.

Ericka Larios.

Guets1.

Fabaquirre167.

Mil GRACIAS… SI Dios lo permite nos leemos hasta la próxima.

Enhorabuena y bencidiones.

230123