TODOS LOS PERSONAJES DEL MUNDO CANDY CANDY NO ME PERTENECEN MÁS QUE A SUS CREADORAS Y ESCRITORAS MISUKI E IGARASHI.
¿A QUIÉN AMAR?
Capítulo 8.
DE ENTRE LAS CENIZAS.
ALBERT
Abrí los ojos lentamente, los sentía muy pesados, la claridad del cuarto donde me encontraba no permitían acostumbrarme a la luz, con mi brazo cubrí mis ojos y conforme pasaba esa sensación, tomé aire reteniéndolo en mis pulmones… estaba vivo… me sentía adolorido y cansado, muy cansado, y la primera imagen que llegó a mi cerebro fue la de esa hermosa carita llena de pecas, tenía la sensación de haber dormido por demasiado tiempo ¿Dónde estaba? ¿Qué pasó? En mi pecho sentía una desesperación que no comprendía, sabía que algo pasaba, pero no sabía qué, escuché que se abría la puerta y traté de incorporarme, pero mi debilidad y el mareo se apropiaron de mi cuerpo y no me lo permitió, vi que se acercaba un hombre, era desconocido para mi.
Buenos días… ¡por fin te has despertado! ¿Cómo te sientes? – acercó una silla hasta la cama y se sentó en ella, lo miré a los ojos y solo vi bondad, pero aun así me sentía desconfiado, traté de hablar pero la garganta la sentía reseca, el hombre me ayudó a sentarme colocando unas almohadas en la espalda y sirvió agua acercándola a mis labios, no podía dejar de verlo y aún así no lo reconocía – con cuidado muchacho… tómalo con calma – me temblaban las manos, el médico no soltó el vaso – tranquilo hijo… no te precipites, todo estará bien, ya lo veras, en un momento te traerán tus alimentos, ya es cerca del medio día, así que solo comerás lo necesario ¿de acuerdo? – dejé mi dejé caer mi cabeza sobre las almohadas.
¿Qué hago… aquí? ¿Quién es usted? – le preguntó con la voz ronca.
Por el momento… soy tu médico, si así lo deseas, dime ¿que recuerdas?
Yo… – mi mente no me mostraba ningún recuerdo, la recuerdo a ella, pero a mi mente no viene ningún nombre, solo su hermoso rostro, sus bellos ojos verdes, cerré mis ojos y una lágrima atravesó mi mejilla escondiéndose en la crecida barba – no sé.
Cálmate… todo estará bien – poniéndome una mano sobre mi hombro y al sentir el tacto, comencé a llorar incontrolablemente – llora… eso te ayudará, ha pasado mucho tiempo… – no podía controlarme, era como liberar algo que tenía aprisionado en mi pecho, era como sacar de mí el miedo, la angustia y toda la ansiedad que sentía, posterior a eso y después de un rato, caí rendido del cansancio, el médico volvió a quitar algunas almohadas y me cubrió hasta la barbilla.
¿Por qué me han hecho esto? – le pregunté al médico tratando de obtener algo que le diera una respuesta a mis dudas.
Las tendrás a su tiempo muchacho… pero ahora descansa… te hace mucha falta, y no te preocupes… aquí estás a salvo – Albert solo asintió.
Gracias.
Pasaron los días, y cada día era tratar de disipar la bruma que había en su memoria y aún así su mente se negaba a cooperar con él, era como tratar de pelear con un ser invisible, como tratar de ver en la oscuridad, pero se propuso no claudicar en su intento hasta que obtuviera una respuesta… En una de esas noches, en el más profundo de mis sueños, recordé el día, que sin ninguna razón aparente varios hombres me tomaron de los brazos, mientras otro a mis espaldas me golpeaba la cabeza, quise resistirme pero todo a mi alrededor se tornó oscuro, no recordaba el lugar, solo sus manos aferrándose con fuerza en mi cuerpo tratando de someterme, recordé el día que desperté en esa cama de hospital, me vi amarrado y terriblemente angustiado, vi como mis manos las liberaban de esa especie de ataduras que tenía, me vi a mí mismo tratando de abrir la cerradura de una reja pero… ¿Por qué? Todo lo veía sucio, había inmundicia por donde quiera que pisaba, había una especie de catre en un rincón que en nada hacía su función, y después vino la claridad, era todo blanco, pero aun así estaba amarrado de mis manos, el aroma a antisépticos y alcohol inundaba mis fosas nasales, luego la claridad cambió a otra, pero ya no era un hospital, el color de las paredes eran de un color beige, habían muebles, era una recámara, mis sueños se biburficaban cruzándose unos con otros, no tenía nada claro en mi memoria, solo sabía que no debía estar ahí. Desperté algunas horas después, el ambiente era cálido pero ya no sentía ese calor que me sofocaba, una joven estaba a mi lado, era una enfermera, su uniforme blanco me lo decía y al ver que desperté me tomó la presión y la temperatura, tomó el auricular de un interphone y llamó al médico, en un portugués que entendía a la perfección.
Por… favor – la joven solo me sonrió, se levantó de la silla y salió de la recámara.
Cálmese… en un momento vendrá el médico – me contestó de manera cordial.
Pasaron algunos minutos los cuales se me hicieron eternos, ahí postrado, con un cansancio a cuestas, no podía hacer nada, esperé, y el tiempo se me hizo eterno, cuando en ese momento se abrió la puerta, era el Dr. Silveira seguido por la misma mujer que vi hace unos momentos.
Buenas tardes muchacho ¿Cómo te sientes? – tomando el portapapeles que le entregaba la enfermera, se dirigió a la joven – por favor, tráiganle los alimentos al paciente – la enfermera solo asintió y se volvió hacia mi – ¿y bien?
No sé… me… me siento muy confundido…
Bien… empezaremos por tu nombre… tu nombre es William Albert Andley.
PASADO Dr. SILVEIRA
Como cada martes, se presentó a la penitenciaría, ya era habitual que tuviera muchos pacientes, los atendía con mucha humanidad, algunas veces, los mismos reos solo pedían hablar con él, y para el médico, no representaba ningún contratiempo o esfuerzo para escuchar a la gran mayoría de los prisioneros, a su parecer era un lugar inhumano, un lugar tan sombrío, con olores tan pútridos, con una población que sobrepasaba los límites, a cada prisionero les entregaba una pastilla para evitar las infecciones estomacales, les regalaba pastillas de menta durante el tiempo de consulta, era un hombre que se había ganado el afecto hasta del más hostil de las personas.
Un día, recibió una llamada con urgencia, debía presentarse a la penitenciaría, una revuelta entre reos y como consecuencia, varios muertos y algunos heridos, cuando llegó, muchos de los que se convirtieron en pacientes rogaban por que el Dr. Silveira los atendiera, fue una noche muy pesada para el poco personal médico que había, pero aun así cumplieron hasta atender al último paciente. El pequeño consultorio no se daba abasto y cuando ya nada más quedó el médico y los guardias, salieron a recoger lo que habían utilizado.
¿ya no queda nadie más? – aunque cansado preguntó, la salud de sus pacientes era lo primero.
Hay un nuevo… le dieron su bienvenida y está en muy malas condiciones…
¿Cómo lo permitieron? ¿que esperan para traerlo? – los dos guardias se retiraron un tanto avergonzados, pues sabían que el médico no se iba hasta atender al último paciente que tuviera, momentos después, vió como cuatro personas traían una especie de camastro, compuesto por una sábana y dos palos y nada más llegar a él les pidió que lo subieran a la camilla, dos guardias quedaron adentro y los otros se retiraron.
Era joven, aun no pasaba talvez de los 28, su cuerpo estaba molido a golpes, y aunque era un hombre muy alto y de complexión atlética, supuso que se necesitaron a mas de cuatro hombres para dejarlo en esas condiciones, comenzó a quitarle los arapos que apenas cubrían su cuerpo maltrecho empezó a auscultarlo cerciorándose de que no hubiera nada grave, tenía dos costillas rotas, no habían quebraduras en sus extremidades, pero si habían muchas magulladuras en su cuerpo, su rostro estaba sumamente hinchado y con hematomas que no le dejaban lugar para ver el color de su piel y eso le encolerizó más.
¡¿Por qué no me llamaron antes?! ¡este hombre podría morir!
Es nuevo…
¡y eso que importa! – sacó de su maletín una jeringa con una solución, uno de los guardias quiso detenerlo.
Usted sabe que no está permitido…
¿y usted me va a detener? Éste hombre podría tener una fuerte infección a causa de ésta barbaridad, la fiebre no tardará en llegar a él y espero que su muerte no esté en su conciencia por tratar vilmente de ignorarlo – les contestó muy molesto, los guardias se quedaron parados mirándose uno a otro.
Dr…
Hago lo que está a mi alcance para que los reos estén bien, para que no tengan que pasar algo peor en éste lugar ¿Qué diferente es éste joven?
Él… es un caso especial Dr… – comenzó a decir uno de ellos.
Aun así, si fuera un asesino… mi deber es atenderlo… no hacer diferencias y eso ni ustedes ni nadie podrán impedírmelo…
No nos comprometa Dr…
¡no tienes porque decir nada! – arremetió el otro guardia mirándolos a ambos.
¡por Dios! Tengan un poco de compasión…
Dr… él no debería de estar aquí – el Dr no les hizo caso y comenzó a ponerte antiinflamatorios y algunas pomadas en las escoriaciones.
Cuéntenme lo que sepan de éste joven – los guardias se miraron con temor – todo quedará entre nosotros, ustedes me conocen, por ningún motivo los perjudicaría.
Lo sé Dr… le debo la salud de mi hija.
Me da gusto que lo recuerdes… por eso espero que ustedes sean buenas personas también – ambos hombres asintieron – cuéntenme lo que sepan…
Dr… hace tres semanas, vinieron unos hombres… no son de ésta zona… se notaba por su forma de vestir, algunos venían con uniforme militar y otros más en traje de oficina – el joven guardó silencio.
Te estoy escuchando muchacho… no te detengas.
Ambos estábamos de guardia… el director necesitaba que se le redactara unos oficios, pero no se encontraba el secretario… usted lo atendió un día antes a causa de una infección intestinal, así que yo… yo redacté documento… en el… el director hacía constar que había recibido un millón de dólares para tener en custodia a una persona… una semana después… estábamos recibiendo a ese joven – señalando al herido – nunca nos dieron instrucciones como se nos da con todos los demás… desde el momento en que entró… ya lo esperaban… Fabián y yo… no pudimos hacer nada… hace apenas dos días volvieron a golpearlo y…
¡basta ya! Te callas o nos meterás en problemas – le dijo el aludido.
No se preocupen… como dije antes, nada de lo que ustedes me han dicho saldrá de ésta habitación – en silencio, el médico duró otro poco curando las heridas de Albert y al final tuvo que permitir que se lo llevaran – denle esto una vez al mes – poniendo en la palma de la mano de uno de los guardias un sobre de plástico con varias pastillas – por favor… eso le ayudará – cuando se quedó solo, sintió un pesar en su corazón… recordó a su hijo… un hijo que quiso perseguir sus sueños enfrentándose a una guerra, donde finalmente encontró la muerte, y por él valía la pena ayudar a quien lo necesitara.
Pasaron diez largos meses, y no pudo tener la oportunidad de comunicarse con él, hasta que un día, y gracias a la información de los guardias, supo que lo enviaron a un hospital psiquiátrico… hizo cuanto sus recursos se lo permitieron poder tener acceso a ese lugar, como sea y al final, logró tenerlo como su paciente… y mientras así fuera, ese joven estaría a salvo, pero cuando entró a la habitación y llegó hasta él, su garganta emitió un gemido que acalló con su mano en un puño, a ese joven, nuevamente lo habían golpeado ¿pero por qué? ¿Qué es lo que realmente pasaba con él? Y desde ese día consagró sus manos y experiencia médica para cerciorarse que estuviera bien, durante el tiempo que no lo puedo ver, hizo algunas investigaciones acerca del paradero y datos personales del paciente, y mucho le asombró saber que ese joven que estaba postrado era hijo de una de las familias más acaudalada de los Estados Unidos, pero no fue la posición económica la que motivó al Dr. Silveira a saber la vida de ese joven, fueron los motivos por los cuales fue llevado a ese lugar tan inhumano, no era mucha información lo que había logrado tener gracias a esos dos guardias, y antes de que les sucediera a esos hombres que mucho hicieron por él, movió mar y tierra para que los superiores de esa penitenciaría los reubicaran a una institución médica en Brasilia, ellos estaban mas que agradecidos, pues representaba la seguridad para sus familias así como también para sus ingresos económicos.
Eventualmente iba a los Estados Unidos para recabar información acerca de ese joven, información que se estaba acumulando en una carpeta, pero saber el principal motivo por el que estaba en esas condiciones, lo llenó de una desesperanza mezclada con indignación y enojo… muchas veces pensaba en el momento en el que despertaría ¿Qué le diría? Y su conciencia le decía "la verdad", en sus investigaciones, constantemente sentía un infinito sentimiento de asco al saber que un dato superaba en gravedad a otro, en la manera tan mezquina y vil en la que hicieron caer hasta el fondo a ese joven.
PRESENTE… CASA DE DESCANSO.
Llevarlo hasta ese lugar tan tranquilo sería un nuevo comienzo, renacería así mismo, cada vez que lo veía se prometía que así sería, sacarlo de ese lugar, lo hizo motivado por el sentido de la justicia, representó sobornar a muchas personas, las cuales incluso le ofrecieron dinero para que se deshiciera de él y en su actuar estaban más que satisfechos y urgidos por ya no hacerse cargo de él, cada día esperaban que fuera el último para ese joven, y aun así el destino, la vida o lo que fuera, se estaba empeñando en que él viviera, tenerlo en un hospital psiquiátrico no era ni siquiera una opción, y a pesar de que ya no estaba en las condiciones infrahumanas de la prisión, era una muerte anunciada en vida, un abismo sin oportunidad de emerger de el. Utilizó todos sus recursos para que se borrara todo indicio y rastro de él, no sin antes guardar las pruebas gráficas tan crueles que recibió tanto en la penitenciaría como en el hospital, en sus investigaciones, no había encontrado siquiera una sola ficha en la que lo acreditara como un delincuente, todo era tan sombrío y turbio, que todo cuanto investigó le provocaba asco ante el proceder de algunas personas y del propio sistema de justicia.
Deshazte de él Silveira – el médico solo asintió – espero jamás volver a verte, reconozco que nos estás librando de un problema, pero haz de saber que ya era insostenible mantenerlo en esas condiciones – el médico junto con dos enfermeros ayudaron a Albert a subir a la camioneta, y aunque estaba un poco sedado, tuvo la fortaleza de caminar unos cuantos metros, respiró hondo y se entregó a la oscuridad de la inconciencia.
Despertó hasta el otro día, con la imagen de la rubia que se dibujaba en su memoria, su cuerpo ya no lo sentía tan adolorido, no había ningún tipo de amarres en sus muñecas, pero la luz… esa luz le molestaba.
Lo ayudó nuevamente a incorporarse para que se sentara, tomó una pequeña bandeja y se la puso ante él.
Come, te ayudará a recuperar fuerzas – aunque lo veía débil, sabía que debía de ayudarle a fortalecerse así mismo.
Dr… ¿me permite ayudarle?
Vaya a descansar enfermera Pinheiro, yo me haré cargo del paciente – esperó hasta que la joven cerró la puerta, y al volver la mirada a Albert vio que apenas podía llevar la sopa a sus labios – déjame ayudarte muchacho…
¿muchacho? – le contestó extrañado, regalándole apenas una sonrisa débil.
Lo siento… parte de mi es escocés… uno podrá estar lejos de su tierra, pero jamás del corazón.
¿Escocia? – aun en su debilidad, su cuerpo se estremeció, desconocía porque pero así lo sintió, el médico le quitó la cuchara de la mano y él mismo ayudó a que se alimentara, pero el cansancio podía más con él, y aunque poco, el médico se conformó que comiera un poco más de la mitad de la sopa.
Descansa un poco, dentro de algunas horas vendrá un fisioterapeuta a ayudarte.
¿Por qué? ¿Por qué me hicieron esto?
Recupérate primero hijo… después, te daré las respuestas que quieras… siempre y cuando las sepa… por supuesto ¿de acuerdo? – Albert solo asintió, se sentía muy cansado, el médico volvió a ayudarle a que se acostara.
Desde el instante en que comenzaron sus terapias físicas, algo en él cobraba fuerza, al menos por el momento, sentía una ínfima porción de esperanza, que a experiencia de otros momentos no tendría importancia… pero para él, era la ardua agonía de enfrentar a cada uno de los miedos y porqués que no tenían respuesta y sin saberlo y estar consiente de el, era su resurgimiento, su renacer.
Los días pasaron, tan dolorosos como el primero, no había un solo día en el que se le diera tregua, cada segundo que pasaba representaba el dolor que ha vivido cuando le quitaron su libertad, por el momento, y solo por eso, se estaba concentrando en su salud física, necesitaba sentirse fuerte físicamente para al menos soportar y develar toda esa bruma que tenía en su memoria, y cada vez que lo hacía, el rostro de ella aparecía como una meta, como la recompensa a todo lo que estaba haciendo por llegar a esa mujer que en su memoria todavía no tenía un nombre.
Y ahora a un mes de estar en ese lugar el Dr. Silveira se quedó mucho más tiempo con él, en ese lugar que hace tiempo le dio tanta paz cuando a su hijo perdió, frente a un inmenso lago, Albert descansaba del arduo trabajo que representaba para él moverse como antaño, lo sintió llegar gracias al sonido de sus pasos, se puso a su lado entregándole un vaso con la bebida que el mismo religiosamente preparaba para él.
Gracias Dr… – mientras el hombre se sentaba en el otro camastro – ¿Cómo podré corresponderle todas sus atenciones? – el Dr solo negó con la cabeza.
Recupérate William…
Albert… por favor… – sentía una incomodidad cuando lo llamaba por ese nombre, y no sabía porque.
Bien… Albert… ¿haz recordado algo? – el rubio negó una vez más con frustración la cabeza – ¿Cómo te haz sentido en éstos días que no estuve?
Bien, cada día siento que me fortalezco más… pero aún así… siento como si no estuviera avanzando…
Ten por seguro que si lo haces muchacho… en ti se está comenzando a erigir una fortaleza… que solo dependerá de ti si es derribada… no lo dudes nunca… no importa cuán doloroso sientas éste proceso, tienes que superarlo…
Dr… ¿usted sabe la razón por la que estoy en éstas condiciones? – le preguntó un tanto preocupado.
Todo a su tiempo muchacho… no sé cuanto tiempo te vaya a llevar recuperarte por completo… pero estoy seguro que lo lograrás… solo te pido que no te desesperes ¿de acuerdo? – Albert asintió, sabía que tenía razón, y haría lo que fuera por recuperarse lo antes posible.
Dr… hay un rostro que siempre aparece en mi memoria,..
¿recuerdas quien es? – Albert suspiró, terminando de tomar el batido que momentos antes el médico le llevó.
No… – el Dr se sacó una fotografía de su saco, estaba algo desgastada y sucia, se la extendió a él.
¿es ella? – Albert tomó la fotografía y nada más verla sus ojos se nublaron a causa de las lágrimas, asintió con su cabeza.
Co… ¿Cómo?
Era la única cosa que tenías en tus manos la primera vez que te atendí… la tomé… porque llegaría el momento en que la perderías, de cualquier forma no la tendrías si te la hubiera dejado.
Gracias Dr… por un momento – se aclaró la garganta – pensé que me estaba volviendo loco… que solo era mi imaginación.
Solo tómalo con calma hijo… de ti… y solo de ti, dependerá los progresos que tengas.
No Dr… usted está haciendo que sea posible todos éstos progresos.
Te dejo un momento solo, te estaré esperando en mi oficina a las 6 – Albert solo asintió viendo como el Dr se alejaba de él, miró hacia el horizonte que se presentaba ante sus ojos y sonrió, sonrió porque ya tenía un motivo… no era una imagen que jugaba con su memoria, por fin tenía una esperanza en ese trozo de papel… y era ella… su corazón se lo decía y por primera vez se regaló una amplia sonrisa, que iluminó todo su ser.
Hola a todos, una vez más les presento un capítulo nuevo, dedicado a cada una de ustedes, GRACIAS por sus mensajes críticas y opiniones, los tomo muy en cuenta.
Ster star.
MaríaGpe22.
Nancy reyes.
Lili.
Patty Lu.
Mil GRACIAS… si Dios lo permite nos leemos hasta la próxima.
Enhorabuena y bendiciones.
300123
